En términos generales, es posible afirmar que los estudios literarios y espacios de investigación epistémica se encargan de evidenciar, expandir y, en ocasiones, reordenar los hechos, eventos y manifestaciones propios de una tradición específica. Lo propio ocurre con la tradición crítica, que ha demostrado un interés amplio alrededor de la problemática numérica, con comentarios, catálogos, estudios comparativos e incluso adivinatorios que tienen por objeto explorar la significación y el funcionamiento del número dentro de la literatura y, siendo más específicos, la épica.1
Sin embargo, en lo referente a lo homérico, las muestras, fuera de aquellas que abordan el tema desde lo cuantitativo, coinciden en el hecho de limitarse a exponer o abordar sucintamente alguna manifestación específica de la problemática. Tal tendencia da la posibilidad de articular una lectura transversal de la Ilíada, buscando catalogar y articular un sentido posible para el uso de representaciones numéricas específicas dentro del poema, haciendo especial énfasis en el funcionamiento del mismo para la constatación de patrones temáticos, y cómo estos se relacionan con el catálogo simbólico numérico refrendado por algunos de los autores mencionados anteriormente.
Tomando prestado el punto focal del icónico texto de Eric Havelock (1996) , donde se hilan procesos históricos propios del advenimiento de la escritura en la Grecia arcaica a la figura de Homero y la aparición de la Ilíada, es posible preguntarse esto: ¿si la épica homérica desde distintas perspectivas se vincula con los procesos de alfabetización y adaptación de un sistema escriturario,2 qué ocurre con el mecanismo de comunicación y representación numérica?, ¿existe algún posible vínculo de tenor similar al que ocurre entre alfabetización y épica?, ¿de qué forma puede o debe pensarse el número dentro de dicho modo de representación?
Para dar inicio a tal cuestión, resulta ilustrativo postular una pregunta recurrente en las etapas iniciales de toda investigación de exégesis numérica, ¿por qué se marca el número X en este contexto y no el número Y o Z?3 Para responder es necesario ceñirse al poema y hacer un recuento comprensivo de las conclusiones cualitativas y cuantitativas que han surgido alrededor del mismo, con el fin de sustentar y valorar las observaciones y relaciones entre el número y los eventos que acaecen en el poema.
Precisiones alrededor del número
El problema del simbolismo numérico surge a partir de la necesidad de interpretar y catalogar su aparición extendida como recurso cuantitativo y cualitativo dentro de la cotidianidad y acervo literario de griegos, hebreos, árabes e incas, entre otros.4 El uso de números es natural dentro de la experiencia humana, puesto que es necesario agrupar, secuenciar y establecer relaciones con objetos. Estos, en sus etapas más tempranas de formación, dígase, formación numérica, no parecen haber sido concebidos de un modo similar al de su abstracción contemporánea, antes bien, fungían como un sistema de correspondencias uno a uno que es creado mentalmente.5 Existe pues, en el número, una arista en su capacidad de relacionarse con objetos que va más allá de lo cuantitativo, y que puede recurrir bien a funciones icónicas de representación6 y cuantificación, o a funciones simbólicas.
La reiteración en la representación, sin embargo, no se erige como una simple consecuencia lógica de los modos de composición y transmisión orales, sino que también forma parte esencial de las canciones homéricas, desde temas y epítetos7 hasta la simetría que se articula en la guerra de Troya y el desarrollo vital de los guerreros.8 Esta no solo adquiriría un carácter “monumental”,9 en cuanto a que se hace visible y a la vez visibiliza al cuantificar, sino que es una manifestación particular de una tradición transversal, ancestral e inherentemente poética, por lo que Finnegan sostiene:
The most marked feature of poetry is surely repetition. Forms and genres are recognised because they are repeated. The collocations of line or stanza or refrain are based on their repeated recurrence; meter, rhythm or stylistic features like alliteration or parallelism are also based on repeated patterns of sound, syntax or meaning. In its widest sense, repetition is part of all poetry.10
Así pues, se entiende la repetición como un recurso inherente al género y, en cierta medida, adecuado para el modo de producción y transmisión oral-formulaico.11 La constante aparición de números resulta lógica, pero no ocurre lo mismo con su rol. Para este, la perspectiva más intuitiva es una propia de la mentalidad contemporánea: los números en la obra agrupan y cuantifican objetos, y se utilizan cantidades específicas como parte de una tradición ligada a las prácticas orales, dígase mnemotecnia. Geoffrey Kirk sustenta esta postura en su crítica a las lecturas circulares/simétricas del poema:
Certainly the time-intervals mentioned in the first and last book are approximately equivalent: the plague sent by Apollo lasts for nine days, so does a truce for Hector’s funeral, and so on. This particular symmetry does possess a certain interest, superficial though it may be; even so one must remember that, quite apart from the ancient emphasis on certain significant numbers, the formular system selected metrically convenient numerals; so that three, seven, nine, twelve and twenty are common quantities.12
Ciertamente, puede haberse diluido en el lector o el crítico moderno que piensa en usos puramente lúdicos, pero el número cuenta también con una notoria y larga tradición, a tal punto, que su nacimiento como problema epistemológico occidental tiene lugar en Grecia.13 Kieren Barry señala que “Alphabetic numerals were invented by the Greeks, perhaps at the eastern Greek city of Miletus on the coast of modern Turkey, possibly as early as the eighth century B.C.E.”.14
El alfabeto no debió ser demasiado arcaico para Homero y su posterioridad inmediata,15 tampoco los procesos que con este vinieron. Barry (1999) y Menninger (1992) amplían el contexto cognitivo, religioso y lúdico en que las prácticas de numeración se generan y dilucidan cómo la creación sistemática de signos se puede equiparar por medio de una práctica alfanumérica. Los numerales alfabéticos no solo funcionaron como recurso práctico, sino que representaron un elemento de significancia religiosa clave, entre otras cosas, para la exégesis escatológico-literaria posterior; dicha práctica fue extendida en la cultura occidental bajo el nombre de gematría hebrea.16
Teniendo en cuenta este pequeño compendio de elementos teóricos generales, es posible dar cuenta de una dualidad funcional en el número. Este, cabe recordar, es inherentemente cuantitativo, pero no está limitado, como recurso de representación humano, por dicho carácter, sino que se muestra también como uno de los elementos constitutivos para la experiencia sensible del hombre.
Lo cuantitativo en la Ilíada
Con la hipótesis de que el número como concepto y recurso es capaz de ordenar, agrupar y representar no solo en una escala cuantitativa, nos adentraremos en esta arista con el objetivo de particularizar los procesos de numeración en la antigüedad griega. “Phenomenon of outlook is formed commenting on the concept and sensation inherent in every nation”,17 esta máxima se confirma no solo respecto al número, sino a los modos de conteo propios de lo homérico.
Es posible sintetizar la totalidad del proceso histórico en cuatro etapas:18
Creación de símbolos y el establecimiento de correspondencia con objetos.
Expansión a la interacción física con objetos como mecanismo de conteo.
Separación de las relaciones uno a uno con objetos en una escala mayor a cinco a partir de la necesidad de crear agrupaciones cardinales.
La “numeración compleja”.19
Como se señalará de forma más extensa en el análisis, la Ilíada muestra amplias evidencias de desarrollo en una tercera etapa de numeración, con las manifestaciones iniciales de modos de “numeración compleja”, e incluso guardando manifestaciones propias del periodo de correspondencia uno a uno.20 Estas observaciones se refuerzan con la marcada proliferación numérica en los eventos de la Ilíada,21 se reitera la secuencia sucesiva de los numerales tres y cuatro,22 al mismo tiempo que se supera la etapa, llegando al ocho y nueve.23
En el caso de los textos homéricos existe una cierta flexibilidad en la representación temporal y numérica, la relación entre el paso del tiempo y los números otorgados para denotarlo tienen un carácter vago y en cierta medida típico o formulaico, en donde se fragua una noción de cantidad laxa, que deja entrever un mecanismo rudimentario de numeración.24 Así, se evidencia que, en las canciones homéricas, a pesar de que no existen demasiadas muestras elevadas de numeración, las mismas tienen un carácter distintivo dentro de la representación.
Cuando los números no cuentan
Al mismo tiempo, es necesario añadir dos categorías al análisis cuantitativo, la cardinalidad25 y ordinalidad,26 que son modos de numerar donde no -necesariamente- se cuenta. En este sentido, existen numeraciones cuyo objeto no es el conteo. Los grupos de dos a tres, por ejemplo, tienen una importancia capital, puesto que, al crearse, el tercer elemento cardinal adquiere también un sentido ordinal gracias a los dos números que lo anteceden.27
El uso de este tipo de numeraciones puede responder a distintas finalidades, que van de lo demostrativo a lo netamente ritual.28 Esta última posibilidad responde a un vínculo antropológico entre la adquisición de la cardinalidad para referir conexiones con objetos, y las prácticas rituales. La aprehensión de la palabra o secuencias de palabras es lo que permite expresar el sentido cardinal, elemento de apuntalado capaz de englobar la secuencia.29
Esto es especialmente relevante a la hora de explorar las implicaciones simbólicas que el número pueda tener en una pieza de las características de la Ilíada, ya que posibilita pensar los números como palabras capaces de agrupar objetos y ligarlos a un contexto de representación ritual, pues la presencia de números, es decir, signos que garantizan un cierto orden, sea agrupando objetos o secuenciando acciones, establecería dicho espacio excepcional, con secuencias de actos, límites y tiempo específicos, donde la representación de la obra es más que un mero mostrar las acciones.
De forma sucinta, puede decirse que el uso de numeraciones cardinales genera mayor materialidad en la secuencia. Al mismo tiempo, establecería una segunda función, pues “los participantes del ritual son llamados a la escena ritual por medio de números”.30 De este modo, hay un proceso dual entre lo numérico y ritual, en donde el primer elemento surge como puente de relación entre los espacios neutrales y positivamente cargados. Por tanto, y desde tal perspectiva, se postularía un esquema de lectura en que la aparición del número y su capacidad de establecer relaciones concretas, lo denotativo del conteo, funcionan como puente hacia lo ritual, dando implicaciones simbólicas en la representación.
La “aparición” a través del número en la Ilíada
Contemplar propiedades numéricas que pueden ir más allá del conteo y cumplir un rol dentro de actividades más cercanas a lo arreferencial, permite observar ciertos matices en la presentación de los números dentro de la obra que no solo coincidirían con una hipótesis ritual, sino que establecerían un diálogo con las conclusiones netamente cuantitativas de Hawke y la propia Catherine Rubincam. Según esta, los poetas arcaicos y líricos utilizan una mayor proporción de numerales si se les compara con historiadores como Heródoto. También el uso variado de números da al poeta distintos modos de expresión para un mismo contenido dentro de la elaborada dicción lingüística del periodo arcaico. Por último, se presenta la posibilidad de que los números sean elegidos bajo un criterio tradicional y de efecto dramático.31
Así pues, se puede pensar en ese carácter idiosincrático del número desde ambas perspectivas, una netamente ligada a numeración cuantitativa, comprobable en la trayectoria de las etapas de numeración que se manifiestan en la Ilíada; y otra relacionada con la capacidad denotativa que tiene el número, esto es, su utilización como recurso que establece vínculos uno a uno con objetos. Dicha capacidad de relacionar, y ordenar, lo materializante del número, es visible en relatos vinculados con la ritualidad, no solo porque permite diferenciar los objetos rituales de aquellos mundanos al agruparlos dentro de tal espacio,32 sino haciéndolos significar dentro de este:
[E]n el pensamiento mitológico aparece como un vehículo de significación específicamente religiosa […] es el número el que somete al proceso mítico-religioso de “santificación” todo lo existente, todo lo inmediatamente dado, todo lo meramente “profano”. Pues lo que de algún modo participa del número, lo que revela en sí mismo la forma y el poder de un número determinado, eso para la conciencia mitológica deja de llevar una existencia irrelevante, adquiriendo así una significación completamente nueva.33
Ese hacer aparecer propio del número permite constatar una realidad arreferencial que iría más allá del carácter práctico o incluso mnemónico del recurso. Dicha postura puede ser traída de vuelta y compaginada con la perspectiva más puramente cuantitativa si se piensa en los números como un recurso formulaico repetitivo cuya marcación semántica se debilita precisamente debido a dicha repetición.34
Ahora bien, ¿cómo funciona y qué comunicarían los números en la Ilíada? En esta breve introducción a la problemática nos centraremos en ejemplificar las secuencias numéricas más reiteradas, y en articular la posible marcación semántica de las mismas en función del cotejo simbólico realizado por los antecedentes críticos y el comportamiento textual propiamente dicho.
Breve catálogo numérico de la Ilíada
El catálogo se caracteriza por relación diádica de pares e impares, sucesiones en donde se pasa de tres a cuatro, seis a siete, ocho a nueve, y nueve a diez proliferan en la obra. Recordemos las agrupaciones cardinales no limitadas al conteo, y lo señalado alrededor de ellas, para dar cuenta de que este funcionamiento de pares secuenciados no es casual, puesto que, en la creación de grupos o colecciones con tales características, el tercer elemento cardinal también tiene un sentido ordinal gracias a los dos números que lo anteceden y, en esa secuencialidad, dicho tercer elemento adquiere un nuevo significado.35
Ogdóada, enéada y década: el número y un cambio en el estado de las cosas
Un primer ejemplo para explorar el uso de los números en la Ilíada comprende el discurso de Odiseo ante las huestes dispuestas a retirarse. En la exégesis del augurio de Calcas36 hay ocho gorriones, hechos nueve con la madre.37 Este grupo numérico -ogdóada- conformaría el primer punto de la secuencia, mientras que la enéada funciona como segundo elemento ordinal y previo a la creación de la numeración cardinal. Por último, se presenta la década, que paradójicamente sería el dragón, cierra la secuencia y funge como la confirmación del cambio en las dinámicas, el paso de lo ordinal a lo cardinal, a la vez que representa la victoria -futura- de los aqueos y la toma de Ilión. Desde la arista simbólica es posible agregar que, la enéada puede ser caracterizada como recurso de relación con lo bélico corpóreo38 y eventos determinados por la divinidad.39 Mientras que la ogdóada es vinculada con nociones de estatismo y, en lo que se refiere a la Ilíada, podemos señalar a las agrupaciones de ocho como unas que refieren directamente el proceso colérico de Aquiles al refrendar su ausencia. En este sentido, el ocho establecería relaciones con la ausencia de Aquiles y el nueve con su presencia. Otro ejemplo de esta sucesión ocurre en el icónico pasaje de la peste:
ἐννῆμαρ μὲν ἀνὰ στρατὸν ᾤχετο κῆλα θεοῖο,
τῇ δεκάτῃ δ᾽ ἀγορὴν δὲ καλέσσατο λαὸν Ἀχιλλεύς:
τῷ γὰρ ἐπὶ φρεσὶ θῆκε θεὰ λευκώλενος Ἥρη:40
La sucesión da cuenta de un cambio en el estado de las cosas. Por un lado, el paso de la peste -ἐννῆμαρ- al bienestar -δεκάτῃ- y, por el otro, la retirada de Aquiles de la guerra. Así, la reiteración numérica pudiera ser pensada inicialmente como una secuencial ordinal, en la que cada numeral tiene significación autónoma. Pero estos números secuenciados existen para la posterior conformación de un grupo cardinal, en este caso designado por el décimo numeral, que refiere la completación de la toma de la ciudad.41 El problema de completitud e incompletitud en lo numérico también se acentúan desde los sacrificios y peticiones aqueas. Estas son negadas por la divinidad, puesto que se contraponen al proceso de resarcimiento del Pélida.42
Tríada y tétrada: la movilidad de lo ausente
También se evidencian en el transcurso del poema un conjunto de sucesiones donde tríada y tétrada parecen marcar un proceso en que los héroes repiten una acción tres veces y, para cuando llega la cuarta, estos se involucran en el desenlace de un evento específico -combate, diálogo, viaje-, o comprenden el devenir divino pactado alrededor de este.43 Las primeras muestras relevantes de tal recurso poseen una relación directa, al ocurrir alrededor del triángulo amoroso y motivo central de la guerra, que forman Menelao, Paris y Helena.
Antes de la batalla ocurre una conversación entre Helena y Príamo, allí se suscitan tres interrogantes del rey alrededor de las huestes invasoras y, al realizar la cuarta pregunta, es llamado a lid,44 con el fin de oficiar el sacrificio de consagración para el combate.
Dicha pugna inicia, a su vez, con dos primeras tentativas ofensivas, una para cada combatiente, que no consigue herir a su rival.45 Luego de fallar con la lanza, Menelao acierta con el hierro en el casco del príncipe troyano, pero el arma se quiebra en pedazos:
Ἀτρεΐδης δ᾽ ᾤμωξεν ἰδὼν εἰς οὐρανὸν εὐρύν:
Ζεῦ πάτερ οὔ τις σεῖο θεῶν ὀλοώτερος ἄλλος:
ἦ τ᾽ ἐφάμην τίσασθαι Ἀλέξανδρον κακότητος:
νῦν δέ μοι ἐν χείρεσσιν ἄγη ξίφος, ἐκ δέ μοι ἔγχος
ἠΐχθη παλάμηφιν ἐτώσιον, οὐδ᾽ ἔβαλόν μιν.46
Es en el tercer ataque que la negación antes mencionada -en el funcionamiento de la secuencia ogdóada-enéada-década y establecida durante el sacrificio- se muestra mediante la destrucción del objeto que daría muerte a Alejandro, sellaría el pacto consagrado por Príamo y finalizaría la guerra. Sin armas, Menelao utiliza la fuerza y arrastra al príncipe, que es liberado por Afrodita y, con el cuarto ataque, se propicia la huida divina del troyano.47
Coincide también el hecho de que la llegada al cuarto punto en la secuencia es acompañada por la movilización hacia un espacio distinto, y la creación de un desequilibrio por medio de la ausencia: Paris es salvado de la muerte en el tercer ataque y tras el cuarto es llevado fuera de la contienda.
En lo que esta secuencia refiere, el número tres daría cuenta de la toma de conciencia de un evento particular -la negación de la gloria guerrera de Menelao asesinando al raptor Paris-, y el cuatro marcaría un cambio en el estado de las cosas, esto partiendo del comportamiento textual y los señalamientos cognitivos y antropológicos alrededor de dichas cantidades.
En principio, el uso de tríadas y tétradas puede vincularse con una ritualidad de carácter más universal, que al mismo tiempo se asociaría al sentido geométrico o simétrico que señala la crítica. Existe un puente directo entre lo numérico y lo geométrico48 a través de su tendencia a facilitar la creación de márgenes sacros y rituales.49 Esta surgiría, por tanto, como una consecuencia de la aparición o “santificación” del número. Podría decirse que el tres y el cuatro, secuenciados, anuncian una toma de conciencia de ese espacio vacío o de incompletitud, y al mismo tiempo propiciarían la desaparición de una figura heroica. Lo interesante de esta hipótesis es que tendría implicaciones en “lo representado”, pero también da un sentido particular de economía simbólica e incluso recitativa, si se piensa en un contexto oral para la recepción de la obra, partiendo del presupuesto tradicional donde poeta y público comparten los códigos excepcionales de la lengua homérica:
In more definite terms: the bards, always trying to find for the expression of each idea in their poetry a formula at once noble and easy to handle, created new expressions-in so far as the result was compatible with their sense of heroic style-in the simplest way possible.50
Así, el uso de las secuencias numéricas en la Ilíada, además de referir y numerar acciones específicas -ataques, preguntas, oraciones-, podría fungir como recurso simbólico, una forma sintética de reforzar y anunciar ciertos caracteres emocionales o divinos en pasajes claves. Como soporte de tal hipótesis es posible referir los señalamientos de Cassirer alrededor de la conciencia que se adquiere a través del lenguaje:
Para recordar un contenido, la conciencia debe antes habérselo apropiado internamente de otro modo distinto de la mera sensación o percepción. […] Lo que inmediatamente es pasa ahora completamente a segundo término frente a lo que mediatamente logra e “indica”. […] Ninguna creación artística puede entenderse como la simple suma de estos elementos, sino que en cada una opera una ley determinada y un sentido específico de conformación estética.51
El número es un signo que se utiliza para la creación de una conciencia de cantidades, pero, para el argumento que se está conformando, esto no es lo relevante. Lo relevante es aquello a lo que refiere, una serie de significados con asociaciones simbólicas y tradicionales, que expandirían la experiencia y conciencia dentro de una “ley determinada” de la performance épica griega u homérica.
Conclusiones
Han podido mostrarse dos manifestaciones específicas de usos cuantitativo-simbólicos, propias de la secuencia triple conformada por ogdóada, enéada y década, y la secuencia conformada por tríada y tétrada. Ambas, analizando sus implicaciones con los eventos del poema y el propio carácter secuencial, acentuarían la relevancia de la cardinalidad, ya refrendada por Hawke. La llegada al número cardinal, que cierra la secuencia, es, al mismo tiempo, la que acentúa el tema y sentido problemático de cada pasaje -nueve como completación y presencia de Aquiles, que da lugar al cambio en las dinámicas del poema en el décimo elemento; y cuatro, finalización/movilización de los guerreros en el poema.
Sucesión 8-9-10: ligada a eventos bélicos o sacrificiales, que demarca un cambio, ya sea en las dinámicas de victoria de la guerra o en la suerte de un guerrero en específico, a partir de las desavenencias bélicas de un bando u otro. Tiene relevancia también el establecimiento de secuencias temporales, siendo el numeral de carácter cardinal -δεκάτῃ-,52 el que demarca el momento para el cambio.53
Sucesión 3-4: homologaría por medio de la repetición de acciones una clarividencia momentánea o toma de conciencia respecto a la divinidad. Mientras que en la llegada al cuarto elemento se suscita la extracción de un personaje que genera desbalance en el combate o escena.54
De tal forma, podemos pensar en una caracterización para el número que sea a la vez cuantitativa y cualitativa. Un recurso formulaico que permitiría dar consistencia en un contexto de oralidad y, al mismo tiempo, posibilitaría comunicar contenidos con carácter más inasible, por medio de materialidad denotativa y/o “santificadora” del número, fungiendo así como postura conciliadora del sisma cuantitativo-mistérico del número en Homero. En cuanto a que, dicho de forma simple, sí, efectivamente el número cuantifica, enumera objetos con los que establece relaciones uno a uno, pero también indica procesos segundos, simultáneos y enriquecedores el sentido general de la obra.