En su monumental estudio sobre Tácito, Ronald Syme coloca a Agricola y Germania, primeras obras conocidas del historiador romano, “en el umbral de un logro magnífico”,1 al tematizarlas como ejercicios literarios menores con respecto del ambicioso proyecto historiográfico desarrollado en Historiae y Annales. Así, tal evaluación jerárquica posiciona los primeros textos tacíteos, tanto por la brevedad y concisión de su estilo monográfico como por su utilización de contenido etnográfico, en una zona marginal frente a la centralidad de sus obras posteriores de temática netamente historiográfica. Esta apreciación, que en el caso de la Germania se vio reforzada por la dificultad de la crítica de establecer con precisión las fuentes utilizadas en su composición,2 el grado de fiabilidad de sus representaciones geográficas y sociales con la realidad contemporánea al texto,3 y el propósito y la funcionalidad del texto en el contexto de su recepción,4 ha obturado un análisis integral del texto en favor de los problemas particulares que este presenta. Más aún, su lectura mediante las categorías de análisis y las etiquetas genéricas aplicables a la producción historiográfica de Tácito llevó en el pasado a incorrectas aproximaciones a la textura de la obra.5 Asimismo, en los escasos estudios que ofrecen un análisis integral de la Germania,6 la pretendida posición liminal del texto con respecto del resto de la producción tacítea no ha sido utilizada como posible herramienta de lectura productiva.
Uno de los aspectos que evidencia esta postura crítica sobre la Germania es su tradicional adscripción genérica como “monografía etnográfica”,7 a partir de su recorte temático −el territorio y las costumbres de los germanos− y de la tradición discursiva que Tácito emplea en su narración. Si bien esta etiqueta genérica abrió interesantes puertas a la comprensión de la obra en términos literarios, presenta no pocas dificultades para abordar la especificidad y las particularidades de la Germania. En primer lugar, su consideración como una “monografía etnográfica”, por un lado, relega la importancia de la etnografía como dispositivo narrativo dominante en la obra a un segundo plano; mientras que, por otro lado, esta etiqueta genérica produce expectativas de lectura del texto dentro de la tradición historiográfica de escritura monográfica, con la cual la Germania posee numerosas discontinuidades. En segundo lugar, soslaya las implicancias políticas e ideológicas de la recepción de un texto que representa específicamente a Germania y sus habitantes, espacio fronterizo de creciente relevancia para el poder romano en el contexto de circulación de la obra a fines del s. I d. C.
En respuesta a estos problemas críticos, el presente trabajo discute y propone una nueva y original adscripción genérica de la Germania de Cornelio Tácito como “etnografía de frontera”, con el objetivo de ofrecer una herramienta de lectura integral de la obra. Para ello, en el marco de los estudios sobre la concepción dinámica del género en la antigua Roma y el modelo de análisis de los Rhetorical Genre Studies, este artículo examinará, en primer lugar, la situación social específica de producción de la obra, en sus aspectos literario y político, así como también el posicionamiento de Tácito como actor relevante en ambas esferas de la sociedad romana. A continuación, se abordará la singular posición de la Germania dentro de su tradición, y su relación con Agricola y De Bello Gallico, especialmente en cuanto a sus divergencias. Seguidamente, se analizarán los dos aspectos de la particular innovación que la obra presenta frente a sus modelos textuales: por un lado, cómo Tácito subvierte en la Germania la tradicional relación jerárquica entre discurso historiográfico y etnografía; por otro lado, cómo las implicancias políticas en la recepción de un texto temáticamente centrado en la periferia responden, en última instancia, a la construcción del poder político y la legitimación imperial en la frontera entre los s. I y II.
I. El género como “acción social” en la literatura latina
Sociedad caracterizada por un permanente corrimiento de los límites y la ampliación de su “praxis vital”,8 Roma construyó un campo literario en diálogo con la tradición griega heredada y con los propios modelos latinos. Al respecto, Conte y Barchiesi9 han señalado la importancia de la imitación como operación de creación y recepción textual en el sistema literario latino, la cual requiere instancias de mediación entre el texto modelo y el texto que lo imita: por un lado, el conocimiento de las convenciones históricamente específicas de composición y recepción de este último y, por otro lado, el manejo de los procedimientos y las temáticas en las fuentes de las que deriva el texto imitado. Tales mediaciones plantean duplicidades, en la medida en que ambas permiten insertar la obra nueva en su tradición, al tiempo que detacan sus singularidades frente a sus textos precursores. Por consiguiente, la imitación guiaba a los lectores en tanto actividad educativa intertextual: la lectoescritura suponía, pues, el conocimiento y la manipulación erudita de la tradición textual, así como el reconocimiento de la novedad textual. De allí que los modelos literarios de la antigua Roma funcionaron a modo de “matriz generativa”,10 en tanto tejido de relaciones intertextuales que al incluir, derivar, adaptar, traducir y confrontar otros textos muestran no solo su relación de continuidad con las fuentes, sino también su capacidad de generar nuevos textos que, mediante desvíos, rupturas, inversiones e innovaciones con su tradición, cuestionan su estatuto como modelo. Ello permite considerar el contacto y las tensiones entre las matrices generativas como fuerza productiva en el sistema literario latino.11 Esto da cuenta de una percepción del género literario como un “dispositivo discursivo” matizado por
una actitud de inventiva práctica [en los autores], y lo que parece ser nada más que un interés en lo insostenible de cualquier posición [teórica] basada en la idea de esencia genérica. (…) La idea del género literario [se presenta] como esencia o receta que fuera el papel perfecto para una poética que estaba más preocupada por burlarse de la indeterminación que por la pureza de cualquier tipo.12
En este sentido, en la Roma antigua la adscripción de una obra a un género creaba normas genéricas y expectativas de lectura que ayudaban a la interpretación del texto en relación con una tradición literaria.13
Tomando en consideración tales reflexiones teóricas, cabe analizar cuáles son las diversas interacciones genéricas que los textos proponen en sus tensiones internas entre el posicionamiento del autor y las condiciones de producción y recepción de la obra, y en relación con ellas, las continuidades y rupturas que el texto construye con su tradición literaria. En función de ello, este trabajo enmarca su lectura de la Germania en el modelo de los Rhetorical Genre Studies (en adelante, RGS), desarrollado a partir de los estudios de Carolyn Miller.14 Este enfoque considera que el género es una “acción social” en tanto supone “acciones simbólicas tipificadas en respuesta a un conjunto de valores de tipos de situaciones”15 motivadas y generadas socialmente, a partir de lo cual se entiende el género como dinámico en relación con un contexto histórico y social cambiante. Según esta perspectiva, nuestra interacción, interpretación y creación de nuevos textos responde a dos componentes de una determinada “situación retórica”: a una “situación social específica” y a una “exigencia social” de representar ese contexto mediante un enunciado. Tal exigencia es el factor definitorio “que modela nuestros reconocimientos de una situación social y nos ayuda a reproducirla”.16 Por ende, el lector y el escritor son interpelados simultáneamente por el género en su interacción a través del texto. Así, según la perspectiva RGS el género ayuda a quien lo compone −denominado “rétor” por este modelo− en la construcción y tipificación de una situación retórica que responda a una situación social recurrente.
A partir de esta perspectiva, en virtud del objeto de este artículo se comenzará por analizar la situación social específica en el contexto de aparición de la Germania de Cornelio Tácito.
II. La frontera como situación social recurrente a inicios del periodo trajaneo
La puesta en circulación de la Germania hacia el año 9817 ocurrió en simultáneo con el ascenso al poder de un nuevo emperador. La elección por Nerva de Trajano como su sucesor en 97, apoyada tanto por los consules suffecti y la élite provincial de la Curia como por el Senado y la Guardia Pretoriana,18 representó la llegada al poder imperial de un homo novus de origen hispánico y exitoso vir militaris.19 En 98, Trajano se convirtió en el imperator que condensó en su figura la influencia de las élites provinciales y del ejército en la política de fines del siglo primero de nuestra era.20 Asimismo, el desarrollo de su carrera militar y de sus dos primeros años de gobierno imperial en el limes, revelaron la centralidad de dicho espacio en la construcción del poder del nuevo emperador, situación que debe interpretarse en relación con los continuos intentos romanos de someter la Germania durante el s. I d. C. Luego de las numerosas campañas de Augusto y sus herederos para ocupar efectivamente las tierras al otro lado del Rin,21 el control romano sobre estos territorios se sostuvo, hasta el final de la dinastía julio-claudia, más en una red de acuerdos clientelares y pactos con las diversas tribus bárbaras que en un avance territorial profundo.22 Esta política continuó en parte durante el periodo flavio, puesto que Vespasiano y Tito se abocaron a mejorar la infraestructura defensiva del limes.23 Por contrario, Domiciano cambió el enfoque de sus antecesores al reanudar el avance sobre el territorio germano mediante dos campañas contra los catos (83 y 89 d. C.),24 caracterizadas más bien por su amplio uso propagandístico por parte del emperador. Al término de la primera, Domiciano celebró un triunfo y añadió el título de Germanicus a la titulatura imperial, el cual acompañó su efigie representada como pacificador de la Germania en la numismática de su reinado.25 No obstante ello, el aparente apoyo de tropas bárbaras a la rebelión de Lucio Saturnino en 89 motivaron ese mismo año una segunda campaña contra los catos, quienes fueron derrotados. Si bien la primera de estas expediciones tuvo impacto estratégico con la rápida ocupación de los Agri Decumates, y tras la segunda guerra los catos fueron pacificados como pueblo clientelar del Imperio, las fuentes latinas posteriores relatan el rol protagonista de Domiciano en las victorias en la Germania como montajes propagandísticos del discurso oficial,26 que ocultaban el ausentismo del emperador durante las campañas, y su gusto por arrogarse las victorias militares de sus comandantes.27 En cada uno de estos hechos militares, Trajano se destacó como uno de los legati más capaces y leales al poder imperial. Durante la rebelión de Lucio Saturnino, se desplazó por orden imperial desde Hispania para colaborar con las tropas de Lappio Máximo.28 Tras su participación en la segunda guerra contra los catos, la carrera política de Trajano adquirió vuelo al ser electo consul ordinarius en 91 y asignado al año siguiente como gobernador de la Germania Superior, donde se enteró del asesinato de Domiciano y del ascenso de Nerva al poder. Luego de su adopción formal como heredero del emperador, Trajano asumió como comandante el imperium proconsular sobre las provincias del limes germánico, con el fin de fortalecer la línea fronteriza mediante el reagrupamiento de las tropas y la reconstrucción de las fortificaciones allende el Rin.29 Esta tarea sería continuada tras la muerte de Nerva hasta fines de 98, año en que Trajano emprende la reorganización de las legiones danubianas, cuya disciplina y moral estaban vulneradas desde la pérdida en 86 de la Legio V Alaudae durante la ofensiva contra los dacios comandada por Cornelio Fusco.30
En este sentido, la ininterrumpida actividad del nuevo emperador en el Rin y el Danubio durante sus primeros dos años de gobierno revela una doble estrategia de legitimación política y militar, que tuvo como epicentro la frontera norte del Imperio. Por un lado, al controlar personalmente la disciplina de las legiones germánicas, Trajano no solo previene focos de rebelión en una de las tropas más levantiscas durante los años previos a su investidura, sino que también disuade posibles sublevaciones de las tribus bárbaras clientelares al reforzar la estructura defensiva limítrofe. Por otro lado, el imperator redefine geopolíticamente la frontera renano-danubiana como punto de partida para nuevas campañas de expansión territorial que lo tendrán como protagonista. Con todo, esta estrategia de política exterior representa a su vez, un claro mensaje hacia la política interna de Roma: Trajano se presenta como un líder activo, preocupado por la seguridad interna del Imperio y la restitución de la gloria militar mediante campañas de expansión territorial agresivas que obtengan el dominio definitivo sobre la periferia bárbara. De allí, su figura se contrapone a Domiciano, puesto que Trajano garantiza, con su experiencia militar, victorias concretas en el mismo espacio donde el emperador flavio fingía su participación y exageraba los triunfos con fines propagandísticos personales. Asimismo, el sucesor de Nerva se posiciona simbólicamente como continuador de Augusto, al reanudar su objetivo de expansión territorial sobre la periferia norte. En consecuencia, el limes renano-danubiano se configura, para el discurso imperial trajaneo, como el espacio central de legitimación, acrecentamiento y reproducción de poder, en tanto muestra una triple relación temporal con la significación geopolítica de Germania a lo largo del s. I d. C.: su asociación positiva de continuidad con el pasado augústeo, su confrontación con el accionar reciente de Domiciano, y su proyección esperanzadora sobre la política fronteriza del nuevo emperador.
La creciente importancia geopolítica de la periferia germánica en los años previos y coetáneos al principado de Trajano, coincidió con la paulatina tendencia, en la literatura de fines del s. I, a focalizarse temáticamente en las zonas provinciales y fronterizas por sobre el centro romano, al tiempo que se enfatizaba la alteración del orden jerárquico entre ambos polos.31 Esta inversión de los roles de centro y periferia no solo ocurrió a nivel de la representación textual de los tópicos, sino que también dio lugar a desplazamientos, inversiones y mixturas de orden genérico.32 En este sentido, el escenario de los géneros literarios resultó altamente dinámico, atravesado por tensiones productivas entre la tradición y la innovación33 a partir de una fuerte idea de duplicidad y ambigüedad en la relación de los autores del periodo con sus predecesores, debido a dos factores principales. Por una parte, la necesidad de una “caja de herramientas”34 de modelos discursivos disponibles como autoridad textual fomentó la construcción de un canon de autores estables sobre la base de la literatura de la época augústea.35 Por otro lado, la permanente reformulación discursiva a la que eran sometidos los textos modelos a fin de potenciar la persuasio sobre la audiencia y de captar su atención, propulsaron la libertad de experimentación con la tradición literaria precedente.36 Al respecto, resulta adecuado apelar al concepto de “secundariedad” (secondariness),37 que refiere a la conciencia que un autor posee sobre su posición periférica respecto del canon. Ello se autopercibe positivamente, en tanto garantiza al autor la autonomía suficiente para subvertir y atravesar los límites genéricos y la norma canónica: así, la preferencia por los géneros menores y periféricos del canon literario, la mixtura temática y formal y una actitud abiertamente exploratoria frente a la tradición previa38 prefiguraron una literatura que, a inicios de la época trajanea, estaba atravesada por la intersección y la movilidad de los límites textuales tradicionales. En este contexto de dinamismo literario, la familiaridad entre los autores durante la última década del s. I fomentó la circulación de los textos,39 que sirvieron a modo de campo de interacción social y como puntos de referencia y alusión para el intercambio intelectual.40 Por ende, se conformaron verdaderas redes culturales, en un espíritu de época de auge de la actividad literaria,41 condicionada por la transición del régimen de Domiciano al de Nerva y Trajano. Más precisamente, dicha frontera política y epocal produjo textos con una doble referencia temporal e ideológica: por un lado, el ensalzamiento del presente, a través de la figura victoriosa de Trajano; por otro, la censura del pasado, mediante la alusión negativa u omisión de Domiciano.42 En consecuencia, el panorama literario de Roma en la transición entre los siglos I y II se caracterizó por una práctica de escritura que multiplicaba y desviaba los puntos de referencia de la tradición textual a partir de alusiones, reescrituras y reinvenciones de las matrices genéricas: es decir, una literatura ‘descentrada’ que desestabilizó los límites y las normas de dicha tradición.
III. La frontera en las matrices textuales de la Germania
Cornelio Tácito fue un actor relevante de esta situación social específica, debido al desarrollo tanto de su carrera política durante la dinastía flavia43 y el gobierno de Nerva44 como de su participación en los círculos literarios cercanos al poder a inicios del periodo trajaneo.45 En la confluencia de ambas actividades, Tácito consideró la tarea historiográfica como mecanismo de enseñanza práctica del pasado que, a través de su naturaleza ejemplar, relatara y analizara los hechos tanto virtuosos como ignominiosos.46 Así, la escritura de la historia, en tanto composición de un texto didáctico útil para la educación moral y política de la élite romana,47 se convirtió en eje del proyecto literario de Tácito.
Fechada en torno al año 97,48 su primera obra, Agricola, refiere en su prólogo dos aspectos programáticos de la labor historiográfíca. En primer lugar, el rol de los textos como transmisores de los hechos del pasado y de las virtudes de los varones célebres.49 Al respecto, la obra se relaciona fuertemente con el pasado y el presente inmediatos a su publicación, puesto que contrasta el despotismo de Domiciano con el virtuosismo de los comandantes provinciales, en particular de Gneo Julio Agrícola, suegro del autor. Asimismo, ensalza a Nerva y a su sucesor.50 En segundo lugar, Tácito menciona en el prólogo el deseo de realizar una historiografía imparcial, cercana a los modelos republicanos.51 Con todo, la obra se aparta del centro del proyecto literario tacíteo, debido a su gran mixtura genérica. Los hechos se desarrollan mediante el relato biográfico de Agrícola, exitoso comandante militar en las campañas de Britania durante la dinastía flavia. Sobre esta materia narrativa dominante, Tácito inserta otros dispositivos: una detallada periodización de las campañas romanas y sus protagonistas en territorio britano, desde César hasta las campañas de Vespasiano;52 los discursos directos contrapuestos de Cálgaco53 y Agrícola54 sobre la conquista romana; pasajes prosopográficos y etopéyicos sobre Domiciano;55 y un discurso fúnebre final laudatorio a Agrícola.56 Estos procedimientos presentes en Agricola establecen interacciones genéricas con la tradición de la monografía histórica, formato textual retomado a fines del s. II a. C. por Sempronio Aselión,57 quien proponía, frente a la tradición analística, una historiografía con mayor riqueza narrativa y políticamente orientada que permitiera profundizar las causas de los eventos narrados.58 Estructuralmente, la monografía presentaba el recorte de una temática expuesta como problema que construía, mediante una técnica de selección de núcleos narrativos delimitados cronológicamente,59 un discurso focalizado en el sujeto. Debido a ello, la monografía incorporaba los retratos y las voces de los protagonistas del hecho histórico, que evidenciaban en sus rasgos psicológicos y discursivos los problemas políticos y sociales.60 Asimismo, ello permitía un análisis profundo del evento y de sus protagonistas a través de una “arqueología”,61 que, centrada en sucesos recientes o contemporáneos al autor con inmediata significación e incidencia en el presente extratextual, deconstruía en capas de sentido las causas del fenómeno considerado. Así, Agricola posee numerosas continuidades con los modelos de la tradición monográfica, especialmente con los trabajos de Salustio,62 quien conjuga estos procedimientos con un estilo breve y un tono moralista en la evaluación de los eventa. En cuanto al plano moral, Tácito demuestra una recurrente preocupación por resaltar las virtudes de Agrícola, en su accionar como conquistador victorioso de Britania,63 frente a los falsos triunfos militares sobre la Germania que celebra el emperador.64 Precisamente, esta contraposición es la que revela en Agricola la centralidad de la periferia geográfica como escenario para la construcción y legitimación del poder político personal e imperial. Así, el texto presenta la frontera en Britania como el espacio de conocimiento ampliado por las hazañas de Agrícola, mediante el excursus etnográfico sobre los britanos.65 A su vez, las continuas derrotas de los ejércitos de Domiciano configuran el limes germánico, hacia el final de la obra, como un territorio a tal punto hostil y amenazante que “no se duda ya del límite del imperio y de su orilla, sino de los cuarteles de invierno de las legiones y de su posesión”.66 En este sentido, Tácito plasma en Agricola su visión de la situación retórica específica entre los ss. I y II. A nivel político, muestra la puja de poder por el éxito militar en la periferia noroccidental y su importancia en la construcción del poder imperial. A nivel literario, las interacciones genéricas entre la materia biográfica y el discurso histórico −representado por la utilización del recorte y los dispositivos propios de la monografía− con la descripción etnográfica de los britanos conforman un texto que revisita y renueva los modelos de la tradición, en consonancia con el dinamismo y la movilidad de los límites textuales característicos de la literatura al inicio del periodo trajaneo. Si Tácito en Agricola inaugura su carrera literaria con una obra de fuerte carácter experimental desde el punto de vista genérico,67 la aparición en 98 de su Germania, por su recorte temático, el tratamiento de su materia narrativa y la relación del texto con su tradición, coloca el proyecto literario tacíteo en los límites de su propio programa de escritura.
En su segunda obra, Tácito retoma de Agricola la periferia como tema, aunque centrándose exclusivamente en la frontera germánica renano-danubiana. En este sentido, la Germania se enlaza coyunturalmente con la ubicación en el limes del nuevo emperador Trajano. Asimismo, su contenido se focaliza en la descripción de la localización y las características geográficas de Germania, y en el origen, las costumbres, y la organización social de sus habitantes. Las regiones al norte de los Alpes y sus pobladores están presentes como tópico en la literatura grecolatina al menos desde el s. VI a. C., en la transmisión de los fragmentos del Γῆς Περίοδος de Hecateo, primer autor antiguo conocido que hace referencia a los pueblos célticos.68 Heródoto da cuenta de ellos en su descripción del Ister, es decir el Danubio,69 aunque su interés en los pueblos del norte se despliega principalmente en su relato sobre los escitas,70 que constituye la primera narración extensa de los habitantes de la Europa central y septentrional. Heródoto asigna a estos pueblos como rasgos característicos su nomadismo71 y su constante presión invasora hacia el sur,72 los cuales, unidos al clima gélido de sus tierras, configurarían un tópos en la literatura grecolatina posterior que opuso el Mediterráneo civilizado a la barbarie del norte.73 Este tópico fue explotado posteriormente por Polibio en su caracterización de la agresividad de los celtas en batalla74 y, ya en el s. I a. C., fue continuado por Posidonio desde una perspectiva etiológica. En los fragmentos transmitidos de sus Ἱστορίαι, se destacan el vigor físico, la incontinencia y la rudeza de los celtas75 en relación con el rigor del clima. Asimismo, Posidonio habría sido el primer autor que nombra a los “Γερμανοί”, marcando una posible diferenciación étnica entre estos y los galos.76
En este sentido, este tópico se inserta en la tradición de escritura sobre regiones externas al Mediterráneo,77 acrecentada durante el s. I d. C. por la expansión de Roma, y dialoga con la recurrente representación de los germanos y de la Germania en la literatura del periodo,78 más precisamente, en obras historiográficas. Del periodo augústeo, Tito Livio realizó una descripción de los habitantes allende el Rin y sus encuentros bélicos con César y Druso, cuyo texto no conservamos.79 De igual modo, textos monográfícos posteriores, dedicados a la narración de las campañas romanas en territorio germano, tales como Bellum Germanicum de Aufidio Basso y los veinte libros de Bella Germaniae de Plinio El Viejo, solo nos han llegado por breves alusiones. Ambas obras son mencionadas por Tácito80 y, debido a la documentada actuación militar de sus autores en el limes, han sido señaladas como posibles fuentes en la composición de la Germania, especialmente en el caso del texto de Plinio.81
No obstante ello, la literatura latina construyó la Germania como periferia a partir de un importante antecedente textual: como la crítica lo ha señalado, la imagen de los germanos como alteridad con rasgos propios es producto de una operación literaria llevada a cabo por César en De Bello Gallico.82 Tal operación puede analizarse mediante dos estrategias textuales. En primer lugar, la delimitación de la Galia y sus pueblos al inicio de la obra incluye su diferenciación frente a los germanos, “quienes habitan al otro lado del Rin, y con los que [los galos] continuamente hacen la guerra”.83 Así, César define a los galos a partir de su oposición con una otredad externa caracterizada por su belicosidad y fiereza, operación textual que plantea una barbarie espacialmente diferenciada: mientras que la Galia es objeto central de dominación, la Germania se representa como un ámbito fuera del proyecto de expansión romano. En este sentido, establecer el límite de lo conquistable en el Rin le permite a César no solo presentar su campaña militar como un proyecto acabado que busca incorporar una periferia gálica asimilable al mundo romano,84 sino también representar un accidente natural como una barrera simbólica que justifique la exclusión de Germania. Así, el Rin resulta una frontera cultural creada en De Bello Gallico,85 que permite establecer grados de desarrollo asimétrico entre los pueblos bárbaros colindantes. Ello es representado en la obra por una segunda estrategia textual, la narración de los germanos mediante excursus etnográficos que dependen del relato histórico central, en los libros cuarto (4.1-3) y sexto (6.21-30). El primero describe a los suevos, mientras que el segundo trata sobre los germanos en conjunto. Ambas digresiones comienzan con el cruce del Rin,86 y resaltan el salvajismo de la vida de los bárbaros, en consonancia con el tópos etnográfico de los pueblos septentrionales establecido por Heródoto: su continua actividad bélica y apego por la caza; la falta de propiedad privada y su nomadismo; su alimentación de carne y leche; el rechazo al lujo; y el aislamiento de sus centros urbanos.87 Este estereotipo contrasta en el excursus del libro sexto con la etnografía de los galos (13-21), a través de la falta de instituciones religiosas o políticas complejas y de comercio de los germanos.88 La invención de esta distinción cultural entre una Germania totalmente bárbara y una Galia semibárbara es funcional a los propósitos políticos de César,89 dado que acerca a los galos como objetivo de romanización en su interés de asimilarlos a Roma no solo económicamente, sino también como posibles tropas auxiliares en las campañas militares.90 En consecuencia, De Bello Gallico coloca a Galia en el centro de la expansión militar y cultural, al tiempo que crea una periferia por fuera del interés bélico y político de Julio César. Así, el texto cesariano construye un nuevo espacio geográfico y simbólico caracterizado por su liminalidad: por un lado, sitúa la Germania y a sus habitantes en los bordes de su objetivo geopolítico; por otro, posiciona a los germanos en el margen de su materia narrativa, al restringir su descripción a los excursus etnográficos que completan el relato central del conflicto militar contra los galos.
IV. Germania: un texto frontera
En tanto creador de esta nueva periferia, César es la única fuente claramente señalada en la Germania.91 La obra retoma de De Bello Gallico la caracterización geográfica liminal del territorio germano y de sus habitantes, así como también su representación a través de la etnografía, recurso que Tácito ha utilizado en sus excursus sobre los britanos en Agricola. De igual modo, los tres textos poseen como referente espacial periferias bárbaras −Galia, Britania, Germania−. Por consiguiente, la Germania posee relaciones de continuidad textual con ambas obras. No obstante, frente a estos antecedentes, la Germania cobra relevancia debido a su carácter único, puesto que no existen indicios fehacientes de que otro autor latino anterior a Tácito dedicara una obra entera a la descripción de un pueblo o región particulares.92 Sumado a ello, la etnografía en la literatura latina se presentaba típicamente como un excursus dentro de la narración historiográfica, de la cual dependía textualmente.93 En este sentido, la Germania es el primer texto latino conservado en el que la etnografía de los germanos resulta la materia narrativa central, lo que diferencia la obra de sus modelos textuales previos. Por otro lado, formal y temáticamente, la obra se distingue del resto de la producción de Tácito, puesto que carece de prólogo y no se hace mención explícita a su proyecto de escritura historiográfico. Asimismo, los eventa históricos y sus protagonistas en la Germania están reducidos a pasajes breves insertos dentro del relato etnográfico dominante, lo que contrasta con el desarrollo de la narración histórica tanto en De Bello Gallico como en Agricola. Todos estos rasgos distancian la obra de sus modelos textuales, al tiempo que la articulan con la situación retórica a inicios del periodo trajaneo, caracterizada por la importancia política y cultural de la frontera: de allí, la liminalidad de la Germania resulta una herramienta de análisis apropiada para un texto que no solo representa una zona fronteriza, sino que también se ubica en un área discursiva transicional caracterizada por la inversión de las jerarquías y la incertidumbre sobre la continuidad de la tradición.94 En virtud de ello, se desarrollarán tres innovaciones principales que hacen de la Germania un texto liminal frente a su tradición: primero, aquella que atañe a la etnografía como materia narrativa central de la obra; segundo, aquella relativa al tratamiento divergente de la materia histórica en el texto, especialmente en relación con la digresión como dispositivo narrativo y los procedimientos tradicionales de la monografía histórica; y por último, se abordará la particular orientación de la Germania en su contexto de recepción.
IV.1. La etnografía como materia narrativa
En el primer capítulo de la Germania, se presenta su ubicación geográfica:
Germania en su conjunto está separada de los galos, los recios y los panonios por los ríos Rin y Danubio, de los sármatas y los dacios por el mutuo miedo y las montañas: lo demás lo rodea el Océano, abrazando extensas penínsulas e inmensos espacios de islas, habiendo sido conocidos hace poco ciertas gentes y sus reyes, a los que la guerra puso al descubierto.95
Este inicio propone interesantes interacciones con su tradición, especialmente con De Bello Gallico. Tácito retoma del texto cesariano su incipit (Gallia est omnis/Germania omnis) y la caracterización liminal de la Germania, representada mediante la focalización en la geografía externa del territorio, a partir de la delimitación de sus fronteras y de los pueblos vecinos. En este punto, Tácito se diferencia de César, quien se centra en las divisiones internas de Galia y sus habitantes.96 Asimismo, el aislamiento geográfico por barreras naturales y simbólicas (Rheno et Danuvio… mutuo metu… montibus separatur) resalta la actividad bélica de los germanos, la cual Tácito coloca como motivo del reciente conocimiento de estos pueblos por Roma. En este sentido, la periferia germánica se representa como un estereotipo de mundus inversus septentrional opuesto al Mediterráneo,97 descrito en los siguientes capítulos de la obra (2-5): el origen autóctono de los germanos, su genealogía y divisiones tribales primarias, y su identidad étnica;98 la presencia de héroes grecolatinos civilizadores en Germania;99 las características físicas y etiológicas de sus habitantes;100 el clima, los recursos naturales y minerales del territorio;101 y el desarrollo tecnológico y comercial de los germanos.102 Estos tópicos pertenecen a la tradición etnográfica establecida por Heródoto, según la cual a la presentación geográfica del territorio (situs), le correspondía una descripción de sus habitantes (gentes).103 Presentes en los excursus de De Bello Gallico,104 Tácito interviene activamente sobre estos tópicos: no solo ratifica la información etnográfica que provee César en ellos,105 sino que también reelabora y corrige las descripciones cesarianas.106 Asimismo, amplifica y completa ambos excursus en los restantes capítulos de la obra, los cuales, a partir de la lectura de Eduard Norden,107 han sido interpretados en dos secciones: a) capítulos 6-27, relatan las costumbres del conjunto de los germanos; b) capítulos 28-46, contienen el relato de las diferentes tribus germanas, su posición relativa y sus particularidades, así como también la narración de las tierras al norte y al este de Germania. Esta división estructural de la Germania resulta productiva para analizar las interacciones genéricas de la obra con su tradición. Al respecto, se ha planteado que Tácito utiliza en ambas secciones dos modelos de escritura etnográfica:108 por un lado, una digresión extensa de estilo herodoteo en la primera sección; por otro lado, una segunda parte construida como un itinerario que ordena los pueblos sobre el Rin y el Danubio, a la manera de los periplos. Con todo, ambas partes presentan numerosas innovaciones estilísticas en el relato de la materia etnográfica que apartan la Germania de sus modelos textuales. Así, Tácito conecta los tópicos etnográficos a través de transiciones que enlazan las temáticas entre pasajes mediante el cambio de función de un elemento. Ejemplo de ello es la transición del capítulo 7 al 8, en la que el relato de las costumbres bélicas de los germanos se enlaza con la religión, a través del carácter sagrado de las mujeres como testigos de las batallas y sujetos de palabra profética.109 Ello se colige con el cierre de los capítulos mediante epifonemas110 que resumen su contenido y le otorgan un color didáctico a la narración, el cual se completa con la utilización de la fórmula nunc… expediam en la transición narrativa entre las dos secciones de la obra.111 Así, todos estos recursos le imprimen una mayor expresividad a la etnografía, que se convierte en la materia narrativa central de la Germania. En este sentido, la operación de enriquecimiento retórico del relato acerca de los germanos se relaciona con la estructura innovadora de la obra, ya que la conjunción del estilo herodoteo de la digresión extensa y del enfoque periegético de los periplos era altamente inusual en los textos de la época.112 En consecuencia, la Germania se distancia de su tradición, al desplazar la etnografía desde la brevedad del excursus en De Bello Gallico y Agricola hacia una estructura narrativa mayor, con una función discursiva dominante. Este movimiento de centralización de la materia etnográfica provoca tensiones con la materia histórica en cuanto a las interacciones jerárquicas entre ambos discursos, puesto que subvierte la tradicional relación de inclusión genérica113 y subordinación de la práctica etnográfica en la historiografía grecolatina. De este modo, el relato de los eventa y sus protagonistas en la Germania toma una posición periférica con respecto de la narración central, en tanto complemento y desvío del relato. Por consiguiente, al tiempo que Tácito autonomiza la etnografía como materia narrativa, se aparta de De Bello Gallico y de Agricola relegando los asuntos históricos a la digresión.
IV.2. Digressio: la historia como desvío
Definida como una interrupción del hilo temático del discurso en la que “el tema de los enunciados adyacentes, junto con todo el conjunto de relevancias asociadas a aquel, está desplazado”,114 la digresión o excursus es uno de los procedimientos más característicos de la historiografía grecolatina. Orientada a entretener a la audiencia y a otorgarle fluidez al discurso,115 la digresión no está desligada, con todo, de la estructura narrativa principal, debido a sus conexiones textuales e interacciones temáticas con el tópico central.116 En función de esta doble dinámica, apunta tanto hacia el interior cuanto al exterior de la obra, situación que le otorga un rango discursivo paradójico: el excursus incluye materiales discursivos y expectativas de la audiencia divergentes de la narración central, al tiempo que organiza estos nuevos aspectos al incorporarlos y delimitarlos con términos, transiciones y licencias especiales dentro del discurso.117 De este modo, la digresión resulta relevante en su relación con la materia histórica central, a la cual está jerárquicamente subordinada, especialmente en términos de duración: la digresión representa no solo un cambio del tiempo narrativo,118 sino también una secuencia temporal distinta que suspende momentáneamente la cronología de los eventa en la narración histórica.
En el capítulo 37 de la Germania, Tácito utiliza la digresión para insertar la materia histórica en la narración etnográfica central. Si bien existen en la tradición antecedentes de excursus de contenido histórico,119 su originalidad radica en su contexto de inserción en el texto tacíteo: la narración atemporal dominante de la etnografía es suspendida por el relato cronológicamente ordenado de las relaciones entre germanos y romanos. No obstante ello, continuando con su procedimiento de enlazar los capítulos mediante transiciones narrativas, Tácito inserta, desde el capítulo 28 al 36, pasajes de extensión creciente en los que paulatinamente la temporalidad verbal cambia del presente al pasado, mientras que la materia etnográfica retrocede ante la narración de los eventa históricos: la expansión de los galos en Germania;120 las relaciones clientelares con los bárbaros;121 la utilización del Rin como limes de Roma;122 las luchas internas entre las tribus;123 las expediciones romanas en el Mar del Norte;124 y las principales tribus enemigas del Imperio, los catos, caucos y queruscos.125 Asimismo, el elemento que une temáticamente los capítulos es la guerra,126 asociada al cruce del Rin, que ocurre tres veces.127 Cada uno de estos cruces refuerza el carácter fronterizo de Germania y adelanta el carácter conflictivo de las relaciones entre Roma y los germanos, temática central del capítulo 37. Este se inicia con la localización de los cimbrios en Jutlandia y el relato de su emigración pasada hacia territorio gálico, motivo etnográfico que inserta la materia histórica como explicación del primer encuentro de los bárbaros septentrionales con Roma:
Nuestra ciudad tenía seiscientos cuarenta años cuando, por primera vez, se oyeron las armas de los cimbrios, siendo cónsules Cecilio Metelo y Papirio Carbón. Desde entonces, si contamos hasta el segundo consulado del emperador Trajano, casi han transcurrido doscientos diez años: durante tanto tiempo Germania está siendo vencida.128
El pasaje funciona a modo de íncipit de la digresión histórica, cuyo recorte temporal se encuentra claramente definido a partir de los actores romanos y su actividad bélica, que continúa siendo el hilo conductor de la relación con los germanos. Ello se efectúa mediante el paralelo estructural construido entre el pasado remoto y el presente inmediato a la publicación de la obra, mediante el epifonema tam diu Germania vincitur: el adverbio temporal y un uso habitual del tiempo verbal presente, representan el aspecto durativo e imperfectivo de las acciones de conquista romanas sobre Germania. Así, el íncipit de la digresión determina la relevancia y vigencia del conflicto entre los germanos y Roma en el periodo trajaneo contemporáneo al texto, al tiempo que habilita el rastreo de sus causas en el pasado. En este sentido, la digresión se estructura narrativamente −desde el pasaje 37.3 al 37.6− como una “arqueología”, que ordena cronológicamente los eventos de sus tres núcleos narrativos.
Tácito comienza su arqueología describiendo la relevancia de los germanos en la geopolítica romana. Para ello, construye una periodización de la expansión militar latina mediante una enumeración cronológica de los pueblos enemigos de Roma estructurada como un clímax.129 Ello culmina en la contraposición entre los germanos y los partos como periferias contemporáneas, aunque opuestas por sus sistemas políticos, siendo por ello Germania una mayor amenaza para Roma que la monarquía arsácida,130 debido a lo inexpugnable de sus defensas. Esta apreciación geoestratégica abre la transición hacia el segundo núcleo narrativo de la “arqueología”, donde Tácito presenta las sucesivas campañas romanas contra los germanos desde la guerra cimbria (113-101 a. C.) hasta Calígula. En el pasaje, el relato cronológico de las acciones militares, focalizado en sus comandantes, se dispone en derrotas131 y victorias;132 tal simetría de los resultados bélicos corresponde con el relato de las ofensivas germanas temporalmente más cercanas a la publicación de la obra, como se ve en el pasaje 37.5: “A partir de allí hubo tranquilidad, hasta que en ocasión de nuestra discordia y luchas civiles, tras haber tomado los cuarteles de invierno de las legiones, también quisieron tomar las Galias, y fueron rechazados; pues en tiempos más recientes han sido más motivo de triunfo que vencidos”.133
La “arqueología” concluye con este tercer núcleo narrativo, centrado en las causas internas de la frustrada dominación romana de Germania. Si bien la mención de la discordia civil, y de intentos de invasión de la Galia permiten relacionar el pasaje con las revueltas bátavas del año 69,134 la omisión de coordenadas temporales que definan claramente el contexto de referencia, rompe con la precisión cronológica de la materia histórica. Ello coincide con la ausencia de sujetos expresos en el pasaje y la elisión del agente en la cláusula final de la digresión, a partir de la cual se retoma, mediante un cambio de tiempo narrativo, la materia etnográfica central en el capítulo 38.135 En este sentido, la narración histórica se ve afectada por la suspensión de sus requerimientos principales, tiempo y sujeto, lo que clausura súbitamente la “arqueología”, al no poder abordar de modo explícito las causas internas de la conflictiva relación entre Roma y Germania. Esta operación posee interesantes consecuencias en cuanto a la interacción genérica de la Germania con la tradición de la monografía histórica, cuyos rasgos este estudio ha detectado en Agricola.136 En primer lugar, la omisión de los sujetos hacia el final de la digresión del capítulo 37 se completa con la ausencia de discursos y prosopopeyas. En consecuencia, esto no solo está en detrimento de la función etiológica de la “arqueología”, sino que además contrapone a la Germania con De Bello Gallico y Agricola, obras que presentan extensos discursos de los agentes bárbaros y romanos, que apuntan específicamente a una mayor precisión de los eventa narrados.137 En segundo lugar, la ruptura de la referencia cronológica de la materia histórica que ocurre al cierre del excursus subvierte la relación jerárquica tradicional entre la materia histórica central y la etnografía digresiva: el relato del pasado conflictivo entre Roma y los bárbaros se torna una breve interrupción momentánea dentro del extenso relato etnográfico atemporal.
A partir de estas discontinuidades en el tratamiento de la materia histórica, resulta poco conducente interpretar la Germania bajo la etiqueta genérica de “monografía”. Ello se sostiene no en cuanto a su contenido o forma, sino en la posición marginal de la función histórica en el texto. Atendiendo a los criterios funcionales propuestos por John Marincola138 para abordar los textos historiográficos, la Germania no responde a tales parámetros. Principalmente, si bien posee un estilo narrativo, se focaliza temática y procedimentalmente en la etnografía, tradición en la cual abreva sus tópicos y estructuras compositivas. Asimismo, no posee límites cronológicos precisos ni realiza una disposición de sus contenidos en función de la variable temporal. En adición a ello, la función narrativa histórica en la obra no solo se encuentra reducida y desplazada hacia el espacio narrativo marginal de la digresión, sino que también se vuelve textualmente relevante a partir de su relación periférica con respecto de la etnografía. En consecuencia, debido a sus interacciones genéricas con la tradición etnográfica, su proceso de autonomía con respecto del discurso histórico y su transgresión de los procedimientos tradicionales de la monografía, resulta adecuado interpretar la Germania como una “etnografía”, en tanto ella resulta la función dominante del texto en el plano genérico.
IV.3. La Germania: narrar la frontera
La digresión histórica del capítulo 37 no solo habilita, tal como se ha expuesto, reflexiones en cuanto al género literario del que participa la Germania, sino que asimismo abre interesantes perspectivas acerca de su orientación con respecto de su contexto. La cláusula final de la digresión, Nam proximis temporibus triumphati magis quam victi sunt, señala la importancia política de la actividad bélica en Germania en el pasado más inmediato, ya que la alusión a los germanos como motivo de triunfo se asocia a las victorias simuladas de Domiciano en sus campañas germánicas. Esta mención vincula temáticamente la obra con Agricola (39.1) no solo a nivel del tópico textual, sino en cuanto a su referente, dado que Tácito reafirma, en su segunda obra, la centralidad del limes renano-danubiano como espacio de legitimación imperial: así, la frontera se vuelve un tópico políticamente relevante en los dos primeros textos tacíteos. Con todo, en la Germania este tópico se despliega no solo en referencia temporal al pasado, sino que fundamentalmente se centra en el presente extratextual y en sus implicancias futuras. En el capítulo 33, al describir la consumada destrucción de los brúcteros por las tribus vecinas, Tácito relaciona la inestabilidad del limes con la actualidad y el devenir de Roma: “Pido que permanezca, y que dure para (estos) pueblos, si no el amor hacia nosotros, al menos el odio entre ellos, puesto que la fortuna ya no puede asegurar nada mayor que la discordia entre los enemigos, cuando urgen los hados del imperio”.139
Este pasaje, controvertido en cuanto a su interpretación ya positiva, ya negativa,140 apunta especialmente al ascenso de Trajano al poder imperial en simultáneo a su tarea militar en el limes; en este sentido, la frontera germánica resulta el ámbito central no solo de la política exterior romana, sino también el espacio principal desde el cual comienza su gobierno un nuevo emperador. Ello resulta relevante a la hora de analizar los interlocutores a quienes el texto se dirige. Puesto que la concepción tacítea de la historia se enfoca en el accionar de los individuos prominentes de la sociedad como fuente de sabiduría política práctica y moral,141 su escritura apunta a una audiencia perteneciente a la élite política, de la que Tácito mismo forma parte. Así, la Germania resulta un texto producido desde la clase senatorial para su recepción y utilización por el nuevo emperador.142 En este sentido, tal orientación específica del texto pone de relieve su importancia desde un aspecto estratégico: Tácito, como miembro del Senado, destaca mediante la descripción del territorio y las costumbres de los germanos la peligrosidad e inestabilidad de la periferia más allá del Rin, en contraposición a las fronteras orientales de Armenia, y especialmente a Dacia, objetivos militares de creciente interés durante el gobierno de Domiciano. Desde este punto de vista, la Germania es un texto que delinea, en gran medida, una propuesta geopolítica para Trajano al inicio de su gobierno,143 tanto en el plano externo como interno, a partir de una triple referencial temporal. En primer lugar, Germania es la periferia excluida por César de su proyecto de conquista, al cual infructuosamente intentaron incorporarla Augusto y sus sucesores en reiteradas ocasiones. Con todo, este pasado militar resulta favorable con respecto del presente inmediatamente anterior a la publicación de la obra, cuando Domiciano convierte la Germania en objeto discursivo de su propaganda. En consecuencia, la referencia temporal al pasado en la Germania habilita el contraste entre Augusto y Domiciano como polos opuestos en una larga tradición de política exterior en el limes germánico, al final de la cual se inserta Trajano. Así, Tácito le presenta al nuevo emperador una política exterior doble para la frontera renano-danubiana: la continuidad del proyecto augústeo determina rechazar la propaganda domiciana. No obstante ello, completar la pacificación de Germania iniciada por Augusto implica reactualizar discursivamente la periferia al contexto de fines del s. I, de modo que la segunda referencia temporal de la Germania atañe a su significación al presente: los germanos ya no son bárbaros aislados al margen de la romanización; más aún, la guerra contra los romanos y sus propias divisiones internas los han convertido en la periferia libre e inestable más cercana a Roma. De allí que el conocimiento integral de la situación en el limes, y la focalización en él de la actividad bélica resulta estratégicamente vital para la seguridad interna y externa del Imperio. En este sentido, Trajano resulta el actor ideal para concretar a futuro la tan anhelada dominación política de Germania, debido a su larga experiencia militar en la frontera.
En consecuencia, la Germania surge como un texto que, al representar una zona transfronteriza, muestra a Trajano la fuente del capital simbólico del poder imperial. Por ende, el referente del texto es la frontera, en tanto interfaz que debe ser controlada para aumentar la gloria de Roma y la legitimidad del nuevo emperador. A la luz de ello, la reanudación de la conquista de Germania implica no solo la transgresión física de los límites geográficos, sino asimismo la suspensión simbólica de los límites temporales, puesto que la presencia de Trajano en el limes, contemporánea a la publicación de la Germania, representa un nuevo Augusto que someta definitivamente la periferia bárbara allende el Rin.
V. Conclusiones: la Germania como “etnografía de frontera”
Este artículo se inició a partir de detectar dos problemas notorios en la lectura tradicional de la Germania: su pretendida posición marginal frente a la atención que reciben las obras tacíteas de contenido netamente historiográfico, y la interpretación del texto en el plano genérico como una “monografía etnográfica”, las cuales no han producido aún una operación de lectura que integre el texto en sus diferentes niveles de significación. Luego de haber analizado la situación social específica de producción del texto, los antecedentes textuales y las diferentes particularidades de la Germania que establecen discontinuidades en su interacción genérica con la tradición, se propondrá una nueva etiqueta genérica para la obra, centrada en su liminalidad. Al respecto, bajo la concepción del “género literario” entendida por el modelo RGS como un proceso recursivo en el cual “lo retórico y lo social se reproducen uno al otro en tipos específicos de textos”, los cuales “permiten estudiar lo social y lo retórico al tiempo que operan uno sobre otro, reforzándose y reproduciéndose uno al otro, y a las actividades sociales, los roles y las relaciones que ocurren dentro de ellos”,144 la Germania se interpreta como un texto liminal, en tanto reproduce la importancia de la frontera en tres aspectos:
En primer lugar, su situación social específica se caracteriza por la centralidad de los márgenes hacia fines del s. I d. C.: en el plano geopolítico, el limes renano-danubiano es protagonista tanto de la expansión militar como de las luchas por el poder político del Imperio; en el plano literario, la experimentación con los modelos textuales de época republicana y augústea, y la utilización de géneros menores revela el interés de los autores del periodo por las zonas marginales del canon textual. Todo ello coloca la frontera como ámbito relevante de referencia política y literaria para la sociedad romana de la época.
En segundo término, la centralidad de la frontera como situación social específica requiere de un enunciado que la represente. Tal exigencia social es realizada por Tácito en la Germania mediante una doble operación de construcción textual: retoma un tópico de interés recurrente en la literatura de la época −la representación de Germania y sus habitantes− y lo reactualiza al volverlo recorte temático específico del texto. Este movimiento de centralidad textual de la periferia germánica se completa con la autonomización de su dispositivo narrativo: Tácito desplaza la etnografía de la digressio, su espacio textual marginal tradicional en la historiografía, y la vuelve materia narrativa central atemporal en la Germania; de este modo, relega el relato cronológico de la materia histórica y sus protagonistas al ámbito de la digresión en la obra.
Así, esta operación textual muestra la tercera representación de la frontera en la Germania: como producto de una época en transición entre dos regímenes políticos, cuya referencia temporal es dinámica, en tanto el texto apunta al pasado, presente y futuro del Imperio.
Para finalizar, la Germania se distingue del resto de la producción de la época por la especificidad de su contenido, en respuesta a una situación retórica de creciente interés por la frontera de los ríos Rin y Danubio en la transición del s. I al s. II d. C. En consecuencia, la caracterización genérica de la Germania como una etnografía de frontera propuesta por este artículo, devela en el texto los procesos de autonomía genérica de la etnografía, discurso tradicionalmente periférico, y al mismo tiempo visibiliza la frontera como un área relevante de praxis literaria y sus implicancias políticas en la cultura latina.