Érōs, érōtos, de la misma raíz, desconocida, que éramai, registrado en griego a partir de Homero, con escasa presencia en los poemas homéricos, y sólo en nominativo, aumenta mucho los usos en los líricos y es muy empleado por los trágicos. Eurípides lo recoge en 79 ocasiones:2 47, en obras conservadas; más 32 en fragmentos. A esas apariciones hay que añadir 6 de éros,3 con ómicron, lo que da un total de 85 secuencias del concepto, presentado con distinto vocalismo.
No me ocuparé en esta ocasión de los ejemplos donde érōs tiene el valor de “deseo”, en general, o de carácter especial, pero no relacionado ni con la pasión amorosa ni con el dios Eros. Haré, pues, una selección de los pasajes más relevantes, traducidos al español y acompañados de un comentario centrado en el sustantivo que revisamos.
1. Medea4
1.1. En el prólogo, la nodriza afirma:
Pues mi señora / Medea no habría navegado hacia las torres de la tierra yolcia, / golpeada en el corazón por amor hacia Jasón (érōti thymòn ekplageîs ’Iásonos).5
Señalaré tres elementos: 1. “Golpeada”. Que “eros golpea”, “aturde” (ekplḗssō) es una novedad euripidea; 2. el acusativo de relación (“en cuanto al corazón”), indica la parte corporal afectada por el golpe. Desde Homero el thymós es considerado el asiento de los deseos, a saber, el corazón. 3. El dativo (érōti) funciona como agente de la acción verbal, y rige además un genitivo objetivo (Iásonos), equivalente a un objeto directo: “amor hacia Jasón”, es decir, “amar a Jasón”.
1.2. En el agón retórico Medea-Jasón, éste, en su réplica, afirma entre otros puntos:
Tienes inteligencia fina, mas odioso / argumento resulta explicar que Eros te forzó / con saetas inevitables a salvar mi vida (hōs Érōs s’ēnágkase / tóxois aphýktois toumòn eksôsai démas).6
La idea de que Eros obliga (anagkázō) a una persona (Medea) a hacer algo es una expresión innovadora y única en el autor. La construcción metonímica tóxois aphýktois, innovadora también, la encontramos asimismo en Hipp., 1422 (citamos Hipólito por ed. Diggle, 1984).
1.3. El Coro, en la estrofa primera del estásimo segundo, canta así:
Los amores, cuando llegan / en demasía, ni renombre / ni virtud les aportan / a los varones (érōtes hypèr mèn ágan / elthóntes ouk eudoxían / oud’aretàn parédōkan / andrásin). Mas, si con mesura (hális) llega / Cipris, ninguna otra diosa es tan grata.7
Me limito a lo esencial: 1. Creo que “los amores” aquí son polisémicos, ya que pudieran referirse a los que diversas personas tienen, pero apuntan, en mi opinión, a los que “una”, “cierta persona” (a saber, Jasón) mantuvo por Medea, mirando al pasado, y, en la actualidad, manifiesta por la joven princesa hija de Creonte; 2. la imagen de que esos amores “llegan” a alguien (hyper… elthóntes. Adviértase la tmesis del preverbio hyper-) contribuye a darle cierta apariencia humana a la figura divina. Nótense los recursos morfológicos y sintácticos del trágico para subrayar la idea del exceso: el preverbio hyper- y el adverbio ágan. Esa insistencia contrasta, en seguida, con la posibilidad de que Cipris llegue con mesura (hális); 3. anḗr, en Medea, equivale a “varón”, por oposición a las mujeres (las corintias integrantes del Coro).
1.4. Egeo, rey de Atenas, habla con la heroína, la cual, entre otros detalles, le cuenta la ofensa que le estaba haciendo su esposo (Jasón). Ciñéndonos a la pregunta del ateniense sobre el motivo del deshonor, leemos el siguiente diálogo:
Egeo: ¿Acaso por haberse enamorado (erastheís) o por aversión a tu lecho (ḕ sòn echthaírōn léchos)?
Medea: Al menos con un gran amor. No resultó fiel a sus seres queridos (mégan g’érōta. pistòs ouk éphy phílois).8
Egeo deduce rápidamente que la situación podía deberse a dos razones: a que Jasón se había enamorado de otra, o a que odiaba el lecho (es decir, la relación conyugal) de su esposa. A su vez, mégan g’érōta entiéndase como acusativo interno etimológico dependiente de erastheís.9
1.5. En el estásimo tercero, el Coro alude a cómo Cipris sopla hacia el Ática las suaves brisas de los vientos:
Llevando siempre / en sus cabellos fragante corona de flores de rosa, / junto a Sabiduría envía a los Amores que se sientan a su lado, (tâi Sophíai parédrous pémpein Érōtas) / de toda virtud colaboradores (pantoías aretâs xynergoús).10
Los Amores tienen el asiento junto a la Sabiduría,11 cuya actividad comparten en todo. Se trata de una personificación singular de las diferentes manifestaciones del saber: poesía, música, tragedia, historia, etcétera. Eros aparece aquí con un sentido no erótico, pues carece de las notas habituales referentes a la pasión sexual. Obsérvese que los Amores son varios, sin precisar el número.
2. Hipólito12 (el tema esencial de la pieza es el llamado motivo de Putifar)13
Es la tragedia que contiene mayor número (18) de apariciones del término estudiado, el cual o tiene sentido erótico o se refiere al dios pertinente. Me detendré en esta pieza de manera especial.
2.1. En el prólogo, Afrodita cuenta dónde, por su propia voluntad, surgió la pasión erótica de Fedra hacia Hipólito, su hijastro, hijo de Teseo, su esposo:
Tras verlo, Fedra fue apresada (katéscheto) en su corazón (kardían) / por amor terrible (érōti deinôi), según mis designios (bouleúmasin).14
Señalaré cinco puntos: 1. Dentro del prólogo, aparece cuatro veces el término que estudiamos.15 No es ningún hecho fortuito, pues resulta ser el concepto esencial en que se apoya toda la trama trágica. Además sirve para explicar la oposición frontal entre esta diosa y Ártemis, la casta, protectora de Hipólito, quien le rinde culto especial. 2. “En su corazón” (kardían) es la traducción de un acusativo de relación: “en cuanto al corazón”. Desde los poemas homéricos kardía designa al “corazón”, pero también al “asiento de los pensamientos”. 3. Deinós (relacionado con deídō, “temer”) amplía su espectro semántico desde Homero (“terrible”, “espantoso”) para significar, ya en el siglo V, “poderoso”, “extraordinario”, “elocuente”; 4. la estrecha asociación de “Cipris” con boúleuma (“designio”, “decisión”) la vemos asimismo en Sófocles (Fr. 941.17, Radt); 5. el texto trágico no indica expresamente dónde se enamoró Fedra de Hipólito, pero sí señala que fue cuando el héroe había ido a presenciar los misterios y a iniciarse en ellos, lo cual ha de referirse a Eleusis, lugar donde los cultos mistéricos se celebraban cada año.
2.2. La diosa agrega lo siguiente:
Y antes de volver a esta tierra trocenia, / junto a la misma roca de Palas,16 visible / desde esta tierra, un templo de Cipris fundó, / tras concebir, al enamorarse, un amor extranjero (erôs’érōta ékdēmon), y, en lo sucesivo, / (sc. las gentes) nombrarán (onomásousin) a la diosa por haber sido fundado en honor de Hipólito.17
Realizaré varias observaciones: 1. Trocén (o Trecén) era el territorio y la ciudad en la cual había reinado Piteo, abuelo de Teseo y todavía vivo, enfrente de las tierras áticas; el templo fundado por Fedra se alzaba en la Acrópolis ateniense, desde la cual, con tiempo bueno, podía divisarse la costa trocenia, donde entonces estaba viviendo Teseo18 con Fedra; 2. en érōta ékdēmon, acusativo interno etimológico, ékdēmon designa a alguien o algo que está en territorio extranjero o ajeno al propio. Parece referirse a Hipólito, el cual, por ser trocenio, se encontraba en territorio ajeno, el de Eleusis,19 cuando Fedra lo vio. Puede inferirse que la reina se enamoró de su hijastro cuando ella vivía en Atenas. La tragedia guarda silencio, pero todo apunta a que cuando Teseo tuvo que vivir en Trocén durante un año, precisamente entonces, dentro de ese espacio temporal, la reina había mantenido en silencio el gran amor que había concebido en tiempo pasado, pero que, ahora, se había recrudecido al ver de nuevo a Hipólito, quien vivía con su bisabuelo en el palacio de éste. Y cabe deducir que en la mansión de Piteo, ahora de Teseo, vivían también éste y Fedra durante el año en que el monarca había estado exiliado allí.
2.3-4. La divinidad continúa exponiendo sus razones sobre lo que le estaba ocurriendo a la reina:
Ahora ya, gimiendo y herida / por aguijones del amor (sténousa kakpeplēgménē / kéntrois érōtos), la desdichada fenece / en silencio (sigêi), y ningún servidor conoce su afección (nóson).20 / Mas este amor (tónd’érōta) no ha de caer de ese modo (taútēi… peseîn) / y le mostraré la realidad a Teseo y se verá con claridad.21
Haré algunas indicaciones: 1. Nótese la repetición del término érōtos… érōta, el concepto capital para entender la marcha de la obra; 2. Fedra, mencionada por su propio nombre en el v. 27, muestra, en palabras de la diosa, algunos indicadores de la pasión erótica; 3. obsérvese “gemir” (sténousa) en la cercanía del sustantivo que revisamos; 4. sobre la relación del verbo “golpear”, “aturdir” (ekplḗssō) con el amor, ya vista, tenemos ahora una variación sintáctica, pues kéntrois érōtos, un dativo instrumental, funciona como agente del participio pasivo. Es nuestro trágico el primero en recurrir a una metáfora de rara presencia en la literatura posterior. La imagen aparece ya en Esquilo y Simónides, donde se habla del oîstros, “aguijón”. 5. Innovación euripidea es también la imagen de “morir en silencio”. Es importante en el pasaje la afirmación de la propia divinidad en cuanto a que Fedra se estaba muriendo antes de que ésta aparezca en escena, pues es una señal muy relevante para los espectadores sobre la gravedad de la afección que padece la reina. 6. La imagen de la pasión erótica como “enfermedad” (nósos) la hallamos por primera vez en Sófocles (Tr., 489-491, Radt);22 7. la relación de érōs con la noción de “caer” es importante en Eurípides. El trágico es también el primero que vincula a “eros” con la noción de “volar” (potéomai): Hel., 667.
2.5. Dentro del episodio primero,23 Fedra les dice a las mujeres trocenias del Coro:
Cuando el amor me hirió (m’érōs étrōsen), miraba cómo / lo soportaría del mejor modo. Comencé por esto: / callar y ocultar esta enfermedad (sigân tḕnde kaì krýptein nóson).24
Hay dos elementos esenciales: 1. La imagen de que el amor hiere. Precisamente, el verbo (titrṓskō) contiene la idea de “perforar”, “herir profundamente”, o “de parte a parte”. Desde Esquilo contamos con un buen precedente literario, correspondiente a las Danaides (Fr. 44.1-2, Radt). 2. Con respecto a “callar y ocultar esta enfermedad”, existen dos curiosos textos tardíos: en el médico Areteo (CD, 1, 1, 2) y en Luciano (Syr.D., 22).
2.6. Fedra ha manifestado ya su amor, y, además, ha precisado quién es la persona a la que ama: el hijo de la Amazona,25 cuyo antropónimo verdadero, Hipólito, lo pronuncia la nodriza. Ésta, muy preocupada hasta entonces por el estado físico de su señora, pero conocedora, ahora, de la afección que aqueja a la misma, trata de darle ánimo:
Estás enamorada (erâis) -¿qué tiene eso de extraño?-, al mismo tiempo que muchos mortales. / Y, entonces, ¿por un amor (érōtos hoúneka) aniquilarás tu vida? / No les interesa, entonces, ni a los enamorados (toîs erôsi) de sus vecinos, / ni a los futuros, si es que resulta preciso que mueran […].26
Es relevante que en tres versos seguidos (439-441) haya sendos vocablos relacionados con el concepto estudiado: verbo-sustantivo-verbo, subrayados en el texto que damos. Es un amontonamiento léxico usado por la nodriza con el fin de convencer a Fedra de que no le está ocurriendo nada raro. Conviene decir que la forma erâis (2ª p. sg., presente ind. de eráō, “desear vivamente”> “amar”), registrada sólo 12 veces en griego, consta 7 veces en nuestro trágico, y exactamente 2 en Hipólito (también en v. 350), en la única pieza donde tiene que ver con el amor. Que en ambos casos se haga una pregunta (en las dos secuencias formulada por la nodriza) es revelador de la extraordinaria importancia que esa interrogación y la respuesta consiguiente tenían para el público espectador.
2.7. En apoyo de sus argumentos la nodriza recurre al ejemplo de Zeus-Sémele, la cita alude a Céfalo-Eos y sigue diciendo:
y saben que en otro tiempo arrebató / a Céfalo hasta llegar a los dioses la de hermosa claridad, Eos, / por causa del amor (érōtos hoúneka).27
Veamos lo esencial: 1. Se comenta que Eos28 (la Aurora latina) consigue raptar y llevarse a un mortal hasta el Olimpo, es decir, hasta la presencia de los dioses (eis theoús); 2. una innovación euripidea es el adjetivo kalliphengḗs, “de hermosa claridad”, utilizado nada más tres veces en el trágico; 3. la expresión preposicional érōtos hoúneka/héneka, con anástrofe, la leemos aquí por primera vez. Sólo la ofrecerá el escolio pertinente.
2.8. Fedra le pide a la nodriza que no siga con sus palabras, hábiles pero infames:
Que tengo bien roturada / el alma por obra del amor (hypeírgasmai… phychḕn érōti), y, si mencionas de modo hermoso lo deshonesto, / me consumiré cayendo en lo que ahora rehúyo.29
Destacaré dos elementos: 1. La hermosa metáfora agrícola indica los sucesivos ataques del amor, pues apunta al hecho de que la antagonista está bien arada en el alma (acusativo de relación). El amor (dativo instrumental con función de agente de la acción verbal) es propiamente quien ha llevado a cabo toda la labor. El uso de hypergázomai, “preparar para la siembra”, “roturar”, es otra innovación euripidea; 2. la relación íntima entre “alma”-“amor” es una innovación sofoclea, seguida de varios ejemplos de nuestro trágico.
2.9. La nodriza vuelve a la carga, conoce medios, no ignominiosos, para que Fedra pueda librarse de su afección:
Tengo en palacio filtros que hechizan / el amor (phíltra moi thelktḗria / érōtos), y me han venido hace poco dentro de mi razón, / los cuales, ni con actos deshonrosos ni con daño a tu mente, / harán cesar esta enfermedad (paúsei nósou têsde), si no te vuelves cobarde.30
Señalaré los puntos relevantes: 1. La primera correlación entre “filtros”-“amor” la tenemos aquí; 2. el término phíltron (de la misma raíz que philéō: “instrumento de amor”, “medio para conseguir el amor”, “bebedizo”, “pócima”)31 conocido por Esquilo, Sófocles y Píndaro goza de notable importancia en Eurípides (16); 3. con respecto al adjetivo thelktḗrios, los primeros usos están en Homero, Esquilo y Eurípides. El término, “hechizadores del amor”, tiene dos sentidos posibles:32 hechizar el esperable amor de Hipólito, para provocarlo, o engañar el real, el que sentía Fedra, para eliminarlo. 4. La imagen de “hacer cesar una enfermedad” está registrada, como primeros casos, en Sófocles, Heródoto y Eurípides; posteriormente es común, por ejemplo en los tratados médicos hipocráticos.
2.10-13. En el estásimo primero, el Coro, una vez que la nodriza se ha marchado, canta el extraordinario poder de Eros y la destrucción que puede causar:
¡Eros, Eros, que por los ojos / instilas deseo (kat’ommátōn / stázeis póthon), llevando dulce / gozo al alma de los que asedias! / ¡Nunca te me aparezcas con desgracia / ni me vengas sin medida! / Que ni el dardo de fuego ni el de las estrellas es tan intenso / como el de Afrodita que lanza desde sus manos / Eros, el hijo de Zeus (híēsin ek cherôn / Érōs ho Diòs paîs).
En vano, en vano, junto al Alfeo / y en la mansión pítica de Febo, / el sacrificio bovino la tierra Hélade lo aumenta, / mas a Eros, el tirano de los hombres (tòn týrannon andrôn), / el clavero (kleidoûchos) / del gratísimo tálamo de Afrodita, no lo veneramos, / al que destruye a los mortales y les lanza toda desgracia, / cuando llega.33
Me ceñiré a lo esencial: 1. La repetición del nombre del dios permite considerar este estásimo como un himno34 en honor de Eros; 2. la deidad introduce el deseo (póthon) en los ojos, poniéndolo gota a gota (stázeis) y haciendo que entre en ellos desde arriba hacia abajo (kat’ommátōn). Que el póthos se manifiesta en los ojos ya lo leemos en Esquilo y Sófocles, pero la idea de “instilarlo” allí, “ponerlo gota a gota”, es una innovación. 3. El calificativo “sin medida” (árrythmos) es otra novedad léxica; 4. del dardo (bélos) de Afrodita tenemos noticias previas en Píndaro y en la Medea euripidea (Med., 632-634), pero, tanto aquí como en IA, 548-549, es Eros el autor de los disparos: aquí, precisamente, los lanza desde las manos. 5. Eros es presentado en el pasaje como “hijo de Zeus”, verdadera innovación en la genealogía de la divinidad: para Hesíodo, había nacido de Caos y Gea; según algún relato órfico, salió del huevo puesto por Noche; Safo lo tenía quizá por hijo de Úrano y Gea, y Semónides, de Afrodita y Ares. La posición del dios al final de la estrofa es relevante. El lector observará que el nombre de Eros aparece como primera palabra en el primero y último verso de la primera estrofa, lugares muy enfáticos. 6. Entiéndase týrannos como “señor absoluto”, “dueño”, “déspota”. El sustantivo es conocido desde el siglo VII a. C. Los trágicos lo usan bastante. Ahora bien, con este calificativo es la primera vez que vemos a Eros en la literatura griega, precisado con el genitivo partitivo andrôn, “de los hombres”, es decir, la indicación expresa de los seres a los que domina; 7. Clavero (kleidoûchos) está acreditado desde Foronis y Esquilo. Eurípides lo ofrece en tres ocasiones. Punto muy relevante es aludir a Eros como el encargado de las llaves del dormitorio, la alcoba, de Afrodita; otra innovación relevante es la alusión a ese lugar tan especial. 8. “No lo veneramos” (sebízomen). La relación estrecha entre Eros y este verbo es única en la literatura griega. Sabemos que existía un culto antiguo en honor de esa divinidad en Tespias (Beocia), y que en el s. V a. C. había un santuario en honor de Afrodita y Eros en la falda norte de la Acrópolis ateniense.35 La consideración expresa de Eros como “dios” (theón) la leemos en griego a partir de Parménides y Sófocles; en tercer lugar, Eurípides. En el s. IV a. C., destaca Platón. 9. “Que destruye a los mortales”. Un escolio explica con acierto, a mi entender, “que nos destruye con los amores (toîs érōsi)”.
2.14. Al final del segundo episodio, Fedra pronuncia las siguientes palabras:
Por amargo amor seré vencida (pikroû érōtos hēssēthḗsomai). / Mas mal para otro resultaré / tras morir, para que con mis males sepa / no ser ufano (hypsēlòs eînai). Y compartiendo esta enfermedad (nósou) / en común conmigo aprenderá a ser prudente (sōphroneîn) […].36
Hablaré de varios elementos interesantes: 1. En el s. VII a. C., Safo llama “dulce-amargo” (glykýprikos: Sapph., 130.2, Lobel-Page), al ser no expresado, Eros, el cual es calificado directamente de pikrós, “amargo”, a partir de Teognis (Thgn., 1352-1353, Young), y, luego, en nuestro pasaje; 2. la imagen metafórica de “ser vencido/a” por el amor es otra innovación; 3. en el adjetivo hypsēlós cabe destacar aquí el matiz peyorativo de “ufano”, “jactancioso”, “orgulloso”. La soberbia es rasgo definidor de Hipólito, insolencia que a la larga le causará ser aniquilado por obra de Afrodita. El adjetivo hypsēlós es bastante utilizado en Homero y los líricos (“alto”, “elevado”, “grandioso”, “potente”, con intención positiva), pero desde Sófocles y a partir de este texto euripideo tenemos un valor negativo respecto al comportamiento: “orgulloso”, “prepotente”; 4. con la expresión “compartiendo esta enfermedad” entiéndanse los efectos nocivos, patológicos, generados por la pasión erótica; en ella, por exceso, y en él, por defecto, por su castidad mantenida a toda costa; 5. el verbo sōphronéō (lo mismo le ocurre al adjetivo correspondiente, sṓphrōn, y al sustantivo sōphrosýnē) adquiere un matiz especial en esta tragedia, pues si el significado general es “ser prudente”, “ser moderado”, aquí tiene el sentido de “ser casto”, mantener la pureza en el terreno sexual.37
2.15-16. Tras la salida de Fedra, el Coro, en la antístrofa del estásimo segundo, canta cómo su señora concibió, por obra de Afrodita, el amor que la llevaría a la muerte, a saber, ahorcándose en la alcoba matrimonial:
Por ello, con terrible enfermedad (deinâi… nósōi) / de amores no santos obra de Afrodita (ouch hosíōn erótōn… Aphrodítas), / (sc. mi señora) vio roto su corazón (phrénas… kateklásthē). / […] Prefiriendo ilustre fama (eúdoxon… phéman) / y apartando del corazón (apal- / lássousá t’… phrenôn) su doloroso amor (algeinòn… érōta).38
He aquí los elementos más conspicuos: 1. “Terrible enfermedad” se halla, por primera vez, en Sófocles, referido a Heracles (Tr., 980-981); después en el pasaje que estamos viendo; 2. “de amores impíos” (literalmente, “no santos”) es un genitivo apositivo o explicativo dependiente de “enfermedad”, es decir, equivalente a “enfermedad que consiste en amores impíos”. El adjetivo hósios alude a lo que les está permitido, o recomendado, a los hombres por los dioses: “santo”, “piadoso”, “lícito”. 3. A su vez, traduje como “obra de Afrodita” el simple genitivo Aphrodítas, pues funciona, a mi entender, como genitivo de autor, el que indica quién realiza la acción apuntada en el concepto regido: “amores causados por Afrodita”. Eurípides es el primero en recurrir a esa distribución sintáctica, bastante rara; 4. “romperse el corazón”. El giro sintáctico (con el verbo katakláō y acusativo de relación phrénas) es tan raro que constituye un verdadero hápax en griego. Por su lado phrḗn (plural phrénes), muy usado desde Homero, poco en los líricos, es bien conocido por los trágicos y preferido en lugar de kardía. Para el hombre homérico las phrénes equivalen al “corazón”, pero también al “lugar de los pensamientos”. 5. La “ilustre fama”. La phḗmē es desde los poemas homéricos “lo que dicen”, “lo que se cuenta”. De ahí pasó a referirse a lo que se afirma sobre una persona concreta, a saber, su “fama”. En el texto examinado dicho sustantivo aparece con eúdoxon, “de buena opinión”, “famosa”, “ilustre”. La pareja constituye otro hápax léxico en griego; 6. “apartar de su corazón”: el genitivo de plural phrenôn apunta a la separación o alejamiento propio de la noción verbal (apallássousa). Por otro lado, que eros se asienta en las phrénes es una idea que está ya en Homero y Píndaro. 7. “Doloroso amor” constituye otro par léxico innovador, que sólo siglos más tarde volverá a ser registrado.
2.17. El estásimo cuarto es un himno en honor de Afrodita, y en él Eros ocupa un lugar muy relevante:
Tú el inflexible corazón (ákampton phréna) de dioses y mortales conduces (ágeis), / Cipris, atacándolo (amphibalṑn) al mismo tiempo / en derredor el alado variopinto (ho poikilópteros) / con velocísimas alas (ōkytátōi pterôi). / Vuela (potâtai) por la tierra y hacia el resonante / mar salado, / y encanta (thélgei) Eros a quien en su delirante corazón (mainoménai kradíai) / asalta (ephormásēi) alado de áureos reflejos (ptanòs xrysophaḗs): / la naturaleza de retoños montaraces y marinos, / y a cuantos la tierra nutre / y a los que el llameante sol contempla, / y también a los hombres (ándras). Sobre todos éstos poder soberano, / Cipris, tú sola posees.39
De mi interés son: 1. En los primeros tres versos, la imagen de la caza: la diosa impulsa, arrea (ágeis. Uno de los sentidos de ágō es arrear animales que van caminando por delante de quien los dirige a alguna parte). Nótese la referencia al corazón (aquí phréna) que no cede (ákampton, propiamente, “que no se dobla”, o “doblega”), es decir, el de los dioses y hombres que no se rinden ante las exigencias de la diosa del amor. La expresión es única en la literatura griega; 2. mientras Cipris conduce esos corazones, Eros los está asediando con sus vuelos rapidísimos. En el participio amphibalṓn40 está el sentido de echar la red en torno a algo o alguien. Por otro lado, en sólo seis versos (1270-1275) se insiste cuatro veces en la condición de alado, dotado de alas, propia de Eros (poikilópteros-pterôi-potâtai-ptanós). El primer adjetivo, nada más registrado en tres ocasiones dentro de la literatura griega, es aquí innovador al atribuirse al dios, a saber, que tiene alas de varios colores; 3. advertimos que el movimiento de Eros por el aire se dirige hacia tierra, dos de los elementos esenciales entre los Presocráticos; 4. aunque pterón, “ala”, es bien conocido desde Homero, la pareja léxica en que aparece junto a “rápida” es innovadora; 5. la relación léxica Eros-“encantar” (thélgō) aparece en primer lugar en Sófocles (Tr., 354-355), y, luego, en este texto euripideo; 6. el dios encanta al animal o a la persona a la que haya asaltado en su corazón enloquecido (mainoménai kradíai); 7. hay aquí dos elementos dignos de subrayar. En primer lugar, la divinidad “encanta”, “engaña”. Desde Homero, el verbo thélgō tiene esos valores: en Hom., Od., 12, 40 y 44, se dice de las Sirenas que seducían con sus cantos a los que navegaban cerca de ellas, y que, si aproximaban su navío, se condenaban a una muerte segura. En segundo lugar es cierto que el dios asalta, pero a quien tiene su corazón enloquecido, es decir, poseído o dominado por la manía, la locura. 8. Es única en griego la pareja ptanòs xrysophaḗs. El adjetivo ptanós, “alado”, “dotado de alas”, aquí sustantivado, lo presentan, primero, los tres trágicos. El nuestro, con veinte ejemplos, tiene cierta predilección por este adjetivo. En cuanto a xrysophaḗs, “de áurea luz”, “resplandor”, Eurípides es el segundo autor en utilizarlo, pues en fecha anterior solamente lo leemos en un fragmento lesbio de autor incierto; 9. el lector reparará en los objetos directos abarcados por el asalto de Eros: todos los animales de montaña y los marinos, y todos cuantos alimenta la tierra y a los que contempla el sol, y a los hombres. En otras palabras, se alude a todos los seres animados. Los hombres (ándras en el texto; con valor general: “los seres humanos”), aquí los últimos, ocupan lugar enfático. Es mención única también la pareja ephormáō-phýsis. Véase la construcción de phýsin más genitivo (phýsin… skýmnōn), donde éste podría entenderse como explicativo o epexegético: “naturaleza que consiste en los retoños…”. 10. Quien lea el himno a Eros presentado por Sófocles en Antígona (781-800) observará algunas coincidencias en varios motivos: el dios va y viene sobre el mar y por agrestes moradas; no se le escapa ningún dios ni hombre; el que lo tiene, enloquece.
2.18. En el episodio quinto, Ártemis, la divinidad protectora de Hipólito, afirma lo siguiente:
Y, no, por caer carente de nombre, / Eros, el de Fedra hacia ti, quedará en silencio (kouk anṓnymos pesṑn / érōs ho Phaídras eís se sigēthḗsetai).41
Haré algunas observaciones: 1. Es una innovación lo de caer sin nombre (anṓnymos), es decir, de modo anónimo; 2. la imagen de Eros que cae en algún sitio o sobre alguien la hallamos ya en Sófocles (Ant., 782); 3. “Eros, el de Fedra”, es una libertad sintáctica en virtud de la cual el poeta retrasa el artículo determinador de algún sustantivo relevante y lo pone a continuación con un genitivo íntimamente ligado al sustantivo anterior; 4. Halleran, en Hippolytos, 1995, p. 266, observa que el adjetivo anṓnymos corresponde al término avanzado en el v. 1 por la propia Afrodita, cuando habla de sí misma como divinidad importante y no “carente de nombre”, y de inmediato afirma que se llama Cipris. Nótese que el mismo concepto se dice allí de la diosa y ahora aquí de Eros. El léxico, pues, une también inextricablemente a ambas divinidades. 5. Considérese Phaídras como genitivo subjetivo, equivalente a “Eros, el que experimenta Fedra”; 6. repárese en la construcción preposicional eís se, “hacia ti”, acusativo de dirección. Es otra innovación sintáctica euripidea.
3. Troyanas42
3.1. En el episodio primero, dialogan Taltibio, heraldo de los aqueos, y Hécuba. Ésta pregunta sobre el destino que le había sido impuesto a Casandra; aquél, que había afirmado que Agamenón se la había reservado para él, contesta:
Eros por la joven de furor divino lo asaeteó (érōs etóxeus’autòn enthéou kórēs).43
Hay varios elementos relevantes: 1. La pareja érōs-toxeúō (este verbo significa “disparar el arco”) es una innovación literaria, recogida en la literatura posterior; 2. entiéndase el genitivo enthéou kórēs como objetivo, dependiente del sustantivo estudiado y equivalente en el plano funcional a un complemento directo. La pareja léxica éntheos kórē es una primicia euripidea; tanto aquí como en El., 1032, apunta a Casandra, por su relación estrecha con Apolo.
3.2-3. En el estásimo segundo, el Coro se ocupa del tema troyano, y, dentro del mismo, se detiene, de modo velado, en la relación de Eros con el Juicio de Paris:
¡Eros, Eros, que a los palacios dardáneos44viniste un día, / atendiendo a las uránidas!45/ ¡Cómo en otro tiempo ensalzaste en alto modo a Troya, / al establecer lazo familiar46con dioses!47
Es una novedad literaria adjudicar a Eros la intervención en el Juicio de Paris, así como haber facilitado la unión de dos dioses con dos troyanos ilustres (a saber, Zeus con Ganimedes; Eos, con Titono). El Coro lo expresa de forma casi enigmática, difícil de entender.48
4. Helena49
En el episodio segundo, dentro de un diálogo entre Helena y Menelao, la primera, como éste le pidiera que le contara desgracias pasadas, habla con él en versos líricos:
Helena: Sin que hacia el lecho de un joven bárbaro / volara el remo (petoménas kṓpas) ni volara / el deseo de boda ilícita (petoménou d’érō- / tos adíkōn gámōn) […]
Menelao: ¿Qué divinidad o destino te arrebata de tu patria?
Helena: […] el nacido de Zeus, el hijo de Zeus, ¡oh esposo!, <y de Maya> / me condujo dejándome en el Nilo.50
Hay dos metáforas seguidas: una el vuelo del remo y otra el vuelo del deseo erótico, acompañadas de la repetición del participio peto-… peto-. A su vez, esa iteración fónica subraya la rapidez de los remos y la ligereza del deseo. Cabe aceptar que érōtos sea simplemente el “deseo”, mas existen dos elementos que nos inclinan a pensar en el sentido erótico que analizamos: 1. Llevar el genitivo objetivo “bodas ilícitas” (gámos es un término polisémico que significa tanto “boda” como “unión sexual”). La referencia a “ilícitas”, “ilegales”, debe entenderse en la idea de que se alude a una mujer casada y con una hija, pero que (según varios relatos míticos) se había marchado a vivir con un joven soltero (Paris). Por lo demás, la concordancia ádikos-gámos es una innovación euripidea. 2. “Volar” es una capacidad propia de Eros, y, aunque se podría también aplicar al deseo, la asociación del dios con esa virtud de marchar por los aires sería fácil de captar para el espectador medio.
5. Ifigenia en Áulide51
5.1. El Coro elogia la moderación en el amor, para censurar en el epodo, el conflicto generado por el comportamiento de Paris y Helena:
Felices los que, siendo la divinidad mesurada (metrías theoû), / con castidad (sōphrosýnas) participan / de las uniones de Afrodita, / gozando con calma de sus enloquecidos aguijones, cuando ya / Eros de áurea cabellera (chrysokómas Érōs) tiende / sus arcos dobles de gracias (dídym’… tox’ enteínetai charítōn): / uno, con destino feliz, / el otro, con perturbación de la vida. / Rechazo éste de mi / tálamo, oh Cipris bellísima, y sea moderado (metría) / mi deleite y santos mis deseos y / participe de Afrodita, / mas rechace a la excesiva (pollán).52
Veamos: 1. La presencia de Eros de áurea cabellera (chrysokómas) está ya en Anacreonte (Fr. 13.2, Page). El calificativo lo utiliza otra vez nuestro trágico para referirse a Apolo (Tr., 254). Dicho adjetivo lo hallamos aplicado a otras divinidades desde Hesíodo, Alcmán, Píndaro, etcétera; 2. es la primera ocasión en que tenemos el triple juego léxico Érōs-enteínō-tóxon. Esquilo (Fr. 83.4, Radt) es el primero en relacionar estrechamente enteínō-tóxon y, luego, viene nuestro trágico. 3. La relación dídymon-tóxon, “doble”-“arco”, innovación de Eurípides, el único que la registra, la citará dos veces Ateneo (13, 562e; además, en la Epit., 2, 2, 104, 16); 4. respecto al genitivo charítōn, dependiente de tóxa, cabe traducirlo como explicativo o epexegético: “arcos que son gracias”. Sólo aquí contamos con esa relación sintáctica y léxica. 5. Fuera de lo concerniente a eros, conviene reparar en la insistencia de la “moderación”, “mesura”, tanto de Afrodita como del deseo (sc. sexual), manifestada por el Coro (metría… metría), así como la invocación de éste para que la diosa no sea excesiva (pollá, con vocalismo dórico).
5.2-3. En ese mismo estásimo, dentro del epodo, el Coro alude a Paris, el juicio y su encuentro con Helena en la Hélade:53
Vacas de buenas ubres se nutrían, / y a ti te enloqueció54el juicio de las diosas, /que te envía a la Hélade. / Ante el trono55/ de adornos marfileños, deteniéndote, / en los ojos de Helena que de frente te miraban (Helénas / en antōpoîs blephárois) / amor diste (érōta t’édōkas) y por amor / tú mismo fuiste perturbado (érōtí t’ /autòs eptoḗthēs).56
Me limito a lo relativo al Amor: 1. En la frase “en los ojos de Helena que de frente te miraban”, el adjetivo antōpós, primicia euripidea, equivale etimológicamente a “que está enfrente del ojo”. Más relevante es la precisión de que Paris da amor “en los ojos”, es decir, dejándolo caer en los ojos de Helena. 2. “Amor diste” es otra imagen innovadora; 3. la combinación léxica “amor”-ptoéō/ptoiéō (aquí, en pasiva, “ser perturbado”, “ser agitado”, “ser conmocionado”) es otra innovación euripidea.
6. Bacantes57
En el estásimo primero el Coro manifiesta sus deseos de escapar a tierras donde el culto dionisiaco no estuviera reprimido. En cuatro versos se expresa del siguiente modo:
¡Ojalá llegara a Chipre, / isla de Afrodita, / donde hechizadores del corazón / de los mortales habitan los Amores (hoi thelxíphrones némon- / tai thanatoîsi Érōtes)! […]58
Veamos dos puntos: 1. El adjetivo thelxíphrones sólo aquí califica a los Amores. El término, no comentado por ningún léxico griego antiguo, es un compuesto de rección en que el primer elemento rige al segundo: equivale a “que encantan los corazones”; 2. algunos explican que thanatoîsi va ligado a thelxíphrones. Puede tratarse de un dativo propio que señalaría a las personas que poseen esos corazones, es decir, los mortales (“corazones de los mortales”), pero también cabría entenderlo como dativo de interés: “corazones en provecho de los mortales”.
7. Fragmentos
Los fragmentos proporcionan 32 ejemplos. La disposición aquí será alfabética, tal como la ofrecen Kannicht 2004 y Jouan-van Looy (en cuatro volúmenes: 1998, 2000, 2002 y 2003), ciñéndome a los aspectos esenciales para nuestro objetivo.59
7.1. Andrómeda60
7.1.1. Perseo, antes de marcharse a combatir contra el monstruo marino que amenazaba con devorar a la encadenada Andrómeda, suplica a Eros que le ayude en su empresa:
Y tú, oh tirano de dioses y de hombres (týranne theôn te kanthrṓpōn), Eros, / o no enseñes (mḕ dídaske) a que los seres hermosos se muestren hermosos, / o a los amantes (toîs erôsin) de que tú eres artesano (dēmiourgós), / mientras sufren sus sufrimientos, ayúdales con buena fortuna, / y haciendo eso serás venerado (tímios) entre los mortales, / mas, de no hacerlo, por la misma acción de enseñarles a amar (toû didáskesthai phileîn) / serás privado de las gracias (cháritas) con que te honran (timôsí se).61
Hay varios elementos relevantes: 1. Ya hemos visto la imagen de Eros como tirano de los hombres, pero aquí el dominio absoluto de la divinidad abarca también a los dioses; 2. “no enseñes”. En la pareja léxica “amor”-“enseñar” (didáskein), es la primera vez que eros es sujeto de la educación impartida. La imagen de amor “enseñando” tuvo éxito posteriormente en poetas y prosistas. Por su lado, la concepción de Eros como dēmiourgós, “artesano”, aparece aquí primero. 3. Tímios, adjetivo conocido desde Homero, Hesíodo, los líricos, etcétera, alude a la persona que ha recibido su honra, la timḗ, a saber, el aprecio que merece a ojos de los demás. Es innovadora la aparición junto a Eros; 4. otra idea novedosa es la de enseñar a amar (philéō entra aquí en el terreno de la pasión erótica).
7.1.2. Sobre el fragmento siguiente no hay seguridad ni acerca de si es auténtico o espurio, ni respecto a su distribución dentro de la pieza:
Tenemos amor peligroso (érōta deinón), y de mis argumentos / selecciona lo mejor. Que asunto infiel (hōs ápiston est’erōs) es amor / y en el lugar peor de nuestro corazón (phrenôn) suele habitar (oikeîn phileî).62
Haré algunas observaciones: 1. A pesar de nuestra traducción, el término deinón puede estar sustantivado: “amor como algo peligroso”; 2. algo después, no cabe duda de que ápiston está sustantivado y de que funciona como predicativo de nuestro sustantivo; 3. sobre las phrénes ya hemos tratado; 4. otra innovación euripidea es ocuparse del lugar donde eros suele habitar (es decir, tener su domicilio habitual, su oîkos). Vemos algún reflejo en Platón (R., 573d: a tenor de este pasaje, Eros habitaría en las fiestas, gozos, cortesanas y otros asuntos de ese jaez).
7.2. Antígona63
7.2.1. En el agón entre Creonte y Hemón, su hijo, éste pronunciaría las siguientes palabras:
Yo amaba (ḗrōn). El enloquecer (tò maínesthai) era, pues, amor para los mortales (érōs brotoîs).64
Señalaré varios detalles: 1. La presencia del verbo eráō/eráomai, “amar”, “enamorarse”, se localiza en un contexto próximo a nuestro sustantivo. Dicho verbo, conocido desde Hesíodo y los líricos, es frecuente en los trágicos y Heródoto; 2. la relación entre el verbo maínō, “enloquecer”, y érōs es una innovación euripidea; 3. la interdependencia entre érōs y brotós, “mortal”, y, por extensión, “hombre”, “ser humano”, aparece ya en Esquilo (Ch., 598 y 602), pero es dilecta de Eurípides.
7.2.2. Dentro del agón ya referido, Creonte se queja ante Hemón de lo difícil que es vigilar a los hijos:
Cuando un joven mira hacia Cipris, / sin guarda resulta la vigilancia. Que aun siendo vulgar (phaûlos) / en lo demás, para el amor todo varón es bastante sabio (eis érōta… sophṓteros), / y, si le asiste Cipris, gratísimo es iniciarlo.65
Sólo me centraré en lo referente a Eros: 1. El adjetivo phaûlos, propio de la lengua familiar, no raro en buen sentido (“sencillo”, “sin afectación”, hablando de personas), es más común con el matiz negativo (“inhábil”, “ineficaz”, “vulgar”, “iletrado”); 2. la oposición de dicho término respecto a sophós está ya en Sófocles (Fr. 771.1-2, Radt), pero es nuestro autor el que la usa con frecuencia; 3. muy relevante es el adjetivo sophós, ausente de la épica y con escasas apariciones en los líricos. De entre los trágicos sobresale Eurípides (244).
7.3. Auge66
Heracles, el gran héroe panhelénico, intenta excusarse sobre el acto otrora cometido (haber violado tiempo atrás a la protagonista), aludiendo a la fuerza irresistible del amor:
Quienquiera que no juzgue a Eros dios grande (theòn mégan) / y el más poderoso de todas las divinidades (tôn hapántōn daimónōn hypértaton), / por ser torpe o inexperto en lo hermoso / no conoce al dios más importante para los hombres (ouk oîde tòn mégiston anthrṓpois theón).67
Destacaré dos cosas: 1. Calificar a Eros de “dios grande” lo leemos aquí como primicia; 2. tener a esa divinidad como la más poderosa, juicio también innovador, lo encontraremos hasta autores tardíos.
7.4. Dánae68
Se habla del amor como privilegio de las personas ricas y ociosas, mientras que los pobres tienen que pensar en su sustento:
Eros es de nacimiento algo ocioso (argón) y dado a asuntos tales. / Ama espejos y teñidos rubios de la cabellera (phileî kátoptra kaì kómēs xanthísmata), / rehúye esfuerzos (móchthous). Una sola prueba tengo: / ningún mortal que mendigue su alimento (prosaitôn bíoton) se enamoró (ērásthē), / mas, entre los que tienen,69 aquél70 es juvenil (hēbētḗs) de nacimiento.71
Veamos ahora algunos puntos: 1. La relación entre Eros y la condición de “ocioso” es una innovación euripidea; 2. es relevante que kátoptron (“espejo”, 4 apariciones en este trágico)72 aluda en las otras tres ocasiones a mujeres que se peinan ante el espejo o que se miran en él; 3. a propósito de xánthisma, “teñido de rubio”, innovación euripidea, es importante un pasaje de Clemente de Alejandría (Paed., 3, 3, 16, 2), quien critica que ciertos hombres usen teñidos para el pelo, ungüentos para las canas y tintes especiales de rubio para sus peinados; 4. la idea de que Eros huye de los esfuerzos es innovadora; 5. la construcción “mendigar el alimento”, novedosa, la tenemos sólo otras dos veces en griego posterior; 6. el término hēbētḗs, aquí adjetivo, apunta a lo que es juvenil, en la plenitud de las fuerzas, a lo situado cronológicamente entre el final de la adolescencia y la edad adulta.
7.5. Dictis73
7.5.1. Un personaje desconocido (quizá Dánae le habla a Dictis)74 dice así:
Que era querido para mí. Y ojalá nunca me aprese Eros (m’érōs héloi poté) / sin volverme hacia la intemperancia ni hacia Cipris (ouk eis tò môron oudé m’eis Kýprin trépōn).75
Haré dos aclaraciones: 1. La primera frase es independiente de lo que sigue. Una innovación es la idea de que Eros “apresa”, “arrebata” (hairéō), a una persona; 2. el adjetivo môros es poco frecuente en griego. Su acepción principal es la de “necio”, “estúpido”, “loco”: lo significativo es que, en varios pasajes euripideos como el presente, el término se aplica a la intemperancia sexual, lo que constituye una innovación.
7.5.2. Al mismo agón corresponderían los siguientes versos, quizá dirigidos por Polidectes76 a Dánae:
Y que el padre a los hijos les tolere con agrado / sus amores (synekphérein / érōtas), expulsando su orgullo, / y los hijos, al padre. Pues no son voluntarios / para los hombres los amores ni enfermedad aceptada (ouk authaíretoi / brotoîs érōtes oud’hekousía nósos). / Que asunto infausto suele suceder / cuando alguien los destinos de los dioses quiere remediarlos.77
Mencionaré tres detalles: 1. La expresión synekphérein érōtas sólo aparece aquí; 2. de la pareja authaíretoi érōtes, “amores voluntarios”, nada más he hallado un reflejo posterior en Menandro (Asp., 288, Sandbach); 3. la construcción hekousía nósos, “enfermedad aceptada”, es otra innovación euripidea.
7.6. Erecteo78
Erecteo, rey de Atenas, hace venir desde el palacio a su hijo adoptado79 para aconsejarle, en previsión de que él no pudiera volver de la batalla:
Sin gozarte en tu poder, hijo, / no persigas80 amores vergonzosos de tus conciudadanos (aischroùs érōtas dēmotôn diōkatheîn), / lo que atrae el hierro y la horca,81 / si uno a los hijos de pobres honrados avergüenza (chrēstôn penḗtōn ēn tis aischýnēi tékna).82
Haré tres aclaraciones: 1. En “amores vergonzosos” entiéndase los que les producen vergüenza a quienes los reciben. En cuanto “a tus conciudadanos”, tómese como genitivo objetivo, dependiente de “amores”. Los estudiosos señalan que el abuso sexual contra jóvenes y mujeres adultas cometido por los tiranos incitaba a matarlos como venganza. 2. Para la noción de “perseguir” (diōkáthō, verbo innovador, muy raro en comparación con el usual diṓkō), advirtamos que puede tratarse de una imagen tomada de la caza, ligada aquí a la de perseguir a la persona deseada; 3. otra imagen novedosa es la del “pobre honrado”.
7.7. Hipólito velado83
En el episodio primero, Fedra y la nodriza dialogan. Una vez que aquélla confiesa su amor por Hipólito, ésta decide ir en busca del joven:
Tengo un maestro de audacia y osadía (tólmēs kaì thrásous didáskalon), / en imposibles muy rico (en toîs amēchánoisin euporṓtaton), / a Eros, el dios más invencible de todos (pántōn dysmachṓtaton theón).84
Mencionaré tres detalles: 1. Ser maestro de “audacia y osadía” es una idea innovadora; 2. otra nota conspicua sobre Eros es llamarlo “maestro”. Concretamente con esos dos términos sólo hay una secuencia posterior, en Anaxándrides (Fr. 62.1, Kassel-Austin). En cambio es muy importante en la posteridad la pareja Eros-“enseñar”, que vimos en el apartado 7.1.1. 3. No he encontrado huellas ulteriores de la expresión “muy rico en imposibles”; tampoco de la relación de Eros con eúporos, “rico en recursos”, “bien provisto”. Sí he hallado su construcción con amḗchanos, “sin remedio”, “imposible de resolver”. En lo tocante a Eros como dýsmachos, “imposible de vencer”, “invencible”, se trata de otra innovación euripidea.
7.8. Estenebea85
7.8.1. Belerofonte, en el prólogo, recuerda que Preto, soberano de Tirinto, le dio hospitalidad en el pasado y cómo la esposa de éste (sc. Estenebea) trataba de convencerlo con sus palabras y lo perseguía con astucia para que se uniera con ella en el lecho, apoyada en todo por la nodriza. Pero él no había admitido nunca tales proposiciones ni aceptó ultrajar un palacio enfermo, siendo huésped del mismo. Y sigue su explicación de este modo:
Por detestar un amor terrible (misôn érōta deinón) que destruye (phtheírei) a los mortales. / Que dobles son los amores (diploî… érōtes) nutridos en la tierra: / uno, siendo odiosísimo, lleva al Hades, / y, hacia la castidad y la virtud (eis tò sôphron ep’aretḕn t’ágōn érōs) conduce el otro amor, / envidiado (zēlōtós) por los hombres, uno de los cuales ojalá sea yo. / Por tanto pienso morir incluso siendo casto (thaneîn ge sōphronôn).86
Haré siete observaciones: 1. eros como objeto directo de “odiar” aparece aquí por primera vez; 2. el verbo phtheírō abarca entre sus valores el de “seducir”, y, especialmente, “corromper”, tanto en sentido físico como moral. El hecho de que Eros sea el sujeto de dicho verbo es una innovación euripidea. 3. La imagen de un eros dúplice es otra novedad; 4. respecto a tò sôphron y el sentido innovador que adquiere en Eurípides, ya nos ocupamos en el apartado 2.14; 5. la imagen de que Eros “conduce” (con distintos complementos: directos, indirectos o locales) es otra innovación euripidea, ya vista; 6. que Eros sea “envidiado” es otra aportación novedosa; 7. del uso especial que Eurípides hace de sōphronéō, no con el sentido de “ser sensato”, “ser prudente”, sino “ser casto”, ya hablamos en 2.14.
7.8.2. Tras la párodo, en el curso del episodio primero, la nodriza explica la pasión concebida por su señora, y cómo se siente incapaz de darle ánimo:
Al poeta (poiētḕn), pues, / Eros le enseña (Érōs didáskei), aunque ajeno (ámousos) a las Musas fuera antes.87
Señalo dos puntos: 1. Innovador es el pensamiento de que Eros enseña al poeta; 2. la idea del poeta “ajeno a las Musas” es novedosa, y el adjetivo ámousos, “ajeno a las Musas”, es otra aportación léxica euripidea; el concepto es bastante usado en autores posteriores.
7.8.3. De labios de la nodriza, también en el episodio primero, procedería el verso y medio siguiente:
Tal agitación (alýei) tiene. Mas, reprendido Eros (nouthetoúmenos d’érōs), / acosa más (mâllon piézei).88
Mencionaré tres consideraciones: 1. El verbo alýō, “estar agitado”, “estar inquieto”, se dice aquí de Estenebea, la cual debería sufrir alguna perturbación, próxima al delirio, quizá por sus remordimientos a causa de haber acusado injustamente a Belerofonte de intentar unirse amorosamente con ella; 2. en cuanto a la relación Eros-nouthetéō, “reprender”, aquí en voz media, es otra innovación léxica euripidea; 3. sobre que Eros “acosa”, innovación euripidea, hay raras muestras en la literatura posterior.
7.9. Faetón89
Un coro de doncellas entona un himeneo: primero, en honor de Afrodita, y, después, de un personaje no mencionado.90 Me ciño a la primera parte:91
¡Himen, Himen, / a la celeste hija de Zeus cantamos, / la señora de los amores (tàn erṓtōn pótnian), la que preside / las bodas de las doncellas, Afrodita! Señora, en tu honor estos cantos nupciales entono, / Cipris la más hermosa de las diosas, / y en el del recién uncido, / tu potro,92al que en el éter escondes, / al nacido de tus bodas.93
De este fragmento tan importante (un breve himno. Nótese la repetición de Himen aunque el canto se dedica a Afrodita, muy relacionada con los Amores)94 me limitaré a un punto, a saber, la consideración de la diosa como “señora de los amores”. El término pótnia (el femenino de pósis, “el señor”, “el esposo”, “el dueño de la casa”)95 goza de una distribución especial desde Homero, en quien se atribuye de modo esencial a Hera,96 la señora de la mansión olímpica. Con respecto a Afrodita, la atribución de dicho calificativo la hallamos por primera vez en Píndaro (P., 4, 213, donde no consta el nombre de la diosa), y, a continuación, este fragmento euripideo, en que tenemos la presencia del teónimo por primera vez.
7.10. Piezas inciertas (selecciono sólo un ejemplo):
Abundantísima enseñanza de amable sabiduría (paídeuma d’Érōs sophías eratês) / Eros procura, / y esa divinidad (hoûtos daímōn) para relacionarse (prosomileîn) / con los mortales es la más grata de todas (pántōn hḗdistos). / Al ofrecer cierto placer sin pena (álypon térpsin tin’) / lleva hacia la esperanza (eis elpíd’ágei). Y, con los no iniciados (toîs d’ateléstois) / en los sufrimientos causados por ése (tôn toûde pónōn), ojalá no me relacione yo, / y habite lejos de costumbres salvajes (agríōn trópōn). / El enamorarse (tò d’erân) aconsejo a los jóvenes (toîsi néoisi) / que nunca lo rehúyan (pheúgein), / y que lo usen correctamente (orthôs) cuando llegue (élthēi).97
Realizaré varias anotaciones: 1. No hay otros ejemplos de la estrecha relación Eros-paídeuma (sustantivo que apunta al “resultado de la educación”, “enseñanza”); 2. sí hemos visto la relación de eros con didáskō y didáskalos: cf. apartados 7.1.1 y 7.7; 3. Eros como divinidad (daímōn) aparece quizá por primera vez en un discutido texto de Sófocles (Fr. 770.1, Radt), y, después, en este fragmento incierto de Eurípides. Es Platón (Smp., 203a) quien asienta definitivamente esa consideración. 4. La idea del “placer sin pena”, que no tiene continuadores en la literatura griega, la ofrece el trágico en otro lugar (Ba., 423), donde el Coro se refiere a cómo Dioniso ha permitido, tanto al rico como al pobre, disfrutar de un placer sin pena dado por el vino); 5. el adjetivo atélestos usado desde Homero con el sentido de “no terminado”, lo hallamos ahora en nuestro trágico (el único de los tres que lo recoge) con otro valor: “no iniciado”, entiéndase referido a los ritos mistéricos; 6. en la construcción tôn toûde pónōn tómese toûde como genitivo subjetivo, es decir, como el sujeto causante (sc. Eros) de esos sufrimientos; 7. la expresión “costumbres salvajes” alude posiblemente a quienes no están moderados por la iniciación amorosa; 8. el infinitivo erân lo encontramos, en primer lugar, en Píndaro, y, luego, en nuestro trágico, quien, al utilizarlo en diez ocasiones, muestra un claro interés por el vocablo.
8. Conclusiones
Partiendo de los datos de que disponemos (no olvidemos que conservamos más obras euripideas que de los otros dos trágicos juntos), puede afirmarse que Eurípides, heredero de una larga tradición literaria, aporta innovaciones importantes con respecto a éros. Señalo algunas y doy entre paréntesis el apartado donde las hemos visto:
Sobre la genealogía del dios ofrece un nuevo parentesco de Eros, presentándolo como hijo de Zeus (2.10-13).
El autor es innovador en lo referente a ciertos aspectos descriptivos de esta divinidad: Eros tiene alas de varios colores (2.17); es el más poderoso de todos los dioses y el más importante para los hombres (7.3); es peligroso y habita en la parte peor de nuestro corazón (7.1.2); es ocioso, ama los espejos y evita los esfuerzos (7.4). El trágico habla de dos clases de amor: uno lleva al Hades, el otro, hacia la castidad (7.8.1); asimismo, Eros puede conducir hacia la intemperancia y a Cipris (7.5.1).
También son innovadoras ciertas notas dramáticas de esta deidad: lanza con sus manos el dardo de Afrodita (2.10-13); junto a Cipris, ataca el corazón de dioses y hombres (2.17); tiende un arco doble (5.1); es el tirano de dioses y hombres (7.1.1); instila el deseo en los ojos (2.10-13); tiene la llave de la alcoba de Afrodita (2.10-13); es maestro de audacia y osadía (7.7); enseña al poeta (7.8.2); hechiza a quien asalta (2.17); golpea a la enamorada (1.1); destruye a los humanos (7.8.1); es enloquecer (7.2.1).
Para concluir este estudio, recordemos que el tragediógrafo presenta a éros incluso en el plano divino, como la pasión de una diosa por un mortal (2.7). No obstante, prevalece la esfera humana, donde lo muestra con frecuencia como deseo sexual de una mujer por un hombre, tanto en la realidad (1.1; 1.2; 2.1; 2.2; 2.3-4; 2.5; 2.8; 2.14; 2.15-16; 2.18) como referido a un sentimiento posible (4). Asimismo, alude a la pasión sexual de un hombre por una mujer (3.1; 5.2-3). Por último, indica que todo varón es sabio para el amor (7.2.2).