La sustentabilidad productiva agrícola de un país se concibe en la actualidad como un activo estratégico en el desarrollo de las economías y la seguridad alimentaria. En este contexto, gradualmente la fitosanidad está adquiriendo el reconocimiento de prioridad nacional con el consecuente desarrollo de sistemas de vigilancia epidemiológica que permitan potenciar la prevención como estrategias de manejo fitosanitario. En años recientes, agentes patogénicos de acción vascular-sistémico en sus hospederos y asociados a insectos vectores han causado epidemias de alta intensidad en un ámbito regional. Esto ha implicado la movilidad de agentes microbiológicos a nivel continental con efectos en algunos casos devastadores. Dentro de este tipo de agentes patogénicos destacan microorganismos procariotes, i. e. organismos sin pared nuclear con DNA citoplásmico. Esto se puede explicar por su condición genérica de exhibir un parasitismo obligado; un talo unicelular adaptado a condiciones forética vía vector; una condición sistémica, principalmente asociados al floema, causando infecciones crónicas con gradual detrimento productivo en el caso de hospederos perennes o en aquellos con sucesión estacional mediante propagación vegetativa; y, disponibilidad de inóculo permanente en el hospedante cultivado y/o en la combinación con hospederos secundarios.
En México, epidemias causadas por organismos procariotes destacan el amarillamiento letal del cocotero (ALC), inducido por el fitoplasma del Amarillamiento Letal del Cocotero (Grupo de especies 16SrIV- Coconut Lethal Yellows Group); el huanglonbing de los cítricos (HLB), causado por tres especies: Candidatus Liberibacter africanus (CLaf), Candidatus Liberibacter americanus (CLam) y Candidatus Liberibacter asiaticus (CLas), este último, es el reportado en México y, la Punta Morada de la Papa (PMP). En el caso de PMP, se reportan asociados dos organismos: el fitoplasma de la Punta Morada de la Papa (Grupo de especies 16SrII Peanut WB Group) (NCBI, 2013) y la bacteria Candidatus Liberibacter solanacearum (CLs), esta última asociada a la enfermedad conocida como zebra chip.
El ALC se detectó en México a finales de la década de los 70's, causando una mortalidad devastadora de aproximadamente 700 mil plantas de cocoteros (Cocos nucifera) en el Caribe Mexicano (Góngora-Canul et al., 2004; Pérez-Hernández et al., 2004) y 7.9 millones de plantas en toda la región caribeña (Mora y Hernández, 2005. Datos no publicados; Oropeza et al., 2005). Esto implicó la restitución de cocoteros empleando materiales tolerantes como el enano Malayo que se usaban en jardinería, el cual es tolerante a este patógeno. Consecuentemente, todas las nuevas plantaciones fueron establecidas con enano malayo (Góngora-Canul et al., 2004). Los síntomas típicos de ALC consisten en necrosis de la inflorescencia en desarrollo, caída de frutos pequeños, amarillamiento de las frondas iniciando por las inferiores, defoliación total y muerte. El agente causal se distribuye sistémicamente, incluso en el sistema raíz (Mora-Aguilera y Escamilla, 2001). Por otra parte, el HLB fue introducido a México en el 2009, ocasionando impactos socio-económicos y productivos importantes en la citricultura mexicana, particularmente en los agrios con pérdidas de 17.3 % al 60 % (Robles-González et al., 2013; Flores-Sánchez et al., 2012; Esquivel-Chávez et al., 2012;). Los síntomas de HLB en hoja consisten en moteado, manchas angulares asimétricas, engrosamiento de nervaduras, clorosis y defoliación; en fruto se exhibe crecimiento asimétrico, engrosamiento del albedo y necrosis de semillas (Esquivel-Chávez et al., 2012). Así también, la PMP la cual es considerada como la segunda enfermedad de mayor importancia de la papa (Solanum sp.) después del Tizón tardío (Hernández-García et al, 2010; Almeyda et al, 2008; Rubi-Covarrubias et al, 2006), se tienen registros de síntomas tipo PMP desde finales de los 40's, con un incremento en los últimos 10 años y con pérdidas hasta del 40 % en infecciones tempranas para fitoplasma (Hernández-García et al., 2010). Los síntomas consisten en achaparramiento de la planta, engrosamiento y acortamiento entre nudos, tubérculos aéreos y eventualmente aparición de pigmentos morados en las hojas (Cadena et al., 2003; Salas et al, 2013). Los síntomas de Zebra chip son similares a los de PMP con la adición de un bandeado en tubérculos (Munyaneza, 2012).
Actualmente, el ALC, PMP y el HLB se encuentran distribuidos en la mayoría de los estados del país en los que se cultivan sus hospedantes principales (Figura 1). La distribución del ALC se encuentra principalmente asociada a ecotipos de C. nucifera denominados Altos del Atlántico con los registros epidemiológicos de mayor intensidad en los 80's. La devastación en la Península de Yucatán aparentemente influyó en una drástica reducción de inóculo, limitando el progreso epidémico en el Golfo y resto del país. En el ecotipo Altos del Pacífico no se han registrado epidemias intensas pero si cambios en la velocidad y expresión de síntomas y la ocurrencia de variaciones genéticas del patógeno basadas en estudios de rDNA (Oropeza et al., 2005). Esto representa un riesgo potencial que debe monitorearse debido a la importancia de la vertiente del Pacífico como zona productora de coco (Góngora-Canul et al, 2004). El HLB exhibe hasta el presente dos escenarios epidémicos: la Península de Yucatán con baja intensidad epidémica y marcada influencia de traspatios urbanos y rurales, y la vertiente del Pacífico con epidemias de alta intensidad principalmente en limón mexicano y limón persa (Robles-González et al., 2013; Flores-Sánchez et al., 2012) (Figura 2). La PMP se encuentra distribuida en la zona centro y norte del país con aparente mayor ocurrencia en el noreste (Rubio-Covarrubias et al, 2006) (Figura 1).
Estos problemas fitosanitarios tienen en común la asociación con insectos vectores del orden Hemíptera y Homóptera. Dentro de estos, la familia Psillidae y Cidadellidae han sido recurrentemente asociados con estas enfermedades (Cuadro 1).
S/I= Sin Información 1 En estos vectores se ha encontrado su condición positiva por PCR pero no hay estudios de transmisión. 2 Este vector se ha comprobado con pruebas de transmisión para el fitoplasma y únicamente se ha comprobado su propiedad positiva a CLs por técnicas moleculares
Los vectores asociados a ALC, HLB y PMP tienen aparentemente una capacidad adaptativa agroclimática amplia y comportamientos migratorios a medianas y grandes distancias, lo que explica su distribución regional (López-Arroyo y Cortez, 2013; Almeyda et al, 2008; Rubio-Covarrubias et al., 2006; Góngora-Canul et al., 2004; Pérez-Hernández et al, 2004) y a nivel continental (Salcedo et al., 2010). En HLB y PMP se ha comprobado además la trasmisión vegetativa, siendo particularmente importante en HLB a nivel de vivero y en PMP en la transmisión por tubérculo con porcentajes estimados de 40 % para fitoplasma y de 60 % para CLs bajo las condiciones de Nuevo León (Hernández-García et al., 2010).
Los hábitos de colonización de estos vectores (Figura 3) determinan dinámicas poblacionales dependientes de flujos vegetativos, particularmente en los vectores asociados con PMP y HLB (López-Arroyo y Cortez, 2013; Almeyda et al., 2008). En el caso de ALC las dinámicas dependen más de factores de precipitación y temperatura y de la existencia de hospedantes alternos para el desarrollo de los estados inmaduros del insecto, principalmente gramíneas.
El comportamiento migratorio de vectores y poblaciones altas en etapas fenológicas inductivas, explican las tasas epidémicas explosivas con incidencias finales (yf) de 80, 100 y 75 % para ALC, HLB y PMP, respectivamente (Cuadro 2). Similarmente, las tasas de dispersión son altas. Por ejemplo, a nivel regional en la Península de Yucatán, la distancia máxima de dispersión de ALC fue de 90 km/año (r2=0.72) (Góngora-Canul et al, 2004), mientras que en HLB fue de 80 km/año (r2=0.98) (Flores-Sánchez et al, 2011) (Cuadro 2 y Figura 4A). A nivel parcelario, en el caso de ALC las tasas de dispersión exhibieron patrones agregados con tendencias de bordo y focos distribuidos en la parcela con gradientes entre 48-312 m (Góngora-Canul et al., 2004; Pérez-Hernández et al., 2004) (Figura 4B). En el caso de HLB y PMP está bien documentado un fuerte efecto de bordo con distancias entre 15-35 m, respectivamente (Robles-González et al., 2013, Hernández-García et al., 2010). En el caso de PMP, el efecto bordo se confirmó para el fitoplasta y CLs.
1 S/I= Sin Información 2 El progreso epidémico en PMP son parcelarios; en ALC y HLB el proceso epidémico es regional
El Programa de Vigilancia Epidemiológica ha incrementado el número de plagas de origen procarionte bajo monitoreo a nivel nacional con un total de 13 plagas a partir del 2010 (SINAVEF-CNRF, 2013), lo cual sugiere la relevancia actual de los problemas fitosanitarios inducidos por estos patógenos. Específicamente en ALC y HLB sus impactos epidémicos regionales han obligado en México al desarrollo de estrategias oficiales para la prevención y mitigación de riesgos. En el caso de ALC, se implementaron en los 90's acciones enmarcadas en las normas NOM-003-FITO-1995, NOM-015-FITO-1995 y NOM-067-FITO-1999. El énfasis principal fue establecer un programa de erradicación de plantas visualmente enfermas. Sin embargo, las crecientes tasas epidémicas obligó a un cambio de estrategia basada en la integración de gradientes parcelarios-regionales y detección con PCR en un programa de muestreo y erradicación con criterios epidemiológicos (Mora-Aguilera y Escamilla-Bencomo, 2002). Actualmente, el programa se orienta a la sanidad general del cultivo y en materia de vigilancia se enfatiza el ácaro rojo (Raoiella indica) y picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) pero no existe un monitoreo del estatus del ALC a nivel nacional.
En el caso del HLB, se implementó el "Acuerdo por el que se dan a conocer las medidas fitosanitarias que deberán aplicarse para el control del Huanglongbing (Candidatus Liberibacter spp.) y su vector" (DOF, 2010). En este se incluyen estrategias de certificación de material vegetal propagativo, muestreo, erradicación de plantas enfermas; control del vector y vigilancia de ocurrencia de focos e insectos positivos. A nivel piloto, en el 2012, se implementaron en varios estados estrategias coordinadas por el área oficial consistente en un control regional del vector con insecticidas. La tendencia actual es el establecimiento de áreas regionales de control (ARCOS) de D. citri apoyado en un innovador programa regional de monitoreo del vector mediante un sistema de geoposicionamiento GPRS actualmente operado en 21 entidades federativas.
Para el caso de PMP no existen directrices específicas; sin embargo, se tienen normas nacionales que regulan la producción y movilidad de tubérculos debido a otros problemas fitosanitarios (NOM-O25-FITO-2000 y NOM-O40-FITO-2001). Aunque posiblemente estas no apliquen para PMP por su actual amplia distribución nacional, sugieren la factibilidad de integrar en un marco normativo genérico este tipo de organismos en un esquema oportuno de toma de decisiones considerando que el tubérculo es un medio efectivo de dispersión del patógeno (Hernández-García et al, 2010).
CONCLUSIONES
El diseño y fortalecimiento de un sistema de vigilancia es una estrategia viable para ALC, HLB y PMP. El HLB, en concordancia con su importancia en la productividad de la cadena citrícola, tiene actualmente un sistema de vigilancia con fines de manejo regional por medio del control del vector D. citri. Aunque en ALC y PMP se han desarrollado herramientas metodológicas de diagnóstico y epidemiológicas para implementar un sistema de vigilancia con éxito estas no se han aplicado o dejaron de hacerlo. Sin embargo, las pérdidas potenciales productivas y los impactos sociales, así como la estructura operativa nacional fitosanitaria conformada por la red de Comités Estatales de Sanidad Vegetal, podrían coadyuvar a ese fin. En ALC, HLB y PMP un modelo efectivo de vigilancia debe considerar el monitoreo de variantes y/o especies así como su prevalencia regional con base en las siguientes estrategias:
) Un método eficaz y eficiente para la detección del agente patogénico principalmente basado en métodos moleculares por su sensibilidad para operar en planta y vector.
) Énfasis en sistemas de monitoreo del vector(es) a nivel regional y con consideraciones fenológicas para su optimización.
) Incorporar la detección del agente patogénico en el vector con fines de establecimientos de planes de acción con fines preventivos o alertas tempranas para la detección.
) El desarrollo de estrategias de manejo mediante la generación, validación y/o transferencia de tecnologías generadas localmente o a partir de experiencias de otros países.