Alguna vez Martin Luther King, en su larga lucha por la defensa de los derechos civiles de la población afrodescendiente en los Estados Unidos, expresó que las personas hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos. Esta frase refleja cómo la humanidad ha sido capaz de alcanzar enormes logros en la ciencia y la técnica, pero ha fallado en sus propósitos de coexistir con sus semejantes en paz y armonía. La educación, cuyos fines son la adquisición de conocimientos, habilidades, valores y actitudes, ha creado grandes expectativas en su capacidad de contribuir significativamente a tan anhelada meta. No obstante, a pesar de algunos avances notables, persisten las guerras y los conflictos a nivel de las naciones, las poblaciones y las comunidades, y aun en las aulas de los propios establecimientos escolares.
A principios de los años treinta del siglo pasado, tuvo lugar un interesante intercambio epistolar entre dos de los más importantes personajes de la época: Albert Einstein y Sigmund Freud. El tema era reflexionar sobre los orígenes de la guerra en el devenir de la humanidad, y la manera de prevenirla. Einstein pidió al célebre psicoanalista dar sus consideraciones acerca de por qué los seres humanos seguían siendo fácilmente convencidos de participar en los conflictos bélicos, causantes de millones de muertos a lo largo de la historia. Cabe recordar que, por aquellos años se percibía, en el ámbito mundial, el inminente inicio de hostilidades a una escala aún mayor que el ocurrido entre 1914 y 1918.
Freud respondió a la interpelación del físico alemán diciendo que en los seres humanos coexistían dos pulsiones antagónicas que guiaban sus acciones: una que buscaba el placer y evitar el dolor; y otra que era una pulsión destructiva, agresiva y violenta. Señalaba que ambas estaban presentes en todos los actos de las personas a lo largo de su vida. En ciertos momentos la pulsión agresiva había sido esencial para la sobrevivencia de los humanos en ambientes hostiles y para defenderse de los ataques de otros grupos que buscaban dominarlos o exterminarlos; pero estos mismos impulsos también los habían llevado a cometer atrocidades en contra de los dominados o derrotados. Éste había sido el derrotero de la raza humana a lo largo de la historia.
Dada la prevalencia de los impulsos destructivos, Freud se preguntaba si existiría algún medio de evitar -o cuando menos disminuir- sus efectos aniquiladores; y consideraba que la educación sería uno de los medios más idóneos para encauzar las pulsiones destructivas desde la infancia. A través, principalmente, del desarrollo de la cultura, la humanidad estaría en condiciones de sublimar lo destructivo de sus impulsos inconscientes. Desgraciadamente, a finales de la década de los años treinta, una nueva conflagración, más intensa y destructiva que la derivada de la I Guerra Mundial tuvo lugar en el planeta con una cuota de muertes sin precedente hasta entonces (entre 60 y 80 millones). Hoy en día, finaliza el año 2023 y el 2024 comienza con un par de sangrientos conflictos a nivel internacional en Ucrania y en la franja de Gaza. A nivel regional, los acuerdos de paz en Colombia entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) siguen siendo frágiles.
La creación de la ONU al final de la II Guerra Mundial tuvo como objetivo principal la creación de un organismo que pudiera garantizar una paz mundial estable; que fuera capaz de resolver los conflictos entre los Estados firmantes de la Carta de San Francisco. Derivado de lo anterior, se estableció un organismo especializado, la UNESCO, para contribuir a la paz en el mundo mediante la educación, la ciencia y la cultura. Pese a que sus logros no han sido todo lo satisfactorios que se esperaba debido a la difícil negociación entre los intereses de los países más poderosos y los que están aún en consolidación de sus democracias y economías, así como por las restricciones financieras y las dificultades administrativas, la UNESCO sigue siendo la única alternativa multilateral viable para mantener la paz en este atribulado planeta. Sigamos apostando a que la educación y la cultura son medios idóneos en contra de la guerra y que sirven para construir la paz.
Los números que integran este número constituyen un interesante tejido de temas y enfoques sobre diversas dimensiones del fenómeno educativo en México, América Latina y España. El primero de ellos, “Gestión del directivo docente rural tras la firma del Acuerdo de Paz en Colombia”, escrito por Luz Marina Lara, Oscar Julián Cuesta, Fabiola Cabra, Clara Inés González y Yolanda Castro, presenta los resultados de una investigación realizada para entender la forma en que se han transformado los territorios tras la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno y las FARC. Los resultados indican la aparición de nuevas violencias en los territorios por la presencia de grupos armados ilegales, lo cual perjudica a estudiantes, maestros y a la dinámica escolar. En este contexto, la gestión directiva se ha ido transformando hacia una gestión territorial, con el fin de apoyar la construcción de la paz. En las conclusiones se subraya la necesidad de fortalecer los esfuerzos de paz y que las escuelas cuenten con el acompañamiento del Estado colombiano en materia presupuestal.
Carlota Guzmán contribuye a este número con el artículo “Participación de las familias como sostén de los bachilleratos rurales mexicanos”, en el que analiza los telebachilleratos comunitarios. La investigación es de corte cualitativo; la información se obtuvo de entrevistas en profundidad aplicadas a responsables de los planteles. En las conclusiones, la autora destaca que el sostén material de los planteles estudiados recae en las familias más vulnerables, razón por la cual no se cumple con el derecho a la educación de los jóvenes, ni con la obligación del Estado de ofrecer educación gratuita, equitativa e inclusiva. El tercer trabajo corresponde a Virginia Coitinho y Gabriela González, con el artículo, “La alfabetización digital de los docentes de enseñanza media en Uruguay”. El estudio de estas autoras pretende comprender la multitud de factores que operan como freno e impulso al desarrollo de procesos potentes en la enseñanza virtual. Los hallazgos fortalecen la importancia de considerar las trayectorias profesionales de los docentes, el contexto de enseñanza y la brecha que existe entre el acceso a las tecnologías y su uso pedagógico.
“Cartografía social comparada de las narrativas socioeductivas emergentes de la UNESCO, el Banco Mundial y la OCDE en contexto de pandemia” es el artículo que ofrecen Nicolás Ponce-Díaz, María Jesús Martínez-Usarralde y José Beltrán-Llavador, quienes se proponen explicar, desde una perspectiva comparada y sincrónica, los marcos de acción y reflexión con los que los tres organismos internacionales abordan las políticas educativas derivadas de la Agenda 2030. Desde un enfoque metodológico que utiliza el análisis de contenido y la cartografía social, analizan el campo discursivo de la UNESCO, el Banco Mundial y la OCDE, con la finalidad de revelar tendencias y posibles escenarios para lo que consideran “la educación poscrisis”. Las autoras chilenas Paula Verónica Villalobos, Pamela Barria-Herrera y Romina Estivalía Díaz presentan el artículo “La dimensión institucional de la resiliencia en profesores principiantes chilenos durante la pandemia”. En su colaboración, las autoras analizan el papel de la dimensión institucional en la resiliencia de profesores principiantes en un contexto de pandemia. Es un estudio de caso múltiple desde un enfoque cualitativo mediante entrevistas de incidentes críticos a 14 profesores principiantes de la Región Metropolitana de Santiago de Chile que laboran en colegios públicos. Sus resultados señalan que la resiliencia docente se debilita ante la falta de lineamientos acerca del trabajo pedagógico, la escasa participación en la toma de decisiones sobre su labor y el difuso límite en el uso del tiempo propiciado por el teletrabajo.
El artículo “Actividades, evaluación y propuestas de mejora en la formación inicial de profesorado de educación infantil, primaria y secundaria en relación con su competencia oral” es el que presentan Marta Grácia, Sandra Espino, Judit Alcalde e Iris Merino; sus objetivos son: explorar las actividades que los docentes universitarios de formación inicial proponen a sus estudiantes relacionadas con la competencia en lengua oral (CLO), conocer la forma en que evalúan esta competencia, explorar la percepción que tienen de la CLO del estudiantado y conocer las propuestas del profesorado para mejorar la CLO de los docentes. Por su parte, Andrea Cocio, María Constanza Errázuriz, Omar Davison y Liliana Fuentes ofrecen un artículo intitulado “¿Qué aportan los fondos de conocimiento e identidad al interés por la formación inicial docente?”, en el que plantean como objetivo identificar y caracterizar los fondos de conocimiento e identidad de los estudiantes de Pedagogía General Básica en su ingreso a dos universidades de la Araucanía, Chile. Con base en una metodología descriptiva y cualitativa, los autores identificaron que, desde los fondos de conocimiento e identidad es posible configurar la identidad del futuro profesor del siglo XXI. Olaia Fontal e Inmaculada Sánchez-Macías en su artículo “Personas y patrimonios compartidos”, analizan los textos de la página web Personas y Patrimonios, un espacio para compartir patrimonios mediante un análisis de contenido de los relatos que comparten las personas en ella. Las autoras obtuvieron resultados esclarecedores sobre el carácter emocional y espiritual del patrimonio y las implicaciones que conlleva compartir la intimidad de lo patrimonial a través de entornos digitales.
En la sección de Horizontes, Felipe Munita y Camila Torres desarrollan un panorama general del conocimiento construido sobre la educación poética en el siglo XXI, atendiendo tanto a la investigación como a diversas experiencias en el aula reportadas en distintos espacios de discusión. Sus reflexiones sobre el tema se presentan de dos maneras: en la primera, identifican los principales problemas y dificultades en torno a la enseñanza de la poesía en la pedagogía tradicional; en la segunda, destacan las líneas de avance que surgen de la investigación y experimentación educativas, las cuales permiten visualizar caminos de superación de esas tensiones, así como explorar innovaciones en el campo. El segundo y último trabajo de esta sección es una reflexión histórica sobre la evolución de la archivística como opción profesional en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y un análisis de su desarrollo como ciencia de la información. Derivado de la investigación documental y de registros institucionales, se repasa el desarrollo de dicha licenciatura dentro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM hasta los años recientes, con una nueva cultura archivística en el país, resultado de la promulgación de la legislación federal en la materia.
La diversidad de temas, enfoques y metodologías de los artículos que integran este número permiten tener una mirada analítica y reflexiva a las diversas facetas del fenómeno educativo en distintos ámbitos institucionales y geográficos.