Garcilaso de la Vega nació en Toledo, en 1499. Fueron sus padres Pedro Suárez de Figueroa, más tarde llamado Garcilaso de la Vega, y doña Sancha de Guzmán, distinguidos miembros de la nobleza. Quedó huérfano en septiembre de 1512. Pedro, su hermano mayor, se hizo cargo de él hasta 1519, lapso en que tuvo por maestro de latín y cultura latina a Juan Gaitán, traductor de Ovidio y Horacio. Por ser segundo hijo o segundón, como se decía entonces, su futuro era ser clérigo, elegir una profesión liberal o entrar al servicio de la Corte. Se decidió por la Corte; pero, antes de llegar a ella, fue desterrado tres meses de la ciudad, por participar en la revuelta de los comuneros, ya que su hermano Pedro era uno de los cabecillas. A través de su amigo Boscán, conoció y se acercó al duque de Alba, quien desde entonces lo admiró y protegió. Con su ayuda llegó a ser procurador de Toledo y, como tal, lo enviaron a las Cortes de Santiago de Compostela y seguidamente, en 1520, se le designó contino, es decir, miembro de la guardia personal de Carlos V, cargo que sólo se otorgaba a personas de la más alta nobleza.
Desde mi percepción, para sobresalir en la nueva poesía renacentista, que Italia difundía a través de sus astros literarios, Garcilaso contará con dos factores importantes: la amistad y su genio poético. Tocante a la amistad, está por un lado la casa de Alba, que aumentó la prosperidad de su fortuna y, por otro, Boscán, que lo hizo conocer a destacados personajes cultos italianos, los cuales él mismo aumentó durante sus dos estancias en Nápoles, incluso aquél lo animó a practicar la métrica y las nuevas formas poéticas, que desde el Renacimiento imperaban allá y que su genio supo no sólo asimilar, sino también darles el valor artístico que tanto necesitaba la lengua española, anclada desde hacía dos siglos en las coplas y poesía trovadoresca, donde el octosílabo y el machacón dodecasílabo ya habían agotado sus frutos.
Gran parte de la obra poética de Garcilaso gira en torno al amor. Más que soldado, que lo fue, se distinguió como poeta y, más que amante, fue un doloroso y fuerte apasionado del amor. Entre las mujeres que amó, se cuentan: Giomar Carrillo, con quien, siendo soltero, procreó a su primer hijo, Lorenzo Suárez de Figueroa, antes que Las Cortes de España lo casaran (27 de agosto de 1525) con Elena de Zúñiga, dama de honor de la hermana del emperador, igual que casaron al mismo Carlos V con Isabel de Portugal (1524), en cuya comitiva para la boda venía Beatriz de Sa, dama favorita de la emperatriz, que fue el auténtico amor de Garcilaso, su verdadera Isabel Freire y amada Elisa, de quien estuvo enamorado platónicamente toda su vida, a quien recuerda y describe en sus poemas, sufriendo y soportando el dolor de no sentirse aceptado y estar muy lejos de tenerla.
Su insospechada y real fama poética hizo surgir en España no sólo la crítica literaria y el comentario filológico, sino también la total admiración de los grandes literatos de su tiempo y otros posteriores. Todo esto comenzó con Boscán, que preparó una edición conjunta de sus poemas con los de su gran amigo Garcilaso, para “dejarlos enmendados [… pues] tenía la intención de mudar muchas cosas”,1 según dijo su viuda, Ana Girón de Rebolledo, cuando ésta los publicó bajo el título de Las obras de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega repartidas en cuatro libros (Barcelona, 1543). Fue hasta 1569, después de 19 ediciones conjuntas, cuando la obra de Garcilaso se editó separada. Así, ya en 1574, Francisco Sánchez de las Brozas, el Brocense, editó en Salamanca Obras del excelente poeta Garcilaso de la Vega con anotaciones y enmiendas del licenciado Francisco Sánchez, catedrático de retórica, repitiéndose la edición en 1577, 1581 y 1589. En 1580 aparecieron en Sevilla Obras de Garcilaso de la Vega con anotaciones de Fernando de Herrera, sin que se halle alguna mención del Brocense, pues Herrera las había comenzado a trabajar desde 1571. Otro gran erudito, Tomás Tamayo de Vargas, hizo imprimir en l622 una nueva edición comentada y corregida, titulada Garcilaso de la Vega, natural de Toledo, príncipe de los poetas castellanos. Finalmente, en 1765, el diplomático aragonés, José Nicolás de Azara, sacó la edición comentada con nuevas enmiendas, Obras de Garcilaso de la Vega ilustradas con notas, texto apoyado en un antiguo manuscrito, del que no ofrece detalles.
La entrada segura y documentada de las obras de Garcilaso a Nueva España nos la proporciona la Memoria de cuarenta cajas de libros que Benito Boyer […] envía a México […] dirigidas a Diego Navarro Maldonado […] desde Sanlúcar de Barrameda, el 9 de junio de 1584, las cuales llegaron a su destino en los primeros días de octubre. Son tres ejemplares titulados: Obras de Garcilaso y Mena, dos en la caja cuatro y uno en la trece.2 Para 1599 su gloria y fama eran tan sabidas aquí que también el canónigo Dionysio de Ribera Flórez, autor de la Relación historiada de las exequias funerales de […] Felipe II (México, 1600), haciendo una defensa de la poesía introducida en obras de relatoría, como la que él realizó para este rey, dice en su dedicatoria al inquisidor Alonso de Peralta:
Los varones ilustres que se han dado al estudio de letras humanas, consagrándose a la historia y antigüedad de las cosas memorables de la poesía, como en Italia Petrarca, Dante, Pico de la Mirándula (sic) y otros varones clarísimos, que florecieron antes y en su tiempo. Este [tiempo] que consume todo lo mortal, vemos que con su ligero vuelo ha traído los nombres esclarecidos por todo el orbe, inmortalizando sus obras y poniéndoles el anillo de la perpetua memoria, que tan viva está en los entendimientos de los doctos de nuestra edad. [Así,] pues, España no ha sido por cierto estéril en criar varones cuya estimación ha sido tan levantada por sus ingenios raros que las tiaras y coronas de emperadores y reyes los han no poco estimado y honrado, como un Garcilaso de la Vega, caballero ilustre que murió en la guerra al lado del invictísimo emperador Carlos V, sin que la lanza le impidiese la pluma, enriqueciendo con ella a España y haciendo envidiosa a Italia por ver su [lenguaje] toscano vencido en la propiedad y elocuencia del buen decir de sus versos [de Garcilaso], compitiendo con los más preciosos de Virgilio y Horacio, con que ha ilustrado la poesía y prosperado ingenios de diversas naciones, dejando la tierra llena de esta gloria. Boscán, don Diego de Mendoza alabados quedan en sus obras, don Alonso de Ercilla […] Fernando de Herrera, a quien por su ingenio claro se le dio nombre de divino. Sabida cosa es cuánto le estimaron los hombres ingeniosos y de profundas letras por mostrarse tan aventajado en las de humanidad y ser en todas las ciencias y lenguas tan universal y haber descubierto la vena rica de nuestra lengua española y tesoro de sus frasis en las anotaciones que hizo sobre Garcilaso, a quien dio el principio de la [nueva] poesía, alabando su alteza ilustre, su primor, lindeza y dulzura, gentileza de razones, número de palabras pulidas, sin perder lo grave, severo y sentencioso, y ornamento honesto con que se visten las figuras e imágenes de los conceptos altos y pensamientos divinos, de que carecen los ignorantes, y no les quedara pequeña luz a éstos, si las obras que este levantado ingenio dejó escritas, saliesen a los ojos del mundo, que sin duda tendría una nueva lumbre en la humanidad y flores escogidas de lo más puro de ella.3
Luego de este largo testimonio que ilustra sobremanera las excelsas cualidades poéticas de Garcilaso así como su conocimiento del latín y de los mayores poetas latinos, el cual arranca desde su niñez (como dije al principio de este escrito) hasta alcanzar un completo estudio durante su segunda estancia en Nápoles, donde eligió ser confinado, después de que fuera desterrado a una pequeña isla del Danubio, por haberse presentado en la boda de su sobrino, hijo de su hermano Pedro (agosto de 1531), sin que tal ceremonia se autorizara por la casa real, por eso el emperador ordenó que se le aprehendiera y se le llevara a cumplir su castigo (febrero de 1532), del que no pudieron salvarlo ni su familia ni don Fernando, duque de Alba. Finalmente, el duque, su protector, consiguió sacarlo de su destierro y llevarlo a Nápoles, a donde, un poco después, llegó como virrey don Pedro de Toledo, suceso que lo llenó de contento. Respecto a tal estancia, Suazo Pascual opina esto:
En Nápoles lo vemos rodeado de humanistas y poetas, que al principio lo aconsejaron y muy pronto lo admiraron. [… Allí] la vida literaria del Renacimiento italiano se le muestra en toda su intensidad: remoza y amplía las lecturas de griegos y latinos, y las incorpora a su obra. Y así su poesía, hasta ahora liberadora expresión de sentimientos, se va a convertir en puro fruto del culto a la belleza.
Sannazaro, con La Arcadia, fue el autor […] que más le influyó: el bucolismo, la contemplación de la naturaleza, la adjetivación -abundancia de epítetos y de superlativos- la convierte en un placer de los sentidos [y con ello] aparecen Virgilio […] Horacio, Tibulo, Ovidio, Propercio, etc.
Ahora aprende la práctica de la imitatio, técnica imitatoria, autorizada por el precedente de la literatura latina, que tanto se había aprovechado de la helénica, y practicada y recomendada en el Renacimiento, como signo de respeto. En adelante Garcilaso salpica sus obras con la imitatio de una manera constante y variada con tanta maestría como Sannazaro.
La mitología, hasta entonces objeto de alusiones imprecisas, será a partir de ahora un elemento artístico de primordial importancia.4
La imitación de los clásicos latinos que maneja, para insertarlos en sus poemas, parte de una estrategia poética interpretativa tan pareja como la que tienen los escritores italianos más destacados de su tiempo, aunque muchas veces dicha imitación pase a través de aquéllos, lo mismo sea Sannazaro que Petrarca. Por tanto, traigo a colación ejemplos que Garcilaso toma de Virgilio, Horacio y Ovidio, admitiendo, como adelanto, que el lenguaje poético virgiliano aparece más en sus Églogas; el horaciano en sus Canciones y Églogas, y el ovidiano en sus Sonetos, Elegías y Odas latinas. La Copla V de Garcilaso lleva por título “Traduciendo cuatro versos de Ovidio”, los cuales corresponden a los vv. 193-196 de la Heroida VII, que en latín y mi versión rítmica dicen:
Nec consumpta rogis inscribar Elissa Sychaei
hoc tamen in tumuli marmore carmen erit:
“PRAEBUIT AENEAS ET CAUSAM MORTIS ET ENSEM
IPSA SUA DIDO CONCIDIT USA MANUS”.
Ni consumida por fuegos, como Elisa de Siqueo me inscriban;
pero habrá este canto en el mármol de mi sepulcro:
“OTORGÓ ENEAS TANTO CAUSA COMO ESPADA DE MUERTE
Y DIDO SE SUICIDÓ USANDO SU MISMA MANO”.
La imitación, no traducción de Garcilaso, en la que utiliza el genio de su estrategia poética, quedó en dos redondillas españolas que interpretan y explayan su percepción del texto latino, añadiendo la circunlocución “el peor de los troyanos” para designar a Eneas:
“El peor de los troyanos
dio la causa y el espada:
Dido, a tal punto llegada,
no puso más de las manos”.5
En su Soneto VI, verso tercero del segundo cuarteto, incrusta dos hemistiquios del libro VII de las Metamorfosis: el segundo del verso 20 y el primero del 21, los cuales expresan en latín y mi versión lo siguiente:
Aquí puede observarse que su estrategia poética da al verbo video la acepción de ver con la mente, esto es, conocer, según lo muestra el cuarteto:
mas tal estoy, que con la muerte al lado
busco de mi vivir consejo nuevo,
y conozco el mejor y el peor apruebo,
o por costumbre mala o por mi hado.6
En el Soneto XVII, primer terceto, se encuentra la bellísima imagen del sueño, que tal vez arranca desde Virgilio, Eneida, VI, 278, donde se expresa tum consanguineus Leti Sopor (“luego el Profundo Sueño, pariente de la Muerte”) que después Ovidio perfeccionó en Amores, II, IX, 41, diciendo: quid est somnus gelidae, nisi mortis imago? (“¿Qué es el sueño, sino imagen de gélida muerte?”). La estrategia de Garcilaso poetizó así dicho terceto:
Del sueño, si hay alguno, aquella parte
sola que es ser imagen de la muerte
se aviene con el alma fatigada.7
En el Soneto XX, 9, 11-12, Garcilaso recuerda las pérdidas y males sufridos por Ovidio en su destierro, quien los cuenta en Tristes, III, VII, 45-47, carta enviada a la poeta Perila, cuyo texto latino y mi traducción rítmica dicen:
En ego, cum caream patria vobisque domoque
raptaque sint, adimi quae potuere mihi
ingenio tamen ipse meo comitorque fruorque
Heme aquí, aunque de patria de ti y de casa carezca,
y me hayan arrancado lo que quitarse pudo,
con todo, yo mismo me acompaño y me gozo en mi ingenio.
Así lo compendió Garcilaso:
Aunque por otra parte no me duelo […]
del grave mal que en mí está de contino;
antes con él me abrazo y me consuelo.8
En el Soneto XXVIII, 10-11, Garcilaso describe la figura de Amor, puesta en Amores, I, X, 15-16, que, en latín y mi traducción rítmica, dicen:
Garcilaso lo capta así:
No admira tampoco que la primera estancia de su Canción I se inspire en Amores, I, IX, 9-16, que, en latín y mi traducción rítmica, expresan:
Militis officium longa est via. Mitte puellam
strenuus exempto fine sequetur amans.
Ibit in adversos montes duplicataque nimbo
flumina; congestas exteret ille nives;
nec freta pressurus tumidos causabitur Euros
aptaque verrendis sidera quaeret aquis.
Quis, nisi vel miles vel amans et frigora noctis
et denso mixtas perferet imbre nives?
Es largo camino el deber del soldado. Aleja a su amada,
y el esforzado amante la seguirá sin fin.
Irá hacia montes opuestos y a ríos por lluvias crecidos,
y ha de pisar aquél amontonadas nieves;
ni presto a surcar los mares pretextará vientos furiosos
ni querrá astros propicios para barrer las aguas.
Y así la desarrolla Garcilaso:
Si a la región desierta, inhabitable
por el hervor del sol demasiado
y sequedad de aquella arena ardiente,
o a la que por el hielo congelado
y rigurosa nieve es intratable,
del todo inhabitable de la gente,
por algún accidente
o caso de fortuna desastrada
me fuésedes llevada,
y supiese que allá vuestra dureza
estaba en su crüeza,
allá os iría a buscar como perdido,
hasta morir a vuestros pies rendido.10
En la primera Oda latina, compuesta en estrofas alcaicas de forma horaciana y dedicada a Antonio Tilesio, Garcilaso, en las dos estrofas iniciales, imita el sentimiento de ser, él mismo, Ovidio exiliado, aludiendo a la tercera elegía de las Tristes, donde el poeta romano, entre lágrimas y abrazos, describe la despedida de su esposa y sus amigos; y la visión inamable de los hórridos lugares de su destierro, cercado de bárbaros hostiles y el ronco murmullo del Danubio. Veamos, pues, el texto latino con mi versión rítmica:
Vxore, natis, fratibus et solo
exsul relictis, frigida per loca
Musarum alumnus, barbarorum
ferre superbiam et insolentes
mores coactus, iam didici invia
per saxa voces ingeminantia
fletusque sub rauco querelas
murmure Danubii levare.11
Dejando esposa, hermanos, hijos, suelo,
desterrado entre frígidos lugares,
forzado, alumno de las Musas,
a sufrir la arrogancia del bárbaro
y no usuales costumbres, ya en no andables
riscos que mis voces y llantos doblan,
supe alzar quejas bajo el ronco
murmullo del cercano Danubio.
En el Soneto X, 1-2, Garcilaso inserta el verso 651 del libro IV de la Eneida, de Virgilio, donde Dido, se queja de los regalos de Eneas; y Garcilaso, tal vez, del mechón de cabellos que le diera Isabel Freire, su amada Elisa. Ambos textos, el latino y mi versión, dicen:
Así imita Garcilaso:
En el Soneto XV, 1-2, también imita el verso 4 de la Bucólica VIII de Virgilio, que en latín y mi versión expresan:
que nuestro poeta despliega así:
que enfrenaron el curso de los ríos.13
Pero es en la Égloga II, 1867-1872, donde Garcilaso explaya más su poética imitación. Se trata del último parlamento de la Bucólica I, 79-83, de Virgilio, donde Títiro dice a Melibeo:
Hic tamen hanc mecum poteras requiescere noctem
fronde super viridi. Sunt nobis mitia poma,
castaneae molles et pressi copia lactis;
et iam summa procul villarum culmina fumant,
maioresque cadunt altis montibus umbrae.
Aquí, empero, podrás descansar conmigo esta noche
sobre un verde follaje. Tenemos frutos maduros,
blandas castañas y abundancia de leche cuajada,
y ya sumos techos del caserío a lo lejos humean
y desde los altos montes caen más grandes las sombras.
Parlamento que así imitó Garcilaso:
Recoge tu ganado, que cayendo
ya de los altos montes las mayores
sombras con ligereza van corriendo;
mira en torno, y verás por los alcores
salir el humo de las caserías
de aquestos comarcanos labradores.14
Por mi decisión y regusto muy personal, pongo enseguida la traducción latina de este parlamento del caro doctor Rubén Bonifaz:
Con todo aquí podrías descansar conmigo esta noche
sobre verde follaje; sazonadas frutas tenemos,
suaves castañas y abundancia de leche exprimida.
Y las cimas de los caseríos ya a lo lejos humean,
y más grandes caen de los altos montes las sombras.15
Yo, de estudiante, en 1963, hice la versión completa de dicha égloga virgiliana, no sé si remedando las “traducciones poéticas” del mexiquense Joaquín Arcadio Pagaza o el estilo de Garcilaso. El parlamento en cuestión dice:
Quédate aquí esta noche, Melibeo,
descansarás sobre la hierba espesa,
comerás dulces frutas,
castañas en su punto
y hasta quesos y el unto.
Es más, ya a lo lejos humea
negro el tejado de la aldea,
quitan su luz los horizontes
y caen densas sombras
desde los altos montes.
Sigo con Horacio, quien en el libro I de Odas dedica la V a la liberta Pirra. En ella se presenta cansado de esperar que aquélla lo reciba, pues es voluble y cambiante como el mar y los vientos. El poeta lamenta que muchos la vean, sin saber lo que es, despreocupada, esplendorosa y codiciable; pero éste, que naufragó en la espera y los cambios de Pirra, va y cuelga en el templo de Neptuno, con votivo retablo, sus mojadas ropas y dice, en los versos 13-16 del texto y mi traducción rítmica, lo siguiente:
[…] Pared sagrada
me indica que, con votivo retablo,
colgué mojadas ropas
para el dios que el mar gobierna.
Garcilaso, quizás puesto en una situación parecida a la de Horacio, imitó para Amor lo dicho para Neptuno, en el Soneto VII, 5-8, expresa esto:
Tu templo y tus paredes he vestido
de mis mojadas ropas y adornado
como acontece a quien ha ya escapado
libre de la tormenta en que se vido.16
En la Égloga I, 155-159 y 161-167, Garcilaso alude al Épodo XVI, 30-34, que en latín y mi versión rítmica dicen:
novaque monstra iunxerit libidine
mirus amor, iuvet ut tigris subsidere cervis,
adulteretur et columba miluo,
credula nec ravos timeant armenta leones
ametque salsa levis hircus aequora.
y el admirable amor junte a su antojo
nuevas rarezas: que a tigresa agrade que ciervos la monten
y la paloma se ultraje por el milano,
ni las vacas, confiadas, teman a los dorados leones
y ame el chivo veloz mares salados.
A tales rarezas, Garcilaso alude de esta manera:
Materia diste al mundo de esperanza
de alcanzar lo imposible y no pensado
y de hacer juntar lo diferente […]
La cordera paciente
con el lobo hambriento
hará su ajuntamiento,
y con las simples aves sin rüido
harán las bravas sierpes ya su nido […]17
Finalmente, diré que la mitología grecolatina pulula por toda la obra garcilasiana. Se mencionan, entre otros personajes: a Amor, Adonis, Alcides, Aquiles, Cupido, Diana, Eurídice, Faetón, Filomela, Helicón, Hero, Himeneo, Ícaro, Júpiter, Leandro, Lucina, Mercurio, Musas, Neptuno, Parnaso, Piérides, Victoria (diosa); mucho más a Apolo, Febo, Marte, Venus. Acaso las Ninfas se llevan el mayor número de menciones dentro de las tres Églogas, pues se alude a casi todas sus clases: Dríadas, Napeas, Náyades, Oréades. Algunos nombres de las Ninfas son: Anajárete, Dafne, Eco, Filódoce, Calisto, Climene, Dinámene, Galatea y Nise.
Ahora, y a manera de conclusión, puedo decir lo siguiente: 1) Garcilaso, por los estudios formativos de su juventud, aprendió la lengua latina y leyó a los poetas más connotados de la época de César Augusto. 2) Durante su estancia en Italia, principalmente en Nápoles, perfeccionó su conocimiento y aprendió a imitarlos como lo hacían los grandes poetas del Renacimiento italiano. 3) En el desarrollo de su poesía, mucho le ayudó la amistad de Boscán y de su protector, el duque de Alba. 4) Sus menciones de hechos y personajes mitológicos dejan patente su gran conocimiento de la Antigüedad grecolatina.
Debido a lo anterior me pareció importante, como cierre, añadir la lista de tales personajes, que durante la lectura completa de Garcilaso fui anotando según la edición de 2004, puesto que refleja más claramente la clase de estudios que efectuó para adquirir un conocimiento tan extenso de la historia y la cultura antigua. La lista señala en cada nombre el poema y los versos donde se halla la mención.
ADONIS | Elegía I, 224; Égloga III, 185 |
ALCIDES | Égloga III, 353 |
AMOR | Soneto VII, 2 |
ANAJÁRETE | Canción V, 67 |
ANQUISES | Elegía II, 2 |
APELES | Égloga III, 180 |
APOLO | Égloga III, 29, 147, 151, 156 -Delius, Oda latina I, 13 |
AQUILES | Égloga III, 219 |
CALISTO | Elegía I, 307 |
CLIMENE | Égloga III, 55, 163 |
CUPIDO | Égloga III, 150 |
DAFNE | Soneto XIII, 1; Égloga III, 153 |
DIANA | Égloga II, 174, 740, 752 |
DINÁMENE | Égloga III, 55, 145 |
DRÍADAS | Égloga II, 623 |
ECO | Égloga II, 598 |
ELICONA X HELICÓN | Soneto XXIV, 8 |
ENEAS | -El peor de los troyanos, Copla V, 91 |
ESCULAPIO | Égloga II, 1465 |
ESTIGIA | Égloga III, 14 |
EURÍDICE | Égloga III, 130 |
FAETÓN | Elegía I, 50; Égloga II, 303 |
FAUNOS | Égloga II, 1156 |
FEBO | Égloga II, 1074, 1190, 1288, 1299, 1329, 1390 |
FILIS | Égloga III, 313, 336, 351, 366 |
FILÓDOCE | Égloga III, 55, 121 |
FILOMENA X FILOMELA | Elegía I, 231; Égloga II, 1147 |
FLÉRIDA | Égloga III, 305, 344 |
GALAFRÓN | Égloga II, 1881 |
GALATEA | Égloga I, 59 |
GRAVINA | Égloga II, 719 |
HIMENEO | Égloga II, 1401 |
ÍCARO | Soneto XII, 9-14 |
JÚPITER | Soneto XVI, 7 |
LEANDRO | Soneto XXIX, 1 |
LUCINA | Égloga I, 371 |
MARTE | Canción V, 13; Égloga I, 14; II, 1190, 1292; III, 37, 1354 |
MERCURIO | Égloga II, 1292 |
MUSAS | Elegía I, 11; II, 31; Oda latina I, 3 |
NAPEAS | Égloga II, 609 |
NÁYADES | Égloga II, 608 |
NEPTUNO | Égloga III, 264 |
NINFA(S) | Soneto XI, 1; Elegía I, 443; Égloga II, 608, 613, 1156, 1370; III, 53, 70, 224 |
NISE | Égloga III, 56, 193, 254 |
OETA | Elegía I, 253 |
ORÉADES | Égloga II, 607 |
PARNASO | Soneto XXIV, 2 |
PIÉRIDES | Égloga II, 236 |
SÁTIROS | Égloga II, 1157 |
SILVANOS | Égloga II, 1157 |
VENUS | Canción V, 35; Elegía I, 224; Égloga III, 186, 355, 1363 |
VITORIA X VICTORIA (DIOSA) | Égloga II, 1676 |
VIRGILIO | -Mantuano, Elegía II, 3 |
VULCANO | Soneto XVI, 8 |