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Perfiles educativos
versión impresa ISSN 0185-2698
Perfiles educativos vol.23 no.91 Ciudad de México 2001
Reseñas
Tras el fuego de Prometeo. Becas en el exterior y modernización en Venezuela (1900-1996)
Renate Marsiske*
Humberto Ruiz Calderón. Caracas, Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico de la Universidad de los Andes (CDCHT-ULA)/Fundación para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología (FUNDACYTE-Mérida), Nueva Sociedad, 1997
* Investigadora del CESU-UNAM.
Desde la fundación de las primeras universidades en Europa, los estudiantes universitarios siempre han ido de una institución de educación superior a la otra, en busca de un saber nuevo, de un profesor extraordinario. Quizá ello ocurría más en la universidad antigua que en las universidades actuales, que enseñan a sus alumnos una profesión en vez de un saber. En pos de estas especializaciones profesionales actuales, viajan hoy los estudiantes universitarios, sobre todo a los países industrializados. Orlando Albornoz en el epílogo del libro cita a Walter Rüegg y su libro History of the university in Europe, que dice: "el saber ha sido siempre una empresa errante". Hoy se llama a esto intercambio académico, está reglamentado por cada universidad e institución de educación superior y ha crecido de manera impresionante gracias a los modernos medios de comunicación. Durante largo tiempo los jóvenes iban de una universidad a otra en Europa, más tarde de Estados Unidos a Europa, después de Europa y Japón a Norteamérica y hoy los países en vías de desarrollo envían gran cantidad de estudiantes a las universidades de los países industrializados. Es decir, "que el envío de contingentes de estudiantes a los centros académicos de mayor prestigio es tan antiguo como la aparición de dichos lugares de reflexión, discusión y enseñanza, tanto es así que el origen de las universidades europeas está asociado a la presencia de estudiantes extranjeros" (p. 17). Pero, más allá del deleite intelectual del estudiante, ¿para qué sirve enviar estudiantes al extranjero?
Aquí es donde trata de buscar una respuesta Humberto Ruiz calderón, analizando la vinculación de estos esfuerzos educacionales con la modernización de un país. Venezuela no ha sido ajena a las experiencias educativas de intercambio académico, ni a los procesos de transferencia de conocimiento que los especialistas formados en el extranjero han originado e impulsado para la modernización del país.
El autor distingue tres fuentes de financiamiento: 1) financiamiento privado; 2) financiamiento privado institucional, y 3) financiamiento público. Desde el siglo pasado han existido instituciones públicas y privadas en el extranjero y en Venezuela, aunque las becas que otorgaban al principio eran pocas. También las empresas petroleras que operaban en Venezuela habían dado becas, a partir de 1936, obligadas por la Ley del Trabajo; desde la época democrática también los partidos políticos formaron sus cuadros en el extranjero. Desde principios del siglo XX hubo diferentes modalidades de formación de especialistas en el extranjero, por medio del ingreso al servicio diplomático, o por medio de viajes de estudio y de compra. Este análisis arroja como resultado importante que la mayoría de las becas han sido financiadas por el Estado venezolano. Durante los primeros 35 años del siglo xx había sido importante el financiamiento privado, pero a partir del incremento de las funciones de modernización del gobierno y el crecimiento de las posibilidades de estudios universitarios en el país, a partir de 1935 casi ha desaparecido.
El autor analiza por medio de un recorrido histórico y comparativo desde el principio del siglo hasta nuestros días, 1900 a 1996, el envío de estudiantes venezolanos al extranjero. Para ello se basa en una enorme cantidad de datos, cuadros, estadísticas, bibliografía, entrevistas, trabajo de archivos, etc., e identifica de esta manera a 1 403 personas enviadas al extranjero entre 1900 y 1958. La gran cantidad de material aquí reunido podría servir al autor o a otro investigador para trabajos en la misma dirección, especificando tal vez el desarrollo de una profesión, su vinculación con un problema específico a resolver, la biografía de algunas de las personas aquí mencionadas con especial éxito profesional, etcétera.
El libro que aquí presentamos nos muestra de manera ejemplar por un lado un enfoque interdisciplinario entre sociología e historia para el análisis de un tema en el campo de la historia de la educación y por otro las bondades de un enfoque comparativo. Los puentes que construyeron los historiadores de la educación desde la historia y desde la sociología no sólo los llevaron a incorporar diferentes disciplinas en el análisis de su objeto de estudio, sino también a hacer cada vez más estudios comparativos.
Desde el punto de vista sociológico, el nacimiento de la sociología comparativa orientada en la historia puede entenderse como respuesta a diversos problemas no resueltos: las comparaciones horizontales llevaron a la sociología a un callejón sin salida porque sus resultados eran triviales y con muy poco valor explicativo. Con la incorporación de la dimensión histórica al enfoque comparativo de la sociología se pueden analizar fenómenos como la modernización de sociedades o, como lo vemos en este libro, la interrelación entre expansión educativa, expansión de becas, crecimiento económico y desarrollo político. Me parece que este enfoque metodológico es de especial interés para estudiar fenómenos educativos en los países latinoamericanos.
Por otro lado, los sociólogos, críticos de los enfoques mecanicistas y empiristas, a partir de la década de los sesenta empezaron a introducir la dimensión del tiempo a sus enfoques metodológicos. Desde este punto de vista, la realidad social no es un estado inamovible, sino un proceso dinámico: no es un proceso único, sino consiste en una pluralidad de procesos paralelos o sobrepuestos, complementarios o contradictorios. El proceso social es visto como construido por agentes humanos, individuos o colectividades por medio de sus acciones y dentro de determinadas condiciones estructurales heredadas del pasado.
El libro que nos ocupa aquí abarca en la historia de Venezuela las dictaduras de Juan Vicente Gómez (19001935), de Marcos Pérez Jiménez (1936-1958) y la época democrática (19591996) hasta nuestros días. En la comparación de estas tres épocas aparece una vinculación diferente entre el envío de estudiantes y el desarrollo del país. Durante las dictaduras, las becas en el extranjero eran dádivas de los gobernantes para determinadas personas; más tarde y con la democracia se convierten en amplios programas gubernamentales de becas. Hay diferencias marcadas también por la importancia que tuvo el aparato gubernamental frente a la iniciativa privada, por los lugares a donde mandaban a los jóvenes y las carreras que tenían que estudiar.
El autor liga la formación de especialistas en el extranjero con el proceso de modernización de Venezuela, modernización entendida como proceso material de transformaciones económicas y sociales, como proceso de vinculación con el mercado capitalista mundial y de establecimiento de estructuras internas para facilitar esta inserción. con ello se produce una centralización del aparato gubernamental, el establecimiento de normas jurídicas, fiscales y administrativas que regulan y ordenan la relación entre la economía y el Estado. Es decir, una racionalidad burocrática se desarrolla tanto en las estructuras gubernamentales como en el sector de la actividad productiva privada. Las tareas de modernización colocaron a las clases dirigentes venezolanas frente a un conjunto de problemas que había que resolver. Durante la primera parte del siglo xx el objetivo principal era la paz; para ello se necesitaba un ejército profesional, de manera que en este lapso 20.74% de los especialistas formados en el extranjero eran militares.
El segundo problema más apremiante en este tiempo era combatir con éxito las epidemias que azotaban al país tropical, es decir el segundo grupo de importancia eran los profesionistas ligados al área de la salud: 16.54 por ciento.
El tercer grupo de especialistas (9.62%), que se formó en el extranjero en estos primeros 50 años del siglo xx, eran personas relacionadas con la productividad agropecuaria, ya que para modernizar el país había que aumentar la capacidad técnica y científica en el campo agropecuario para salir de la crisis de falta de alimentos.
A partir de los años cincuenta, los respectivos gobiernos venezolanos decidieron impulsar la industrialización del país por medio de una explotación de recursos naturales orientada a la petroquímica, la siderúrgica y la hidroelectricidad. En este sentido iba el esfuerzo de los gobiernos en la formación de especialistas en el extranjero.
Por otro lado, la formación de especialistas en el extranjero sirvió también a partir de los años cincuenta para consolidar la capacidad científica en las universidades del país. En este sentido contribuyó la creación de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho al crecimiento de las instituciones de educación superior, por medio del otorgamiento de becas a su personal académico para estudiar posgrados en el extranjero. Con esto empezó la masificación de los estudios en el extranjero, lo que a su vez daba respuesta a las aspiraciones educativas de los sectores urbanos de clase media.
No hay que olvidar que la incipiente democracia en Venezuela necesitaba especialistas en trabajo político, trabajo parlamentario, trabajo de partidos etc., especialistas que se formaron a partir de los años cincuenta fuera del país.
En síntesis, el proceso de preparación de profesionistas en el extranjero ha estado vinculado a la modernización de Venezuela y con ello también a una cada vez mayor incorporación de las mujeres a la vida productiva de este país latinoamericano. Nos cuenta el autor que de las 1 403 personas identificadas como becarios en el extranjero entre 1900 y 1958, sólo 35 fueron mujeres, es decir 2.49%. A principios de siglo estudiaron pintura, música y canto en Europa, más tarde empezaron a interesarse por ayudar al país en las áreas de salud, sobre todo como enfermeras y médicas especializadas en enfermedades tropicales.
A pesar de reconocer las contribuciones de los especialistas venezolanos al desarrollo de su país, el autor, y con más insistencia Orlando Albornoz en el epílogo, reconocen el problema ideológico de los programas de becas y lo analizan. Ciertamente, el centro del conocimiento científico en el mundo está hoy en Estados Unidos y la lengua franca en las universidades es el inglés, como alguna vez lo fue el latín. Se habla aquí de un nuevo imperialismo que recluta talentos en todo el mundo a cambio del "american way of life". El libro muestra la dependencia de Venezuela primero de Europa y ahora de Estados Unidos; los programas de becas consideran escasamente las relaciones sur-sur. El autor dice que "la concepción que se tiene sobre la sociedad y su funcionamiento es tomada de otras realidades y hay un verdadero desfase respecto de las posibilidades técnicas que nuestras sociedades poseen. Así, los criterios de modernidad, desde la perspectiva de la visión de futuro, son afectados por los adelantos ocurridos en las metrópolis del mercado capitalista mundial. De este modo, la clase dirigente latinoamericana ha establecido desde el Estado metas de 'progreso social' que han tenido como fuente los modelos sociales metropolitanos. Una vía de transferirlos ha sido [...] la formación de especialistas en el exterior".
Me parece que este libro debería alentar la iniciativa de los investigadores en otros países latinoamericanos para analizar el mismo tema con miras a lograr comparaciones en el ámbito latinoamericano.