1. Introducción
Si bien la colonización de Yucatán presenta aspectos diferentes a la de otras zonas de la Nueva España, la labor de los misioneros fue muy parecida no sólo en cuanto a la evangelización, sino también en su preocupación por el aprendizaje y el estudio de las lenguas originarias. No faltaron artes ni vocabularios para comprender el idioma yucateco: “garboso en sus dicciones, elegante en sus periodos y en ambas cosas conciso, pues, con pocas palabras y breves sylabas explica á vezes profundas sentencias” (Beltrán, 1746: 14).
Hay que resaltar que los misioneros no sólo se preocuparon en conocer la morfosintaxis o el léxico de la lengua en la que tenían que evangelizar, también intentaron representar los sonidos de ésta: dibujar figuras para las voces mayas. Para lograr lo anterior, el religioso tuvo que moverse en dos códigos: el oral y el escrito y en los múltiples problemas de ambos, de ahí que podamos encontrar en sus trabajos polimorfismos y polifonías.
Por la dificultad que presenta el estudio grafemático,2 los trabajos sobre las gramáticas misioneras se han enfocado o bien en la morfosintaxis o bien en el vocabulario, ya que la representación gráfica de una lengua implica resolver varias preguntas: ¿Podrían los religiosos identificar los fonemas de la lengua que estudian? ¿A qué norma gráfica estaban sujetos? ¿Podrían reconocer las diferencias dialectales de los hablantes o verse afectados por las suyas? ¿Hay alguna consistencia en la representación de ciertos fonemas que comparten algún rasgo? ¿Por qué usan unas grafías y no otras?, etcétera.3
Por lo anterior, el presente trabajo tiene como objetivo principal ofrecer un análisis del sistema gráfico empleado para representar los sonidos del maya durante la época colonial. Entre sus propósitos se encuentran: a) analizar las grafías y digrafías utilizadas en vocabularios y artes; b) señalar las relaciones entre grafemas (letras) y fonemas (sonidos); c) tratar de dar una explicación a las grafías utilizadas en las obras coloniales mayas y a su sistema gráfico;4 d) por último, se quiere impulsar la reflexión sobre el modo de graficar empleado por los misioneros en la región de Yucatán y, por qué no, en la Nueva España.
Para un trabajo de esta índole, lo primero que se hará es describir al lector en el proceso de evangelización de los franciscanos en dicho territorio y en las obras lingüísticas que realizaron. Luego se analizará el sistema fonológico del maya yucateco actual; para después profundizar en el análisis grafemático de las obras que se consideran representativas y que cuentan con facsímil: Bocabulario de Maya Than (1993), Calepino de Motul (Ciudad Real, 1577), Arte de la lengua maya de Coronel (1620), Arte de la lengua maya de Gabriel de San Buenaventura (1684) y el Arte del idioma maya reducido a succintas reglas y Semilexicón yucateco de Pedro Beltrán de Santa Rosa (1746). Por último, se ofrece una reflexión sobre los grafemas empleados.
2. Los inicios de la presencia franciscana en Yucatán
Hacia 1535 fray Jacobo de Testera pidió realizar una empresa misionera en la zona de Yucatán, tanto el obispo Zumárraga como el virrey Antonio de Mendoza y con el beneplácito del provincial de la Orden franciscana, fray Antonio de Ciudad Rodrigo, apoyaron el proyecto y fray Jacobo inició la obra misionera en Yucatán. Sin embargo, debido a las diferentes etapas de conquista por las que pasó la península la labor evangélica tuvo que retrasarse.
Fue en 1544 que llegaron a Campeche varios misioneros encabezados por Villalpando, Melchor de Benavente, Lorenzo de Bienvenida y Juan de Herrera, posteriormente se trasladarán a tierras del interior. En ese periodo se crearon los monasterios de Campeche y Mérida, en los que los religiosos procuraron aprender la lengua, en ellos también había escuelas para caciques y principales de la región. Fray Diego de Landa advierte en la Relación de las cosas de Yucatán que los misioneros: “Que aprendieron a leer y escribir en la lengua de los indios la cual se redujo tanto a un arte que se estudiaba como la latina” (Landa, 1959: cap. XVII, 32). Quizá se haga referencia al Arte del idioma maya de Villalpando del cual no se tiene ninguna copia. Hay que advertir que en 1549 Landa se une al grupo de misioneros.
En Maní y luego en Izamal se establecieron escuelas no sólo para los naturales, también para los franciscanos, los cuales primero aprenden la transcripción de la lengua en caracteres latinos y luego la reducción del maya en gramáticas, según Bernardo de Lizana “el trabajo lingüístico de los franciscanos permitiría que los religiosos recién llegados a la península pudieran aprender el maya yucateco en tan sólo dos meses” (1893: 164-165).
Hay que señalar que, aunque en 1518 fue creado el obispado de Yucatán por la Bula de León X, este jamás se estableció, incluso para 1539 tanto Tabasco como Yucatán fueron incorporados al de Chiapas. En 1560 se instauró el primer obispado de Yucatán, siendo su obispo fray Francisco de Toral.5 Debido a la extensión del territorio y a la falta de religiosos, Toral pidió el envío de clérigos seculares y regulares para atender las diferentes parroquias españolas, visitar los poblados indígenas y continuar con la evangelización.6 Los franciscanos realizaron su labor siempre desde dos objetivos: impartir la eucaristía, adoctrinar antes de ella (la conversión indígena se podía realizar mediante bautismos multitudinarios) y educar a los hijos de los caciques (Cunill, 2008: 160-162).
En el trascurso de la Colonia el número de conventos-escuela aumentaría. Los primeros que se construyeron fueron en Campeche, Mérida, Mani e Izamal, como ya se mencionó, a los que se sumaron Conkal y Valladolid. Posteriormente, con el incremento de los franciscanos, se crearon los de Homún y Calkiní. No hay que olvidar que en ellos se formaba a maestros ‘mayas’ para que ayudaran, en los pueblos de indios, en la labor misionera o para apoyar a los religiosos en los conventos (Cunill, 2008: 163-164).
De las instituciones franciscanas salieron prometedores estudiantes que permitieron la organización de ‘estudios de gramática para indios’: Gaspar Antonio Xiu, quien durante muchos años fue traductor de las autoridades provinciales, de cuya pluma quedan testimonios en las Relaciones geográficas de Yucatán y que ayudó a Landa; Pablo (Ah Nakuk Pech) y Pedro (Ah Macan Pech) que escribieron las crónicas de sus pueblos: Yaxkukul y Chac Xulub Chen, respectivamente; o simples lectores, curiosos de la historia escrita por los europeos, como Jorge Xiu del pueblo de Zam que poseía el segundo de los dos únicos tomos de la Historia pontifical que circulaban en Yucatán a fines del siglo XVI (Ramos, 2003: 37).
3. La obra misionera en Yucatán
Tan pronto llegaron los misioneros a Yucatán en el siglo XVI, los objetivos que se habían marcado se iban logrando. Al convertirse en hablantes de maya fueron prescindiendo gradualmente de sus “lenguas” o intérpretes (Briceño, 2002: 370). Entre los primeros frailes dedicados a la lingüística maya para fines catequizadores durante el siglo XVI está fray Juan de Herrera, quien fundó una escuela para la enseñanza de la lectura y escritura de los niños mayas (Ramos, 2003: 38). Fray Diego López Cogolludo, lector de teología, guardián y provincial de los franciscanos, ofreció varias noticias sobre los franciscanos y sus obras en Yucatán. El fraile en su Historia de Yucatán señala la profusa obra de su orden y la importancia que para ellos tenía saber la lengua maya:
El santo padre Villalpando supo tan presto el idioma, que pareció infusión milagrosa, y hizo arte de él, con que admiró a los indios. Perfeccionole el padre Landa, después obispo, que aun le aprendemos por él los que venimos de España, si bien más recopilado, y es adagio común dezir que es lengua de cocina la que no se habla conforme a él. El padre fray Antonio de Ciudad Real, con trabajo de cuarenta y seis años, compuso su vocabulario que llaman Calepino por su grandeza, donde no hay cosa excogitable que falte, obra que llenó más de mil doscientos pliegos en limpio. El padre Solana compuso sermonarios de domínicas y santos, y un vocabulario pequeño. El padre Torralva otro sermonario de domínicas y santos. El padre Coronel, que murió poco ha, dio a la imprenta en México un tomo de pláticas espirituales y misterios de la fé, cartilla que contiene la doctrina cristiana, confesonario para los nuevos ministros, y arte reducido a más breve método. De estos escritos se han valido todos los ministros, así clérigos como religiosos, para ser perfectas lenguas (López Cogolludo, 1955: lib. 8, cap. 7, 440).
De Diego de Landa y de su obra, Relación de las cosas de Yucatán escrito alrededor de 1566, basta mencionar que para Knorozov y Ershova (1994) el franciscano es el primero en lograr descifrar algunos jeroglíficos con ayuda de estudiantes mayas como Gaspar Antonio Xiu y proponer un alfabeto (silabario) para la transcripción de éstos y es, además, uno de los iniciadores de los estudios de cultura maya.
Entre las obras de los misioneros se encuentra el Bocabulario de Maya Than, de autor anónimo, cuyo original debió de ser escrito a mediados del siglo XVI, según Acuña fue base del Calepino de Motul (Bocabulario de Maya Than, 1993).
Otro de los frailes mencionados en la obra de López Cogolludo fue fray Antonio de Ciudad Real, el cual fue secretario del visitador de las provincias franciscanas en la Nueva España y provincial de la Orden en Yucatán, quien hacia finales del siglo XVI termina su Calepino. También, hacia finales del siglo XVI, fue autor del Tratado curioso de las grandezas de Nueva España y de unos Sermones de santos en lengua maya.
A Juan Coronel se le conoce por sus diversos escritos, en 1620 realizó varias obras: Discursos predicables y tratados espirituales en lengua maya, Doctrina cristiana en lengua maya y, por último, una gramática o arte de la lengua maya, de la cual han sobrevivido solo 51 fojas (Arte en lengua maya,1998).
Otros dos misioneros son reconocidos por sus gramáticas: Gabriel de San Buenaventura imprime su Arte de la Lengua maya en el año de 1684, este mismo realizó un vocabulario maya y español, el cual se ha considerado perdido; aunque Acuña indica que el Diccionario de Ticul podría ser parte del vocabulario de Buenaventura (Acuña, 1996: 26-27 y 2002: 20), y Pedro Beltrán de Santa Rosa María, que dio a conocer su Arte del idioma maya en 1746.
En resumen, podemos señalar que para la época colonial el maya contaba con los siguientes vocabularios:7
Bocabulario de Maya Than (castellano-maya), dentro del Codex Vindobonensis, quizá de 1570, de autor desconocido, algunos lo atribuyen a González de Nájera.
Calepino Maya de Motul (maya-castellano), quizá de 1580, cuyo autor fue Antonio de Ciudad Real.
Bocabulario muy copioso en lengua española y maya de Yucatán (castellano-maya), 1580, de Alonso de la Solana. Hay dos versiones, la que está en la biblioteca John Carter Brown (conocido como Motul II) y la que se encuentra en la Hispanic Society of America.
Diccionario de San Francisco (maya-castellano). De autor desconocido, fue rescatado y reorganizado por Juan Pío Pérez hacia 1850.
A diferencia de otras lenguas indígenas, las artes y gramáticas mayas se registran tardíamente; si bien se debió escribir alguna en el siglo XVI, como la de Villalpando y tal vez la de Landa, sólo contamos actualmente con tres:
Arte en lengua maya de Juan Coronel escrito probablemente en 1589 pero datado en 1620.
Arte de la lengua Maya (1996), compuesto por el Reverendo Padre fray Gabriel de San Buenaventura, impreso en 1684.
Arte del idioma maya, reducido a succintas reglas y semilexicón yucateco (2002), realizado por Pedro Beltrán de Santa Rosa María en 1746.
4. El sistema fonológico del maya actual
El subsistema vocálico de esta lengua es difícil, los franciscanos pudieron distinguir algunos rasgos como el timbre (a, e, i, o, u) y otros como la cantidad o estado glótico, los cuales no supieron representar adecuadamente. En la actualidad sigue habiendo dificultades para describir los rasgos distintivos de las vocales mayas, mientras unos investigadores consideran 20 vocales, otros señalan 25, el problema radica principalmente en dos aspectos: a) en diferenciar las vocales glotalizadas y las rearticuladas, ya que se considera que las primeras entran en distribución complementaria con las segundas;8 b) en señalar las diferencias tonales como rasgo distintivo y no únicamente como prosódico (Kügler y Scopeteas, 2006; Gusuenhouen y Teeuw, 2009; Sobrino, 2012; Sobrino, 2013). Para este estudio consideramos que el maya tiene 20 vocales con los rasgos de timbre, cantidad, estado glótico y tono. De ahí que en este subsistema podamos encontrar pares mínimos como:
La tabla del subsistema vocálico del maya actual puede ser la siguiente:
Cortas | Largas con tono bajo | Largas con tono alto | Rearticuladas |
I | ii | Íi | i’i |
E | ee | Ée | e’e |
A | aa | Áa | a’a |
O | oo | Óo | o’o |
u | uu | Úu | u’u |
En cuanto al subsistema consonántico, los misioneros franciscanos representaron de manera más o menos acertada los diferentes fonemas mayas, como veremos más adelante. Las consonantes del maya yucateco actual y su representación gráfica no presentan las dificultades del subsistema vocálico, en la siguiente tabla se exponen los fonemas y su representación:9
Labiales | Alveolares | Palatales | Velares | Glotales | |
Oclusivas | p
<p> b <b> |
t <t> | k <k> | ’ | |
Africadas | ŝ <ts> | č <ch> | |||
Fricativas | s <s> | š <x> | h <h> <j> | ||
Glotalizadas | p’ <p’> | t’ <t’> | k’ <k’> | ||
ŝ’<ts’> | č’ <ch’> | ||||
Nasales | m <m> | n <n> | |||
Laterales | l <l> | ||||
Vibrante | (r)10 <r> | ||||
Aproximantes | y <y> | w <w> |
El problema más notorio está en la presencia de una glotal que algunos lingüistas señalan y otros no;11 además, en la época colonial parece que había un sonido fricativo velar /x/ que era fuerte y un sonido glotal /h/ suave, y que confluyeron en un único fonema velar /x/ (Shigeto, 2013; Bricker y Orie, 2014). Podemos señalar también la presencia de la actual vibrante simple que es un préstamo del español.
5. La representación gráfica del maya en obras coloniales
En este apartado se analizará la representación de los sonidos en diferentes obras coloniales: dos vocabularios y tres artes o gramáticas. El estudio se realizará en orden cronológico. Es pertinente señalar que trabajamos con los facsímiles y únicamente hacemos uso de las ediciones modernas para exponer la descripción de los sonidos.
5.1.1. El Bocabulario Maya Than (BMT)12
Quizá los amanuenses lo escribieron en el siglo XVII; sin embargo, en palabras de Acuña (Bocabulario de Maya Than, 1993) fue la fuente léxica del Calepino maya de Motul, del vocabulario de San Francisco, del Motul II y del de la Solana, lo cual indicaría que la obra fue creada hacia la segunda mitad del siglo XVI.13 Según los estudios de Acuña, el prototipo del Bocabulario fue compuesto en el convento franciscano de Maní y su autor tuvo que haber residido por largo tiempo en dicha provincia. Consta de 199 folios y aproximadamente 14 000 entradas. Es necesario precisar que para el análisis del vocabulario se utilizan los manuscritos de la edición que presenta Acuña (Bocabulario de Maya Than, 1993), los cuales, en ocasiones, están en mal estado. El facsímil de esta obra se encuentra en la Biblioteca de la Corte Austriaca, en Viena.14
5.1.2. El Calepino de Motul de Antonio de Ciudad Real (CM)15
Es el diccionario más extenso que se escribió sobre la lengua maya, para Acuña (Calepino, 2001) su prototipo es el vocabulario de Maya Than. Se realizó en dos lenguas: maya y español, además de incorporar expresiones latinas. Tanto Acuña como Arzápalo (Calepino, 1995) confirman la autoría de fray Antonio de Ciudad Real y señalan que el Calepino o Diccionario maya-español de Motul es denominado así por las frecuentes menciones que se hace a esta población de Yucatán.
El Calepino cuenta con 15 975 entradas léxicas y fue escrito en la segunda mitad del siglo XVI. Fue comprado en la ciudad de México en el siglo XIX por Charles E. Brasseur de Bourbourg y vendido a John Carter Brown. El documento original se encuentra en la Biblioteca John Carter Brown en Rhode Island.
Si bien esta obra tiene un valor léxico y gramatical inagotable, también es invaluable el conocimiento que ofrece sobre aspectos de botánica, zoología, geografía, política, etcétera, de la cultura maya. Hay que señalar que el facsímil consultado se encuentra escrito por dos amanuenses, lo cual afecta la representación gráfica. El primer escribiente utiliza raramente diacríticos sobre las vocales, el segundo nunca los emplea.
5.1.3. El Arte en lengua maya de fray Juan Coronel (AJC)16
Según los datos de López Cogolludo (1955), Juan Coronel nació en la villa de Torija cerca de Madrid hacia 1558 y aunque no sabe con exactitud en cuál misión franciscana llegó, debió de ser entre 1584 y 1593; el dato que ofrece Acuña (Arte en lengua maya y otros escritos, 1998) es de 1589.
Coronel escribió varias obras para que fueran publicadas simultáneamente: Discursos predicables, Doctrina christiana y Arte, todos realizados alrededor de 1620; sin embargo, su última obra apareció como apéndice del Diccionario de Motul editado por Juan Martínez Hernández en 1929 (Arte en lengua maya y otros escritos, 1998).
Para Acuña (Arte en lengua maya y otros escritos, 1998: 14) el Arte ha sobrevivido en 51 fojas (aunque en la Biblioteca John Carter Brown se incluyen 72) y existen de ellas varias copias. El impreso no tenía apenas foliación y eso dificultó su organización. Además, presenta algunas lagunas que afectan su contenido, para nuestro propósito la más significativa sería la falta de explicación de su ‘abecedario’. Para este estudio tomamos en cuenta las aclaraciones que ofrece Acuña en su edición y así poder ‘reconstruir su alfabeto’, el facsímil se encuentra en la biblioteca de Brigham Young University.
5.1.4. El Arte de la lengua maya de fray Gabriel de San Buenaventura (AGB)17
Fray Gabriel, de origen francés, también elaboró un vocabulario maya-español que hasta el siglo XIX era citado, pero que ahora se encuentra perdido. Aunque su Arte de la lengua maya fue impreso en 1684 en la Ciudad de México, según Acuña (Arte de la lengua maya,1996) fue terminado hacia finales de 1674. De la importancia del Arte de San Buenaventura, Agustín de Vetancur en su ‘Sentir’ dentro de la obra, advierte que: “conocí la utilidad que les seguía a los Naturales en su enseñanza; y el bien que se les hará à los Ministros en que salga a luz para que cumpla con la obligación de predicar, y de confessarles en su idioma” (San Buenaventura, 1684: 7).
El libro de este franciscano es una mezcla entre la gramática latina tradicional y la obra de Nebrija, a decir de Acuña: “El Arte de la lengua maya bonaventuriano es un híbrido extraño. No se conforma … con el arte latino; tampoco con el castellano de don Antonio” (San Buenaventura, 1684: 23).
El Arte contiene en su edición numerosos yerros (omisiones de cedilla, ignorancia de la hache herida, el cajista puso las enes y las úes al revés, leyó palabras que no existían etc.), pero no por ello deja de ser un texto importante para acercarse a la lengua maya del siglo XVII (Arte de la lengua maya,1996: 27).
Fray Gabriel ofrece un abecedario (Figura 1) y una explicación de la pronunciación de algunas letras y la equivalencia de otras.
Resulta por demás interesante que el a.b.c. que presenta no corresponde a la explicación que da posteriormente del mismo; por ejemplo aparecen dos ches: <ch>, <ch> y tres haches <ħ>,<ħ> y <h> (de estas sólo explica dos, una fuerte y una débil).
5.1.5. Arte del idioma maya de fray Pedro Beltrán de Santa Rosa (APBSR)18
Podría ser este franciscano hijo de español y de madre indígena. En sus escritos señala que fue “criado entre los naturales” y además que puede tener el maya como lengua materna y así lo señala: “los que hemos nacido en esta lengua” (Arte del idioma maya..., 2002: 125).19 Parece que, aunque franciscano, asistió al colegio de los jesuitas abierto desde 1618. Ya como fraile de la orden de San Francisco fue vicario en el convento de Tiab, lo cual podría explicar algunos usos del maya y el olvido de ‘vocablos castellanos’. Posteriormente fue custodio de la ciudad de Mérida, donde fue maestro de lengua maya y compuso su Arte.
La obra salió en 1746 y constaba de 105 fojas, le fue dado el nombre de Arte del idioma maya reducido a succintas reglas. Entre sus fuentes, Acuña (Arte del idioma maya…, 2002) sugiere que su rígida adherencia a un modelo latino puede deberse a la lectura De Institutione Grammaticae del jesuita Juan Luis de la Cerda. También debió basarse en el Calepino maya de Motul y por supuesto en el Arte de San Buenaventura.
6. Análisis de las grafías y digrafías utilizadas para el maya en la época colonial
6.1. Consideraciones generales
Nuestro análisis está construido desde dos niveles: oral (fonético/fonológico) y escrito (grafemático):
Para el primer nivel es importante considerar a Ohala (1993); según este fonetista el hablante de una lengua (L1) puede cambiar los sonidos nuevos de la segunda lengua (L2) y adaptarlos a su lengua. Para él hay una especie de malla o coladera en la que los sonidos extraños de la (L2) son identificados con los fonos más parecidos a los de su primera lengua (L1) o, incluso, no son percibidos.
También Ohala (1983) advierte que ciertos fonemas son más fáciles de diferenciar como son los oclusivos (en su mayoría sordos), mientras que los sonidos fricativos presentan mayor problema para su percepción y diferenciación.
Debemos considerar además que el hablante puede tener un fonema que es alófono en la otra lengua, o bien un fonema que en su lengua sólo se presenta en cierta posición. Es importante destacar también que la edad del oyente repercute en la percepción de los nuevos sonidos. Con el paso de los años se atrofia tanto la audición como la articulación de fonemas, se presenta una fosilización fonológica.
En éste se estudian los signos (grafemas-letras) utilizados para graficar los nuevos sonidos del maya. Para realizar el proceso sonido-letra los misioneros emplearon el alfabeto latino (litúrgico) y el castellano (con modificaciones dependiendo del tipo de letra o caligrafía), la suma de ambos puede considerarse como el abecedario ‘tradicional’ que utilizaron los religiosos para graficar las lenguas originarias. Sin embargo, para el maya se dieron ‘figuras’ especiales.
Para este análisis nos hemos basado en lo señalado por Cabrera (2003) sobre la representación del primitivo romance castellano. Para este autor, el escribano (en nuestro caso misionero o indígena) a partir de la nueva pronunciación puede crear neografismos. Sobre la creación de éstos señala diversos procesos:
Innovación gráfica por geminación.
Innovación gráfica por inversión. El autor se refiere a la modificación del orden de un dígrafo.
Innovación gráfica por aglutinación. Se refiere a la unión de varias grafías que se utilizan para representar al mismo sonido:
A lo que podemos agregar algunos diacríticos como linetas, acentos, puntos y, para algunas lenguas, verdaderos neografismos como: Ɔ, 4, ٤.
Lo que se debe considerar en la representación gráfica es que cada letra corresponda a un fonema y que haya una sistematicidad en su representación.
6.2. El subsistema vocálico y su representación gráfica
Según Fox (1978) y Campbell y Kaufman (1985), el protomaya solo tenía 10 vocales que se distinguían por su timbre (a, e, i, o, u) y por su duración: largas y breves; para Knorozov (1965), el maya colonial presentaba 15 sonidos vocálicos: timbre, duración y combinación de saltillo. La dificultad de esta lengua lleva a que aun en el siglo XIX Pío Pérez advierta solamente una vocal breve, otra larga y una glotalizada, y que sólo hacia mediados del siglo XX se hayan señalado los rasgos de tono. No es hasta 1977 que Barrera Vásquez hace una descripción más acertada de los sonidos vocálicos del maya (Sobrino, 2012: 165-171).
En cuanto a la representación gráfica, la percepción de ciertos rasgos llevó al misionero a utilizar algunas innovaciones como la geminación (vocales dobles) y en otras ocasiones a emplear diacríticos (vocal simple + ´ ˋ ˆ).
En el Bocabulario (BMT) las grafías vocálicas son < i, ij,20 e, ee, a, aa, o, oo, u, v,21 uu>, la vocal simple es la de mayor frecuencia (y representa cualquier vocal), en cuanto a la geminada se utiliza generalmente para la vocal rearticulada y glotalizada, en menos ocasiones para la larga de tono bajo.
En el Calepino (CDR) se registran las siguientes representaciones <i, í, ij, <e, é (sobre todo en tén), ě ee, á, aa, â, ǎ, áá, o, ó, ô, ŏ oo, u, ú, v, û uu>. La vocal simple es la más numerosa y presenta mayor polifonía y la doble se emplea generalmente para la rearticulada, glotalizada y en pocos casos para la de tono bajo, son poco probables los ejemplos con tono alto. Los diacríticos que se encuentran son escasos y no corresponden a ningún rasgo vocálico específico, por ejemplo: tenemos la presencia de dos tipos de acento circunflejo: cûch ‘carga’, que parecería que representa a una vocal larga kuuch, pero registramos también yâva ‘mucho’, palabra que actualmente tiene vocal rearticulada ya’ab. Contamos también con casos que presentan doble acento: bátáb/batam ‘cacique’ o bálám/ báalam ‘jaguar’.
La representación vocálica en el Arte de Juan Coronel (AJC) no es consistente, a lo que hay que sumar la escasez de vocales dobles <i, ij, e, ee, a, aa, o, oo, u, v, uu>. En cuanto a las geminadas, éstas pueden representar las rearticuladas, glotalizadas, vocales con tono bajo y raramente las de tono alto. La simple representa cualquier vocal.
En el Arte de San Buenaventura (AGB), las grafías utilizadas para las vocales son: <i, ii, ij, e, ee, a, aa, o, oo, u, v, uu>, hay que señalar que escasamente se registran las dobles, únicamente para las rearticuladas, glotalizadas y las de tono bajo. La simple presenta polifonía. Advertimos que el uso de diacríticos es inconsistente y escaso: hutul/húutul ‘caerse’ puede registrarse también como hútul y hûtul, sin acento y con acento agudo y circunflejo.22
Por último, en el Arte de Santa Rosa (ASR) las grafías utilizadas para las vocales son <i,î, ii, e, é, ee, a, â aa, o, ò, ó, oo, u, û uu>. La vocal simple es la frecuente y representa cualquier vocal. Las vocales dobles pueden indicar, generalmente, las rearticuladas, glotalizadas, las largas con tono bajo y escasamente a las de tono alto.
Utiliza diacríticos, sin embargo, su falta de consistencia lo lleva a que una palabra pueda registrarse de tres maneras diferentes con vocal sin acento, con acento agudo y con acento grave: xoc/xóc/xòc /xook ‘lectura’. El circunflejo lo puede emplear para representar la vocal larga en tono bajo; ppîz / p’iis ‘clasificador numeral; aunque también el circunflejo se emplea para la vocal larga en tono alto, y en ocasiones para indicar la omisión de un sonido molób> molȏ/mool ‘cosecha’.23
6.2.1. Explicación del subsistema vocálico
En cuanto a la representación vocálica, hay que señalar que tanto en los vocabularios como en las artes no hay una correspondencia fónica unívoca entre vocales simples, dobles o ‘acentuadas’ y los sonidos que representan.
Vocal simple: V | ||
Simple | nacal/na’kal | mehen/mehen |
Larga con tono bajo | chup/chuup | xek/xeek |
Larga con tono alto | hokol/hóok’ol | Kak /k’áak’ |
Rearticulada | tzotzel /tso’otsel | kahal/ k’a’ajal |
Glotalizada | cћa/ ch’a’ | |
Dobles: VV | ||
Larga con tono bajo | baac/ baak | tzeec/tseek |
Larga con tono alto | eez/éets’ | |
Rearticuladas | toon /to’on | teex/te’ex |
Vocal con diacrítico (pocos casos, frecuentemente se utilizan con clíticos o para indicar la acentuación de la palabra, pueden alternar entre ellos: hútul, hûtul/ hutul)24
Breve | kahál/k’a’ahal | lubúl/lúubul bolòn/bolon |
Larga con tono bajo | xóc, xòc /xook | ppîz/ p’iis |
Larga con tono alto | ppéepp/p’éep’ | nâch/náach |
De lo anterior podemos deducir que el sistema gráfico de las vocales presenta polimorfismo y polifonías y que, aunque en ocasiones se registren con diacríticos, éstos, según nosotros, tienen como función marcar, generalmente, la presencia de partículas.25
En el siguiente cuadro se expone la representación vocálica en las diferentes obras estudiadas:
Fonema | BMT | CM | AJC | AGB | ABSR |
Vocal breve | V | V | V | V | V |
Vocal larga tono bajo |
V /(vv)26 | V / (vv) | V / vv | V / (vv) | V / vv |
Vocal larga tono alto |
V / (vv) | V / (vv) | V / (vv) | V | V / (vv) |
Vocal rearticulada y glotal |
V / vv | V / vv | V / vv | V / vv | V / vv |
(´`˄˅) en
un escribano |
(´`˄) | (´`˄) |
Como puede advertirse la vocal simple es la más utilizada y luego la geminada que se emplea para marcar la rearticulada, seguida de la larga con tono bajo. La vocal larga de tono alto no se distingue gráficamente (es escasa en los textos). En cuanto a la vocal glotal v’ que algunos lingüistas señalan como fonema y otros no, registramos naa /na’ madre y tij /ti’ preposición, hee /je’ huevo, nii /ni’ nariz, haa / ja’ agua. Creemos que hay dos posibilidades: a) considerarla como alófono de la rearticulada en posición final; b) o como una combinación vocal + ‘glotal. Dado que se registra en un solo contexto y no hay pares mínimos, consideramos que la v’ puede estar dentro de las vocales rearticuladas.
De lo antes expuesto podemos señalar que los misioneros identificaron el timbre, que era igual al del español, advirtieron que había una vocal rearticulada (y glotalizada) y la cantidad vocálica, rasgos, estos últimos, que no posee el español. De acuerdo con nuestros datos, es difícil saber si reconocieron o no el tono.27
6.3. El subsistema consonántico y su representación gráfica
El subsistema consonántico no presenta tantas complicaciones, dado que la mayoría son sonidos obstruyentes y además muchas consonantes son iguales a las castellanas (b, p, t, k, č, š -para el XVI- m, n, l); si bien algunos fonos son desconocidos para los españoles como los glotalizados, éstos articulatoriamente eran tan diferentes que los misioneros podían distinguirlos; el dilema que se plantearon era cómo representarlos y establecer una ‘lógica’ en las grafías que pertenecían a fonemas con un rasgo en común. Para ello creemos que recurrieron a un abecedario castellano; por ejemplo, en el empleo de <z> (dezir) o <ç> (poço),28 y a uno latino del cual emplean la <k> para la representación de la velar glotalizada o la <h> para la aspirada (la geminada <pp> o la <th>, se utilizaban también en escritos latinos, aunque la última en palabras de origen griego).
Como resumen haremos una tabla en la que expondremos el uso gráfico de las consonantes en los textos que hemos analizado, entre paréntesis se colocan las grafías que son minoritarias en cada obra:
Fonema | BMT | CM | AJC | AGB | ABSR |
/b/ | B | b | b | b | B |
/p/ | P | p | p | p | P |
/t/ | T | t | t | t | T |
/k/ | C | c | c | c | C |
/s/ | z (ç) | ç(z) | ç | z (ç) | Z |
/š/ | X | x | x | x | X |
/h/ | H | H | h | (ћ) h | H |
/h/ | h | H | |||
/ĉ/ | Ch | ch | ch | ch | Ch |
/ŝ/ | Tz | tz | tz | tz | Tz |
/p’/ | pp | pp (ϼϼ) | pp | Pp | ϼϼ |
/t´/ | Th | Th | th | Th | Tħ |
/k’/ | K | k | k | k | K |
/ŝ´/ | ɔ | ɔ | ɔ | ɔ | ɔ |
/ ĉ’/ | Cħ | cħ | cħ | cħ | Cħ |
/w/ | v~u | v~u | v~u | v~u | v~u |
/y/ | Y | y | y | y | Y |
Casos especiales:
Dentro de este apartado colocamos los posibles lapsus cálami de los autores. Dentro del Bocabulario llama la atención que ‘coser’ chuuy se registre con la glotalizada cħuy, lo cual puede ser un error. En ocasiones, en el Calepino, se omiten sonidos: Ɔeyum/ts’ehyuum ‘tío’; cħiyil/ č’íihil ‘crecer’, en ellos generalmente se trata de una aspirada /h/, como en blanco be/beh. También se registra la confusión entre la oclusiva dental y la dental glotalizada bátáb /bathab. Por su parte, Juan Coronel confunde la grafía de ‘colmillo’ çay/ts’a’aj, en la que se registra la fricativa alveolar sorda por la africada dentoalveolar glotalizada. Por último, Santa Rosa hace algunas consideraciones como: “También advierto que no pongo en mi abecedario la v consonante, porque no la usa el idioma, pues en su lugar se usa de la b”: uix/ wiix ‘orinar’. “Y aunque es cierto que, quando se sigue alguna vocal que necesariamente ha de herir, la hiere; pero es con tal suavidad que apenas se percive la herida, pues es con un pequeño ayre que se expele con delicado ímpetu” (Arte del idioma maya…, 2002: 49-50). Señala que el maya no tiene los sonidos del español: d, r, g, f, ni ll, esta última se pronuncia como /y/.
6.3.1. Explicación del subsistema consonántico
Debemos advertir que para explicar la representación de las consonantes tomamos como base el texto sobre pronunciación del alfabeto latino atribuido al norafricano Marciano Capella del siglo IV o V, que fue la base para De Ortographia de Alcuino (Flaccus, s.f.), texto que desde la segunda mitad del siglo viii fue utilizado en la liturgia cristiana, también consideramos los textos de Nebrija: Gramática castellana (1492), Reglas de Orthografía (1517) y, por supuesto, Introductiones in latinam grammaticem (1560).
A continuación, describiremos algunas de las grafías empleadas y ofreceremos una explicación de estas:
El fonema oclusivo velar /k/ fue graficado por medio de <c>, los misioneros utilizaron esta grafía como era empleada en latín ya que, para el castellano, dependiendo de la vocal que le sigue, podía representar un sonido oclusivo velar (a, o, u) o uno fricativo (e, i).29
En cuanto al sonido oclusivo glotal /’/ no hemos podido registrar ninguna palabra, únicamente los ejemplos con vocal glotalizada: naa/na’.
Para el sonido africado dentoalveolar se utilizó el dígrafo <tz>, empleado en inscripciones romanas del siglo II d.C.; por ejemplo: VICENTZA por VICENTIA (Lloyd, 1987: 220). Además de registrarse en el nombre de la letra hebraica tsade o tzadi.30
En cuanto al sonido que actualmente es predorsoalveolar /s/ en maya y que posiblemente en el castellano de la época pudiera ser un sonido apicoalveolar /ṡ/ se utilizaron las grafías <ç> y <z>. Llama la atención que Beltrán sólo haya empleado la <z>, entendiendo que no hacía falta la grafía <ç> y que podría crear confusiones con la <c> si se perdía la cedilla: “[…] siempre que necesitamos para escribir la ç con cedilla, pongamos la z desterrando de nuestra arte dicha ç […]” (Beltrán, 2000: 49).
Para el sonido glotal fricativo usaron la <h>, siguiendo las indicaciones que para la pronunciación de esta letra daban Marciano Capella en los siglos IV o V d.C.: “exhala la corriente de aire mediante una leve contracción de la garganta” (Díaz y Díaz, 1995) y Alcuino en su De Ortographia del siglo VIII: “HABEO: atenendo cũ aspiratione scribitus” (s.f., folio 5). Nebrija en su ortografía española advierte que no es letra sino ‘señal de espíritu’ (Nebrija, 1517: 113 ). Hay que señalar que únicamente en el a.b.c. de San Buenaventura se registra una <h> ‘herida’ <ħ>, que después no emplea. También algunos diferencian una <h> fuerte o recia de una suave o blanda. Hay que advertir, que aun en el siglo XVI, en algunos dialectos del castellano, como los andaluces, se puede oír la aspiración procedente de la <f> latina. El sonido glotal oclusivo no logran distinguirlo.
Para los fonemas glotalizados tenemos las siguientes representaciones: la geminada <pp> para el labial, en algunas ocasiones este dígrafo es atravesado por una lineta en la parte baja <ϼϼ>. Para el fricativo dentoalveolar se utilizó <th> (tħ) y para el africado la c invertida <Ɔ>. En cuanto al sonido africado palatal glotalizado se empleó la <cħ> con <ħ> herida. Por último, para la velar glotalizada se usó la <k> quizá por la descripción que se hacía en el latín y que Capella recoge: “La K se forma en la zona de la garganta y el velo del paladar” (Díaz y Díaz, 1995: 125).
Por último, llama la atención la representación que Buenaventura hace de los sonidos mayas, ofrece primero un a.b.c. en el que repite y propone signos de más, los cuales no vuelven a ser considerados. Creemos que puede tratarse de errores tipográficos como las dos ches, ya que posteriormente en el texto utiliza <ch> para el africado palatal y <cħ> con hache herida para el glotal. Además, también dentro del texto, emplea <h> para el sonido aspirado y no <ħ> como propone en su explicación. La <H> mayúscula la explica como un sonido diferente a <ħ> y que, según este misionero, en algunos usos desaparece (sobre todo ante /w/). Podemos señalar que en el autor galo hay algunas confusiones con respecto a las grafías empleadas y que en muchos casos puede deberse a errores tipográficos.
Para los sonidos aproximantes se utilizó <y> para el palatal y <v> o <u> para el velar. Esta representación se debe a la continuación de una tradición gráfica castellana en la que <y> y <v> se empleaban tanto para vocales como para consonantes. En cuanto a la presencia de <j> o de <v> como vocal anterior y posterior respectivamente, tiene su explicación en una tradición escrituraria castellana que parte desde la Edad Media, como se puede advertir en las (Figuras 2 y 3).
La <y> la encontramos en ya, ynbio, yo. La<u> en uia, seuilla, auisar. En el siguiente fragmento tenemos con <v> viejo, vn y con <j> qujso, aquj.
Así que en cuanto a grafías y digrafías podemos señalar que se utilizan las propias del castellano del siglo XVI: <ç, z, x, ch, j (p, t, b, ch, m, n, l, v/u, y)>, además las del latín: <k>, <h> y la <c> siempre para /k/. Se usaron dígrafos: <pp> (a veces con lineta ϼϼ), <th, tz, cħ> y se ‘inventa’ <Ɔ>. La correspondencia es unívoca exceptuando <v> y <u>, como ya se destacó.
6.4. Sistema gráfico del maya: ¿innovador o inconsistente?
Pasaremos ahora a estudiar la representación gráfica en cuanto a sistema:
Para la representación de las oclusivas se registran las siguientes grafías:
Africadas
Para los fonemas africados los religiosos utilizaban dígrafos: consonante oclusiva+ consonante fricativa <tz>, la representación gráfica del sonido tsade del hebreo; y para el prepalatal la digrafía empleada para el mismo sonido castellano <ch>.31
Fricativas
En cuanto a las fricativas tenemos la representación de /s/ por medio de <ç> y <z> que fue la utilizada en artes, gramáticas y vocabularios de otras lenguas originarias; por ejemplo: en el zapoteco tanto para el sonido fricativo ‘alveolar’ sordo como para el sonoro se emplea <ç> y <z> (con confusión entre sonoras y sordas). En el tepehuano se usa la <s>, y en el quechua se emplea <ç> y <s> larga en posición implosiva, el purépecha utiliza la <s>, en la lengua chuchona se emplea <ç>. En otomí <ç> y <z>, en lengua mixteca <s>; en el mochica <ç> y <z> representan a /s/. En el náhuatl sucede lo mismo, las grafías preferidas son <z> y <ç>; Carochi advierte: “De la z no usan al principio de las dicciones, ni de las syllabas, sino solamente al fin dellas como Ninemiz, yo viviré[…] esta z se pronuncia casi como la s Castellana, aunque las silva algo mas, y es mas blanda”. Gilberti emplea <z, s> en posición implosiva. Si bien, como es de suponer, no todas las lenguas tenían el mismo tipo de /s/, la fricativa alveolar /s/ presentaba una complicación para los misioneros del siglo XVI (Calvo, 2005; Carochi, 1645; Maldonado, 1978; Zimmermann, 2003).
Para los misioneros el sonido /s/ debía de ser fácil de representar <s>, la vacilación gráfica tiene sus raíces en el sistema de sibilantes castellanas y en lo señalado por Ohala (1983) en que los sonidos fricativos son más difíciles de diferenciar.
Desde el siglo XV las sibilantes españolas empiezan a tener un reajuste y se comienzan a formar tres subsistemas dependiendo del dialecto (Arias, 1997):
1. /ş/ predorsodental <ç> y <z> | /s/ apicoalveolar (incluso postalveolar) <s> | /š/ prepalatal <x> |
2. / ş/ predorsodental <ç> <z> <s> | /š/ prepalatal <x> | |
3. | /s/ dorsoalveolar <ç> <z> <s> | /š/ prepalatal <x> |
¿Qué grafía escoger si había también confusiones gráficas?, ¿qué sonido se parece más al de la lengua estudiada?
1. Primero hay que determinar cuál sería el dialecto castellano que se escogería como modelo. Desde nuestra perspectiva sería el primero, el cual deviene del de Toledo, que fue empleado como estándar: aun no teniendo una ortografía fija, los escribanos en textos formales tienden a seguir la ‘ortografía’ alfonsí.
2. Segundo al ser la <s> castellana apicoalveolar o, incluso, postaveolar tiene más tensión articulatoria. De hecho, hay un dato que da pistas en la confusión gráfica: Landa tiene dificultad para representar ese sonido indígena, primero utiliza <x>, quizá porque la <s> castellana (postalveolar) se asemejaba al sonido /š/ prepalatal del castellano del XVI; luego utiliza <z> para poder representar el sonido sibilante.
Es decir, la disyuntiva era utilizar una grafía <s> que en el castellano estándar se parecía más a una /š/ <x>, o emplear las grafías utilizadas para el sonido predorsodental <ç> y <z> el cual era más parecido al maya en la posición de la lengua y la tensión articulatoria. Incluso se registra un caso de confusión entre çay/ ts’ a’ay (diente), lo cual puede indicar que la articulación era más parecida a una dorsodental. Hasta el siglo XVIII se mantiene la <z>.32
A diferencia de la alveolar las otras dos fricativas no tienen problemas: la prepalatal se representa mediante <x> grafía utilizada en el castellano del XVI para el mismo sonido; y la aspirada mediante <h>, letra que como ya mencionamos representaba aspiración en latín. A través del tiempo se utiliza la <x> a pesar de que ya, desde el siglo XVII, no representa, en el castellano, un sonido prepalatal.
Las grafías son:
Glotalizadas
Las consonantes glotales no tienen una manera homogénea de representarse, como se observa a continuación.
En cuanto a las consonantes glotalizadas a veces se utilizan las geminadas <pp>, otras se emplea la oclusiva + <h> con o sin lineta <th, tħ, cħ>, en otros casos la consonante simple <k>, y, por último, un signo que no pertenece al alfabeto castellano ni al latino Ͻ, pero que sí puede tener origen en la abreviatura ‘con’ en textos latinos, que era muy frecuente en la letra gótica (Figura 4):
O también puede ser la letra hebraica kaph <Ɔ> (/k/ + /x/) (Figura 5):
Llama la atención que esta figura también fuera empleada por Mateo Alemán en su Ortografía (Figura 6):
Comencemos con la bilabial /p’/ que es representada con doble <pp> y a veces atravesada con lineta <ϼϼ>, podemos decir que las consonantes geminadas eran las que se acostumbraban para este tipo de sonidos. Por ejemplo: el zapoteco, el quechua, el aimara emplean <pp>. Para la glótica alveolar en maya siempre se utiliza th (tħ), en otras lenguas como el quechua, el aimara o el otomí: <tt>, la digrafía <th> se utiliza para la graficación de un sonido aspirado en las lenguas que lo presentan como el otomí o el purépecha, el maya carece de él. En cuanto a la velar glotalizada que el maya grafica como <k> en lenguas como el quechua, el aimara y otras de México utilizan <cc, qq, qu>. En lo que respecta a las africadas glotalizadas, la palatal se grafica en maya como <cħ>, en otras lenguas como el quechua y el aimara utilizan<chh> y <cch> repitiendo nuevamente grafías (Calvo, 2005). Caso aparte es la grafía para la africada alveolar glotalizada cuyo signo no se utiliza en ningún abecedario conocido <Ͻ> y podría considerarse una innovación de los misioneros franciscanos.
Aspiradas
/h/ <H>, <h> (<ħ>)
Aunque algunos autores señalen (Ciudad Real, 1577; Beltrán de Santa Rosa, 1746) una h recia y una blanda, Ciudad Real sólo las distingue en posición inicial; mientras que Beltrán, en un ejemplo, posteriormente utiliza en su obra <h>. Igualmente este último señala que una es aspirada ‘parecida a la jota’ y que la otra no es aspirada. Llama la atención que Santa Rosa advierta, en el siglo XVIII, que suena ‘como nuestra j’ y no como aspiración. Hoy la recia y la blanda (si hubo diferencia) confluyeron en /x/.
7. Conclusiones
La dificultad de realizar un análisis desde la grafemática radica en que se deben tomar en cuenta dos niveles: los sonidos de la lengua que se estudia y el ‘sistema’ gráfico que lo representa, para lo cual hay que conocer, sobre todo en textos coloniales, paleografía e historia de la escritura.
Coincidimos con Catach (1996) que la escritura tiene la doble posibilidad de funcionar conteniendo rasgos de oralidad o de manera independiente. Además, mediante el análisis grafemático se pueden encontrar pistas de ‘sonidos’ de lenguajes pasados.
De acuerdo con nuestros resultados el análisis gráfico de las vocales nos puede indicar que los misioneros distinguieron el timbre (a, e, i, o, u), que era idéntico al español y dos rasgos más: la rearticulación (glotalización) y la duración. Podemos señalar que el tono no lo diferenciaron, ya que éste, incluso, en el maya actual tiene sus dificultades: el tono bajo generalmente es constante (registro) y el tono alto puede tener variaciones (contorno). La vocal simple (v) siempre representó a la breve (aunque también a otros tipos) y la vocal geminada frecuentemente a la rearticulada (y la glotalizada), y en menor medida a la larga con tono bajo (véase Tabla 3). Lo que nos sugiere, al igual que sucedió con las consonantes, que el rasgo glotal, en este caso de las vocales, llamó más la atención de los misioneros que, por ejemplo, los de tono, o, en su defecto, que era más fácil de percibir. Es necesario señalar que nuestros datos coinciden con Knorozov (1965), y tienen su sustento en el número general de aparición de las grafías y digrafías en los facsímiles.
Es necesario advertir que con respecto a la representación de vv en palabras como naa/na’, nos hace pensar que los misioneros consideraron la glotalización como un rasgo de la vocal (como la rearticulada) y no como un sonido consonántico.
En cuanto a los acentos (´`ˆ) no representaban rasgos fonológicos (tono o rearticulación), por lo mismo se registra: hútul, hûtul, hutul/ húutul (caerse), creemos que se utilizaban más para indicar el acento de intensidad: por ejemplo, loból que según Antonio de Ciudad Real con acento en la última sílaba significaba ‘hacer mal’ o para indicar partículas o clíticos, como té (boté= trabajaré) que para Beltrán de Santa Rosa era una partícula para indicar futuro.
En lo que respecta al subsistema consonántico, los misioneros lograron identificar casi todos los sonidos (aunque no hicieron diferencia entre la aspirada fuerte y la débil, esta última difícil de percibir para los españoles, y la glotal). Hay casi siempre una relación unívoca, exceptuando en <v/u> que ambas podían representar a la semiconsonante velar (lo cual corresponde a una tradición escrituraria que proviene desde la Edad Media, incluso antes) o entre <z> y <ç> que representaba a la fricativa alveolar.
Como hemos advertido el alfabeto maya se conformó con letras latinas utilizadas para el abecedario español con los valores fonológicos de éste en el siglo XVI: <x /š/, ch /ĉ/> e <j>, que era una variante gráfica (alógrafo) de <i> y <ç>, variante de <z> /s/. En este rubro llama la atención la representación de la fricativa alveolar por medio de estas últimas grafías utilizadas indistintamente por algunos misioneros, y en algunos autores con preferencia por una u otra. Como se mencionó arriba el uso de una grafía para un sonido que podía perfectamente graficarse con <s> indica, por un lado, una tradición gráfica para las lenguas indígenas (z, ç frecuentes y s o <ʃ> escasa) que probablemente provenía de la graficación del náhuatl;33 por la otra, que en la lengua de los misioneros había una vacilación dialectal en la representación y que utilizaron las grafías del dialecto más prestigioso (toledano). Así mientras la <s> castellana (toledana) era más tensa, la del maya era más ‘blanda’, de ahí que se empleara la <z> y la <ç>, que representaban un sonido con menos tensión articulatoria. Ambas explicaciones no se contradicen.
Con respecto a las africadas siguen los patrones de la lengua náhuatl y de otras lenguas indígenas: la innovación <tz> para la dental y el dígrafo <ch> para la prepalatal.
En cuanto a las otras grafías y digrafías no hay problema en cuanto a la representación del sonido, se utiliza el abecedario latino con los mismos o parecidos valores de éste, por ejemplo <c> para la oclusiva velar, al igual que <p,b,t, h, m,n,l,y> con sus respectivos fonemas. Con respecto a la grafía <h> que representó a la aspirada al igual que el latín, en las últimas obras representa ya a una fricativa velar sorda /x/ como la jota del español.
Llama mucho la atención que la innovación gráfica de las obras mayas no tenga sistematicidad en la representación de los sonidos glotalizados, no hay un patrón: por ejemplo, para las oclusivas se emplea la geminada <pp> con lineta o sin ella, para la dental <th> con lineta o sin ella y la grafía <k>. Podemos advertir dos cuestiones, la representación de th para un sonido glotal, cuando esta digrafía era empleada comúnmente en otras lenguas indígenas para un sonido dental aspirado, lo regular sería la representación mediante geminadas <tt>. A lo que hay que sumar el empleo de la grafía <k>, que en los alfabetos en que se registra no tiene el valor de una oclusiva glotalizada, lo frecuente para la representación de este fonema sería la geminación <cc>. En lo que respecta a los sonidos africados también hay inconsistencias: tenemos para el prepalatal la <ch> con lineta <cħ> y no <chh> o <cch> que sería lo esperado; además la innovación de la dental <Ↄ>, grafía que quizá tomaron del hebreo. Hay que advertir que lo único que parece ser un rasgo que podría indicar la glotalización es la presencia de la lineta en algunas grafías; aunque también es inconsistente.
Este trabajo tuvo como objetivo principal analizar el ‘sistema’ gráfico del maya colonial desde dos perspectivas: la relación letra-sonido, y la regularización dentro de un ‘sistema’. Como es conocido, ningún alfabeto representa exactamente los sonidos de la lengua hablada, y como mencionamos antes, el estudio grafemático sólo nos acerca o nos da pistas sobre la ‘pronunciación’ de hablas pasadas. También es importante advertir que las letras empleadas por los misioneros tienen su principal base en el alfabeto latino, pero utilizan neografismos del castellano <ç> y grafías que representan ‘sonidos españoles’ (como <x> o <ch>), incluso crearon digrafías y grafías de sonidos que se parecían al hebreo, <tz> o la <Ↄ>. Se puede señalar que en la escritura hay una buena ‘dosis’ de tradición gráfica que perdura a través de los siglos y que se mezcla (latín, castellano, hebreo). Por tanto, creemos que análisis como el presente, a través de los facsímiles, pueden ayudar a investigaciones futuras sobre los alfabetos utilizados por los misioneros para otras lenguas originarias.