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Nova tellus

versión impresa ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.28 no.1 Ciudad de México jun. 2010

 

Artículos

 

Phoenicopterus: juego etimológico en Marcial y problemas de traducción

 

Phoenicopterus: etymological pun in Martial and problems of translation

 

Daniel Rinaldi

 

Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: drinaldip@hotmail.com.

 

Recepción: 2 de abril de 2010.
Aceptación: 27 de mayo de 2010.

 

Resumen

En el presente artículo se estudia el juego etimológico que propone Marcial para phoenicopterus en dos epigramas. Se analizan igualmente los problemas de traducción (la dificultad de traducir poesía) que supone dicho juego de palabras.

Palabras clave: Juegos de palabras, juegos etimológicos, Marcial, etimología, poética, retórica, estilística, traducción.

 

Abstract

In this article we study the etymological pun that Martial proposes for the word phoenicopterus in two epigrams. We also analyze the problems of translation (the difficulty of translating poetry) that this wordplay entails.

Keywords: Wordplays, etymological puns, Martial, etymology, poetics, rhetoric, stylistics, translation.

 

A Amalia Lejavitzer

 

Los juegos etimológicos, una variedad de los juegos de palabras, son artificios de suyo intraducibles que buscan una mayor expresividad del discurso poético. Antes he analizado algunos de estos juegos en las tragedias de Eurípides,1 analizo ahora el juego que el poeta latino Marcial hace con la palabra  phoenicopterus.2

Del adjetivo , "rojo" (dicho de la sangre), deriva por infijación (-ικ-) el adjetivo (genitivo ), "rojo intenso", "rojo oscuro o sombrío", que, por una especialización secundaria, pasa a significar "de un rojo de púrpura", "de un rojo púrpura", "púrpura", "purpúreo".3 Como sustantivo masculino, cpoivij significa "tintura de púrpura" o "púrpura", pero no designa nunca a la púrpura (, purpŭra), al molusco marino que secreta o segrega dicha tintura, la tinta amarillenta que, en contacto con el aire, toma el color verde, color que luego se cambia en rojo más o menos oscuro, en rojo violáceo o en violado.4 Numerosos son los adjetivos compuestos formados con : , "con flores púrpuras"; (, "que lleva un escudo púrpura"; , "teñido de púrpura"; , "con dedos purpúreos o de un rojo escarlata"; , "con vestido de púrpura", (, "de cresta roja o escarlata", , "con el pico rojo o escarlata", , "con patas rojas", etc. En composición con el sustantivo , "pluma (del ala)" y, por extensión, "ala", el adjetivo forma , "con plumas o con alas de un rojo de púrpura"; con , "ala", forma , "con alas de un rojo de púrpura"; y con , "cola (de los animales)", forma , "con cola de color rojo púrpura".

Cratino (519-422 a. C.), autor de la Comedia Antigua, emplea, en Némesis, el adjetivo para calificar al sustantivo , "ave" o "pájaro":

(PCG IV, frag. 121; CAF I, frag. 114;
FCG II, 1a parte, frag. IV)5

Aristófanes (444-385 a. C.), en Las aves, emplea el adjetivo sustantivado para designar un ave lacustre de plumaje purpúreo:

El adjetivo , "de un rojo de púrpura", "de un rojo escarlata", es un derivado nominal del adjetivo . Aristófanes hace un juego con el nombre de esta ave: () , (ave) "de alas purpúreas", y con la brevísima descripción que hace de ella: () , (ave) "de un rojo de púrpura", ave que tradicionalmente se ha identificado con el flamenco rosado o flamenco común del Viejo Mundo (Phoenicopterus ruber roseus).6

Ahora bien, el biólogo, matemático y clasicista escocés Sir D'Arcy Wentworth Thompson (1860-1948) en su A Glossary of Greek birds (1895) observa que el pasaje arriba citado de Aristófanes

is the only reference to the bird in classical Greek, and the identification here is at best doubtful. The succeeding reference to the Cock might lead one to suspect that under the name Phoenicopterus some bird less unlike the Cock than the Flamingo is, was here alluded to: such a bird, for example, as Porphyrio hyacinthinus, the Purple Waterhen (vide s. v. ). The question, however, is not capable of settlement. The Flamingo occurs in Greece only as a rare straggler, though abundant on the opposite coast of Asia Minor ([Heinrich] Von der Mühle, [Beiträge zur Ornithologie Griechenlands,] p. 118; [A.] Lindermayer, [Die Vögel Griechenlands,] p. 155, etc.). Cf. [Conrad] Gesner, H[istoria] Anim[alium] lib. iii Mirum est huius tam pulchrae et eximiae avis nomen ab Aristoteli taceri, cum Aristophanes, qui vixit eadem aetate, meminerit; sed Graecis etiam raram esse hanc avem puto. Flamingos were seen, however, by [Jean-Baptiste] Bory de S[ain]t Vincent, in the marshes of Osman Aga [Osman Aga lagoon or Divari Pilou lagoon or Gialova lagoon] near Navarino [modern-day Pylos].

Copio el resto del artículo:

Heliodorus, Aethiop. vi. 3 describes the bird as : and the Scholiast ad Juv. xi. 139 states in like manner, abundans est in Africa: it, apparently, is also mentioned as a dainty, by Philostr. Vit. Apoll. Tyan. viii. p. 387 (ed. Paris, 1605) as .

In Crat. Nem. fr. 4, ap. Athen. ix. 373 d' , is probably the Cock.

It has been stated above, s. v. , that [Pierre] Belon ([L']Hist[oire de la nature] des Oyseaux, viii. 8) identified that bird with the Flamingo; so also did [Ulisse] Aldrovandi (Ornithol[ogiae] iii. 20, 4), with as little reason. To the opinion there ascribed to Linnaeus, the following words of Gesner should have been subjoined: ego vero iis quas Gallínulas aquaticas nostri vocant avibus Glottidem adnumero, quae omnes fissipedes sunt; cf. also Scaliger (in loc. Aristot.) Glottis autem quae sit nondum mihi constat; ridiculum quod quidam de Phoenicoptero ausus est pronuntiare.

In Latin, references to the Flamingo are frequent and free from doubt. Cf. Juv. xi. 139 et Scythiae volucres et phoenicopterus ingens; Martial, Ep. iii. 58, 14 [...]; ib. xiii. 71 [...]; Suet. Cal. 22, etc., etc.

'That the Tongue of this Volatile was much commended, and in great Esteem, for its excellent Taste and most delicious Relish, will appear from the following Quotations' (Douglass, op. infra cit.): Plin. x. (48) 68 [...]; Martial, xiii. 71 [...] cf. also Sueton. Vitell. xiii. The brain was also a tidbit, and Heliogabalus (Lamprid. 20, p. 108) exhibuit Palatinis dapes extis et cerebellis Phoenicopterorum refertas. Receipts for the cookery of Flamingos are given (without mention of the tongue) by Apic. (?) De Re Coquin. vi. 7. I am inclined to believe that such costly indulgences of the palate were often determined by obscure superstitious motives (as are many Chinese luxuries) rather than by real or imaginary refinements of taste. Nevertheless the Flamingo's tongue is said to be still appreciated: cf. Von der Mühle, Ornithol. Griechenlands, p. 118 Ein französischer Schiffscapitain brachte mir einige von Smyrna, wo sic [sie] sehr häufig sind, und von den Jägern den Engländern zum Verkaufe angeboten werden, welche die dicke fleischige Zunge als Leckerbissen verzehren. Cf. (int. al.) the interesting paper by Dr. J. Douglass in Phil. Trans. v. p. 63, 1721.7

Los latinos incorporaron a su vocabulario, como préstamo lingüístico, el sustantivo , adaptándolo a su fonética: phoenīcoptĕrus. Hay algunos reparos, como se ha visto, para identificar siempre el con el flamenco rosado;8 tales reparos no existen al momento de la identificación del phoenicopterus con dicha ave.

En el Cratilo de Platón (427-347 a. C.), defiende Cratilo el naturalismo lingüístico, esto es, sostiene que entre palabras y cosas hay "una relación o vínculo natural".9 Al inicio del diálogo, Hemógenes toma la palabra y dice:

Cratilo, que está aquí, afirma, Sócrates, que existe por naturaleza una rectitud en cuanto al nombre para cada una de las cosas, y que un nombre no es una denominación impuesta por algunos aplicando un elemento de su propio idioma, sino que existe cierta rectitud en cuanto a los nombres, la misma para todos, tanto para los griegos como para los bárbaros.

(383a-b)

El muy descriptivo nombre / phoenicopterus se sustrae, cratilianamente, a la arbitrariedad del signo lingüístico. Consciente de que, en este caso, y para decirlo con Borges, el nombre no es un símbolo arbitrario sino parte vital de lo que define,10 Marco Valerio Marcial (38/41-hacia 103) hace, en dos poemas, un juego etimológico, casi un acertijo, con el vocablo en cuestión.

En la epístola a Baso, el largo epigrama 58 del libro III, aparecido en el año 87, epístola en la que se siente la influencia de Horacio (65 a. C.-8 a. C.), deja ver Marcial su nostalgia por la vida rústica. Contrapone la uilla baiana de Faustino, la propiedad rural que éste posee en Bayas (Baiae), en la Campania, que "se alegra con un campo de verdad y salvaje" ("rure uero barbaroque laetatur", v. 5), a la improductiva y lujosa uilla de Baso, una propiedad artificial y refinada, que difícilmente puede ser llamada campo.11

Enlista Marcial las aves de corral que hay en el campo de Faustino:

Vagatur omnis turba sordidae chortis,
argutus anser gemmeique pauones
nomenque debet quae rubentibus pinnis
et picta perdix Numidicaeque guttatae
et impiorum phasiana Colchorum;
Rhodias superbi feminas premunt galli;
sonantque turres plausibus columbarum,
gemit hinc palumbus, inde cereus turtur.

Vaga toda la turba del sucio corral,
la oca de gritos agudos y los pavos reales adornados con gemas
y el ave que debe su nombre a sus rojizas plumas
y la abigarrada perdiz y las moteadas gallinas de Numidia
y el faisán de los impíos colcos;
orgullosos gallos cubren a sus hembras rodias;
y los columbarios resuenan con el aletear de las palomas,
por aquí zurea el palomo, por allí la tórtola del color de la cera.
(vv. 12-19)

El ave (auis) que debe el nombre a sus rojizas plumas (quae debet nomen rubentibus pinnis) es, acá sin lugar a dudas, el flamenco. Se impone una breve aclaración; si bien nadie consideraría hoy al flamenco un ave de corral, debe tenerse en cuenta que, en la Roma imperial, su carne fue muy apreciada, por lo que no es imposible que hubiese sido criado en gallineros como el del campo de Faustino.

Marcial propone a sus lectores un juego etimológico bilingüe o "entre lenguas", entre el latín y el griego. Juega con las correspondencias rubeo / ruber y , y pinna y . El relativamente extendido bilingüismo de la sociedad romana del siglo I d. C., no sólo el de sus estratos más cultos, habilita o posibilita este juego, si no erudito, que tiene algo de erudito. La traducción española, "y el ave que debe su nombre a sus rojizas plumas", exige para su comprensión una nota a pie de página, ésta sí, con cierto vano alarde de erudición. La otra posible solución es verter todo el sintagma "nomenque debet quae rubentibus pinnis" como "el flamenco", solución que ofrece José Guillén en su traducción: "Vagan en torno todas las manadas del corral, los gansos con sus graznidos agudos, los pavos adornados como con piedras preciosas, el flamenco, las pintadas perdices, las pollas de Numidia como goteadas, y el faisán de los impíos Colcos".12

El juego etimológico propuesto por Marcial invita a una breve revisión de la etimología de la palabra "flamenco" (el ornitónimo) en español (y algún excurso o alguna digresión a otras lenguas), breve porque, en este artículo, más que las muy verdaderas () etimologías que ofrecen los diccionarios etimológicos (por otra parte siempre controvertidas), interesan las etimologías "poéticas", no por ello menos verdaderas ().

El naturalista francés Pierre Belon (1517-1564), en L'His-toire de la nature des Oyseaux (1555), en el capítulo titulado "Du Flament, ou Flambant", observa:

L'oyseau que les anciens Grecs et Latins nous ont signifié sous ce nom Grec Phoenicopterus a esté dit du nom Françoys Flambant, tant à cause de la couleur de sa plume, qui est de couleur de datte, que pource qu'elle est comme flambante. Les autres le nomment Flament. Cest oyseau a esté en grand honneur es banquets des anciens Romains, comme il appert par les escrits des anciens livres Latins, mais c'estoi par la friandise de quelques empereurs. Quand à ce qui a esté prononcé par certains autheurs, comme Pline au dixiesme livre quarantehuittiesme chapitre, et Macrobe, que quelques empereurs aimoyent à en manger la langue, Galien est d'opinion que ce soit chose ridicule comme il appert par ses mots Quod si de volucrium animalium lingua, dit il, ac rostro dicere aggrediar, quum es nemo ignoret, garrire merito existimabor. Parquoy lesdits autheurs Latins ont expressement taxé l'abondance de fifriands empereurs, comme aussi Martial a dit en un distique,

Dat mihi pinna rubens nomen, sed lingua gulosis
Nostra sapit: quid si garrula lingua foret?

Il a les jambes longues et rouges, comme est aussi son bec. Et au demeurant de la grandeur d'un Corlis, et de moult belle couleur exquise tirant entre l'orengé et tanné. Il n'est point veu es païs de deça, si on ne le'apporte prisonnier: et combien qu'il soit oyseau palustre: toutesfois il n'est guere prins de ce costé de la mer Oceane: mais est quelquefois veu en Italie, et plus en Espagne qu'ailleurs: car on le fait passer la mer. Aristote n'en a fait aucune mention, n'estoit qu'on pensast qu'il l'eust nommé de quelque autre nom que nous ignorons. Et de nous, demeurons en ceste opinion, que si ce n'est Glottis, ne luy s9aurions souspecjonner aucun autre nom en Aristote: Car il est à presupposer qu'il ne l'a ignoré.13

Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788), en su Histoire naturelle, genérale et particulière, avec la description du Cabinet du Roy, publicada entre 1749 y 1788, en la entrada "Le Flammant ou le Phénicoptére. Phoenicopterus ruber [...]", escribe:

Dans la langue de ce peuple spirituel et sensible, les Grecs, presque tous les mots peignaient l'objet ou caractérisaient la chose, et présentaient l'image ou la description abrégée de tout être idéal ou réel. Le nom de Phénicoptère, oiseau à l'aile de flamme, est un exemple de ces rapports sentis qui font la grâce et l'énergie du langage de ces Grecs ingénieux; rapports que nous trouvons si rarement dans nos langues modernes, lesquelles ont souvent même défiguré leur mère en la traduisant. Le nom de phénicoptère traduit par nous ne peignit plus l'oiseau, et bientôt ne représentant plus rien perdit ensuite sa vérité dans l'équivoque. Nos plus anciens naturalistes français prononçaient flambant ou flammant: peu-à-peu l'étymologie oubliée permit d'écrire flamant ou flamand, et d'un oiseau couleur de feu ou de flamme on fit un oiseau de Flandre, on lui supposa même des rapports avec les habitants de cette contrée, où il n'a jamais paru. Nous avons donc cru devoir rappeler ici son ancien nom, qu' on auroit dû lui conserver comme le plus riche, et si approprié que les Latins crurent devoir l'adopter.14

Y en nota a pie de página se advierte:

[Francis] Willughby, en remarquant cette dénomination trompeuse, dit que, loin que cet oiseau soit fréquent en Flandre, il ne croit pas même qu'on l'y ait jamais vu. Sur quoi Gesner s'abandonne à plusieurs mauvais raisonnements (lib. III, De avib.) trouvant dans la grandeur de ces oiseaux du rapport avec la stature des Flamands; supposant d'ailleurs faussement que la plupart de ceux que l'on voit nous sont apportés de Flandre. 15

El nombre phénicoptère no significa "oiseau à l'aile de flamme", un descuido (no) menor, sino ave "con alas de un rojo de púrpura", denominación que efectivamente muestra "ces rapports sentis qui font la grâce et l'énergie du langage de ces Grecs ingénieux". Señala Buffon que, en francés, el nombre de esta ave fue, al principio, "flambant ou flammant", "oiseau couleur de feu ou de flamme" —"elle est comme flambante", había subrayado Belon—, pero que luego se la nombró "flamant ou flamand", "oiseau de Flandre", donde nunca ha habido tal ave. Conviene señalar que confunden el nombre del ave y el adjetivo que designa tanto al nativo de Flandes como lo perteneciente a Flandes el español (flamenco), el catalán (flamenc), el gallego (flamengo) y el italiano (flammingo).16 El resto de las lenguas romances distingue entre uno y otro: francés (flamant y flamand), portugués (flamingo y flamengo), rumano (flamingo y flamand). Las lenguas germánicas, por su parte, distinguen el nombre del ave, el nativo de Flandes y lo perteneciente a Flandes; inglés: flamingo, Fleming y Flemish; alemán: Flamingo, Flame y flamisch y flandrisch; y neerlandés: flamingo, Vlaming y Vlaams.

Oscar Bloch (1877-1937) y Walther von Wartburg (1888-1971) sostienen que la voz francesa flamant y la española flamenco son un préstamo del provenzal (un dialecto del occitano) flamenc, palabra derivada en cuya formación se reconocen una raíz y un sufijo: la voz latina flamma, "flama", "llama", y el sufijo de origen germánico -enc.17

La palabra francesa flamant aparece documentada por primera vez en La vie très horrificque du grand Gargantua, père de Pantagruel de François Rabelais (hacia 1490-1553), novela publicada en 1534. Entre los ingredientes del banquete que prepara Grandgousier están los "oranges, flammans (qui sont phenicopteres)".18 En la edición de 1552 (Gargantua et Pantagruel) se lee:

Du cousté de la transmontane aduola ung grand, graz, groz, griz pourceau, ayant aesles longues et amples, comme sont les aesles dung moulin a vent. Et estoyt le pennaige rouge cramoisy, comme est dung phoenicoptere, qui, en Languegoth, est appelé flammant. Les oeilz auoyt rouges et flamboyans, comme ung pyrope.19

Languegoth es el Languedoc o la Occitania, el territorio donde se habla la "langue d'oc", esto es, el occitano, territorio que corresponde, en su mayor extensión, al Midi, al Mediodía francés. Para Rabelais flammant es un occitanismo, ¿era phenicoptere / phoenicoptere entonces un cultismo (un "mot savant"), un vocablo introducido por vía culta al francés, o una palabra 'patrimonial' de dicha lengua?

El lingüista y romanista suizo Wilhelm Meyer-Lübke (18611936), en el clásico Romanisches etymologisches Wörterbuch, considera occitanismos las palabras flamant y flamenco pero, a diferencia de Bloch y de von Wartburg, las considera derivadas de flaming (de Flandes). Escribe:

flaming "Flame", "flämisch" [...] südfrz. Flamen (> it. fiamingo, frz. flamant, sp., pg. flamenco) "Flamingo".20

Por su parte, el lingüista español Joan Corominas (1905-1997) señala:

No hay razones de peso para separar etimológicamente este nombre de ave del adjetivo étnico. Sin duda es cierto, y nos lo confirma Buffon, que nunca ha habido fenicópteros en Flandes, pero la explicación de este autor, admitida por Wartburg (FEW III, 600b y n. 8), Bloch y otros, de que es derivado occitano de FLAMMA con sufijo -enc, por el llamativo color rojo de su plumaje, es poco convincente desde el punto de vista semántico estilístico, y sólo podría admitirse por necesidad; no dudo de que fue realmente el color el detalle decisivo, pero lo más probable es que esta denominación se refiriera en último término a la tez colorada de los flamencos, como prototipo de la gente nórdica a los ojos de la población romance: sabemos, en efecto, que flamenco se empleaba como adjetivo aplicado a personas en el sentido de 'encarnado de tez', pues Desclot (fin del s. XIII) dice que D. Jaime el Conquistador era de "cara vermella e flamenca" y la Acad[emia] nos advierte (después de 1899) que "se aplica a las mujeres de buenas carnes, cutis terso y bien coloreado", lo más verosímil es también que la heroína del poema occitano de Flamenca, mujer del Centro de Francia, famosa por su hermosura, recibiera este nombre por la misma razón, en contraste con el cutis más pálido de las provenzales.21

La primera documentación castellana de "flamenco" aparece en Don Juan Manuel (1282-1348), en el Libro del caballero et del escudero:

Ay otras aues que son caçadas et non caçan, asi commo gruas et garças pardas et çisnes et flamenques [et] abutardas et garças rubias et blancas et martinetes et garçetas et dorales et cigunnuelas.22

Otras ay que andan sienpre en el agua nadando, asy commo los ciznes et todas las maneras de las anades grueros et [de] las negretas et de los sumurgujones. Ay otras que estan sienpre en el agua pero quanto les a[l]cançan los pies, en guisa que non nadan, asi commo los flamenques, pero nunca estan si non en el agua de la mar o en lagunas grandes saladas.23

El humanista Elio Antonio de Nebrija (1444?-1522) desconoce, en su Lexicon hoc est Dictionarium ex sermone latino in hispaniensem o Diccionario latino-español, de 1492, la equivalencia / phoenicopterus-flamenco y ofrece, literalmente, la traducción del término: "Phenicopterus. i. ave es de alas bermejas".24 En la Tertia quinquagena, comentario filológico de cincuenta pasajes bíblicos, compuesto hacia 1507 (la fecha es discutible) y publicado en Alcalá de Henares en 1516, ya ha averiguado la correspondencia española del término y lo consigna. En el capítulo XXXVI, "Porphyrio" escribe:

Nam in eo opere in quo dictiones graecas et latinas in voces hispanas atque hispanienses interpretatus sum: porphyrionem esse dixi avem alas rubras habentem atque rursus phoenicopterum alas quoque rubras habentem dixi: quasi idem esset porphyrio quod phoenicopterus. Sed in utroque me etymon decepit. In altero, quod porphyra est purpura. in altero, quod phoeniceus est puniceus. Postea tamen longa experientia didici porphyrionem esse quem vocant in baetica mea calamon, Phoenicopterum vero quem appellant flamenco.25

Y en la segunda edición del diccionario, de 1512 se lee: "Phoenicopteros. i por el flamenco aue".26

Germà Colón Domènech (1928) señala que la primera aparición (o la aparición más temprana) del nombre del ave ocurre en catalán (flamenc, flamench en grafía antigua). El término aparece en un documento del siglo xm procedente de la pequeña isla de Formentera:

Joan Casteyló dix que l'estany pudent es del senyor Pabordre e que l'any passata ac flamencs molts, que n'isqueren bé CCCC.27

Y advierte:

Hoy la mayoría de los idiomas de cultura han (sic) adoptado este lexema: cat. flamenc, esp. flamenco, port. flamingo, francés flamant, it. fiamingo (sic), alemán e inglés flamingo, etc. No pretendo afirmar que en todos lados sea catalanismo; creo que sí lo es el español antiguo flamenque de Don Juan Manuel (mediados del siglo XIV).28

Me gustaría, por último, citar al gran romanista austríaco Leo Spitzer (1887-1960) que piensa en dos palabras originariamente distintas que con el tiempo se confundieron en una sola: "the name of the 'flamingo' (derived from flamma because of the red feathers of the bird) came to be confused with the word designating the Flemish".29

En verdad "no se ha llegado a ninguna conclusión apodíctica acerca de la etimología"30 de la palabra "flamenco": derivado ya de flamma + -enc / -ing, ya de flaming, ni se puede afirmar un origen (ya occitano, ya catalán). Horacianamente, "Grammatici certant et adhuc sub iudice lis est".31

En su Histoire naturelle et morale des îles Antilles de l'Amérique avec un vocabulaire caraïbe (1658), el botánico francés Jean-Baptiste Du Tertre (1610-1687), refiriéndose al flamenco del Caribe (Phoenicopterus ruber ruber), señala:

Toutes ses plumes sont de couleur incarnat, et quand il vole à l'opposite du soleil, il paroist tout flamboyant comme un brandon de feu.32

En efecto, cuando estas aves vuelan en grandes bandadas, el movimiento de sus alas rosas recuerda (o hace recordar) al moverse de las llamas, el flamear del fuego. No es improbable que por ese aleteo flameante, por esas llamas rosadas, haya recibido el phoenicopturus el nombre de flamenc.

Ahora bien, el juego etimológico de la epístola a Baso ("nomenque debet quae rubentibus pinnis") estaba ya en el epigrama 71 del libro XIII, libro aparecido hacia el año 84 (o hacia el 85) y que el mismo Marcial tituló Xenia. Los xenia eran, como se sabe, los "billetes poéticos", de un solo dístico, que acompañaban a los regalos que, durante la celebración de las Saturnales (Saturanalia) o fiestas en honor al dios Saturno (en el mes de diciembre), se enviaban a los amigos. El epigrama, titulado "Phoenicopteri", dice:

Dat mihi pinna rubens nomen, sed lingua gulosis
nostra sapit. Quid si garrula lingua foret?

Me da nombre la pluma rojiza, pero a los golosos gusta mi lengua.
¿Qué pasaría si fuese mi lengua parlanchina?

T. J. Leary observa que "Thanks to the flamingo's etymologising here, the poem calls into the riddle category, where the lemma supplies the answer".33

Con insistencia se han señalado las dificultades méticas que supone la palabra phoenicopterus ya en el hexámetro ya en el pentámetro dactílico. Aunque estas dificultades métricas son reales, es demasiado simple pensar que el juego de palabras de Marcial está únicamente en función de la métrica, como lo creyeron cinco profesores franceses en 1825,34 y no en función de la poesía.

El flamenco era un platillo desconocido en tiempos de la República pero su carne, su lengua y sus sesos fueron muy apreciados durante el Imperio. La consideración del flamenco como platillo de lujo puede apreciarse en los testimonios de Séneca (4 a. C./4 d. C.-65 d. C.),35 de Plinio (23-79), de Suetonio (hacia 70-hacia 140)36 y del ficticio Elio Lampridio, uno de los Scriptores Historiae Augustae,37 obra posiblemente escrita a fines del siglo IV. Plinio el Viejo, en su Historia Natural, afirma:

Phoenicopteri linguam praecipui saporis esse Apicius docuit, nepotum omnium altissimus gurges.

Apicio, el mayor gourmand de todos los hombres pródigos, enseñó que la lengua del flamenco es de un sabor superior.

(10. 133 [XLVIII / (68)])

Marco Gavio Apicio (hacia 25 a. C.-hacia 35 d. C.) fue un rico romano, amante de la buena mesa, creador de extravagantes y refinados platillos y, al parecer, autor de dos libros, uno de salsas (De condituris) y otro de recetas culinarias.38 Durante mucho tiempo se atribuyó a Apicio, dada la celebridad de que gozó, el De re coquinaria, una compilación de recetas de cocina de muy distintas épocas, realizada hacia el año 400. Aparecen en esta compilación dos recetas de salsa para el flamenco39 pero ningún platillo con lenguas de estas aves.

En el epigrama habla el propio flamenco (el regalo).40 Señala que sus plumas rojizas le dan nombre (juego etimológico) y que su lengua (exquisitez gastronómica) es apreciada por los golosos.41 Pregunta, a continuación, qué pasaría si su lengua (órgano que no sólo sirve para gustar y deglutir sino también para modular sonidos y "hablar") fuese parlanchina (Quid si garrula lingua foret?). La pregunta es oscura.

Antes de proseguir conviene hacer un breve paréntesis léxico. El adjetivo latino garrulus (como el cultismo español "gárrulo"), significa, dicho de un ave, "que canta, gorjea o chirría mucho", y, dicho de una persona, "muy habladora o charlatana". En latín se aplica también a personas chismosas así como a personas incapaces de guardar secretos. Las posibles traducciones de (lingua) garrula: (lengua) parlanchina, charlatana, habladora, indiscreta, son, huelga decirlo, parciales y, por parciales, siempre inexactas.42 Como lo advierten M. A. P. Greenwood y T. J. Leary, el adjetivo gulosus, derivado de gula, "garganta", "boca", "paladar", es deliveradamente ambiguo y vale tanto por conocedor gourmet, por entendido amante del buen comer, como por ávido gourmand, por "goloso", por dominado por el apetito, por las ganas de comer.

En el siglo XVII el médico y clasicista holandés Cornelis Schrevel (o Screvel) (1608-1664), llamado Cornelius Schrevelius, intenta contestar la pregunta. En su edición de los Epigrammata de Marcial, impresa en Leyden, en 1670, anota:

Quanto magis gulosis istis saperet si vox accessisset, quibus tacita lingua tam in deliciis est.

Y relaciona el verso de Marcial con el siguiente fragmento de Plinio:

Maxime tamen insignis est in hac memoria Clodii Aesopi tragici histrionis patina HS taxata, in qua posuit aues cantu aliquo aut humano sermone uocales, HS singulas coemptas, nulla alia inductus suauitate nisi ut in iis imitationem hominis manderet, ne quaestus quidem suos reueritus illos opimos et uoce meritos, dignus prorsus filio, a quo deuoratas diximus margaritas.

Sin embargo, en este tema, lo más destacado es el plato del actor trágico Clodio Esopo, estimado en cien mil sestercios, plato en el que colocó aves canoras con el canto parecido al lenguaje humano, compradas individualmente por seis mil sestersios, sin ningún otro atractivo que el de, exótico, devorar en ellas una imitación del hombre, y sin el menor respeto por aquellas espléndidas ganancias que habría obtenido por su voz, digno progenitor de un hijo que, hemos dicho, tragó perlas.

(Historia Natural 10. 141-142 [LI / (72)])

Marcial haría alusión, según Schrevelius, al riquísimo actor trágico Clodio Esopo (siglo I a. C.) y a su particular platillo. Ahora bien, en 1907, el poeta y clasicista inglés Alfred Edward Housman (1859-1936) aclara:

But garrula is not the same as uocalis or canora: 'quid si garrula lingua foret?' means 'suppose the tongue told tales'. This is the old wearisome indecency, ever fresh and entertaining to Martial and his public: lingua, si garrula foret, narraret fortasse gulosorum ora sese manducantium impura esse.43

Esto es, la lengua parlanchina del flamenco contaría o podría contar la impureza de las bocas que se la comen. H. J. Izaac, editor de Macial en la Collection des Universités de France, no parece persuadido por esta aclaración y, en nota, señala:

Housman entend autrement la pointe de l'épigramme: ces langues pourraient alors dire l'impureté des bouches qui s'en nourrissent. Mais c'est peut-être ajouter de l'esprit á celui de Martial.44

Ahora bien, el vocabulario de la cocina aplicado al sexo está ampliamente documentado en latín,45 por lo que no debe sorprender que haya acá una más o menos velada referencia al sexo oral. J. N. Adams destaca que la metáfora de comer "is applied to oral acts: the sexual organ of either sex is said to be 'eaten' ".46

M. A. P. Greenwood observa que:

There are thirty-five occurrences of the word lingua in the Epigrams [of Martial]: twenty-two are of a general nature referring either literally to the tongue's various functions as part of the anatomy or speech-organ, or metaphorically to the kind of speech it conveys; seven (in five epigrams) are of a specifically sexual nature and refer explicitly to cunnilinctio (male-to-female 3.81.2; 11.25.2; 11.61.1, 10; 11.85.1) and fellatio (male-to-male 2.61.2, 7); while the remaining six examples are found in poems which involve an element of intentional ambiguity which points to sexual innuendo (2.82.1; 3.80.2; 3.84.2; 7.24.8; 9.27.14; 13.71.2).47

Resalta dos elementos surreales en el epigrama que nos ocupa: que un pájaro pueda hablar y que su severa lengua, preparada en un platillo (cortada y cocida), cuente historias. Señala además que:

Whenever lingua is used cryptically in Martial, the sous-entendu is usually obscene, and there is enough mistery in the last verse to suggest just such a reading. But gulosis is a great hint towards an interpretation of sexual depravity. For it can mean "gourmet" or "gourmand", indicating either serious connoisseurship or glutonous excess repectively. To cloud the issu, it may be ambiguous in having both meanings at the same time, as is the case in this epigram. Here its sense is initially descriptive of the bon vivant epicure, until the final question which all but confirms an unsavoury undertone. 48

Agrega: "Five of the six epigrams from the "ambiguous" category are addressed directly to named men in the vocative, and could refer either to cunnilinctio or fellatio or both",49 aunque deben exceptuarse 3, 84 (cunnilinctio) y 9, 27 (fellatio entre hombres). Y destaca: "13.71.2 is addressed generally to the reader, but the oral practices possibly implied by gulosis could again involve congress with either or both sexes".50

T. J. Leary señala que "The gulosus' liking for flamingo tongue would not survive his being identified by it as a fellator".51 Observa que en este contexto la palabra lingua

calls to mind the penis-tongue ambivalence of such poems as Mart. 11.61 [...] and 3.81 where, in his sexual encounters with the women, the eunuch Baeticus uses his tongue as a penis substitute. The flamingo's tongue has savour to the gulosus, but, the poem hints, so does the penis which it comes also to symbolise.52

Y subraya que: "the gulosus is no gourmet but a gourmand whose gluttony includes a voracious appetite for fellation".53

En nota a pie de página, Greenwood sugiere también un posible juego entre el Phoenicopteri del titulus y el verbo , castamente traducido como "avoir les mœurs obscènes des Phéniciens []"54 o "imitate the Phoenicians, of unnatural vice",55 esto es, "practicar cunnilinctio, fellatio e irrumatio", porque, como observa T. J. Leary, "the Phoenicians were commonly ascribed a fondness of oral sex".56 La sugerencia no debe ser descartada.

Aunque oculta, la palabra phoenicopterus aparece en los dos textos analizados de Marcial gracias al juego poético-etimológico que éste plantea o propone ("pone por delante"), juego que puede ser transcreado en español:

Vagatur omnis turba sordidae chortis,
argutus anser gemmeique pauones
nomenque debet quae rubentibus pinnis

Vaga toda la turba del sucio corral,
la oca de gritos agudos y los pavos reales adornados con gemas
y el ave que debe su nombre a sus flameantes plumas

Dat mihi pinna rubens nomen, sed lingua gulosis
nostra sapit. Quid si garrula lingua foret?

Me dan nombre las flameantes plumas, pero a los golosos les gusta mi lengua.
¿Qué pasaría si esta lengua mía hablara?

Si en español "flamenco" viene o puede venir de flamma, el "flamenco" es, como lo notaron Belon y Buffon para el francés, el ave de flameantes plumas, el ave de plumas que despiden flamas. Mayores problemas plantea la traducción del resto del epigrama 71 del libro XIII. Lo sabemos bien, las largas notas a pie de página contravienen a toda la literatura, pero sólo esas notas, de cuya pertinencia en este caso no hay dudas, iluminan el texto de Marcial.

 

BIBLIOGRAFÍA

Todas las traducciones, tanto de Marcial como de los demás autores clásicos citados, son nuestras.

 

Textos de Marcial

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Notas

1 "Juegos etimológicos en Eurípides".

2 Cuando este breve trabajo estaba (casi) terminado supe del artículo de Farouk Grewing "Etymologie und etymologische Wortspiele in den Epigrammen Martials", incluido en el libro Totus Notus in Orbe. Perspektiven der Martial-Interpretation (Sttutgart, Franz Steiner Verlag [Palingenesia 65], 1998), pp. 315-356, libro editado por el mismo Grewing. Infelizmente no he podido consultarlo.

3 P. Chantraine, Dictionnaire étymologique.., p. 1217 (s. v. 1 ).

4 P. Chantraine observa que el nombre "désigne, à la fois le coquillage qui donne la pourpre murex trunculus et murex brandaris, la teinture pourpre elle-même, une étoffe de pourpre. Le mot grec est probablement emprunté et le latin l'a pris au grec sous la forme purpura. Homère l'ignore parce qu'il est quasi inutilisable dans l'hexamètre dactylique. Mais il emploie couramment l'adjectif ", "A propos du nom des Phéniciens et des noms de la pourpre", p. 11.

5 El fragmento es trasmitido por Ateneo de Naucratis en El banquete de los eruditos (373 d; libro 9).

6 Así como () pasa a nombrar el flamenco, ave que posee un plumaje que va del rosado casi blanco hasta el rosado intenso, () pasa a nombrar el colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus), pájaro cuya encendida cola pardo-rojiza le ha valido también su nombre vulgar. Hesiquio de Alejandría escribe en su Léxico:, "colirrojo: tal pájaro, y el petirrojo", vol. 4, p. 252. La explicación confunde ciertamente más de lo que aclara.

7 D'A. W. Thompson, A Glossary of Greek birds, pp. 181-182 (s. v. ).

8 Nótese, sin embargo, la afirmación de P Chantraine: "Dans le grec posthomérique désigne le flamant rose", "À propos du nom des Phéniciens et des noms de la pourpre", p. 9.

9 M. Beuchot, Historia de la filosofía..,, p. 11.

10 J. L. Borges, "Historia de los ecos de un nombre": "para el pensamiento mágico, o primitivo, los nombres no son símbolos arbitrarios sino parte vital de lo que definen", Obras completas, vol. 2, p. 128.

11 V. 51: "Rus hoc uocari debet, an domus longe?", "¿Debe ser llamado esto campo, o una casa que queda lejos?"

12 M. V. Marcial, Epigramas, p. 144.

13 P. Belon, L'Histoire de la nature des oyseaux, p. 199.

14 Buffon, Œuvres complètes, tome 20, Oiseaux, pp. 529-531. En nota a pie de página (p. 531) se lee: "Pline, Apicius, Juvénal, Suétone, tous ont retenu le mot grec en y ajoutant seulement la terminaison latine phcenicopterus".

15 Buffon, Œuvres complètes, tome 20, Oiseaux, p. 531.

16 Para el ave algunas veces se usa el cultismo (la "voce dotta") fenicottero.

17 O. Bloch [et] W. von Wartburg, Dictionnaire étymologique de la langue française, p. 264 (s. v. flamant). No me ha sido posible consultar el monumental Französisches etymologisches Wörterbuch. Eine darstellung des galloromanischen sprachschatzes de W. von Wartburg.

18 F. Rabelais, Œuvres, p. 43 (Liure premier. La vie très horrificque du grand Gargantua, père de Pantagruel, Chapitre XXXVII: "Comment Gargantua, soy pignant, faisoyt tumber de ses cheueulx les boulletz dartillerye").

19 F. Rabelais, Œuvres, p. 259 (Liure quatriesme, Chapitre XLI: "Comment Pantagruel rumpit les Andouilles on genoil").

20 W. Meyer-Lübke, Romanisches etymologisches Wörterbuch, pp. 289-290 (s. v. flaming, 3349).

21 J. Corominas, Diccionario crítico etimológico.., vol. 2: Ce-F, pp. 906-907 (s. v. flamenco).

22 Don Juan Manuel, Libro del caballero et del escudero, Capítulo XLI: "Commo el cauallero aciano responde al cauallero nouel que cosa son las aves".

23 Don Juan Manuel, Libro del caballero et del escudero, Capítulo XLI: "Commo el cauallero aciano responde al cauallero nouel que cosa son las aves".

24 E. A. de Nebrija, Diccionario latino-español, folio F iii, recto, columna A (s. v. Phenicopterus). La palabra aparece después de Phoenix; con seguridad el tipógrafo se olvidó de insertar la "o" (Phoenicopterus) con la que quedarían ordenadas alfabéticamente.

25 E. A. de Nebrija, Tertia quinquagena, <http://interclassica.um.es/seneca/SigloXVI/Tertia_Quinquagena/index.html#/46/>.

26 G. Colon, "Flamenc, flamenco, fiamingo 'Phoenicopterus ruber' ", p. 326.

27 G. Colon, "Flamenc, flamenco, fiamingo 'Phoenicopterus ruber' ", p. 329.

28 G. Colon, "Flamenc, flamenco, fiamingo 'Phoenicopterus ruber' ", p. 331.

29 L. Spitzer, "Anglo-French Etymologies", p. 520.

30 G. Colon, "Flamenc, flamenco, flamingo 'Phoenicopterus ruber' ", p. 321.

31 Horacio, Arte poética 78.

32 Citado a pie de página en Buffon, Œuvres complètes, tome 20, Oiseaux, p. 531.

33 T. J. Leary, "Commentary", en Martial, Book XIII: The Xenia, p. 127.

34 M. V. Martialis Epigrammata, ad codices parisinos accurate recensita variis lectionibus, notis, veteribus et novis, graeca interdum versione, notitia literaria, et indice locupletissimo illustraverunt quinque parisiensis academiae professores, vol. 3, p. 131: "Mirum vero fortean videbitur non posuisse nomen in versu poetam et usum esse, quasi hexametri rhythmo repugnarent syllabae, ut in loco Horatii de Equotutio vel Equotutico: 'Oppidulum quod versu dicere non est'. Lib. I, sat. vi. Atqui tamen constat Phoenicopterus e longis tribus quas sequuntur duae breves. Quanquam et hac tamen passim fecit et praecipue in hujus lib. epigramm. Lxvi, cujus lemma Columbini. Optime enim versui inserendum erat vocabulum id e brevi una constans et tribus longis. Maluit tamen cum dicere teneras columbas".

35 Séneca, Epístolas morales a Lucilio 110, 12 (libro XIX): Non est autem quod te nimis laudes si contempseris aureos lectos et gemmeam supellectilem: quae est enim uirtus superuacua contemnere? Tunc te admirare cum contempseris necessaria. Non magnam rem facis quod uiuere sine regio apparatu potes, quod non desideras milliarios apros nec linguas phoenicopterorum et alia portenta luxuriae iam tota animalia fastidientis et certa membra ex singulis eligentis: tunc te admirabor si contempseris etiam sordidum panem; si tibi persuaseris herbam, ubi necesse est, non pecori tantum, sed homini nasci; si scieris cacumina arborum explementum esse uentris in quem sic pretiosa congerimus tamquam recepta seruantem. Sine fastidio implendus est: quid enim ad rem pertinet quid accipiat perditurus quicquid acceperit?

36 Suetonio, Las vidas de los doce Césares, "Vitelio" 13: Sed uel praecipue luxuriae saeuitiaque deditus epulas trifariam semper, interdum quadrifariam dispertiebat, in iantacula et prandia et cenas comissationesque, facile omnibus sufficiens uomitandi consuetudine. Indicebat autem aliud alii eadem die, nec cuiquam minus singuli apparatus quadringenis milibus nummum constiterunt. Famosissima super ceteras fuit cena data ei aduenticia a fratre, in qua duo milia lectissimorum piscium, septem auium apposita traduntur. Hanc quoque exuperauit ipse dedicatione patinae, quam ob immensam magnitudinem "clipeum Mineruae polioúxou" dictitabat. In hac scarorum iocinera, fasianarum et pauonum cerebella, linguas phoenicopterum, murenarum lactes a Parthia usque fretoque Hispanico per nauarchos ac triremes petitarum, commiscuit.

37 Escritores de la Historia Augusta, Elio Lampridio, "Antonino Heliogábalo" 20, 1-7: Senatum nonnumquam ita contempsit, ut mancipia togata appellaret, p. R. unius fundi cultorem, [s]equestrem ordinem in nullo loco habens. praefectum urbicum saepe post c[a]enam ad potandum vocabat adhibitis et praefectis praetorio, ita ut, si recusarent, magistri [ti]<offici>orum eos cogerent. voluit et per singulas urbis regiones praefectos urbi facere [et], ut essent in urbe quattuordecim. et fecisset, si vixisset, promoturus omnes turpissimos et ultim<a>e professionis homines. Hic solido argento factos habuit lectos et tricliniares et cubiculares. comedit saepius ad imitationem Apicii calcanea camelorum et cristas vivis gallinaceis demptas, linguas pavonum et lusciniarum, quod qui ederet a pestilentia tutus diceretur. exhibuit et Palatinis <patinas> ingentes extis mullorum refertas et cerebellis foenicopterum et perdicum ovis et cerebellis turdorum et capitibus psittacorum et fasianorum et pavonum. barbas sane mullorum tantas iubebat exhiberi, ut pro nasturti<i>s, apiasteris et faselaribus et f[o]eno Graeco exhiberet plenis fabatariis et discis. quod praecipue stupendum est.

38 J. André, "Introduction", en Apicus, L'Art culinaire, P. X.

39 Apicio, Sobre el arte culinaria 6, 6, 1-2: [Ius] In Fenicoptero. Fenicoterum eliberas, lauas, ornas, includis in caccabum, adicies aquam, salem, anetum et aceti modicum. Dimidia coctura alligas fasciculum porri et coriandri ut coquatur. Prope cocturam defritum mittis, coloras. Adicies in mortarium piper, cuminum, coriandrum, laseris radicem, mentam, rutam, fricabis, suffundis acetum, adicies careotam, ius de suo sibi perfundis. Reexinanies in eundem caccabum, amulo obligas. Ius perfundis et inferes. Idem facies et in psittaco. Aliter: Assas auem. Teres piper, ligusticum, apii semen, sesamum frictum, petroselinum, mentam, cepam siccam, careotam, melle, uino, liquamine, aceto, oleo et defrito temperabis.

40 Otros regalos hablan también en los Xenia: el candelabro corintio (14, 43: "Candelabrun Corinthium") y el simio (14, 202: "Simium").

41 Adviértase el cambio en el número del pronombre de primera persona: mihi (singular) y nostra (plural). El plural nostra se debe a exigencias métricas. T. J. Leary cree posible que nomen, además del sentido de "nombre", tenga también el de "fama" o "reputación" y señala: "While the flamingo's name and fame derive, as far as most people are concerned, from its red feathers, however, the gulosus is interested only in the taste of its tongue", "Commentary", en Martial, Book XIII: The Xenia, p. 128.

42 M. A. P Greenwood destaca en garrula lingua "the combination of vowels and liquids suggestive of an over-active mouth and flapping tongue", "Talking Flamingos and the Sins of the Tongue...", p. 245.

43 A. E. Housman, The Classical Papers of A. E. Housman, vol. 2, p. 738.

44 H. J. Izaac, "Appendice", en Martial, Epigrammes, Tome II, 2e partie, p. 294.

45 J. N. Adams, The Latin Sexual Vocabulary, pp. 138-141 ("Eat").

46 J. N. Adams, The Latin Sexual Vocabulary, p. 139.

47 M. A. P. Greenwood, "Talking Flamingos and the Sins of the Tongue...", pp. 241-242.

48 M. A. P. Greenwood, "Talking Flamingos and the Sins of the Tongue.", pp. 245-246.

49 M. A. P. Greenwood, "Talking Flamingos and the Sins of the Tongue...", p. 246.

50 M. A. P Greenwood, "Talking Flamingos and the Sins of the Tongue...", p. 246.

51 T. J. Leary, "Commentary", en Martial, Book XIII: The Xenia, p. 128.

52 T. J. Leary, "Commentary", en Martial, Book XIII: The Xenia, p. 128.

53 T. J. Leary, "Commentary", en Martial, Book XIII: The Xenia, pp. 128-129.

54 A. Bailly, Dictionnaire Grec-Français, p. 2090 (s. v. ).

55 H. G. Liddell and R. Scott (compiled by), Greek-English Lexikon, p. 1947 (s. v. ).

56 T. J. Leary, "Commentary", en Martial, Book XIII: The Xenia, p. 128. La etimología del adjetivo y sustantivo masculino es muy discutida. P. Chantraine escribe: "Le mot est donc soit un emprunt á une langue non-sémitique (Bonfante, Class. Phil. 36, 1941, 1-20, pense à l'illyrien à cause de la de Chaonie [?]), soit une dénomination proprement grecque. La seconde hypothèse a plus de vraisemblance et l'opinion prévaut aujourd'hui que les Phéniciens sont «les peaux rouges» ou les «basanés» (cf. 1 ); au reste, les Anciens avaient déjà pensé à cette étymologie", Dictionnaire étymologique..,, p. 1219 (s. v. 1 ). Véase también P. Chantraine, "À propos du nom des Phéniciens et des noms de la pourpre".

 

Información sobre el autor

Daniel Rinaldi, doctor en Letras (Literatura Comparada) por la Universidad Nacional Autónoma de México, es profesor de Latín Vulgar, y estudioso de Eurípides y de la reescritura de los mitos en la literatura occidental.

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