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Estudios de historia moderna y contemporánea de México

versión impresa ISSN 0185-2620

Estud. hist. mod. contemp. Mex  no.35 Ciudad de México ene./jun. 2008

 

Reseñas bibliográficas

 

Leonardo Curzio, La seguridad nacional en México y la relación con Estados Unidos

 

Brenda Morales Muñoz*

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones sobre América del Norte, 2007, 182 p.

 

* Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.

 

La seguridad nacional en México y la relación con Estados Unidos es un estudio sobre los cambios que México enfrentó al adaptarse a la globalización así como acerca de la manera en la cual los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 cambiaron el concepto de seguridad nacional y afectaron la relación entre México y su vecino del norte. Con tal propósito, Leonardo Curzio revisa, en primer término, la evolución que experimentaron los modelos políticos y económicos mexicanos desde 1982 con el fin de adaptarse al contexto mundial de la globalización. A partir de ese momento, México tuvo que adecuarse a las nuevas condiciones de la economía internacional y dejar atrás, tanto el nacionalismo como el proteccionismo. Explica el autor que el país se insertó en la globalización de manera circunstancial y no mediante una planeación consciente, es decir, se adaptó por necesidad, no por voluntad. Esta necesidad hizo que México se adhiriera al Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), cuyos objetivos eran fomentar el comercio de bienes y servicios, aumentar los niveles de inversión y crear empleos bien remunerados.

El país tuvo éxito, se convirtió en un importante receptor de inversión extranjera directa y logró ser una potencia exportadora. Sin embargo, el proceso de vinculación con el exterior trajo consigo una mayor dependencia respecto de la economía estadounidense, además de que en el campo laboral no se crearon empleos, la estructura salarial mexicana siguió siendo poco equitativa y la pobreza aumentó. En este sentido, el autor subraya que el mayor problema de México es que no cuenta con políticos que planeen bien el rumbo del país, por lo que éste va navegando de acuerdo con las decisiones de otros.

La solución planteada en esta obra es dejar a un lado los personalismos, la incapacidad y las divisiones para dedicarse a resolver los tres mayores problemas de los que adolece México: la mala distribución del ingreso, la inexistencia de un acuerdo nacional de inversiones prioritarias y la falta de claridad y definición en la política exterior. Curzio subraya que la integración económica no trajo consigo un cambio político en el ámbito interno, por lo que no había concordancia entre ambas esferas. Esto provocó en un momento inicial muchas divisiones, puesto que el gobierno mexicano aceptaba la internacionalización de la economía pero no permitía que esa apertura afectara el proceso político. Dice el autor: "Mientras más se abría la economía del país, el gobierno mexicano se comportaba en lo político de forma completamente contraria a un régimen de libertades. Por lo tanto, la apertura comercial y la integración económica a Norteamérica no se percibieron como medidas que incluyeran a las mayorías para modernizar de manera integral al país".1

El texto señala los cambios conceptuales que ocasionó la globalización y que México debió enfrentar aun cuando iban en contra de su tradición política, como es el caso de la soberanía. La globalización implicó así, en el sentido político, ceder un poco en el cuidado receloso de la soberanía y el poder del Estado, como explica el autor de la siguiente forma:

La globalización y la idea de una gobernabilidad global descansan en dos supuestos que rompen la concepción tradicional de la soberanía como elemento diferenciador y segmentador de las comunidades nacionales: un conjunto de valores compartidos —democracia, libre mercado y respeto a los derechos humanos— así como una agenda de amenazas a la seguridad nacional que pondera el riesgo que unos Estados representan para otros y pone en el primer lugar de las prioridades a nuevas amenazas y riesgos, como el crimen organizado y el terrorismo.2

El autor hace ver que otro de los cambios que trajo consigo la economía global se dio en materia de seguridad, frente a la cual la unión de los países se volvió indispensable. En este contexto, afirma, para que el mundo sea gobernable las comunidades nacionales deben reconocer que se requiere de un nuevo arreglo político institucional ante la imposibilidad de contener los problemas económicos dentro de las fronteras nacionales.

Curzio señala también la contradicción de la potencia hegemónica —Estados Unidos— pues, mientras en su discurso se afirma que todos los países deben participar en la toma de decisiones en materia de seguridad, es ella quien las guía. Entonces, aunque la globalización implica una disminución en la importancia de las soberanías nacionales, Estados Unidos, su principal promotor, basa sus acciones en maximizar su soberanía y defender sus intereses nacionales. Este fenómeno es muy evidente tras el ataque terrorista del 11 de septiembre.

Llama la atención acerca de la desafortunada campaña en contra del terrorismo internacional emprendida por los Estados Unidos. Ante ella —dice— el fundamentalismo islámico ha ganado pues, además de haber exhibido frente al mundo entero la ineficacia de los aparatos de seguridad e inteligencia estadounidenses, ha conseguido más fuerza a partir de las malas decisiones norteamericanas. Pone como ejemplo la guerra contra Irak; lejos de acabar con ellos, ha radicalizado a los jóvenes musulmanes, puesto que ha crecido el sentimiento antiestadounidense. Asimismo, muestra cómo la comunidad internacional, que había expresado su apoyo y solidaridad, ha ido apartándose de Estados Unidos porque no está de acuerdo con las acciones tomadas para terminar con el terrorismo, el cual constituye el mayor problema de seguridad actual. Advierte que es innegable que la comunidad internacional coincide con la necesidad de terminar con este flagelo pero no concuerda con los medios para neutralizarlo. En cuanto a la relación bilateral, el historiador hace énfasis en que Estados Unidos, al situar al terrorismo en el primer lugar de su jerarquía de seguridad, ha dejado de lado los demás problemas que preocupan a México. Por lo tanto, no existen condiciones de ecuanimidad, respeto mutuo y comprensión de problemas comunes.

Estados Unidos, observa Curzio con agudeza, ha impuesto a los demás su inquietud por la protección de su seguridad nacional frente al terrorismo, por lo que el gran reto que hoy enfrentan los gobiernos nacionales, incluyendo el de México, consiste en convivir con las presiones hegemónicas y conservar la especificidad de la agenda nacional. Deben buscar la manera de adaptar las políticas económicas y las de seguridad nacional a los cánones establecidos por Estados Unidos haciéndolas compatibles con las prioridades nacionales.

La obra subraya que México requiere de un nuevo concepto de seguridad nacional que abarque los elementos emergentes y responda a las amenazas y a las presiones hegemónicas. Hace un llamado a actualizar el concepto de seguridad porque, si sigue como hasta ahora, no se podrá avanzar en la resolución de los problemas. En palabras de Leonardo Curzio: "elevar al rango de seguridad nacional todos los temas es un recurso político útil, pero tiene costos importantes, pues oscurece los contornos del concepto dejándolo vacío de contenido específico: si todo es asunto de seguridad nacional, nada es prioritario y así es difícil trabajar ordenadamente".3 De manera paralela, el autor afirma que México necesita forzosamente jerarquizar sus intereses nacionales para poder desarrollar una estrategia de seguridad eficiente.

La importancia de esta obra radica en que nos da un panorama de los retos a los que México se enfrenta en la actualidad, particularmente en su relación con Estados Unidos. La relación bilateral es de una enorme complejidad pero, desde 2001, ésta se ha profundizado más, en ninguna otra época ambos países habían compartido de manera tan clara una percepción de asechanza externa como desde los ataques terroristas del 11 de septiembre. México, al igual que Estados Unidos, considera al terrorismo como la amenaza más grave para la seguridad mundial pero, a diferencia de éste, estima que puede tratarse junto con otros problemas.

El autor juzga fundamental que Estados Unidos comprenda que la situación geográfica hace de México un factor indispensable en la ecuación de su seguridad y que, por lo tanto, debe atender varios de los problemas que le aquejan a este país, no centrarse sólo en el combate al terrorismo. En consecuencia, el libro nos muestra los efectos negativos de la política unilateralista y soberanista estadounidense donde los asuntos del vecino del sur quedan relegados, creando una distancia cada vez mayor entre los dos países, aunque los flujos económicos y humanos se siguen manteniendo. En este sentido, advierte Curzio, es fundamental para el gobierno mexicano dar a la problemática migratoria la prioridad que requiere, pues no se puede ignorar los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, los cuales, junto con el comercio, dan cuenta del grado de integración existente entre los dos países.

Como se ha podido observar, la relación entre México y Estados Unidos, siempre trascendente y compleja, adquiere día a día una importancia cada vez mayor. Es por esta razón que su estudio se ha convertido en un imperativo. Este texto es una muestra de ello, nos deja ver que México y Estados Unidos han logrado una integración en campos como el comercio y el combate a las drogas pero que hace falta una mayor unificación en las cuestiones de seguridad. Es necesario dejar atrás toda una historia de incomprensión y desconfianza para ampliar la cooperación con miras a un futuro mejor.

 

Notas

1 Leonardo Curzio, La seguridad nacional en México y la relación con Estados Unidos, p. 31.

2 Ibidem, p. 60–61.

3 Ibidem, p. 90.

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