Introducción
En la medida que comprendemos que la desigualdad social es un problema para América Latina, muchas veces abordada por los investigadores desde la pobreza, mostramos cómo se reproduce tanto por la carencia como por los que detentan un mayor volumen de capitales económico y cultural.
Si bien podemos pensar que el estudio de los que más tienen puede ser considerado como "elitista" o "políticamente incorrecto", lo cierto es que al estudiarlos estamos abordando la otra cara de la desigualdad y, de este modo, damos cuenta de algunas de sus principales causas.
Los que más tienen no sólo poseen capital económico, sino que también detentan capital cultural. Examinarlos como objeto de estudio no es sólo hacerlo en términos de capital económico, pues al mismo tiempo el capital cultural es un instrumento de distinción de gran importancia, como mostraremos a lo largo de este artículo, principalmente por contar con la legitimación que le brinda su lógica estadística (Bourdieu, 2014) de selección por exclusión (Tiramonti y Ziegler, 2008) en las sociedades de América Latina.
Este artículo se circunscribe al aglomerado urbano de Gran Córdoba, Argentina.1 Nos proponemos dar cuenta de los principales condicionamientos educativos2 asociados a la clase alta dominante3 en Gran Córdoba para el tercer trimestre de 2003 y 2011, como parte del proyecto SECYT 2014-2015, "Estrategias de reproducción social en familias cordobesas: dinámicas recientes", dirigido por la Dra. Alicia Gutiérrez y co-dirigido por el Mgter. Héctor Mansilla, así como de mi investigación de doctorado.
Por tanto, nos proponemos mostrar los condicionamientos objetivos asociados al capital cultural institucionalizado para la clase Media Dominante (MD) y Alta Dominante (AD) del espacio social4 de Gran Córdoba y de sus principales relaciones con las demás variables contempladas en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).5De este modo comprenderemos cómo la clase AD se beneficia del capital cultural institucionalizado por medio de sus condicionamientos educativos.
El problema de la desigualdad social y el estudio de las clases dominantes
La desigualdad es un problema para América Latina y para todo el mundo. Se pueden identificar una gran variedad de autores y organismos internacionales que denuncian la desigualdad como uno de los problemas estructurales de la mayoría de los países capitalistas, y algunos de ellos ven en la disminución de la desigualdad la posible solución a la pobreza y a la marginalidad (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Programa de las Naciones Unidas y el Desarrollo, entre otros).
Lo cierto es que la desigualdad, que está siempre latente y acecha por los intersticios más siniestros, no siempre es desigualdad de "lo mismo". De este modo, se le puede pensar como desigualdad de ingresos, de nivel educativo, de condición laboral, de acceso a la vivienda, etc. Por otra parte, tampoco es concebida como desigualdad de "los mismos", y en esta línea se puede proyectar entre individuos, instituciones, clases sociales, etc. (Pérez Sainz, 2014 y Bobbio, 1993). Lo anterior plantea una especificación fundamental al momento de construir la desigualdad, pues en la medida en que no precisemos estos elementos, corremos el riesgo de estar llenando este significante con desigualdades diferentes.
Al mismo tiempo, es necesario aclarar que no todas las diferencias -que medimos por medio de las variables e incluimos en un relevamiento, sea éste de datos primarios o secundarios- se constituyen en desigualdades sociales. Por tanto, el sistema en el cual las variables se encuentran insertas y los marcos teóricos de referencia serán especialmente relevantes para incluir, o no, en el análisis, una variable determinada, y luego para considerar, o no, las diferencias que la variable expresa como desigualdades en el espacio social.
América latina ha sido tachada como una de las regiones más desiguales del mundo (Atria y Siles, 2003; Kliksberg, 2005, Burchhardt, 2012, por citar sólo algunos autores). Lo cierto es que la desigualdad es concebible en el contexto de relaciones de poder, y para hablar de desigualdad deberemos considerar necesariamente ciertas relaciones tanto asimétricas como significativas de la desigualdad social. Las variables que incluyamos en estas relaciones serán las que nos estén dotando de sentido a un significante tan "vago", "impreciso" o "vacío" como el que estamos considerando en esta ocasión: la desigualdad. Para ser justos, lo que hace a América Latina una de las regiones más desiguales del mundo, muchas veces es la desigualdad de ingreso. En relación con otro tipo de desigualdades, América Latina no es la más perjudicada (Pérez Sainz, 2014).
Otro factor a tener en cuenta al momento de mirar las desigualdades en América Latina es la persistencia. Podríamos decir que "encontrar" desigualdades es un primer camino, muy ligado al modo de buscar y al espacio social que estemos estudiando. Pero lo "grandioso" de estas desigualdades no es sólo que se manifiesten, sino que se reproduzcan y se perpetúen en el tiempo y en el espacio. Dar cuenta de las modalidades de permanencia de la desigualdad, muy asociadas paradójicamente a sus mutaciones, es fundamental para comprender modos de continuación que en ocasiones desconocen a individuos y grupos, asentándose en dimensiones relacionales de corte estructural (Rousseau, 1956; Pérez Sainz, 2014).
Entonces, proponemos abordar el problema de las desigualdades en América Latina, y en particular en Gran Córdoba, Argentina, de un modo relacional. Desde esta perspectiva, a la vez ontológica, epistemológica, metodológica y técnica, lo primero a considerar son las relaciones asimétricas que tienen un estatus ontológico anterior a las oposiciones que surgen de ellas. En función de esas relaciones asimétricas se construye de un modo específico la desigualdad social.
A la vez, no podemos comprender la desigualdad social a partir de una variable aislada del sistema de relaciones en la que se encuentra inscrita. Comprometerse con un modo relacional de comprenderla (que en sí misma es siempre relacional, pero que, a veces, es fetichizada en alguna de las categorías que opone) tiene dos implicaciones: por un lado, la desigualdad es pluridimensional y no podemos dar cuenta de ella de un modo acabado considerando variables aisladas; por otro lado, la desigualdad construida opone dos o más grupos o clases.6 Ninguno de estos momentos de la oposición construida es anterior o independiente de los demás elementos considerados en nuestro concepto de desigualdad.
De este modo, pretendemos distanciarnos de concepciones que contemplan sólo al ingreso -o en casos más restrictivos a algún tipo de ingreso en particular- como único elemento para pensar la desigualdad social, sin dar cuenta del complejo sistema de relaciones donde el capital económico, que puede ser un capital de gran relevancia pero de ningún modo exclusivo, aparece como el elemento más representativo a considerar.
Otro punto a considerar para el análisis de la desigualdad en el aglomerado urbano Gran Córdoba tiene que ver con la asociación de ésta con una de sus formas: la pobreza. Es cierto que la desigual distribución de ciertos recursos tiene por correlato que determinados grupos sociales se encuentren en posiciones dominadas en el espacio social, detentando de este modo un volumen inferior de capital global y siendo más pasibles frente a la violencia simbólica. Pero pensar que estos sectores pueden ser comprendidos sin dar cuenta de los otros términos de la oposición es desconocer el espacio social en su conjunto. Por ello, considerar sólo la pobreza para explicar la desigualdad social sería quedarse con una cara de la moneda.7
Los que detentan un mayor volumen de capital global, y que pueden ser aludidos como "los que mandan" (De Imaz, 1968), "los privilegiados" (O'Donnell, 1999; Del Cueto, 2007), "los que ganaron" (Savampa, 2008), por citar sólo algunas formas de denominación, son tan determinantes para comprender el problema de la desigualdad social, como lo son los que detentan un menor volumen de capital. Afortunadamente, muchos estudios desde las ciencias sociales, y particularmente desde la sociología y la educación, han comenzado a considerar a estos sectores como objeto de estudio.8 (Del Cueto, 2007; Tiramonti y Ziegler, 2008; Méndez, 2013).
Estos sectores son los que detentan un mayor volumen de capital económico, un notable nivel educativo, mejores calificaciones y jerarquías laborales, y consecuentemente, posiciones en la estructura de poder que los hacen capaces de consolidar en el tiempo y en el espacio las diferencias que los han colocado precisamente como poderosos y de este modo perpetrarlas en tanto desigualdades. Por ello, el estudio de los modos de reproducción de las clases dominantes en el espacio social es de nodal importancia para comprender la persistencia de la desigualdad.
Conforme a lo que hemos planteado con anterioridad, nos proponemos presentarles los Espacios Sociales construidos para 2003 y 2011, cómo se distribuyen las clases construidas y en qué medida se diferencian unas de las otras.
Espacio social Gran Córdoba, caracterización relacional y grupos dominantes
Para construir un primer momento objetivista9 de las estrategias de reproducción social de las familias cordobesas, hemos utilizado una técnica de Análisis de Correspondencias Múltiples tomando como referencia la Encuesta Permanente de Hogares (EPH)10 en los terceros trimestres de 2003 y 2011. No entraremos en una descripción pormenorizada del proceso de construcción del Espacio Social porque insumiría demasiado espacio, además de que ya existen publicaciones y un documento de trabajo al respecto.11 Sólo retomaremos los elementos que sean imprescindibles para comprender relacionalmente a las Clases Dominantes del Espacio Social construido.
En cuanto a la creación del Espacio Social diremos que el análisis de los datos fue realizado a través de un programa llamado SPAD,12 y en dicho análisis se consideran: a) un conjunto de variables activas,13 que serán las que conforman de modo efectivo las múltiples dimensiones del Espacio Social y son seleccionadas por el equipo en función de los conocimientos previos, la historización de las principales relaciones objetivas presentes en el Espacio Social, los objetivos de la investigación y sucesivos ensayos; b) variables ilustrativas, que simplemente están proyectadas en el plano una vez generado el espacio, pero no inciden en su conformación; y c) la potencialidad -no actualizada en este caso todavía- de representar a los individuos en el espacio creado, a partir de las variables activas.
Una vez obtenido el Espacio Social, por medio de un procedimiento que implica la determinación de las mayores desigualdades introducidas en el espacio pluridimensional de relaciones creado y el trazado de factores, el programa, aplicando el sistema de clasificación jerárquica ascendente, propone en forma de un drendograma (estructura similar a la de un árbol) las posibles clases o agrupaciones. En función de los probables cortes -se pueden considerar dos, tres, cuatro y más- se definen las clases en el Espacio Social.
Si bien no podemos pedir al software que haga el hallazgo de la clase en lugar del investigador (a pesar que aquél puede generar clases), sí podemos utilizar el resultado del software como principio heurístico14 para la captación de los volúmenes y la estructura de capital; de este modo, como señala Baranger (2012: 145), "[...] atendiendo al peso de las demás relaciones que arrastra consigo cada relación", e identificando las proximidades y diferencias en el Espacio Social construido, se pueden establecer las clases como sectores del espacio en los que se comparten ciertas propiedades similares, entre los que pertenecen a esa división del espacio y que son diferentes a los demás:
Lo que cuenta para Bourdieu es "la clase objetiva, como conjunto de agentes colocados en condiciones de existencia homogéneas [...] que producen sistemas de disposiciones homogéneas" (La distinción: 112), y a los que se puede adjudicar una cierta probabilidad de desarrollar determinados comportamientos [...]. Lo que propone Bourdieu es un cambio radical de perspectiva, superador tanto de la clase aristotélica -o lógica-, como de la clase estadística. La representación de los espacios sociales a través de los planos factoriales obtenidos mediante el ACM proporcionará el tipo de visión de conjunto apto para superar tanto al análisis estándar de variables aisladas como a la reducción indiscriminada de la complejidad social a factores estadísticamente construidos (Baranger, 2012: 148-149).
Los elementos, que aparecen en las gráficas como clases, están estructurados en función del volumen total del capital, representado por el primer factor y por la estructura del capital que aparece referido por el segundo factor. De lo que podemos observar en las Gráficas 1 y 2, correspondientes al Espacio Social para el tercer trimestre de 2003 y 2011, veremos que si nos desplazamos en sentido vertical tendremos un incremento en el volumen del capital económico expresado por el IPCF que va del primer decil en el cuadrante cuatro hasta el décimo decil para el segundo cuadrante del espacio social, y del capital escolar que va de primaria incompleta en el cuarto cuadrante del espacio social al segundo cuadrante con universitario completo.
En lo que respecta a la interpretación del eje horizontal, correspondiente al segundo factor del Espacio Social, tenemos un incremento, que va del cuadrante cuatro al tercero, el primero, y termina en el segundo del capital escolar, reflejado por la curva que describen las titulaciones que comienzan con primario incompleto y finalizan con universitario completo (siendo el más extremo a la izquierda el universitario incompleto). Por el contrario, los valores más extremos del capital económico -los primeros y los últimos deciles- se encuentran a la derecha del Espacio Social; también en el sector derecho superior de éste contamos con directores, propietarios de grades empresas, asalariados profesionales y jefes, muy asociados a la calificación profesional.
Lo que mostramos con la presentación del Espacio Social es que no podemos comprender la dispersión de las variables que lo configuran observando sólo a los sectores dominantes del mismo, ni -por oposición- a los dominados, por lo que se hace necesario considerar a todo el Espacio Social en su conjunto. Se hace imprescindible leer los datos en clave relacional, comprendiendo que las dispersiones sólo son posibles en la medida en que existan sectores que detentan un mayor volumen de capital que otros sectores del espacio social, como sucede con el capital escolar que aparece asociado a las clases construidas de un modo creciente conforme se pasa de las clases dominadas a las dominantes, pero no de un modo mecánico.
Composición y estructura de las clases del Espacio Social
En la conformación del Espacio Social se generaron cuatro clases que hemos dividido en dos grandes grupos: 1) los que se encuentran en el sector superior del espacio social, y en consecuencia reúnen el mayor volumen de capital, los hemos denominado como sectores dominantes del espacio social, alcanzando el 49% en 2003 y el 42% en 2011 de la muestra; 2) por otro lado, tenemos los que reúnen un menor volumen total de capital, que hemos denominado como los dominados del espacio social y que son el restante 51% y 58% de los casos en 2003 y 2011.
Al interior de estos dos grandes grupos podemos observar también divisiones; en el caso de los dominados, alrededor de un 25% son los que se encuentran en peores condiciones, los cuales hemos denominado como sectores Bajos Dominados (Bd) para los dos momentos. En cambio, en los Medios Dominados (Md), el porcentaje es del 26% para 2003 y 34% en 2011, mostrando un engrosamiento de esta zona del espacio social para 2011.
En el caso de los dominantes también se evidencian diferencias a lo largo del periodo, por un lado, los que hemos denominado como Medios Dominantes (MD) y los Altos Dominantes (AD), siendo que para los AD, el porcentaje se ha mantenido en rededor del 15%, pero en el caso del MD, el porcentaje es menor en 2011 que en 2003 (36% en 2003 y 28% en 2011).
Como se puede observar, si bien los espacios sociales de 2003 y 2011 presentan características similares en los "extremos", en los sectores medios (MD y Md) se observa una modificación en su estructura donde es mayor el volumen en los Md y se reduce éste en los MD (Véase Gráfica 3).
Los Referentes de Hogar (RH) de clase Bd están fuertemente asociados a un bajo ingreso17 y a la condición de trabajadores no calificados. El principal ámbito laboral de estos sectores es la ocupación privada, y la rama de actividad principal para los hombres es la construcción, mientras que el servicio doméstico y el comercio lo son para las mujeres. En cuanto al nivel educativo, y de gran relevancia para el análisis posterior, observamos que los RH de la clase Bd están fuertemente asociados al primario incompleto.
A la izquierda de la clase Bd encontramos a la clase Media Dominada (Md) (ver gráficas 1 y 2). En términos de ingreso, esta clase se encuentra mejor posicionada que la anterior (en el tercer, el cuarto y, para algunas variables,18 el quinto decil de ingreso). En lo concerniente a la calificación de sus trabajos, diremos que los RH del sector aparecen fuertemente asociados a la calificación operativa, siendo una característica que toma mayor relevancia en el espacio de 2011.19 En cuanto al nivel educativo, observamos que la clase Md posee una asociación20 con el nivel secundario incompleto.21
En el primer cuadrante del espacio social contamos con la clase Media Dominante (MD); el ingreso de los RH de esta clase es significativamente más alto que el ingreso de las dos anteriores (séptimo, octavo y noveno deciles para muchas22 de las variables asociadas a la clase). La calificación predominante en la clase MD es la técnica.23 El sector está caracterizado por trabajar principalmente en las ramas de servicios sociales y de salud en 2003, y enseñanza en ambos momentos.24 Por lo general, los RH son obreros o empleados,25 muchos de ellos de ocupación estatal, lo que también se muestra en la asociación que presentan los RH a la Administración pública y servicios públicos a este sector; además de ello, son trabajadores asalariados.26
En lo concerniente al nivel educativo alcanzado por el RH, se asocia la clase al universitario incompleto27 y el universitario completo en menor medida.28Los RH de esta clase se caracterizan entonces por haber accedido al nivel superior universitario, habiendo superado la fuerte barrera del secundario completo. Estas apuestas por la permanencia y la terminalidad de la educación media están fuertemente ligadas a grandes sacrificios familiares, con la firme creencia en la Escuela como instrumento de movilidad social ascendente (Tessio Conca y Pissano, 2008).
En cuanto a los RH de la clase Alta Dominante (AD), diremos que se ubican en el segundo cuadrante del Espacio Social; estos RH se caracterizan por sus altos ingresos29 (de décimo decil para las variables consideradas). Lo anterior muestra un alto nivel adquisitivo del hogar y del RH, en este caso relacionado con el sexo -en su mayoría son varones-, lo que da cuenta de hogares con referentes30fuertemente masculinizados.31 Los RH tienen una calificación profesional en sus trabajos32 y se caracterizan principalmente por una jerarquía ocupacional de dirección,33apareciendo también como ámbito laboral el estatal;34 esta clase presenta una asociación con el nivel universitario completo.35En cuanto a la jerarquía de sus ocupaciones, los RH son jefes y directivos. Las categorías de condición socio-ocupacional de esta clase son las de asalariados profesionales, asalariados jefes y propietarios de PyMES para 2003, asalariados profesionales, propietarios tanto de PyMES como de grandes empresas para 2011. En consecuencia, ésta es una clase de alto poder adquisitivo, de altas certificaciones, de puestos jerárquicos de conducción, de dirección y de propiedad de medios de producción.36
Como se observa en las clases analizadas, cada una de ellas tiene categorías de variables asociadas que las caracterizan y las distinguen en el Espacio Social, pero ninguna de ellas puede ser comprendida como un todo en sí mismo. Por esta razón se hizo necesario presentar todo el Espacio Social en su conjunto para abocarnos ahora a los dominantes.
Desigualdad educativa y los sectores dominantes de Gran Córdoba
Más arriba hemos mencionado que las desigualdades no podían ser consideradas sólo en el rubro del ingreso. En este artículo prestaremos especial atención a las desigualdades educativas, sin desconocer por ello el conjunto que distancia a los hogares en el Espacio Social construido.
Recuperando el planteamiento inicial, donde proponemos que el análisis de las clases dominantes es fundamental para comprender la desigualdad, nos avocaremos en esta sección a las clases Media Dominante y Alta Dominante. Nos interesa presentar los condicionamientos educativos de estas clases y proponer algunas hipótesis que articulen los resultados obtenidos con el marco teórico.
Para comprender las principales diferencias entre las divisiones que hemos propuesto en el Espacio Social construido, y para poner en relevancia cuál es el peso relativo que tiene la escolarización, dispusimos de todas las variables con que contamos en la EPH, y así obtuvimos tablas de contingencia sobre los niveles de escolaridad, último nivel alcanzado del RH y la terminalidad del último nivel.37
Las clases dominantes del espacio social construido se caracterizan por tener una alta proporción de RH con acceso al nivel superior universitario (véase Gráfica 4). El nivel educativo de los RH en 2003 y 2011 en ambas clases presenta una estructura similar, con más de un 60% de los casos en el nivel superior universitario (completo e incompleto).
Esta proporción introduce una de las primeras desigualdades que queremos mostrar en este análisis. Los RH de las clases dominantes se distinguen de los RH de las clases dominadas38 por haber finalizado el Secundario y accedido al nivel Superior Universitario (Giovine, 2014), cruzando la barrera que aparece, al menos de un modo discursivo en los que se encuentran en condición de calle, de acceso al trabajo (Tessio Conca y Pissano, 2008).
Sin embargo, el acceso al nivel Superior Universitario no redunda en igual beneficio para las clases dominantes del Espacio Social. Las diferencias entre las clases MD y AD podrían ser clasificadas en cuatro dimensiones, dos asociadas directamente a la escolarización y dos asociadas a la inserción laboral. En lo que respecta a la escolarización podemos observar: a) los tipos de formación superior universitaria de los RH de estas clases tienen un carácter diferencial, y b) la permanencia y la terminalidad no es la misma para los RH de ambas clases con acceso al nivel Superior Universitario. En cuanto a la inserción laboral de los titulados del nivel Superior Universitario en el mercado de trabajo, tenemos que: c) la calificación y la jerarquía de los trabajos obtenidos tampoco es similar entre los RH de estas clases, y d) los ingresos de los RH difieren significativamente.39
Vamos a analizar cada una de estas dimensiones por separado, para comprender en qué medida el proceso de escolarización de los RH de Gran Córdoba es diferente en la clase Alta Dominante y Media Dominante.
Para precisar el análisis, el nivel Superior Universitario se compone de seis subniveles. Tomaremos la variable "Ultimo nivel que cursa o cursó" que distingue entre las categorías: terciario, universitario y posgrado para dar cuenta de ellos. Posteriormente, la variable "Ultimo nivel que cursa o cursó" asociada a la variable "¿Finalizó ese nivel?", nos dará por resultado las categorías que se observan en la Gráfica 5.
La Gráfica 5 nos permite apreciar, con mayor precisión categorial, qué sucede dentro del nivel Superior Universitario (completo e incompleto). Para presentar las diferencias entre las clases en cuestión, las estructuraremos en función de los niveles que se consideran: terciario, universitario y posgrado.
En relación con el nivel terciario, vemos que la proporción de RH en la clase MD crece en 2011. Por el contrario, esa proporción disminuye en 2011 para los RH de la clase AD. Ello da por resultado que, en 2011, haya una diferencia porcentual de más de 10 puntos en favor de los RH de la clase MD para este nivel.
En el nivel universitario se observa un crecimiento en la proporción de RH para la clase MD en 2011, a diferencia de la AD en la que disminuye la representación de RH. A pesar de ello, la clase AD tiene un porcentaje mayor de RH en este nivel que la clase MD para 2011, alrededor de 7 puntos. La proporción de RH para la clase MD crece 4 puntos de 2003 a 2011. Por el contrario, para 2011 la proporción de RH en este nivel baja en la clase AD 5 puntos.
En cuanto al nivel de posgrado, diremos que es uno de los más valiosos para el análisis. En la clase AD la proporción de RH en este nivel crece 7 puntos para 2011, un porcentaje relativamente alto si consideramos 2003 donde no alcanzaba un 1% y si agregamos que son estudios de especialización y de investigación. En cambio, en la clase MD la proporción de RH apenas asciende a 1% en 2011.
De este análisis presentaremos dos hipótesis; la primera sugiere que la estructura educativa de los RH de las clases AD y MD no son similares en cuanto a los niveles educativos. Por más que el porcentaje de RH que acceden al nivel superior universitario sea similar en 2011, la composición de este nivel en ambas clases es bastante disímil. En la clase MD hay una mayor presencia (además en crecimiento) de terciarios y de universitarios, siendo que en la clase AD la presencia de posgrados es notoriamente creciente, probablemente en favor de la disminución de los universitarios y de los terciarios. La segunda hipótesis está relacionada con un claro crecimiento en el acceso al nivel superior universitario por parte de los RH que pertenecen a la clase MD para 2011, pasando de un 60% a un 80%.
Lo anterior nos sugiere que, en lo que respecta a los niveles educativos, asistimos a dos comportamientos, en términos de condicionamientos objetivos, diferenciados por nivel. En el caso de los RH de la clase MD, hay una tendencia a incrementar el acceso al nivel superior universitario. En el caso de los RH de la clase AD, observamos una tendencia a la acumulación de capital cultural institucionalizado, en términos de posgrados, como estrategia de diferenciación. Por tanto, en los RH de ambas clases se puede observar un aumento del capital cultural institucionalizado.
En cuanto a la permanencia y la terminalidad, los resultados son también diferentes para las clases en estudio. Si consideramos a todo el nivel superior universitario en su conjunto, podemos observar que, para 2003, los RH de la clase MD que accedían al nivel apenas superaban el 60%, un volumen que para los RH de las clase Bd y Md es una quimera aún, pero que, comparado con los RH de la clase AD -que casi llegaba al 80%-, los pone bastante por debajo. Esta diferencia tiende a equilibrarse para 2011 (cerca del 80% para ambos), pero a costa de la terminalidad: el 41% de los RH de la clase MD no lo han completado, contra el 14% de los referentes de la clase AD.
Ello nos sugiere otra hipótesis a explorar: la estrategia de masificación del nivel superior para los RH de la clase MD ha tenido consecuencias sobre la terminalidad del mismo. Claramente, el acceso no está traduciéndose en egreso, y esto ocurre a pesar del crecimiento del porcentaje de RH con nivel completo en esta región del espacio social. Como ejemplo de ello, nótese el crecimiento del terciario incompleto y del universitario incompleto para 2011, es mayor en proporción con el crecimiento de los subniveles completos (véase Gráfica 6).
En el caso de la clase AD, los porcentajes de RH con nivel incompleto se mantienen relativamente estables entre 2003 y 2011, siendo en proporción menor a los porcentajes de los RH de la clase MD en ambos momentos. Ello daría cuenta de una mayor terminalidad40 de los RH de la clase AD en general, descendiendo el universitario completo sólo en favor del crecimiento del posgrado.41
En este contexto, identificamos una de las modalidades que Tiraminti y Ziegler (2008: 21) denominan como "selección por exclusión", pues el igualamiento en el acceso al nivel superior universitario para las clases AD y MD, en 2011, no redunda en una disminución de la desigualdad en la permanencia y en el egreso del nivel para los RH de la clase MD, como se puede constatar en los valores antes expuestos (Giovine, 2014).
Podemos observar que, en los condicionamientos escolares asociados a cada una de las clases, existen diferencias estadísticas que nos conducen a pensar que la permanencia y la terminalidad de los niveles superiores universitarios en las clases dominantes también se configuran de un modo desigual, a pesar que el acceso tienda a equipararse.
Ahora nos concentraremos en lo que sucede con la jerarquía y en la calificación ocupacional de los RH que acceden al nivel superior universitario.42 Para advertir estos casos, hemos filtrado sólo los RH que han accedido al nivel en cuestión y hemos construido Gráficas (5 y 6) que nos permiten visualizar las asimetrías. Como habíamos dicho, para 2011, el porcentaje de los RH que accedieron a este nivel de ambas clases sociales fue similar, aproximadamente el 80%.
Como se puede observar en la Gráfica 7, la calificación profesional de los RH de clase MD con acceso al nivel superior universitario creció en proporción unos 4 puntos hacia 2011, llegando a un 16%. En una proporción mayor creció la calificación profesional de los RH de clase AD (14%), pero en este caso el porcentaje llega a un notable 75% de los que detentan el nivel superior universitario.
Considerando que sólo hemos tomado a los RH de las clases MD y AD con acceso al nivel superior universitario, podemos plantearnos la siguiente hipótesis de trabajo: si bien el acceso prácticamente se iguala para 2011 entre los RH de clase MD y AD, los de clase AD cuentan con una calificación mucho mayor en sus ocupaciones (en torno a un 75% de calificación profesional) que los de clase MD (un 16% de calificación profesional).
Si nos detenemos en la jerarquía laboral (véase Gráfica 8) de los RH de clase MD que han tenido acceso al nivel superior universitario, se puede observar una disminución del porcentaje de directores y jefes para 2011 en favor los asalariados, proporción que asciende al 86% en 2011. En cambio, en la clase AD los porcentajes de RH con jerarquía de directores o jefes se mantiene encima del 30% de los casos en ambos periodos, llegando prácticamente a un 38% de los casos en 2011, observándose un crecimiento de los cargos de dirección y una disminución de las jefaturas.
Con relación a los datos analizados en términos de jerarquía ocupacional de los RH de ambas clases, observamos que los de la clase AD logran una mayor proporción en las jerarquías de conducción (jefaturas y direcciones) que los RH de la clase MD. Por más que en términos de acceso al nivel superior universitario las proporciones entre los RH sean similares, los que pertenecen a la clase MD son principalmente trabajadores asalariados sin cargos de conducción (sólo un 4% en 2011).
La última variable que consideraremos en este análisis es el ingreso total individual. Hemos dicho de esta variable que es compleja y debemos ser muy cautos al momento de considerarla para este tipo de relevamientos, sin embargo, para captar diferencias generales -en orden de deciles de ingreso- es de suficiente precisión.
Como podemos observar en la Gráfica 9, los ingresos de los RH de clase MD que han tenido acceso al nivel superior universitario se concentran en más de un 80% de los casos en los deciles 6, 7, 8 y 9 para 2003 y 2011. En todo caso, se podría destacar un descenso de la participación de los RH en el decil 9, pero como pretendemos mostrar diferencias amplias no nos detendremos aquí en esta ocasión.
En cambio, en la clase AD el porcentaje de RH con acceso al nivel superior se concentra en más de un 70% de los casos en el décimo decil de ingreso total individual. Si bien es notable un descenso en la concentración de estos casos, de 8 puntos de 2003 a 2011, sigue siendo muy superior a los RH de la clase MD, por más que el acceso al nivel superior universitario se haya prácticamente igualado para ambas clases en 2011.
Este último análisis nos sugiere que los RH de la clase AD con acceso al nivel superior universitario también cuentan con una retribución en proporción mayor a los RH de la clase MD. Ello podría estar mostrando que, por más que el acceso sea aproximadamente el mismo para los RH de ambas clases, otros factores -como podrían ser el capital económico de origen familiar, el prestigio del apellido o las relaciones sociales en términos de redes- hacen que los RH de clase AD perciban un ingreso mayor.
Lo presentado hasta aquí nos conduce a una reflexión final relacionada con los modos en que se muestra la desigualdad escolar de modo estadístico. Efectivamente, si observamos sólo el acceso al nivel Superior Universitario de las clases Media y Alta Dominantes, nos podemos llegar a convencer que ha habido una disminución de la desigualdad escolar entre los hogares que pertenecen al sector dominante del Espacio Social construido y un sostenimiento relativo de la desigualdad entre los dominantes y los dominados. Por el contrario, si fraccionamos el nivel Superior Universitario en sus subniveles, podremos apreciar que la pretendida igualación y la consecuente disminución de desigualdad escolar no representan más que un mayor grado de complejidad de la desigualdad educativa en su conjunto y que demanda una técnica más depurada de análisis de datos, al mismo tiempo que ponen en tensión a la misma base de datos provista por el Estado, demandando una creciente complejización en su diseño, producto de las modificaciones en la oferta y en la demanda de educación para este nivel y su apropiación por parte de las clases sociales construidas para Gran Córdoba.
Reflexiones Finales
Como adelantamos anteriormente, este artículo no pretende mostrar conclusiones acerca de la desigualdad escolar entre los hogares de clases media y alta dominantes, sino más bien abrir interrogantes que surgen del análisis de los datos y de los antecedentes estudiados para su interpretación. Será en un estudio posterior, más de corte cualitativo, que nos adentraremos en las profundidades de los hogares para comprender más acabadamente estos procesos desde las disposiciones y representaciones de las familias.
Sin embargo, algunas consideraciones aparecen de esta primera etapa de análisis de los condicionamientos objetivos de los hogares y, principalmente, de los condicionamientos educativos de las familias de clase Media Dominante y Alta Dominante en relación con el Espacio Social en su conjunto.
Primeramente, mostramos que no es posible abordar el estudio de la desigualdad, al menos desde una perspectiva relacional comprometida, sin tener en cuenta todas las clases sociales en el análisis. Por caso, mostramos cómo el acceso al nivel Superior Universitario en las clases dominantes del Espacio Social construido es explicativo de las diferencias entre la clase Alta Dominante y la Media Dominante, y lo es de manera abrumadora para dar cuentas de las diferencias entre las clases dominadas y las dominantes.
Luego, se muestra cómo la desigualdad, abordada desde el marco metodológico construido para problematizar la pobreza, muchas veces resulta insuficiente para comprender de modo relacional el complejo proceso de diferenciación social del Espacio Social en su conjunto. Por el contrario, la especificación de las variables consideradas, que nos permite observar que el proceso de diferenciación en las clases dominantes del Espacio Social, exige una labor de reconstrucción y de reconfiguración de las variables provistas por la encuesta permanente de hogares para percibir las diferencias en términos de condicionamientos objetivos.
También observamos que la desigualdad medida sólo en función del capital económico, y particularmente cuando se hace en función del ingreso en cualquiera de sus variables, oculta desigualdades que desde una concepción relacional deben ser mostradas en correspondencia con otras variables. Se deben considerar cuantos indicadores sean necesarios y estén disponibles para explicitar en qué modo las diferencias sociales se transforman en desigualdades sociales. En este punto, la educación y las condiciones laborales se configuran en potenciales indicadores de desigualdad.
Al adentramos en el espacio social construido en el contexto del equipo de investigación, para observar las diferencias en términos de capital cultural institucionalizado de los hogares de las clases dominantes, y al desagregar el nivel Superior Universitario en sus subniveles, se observan las principales diferencias entre la clase Media Dominante y la Alta Dominante.
Estas diferencias nos permitieron constatar que, si bien el acceso al nivel Superior Universitario tiende a igualarse para los RH de la clase MDyAD, cuando nos adentramos en las subcategorías que lo componen se observan grandes diferencias que nucleamos en dos diferencias principales: por un lado, una tendencia al crecimiento en el acceso al nivel superior por parte de los RH de clase Media Dominante; y por el otro, una tendencia a la acumulación de capital cultural institucionalizado, por medio de la oferta de posgrado, en los RH de la clase AD.
En cuanto a los condicionamientos laborales de los referentes que tienen acceso al nivel Superior Universitario (aproximadamente un 80% en ambas clases), también notamos diferencias en tres puntos principales: primero, se observa una mayor calificación laboral de los referentes de hogar de la clase Alta Dominante respecto de la Media Dominante; segundo, se aprecia una mayor jerarquización laboral de los referentes de la clase Alta Dominante respecto de sus iguales de clase Media Dominante; por último, se puede captar un menor ingreso de los referentes de la clase Media Dominante respecto de los de la clase Alta Dominante.
En consecuencia, observamos que los condicionamientos educativos en ambas clases están desigualmente distribuidos y tienen correlación diferencial con las variables consideradas del mercado laboral, por más que el acceso al nivel Superior Universitario haya tendido a igualarse. Queda planteada como hipótesis, entonces, la posibilidad de asistir a una rentabilidad diferencial en el mercado laboral de estos referentes con acceso al nivel en cuestión.46