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Perfiles educativos
versión impresa ISSN 0185-2698
Perfiles educativos vol.36 no.143 Ciudad de México ene. 2014
Reseñas
Educación superior, gestión, innovación e internalización
Purificación Sánchez Delgado*
Jocelyne Gacel-Ávila y Natividad Orellana Alonso (coordinadoras) Valencia, JPM Ediciones, 2013
* Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación. Profesora ayudante de la Universitat de València-Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. CE: purificacion.sanchez@uv.es
El texto que se presenta fue realizado en colaboración entre el cuerpo académico Sociedad del Conocimiento e Internalización, de la Universidad de Guadalajara, y la Unidad de Tecnología Educativa de la Universitat de València. La coordinación de la obra estuvo a cargo de Jocelyne Gacel Ávila y Natividad Orellana Alonso, y está compuesta por diez capítulos. Colaboran un total de 24 académicos, que aportan sus reflexiones sobre la gestión, innovación e internacionalización en el ámbito de la educación superior.
El comienzo de este libro es muy interesante, en tanto que se refiere a uno de los temas que mayor debate están concitando en la comunicación de resultados de evaluación. Parte del planteamiento que realiza Gacel-Ávila sobre los rankings globales como parte de los instrumentos de que se dispone para la transparencia, la evaluación, la calidad y la rendición de cuentas de las instituciones de educación superior en el entorno competitivo de la economía global del conocimiento. Aborda, desde una posición crítica, los usos de rankings en el contexto universitario latinoamericano, señalando sus efectos. La autora destaca que los de mayor influencia entre los distintos grupos que participan en la educación superior adoptan el formato de tablas de posiciones, y su valor para comparar el desempeño de las universidades se limita a aquellos que son comprehensivos con investigación intensiva. Es decir, sus indicadores no son adecuados todavía para evaluar el resto de las funciones de las instituciones de educación superior. Estos instrumentos no evalúan por sí mismos la calidad de estas instituciones; por esta razón, la autora plantea que la educación superior en América Latina requiere aprovechar las herramientas actuales de transparencia y evaluación de la calidad como SCImago, U-Multirank, AHELO y los rankings de sistemas de educación superior como el U21 Ranking de Sistemas Nacionales de Educación Superior 2012. Señala, además, que pueden ser de utilidad proyectos tales como el Sistema Integral de Información sobre la Educación Superior en América Latina (INFOACES) y el European Indicators and Ranking Methodology for University Third Mission (E3M), con el fin de diseñar nuevas estrategias de cambio y modernización.
En el segundo capítulo del libro, Rosario Hernández y Efrén de la Mora analizan la necesidad de formar cuadros directivos en las instituciones de educación mexicanas. Plantean que más de la mitad de los rectores de las diferentes universidades públicas y privadas registradas en la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) en México, no cuentan con grado de doctor. A partir de ahí, se realiza un análisis de la evolución de la gestión educativa, y de los programas de posgrado afines a dicho campo del conocimiento en América Latina y en los Estados Unidos de América. Los autores concluyen con una propuesta de formación a nivel de doctorado, especializado precisamente en el campo de la gestión de la educación superior como la que ofrece la Universidad de Guadalajara, y que fue acreditada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) en México.
En tercer lugar, Carla Aceves aborda la aplicación del fenómeno de la sostenibilidad en todos los niveles educativos para, a partir de ahí, aplicarlo en las instituciones educativas de educación superior. Si bien señala que comúnmente se confunde con la educación ambiental, la cual se centra en la relación entre los humanos y los recursos naturales y elementos ambientales, su aportación se sitúa sobre el concepto de que la sostenibilidad en las instituciones de educación superior (EDS) debería orientarse a la formación integral y transdisciplinar que debe promoverse para estimular una forma diferente de pensar y de vivir que sea consistente con las necesidades planetarias. En este capítulo, la autora identifica los conocimientos clave, habilidades y objetivos concretos que deberían estar presentes en el currículo para poder reorientar la educación a nivel mundial hacia la sostenibilidad.
En el cuarto capítulo, Cristina López de la Madrid presenta un análisis de la situación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el mundo con un panorama general del avance que se ha tenido en los últimos 20 años. Algunos de los datos y registros presentados en el Informe Maitland en 1984 se han modificado drásticamente a favor de los países en desarrollo. Según datos de la Unión Internacional en Telecomunicaciones (UIT), la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) y la División de Estadística de Naciones Unidas (UNSD), África es la región que registra el crecimiento más elevado del mundo en la economía de las telecomunicaciones, y algunos países de América Latina como Chile, Argentina, México y Brasil, se han posicionado en lugares importantes en cuanto al acceso y penetración de algunas TIC. Asimismo, India y China son dos ejemplos notables: en el primero, los desarrollos tecnológicos y la formación de especialistas en el área de TIC han llevado a ese país a ser uno de los principales centros mundiales de producción; el segundo se ha destacado por sus importantes inversiones en tecnología, por lo que en la actualidad es el segundo país, después de Estados Unidos, con mayor número de usuarios de Internet.
Berta Madrigal y Luis Carro, en el quinto capítulo del libro, identifican el rol que han asumido las instituciones de educación superior (IES) en relación a la certificación y acreditación de competencias laborales; lo que conlleva la vinculación de éstas con el mundo laboral, y el análisis de su contribución en la formación del capital humano que demandan los sectores sociales y productivos. Madrigal y Carro primeramente analizan la postura de la ONU, la UNESCO y la OCDE sobre certificación y acreditación de competencias (CyAC), y cómo lo han asumido las universidades europeas y algunas latinoamericanas. Posteriormente discuten el tema a través del programa mexicano CONOCER, lo que permite a los autores proponer una estrategia para fortalecer y certificar el modelo de competencias a través de programas de educación continua. Mediante estos programas se ofrece a la ciudadanía un valor añadido a lo que cada uno adquiere a lo largo de la vida. Estas instituciones deben desarrollar mecanismos adaptados a los contextos en los que se dan y tratar de implementar un sistema normalizado para el balance y reconocimiento de las competencias personales y profesionales. Esta estrategia se convertiría en un nexo claro entre la sociedad en general y las personas trabajadoras en particular, con las universidades.
Vicente Gabarda, Victoria Martín de la Rosa, Luis Miguel Lázaro y Jacqueline Taylor, nos hablan acerca del fenómeno de la internacionalización de la educación superior, que arranca con fuerza sostenida en las décadas finales del pasado siglo, hibrida y se fortalece con el desarrollo y expansión de las nuevas tecnologías aplicadas a los procesos de enseñanza y aprendizaje; exponen también la manera como esto se produce en el contexto de la creciente e imparable dinámica de la globalización. Se generan así nuevas sinergias que exigen el desarrollo creciente y la necesaria democratización de las competencias digitales para que, de esta forma, la ciudadanía pueda beneficiarse de las nuevas oportunidades de aprendizaje que las plataformas en red empiezan a proporcionar a estudiantes de todo el mundo. Es, sin duda, una nueva y prometedora etapa y modalidad de la educación superior que incorporará nuevas modalidades a las tradicionales formas y modelos hasta ahora vigentes para definir la internacionalización.
El siguiente capítulo, de Andrei Fëdorov, José González-Such y Jesús M. Jornet, presenta una reflexión sobre dos conceptos y/o fenómenos que están siendo referencia de la educación superior en la última década: la cohesión social y la internacionalización. Este tema es central para la educación superior como vanguardia del avance educativo de los países. La globalización no siempre es un fenómeno positivo, que aporte ventajas a los pueblos y a las personas. Es fundamental tener en cuenta el modo de integrar la internacionalización para que aporte todas sus potencialidades. En América Latina y el Caribe, en especial, las tensiones entre lo local y la internacionalización presentan nuevos retos y desafíos acerca de los cuales las universidades deben posicionarse. De este modo, el rol que pueden desarrollar las universidades en el diseño de sus titulaciones y en sus modos de actuación, resulta crucial. Es imprescindible un posicionamiento que integre lo local con la internacionalización, y reafirme el compromiso de las universidades como sustrato de pensamiento y de desarrollo cultural, comprometiéndose con la consecución de la cohesión social. Ello, según los autores, puede abordarse de manera positiva, con modelos educativos que respeten ambas perspectivas. Esta aportación puede interesar no sólo a los docentes, sino también a administradores y estudiantes universitarios, entre otros actores involucrados en la enseñanza, para el desarrollo y gestión de la educación superior.
A continuación, Carmona, Van der Zee y Van Oudenhoven se centran en su capítulo en el análisis de las competencias interculturales como un instrumento valioso para la adaptación de los estudiantes de intercambio en educación superior. Actualmente ya se reconoce que la competencia intercultural es transversal, dado que en este contexto de globalización en el que las interacciones se facilitan por medios físicos y tecnológicos, la persona debe completar su visión del mundo y de los otros de una manera más amplia, internalizando su relación con la diversidad. Por ello, ser competente a nivel intercultural, es una cualidad transversal. Para que ello sea posible hay que considerar diversos factores, entre ellos, como señalan los autores, es muy importante el apoyo social percibido y el contacto interpersonal, pues han comprobado que desarrollan un papel clave a partir de determinadas competencias interculturales que pueden propiciar el éxito en su experiencia personal y académica en un contexto intercultural de aprendizaje.
Por otro lado, Amparo Pérez Carbonell y Genoveva Ramos nos presentan las expectativas que prioriza un grupo de estudiantes universitarios españoles hacia el mundo laboral. Además, analizan si en todas las ramas del conocimiento universitario las expectativas son las mismas. Los resultados que presentan en su estudio ponen de manifiesto que los estudiantes universitarios buscan sentirse bien tratados, un buen ambiente laboral, un trabajo gratificante y que les permita desarrollar estrategias de conciliación con su vida familiar; se trata, pues, de una percepción general, que es base para la toma de decisiones en el momento de enfrentarse a un posible empleo. Igualmente, han identificado que es fundamental para el alumnado que en el momento de acceder a un empleo éste les aporte satisfacción y estabilidad, por lo que buscan empresas donde se les permita desarrollar por completo su vida profesional. No son partidarios, en consecuencia, de la movilidad. Estas apreciaciones, no obstante, se dan de manera diferente (estadísticamente significativas), en función de diversas áreas del conocimiento.
Este libro se cierra con la aportación de Natividad Orellana, Gonzalo Almerich, Jesús M. Suárez-Rodríguez y Consuelo Belloch, quienes plantean una aproximación a la modelización de las competencias en TIC y el uso que hace el profesorado universitario de éstas. En concreto, se estructuran dos modelos básicos de competencias y uso de las TIC, planteados desde una perspectiva multivariada y considerando el modo en que diferentes factores personales y contextuales inciden en ambos modelos. Los autores consideran que el profesorado es el eje central de la integración de las TIC en el proceso de enseñanza-aprendizaje en educación superior; no obstante, lo que impide que el profesorado integre de manera adecuada las TIC en el aula, es precisamente su falta de competencia. Por tal motivo, es preciso profundizar en la estructura competencial del profesorado respecto a las TIC (competencias tecnológicas y pedagógicas) y en la utilización que se hace de las mismas, diferenciando entre dos ámbitos de uso característicos de los recursos tecnológicos por parte del profesorado: personal-profesional y con los alumnos. Consideran necesario este estudio debido a la estrecha relación positiva de las competencias con el uso de las TIC y, además, para ayudar a clarificar cómo abordar los programas formativos dirigidos al profesorado por parte de las administraciones educativas. Finalmente, los autores señalan que la dotación de infraestructura en el aula es un requisito necesario, pues supondría un mayor uso por parte del profesorado, aunque no suficiente para la integración de las TIC. La formación del profesorado, en este sentido, se considera como un factor indispensable. A partir de este trabajo se entiende que el profesorado utiliza los recursos tecnológicos principalmente para la preparación de las clases, y dentro de ellas, para la exposición de los contenidos. Esto denota que en la formación una primera etapa se constituirá a partir del uso personal-profesional para luego paulatinamente ir introduciéndolo en el aula con el alumno. Esto se ha de tener en cuenta en los planes formativos, tanto de la formación inicial como en los del desarrollo del profesorado, intentando no romper la coherencia entre ambas etapas.