1. La lengua latina y la fijación del método didáctico de Nebrija en la España de los Reyes Católicos
Resulta un mito bastante difundido que la gramática española de Nebrija haya sido símbolo lingüístico y cultural del imperio de Carlos V. Esta idea se produce por dos factores: por un lado, el hecho de que en 1492, el año en que se publicó la Gramática sobre la lengua castellana, haya sido también el año en que Colón descubriera América y, por ello, el imperio de los Reyes Católicos y, por ende, del Rey Carlos se extendiera progresivamente y abarcara -ya en el reinado de su hijo Felipe- un territorio donde “nunca se pusiera el sol”; por otro lado, el segundo factor del “mito” es la famosa frase que el propio Nebrija incluye en el prólogo de su gramática: “la lengua fue compañera del imperio”.
En efecto, sí hay un componente político en que Nebrija ve necesario escribir una Gramática sobre la lengua castellana para fortalecer y proteger de vicios corruptores a una lengua castellana de una nación pujante que los Reyes Católicos estaban conformando con solidez. Por ello mismo, se convertirá en lengua unificadora de los territorios de habla no española de la Corona de Aragón que son Cataluña, Valencia y Mallorca. Pero ese factor político no puede separarse del principal objetivo de Nebrija que no se enfoca tanto en el español como en el latín. Según eso, la gramática española obedece, ciertamente, a un plan o mejor dicho a una inercia metodológica de enseñanza de la lengua de Virgilio.2 Y, es precisamente, esa lengua latina la que sí se volvió en una suerte de símbolo ideológico “oficioso”, primero, y “oficial”, después, del imperio español de los Habsburgo.
De alguna manera, no podemos obviar que cuando Nebrija afirmó “que siempre la lengua fue compañera del imperio i de tal manera lo siguió que junta mente començaron, crecieron i florecieron i, después, junta fue la caída de entrambos”,3 se refería a un castellano “cristalizado” por la lengua latina, o más bien al constructo latín-castellano que habría de acompañar la expansión imperial española. Movido por el paralelismo de lo que sucedió con el imperio romano intuía la importancia que iba a tener el castellano en un futuro y que su propia gramática iba a aportar solidez teórica a esa divulgación de la lengua de Cervantes.4 No obstante, estos se podrían considerar como puntos de vista colindantes, ya que el principal motivo para escribir la primera gramática sobre la lengua castellana5 fue un plan educativo-didáctico que pretendía no sólo extender el idioma castellano, sino también profundizar en el aprendizaje de la lengua latina a través de un procedimiento filológico,6 en que “lengua latina y lengua materna -o viceversa- confluyen con igual intensidad en el horizonte nebrisense”.7
Pero, a efectos prácticos, no fue la Gramática sobre la lengua castellana, sino las distintas ediciones de las Introductiones Latinae, el “símbolo” real tanto educativo como ideológico de la difusión de la Corona española, tanto dentro del propio territorio de la península ibérica como fuera, en los futuros virreinatos españoles de América; si bien estas ediciones partieron de la sencilla y breve de 1481, fueron progresivamente reestructuradas, y ampliadas con observaciones y comentarios puntuales, en cuatro o cinco versiones principales que el maestro andaluz fue reelaborando. La importancia de este pequeño manual fue trascendental, muy por encima de su Gramática de la lengua española, aunque, después del siglo XVIII, ésta adquiriera mucha más fama nublando la relevancia de las Introductiones.8 El método de enseñanza de Nebrija, aunque basado en ellos, superará todos los manuales tanto medievales como prerrenacentistas o renacentistas.9 Su forma de entender la enseñanza del latín tiene mucho de pragmática y didáctica, precisamente por su amplia experiencia como profesor.10 Las obras gramaticales y lexicográficas responden a un plan previamente trazado y no casual. Tanto Calvo como Esparza así lo atestiguan al constatar las referencias cruzadas de la doctrina de unas obras con otras.11 Se trata pues de todo un plan sistemático, que recibe normalmente, por parte de los especialistas, la designación de ratio nova nebrissensis:12 todo un proyecto lingüístico que integra obras lexicográficas, retóricas, gramaticales y ediciones de autores clásicos. En su “nueva” didáctica totalizadora el maestro andaluz se aleja de las grammaticae modistae y de un estilo y un método exclusivamente medieval, ya que sus manuales aportan nuevos caminos del análisis y enseñanza de la latinidad.13 A pesar de que Nebrija se vale de estilos gramaticales anteriores,14 los mejora considerablemente gracias a la conjugación que hace con el método humanista que toma de referencia.15 Con ello, pudiéramos pensar que su método es propiamente ecléctico, pero con una originalidad que va a radicar en su capacidad sintética y sistemática.16
También es consciente de presentar una nueva ordenación gramatical basada en un sistema sintético y estructurador, cuando afirma en contra de la muy utilizada gramática medieval de Alexander de Villadei:
En resumen, falto de ordenación y de la mínima base especulativa, presente, de algún modo, en las gramáticas latinas hasta el siglo VII, el Doctrinale ofrece el as- pecto de una sucesión de rarezas e irregularidades enlazadas entre sí únicamente por su relación básica, aunque no explícita, con el sustantivo, con el verbo, con la construcción o con la métrica. En una primera parte de la exposición se nos presenta, más que como un ars grammatica, como un complemento a los paradigmas flexionales.17
De hecho, el nuevo método de enseñanza de latinidad del maestro andaluz supuso: “desarraigar en toda España” todos aquellos manuales medievales y prerrenacentistas de estilo abigarrado y farragoso, y de latín oscuro y artificioso.18 No se puede negar que, aunque el catedrático de Salamanca empleó a todos estos autores en la concepción de su plan gramatical, los intenta sobrepasar en sus “vicios”, con el propósito de conseguir su principal objetivo: establecer un método sistemático, regular, coordenado, cohesionado y sintético. A veces, el propio Nebrija cae en los defectos que él mismo critica, pero es innegable que logra despuntar sobre sus antecesores con creces, y que alcanza su forma más perfeccionada en la edición de 1491 de las Introductiones. El problema vino, como veremos, a partir de la de 1495, que se empieza a recargar de comentarios y de adiciones que la sumergirían en la oscuridad que el mismo Nebrija criticaba en los gramáticos anteriores. Seguidamente, iremos haciendo un recorrido de las distintas versiones de sus Introductiones y la evolución de su ratio gramatical.
Para el maestro andaluz, la gramática19 debe combinar tanto la enarratio de las más excelsas autoridades de la literatura latina, como dar razón de los fenómenos lingüísticos que en esa enarratio se producen. Ante la pregunta: quid est grammatica? Responde: scientia recte loquendi recteque scribendi ex doctissimorum virorum usu atque auctoritate collecta.20 Se trata, por tanto, de un conocimiento técnico y literario. Pero a ese concepto de gramática, deberíamos añadir otro saber por el que Nebrija se destacó especialmente: el metodológico. La edición primera de Salamanca, de 1481 (con ediciones posteriores en 1482 y 1483) resulta la más medieval de todas, puesto que, al estilo de Villadei, distribuye el estudio de la lengua en dos grandes niveles: por un lado, un primer nivel elemental de rudimentos para niños, con morfología, concordancia entre las partes y ortografía; por otro lado, un segundo nivel para ya iniciados, con la exposición de las partes de la oración y la construcción de partes sintácticas. Por último, a modo de coda y siguiendo los manuales tradicionales de Donato y Prisciano se añade un apéndice sobre el solecismo y barbarismo y un pequeño diccionario.
Aunque divide el estudio en dos grandes partes tiene un sentido más pedagógico que Villadei, quien distribuye por temas gramaticales y no por edades. Por lo tanto, de todas sus ediciones, es la más dirigida a la docencia de las clases. Por otro lado, responde todavía a los principios de Donato, que se mueven más en torno a la littera y a la dictio, conceptos que se refieren exclusivamente a un plano ortográfico, léxico y estilístico de la lengua. No obstante, una de las más importantes aportaciones de Nebrija, en las que sigue al humanista italiano Pomponio Leto (1428-1498),21 es “recurrir a los paradigmas en columna de declinaciones y conjugaciones, estrategia que permitirá el ahorro de explicaciones prolijas”.22 A diferencia de Leto, Nebrija consigue integrar esos paradigmas en un todo integrado que va descomponiendo cada parte de la gramática, de forma breve, sencilla, pero con la suficiente profundidad de análisis para que no se quede exclusivamente en una gramática escolar, sino que sintetiza un modelo de Schulgrammatik con un modelo de Regulae.23
En la segunda versión de sus Introductiones, de 1491, alcanza la mayor perfección de su método y, por ello, constituirá la base fundamental para todas las demás ediciones posteriores.24 Los principales factores de perfeccionamiento de sistematización del método que emprendió en su primera versión de 1481 serían los siguientes: 1) el hecho de ordenar, con claridad, las partes de la gramática con una justificación determinada y, 2) los paradigmas de las declinaciones y las conjugaciones que establecen una amplia división entre las dos grandes partes que sostienen la lengua: nombre y verbo.
Acorde a estos dos relevantes factores, la gramática se divide, a su vez, en cinco libros:
LIBRO I:
a) Declinaciones (latina, griega y hebrea)
b) Conjugaciones
LIBRO II:
a) Género y declinación de los nombres
b) Pretéritos y supinos
LIBRO III:
Erotemata, de las ocho partes de la oración
LIBRO IV:
Sintaxis y construcción de la oración
LIBRO V:
Cantidad de sílabas, metros y acento
Entre esos libros existe, como afirma Bonmatí,25 una serie de paralelismos estructurales. De hecho, y siguiendo la antigua clasificación estoica y alejandrina, que Varrón establece en su De Lingua Latina, el primer libro ofrecería la parte regular de la lengua (la analogía) y el segundo la irregular (la anomalía),26 que además Nebrija pretende regularizar, al desarrollarlo de forma clara y ordenada.
En este sentido, el orden que Nebrija confiere a los paradigmas en los libros primero y segundo adapta el modelo del Compendium grammaticae,27 de Juan de Pastrana y Fernando Nepote, dos autores prerrenacentistas españoles que todavía siguen, en buena medida, las directrices medievales tanto modistas como descriptivas. A diferencia de ellos, el maestro andaluz es mucho más coherente y ordenado (no en vano, en el prólogo de su Lexicon expone, con contundencia, que “desarraigará a Pastranas”), puesto que estos gramáticos adolecen de una cierta disimetría en sus modelos de declinación y conjugación.28 De hecho, las gramáticas de Pastrana y Nepote mostraban ante los ojos de Nebrija un “laberinto de confusión” por dos principales motivos: seguían manteniendo mucho del método especulativo escolástico y contaminaban el latín con las estructuras sintácticas españolas29 (suppletio30). Se trataba de obras que entremezclaban rasgos de la gramática especulativa, de la proverbiandi, que veremos en el siguiente capítulo, y de la humanista procedente de Italia. Acababan siendo manuales excesivamente eclécticos que debido a su falta de método y de sistema se perdían en cierta mezcla poco clara de procedimientos de análisis lingüístico de muy diverso tipo.31
En definitiva, la gramática de Pastrana ejerció una especial relevancia y difusión en su época, porque “sin abandonar el estilo de la escolástica, incorpora importantes avances en el terreno didáctico”32 y, aunque criticada incisivamente por Nebrija, influyó en su obra gramatical (por ejemplo, en el uso del ordo artificialis33); sin embargo, su estructura adolecía de cierto fárrago acumulativo “y daba cabida sobre todo a reflexiones gramaticales y apenas a especulaciones lingüísticas”.34
En cuanto al libro tercero, Nebrija sigue la estructura de los erotemata, que suponen un auténtico homenaje al Ars Minor de Donato y a las gramáticas medievales que beben de él. Se trata de una serie de preguntas y respuestas concisas sobre cuestiones teóricas de gramática y las ocho partes de la oración. Este libro, que no se encuentra en su primera versión, lo incluiría Nebrija por su gran capacidad didáctica, ya que en su papel de docente se da cuenta de lo relevante que resulta para los alumnos que asienten conceptos básicos que van profundizando en el estudio de la lengua: así pues, deben saber definir qué es un adverbio, qué es un pronombre, qué es una preposición, etcétera, si quieren luego analizar y comprender una oración y un texto latino.
El libro tercero supone el punto de conexión entre una mecánica de aprendizaje más memorística y ordenadora, constituida por los dos primeros libros, referidos al plano morfológico, y una más racional y compleja, expuesta en el libro cuarto, el de la sintaxis. Pero la sintaxis de Nebrija no tiene nada que ver con las explicaciones profusas de los gramáticos medievales tanto especulativos como descriptivos (los Villadei, los Bethune, los Pastrana o los Nepote); e incluso nada que ver con los tratados renacentistas que, aunque manejan el latín puro y elegante de los autores clásicos, pecaban, en cambio, de profusa erudición y extensión en ejemplos y amplificaciones expositivas, como se puede comprobar en las abundantes páginas de los libros de Valla, Guarini o Perotti, que el propio Nebrija, como dijimos, también tuvo de referencia.
El libro cuarto del autor de las Introductiones, en cambio, trata de analizar más en detalle la constructio de la oración, de cómo se engarzan y conjuntan los distintos componentes de la lengua. La distribución de la versión de 1491 va a permitir que esta parte de la gramática, que merece más interpretación y comentario que en la morfología, se amplíe bastante más que en la anterior de 1481. Por eso mismo, es el libro que más posibilidades de ampliación futura tiene y que posteriores gramáticos se dedicarán a perfeccionar:35 se trata, si seguimos los términos de Wolfgang Iser, un “punto ciego” (“Leerstelle”) que irán rellenando los gramáticos posteriores.36
Por último, el libro quinto se dedica a la métrica y la prosodia, elementos de la lengua que en las gramáticas modernas no se incluirían debido a que se considerarían como partes más “accesorias” de la lengua. Nebrija lo incluye porque es consciente -y en eso sigue mucho la tradición de Donato, Diomedes, o Prisciano- de la importancia de la métrica para entender la construcción del latín en cualquier autor literario. Y más, si las gramáticas medievales habían pervertido la ortografía y la pronunciación original de la lengua de Cicerón, al dedicarse exclusivamente al latín contemporáneo de su periodo histórico.37 Si bien en la edición de 1491 el libro quinto evita resabios poéticos al no tratar de las figuras ni elementos que pertenecen más al terreno de la literatura y menos al de la lengua, sin embargo, posteriormente, las recuperará en las recognitiones posteriores.
Después de la de 1491, la siguiente versión de las Introductiones fue la de 1495 que lleva el título de Aelii Antonii Nebrissensis Introductiones in latinam grammaticen cum longioribus glossematis; sobre este modelo, con algunas variaciones publicaría la de 1496/1498. Estas versiones se caracterizan básicamente por seguir la estructura base de la de 1491 pero con ampliaciones y anotaciones que hacen de esta obra un manual denso y excesivamente erudito. Es como si Nebrija se contaminara del estilo de Valla y Perotti. No obstante, tiene sentido en su ratio filológica y didáctica, ya que, si las versiones de 1481 y 1491 abordan los niveles rudimentarios y medianos de la lengua, la de 1495 y la recognitio de 1496/1498 se destinan a niveles de conocedores profundos del latín, que podrían ser estudiantes avanzados o profesores.38 Se trata de un método muy expositivo a través de las glosas que se sitúan en el margen de las páginas y que van describiendo puntualmente cada una de las reglas que presenta en el cuerpo principal del texto. Por otro lado, añade toda una serie de apéndices que tratan del barbarismo, numerales, orden de las partes de la oración, cláusulas, un vocabulario y una pequeña gramática griega. Con esta última recognitio, a pesar de algunas variaciones en ediciones posteriores ya entrados en el siglo XVI, se cerraría el plan gramatical de la ratio nova nebrissensis.
2. 2. El español “compañero” de la ratio latina nebrisense en la expansión imperial castellana
Si bien hemos atendido a las distintas ediciones de las Introductiones, en todo nuestro análisis anterior no hemos tenido en cuenta las versiones “castellanas” que Nebrija llevó a cabo en la traducción al español de las Introductiones de su edición de 1487, ni La Gramática sobre Lengua Castellana de 1492. Ambas obras desempeñaron una relevante función en su ratio nova y desempeñarán un importante papel en el método de la enseñanza del maestro andaluz en el marco del contexto imperial de los Reyes Católicos y del emperador Carlos V.
De los modelos de gramáticas que se dieron en la época de Nebrija, un tipo de gramáticas que influyó, especialmente, en la ratio nova fue el de las grammaticae proverbiandi.39 Se trata de gramáticas que hacen mayor hincapié al plano léxico y sintáctico (en una vertiente más fraseológica) que al morfológico, pero, más allá de esto, su verdadera originalidad se centra en la aplicación didáctica del romance, es decir, “el criterio práctico de enseñar a formar frases con ayuda de la lengua romance, esto es, proverbiare o componere”.40 En este tipo de gramáticas, “la lengua romance cumple una doble finalidad, derivada de la distinción entre la traducción directa (sobre todo, aunque no exclusivamente, listas de verbos latinos con su significado romance) y la traducción inversa (frases en romance desde las que el maestro explica la construcción latina)”.41 Según Calvo Fernández y Esparza Torres, la proverbiandi42 junto con ciertos procedimientos romanceadores de la gramática humanista italiana43 ejerció una relevante huella en varios modos de explicar la lengua latina en Nebrija.44
Así pues, con este trasfondo, el maestro andaluz escribe la versión romance de las Introductiones Latinae en 1487, tal y como le mandó la Reina Isabel, en tanto ella y su esposo Fernando residían en Salamanca entre el 8 de abril de 1486 y finales de enero de 1487. Precisamente, fray Hernando de Talavera, obispo de Ávila, posterior arzobispo de Granada y confesor de la reina, fue el principal valedor del maestro andaluz que le presentó ante Isabel “buscando favorecer a su amigo e implicarlo en las reformas promovidas por la Corona”.45 A raíz de esta presentación ella le encomienda la traducción de sus Introductiones al castellano, para facilitar el aprendizaje del latín a las religiosas que sólo conocían los rudimentos de la lengua; al mismo tiempo, y en paralelo, Nebrija le muestra sus esbozos de La Gramática Castellana por la que paradójicamente la reina no sintió demasiado interés. Es curioso que, en ese momento, el propio Nebrija no diera mucha relevancia a traducir al castellano sus Introductiones, aunque luego con el tiempo lo considerara esencial y de gran ayuda para la futura Gramática Castellana. La casualidad se conjuntó y ambas obras acabaron convirtiéndose en partes esenciales de la columna vertebral de la ratio nova nebrissense. De hecho, Nebrija se da cuenta de ello y en la edición de las Introductiones de 1488 reconoce la importancia de la traducción al español encomendada por la reina:
Vengo agora, muy esclarecida reyna y señora, a lo que vuestra alteza por sus letras me mandó, para que algún remedio de tanta falta que aquellas Introductiones de la lengua latina que yo había publicado i se leyeran ya por todos vuestros reynos las volviese en lengua castellana contrapuesto el latín al romance. Quiero agora confesar mi error, que luego en el comienzo no me pareció materia que yo pudiera ganar mucha honra, por ser nuestra lengua tan pobre de palabras que por ventura no podía representar todo lo que contiene el artificio del latín. Más después que comencé a poner en hilo el mandamiento de Vuestra Alteza, contentóme tanto aquel discurso que ya me pesaba aver publicado por dos veces una mesma obra en diverso sitio i no aver acertado desde el comienzo en esta forma de enseñar mayormente los ombres de nuestra lengua.46
En su Gramática sobre Lengua Castellana Nebrija da un paso más allá del aspecto filológico y gramatical47 que supone utilizar la lengua española para entender mejor la latina y confiere a su aprendizaje un grado ideológico y político, por lo que la importancia de su enseñanza tiene dos caras: el estudio propedéutico hacia el latín y su enseñanza como lengua imperial, que, además, al proceder y ser una evolución de la latina se retroalimenta con la primera cara:
Cuando bien conmigo pienso, mui esclarecida reina, i pongo delante los ojos la antigüedad de todas las cosas que para nuestra recordación i memoria quedaron escriptas, una cosa hallo i saco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio i de tal manera lo siguió que junta mente començaron, crecieron i florecieron i, después, junta fue la caída de entrambos.48
Para el catedrático de Salamanca el estudio de la lengua castellana se justifica en cuanto que supone una continuidad con la latina, en una fase de progresiva transformación de la enseñanza gramatical. Al respecto, para el maestro andaluz se producen diversos ciclos de decadencia de las lenguas en que compara las lenguas clásicas (griega, hebraica y latina) con la castellana. De ese modo, igual que, por ejemplo, la lengua latina entró en decadencia con el imperio49 (“De allí, començando a declinar el imperio delos romanos, junta mente començó a caducar la lengua latina hasta que vino al estado en que la recebimos de nuestros padres”); de la misma manera, pudiera suceder con la lengua castellana (“Lo que diximos dela lengua ebraica, griega i latina podemos mui más clara mente mostrar en la castellana”50). Así pues, el castellano tendría un periodo de niñez, crecimiento, maduración y declive. Por este motivo, Nebrija se propone “retenerla” en su momento de plena “maduración” a través de la gramática castellana, que coincide con el periodo de la monarquía de los Reyes Católicos, los cuales “en la fortuna i buena dicha dela cual los miembros i pedaços de España, que estaban por muchas partes derramados, se reduxeron i aiuntaron en un cuerpo i unidad de reino, la forma i travazón del cual assí está ordenada que muchos siglos, iniuria i tiempos no la podrán romper ni desatar”.51
Según esto, Nebrija se dispone a escribir la gramática sobre lengua castellana por varios motivos que vamos a enumerar a continuación y que se puede apreciar que van íntimamente ligados al decurso de la lengua latina (y con alusión, también, a la griega):
“[…] engrandecer las cosas de nuestra nación i dar a los ombres de mi lengua obras en que mejor puedan emplear su ocio […], para que lo que agora i de aquí adelante enél se escribiere pueda quedar en un tenor i estender se en toda la duración de los tiempos que están por venir, como vemos que se a hecho enla lengua griega i latina, las cuales, por aver estado debaxo de arte, aunque sobre ellas an pasado muchos siglos, toda vía quedan en una uniformidad”.52
Extender la “menor de vuestras hazañas, tanto en tierras propias como extranjeras”.53
Al igual que Zenódoto en lengua griega y Crates en la latina, mantener la lengua en su “cumbre, que más se puede temer el decendimiento della que esperar la subida”.54
“I seguir se a otro no menor provecho que aquéste alos ombres de nuestra lengua que querrán estudiar la gramática del latín; porque, después que sintieren bien el arte del castellano, lo cual no será mui dificile por que es sobre la lengua que ia ellos sienten, cuando passaren al latin, no avrá cosa tan escura que no se les haga mui ligera, maior mente entreveniendo aquel Arte dela gramática que me mandó hazer Vuestra Alteza, contraponiendo línea por línea el romance al latín. Por la cual forma de enseñar no sería maravilla saber la gramática latina, no digo io en pocos meses, mas aun en pocos días i mucho mejor que hasta aquí se deprendía en muchos años”.55
Facilitar el meter debajo del “iugo” de los Católicos “muchos pueblos bárbaros i naciones de peregrinas lenguas, i con el vencimiento aquéllos tenían necesidad de recebir las leies quel vencedor pone al vencido i con ellas nuestra lengua, entonces por esta mi Arte podían venir enel conocimiento della, como agora nos otros deprendemos el arte dela gramática latina para deprender el latin”.
A través de estos cinco factores Nebrija justifica enseñar la lengua castellana y lo que más nos interesa en el presente estudio es que todos ellos están íntimamente ligados con la lengua latina y se pueden sintetizar en dos aspectos básicos:56 1) El castellano ha de estudiarse en gramática para mantener su gloria actual, antes de que empiece a decaer como sucedió con el latín, y 2) servirá de lengua burocrática y formal que ayudará a extender las leyes y órdenes reales que faciliten la expansión cultural y administrativa del imperio español.
De este modo, queda totalmente enlazada la lengua castellana con la latina, y acaba convirtiéndose en un “constructo didáctico-ideológico” que representará y desarrollará la política monárquica e imperial de los Reyes Católicos57 y que se extenderá, en especial, en la monarquía de su nieto Carlos y de su bisnieto Felipe. Pero, no podemos quedarnos exclusivamente con la idea de que ese constructo se organiza en cuanto a la combinación de las dos lenguas en igualdad de condiciones. El latín siempre será la base nuclear y el corazón de la actividad cultural y educativa imperial. El español es una capa que engrandece y añade luminosidad a ese núcleo. La lengua del imperio es, en realidad el latín, y el español forma parte de ese fortalecimiento político de la Corona española que mueve el latín.58 Por eso, no en vano, como dijimos al comienzo de este artículo, las Introductiones fueron las que tuvieron una completa difusión y multitud de ediciones en los siglos posteriores y la Gramática sobre lengua castellana no tuvo ninguna hasta sus reediciones en el siglo XVIII.59 En definitiva, Nebrija deja de manifiesto cómo la lengua latina con su reflejo especular en la española engrandece y difunde la política administrativa y expansiva de los Reyes Católicos. De hecho, en la siguiente versión de 1495 de las Introductiones Latinae, Nebrija reconoce la gran relevancia que ejercieron los reyes en el desarrollo de su actividad gramatical y filológica. Con ello, se ve confirmada la ligazón que existirá de la política con la filología nebrisense:
Aquella razón de dedicarle a Vuestra Magnífica Señoría este mi último esfuerzo por el Arte de la gramática fue en lo fundamental porque no hay nadie que no entienda cuánto cuidado pones en lograr que esta república española sea la más floreciente no sólo en los demás asuntos cuanto principalmente en las letras.60
Más adelante, Nebrija se siente orgulloso de dirigirse exclusivamente a los Reyes al igual que aquellos “hombres agraciados con una enorme inteligencia” que se dirigen a “altas autoridades”. Se siente especialmente agradecido al sentirse designado por los monarcas en su interés por su obra gramatical. Por último, alude a la gran labor política de Isabel y Fernando en la unificación de los territorios hispánicos al hacer que “toda España retorne a un solo cuerpo”; y a ese cuerpo simbolizado y representado por ambos monarcas Nebrija dedica “este único ornamento magnífico de la lengua latina” que son sus Introductiones:
Y ¿puede haber alguien tan estúpido y ajeno al sentido común que ose llamar a este arte tenue y exiguo y que no merezca deban dedicarse sus libros a nuestra Soberana, cuando vemos que no sólo hombres agraciados con una enorme inteligencia y singular doctrina le han dedicado obras de esta disciplina a las más altas autoridades, sino que además los propios capitanes y emperadores aún enfrascados en mitad del gobierno de sus dominios terrenales han dejado testimonio escrito de sus actividades? Mas loco yo, que podría discutir de un tema que Vuestra Alteza tiene hace tiempo muy conocido en multitud de ocasiones, aquí me limitaré a decir tan sólo aquello que ya he dicho en otro lugar con gran concurrencia de estudiosos, implorando tu protección y la de tu muy magnífico esposo. Vosotros, digo, Ilustrísimos y Victoriosos Soberanos, con cuya buena guía y dicha los miembros dispersos de toda España retornaron a un solo cuerpo, procurad, os lo ruego, que no le falte a la bienaventuranza que dedicasteis a nuestra época este único ornamento magnífico de la lengua latina.61
En efecto, con estas afirmaciones entre otras varias de los distintos prólogos de sus manuales filológicos, Nebrija liga completamente su obra con la política monárquica e imperial de los Reyes Católicos. En ese aspecto, el maestro andaluz sobrepasa la actividad exclusivamente erudita de los humanistas italianos y hace que su obra no sólo sea una disciplina lingüística, sino también ideológica. Así, Carmen Lozano Guillén afirma lo siguiente, en sintonía con lo que acabamos de decir:
Donde Valla ni siquiera menciona el imperio como causa de la extensión del latín, antes bien implica que la hegemonía lingüística no va necesariamente de la mano de la política, Nebrija sostiene que la regla es que la lengua sí es “compañera del imperio”; y sobre el modelo del latín y de Roma calca la historia del hebreo y el griego y eventualmente del castellano. La insistencia en el vínculo entre lengua e imperio miraba principalmente a situar la Gramática en un terreno concreto que resultara atractivo para la Reina y a obtener así el apoyo de la Corona.62
Pero el catedrático de Salamanca no sólo se quedará en enlazar su obra gramatical con la política y la voluntad de los Reyes, sino que también, debido a los relevantes valedores y mecenas que ha tenido en el cuerpo eclesiástico, hace que, en el prólogo de la edición de las Introductiones de 1495, esta obra se convierta en el “depósito principal” de los “sacramentos de nuestra religión”;63 de este modo, las Introductiones resultan no sólo un símbolo político y monárquico de la conformación de la, en ese momento, expansiva nacionalidad española,64 sino también de la extensión y propagación del catolicismo eclesiástico;65 de hecho, a ojos de Guzmán Betancourt, la religión se acaba convirtiendo “en la verdadera compañera del imperio”.66 Con ello, en la ratio didáctica nebrisense se asegura el apoyo de los poderes reales y nobiliarios y de la Iglesia. Por este motivo, su obra adquirirá una gran difusión y divulgación en todos los territorios peninsulares y americanos de la Corona española, y será tenida en cuenta como base de la enseñanza eclesiástica de todas las órdenes religiosas que divulgarán el latín en el Nuevo Mundo,67 y que, en el siglo XVII, como luego veremos, quedará definitivamente “oficializada” con la refundición que hagan los jesuitas a través de las manos del padre ignaciano Juan Luis de la Cerda.
4. 4. Extensión de las Introductiones en el continente americano: el latín del Arte y las lenguas amerindias de la Nueva España
No podemos negar que, debido a la fama que adquirió el manual de Nebrija, por los motivos que hemos aducido en el apartado anterior, su influencia política tanto entre los reyes y la nobleza, así como su preponderancia académica en la Universidad de Salamanca hicieron que sus Introductiones se fueran empleando casi sistemáticamente como libro de texto “oficial” para la enseñanza del latín.68 Si bien se seguía compartiendo con otra serie de manuales como los citados Villadei, Valla, etcétera, éstos se fueron viendo sustituidos gradualmente por las distintas ediciones de las Introductiones, que se fueron extendiendo primero por todo el territorio peninsular,69 para más tarde llegar y difundirse por el recién descubierto continente americano.
Es un hecho que Nebrija llegó a la Nueva España70 desde el comienzo, según detallan varias cédulas del Archivo de Indias, en las que se autoriza a los hijos del maestro andaluz, Sancho y Sebastián a “imprimir e vender en las Yndias las obras del maestro Nebrija”.71 De este modo, existen registros de que la gramática de Nebrija fue acompañando a “los conquistadores” en su periplo por los diferentes territorios del Nuevo Mundo,72 por lo que los dos virreinatos más relevantes, el de Perú y el de Nueva España destacaron por la afluencia de artes nebrisenses, en sus diversas reediciones, ampliaciones y comentarios,73 que hizo que se convirtieran en auténticos “best-seller”74 y que se enseñara desde el comienzo en todos aquellos colegios que franciscanos y dominicos iban fundando a lo largo del siglo XVI.75
De hecho, aparte de los propios ejemplares de las ediciones de Nebrija que pudieran llegar, y que sirvieron de vaso conductor a la entrada de los autores grecolatinos en América,76 el autor de las Introductiones adquiere una preponderancia fundamental en la elaboración de toda una serie de gramáticas para aprender lenguas indígenas. No es su Gramática sobre lengua castellana la que emplean los frailes, sino su “Arte” de la lengua latina, si bien la primera pudo llegar a servir de complemento a la segunda.77 El latín era la lengua oficial y científica de la Iglesia, depositaria de los misterios del Verbum Dei y de los Santos Evangelios, el castellano sólo actuaba de código vehicular entre una lengua de procedencia, el latín y unas lenguas receptoras, las indígenas. Las gramáticas de lenguas amerindias sólo servían para que los religiosos entendieran a los indios y les pudieran predicar mejor la palabra del Evangelio.78 El castellano apenas era empleado por las comunidades aisladas y “el latín sustituía a los vernáculos en aspectos religiosos considerados de cierta relevancia”.79
De todas las gramáticas de lenguas indígenas, la primera de todas ellas y quizás la más estudiada es el Arte de la lengua mexicana del franciscano Andrés de Olmos (1485-1571),80 “la primera gramática del Nuevo Mundo, terminada en 1547, en el recién construido convento de San Andrés Hueytlalpan, mientras evangelizaba a los totonacos, de los cuales aprendió también su lengua”.81 En el prólogo, el propio Olmos declara su admiración, aunque no su total dependencia al Arte de Antonio:
Creo que la mejor manera y orden que se ha tenido es la que Antonio de Lebrixa sigue en la suya […] pero porque en esta lengua no cuadra la orden que él lleva por faltar muchas cosas de las cuales en el arte de la gramática se hace gran caudal como son las declinaciones, supinos y especies de los verbos, por tanto, no sere reprensible si en todo no siguiere el Arte de Antonio.82
Según esto, la investigadora Hernández Triviño afirma que “el modelo de Nebrija sufre adaptación a la lengua náhuatl con cambios importantes respecto a la arquitectura y a la forma de codificar la lengua, a tal grado que puede considerarse un nuevo modelo en el que perviven las categorías gramaticales y el metalenguaje de la tradición grecolatina”.83 Por lo tanto, la gramática de Olmos “marcó la pauta con una nueva traza y un penetrante análisis de la que podemos ver como morfo-composición”. Precisamente, este “concepto y el término de composición fue muy aceptado y se fue consolidando y reinterpretando en el cúmulo de gramáticas en cascada que fueron publicándose a lo largo del siglo XVI y de los siglos siguientes”.84
En una segunda serie de gramáticas escritas para el aprendizaje de las distintas lenguas amerindias también sabemos que se usó el manual de Nebrija para su elaboración.85 En algunas queda referido en el prólogo y en otras se puede apreciar por la estructura en que la gramática está configurada.86 Es el caso del Arte de la lengua de Michoacán (México, 1558), del fraile francés Maturino Gilberti87 (1498-1585); Arte de la lengua mexicana y castellana (México, 1571), de fray Alonso de Molina (1513-1579); Arte y diccionario: con otras obras en lengua michuacana (México, 1574), de fray Jean Baptista de Lagunas (m. 1604); Arte en lengua zapoteca (México, 1578), del dominico fray Juan de Córdova (1501-1595); Arte y vocabulario del maya yucateco, cuyo manuscrito se perdió, de fray Luis de Villalpando (m. 1552); el Incipit ars tzeldaica (segunda mitad del siglo XVI), de fray Domingo de Ara (m. 1572); el Arte en lengua mixteca (México, 1593), de fray Antonio de los Reyes (m. 1603); o el Arte de la lengua mexicana (México, 1595), del padre jesuita Antonio del Rincón (1566-1601).88
Como hemos dicho antes, el modelo tanto latino como español, entendidos ambos como un constructo supeditado a la lengua del Lacio, supusieron un “calco metodológico y conceptual de categorías lingüísticas peculiares de una lengua fuente (latín o español), a una lengua meta (las indígenas) en su interpretación, descripción y consiguiente fijación en reglas gramaticales”. Por ese motivo, se forzaron las categorías lingüísticas indígenas para “hacerlas concordar con las de la gramática clásica”,89 y de esa manera a los frailes les sirvió el latín/castellano como “instrumento para percibir y anotar las diferencias con las lenguas indígenas, a distintos niveles y con distintos grados de precisión”.90
Por último, no podemos dejar de señalar que, paralelamente a las gramáticas de lenguas indígenas novohispanas, también recibieron la influencia del Arte latino nebrisense, las que se realizaron en el virreinato de Perú,91 sobre el quechua, hablado en el imperio inca desde el Ecuador a Chile; en el de Nueva Granada, sobre las lenguas de origen chibcha o muisca,92 habladas en la meseta de Colombia y noreste del continente americano, y sobre las de tupí-guaraní,93 habladas en la costa de Brasil y Paraguay.94
En definitiva, la unificación de los métodos de enseñanza del latín se produjo a través de un solo autor y éste, por su prestigio y relevancia metodológica, debía ser Nebrija. Más allá de las presiones del gramático andaluz,95 también predominó la necesidad política y pragmática propia de una nación que se estaba extendiendo territorialmente, frente al criterio intelectual y científico que daba pie a una diversidad de opciones analíticas. De todos modos, a pesar de que los religiosos partían de una fuente única de método y código lingüístico, el potenciamiento que se dio a las lenguas amerindias para que los frailes pudieran evangelizar a la comunidad indígena mantuvo la diversidad que con el tiempo iba a ser muy útil y necesaria para el desarrollo de la Grammaire générale et raisonné (1660), de los gramáticos de Port-Royal.96
5. La “oficialidad jesuita” del Arte de Nebrija en el imperio transoceánico de los Habsburgo
La última versión de 1495, su recognitio de 1496/1498 y ediciones posteriores como la de 1533 muestran una obra gramatical excesivamente compleja y densa que pudo ir anticipando la “barroquización”97 de las gramáticas latinas del XVII y de comentadores que irían engordando cada vez más la obra de Nebrija.98 Hubo “intentos” en Salamanca, en Alcalá y en Valencia de sustituir los manuales del autor de las Introductiones por gramáticas más racionales y claras, pero había que “enfrentarse con las imposiciones de los claustros universitarios que se inclinaron la mayoría de las veces a favor de Nebrija”.99 Por eso, se buscaron otros procedimientos para, al menos, poder introducir nuevas ópticas del estudio gramatical. Esos “procedimientos” eran, en muchas ocasiones, comentarios a su obra, especialmente al libro cuarto, que era el que más carencias ofrecía y donde más se podían aportar nuevas tesis lingüísticas, que, además, pudieran aplicar el método racional y así modernizar la obra del maestro andaluz.
Uno de los grandes defensores de ese cambio de método fue Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1600), el Brocense, que con su Minerva sive de causis linguae latinae (Salamanca, 1587), pretendía emplear una forma de analizar y aprender el latín más racionalista. Este manual constituirá el futuro método que desarrollarán los gramáticos de Port-Royal en la segunda mitad del siglo XVII, servirá de base para un tipo de gramática que se conjugará con el cartesianismo filosófico y se convertirá en la méthode latina de los intelectuales ilustrados tanto racionalistas como empiristas.100 Puesto que De las Brozas defendía su propio modelo lingüístico en las aulas, finalmente “fue sorprendido incluso por los visitadores de las clases explicando por su gramática y no por la de Antonio”.101 Eso hizo que el Consejo Real se hiciera cargo del problema y enviara en 1594 una provisión real a las universidades más importantes del reino, las de Salamanca, Valladolid y Alcalá, donde se preguntaba si se debía seguir utilizando el Arte de Nebrija o realizar una nueva, y si debía estar escrita en latín o castellano. Contra lo que venía siendo la tónica universitaria de defender a Nebrija, tanto Salamanca como Valladolid (Alcalá no contestó) defendieron que se compusiera un arte nuevo y en lengua castellana. Seguramente el exceso y el galimatías de las recognitiones últimas del maestro andaluz,102 así como sus comentadores, y la influencia del Brocense a modo de una especie de “nuevo” Nebrija, convencieron a los claustros universitarios para que se cambiaran las tradicionales Introductiones.
Finalmente, el Consejo, movido seguramente por cuestiones políticas, ordenó que se siguiera enseñando por el “Arte de Antonio”, para toda España, pero concediendo a las universidades la posibilidad de que se pudiera “quitar y añadir”, en cuanto a “las demás artes que hasta agora hay, así impresas como por imprimir, lo que paresciere ser conveniente”.103 Se abonaba el terreno para que el padre jesuita Juan Luis de la Cerda desarrollara su reformulación de Nebrija.104 Además, en gran parte, por el prestigio que en ese momento tenía la Compañía de Jesús como defensora y divulgadora educativa de los principios formativos y religiosos del Concilio de Trento, fue el manual que, después de muchos pleitos, se impuso por orden real de Felipe II en 1598, por lo que se acabó denominando como Arte Regio. La gramática de Juan Luis de la Cerda constituyó un modelo único que adelgazó las anteriores ediciones de Nebrija y, de alguna manera, se volvió al formato y extensión de la edición de 1491, sin duda la mejor de las que elaboró el maestro andaluz.105 Por otro lado, como apunta Sánchez Salor, De la Cerda, de forma muy pragmática, añade teoría del Brocense, para amoldarse a la doctrina lingüística que representaban las poderosas universidades de Salamanca y Valladolid.106 También incluye material lingüístico de otros manuales como el De Institutione grammatica: libri tres (1572), del jesuita portugués Manuel Álvarez, así como de otros gramáticos contemporáneos a él, con el propósito de amoldarse y ofrecer un manual lo más adecuado posible a sus tiempos.
Fue fundamental la Ratio Studiorum de 1599 como entramado pedagógico y educativo para que se pudiera aplicar la versión de la refundición de Nebrija que realizara Juan Luis de la Cerda. A pesar de que los jesuitas oficializaron para todos los colegios de la Compañía, la Grammatica de Álvarez, no obstante, por la fuerza institucional, didáctica y política de las Introductiones en España, los ignacianos se vieron forzados a mantener su método gramatical, aunque se lo apropiaron y lo “jesuitizaron” (de todos modos, “el Álvarez” seguiría figurando como manual complementario107). El citado decreto real de 1598 impuso la obra gramatical de De la Cerda en Castilla y, por ende, en todos los territorios americanos;108 posteriormente por decreto de las Cortes de Calatayud de 1626, pasaría a Aragón y prácticamente a todos los reinos que comprendía esta Corona.109 En un plano nocional o de filosofía de las ideas, la refundición del jesuita supondrá la alianza absoluta entre la Compañía de Jesús y la monarquía de los Habsburgo, que, además, se considerará plena defensora de los principios católicos contrarreformistas frente a la amenaza protestante.
Se ha dicho que la “oficialidad” de la gramática de Nebrija por parte del autor del Arte Regio supuso un freno al desarrollo intelectual y científico de la gramática y del análisis del latín;110 no obstante, no podemos obviar que en el plano educativo y político111 era más provechoso que en el científico o cultural. El imperio español requería dos grandes objetivos: uniformizar las Coronas a través de unos mismos criterios educativos y homogeneizar la educación desde el territorio español con las conquistas territoriales americanas. Era necesario un nexo educativo sólido e incontestable que acabó siendo la gramática de Nebrija. Ya, de hecho, se fue produciendo una cierta unificación en torno a la edición de 1491 de las Introductiones que quizás fueron las que más se emplearon tanto en España como en América,112 lo cual iba abonando el terreno para fijar una edición que se enseñara uniformemente en todo el territorio imperial español. Tenía que ser una versión que impidiera el uso de otras, por lo que no podía ser ninguna de ellas.
El paso definitivo lo dio la Compañía de Jesús, de reciente aprobación papal (1540) y con una mentalidad muy amoldada al horizonte histórico de este periodo. Los jesuitas salieron muy reforzados del Concilio de Trento (1545-1563) y con la misión de propagar y asentar la doctrina católica frente a los desvíos reformistas, a la vez que extender dicha doctrina por los nuevos y descubiertos territorios americanos. Si bien ya los frailes dominicos y franciscanos, en su mayor parte, habían preparado el camino para que los pueblos indígenas tuvieran el saber suficiente para asimilar la lengua latina, como lengua religiosa y propedéutica del imperio, se necesitaba ir un paso más allá con la finalidad de solidificar dichos conocimientos en un estudio más técnico y elevado que se destinaría especialmente a las clases nobiliarias dirigentes. Como hicieron los frailes dominicos y franciscanos en el XVI, los jesuitas se encargaron de eso en el XVII, tanto en España como en América. La necesidad de reafirmar la doctrina católica requería de un mayor conocimiento y de un sólido aparato educativo en que se pudiera desplegar sin ambages la enseñanza doctrinal. Por eso, para tal fin, era muy importante la base educativa y humanista debidamente expurgada y condicionada por la virtus litterata jesuita.113
Con todo y con ello, el Arte de De la Cerda sería el manual que acabaría por sustituir todas las ediciones de Nebrija y sus comentadores anteriores que se dieron durante el siglo XVI. A lo largo del siglo XVII sería el Arte oficial, que desde los colegios jesuitas114 (de hecho, durante todo el siglo XVII prácticamente todos los comentadores de los libros de Nebrija fueron jesuitas o “filo-jesuitas”)115 se implantaría en todas las demás instituciones educativas; se llevaría a América,116 y sería el modelo de todos los colegios criollos y de las siguientes gramáticas que se hicieran sobre lenguas indígenas.117 Será en América donde se apreciará más la fuerza de la “oficialización”, ya que no existían tradiciones gramaticales previas, como ocurría en la península ibérica. De hecho, se puede entrever cómo los manuales gramaticales que enseñaban lenguas indígenas en las centurias del seiscientos y el setecientos nombraban y remarcaban más su observancia al Arte de Nebrija118 (en ese momento, ya conocido por la refundición de De la Cerda).
En definitiva, la “oficialización oficiosa” de las versiones y recognitiones de las Introductiones del maestro andaluz que se dio durante el siglo XVI se convertirá en los siglos XVII y XVIII en un “Nebrija jesuita y oficial” que conservará de su autor sólo el nombre y se transformará en una herramienta educativa clave que uniformizará la enseñanza del latín durante doscientos años.
6. Conclusiones
Se producen en la obra del autor de las Introductiones dos velocidades: por un lado, el Nebrija puramente gramático, divulgador de los métodos italianizantes y exquisito filólogo comprometido con el análisis y la docencia de la lengua latina; por otro lado, está el Nebrija político, el que se introduce en los organismos de poder, y que recibe un fuerte mecenazgo de personajes relevantes tanto de la Corte, la Iglesia, o la universidad. No se puede estudiar el uno separado del otro y, en efecto, Nebrija es lo que es por su proyección tanto política como docente e investigadora. En su figura se integran estos tres planos relevantes que hicieron que las Introductiones Latinae se convirtieran en el verdadero manual transmisor de la “lengua del imperio”, apoyado por su magnífica Gramática sobre Lengua Castellana. El “latín nebrisense” fue el que se divulgó y cohesionó el interior de España, a la vez que comunicó a los españoles de América, con los pueblos amerindios que aquí habitaban. “Nebrija” es herramienta didáctica y educativa pero también símbolo cultural, ideológico y político que conformará la nacionalidad española y expandirá, de Europa a América, unas estructuras culturales enraizadas en una forma particular de entender la Antigüedad greco-latina y el cristianismo romano-católico.119 Su ratio nova, aunque deformada, por sus recargadas últimas ediciones, representa una forma sistemática, ordenada, cohesionada y sintética de abordar el estudio de la lengua latina. Su método de enseñanza se centra en tres factores muy delimitados:
Supera didácticamente los manuales de enseñanza del latín anteriores basados en los principios fundamentales de la escolástica, introduciendo los aires nuevos de los studia humanitatis italianos, al tener como referencia la obra de Lorenzo Valla, de Guarino Guarini, o de Perotti. Al respecto, recupera la pureza tanto ejemplificadora como metodológica de los autores clásicos: por un lado, se retrotrae y emplea como principales textos de referencia las Artes de Donato y Prisciano; por otro lado, incluye toda una serie de ejemplos directos de autores clásicos.
Consigue aliar y potenciar el español como complemento indispensable y continuador del latín, sin que el primero contamine al segundo, como sucedía en las grammaticae proverbiandi de siglos anteriores.
Logra un método sintético, claro y sistemático de la enseñanza del latín que abrirá la puerta al método racional de explicación de causas de Thomas Linacro, de la Minerva del Brocense o de las futuras “mèthodes” port-royalistas.
Por estos motivos, la gramática latina de Nebrija se convirtió en referente en toda Europa,120 pero es que, además, por la claridad y el orden de las partes de la lengua que incluía en sus Introductiones, fue modelo e instrumento para poder estudiar y analizar las lenguas propiamente americanas: náhuatl, zapoteco, mixteco, etcétera. No sólo resultó ser una más que adecuada herramienta lingüística para el análisis y comprensión de otras lenguas, sino que, oficializada como Arte Regio en la refundición de Juan Luis de la Cerda y acompañada del plan de estudios jesuita, se volvió en un formidable instrumento para asentar y propagar el aparato político, administrativo y educativo español en todos y cada uno de los virreinatos americanos.
De este modo, la implantación de las Introductiones se produce en varias fases: una primera, en que su fama se va propagando tanto por sus contactos políticos, como por la importancia didáctica y científica de su ratio; una segunda, ya muerto el maestro, en que, ya prácticamente, sus Introductiones se “oficializan” por obra de los claustros universitarios y por la divulgación de sus manuales en los colegios e instituciones educativas de los frailes en América; una tercera, que sería la “oficialidad” por decreto real a partir de 1598 y que se conjunta con la versión jesuita que el padre Juan Luis de la Cerda hace de las Introductiones, lo que acaba dándole un sentido político de símbolo imperial y eclesiástico que cohesiona los territorios de la Corona, a través de un latín que sirve de instrumento de comunicación vehicular entre todos ellos. Por ello mismo, la lengua española se sentirá heredera de ese latín, de tal modo que parece que Nebrija hubiese publicado su Gramática sobre lengua castellana para que el futuro Imperio más importante de la época moderna acabara emulando al imperio más importante de la Antigüedad. La verdad es que no deja de ser un misterio cuál fue el verdadero objetivo de Nebrija con su Gramática castellana, si potenciar el español o mejorar la enseñanza del latín, o ambos. Fuera de una manera o de otra, lo que sí es cierto es que, si bien se pudiera pensar que el español debía ser la “lengua, compañera del Imperio”, acabó siéndolo el latín gracias a la gran cantidad de ediciones que de las Introductiones llegaron a los virreinatos americanos y porque el latín de Nebrija se convirtió en el canon didáctico de las Humanidades en colegios y universidades, así como en la herramienta de comprensión de las lenguas amerindias entre los evangelizadores.