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Perfiles educativos

versión impresa ISSN 0185-2698

Perfiles educativos vol.41 no.165 Ciudad de México jul./sep. 2019  Epub 16-Abr-2020

https://doi.org/10.22201/iisue.24486167e.2019.165.59499 

Editorial

Editorial

Alejandro Canales Sánchez


Permanecer o abandonar la escuela

La preocupación por el ingreso de los niños y jóvenes al sistema escolar ha ocupado un lugar destacado en el ámbito de las políticas públicas y en el interés de los padres de familia; es la tarea que ha concentrado los mayores esfuerzos de unas y otros. Sin embargo, rápidamente fue notorio que abrir espacios para todos en las aulas no era suficiente, y que también era -y sigue siendo- necesario garantizar la permanencia de los estudiantes y la conclusión satisfactoria de los estudios a lo largo del ciclo escolar.

Este punto, garantizar la permanencia de los estudiantes, ha sido un problema recurrente, inveterado, y tiene múltiples aristas en cada uno de los tipos y niveles educativos. De hecho, cómo nombrarlo revela su misma complejidad, porque en los programas gubernamentales e institucionales lo frecuente ha sido denominar como desertor (deserción escolar) al que no logra permanecer en la escuela hasta concluir los estudios, de la misma manera como se nombra al que abandona o escapa de las filas del ejército; con ello se ha trasladado la responsabilidad al propio estudiante, en lugar de enfocarla en la institución o en las condiciones que propician este fenómeno.

La literatura académica ha documentado los diferentes factores que están asociados al éxito y al abandono escolar; destaca, desde luego, su innegable vínculo con el origen social y la posición que se ocupa en la estructura social, así como las desiguales oportunidades educativas que se presentan en cada caso. Los recursos económicos han sido otro factor clave para permanecer y alcanzar los niveles superiores del sistema escolar, porque niños y jóvenes provenientes de hogares desfavorecidos enfrentan mayores obstáculos en su recorrido escolar; esto es así debido a que, aunque la educación sea pública, los estudiantes y sus familias sufragan diferentes costos, como el transporte, los uniformes, la alimentación, los materiales escolares o los costos de oportunidad, por ejemplo. En el reconocimiento de estas dificultades, los gobiernos han puesto en marcha una amplia y sostenida política de becas de distinta naturaleza y para todos los niveles escolares.

El problema, sin embargo, no es sencillo, porque el abandono y la permanencia escolar no solamente tienen un origen económico; también están relacionados con el capital cultural de las familias y la herencia de ese mismo capital a los niños y jóvenes. Los hábitos, los dispositivos, las actitudes y el entorno familiar los coloca de forma diferenciada frente a la experiencia escolar y a la posibilidad o no de allanar su trayectoria en la escuela. Además, tampoco se debe soslayar el papel y la responsabilidad misma de la institución, no solamente por sus formas organizativas, el modelo educativo que sigue, los contenidos que imparte, el respaldo o no que ofrece a los alumnos, la infrestructura con la que cuenta o su nivel de exigencia, sino también porque las escuelas integran circuitos de oferta educativa que se distribuyen diferenciadamente conforme a los estratos socioeconómicos, los cuales posibilitan o no una permanencia y conclusión escolar exitosa. Por último, no menos importantes son las características de los estudiantes para anticipar un posible recorrido en la escalera curricular; rasgos como la edad, el género, la salud, la etnia, las inclinaciones vocacionales, el resultado reiterado de las evaluaciones del aprendizaje o el lugar de residencia son relevantes, entre otros aspectos, para permanecer o abandonar la escuela.

En este número de Perfiles Educativos, la sección de Claves abre con cuatro trabajos que exploran, desde diferentes perspectivas y con propósitos distintos, el reto de la permanencia en la escuela. En el primero, “¿Por qué regresé a la escuela? Abandono y retorno escolar desde la experiencia de jóvenes de educación media superior”, De la Cruz y Matus se proponen indagar, desde el punto de vista de jóvenes que abandonaron por un tiempo la educación media superior, las razones y experiencia de su regreso a las aulas. En México, el problema del abandono escolar y la reprobación en la educación media superior es particularmente agudo; este trabajo, de corte cualitativo, se centra en planteles del subsistema profesional técnico, en contextos de alta vulnerabilidad social y ubicados en la Ciudad de México.

En los resultados que presentan De la Cruz y Matus sobre el retorno de los jóvenes a la escuela, destaca el respaldo de la familia, la confrontación con el mercado laboral y, en consecuencia, un replanteameinto de las expectativas sobre la educación para su desarrollo personal. En la parte de conclusiones los autores sugieren media docena de líneas a atender por parte del sistema educativo, como los programas de seguimiento de las trayectorias de los estudiantes, la orientación y supervisión o el diseño de metodologías para la orientación de las prácticas escolares.

El segundo trabajo, de Zamudio y colaboradores (“La representación social del fracaso escolar: la hipótesis del núcleo central”), también está centrado en educación media superior y sus objetivos son, como lo expresa su título, precisar la representación social que los jóvenes de ese nivel tienen sobre el fracaso escolar y confirmar los elementos pertenecientes al núcleo central de la representación. La exploración fue realizada en más de medio millar de estudiantes a los cuales les aplicaron dos cuestionarios, uno de evocación libre de palabras, y otro de refutación. En general, señalan los autores, los resultados mostraron una representación hegemónica que define las causas del fracaso escolar en torno a tres principios fundamentales: la dimensión económica, las consecuencias académicas y la falta de resplado derivado de la desigualdad de oportunidades educativas y laborales.

El siguiente texto también se centra en los estudiantes y se plantea cuatro preguntas: ¿cómo valoran los jóvenes absentistas su experiencia escolar en primaria y secundaria?, ¿cómo viven el proceso de transición entre primaria y secundaria?, y ¿cuáles son los motivos que identifican como causas de su absentismo escolar? Es un trabajo cualitativo (“¿Por qué faltan los jóvenes a la escuela? Una exploración de la experiencia escolar del alumnado absentista en Cataluña”) que utilizó un método biográfico para trazar las experiencias de 14 jóvenes en su trayectoria escolar durante la primaria y la secundaria. En la conceptualización se reconoce que no todo el abandono tiene una motivación social, sino que también puede tener una motivación escolar. De hecho, en los resultados se destaca que los aspectos escolares, los que refieren algún elemento o algún miembro del centro educativo, como profesores, compañeros o asignaturas, son los más reconocidos, aunque también están presentes los factores personales y familiares.

El último artículo de este primer bloque (“Perfiles de socialización familiar en estudiantes universitarios de alto rendimiento académico”), lejos de estar centrado en el abandono escolar, analiza la condición opuesta: el alto rendimiento -o resultado altamente satisfactorio-, como característica especial que comparte un grupo de estudiantes y a los que se les ofrece un tratamiento educativo especial. Este trabajo también toma como referencia a los jóvenes, pero se concentra en los elementos de su socialización familiar para precisar las condiciones familiares, personales y socioculturales que han contibuido a su logro escolar. No indaga la socialización desde una perspectiva psicológica; más bien explora cuatro aspectos del comportamientos de los padres, a través de entrevistas semiestructuradas a una veintena de jóvenes de licenciatura y utlizando un enfoque interpretativo. Los autores identifican tres estilos de socialización entre padres e hijos y constatan el papel e influencia de la familia en el desempeño académico pero, al mismo tiempo, señalan que es un tema que va más allá de las determinaciones socioeconómicas.

En quinto lugar el lector encontrará un artículo sobre las oportunidades laborales para los egresados universitarios en el contexto colombiano, un ineludible problema que enfrentan los jóvenes de las diferentes regiones y de distintas especialidades. El trabajo de Ocampo-Villegas busca responder la doble pregunta: ¿cuáles son las características de la demanda laboral de los comunicadores sociales en Colombia?, y ¿cuáles las competencias en que se les debería formar? Así, brinda una revisión temática sobre la formación en competencias en la comunicación social y los resultados de una encuesta aplicada a responsables de las oficinas de esa especialidad de más de dos centenares de empresas.

No deja de ser inquietante una de las conclusiones de la autora: “a pesar de que el mercado laboral para periodistas de medios tradicionales se está reduciendo, existe un mercado en expansión para los profesionales que se formen en competencias relacionadas con la comunicación corporativa”. No obstante, ese mercado en la actualidad está siendo ocupado en forma mayoritaria por publicistas y mercadotecnistas.

Después está un texto de De la Montaña y Rina titulado “El nacionalismo banal en el profesorado en formación y la enseñanza-aprendizaje de la Historia”. Se trata de un trabajo que indaga el pensamiento de más de cien profesores en formación inicial de la Universidad de Extremadura, de la especialidad de Historia, a través de un cuestionario. Los autores constatan una mayoritaria presencia de creencias e “ideas nacionalistas integradas como hábitos y pensamientos arraigados e inconscientes, con una amplia capacidad identificadora y movilizadora” en los profesores.

Le sigue el artículo “Cohesión social y participación escolar en estudiantes de educación básica y media de San Pedro de la Paz”, con el cual los autores muestran la estrecha relación que existe entre la cohesión social y la participación escolar de los estudiantes y constatan la importancia del nivel socioeconómico para explicar las diferencias en los dos factores estudiados. El estudio se realizó con el método de encuestas transversales, en el que participaron 693 estudiantes chilenos.

La sección de Claves cierra con el artículo de Eloísa Reche Urbano y colaboradores, que presenta un instrumento de medición para valorar la autopercepción de los universitarios sobre sus destrezas de búsqueda de información y comunicativas para la elaboración de trabajos académicos de naturaleza científica.

En la sección Horizontes incluimos dos ensayos: el primero analiza los programas académicos de formación de los farmacéuticos en México, en contraste con los lineamientos que establece la Federación Internacional de Farmacéuticos, y el comportamiento del mercado laboral para esta profesión en el país. El segundo ensayo es una reflexión sobre la política en la universidad pública en México, conducida por tres interrogantes: ¿cuáles son las prácticas políticas que subyacen al poder universitario?, ¿cuáles son las relaciones políticas que existen entre el rectorado y la comunidad universitaria que permiten mantener la estructura del poder universitario?, y ¿cuáles son las posturas políticas de los actores universitarios que han permitido la estabilidad institucional? Ambos trabajos resultan ilustrativos.

Finalmente, en la sección documentos incluímos las modificaciones de los artículos 3º, 31 y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, derivadas de la reforma educativa promulgada el pasado 15 de mayo. También anexamos parcialmente el “Dictamen de las comisiones unidas de puntos constitucionales, de educación y de estudios legislativos”, en el que se pueden consultar los antecedentes legislativos de la reforma educativa y un útil cuadro comparativo que presenta lo que establecían los artículos reformados y lo que actualmente se indica.

Invitamos a nuestros lectores a conocer los materiales que conforman esta interesante entrega de Perfiles Educativos.

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