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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.30 no.120 Zamora dic. 2009

 

Sección general

 

Pames, franciscanos y estancieros en Rioverde, Valles y Sur de Nuevo Santander, 1600-1800

 

Pames, Franciscans and Ranchers in Rioverde, Valles and Southern Nuevo Santander, 1600-1800

 

José Alfredo Rangel Silva*

 

* El Colegio de San Luis. arangel@colsan.edu.mx.

 

Fecha de recepción del artículo: 6 de febrero de 2008
Fecha de aceptación y recepción de la versión final: 30 octubre de 2009

 

Resumen

Este trabajo analiza las relaciones entre los indígenas pames, los misioneros franciscanos, y los estancieros en un territorio novohispano de frontera. Los franciscanos convirtieron a los pames en mano de obra de estancias y haciendas. En el proceso los estancieros y sus trabajadores sometieron a los "neófitos" a abusos y vejaciones, mientras sus propiedades rodearon a las misiones. Así que la violencia marcó las relaciones entre estancieros e indígenas, con los franciscanos como intermediaros.

Palabras clave: Pames, Rioverde, frontera, franciscanos, violencia.

 

Abstract

This study analyzes the relations among the indigenous Pames, ranchers and Franciscan missionaries in one of New Spain's frontier territories. The Franciscans converted the Pames into a labor force for nearby ranches and haciendas. In that process, ranchers and their foremen subjected those "neophytes" to all manner of abuse and disdain on lands that surrounded the Franciscan missions. Thus, the relations between ranchers and Indians were characterized by violence, with the Franciscans acting as intermediaries.

Keywords: Pames, Rioverde, frontier, Franciscans, violence.

 

La frontera de Rioverde que aparece en la documentación colonial era un territorio que abarcaba el partido de Rioverde, el norte de la alcaldía mayor de Santiago de los Valles, y el sur del Nuevo Santander. Durante el periodo estuvo habitado por indios pames, misiones franciscanas y estancieros, así que no se puede entender el devenir colonial de los pames sin revisar su relación con las misiones1 en esa frontera. Erigidas con el fin de evangelizar a las poblaciones autóctonas, las misiones condicionaron las relaciones entre los grupos étnicos al congregar tanto los considerados "neófitos" como los "ladinos".2 Aquel era un paisaje humano multiétnico: en Santiago de los Valles había nahuas, teenek (huastecos), xi'oiky (pames), totonacos, y hñaäñú (otomíes). En Rioverde los pames no eran los únicos chichimecas, las distintas fuentes mencionan guascamas, mascorros, coyotes, caysanes, alaquines, jijotes, guazancores y samues.3 Con la ocupación española llegaron los indígenas "ladinos", y un conglomerado de castas, mulatos y mestizos. Ante semejante panorama y para clasificar a quienes no ubicaban con certeza, los españoles usaron del término ya familiar para ellos de "chichimeca".4 Entre tanto, la colonización de la frontera se hizo lentamente pero sin pausa, con pueblos y reales de minas en San Luis Potosí y en Guadalcazar, en el altiplano, aunque desde allí hasta la Villa de los Valles, en la Huasteca, no se asentaron más poblados de españoles hasta finales del siglo XVII.

De acuerdo con los testimonios de los mismos franciscanos, la evangelización tuvo resultados de moderados a pobres, ya que los pames demostraron una tozuda resistencia a la occidentalización. Sin embargo, además de su papel como ejes de evangelización, las misiones sirvieron como núcleos de sedentarización y, en este sentido, suplieron la falta de localidades indígenas prehispánicas.5

La conversión de los pames a la vida sedentaria también los incorporó a la economía regional como mano de obra para las estancias y haciendas. En el proceso los estancieros y sus trabajadores los sometieron constantemente a abusos y vejaciones, mientras las haciendas terminaron por rodear y, literalmente, acorralar a las misiones. De manera que se configuró una situación de dominación donde la violencia marcó las relaciones entre estancieros e indígenas, con los franciscanos como intermediaros, algunas veces defensores de los "neófitos" y en otras ocasiones también explotadores.6 Cabe señalar que la violencia fue uno de los elementos constitutivos en la fundación, legitimación, y operación del régimen de propiedad de la tierra, junto con las mercedes reales.7 El control de la propiedad permitió a los estancieros dominar las sociedades locales, y contribuyó a acentuar las diferencias económicas, así que los pames fueron encerrados en una situación de pobreza, no solo por su condición original como seminómadas adaptados al desierto sino también por el desarrollo del sistema económico y el consecuente régimen de propiedad.

Con base en fuentes de archivo (padrones y censos, informes, reportes y cartas de frailes y custodios a las autoridades virreinales, y descripciones de funcionarios civiles),8 y bibliografía existente, presento una perspectiva de larga duración sobre las formas en que los pames fueron incorporados al mundo novohispano.9

 

PRIMEROS PASOS MISIONEROS EN RIOVERDE

El franciscano fray Juan de San Miguel comenzó la evangelización en Rioverde hacia 1547; le siguió en 1555 fray Bernardo Coussin; años después fray Diego Medrano, fray Juan Jerónimo y fray Juan Maldonado salieron desde el convento de Xichú hacia Rioverde.10 Pero esos esfuerzos no tuvieron fruto. En 1607 la acometida fue retomada por fray Juan de Cárdenas y fray Juan Bautista de Mollinedo, expertos en lengua otomí, quienes salieron de Xichú y visitaron rancherías pames en las fronteras de Rioverde.11 Después buscaron el apoyo oficial para establecer misiones.12 Gracias a su esfuerzo se conformaría la Custodia de Santa Catarina de Rioverde. Entretanto, en 1611 el obispo de Michoacán, fray Baltasar de Covarrubias, visitó y describió a la custodia y a los indios en los siguientes términos:

Unos grandes y fértiles llanos, a lo que llaman el Río Verde, donde hay cantidad de indios caribis, y algunos cristianos; y para el cuidado de ellos, asisten en dos conventos pequeños, religiosos de San Francisco, que más con caricias que con rigor los atraen, porque es gente tan indómita y bárbara, que no son llevados más que por interés de lo que los dichos religiosos les pueden dar [...] su natural es tan perverso que poco se puede esperar de ellos13

El obispo usó el término "caribis" como sinónimo de chichimeca, por la coincidencia del sentido belicoso y pagano que tal palabra denotaba: grupos indómitos, "bárbaros" y de perversa naturaleza. Como un artilugio del pasado, la palabra remitía en los imaginarios españoles a un espacio donde los habitantes eran no solo idólatras sino además seres degradados, corruptos y arruinados, brutales e infieles, y por tanto necesitados de la intervención de la civilización cristiana para su redención.14 Si no se entienden estos imaginarios no es posible ver en su dimensión "civilizadora" la empresa de evangelización en la frontera, y la tozudez con que se llevó a cabo; tampoco se podrían entender a cabalidad las formas en que se llevó a cabo. Para los franciscanos los salvajes debían ser civilizados "con caricias" religiosas y no con el rigor de la espada, para los estancieros y colonos los chichimecas eran un peligro a ser exterminado, o un recurso a ser explotado.

Mollinedo consiguió en 1612 una Real Cédula "para la conversión de los indios bárbaros de Río Verde Valle de Concá, Cerro Gordo, Jaumavé, y otras partes en sus distritos".15 Las misiones establecidas en 1617 fueron Santa Catarina Mártir de Rioverde, como sede de la custodia, San Antonio de las Lagunillas, Nuestra Señora de la presentación de Pinihuán, San Felipe de Jesús de los Gamotes, Nuestra Señora de la Concepción de Valle del Maíz (en el partido de Rioverde), San Antonio de Tula, San Juan Bautista de Jaumavé, Nuestra Señora de los Ángeles de Monte Alberne, Santa Catarina de las Montañas (en el Seno mexicano), San Cristóbal de Río Blanco (en el actual Nuevo León), Santa María Teotlán; San Pedro Mártir de las Alpujarras y San Juan Tetla (ésta en la Sierra Gorda queretana). Las últimas seis tuvieron breve existencia ante la hostilidad de los indígenas de la región.16 En general y por disposiciones de la corona los franciscanos de las misiones no tuvieron sínodo pero, de acuerdo con las leyes XIV y XXV de indias, recibían como limosna una cantidad del monarca español, a través de sus prelados.17

Mollinedo viajó en 1618 a España a solicitar el reconocimiento de Rioverde como custodia franciscana, bajo supervisión del Comisario General de Nueva España, así como para solicitar que se enviaran más frailes. Consiguió ambos objetivos: en 1621 el Capítulo general en Segovia reconoció la existencia independiente de la custodia, y en los siguientes años Mollinedo enlistó 17 franciscanos para las nuevas misiones. Su muerte en 1627 dejó a Rioverde sin su mejor abogado en la corte de Madrid.18

 

RIOVERDE EN EL SIGLO XVII

Los enfrentamientos entre los indios congregados y los pastores y mayordomos de los estancieros fueron un resultado inmediato de las fundaciones. La ocupación del espacio había comenzado en 1603 y para 1620 las mercedes de tierras habían distribuido grandes cantidades de terrenos entre estancieros de Querétaro, México y Huichiapan. En esa época, el principal terrateniente era Luis de Cárdenas. Desde 1624, por lo menos, sus ganados habían dañado las milpas de los indígenas en Rioverde. Cuando un indio fue muerto a azotes sus compañeros y los franciscanos apelaron al virrey, quien ordenó a Cárdenas retirar sus ganados a una distancia de tres leguas del pueblo.19 Pero el proceso de poblamiento continuó sin pausa, los otomíes emigrados rápidamente cobraron importancia en la demografía, como atestiguó el comisionado visitador fray Alonso Revollo en 1626:20

Los otomíes constituían 29%, aproximadamente, de la población indígena de la misión de Rioverde, tan solo una década después de su fundación. El trabajo de los frailes sólo había congregado a 213 mascorros, menos de la mitad de la población de la misión:

Así que se deja el genérico caribis por la multiplicación de los nombres.22 Los franciscanos parecen haberse esforzado en distinguir (¿o imaginar?), diferencias entre pames, coyotes y mascorros, además de aliquis y alaquines. Pero no conocemos cuáles fueron sus criterios para nombrar a los grupos, para establecer sus diferencias, ni cómo sabían cuáles de éstas eran realmente significativas. A siglos de distancia, y con las obvias diferencias culturales entre el historiador y el fraile, las opciones para entender aquel rompecabezas étnico quedaron encuadradas por los mismos límites establecidos por los religiosos. Revollo señaló que al final de sus cuentas llegaron: "los pamis con más muchachos y muchachas por lo que son los indios mil trescientos veinte y dos", así que muchos no vivían en la misión pero reconocían a los frailes y gustaban de las provisiones que les daban.23 Esto muestra que el control franciscano estaba circunscrito a su capacidad de proveer bienes y protección, pero también que los indígenas disponían de espacios "autónomos" fuera de la vigilancia de los religiosos, y de los cuales entraban y salían a conveniencia. Esa movilidad hacía más difícil cualquier intento clasificatorio.

Durante la visita de Revollo, unos labradores le solicitaron que los servicios religiosos fueran proporcionados por el guardián del convento de Rioverde y no por el sacerdote nombrado vicario.24 En tres décadas se habían avecindado pastores y trabajadores de las estancias, sus familias, mestizos, mulatos ("aunque pocos") y negros esclavos, además de los indios emigrados. El paisaje humano de la frontera, como el mundo novohispano en general, se caracterizaba por los mestizajes y la multiculturalidad, lo cual incidía en el aumento de los roces y conflictos entre los diversos grupos, y en los esfuerzos franciscanos por lograr una clasificación de los grupos.

Las condiciones que encontró Revollo se prolongaron todo el siglo XVII: ataques de los nómadas, la volatilidad de las poblaciones indígenas congregadas, que no se acostumbraban a la sedentarización, y la hostilidad de los hacendados y sus sirvientes, mientras diversos grupos permanecieron insumisos.25 Por lo pronto, el capitán protector de la frontera, Antonio Godino de Navarrete, atribuyó las dificultades a la carencia de frailes en la custodia, y a que no se proveía a los indios de alimentos y ropas de forma constante como a otros chichimecas. El virrey marqués de Cerralvo decretó en enero de 1629 que los indios de Rioverde también recibieran carne y maíz, aunque sin afectar la Real Hacienda.26

En 1634, según el testimonio de la visita del provincial michoacano fray Cristóbal Vas, las misiones continuaban mal: los indígenas habían abandonado Pinihuán y hubo necesidad de rogarles que se congregaran y levantaran otra vez la capilla. En Lagunillas había unas 200 personas congregadas, en el Valle del Maíz había 300 personas. Lo más peligroso era una confrontación entre diferentes grupos de indios Tulas en Tanguanchín, Tula y otras rancherías; Vas logró apaciguar esta guerra tribal. Además distribuyó a los indios en cada misión ropa, frazadas, sayales y sombreros.27 Pero las visitas eran remedios temporales para males crónicos. En una descripción del obispado de Michoacán, de 1638, se aseguró que en Rioverde había sólo cuatro conventos "sujetos a un custodio y subalternados a la provincia de Michoacán".28 De la docena de fundaciones originales sólo quedaban cuatro.

En 1646, el comisario general franciscano, fray Buenaventura de Salinas y Córdova, decidió visitar Rioverde "por las noticias que tenía de haber descaecido todo y arruinádose los edificios, y estar desalentados los ministros por falta de sustento". Había pedido al virrey Salvatierra ayuda económica para las misiones, obteniendo tres mil pesos "por una vez".29 Me detendré en la descripción ya que su visita equivalía a la de un obispo. Salinas encontró: "religiosos como seculares españoles, indios, negros y mulatos, hombres y mujeres, chicos y grandes" en Rioverde, "asiento de más de seiscientas almas" .30 Entregó a cada fraile "veinte y cinco varas de sayal para hábito y manto, sombrero y rúan, sandalias, chocolate, azúcar, cajetas, pasas, almendras, papel, plumas y demás cosas así del uso religioso como del regalo de sus personas". Además celebró el capítulo de la custodia y tranquilizó a los religiosos, decaídos por el abandono en que se les tenía.

También repartió a los capitanes indios "mucho paño, sayal, capotes, sombreros, jubones, fresadas, cuchillos, rosarios, estampas, medallas", y los exhortó a obedecer a los religiosos, a congregarse y a trabajar la tierra porque, en su opinión, "los chichimecos naturalmente son ociosos y rehúsan el trabajo corporal".31 En Pinihuan fue recibido por "muchos indios a caballo, escaramuceando", probablemente otomíes con permisos especiales para montar a caballo y traer armas,32 pues después se menciona a "los chichimecos", diferenciándolos de los primeros. Allí contó seiscientos indios, la mayoría vivían alrededor en las rancherías. El comisario les repartió carne, maíz y sal; y recibió a los de Lagunillas y San Felipe de Gamotes. Después visitó brevemente Tampasquíd, Tanlacum y La Palma, en Santiago de los Valles, y atendió los negocios de la custodia de San Salvador de Tampico.33 Antes de terminar su visita Salinas y Córdova pasó al Valle del Maíz, donde también fue recibido "de tantos indios de a pie y a caballo, que escaramuceando tenían gran regocijo". En carta al virrey pidió que a todas las misiones se les dieran los 500 pesos anuales de estipendio que tenía Rioverde, pero no fueron concedidos;34 lo cierto es que la limosna que debía darse a los frailes en misión no llegaba a todos.

Con la visita de Salinas aparecen algunos de los rasgos discursivos que definirían a la región. En primer lugar, describió una custodia en desorden y en decadencia, imagen que prevaleció entre los españoles y los criollos en los siguientes años, y que se empalmó con el segundo planteamiento: los chichimecos eran ociosos por naturaleza. Es decir, la naturaleza y el carácter moral del chichimeco se definían de acuerdo con el tipo de relación que tuvieran con el mundo novohispano: la ociosidad definía a los pames y a los otros que vivieran en las misiones o en las estancias, y la barbarie a los que se negaran a la vida sedentaria. Además, Salinas exaltó la importancia de la presencia franciscana para mantener el control de la frontera. Apuntalar las endebles misiones era asegurar el control de la frontera, porque se reducían los peligros de una población indígena insumisa, y se favorecía la actividad económica, ventajas en las que coincidía el virrey Salvatierra:

pues cuanto tanto se gana de almas para la divina Majestad, se adquiere de vasallos de la real corona, en provincia tan fértil de tierras [...] como las del Rioverde en que después que hizo pie la religión de San Francisco, esta fácil la entrada a las pastorías de mucho número de ganados, que pastan en estas tierras, de que procede el comercio y sustento de este reino, y el útil de las reales alcabalas en la venta de ellos.35

Como consecuencia de la visita de Salinas y Cordova, en ese mismo 1646 y a costa de la Real hacienda se enviaron más franciscanos para apoyar la evangelización en Rioverde. Al mismo tiempo, el rey ordenó dar "por una vez tres mil pesos para reedificación y reparo de diez conventos y para lo necesario al adorno del culto divino, y trescientos pesos a cada convento para el sustento de sus ministros", en tanto que no se verificaba el número de indios a cargo de cada conversión. Se dieron tres años para recabar la información, si se comprobaba que eran suficientes habría una limosna como estipendio ordinario, si no sería por única vez.36 En 1647, se informó que había 24 frailes en la custodia y que se habían establecido las nuevas reducciones de Santa Clara, Santa Cruz, San Bernardino, San Felipe de los Gamotes y San Diego, además de que en cada "convento" había más de 400 almas.37 Pero a pesar de los diferentes argumentos sobre su importancia, el gobierno virreinal no otorgó de inmediato el apoyo necesario a la custodia, y como necesitaba la aprobación del rey para dar el estipendio anual, dio otros tres años a los franciscanos para obtenerlo. En algún momento el rey concedió el estipendio pues, como se verá adelante, en el siglo XVIII hubo reclamaciones al respecto.

Entretanto, las dificultades fueron creciendo para las misiones y para los pames, pues los estancieros ensanchaban sus propiedades a sus expensas. Frente a la presión, los franciscanos y los indígenas apelaron a la autoridad virreinal, en voz de fray Hernando de la Rúa, comisario general de los franciscanos en Nueva España, para dotar de tierras a las conversiones en Rioverde, Pánuco Tampico. De la Rúa obtuvo en 1669 una real cédula y un decreto del virrey marqués de Mancera que daba a las misiones tres mil "pasos de Salomón" o cinco mil varas de tierra por cada viento, un territorio menor al concedido inicialmente a los pueblos de frontera,38 pero que les permitía su viabilidad como pueblos asentados alrededor de las misiones.

En 1675, el alcalde mayor de San Luis, Martín de Mendalde, registró 49 matrimonios, 23 viudas y solteros, y 51 "muchachos" en Rioverde; en total 173 indígenas, cifra a la baja en comparación con las de 1626 y 1646. Los datos parecen reflejar los problemas y el abandono, o despreocupación, de los franciscanos.39 En 1680, se hizo una Relación breve de las poblaciones indígenas de las misiones de la custodia de Santa Catarina de Rioverde.40 No trae información sobre negros, castas, o españoles, aunque menciona las haciendas establecidas en los alrededores de la misión de San Antonio de Tula, dato sorprendente pues Tula estaba en el extremo septentrional de la frontera:41

Aunque la información es muy general, al comparar las cifras de 1675 y las de 1680 es claro que Rioverde mantuvo su población entre 175 y 200 personas. Lo mismo sucede con otras misiones: Valle del Maíz parece reducir su población con respecto a la visita del provincial en 1646, de 500 personas a unas 200 aproximadamente, aunque en el primer año también se contaron los indios en los alrededores, cuando el visitador realizó una abundante distribución de bienes. Se percibe un estancamiento de la población respecto de los datos de la visita de fray Cristóbal Vas.

En 1695, el provincial franciscano fray Pablo Sarmiento hizo una nueva descripción de la custodia. Dijo que en la cabecera, Rioverde, había unas sesenta familias otomíes y pames, pero que las últimas habían venido a menos "por haber consumido las pestes y enfermedades las naciones de aquel país, quedando hoy muy pocos naturales de allí mismo, que son pames".42 Describe a los pames de Valle del Maíz como "los más de ellos cristianos, pero muy inclinados a los montes y serranías", en número de cien familias, más unas 30 de otomíes. En el mismo tenor describe las condiciones en Pinihuán, Lagunillas, Gamotes y Alaquines. Menciona también las misiones de Tula ("de indios chichimecos, distinta nación de la pasada, muy bandoleros e inquietos y cercanos a los infieles"), Jaumave ("Guamave"), y Monte Alberne. Al final describe sumariamente las condiciones de la custodia:

Son los trabajos que padecen los religiosos con exceso de grandes, de hambres y soledades, porque no hay persona de mediana razón en muchas leguas, sino aquellos indios que aunque cristianos no han olvidado su natural ferocidad y tiranías, y por no llegar a aquellas partes Justicia Real, acuden a la doctrina cuando el religioso tiene que darles de comer, y cuando no solo los domingos. El pan por allá no se conoce, lo que ven es maíz y muy poco, y esto se compra con la limosna que da su Majestad, que lo mas se va en cobrarla, y todo el regalo es un poco de vaca seca

A tono con la época y con el discurso ya establecido sobre la región, Sarmiento exalta el sacrificio de unos franciscanos inmersos en las soledades de una tierra abundante en feroces bárbaros. Al mismo tiempo, destaca la poca docilidad de los neófitos, su estrategia de congregarse sólo cuando había comida, y lo que le parecía su acusado declive demográfico. A continuación presento un resumen de los datos de los diferentes conteos de población en la custodia.

Como la disparidad entre los conteos no permite tener una equivalencia exacta de familias con personas, resulta aventurado proponer una interpretación global, lo más que se puede decir es que no hubo un aumento significativo del número de indios congregados, o por lo menos registrados en las misiones, sin que esto signifique algo para la población no enlistada en estos datos. Las precarias condiciones de vida de los indios en las estancias, como parte del cambio radical que les imponía la vida al estilo occidental, posiblemente eran parte de las razones de este "estancamiento demográfico", junto con las hambrunas y epidemias mencionadas por el provincial. También aumentaron las agresiones de los hacendados y estancieros por las tierras alrededor de las misiones, y por la mano de obra indígena. En varios lugares, la mitad de los indígenas vivía en las haciendas y no alrededor de la misión correspondiente.

Por otro lado, la guerra también se recrudeció en la segunda mitad del siglo cuando los chichimecos insumisos destruyeron Tanchipa, Tamalacuaco y la ranchería de San José de la Laja.43

 

LA FRONTERA VIOLENTA

Conforme avanzó la colonización creció la violencia de los estancieros y sus trabajadores contra los indígenas, para obligarlos a trabajar les quitaban sus hijos y mujeres, y a los que intentaban resistirse los llevaban a Querétaro o México para venderlos como esclavos "de guerra". Los ejemplos abundan en la documentación colonial, como el caso que presentó el indio Juan Francisco, principal del Valle del Maíz, ante el duque de Alburquerque. Juan Francisco era intimidado por Antonio de Almaraz por la defensa que aquel hacía de sus congéneres. El problema era que los ganados del capitán entraban en las tierras y sembradíos de los indios, comiéndolos y destruyéndolos, así que Juan Francisco se quejó ante la justicia de Villa de Valles, y a cambio se le embargaron los bienes. Lo peor fue que Alamaraz "le quitó a doña Ana Manrique su mujer, y a cinco hijas suyas nombradas Agustina, Teresa, Petronila, Nicolasa e Isabel, ya tiempo de siete meses que se las tiene quitadas, solo con ánimo de que el susodicho se vaya del dicho pueblo".44 De hecho, la Real Cédula de 1669 que dio la legua cuadrada a las misiones tuvo su origen en la denuncia que detallaba los problemas con los hacendados:

se quieren extender con sus haciendas para que pasten sus ganados hasta los pueblos y casas de los indios queriéndose hacer dueños de los pueblos diciendo ser suyos por justo título y mercedes hechas sin dejarles espacio en que sembrar para su sustento ni aun en que habitar con algún alivio y hurtándoles a los miserables indios sus mujeres e hijas haciendo con ellas lo que contraviene a la ley de Dios y así los dichos dueños con sus mayordomos criados y sirvientes con violencia les quitan sus hijos e hijas y los sacan fuera de la dicha provincia de Rioverde y los llevan a las ciudades de México, Puebla, Querétaro, y otras partes a donde los venden, presentan, dan, y son tenidos como esclavos habidos por justo título y que con estas y las demás vejaciones.45

Pero ninguna real cédula ni decreto virreinal detenían los excesos de los hacendados. En el pueblo de Tanlacú, a unas seis leguas de Lagunillas, donde José de Ochoa tenía una estancia y trapiche, el mayordomo, y cuñado de Ochoa, Agustín de Herrera castigo salvajemente a una pareja de pames que servían en la estancia. La pareja deseaba casarse, pero como no dieron aviso

el dicho Agustín de Herrera cogió a los indizuelos chichimecos y les dijo que él les quitaría la gana de casarse sin haber avisado a su amo, y así fue, pues los amarró a dos pilares de su casa y trapiche y fueron tantos y tales los azotes que a uno y otro les dio que el indio expiró y dio allí su alma a Dios sin confesión y la indizuela dejó como pintan un san Lázaro.46

Por si fuera poco, Ochoa quemó los jacales de algunos de los indios principales de Lagunillas, y logró que un juez redujera la dotación de tierras a un cuarto de legua por viento, medidos desde la iglesia de la misión.47

La violencia y el poder de los estancieros alcanzaron tal grado que los franciscanos sólo entraban como capellanes a ministrar doctrina a algunas de las misiones, y a estancias y rancherías, cuando el hacendado estaba presente, de lo contrario los mayordomos no les dejaban entrar. La respuesta más frecuente de los indios a la violencia era huir a las montañas, sus espacios autónomos, a retomar su vida nómada cada vez que podían. Pero también se organizaban para defender sus tierras y sus derechos. Fray Martín de Herrán, ministro de San Antonio de las Lagunillas, hizo una serie de representaciones ante la Audiencia de México, el virrey y el monarca español, a solicitud de los gobernadores y principales de las misiones de Rioverde.48 Herrán detalló los abusos registrados en todas las misiones de la Custodia, pero en especial en Valle del Maíz, Alaquines, y Rioverde. Él sostenía que existía un peligro real de un levantamiento general en la provincia:

por el recelo con que estaba de que se perdiese aquella Provincia, y Custodia alzándose los indios, y naturales de ella, y que perdida ésta, siendo como son fronteras, y la llave del Reino se podía temer su total ruina, pues habiéndose perdido, y alzado la Custodia de Nuevo México, y estar la del Rioverde inmediata, a lo que en aquella se perdió, y viéndose vejados y molestados los naturales e indios de la referida custodia del Rioverde, y desposeídos de las tierras que legítimamente son suyas, por haberlas asignado en mi nombre el Marqués de Mancera.49

Su alegato se apoyaba en dos circunstancias: una era el levantamiento indígena que había destruido el poder español en Nuevo México en 1680, es decir, sólo unos años antes,50 la otra era un ataque "chichimeca" en el Seno mexicano en 1680-1682.51 Ambos casos se parecían en cuanto a la explotación y las vejaciones a los indios, solo que Rioverde estaba mucho más cerca de la capital virreinal. Los franciscanos de Rioverde sustentaron su defensa en el discurso, aceptado entre la alta burocracia, de que las "muchas opresiones" de los españoles eran causa fundamental de los levantamientos y de la consecuente pérdida de territorios.52 Había, en los funcionarios reales, temor a pérdidas mayores, como lo señaló el fiscal de indios de la Audiencia de México: "Y lo que se ofrece Señor exmo. sobre esta materia, es que con el lamentable suceso de la provincia de la Nuevo México, se han adelantado los indios bárbaros de todas las fronteras, y aun se han inquietado los conversos y reducidos, como se ha experimentado en las provincias del Parral, y Sonora, y en esta de Rioverde".53 Aunque por supuesto que había diferencias en los casos. En Nuevo México fueron las encomiendas, los abusos de autoridades y colonos, y la represión de las religiones nativas las principales fuentes del descontento indígena. En las misiones del Seno mexicano fueron los abusos de los misioneros y de los hacendados sobre los indígenas recién congregados. Ahora bien, en la frontera de Rioverde como en los otros lugares, los ataques prosperaron, además, por la escasa presencia militar, la inexistente estructura defensiva, y las grandes distancias entre los centros de población:

Todo lo sucedido procede y se ha causado por haber estado esta frontera sin resguardo alguno de ministros y soldados de su Majestad que la guardasen y amparasen, porque aunque estos naturales mansos de esta frontera y sus puestos circunvecinos han reconocido siempre a las justicia de su Majestad o la de la Villa de los Valles o la del Real de Guadalcazar nunca estas han podido visitarla ni socorrerla por la distancia tan grave que hay de una parte a otra porque de Guadalcazar hay al Jaumavé más de treinta y seis leguas y la justicia de este real no tiene soldados de paga de su Majestad, y de la Villa de los Valles hay ha dicha frontera más de cuarenta leguas, y aunque tiene ocho soldados caudillo y capitán pagados de la Real Caja no es posible que con tan pocas plazas se pueda socorrer tanta distancia de leguas y hacer cara a tantos enemigos.54

En cada alzamiento indígena, el trabajo forzado era parte del problema. El despojo y la apropiación violenta de las tierras eran parte de las formas por las que los estancieros extendían sus propiedades, además de obligar a los indígenas a trabajar en éstas. En este agresivo proceso no se detuvieron ni siquiera ante las misiones franciscanas. No se trataba de incidentes aislados, sino de una forma sistemática de expansión que era costumbre en la región desde los tiempos de Luis de Cárdenas. Ya en 1626 el virrey había emitido un decreto en el cual ningún español podía acercarse a menos de tres leguas de Rioverde.55 La Real Cédula de 1689 también describe estos problemas:

los dueños de haciendas en virtud de las mercedes que han conseguido en mi nombre se quieran extender con sus haciendas para que pasen sus ganados hasta los pueblos y casas de los indios queriéndose hacer dueños de los pueblos diciendo ser suyos por justo título, y mercedes hechas sin dejarles espacio en que sembrar para su sustento ni [...] en que habitar con algún alivio.56

Herrán logró llevar a los gobernadores y caciques ante el virrey conde de la Monclova para que le expresaran de forma personal su desesperada situación. En la entrevista, los gobernadores colocaron sus varas de gobierno a los pies del virrey y amenazaron con dejar las misiones si no les amparaban las tierras y protegían sus personas.57 El problema no era la falta de apoyo del virrey, sino su escasa capacidad para detener los abusos. La apasionada defensa de las misiones y las poblaciones indígenas, por parte de Herrán y otros franciscanos, apenas pudo aliviar algo la presión a la que estaban sometidas. Los pleitos legales seguirían a lo largo del siglo XVIII.

La documentación producida en la época de Herrán también es una fuente de datos sobre los grupos indígenas en el cambio de siglo. Los franciscanos describieron los asentamientos indios alrededor de las misiones como compuestos de rancherías o barrios, donde tenían magueyes y algunas huertas con camotes y árboles frutales; el patrón de asentamiento era disperso, porque los indios eran reacios a que se les constriñera alrededor del templo:

se tolera la mucha rusticidad de los chichimecos que no alcanzan la razón porque se les limitan sus tierras y estrechan a ciertas varas lo cual tan invenciblemente ignorarán y lo tienen por tan manifiesto agravio que por él solo (como temo lo manifieste la experiencia) se han de ver despoblados dichos pueblos y conversiones58

Al parecer el proceso de congregación, entonces ya con cerca de cien años, tenía pobres resultados, limitados a un control mínimo de las poblaciones indígenas, su pacificación, y a obtener de ellas la mano de obra para las labores agrícolas. El proceso se prolongaría todo el periodo colonial por la evidente resistencia de los "chichimecos" a vivir a la manera novohispana; otro factor era la incapacidad económica de las misiones para proveerles bienes de manera constante, una estrategia de paz convertida en costumbre, y que limitaba a los frailes su control sobre las poblaciones indígenas. Además, la mayoría de las misiones ofrecían una escasa protección a éstos.

 

EL SIGLO XVIII

En este siglo es más fácil obtener noticias de la custodia de Tampico. Así, en 1720 el arzobispo de México, José Lanciego, formó la "Razón de las misiones que tiene la custodia de Tampico". Contabilizó 10 "conversiones", entre ellas Tampasquid con 55 familias de indios, tanto de habla nahua como huastecos y pames, la misión tenía 3 visitas (el Sáuz, San Miguel y La Palma).59 El alcalde mayor de Santiago de los Valles describió en 1743 las poblaciones de su jurisdicción, incluyendo Valle del Maíz. Tenía 29 familias de indios tributarios hablantes de castellano (indios ladinos), y 150 familias de españoles, mestizos y mulatos. La custodia de Rioverde había puesto dos ministros para atender la creciente población, en especial de las familias pames congregadas.60 El pueblo-misión estaba rodeado de haciendas y ranchos donde se sembraba maíz, y se criaban diversos ganados.61 También menciona a los pueblos pames de San Diego, El Sáuz, Santa María Acapulco, como sujetos de Tanlacum, Guayabos en donde se contaron 40 familias de pames, y La Palma, donde no se hizo cálculo alguno. En el poniente de la jurisdicción el difícil acceso a la Sierra Madre decidió al alcalde a proponer un cálculo generoso del número de habitantes en los pueblos y misiones en unas 4,500 familias.62 Unos cuantos años después, 1748, fray Jacobo de Castro, custodio de Tampico, reportó 22 misiones o "conversiones", incluyendo algunas que no tenían ministro fijo:

Fray Jacobo describió brevemente Villa de Valles: "dicha misión es frontera de indios bárbaros", un lugar plagado de animales ponzoñosos, de clima "cálido y húmedo en sumo grado", y donde apenas se producía un poco de maíz y frijol y existían algunos ranchos de ganado mayor.64 El custodio terminó su informe dando cuenta de un problema común a pueblos y misiones de ambas custodias:

Aunque todos los lugares de esta custodia contienen las familias en ellos expresados, no están congregados en el modo que debieran, por carecer todos de tierras y situación proporcionada en que vivir y hacer sus siembras [...] y así se ven precisados a arrendar tierras a los que suponen dueños de ellas [...] o a desertar las misiones, como se experimenta en las de Tanlacum, La Palma, Guayabos y Tamitad, metiéndose en las sierras y montes mas distantes de las misiones por buscar la comodidad de poder sembrar los frutos necesarios para su conservación.65

La escasez de tierras presionaba a las misiones y los pueblos en el centro y en el poniente de la custodia, sobre todo los de población mayoritaria de pames. Así que la combinación de falta de tierras para sembrar, la explotación de los hacendados, y la nula defensa de sus derechos, configuraban un panorama desolador para los indios. Castro describe la dramática situación en Tanlacum, Guayabos y La Palma, donde había logrado congregar de nuevo a los pames, con ayuda del corregidor Luis Veles de las Cuevas, pero para ello debió rogar a los estancieros apropiados de sus tierras que les permitieran las mínimas necesarias para la supervivencia. Sin embargo, la inestable situación al depender del arbitrio de los estancieros obligó a los pames a abandonar de nuevo las misiones:

pero como viven en la inteligencia de que no son suyas, opresos con la escasez, y pensionados de los referidos dueños, y demás hacenderos de la jurisdicción al cultivo de sus labores por el corto estipendio de un real cada día, exasperado de todo se huyen y remontan como ha sucedido, especialmente con los de la Palma, pues habiendo este año el caudillo y gobierno de ella más de quinientas familias, han quedado en las pocas expresadas en su lugar, por lo que me parece sería imposible la conservación así de estos pueblos, como de los tributarios, no providenciando V. M. el que se les den las tierras competentes.66

El panorama se complicó aún más a partir de 1749 con la conquista y colonización de Nuevo Santander por José de Escandón, que afectó a todo el oriente de San Luis mientras el conde de Sierra Gorda fue el gobernador de la nueva colonia.67 Una década después, en 1758, el comisario general, fray Andrés Picazo, realizó una consulta sobre las misiones de Santa Catarina de Rioverde. Fray Miguel de Santiesteban como custodio, dio los siguientes datos, que reflejan los cambios en la composición étnica en cada lugar:

No hay referencia a Rioverde, pero aparecen como nuevas misiones La Divina Pastora y Palmillas, ambas tenían que ver con las operaciones de José de Escandón y sus subordinados para someter y congregar a los pames que aun vagaban. Las transformaciones de la época se reflejaron con dureza en el Real de Guadalcazar, ubicado en el extremo occidental de la zona en estudio; donde una epidemia de matlazahuatl acabó con los pocos chichimecas del pueblo, en 1737, mientras las mezclas entre las castas predominaban.69 Los pames sólo iban al Real en tiempos de siembra y cosecha, desde misiones como Divina Pastora. Por cierto que en el documento relativo a Guadalcazar se describe la indumentaria de los pames:

El vestuario de los hombres, siendo casados, un sombrero de palma o lana tresada y un techomite de lo mismo que se fajan en la cintura y llega hasta las rodillas, con guaraches que son unos cueros crudos o adobados, cuanto ocupa la planta del pie, afianzados con correas que cruzan el talón o empeine o el pie desnudo. Las mujeres trenzado el cabello, cubierta la espalda, cabeza y pecho y vientre con una manta de algodón bien delgada, que llaman quisquemel, con una abertura en el medio por donde entra la cabeza y 12 o 2 varas de bayeta azul que sin costura alguna se fajan en la cintura y llega hasta media pierna, la que con los pies traen desnuda. Suelen ponerse los días festivos gargantillas de colores, avalorios y otras cosas de vidrio. Los solteros y solteras se visten de lo mismo, pero andan siempre destocados.70

Quizás esa vestimenta correspondía a un grupo étnico en el proceso de transición entre su vida nómada y su adaptación al modo de vida de jornaleros o campesinos, pero lo cierto es que reflejaba la pobreza material en la que estaban inmersos. La explotación y la diferencia étnica se complementaban, para reforzar la impresión de miseria y atraso que convenía a la dominación novohispana sobre los pames. Esto se complementaba con la religión y las condiciones ecológicas en las que llevaban su dura existencia, realizando en los hechos lo que el discurso regional había establecido un siglo antes.

Por otro lado, las fuentes permiten atisbar algunos aspectos sobre la educación religiosa en las misiones. Desde el final del siglo XVII, por lo menos, los frailes utilizaban a los indios que adelantaban un poco en la instrucción elemental de oraciones y doctrina como sacristanes o "fiscalitos", quienes congregaban a "muchachos y muchachas de doctrina" mañana y tarde en la capilla para que les pasaran lista y siguieran su instrucción. El método utilizado era similar al de enseñanza básica de gramática, porque los pames eran "un género de nación esta tan negada" que

para que puedan comprender lo que se les enseña, se ponen unas ruedas a el modo de las que se acostumbran con los niños gramáticos, y en cada una de ellas un fiscalito, enseñando a persignar a unos, el Padre Nuestro a otros, y así en las demás oraciones, en cada rueda, junto con la oración que se les enseña, se les repite dos o tres preguntas con sus respuestas de la doctrina cristiana, y hasta que las comprenden no se pasa adelante.71

A los adultos sólo se les administraban los sacramentos del bautismo y el matrimonio, porque según los frailes los pames no aprendían bien la doctrina, frecuentemente la olvidaban, y era necesario empezar de nuevo cuando regresaban o eran traídos a la misión. Además, no siempre los indígenas cooperaban dócilmente, a veces ni siquiera estaban en las misiones los días de fiesta para oír misa. Cuando se quería obligarlos a asistir escapaban de nuevo a los montes y, según los franciscanos, si se les presionaba demasiado los pames llegaban a ahorcarse.72 En Nuevo Santander (Tula, Jaumave y Palmillas) los capitanes reunían a los pizones frente a la vivienda del misionero para recibir la doctrina; allí se les daba dulces, sal y tabaco. En Tula la mayoría de los indios vivían en rancherías apartadas, porque no había manera de facilitarles bueyes para la labranza. Así podían aprovechar recursos abundantes como el maguey, y se toleraba que acudieran a la doctrina en forma intermitente. Por ejemplo, el capitán Manuel Fernández de Acuña decía haber tomado a su cuidado ciertos "chichimecas" en los alrededores de Tula:

estos, conocidos del respeto que como a su capitán deben tener con el que les consiga la continua benevolencia que con ello ejercita mi parte derogando su caudal no solo en mantenerlos contentos sino conservándolos en paz atrayéndolos a nuestra santa fe católica, catequizándolos con el fervor y paternal amor, con que los mira con piadosísimo afecto en compadrando con los demás de ellos, bautizando a sus hijos y lo que es más conservando las misiones y fomentando a sus religiosos a costa de su caudal para que se mantenga el culto divino en aquellas conversiones que no fuera equivalente por si sola la limosna a conservarla siendo público y notorio la gran costa de estas operaciones.73

Pero a mediados del siglo en la frontera lo más común no eran las relaciones paternalistas, sino la explotación, en especial los implacables abusos de parte de José de Escandón y sus allegados. El custodio de Tampico hizo una cruda descripción de este problema en 1762:

Los pobres pames después de tantos años viven tan hostigados y miserables [...] Tan cortos de espíritu que un caudillo con un látigo les acometía en un monte y sacaba una collera para venderlos en las haciendas, o para llevarlos como los llevaban a el Seno Mexicano [...] porque no habiendo podido conseguir el coronel Escandón la conquista de los indios incendiarios Apóstatas de la Sierra de Tamaolipa y Sierra Gorda, dio por bárbaros a los indios pames para reemplazar sus proyectos, solamente porque vivían en los montes; de suerte que lo que los miserables hicieron por no tener en sus pueblos agua que beber ni tierras que sembrar, se les imputó a barbaridad, y esto dieron por motivo para llevarlos en colleras a trabajar [...] a mala ración y sin sueldo, de que resultaron las malísimas consecuencias de que unos se ahorcaron [...] otros fugitivos de aquella esclavitud perdieron la vida en poder de los bárbaros chichimecos [...] y el defecto de la conquista de Tamaolipa y Sierra Gorda lo pagaron de suerte los fieles.74

La coyuntura fue crítica para las misiones y los pames cuando Escandón ejerció el mando militar en todo el oriente de San Luis, además del Nuevo Santander y las jurisdicciones vecinas. El sistema económico regional, basado en la explotación ganadera en estancias y haciendas, tenía en ellos la reserva de mano de obra accesible y a muy bajo costo, y con Escandón hacendados y funcionarios locales aprovecharon en lo posible el sistema. Las consecuencias fueron desastrosas para los pueblos-misiones. El franciscano de Santa María Acapulco y San Francisco el Sáuz, describe las acciones comunes en esa época:

Un haciendero [sic] siendo teniente tuvo atrevimiento de ir una noche con sus esclavos al pueblo de Tanlacú [...] todos disparando muchos trabucazos con gritos y alaridos, diciendo y haciendo que espantados y atónitos se huyeran los indios de dicho pueblo con sus mujeres y creaturas, fingiendo que venía un comisionado del general Escandón, llamado por mal nombre Pollo Asado, quien hizo atrocidades con dicha Nación hasta que lo mataron de un flechazo; pero cada día se levantan otros peores que con las facultades de dicho general [...] se llevan como se han llevado muchos indios de dichas misiones a la Colonia y de las haciendas donde bajan a trabajar, llevándolos lazados cuando no van por las vejaciones e injusticias que con ellos se ejecutan, fuera de no darles de comer pues su ración son dos puños de maíz y un real de salario, que se compone de tantita sal y unos tasajos flacos de las reses o bueyes que se les mueren de viejos [...] para un trabajo tan recio como de labradores, paileros, leñeros.75

El interés primordial de hacendados y capitanes era que los pames siguieran vivos y ocupados en las labores requeridas en las estancias. Así que la "remuneración" de sal y tasajo les permitía vivir y trabajar, y maximizaba las ganancias de los propietarios y de los capitanes aunque la producción agrícola y ganadera no creciera. Antes de Escandón la zona no era atractiva para la corona, sólo se promovió tibiamente la evangelización y se mantuvo el control mínimo suficiente en la frontera de guerra. Pero el conde de Sierra Gorda gozó de total apoyo en la capital virreinal y pudo gobernar e imponer sus intereses en Nuevo Santander y las jurisdicciones aledañas.

El entonces custodio de Tampico, fray Ignacio Saldaña, se comprometió a detener los abusos de los caudillos al servicio de Escandón, y buscó una entrevista con el virrey marqués de las Amarillas, para denunciar los abusos y detenerlos.76 Cuando Escandón se enteró ordenó que no se hicieran más correrías en Santiago de los Valles, e hizo que algunos grupos de pames regresaran a sus misiones. Pero los misioneros no podían quejarse con demasiada convicción, ya que no solo habían adoctrinado a los indios en los principios de la Iglesia católica, sino que al enseñarles agricultura e inducirlos a dejar su forma de vida los convirtieron en la reserva de mano de obra barata que los estancieros necesitaban.77 Por ejemplo, en misiones como la Divina Pastora, los indios practicaban "la labranza", pero en años estériles debían salir "a las haciendas a trabajar para mantenerse, y vestirse con aquellos trajes propios de su nación", o Gamotes, en donde se carecía de aperos y había pocas tierras apropiadas para sembrar, por lo que los indios "se retiran a las haciendas inmediatas de su misión, y en ella se acomodan a servir para tener con que alimentarse, y cubrirse de algodón y lana".78

Incluso quedó registrado un incidente que muestra las dificultades de los indios y de las misiones de recuperar tierras, o hacerse de ellas. El franciscano José Esteban García, del Saúz, había escrito al virrey Bucareli y Ursúa sobre las penalidades de los indios de su misión al no tener tierras para sembrar; así que el virrey ordenó al corregidor de Valles que resolviera el asunto, en tanto la Audiencia resolviera al respecto, porque al virrey le interesaba saber la razón de que los indios de las misiones de la pamería no pagaran el tributo. Bucareli falleció en su cargo, y el asunto se detuvo porque el procurador de la orden en la capital virreinal, fray Miguel de Isla, actuó contra la posible resolución porque temía que, al darse una restitución de tierras a misiones e indios, los poseedores (hacendados y funcionarios como el corregidor) acusarían a los prelados de no entregar los dineros de los sínodos.79 Y es que aunque el rey enviaba año con año una cantidad de dinero (el sínodo) a cada misión que tuviese un fraile de fijo, en el caso de las misiones más aisladas los prelados de la custodia (en este caso la de Tampico) se quedaban con ese dinero. En marzo de 1781, el virrey Mayorga (apoyado en el consejo del fiscal de real hacienda), ordenó que se pagasen directamente a los frailes en misión el estipendio que les otorgaba el virrey anualmente, y que el alcalde mayor de Pánuco-Tampico informara a la brevedad las razones de que las misiones y sus indios congregados carecieran de las tierras para sembrar, así como de las razones para que no pagaran tributos. Pero, como solía suceder en estos casos, las buenas voluntades no pasaron del papel, mientras los hacendados detuvieron cualquier iniciativa de remediar el asunto de las tierras. Así, a pesar de los esfuerzos de algunos franciscanos para evitar mayor explotación, las misiones de La Palma, Guayabos, San Pedro y San Pablo Tanlacum, San Francisco del Sáuz, Santa María Acapulco, San Antonio Lagunillas y Pinihuan, sufrieron el acoso permanente de las haciendas vecinas y los arrendatarios, así como la pérdida de sus tierras, hasta el final del siglo XVIII.80

Además, a lo largo de todo el periodo colonial se mantuvo sin cambios la barrera de incomprensión entre los religiosos españoles y los indios de la vieja frontera. Los comentarios despectivos o francamente racistas por parte de los misioneros fueron el común denominador en el siglo XVIII. Por ejemplo, en 1759 el custodio de Rioverde, fray Miguel de Santiesteban escribió que: "por lo general son dichos indios [pames] inútiles sumamente perezosos, y amigos del ocio, y más aprecian andar fugitivos por las sierras incultas, manteniéndose de raíces, aguamiel y carnes inusitadas, que sujetarse al trabajo y enseñanza de la ley de Dios".81 En 1771, una descripción decía que era inútil enseñarles doctrina a los pames de Valle del Maíz: "por haber experimentado su suma rudeza, tedio y hastío que tienen a todo lo bueno".82 Estos comentarios desfavorables reflejan la desesperación de los franciscanos al tratar con unos neófitos que se mantenían reacios a la doctrina y a asumir por completo la identidad de jornaleros que les querían imponer.

Volviendo con la demografía, había dos nuevas misiones: San José del Valle, fundada por José de Escandón entre 1750 y 1756 a unos pasos del Valle del Maíz; y un convento en la villa del Dulce Nombre de Jesús, vecina inmediata de Rioverde.83 Al parecer, había cierta expansión demográfica en Rioverde: la población del curato en 1770 era de "tres mil setecientas familias poco más o menos, que es lo mismo que se percibe por los padrones anuales de confesión y comunión". A la misión correspondían 150 familias de indios y 60 familias de españoles y castas, al Dulce Nombre de Jesús correspondían 634 familias, mientras que a la Divina Pastora correspondían 800 familias pames. El resto, poco más de 2,000 familias, correspondían a la población asentada en haciendas y ranchos de la jurisdicción.84

En los años 1795 y 1797, los subdelegados de las jurisdicciones de Valles y Rioverde dieron noticia de las misiones franciscanas en la Provincia de San Luis Potosí.85 Había ocho misiones de la custodia de Santa Catarina en Rioverde, sin contar la sede, y catorce del Salvador de Tampico en Santiago de los Valles. No se contabilizaron las misiones en Nuevo Santander ni en Pánuco. Al final del siglo XVIII, las poblaciones de Rioverde superaban ampliamente a las de la Huasteca en habitantes. Incluso, como se puede ver en el cuadro, Alaquines superaba a las poblaciones en la Huasteca.

Se reportó la totalidad de los individuos que habitaban las jurisdicciones de cada "conversión" y no sólo a quienes residían en la misión misma. Lo que también explica las diferencias con los datos que presentó fray Santiago Cisneros. Una información novedosa en los reportes fue la existencia de fondos o bienes de comunidad de los indios de las misiones de Rioverde, algunos de los cuales estaban íntimamente ligados a las cofradías y hermandades. A pesar de registrar pocos bienes, eran de primera importancia para el control de las misiones, por lo que se hizo un inventario de ellas, que presento en el cuadro 7.

Asociaciones laicas dedicadas a la promoción de devociones, el pago de servicios eclesiásticos y el apoyo en momentos de crisis (enfermedades y muerte), las cofradías también tenían fines sociales como el reforzamiento de lazos entre los miembros de una comunidad.86 En Rioverde y la Huasteca eran de tipo rural, dedicadas al pagar los servicios religiosos y a cubrir, en caso de extrema penuria, las necesidades básicas de sus miembros. No debe soslayarse que al participar en las cofradías, con el trabajo en común y la organización colectiva que conllevaba, los indios podían mantener un mínimo de cohesión social.87 Las cofradías ayudaron a la adaptación de los pames al orden colonial; el hecho que se mencione su existencia muestra un cambio en la religiosidad de los indios, que tomaban en su favor elementos ofrecidos por el catolicismo. Sin embargo, es igualmente cierto que eran otro medio de extracción de recursos, aunque ciertamente menos riguroso que el trabajo en las haciendas. Sus escasos ingresos se dividían en cubrir sus necesidades de vestido, pagar tributo y pagar los servicios religiosos.

 

CONSIDERACIONES FINALES

El final del siglo XVIII encontró a ambas custodias franciscanas en declive, con innumerables problemas y fuertes presiones territoriales y demográficas para las misiones, y para los indios congregados en ellas. En el informe del virrey Revilla Gigedo su comentario sobre la custodia de Tampico refleja la situación de ambas:

Ninguna [misión] tiene verdaderamente términos o linderos señalados con títulos correspondientes; y aunque se discurren que no sean bastante legítimos los de las haciendas y estancias de los españoles y gentes de castas, éstas y aquellos son dueños o poseedores por lo general de las mejores tierras, y por consecuencia no hay que repartir a los indios, quienes siembran algunos pedazos de corta consideración y sirven de peones en las indicadas haciendas [...] Todo esto influye a la escasez de bienes particulares y comunes de los indios y de sus misiones.88

El oriente de San Luis como frontera había cambiado con lentitud entre 1617 y 1748, mientras la conquista "espiritual" y la aculturación experimentaron periodos de avance, retroceso y estancamiento. La empresa colonizadora en el Nuevo Santander fue un punto de ruptura en la historia de los pames que, a diferencia de otros grupos que desaparecieron, habían logrado sortear siglo y medio de violenta irrupción novohispana sin perder espacios de autonomía y de escape. En la segunda mitad del siglo XVIII las presiones territoriales sobre las misiones y los pueblos de indios llegaron a su punto máximo en ambas custodias, con lo que se redujeron al mínimo los espacios de escape para los indígenas que huían de abusos y vejaciones. Pero los pames lograron sobrevivir a las violentas formas en que fueron subordinados dentro del nuevo estado de cosas; se adaptaron y aun consiguieron mantener sus identidades étnicas, aunque reducidas al espacio de cada misión.

La condición de frontera, impuesta desde el punto de vista de los españoles, no fue una adaptación fortuita a las condiciones del territorio que se convirtió en Rioverde-Valles. Por el contrario, fue el artificio cultural que permitió a los estancieros españoles apropiarse y dividirse un territorio "vacío" y "salvaje", y a los religiosos franciscanos justificar su presencia por la necesidad de evangelización y civilización en que encontraron a los pames y otros chichimecas. Estancieros, franciscanos y funcionarios de justicia pocas veces estuvieron de acuerdo en las formas en que debía organizarse la sociedad de frontera, o sobre cómo tratar con los grupos autóctonos, pero compartían puntos de vista sobre la inferioridad de éstos y sobre su necesidad de tutela y de disciplina, así como sobre las bondades de la presencia novohispana en el aquel nuevo espacio.

La violencia tuvo un rol significativo en la conformación y el funcionamiento de la frontera proceso: fue la forma usual de establecer la propiedad reconocida por las mercedes reales, aún entre los mismos estancieros o sus pastores y trabajadores; también fue una de las formas que definieron las relaciones laborales en las unidades económicas. La violencia física, sobre todo, fue aplicada contra los pames: los castigos brutales, las humillaciones a individuos y familias, las colleras que les sacaban de las misiones, fueron utilizados de forma selectiva, porque con unos ejemplos bastaban para establecer la política del miedo entre los sujetos subalternos, la desigualdad como el orden natural (en lo social y en lo étnico), y la superioridad de los grupos dominadores. Es posible que esto tuviese que ver con la ausencia de grandes rebeliones o tumultos en la zona de estudio durante el periodo colonial. Puede decirse que la violencia no fue sólo un resultado de la colonización de una frontera sino su realización, su concreción.

 

SIGLAS

AGI Archivo General de Indias, Sevilla España

AGN Archivo General de la Nación, México

AHSLP Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, México

BMNA Biblioteca del Museo Nacional de Antropología

BNFF Biblioteca nacional, Fondo Franciscano

 

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Weber, David, La frontera española en América del norte, México, Fondo de Cultura Económica, 2000.         [ Links ]

 

Notas

1 Misión proviene del latín missio, que designa un concepto teológico sobre la transmisión del Espíritu Santo de Dios Padre al Hijo, así como la manera en que cada persona de la Trinidad se da a conocer (Corsi 2008, 25). Tal concepción era común en Europa hasta el siglo XV, pero a partir del siglo XVI quedó relacionada con la expansión y la colonización, ya que el derecho a poseer nuevas tierras implicaba el deber de evangelizarlas. La nueva acepción de misión, que surge con la contrarreforma y con la expansión jesuita, fue la de "encomienda pastoral", recibida por las órdenes religiosas para evangelizar a protestantes, paganos e inconversos (Corsi 2008, 26-29).

2 Las misiones se integraron a dos custodias: San Salvador de Tampico, dentro de la Provincia del Santo Evangelio de México, y Santa Catarina de Rioverde en la Provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán. Los pames eran considerados "neófitos": indios recién convertidos y por tanto incapaces de entender los misterios de la religión católica. Los ladinos eran indios que se comunicaban en español, vestían según las formas novohispanas y, por su condición de migrantes, estaban desarraigados de sus referentes territoriales tradicionales.

3 Percheron 1982, 14; Velázquez 1987, vol. 4, 14. La zona, aunque tuvo en algún momento culturas sedentarias prehispánicas, al tiempo del contacto con los españoles estaba ocupada por los grupos mencionados (Michelet 1996, 177-186). Los pames forman parte de la familia Oto-pame por compartir rasgos gramaticales y lexicológicos con grupos otomianos (Soustelle 1993, 400-442). La denominación pame no tiene un origen claro; una versión es que proviene de una deformación española de la voz muep, que significa "no".

4 Para los significados de la palabra en el periodo colonial véase Gradie 1994, 67-88. Durante la guerra chichimeca los pames fueron tomados por los menos belicosos de los grupos involucrados, Chemin 1984, 57-69. A pesar de esto, eran extraordinarios flecheros, Ordóñez 2004, 8, 9.

5 La palabra "reducción" era usada en el periodo colonial para la población indígena congregada alrededor de una misión, pero a veces aparece como sinónimo de ésta en algunos documentos.

6 Para la violencia como elemento que reproduce el orden social, Devalle 2000, 18-22.

7 Un análisis sobre el papel de la violencia en la construcción de un régimen de propiedad privada en Blomley 2003, 121-141.

8 Algunos documentos aquí mencionados fueron publicados íntegramente (Velázquez 1985-1987; Kiemen 1955), otros más lo fueron en partes (por ejemplo en Herrera 1999). El Archivo General de la Nación (en adelante AGN), y el Archivo General de Indias (en adelante AGI), resguardan todavía muchos documentos inéditos.

9 Estudios destacados acerca del grupo pame son Noyola 1996, 11-27; y Viramontes 2000. Uno de los mejores estudios sobre los grupos de filiación oto-pame es Galinier 1990.

10 Noyola 1988, 36, 37; Montejano 1989, 15, 16; Carrillo 1999, 172-174.

11 López-Velarde 1964, 108. Antes de ellos fray Lucas de los Ángeles recorrió Ahuacatlán, Concá, Jalpan y Tancoyol en la Sierra Gorda (Noyola 1988, 39). Sobre los esfuerzos de Mollinedo y Cárdenas (Noyola 1988, 47-58).

12 Hubo varios viajes de Cárdenas y de Mollinedo a la zona, según una carta de 1616 (Lemoine 1961, 569-582).

13 Relación del obispado de Michoacán por el obispo fray Baltasar de Covarrubias, O. S. A. Valladolid de Michoacán, 20 de septiembre de 1619, Madrid, Biblioteca del Palacio Real, manuscrito 2579.

14 Sobre el imaginario europeo con respecto a los hombre bárbaros, en los siglos XVI-XVIII, véase Hurbon 1993, 24-35.

15 El decreto de 1617 por el marqués de Guadalcazar en Velázquez 1987, vol. 4, 5-10.

16 Percheron 1982, 9, 14-19. Chemin 1984, 42, 43. Noyola 1988, 56.

17 Sobre los sínodos véase Velázquez 1974, 10.

18 Kiemen 1955, 301, 302. Stresser-Pean 200, 500.

19 Velázquez, vol. 3, 1987, 256, 257.

20 Velázquez, vol. 3, 1987, 253. El reporte de su visita está en AGN, Historia, vol. 30, exp. 4, f. 63v.-75.

21 En 1617 se registró San Antonio de Lagunillas, con sus rancherías Acapulco, Rincón, Llano de Pamies y La Sanguijuela; Lagunillas no aparece en 1626 pero sí Ranchería de Pamies, Velázquez, vol. 4, 1987, 16, 17.

22 Esto puede entenderse como un cambio de representación del salvaje por cristianizar (el peligroso caribi) al neófito por clasificar, vigilar y controlar, véase Gruzinski 1991, 11.

23 Velázquez, vol. 4, 1987, 256. Hubo una real cédula para que a los indios se les dieran "por una vez" 200 fanegas de maíz, 2 docenas de bueyes, 4 docenas de rejas de arar, 50 vacas y 2 toros, 200 ovejas, 100 cabras y 24 "cebones y cuatro machos de este ganado" en la sede de la custodia (Kiemen 1955, 300).

24 Decían que el fraile "con todo cuidado y solicitud acude a ello todos los días de fiesta y trabajo, así a nosotros como a nuestra gente, esclavos, vecinos y naturales que viven en dicho pueblo", Velázquez, vol. 4, 1987, 259; Montejano 1989, 35, 36.

25 Algunos de ellos (guascamas, mecos y otros) serían congregados hasta la fundación de la misión de la Divina Pastora en 1756 (Percheron 1982, 14).

26 Kiemen 1955, 304.

27 Kiemen 1955, 305, 306; Noyola 1988, 60.

28 Descripción de todo el obispado de Michoacán hecha por el señor doctor García de Ávalos, dean de esta santa Iglesia, Biblioteca Nacional de Madrid, manuscrito 3047, Documentos de don Juan Diez de la Calle.

29 AGI, Patronato, n. 1, r. 26, conde de Salvatierra, virrey de México: custodia de Rioverde. 1648, f. 1. La Relación de su viaje fue publicada en Kiemen 1955, 308-328.

30 Kiemen 1955, 317, 318.

31 Kiemen 1955, 318, 319.

32 La prohibición exceptuaba a gobernadores y caciques, que podían ir en caballos con silla y riendas, pero sin armas. Los demás indios sólo podían montar mulas (Borah 1985, 121).

33 Kiemen 1955, 322-324. Los permisos provenían de estar en una frontera de guerra (Rangel 2008, 91-94).

34 AGI, Patronato, 183, n. 1, r. 26, Conde de Salvatierra, virrey de México: custodia de Rioverde. 1648.

35 Opinión que compartían los alcaldes mayores de San Luis Potosí, Valles, Guadalcazar y Xichú: "Actualmente es grande la utilidad que se sigue de la reducción de aquellos bárbaros porque mediante ella están pacíficos y se trajina y corre la tierra sin el riesgo de invasiones y robos que antes hacían y entran las pastorías y haciendas de ganado menor libremente todo lo cual cesaría desamparando dichos conventos", AGI, Patronato, 183, n. 1, r. 26. Conde de Salvatierra, virrey de México: custodia de Rioverde. 1648. "Relación de las diligencias y lo resuelto sobre lo pedido por el padre comisario general de san Francisco, en orden a que se le diese alguna limosna para edificación de los conventos de la conversión de Rioverde y congrua a los religiosos ministros de doctrina", f. 3.

36 AGI, Patronato, 183, n. 1, r. 26. Conde de Salvatierra, virrey de México: custodia de Rioverde. 1648, "Relación de las diligencias y lo resuelto sobre lo pedido por el padre comisario general de san Francisco, en orden a que se le diese alguna limosna para edificación de los conventos de la conversión de Rioverde y congrua a los religiosos ministros de doctrina", f. 5, 5v.

37 AGI, Patronato, 183, n. 1, r. 26. Conde de Salvatierra, virrey de México: custodia de Rioverde. 1648, "Relación de las diligencias y lo resuelto sobre lo pedido por el padre comisario general de san Francisco, en orden a que se le diese alguna limosna para edificación de los conventos de la conversión de Rioverde y congrua a los religiosos ministros de doctrina", f. 4v. San Felipe de Camotes debió ser San Felipe de Gamotes.

38 AGN, Tierras, vol. 339, exp. 2, f. 3v., 4. El territorio original debía ser tres leguas cuadradas, mientras que en el decreto del virrey Mancera era solo una legua cuadrada.

39 Kiemen 1955, 311. Incluso un fraile, Fray Pedro de San Andrés, fue acusado de vejar a los indios de Tula y Valle del Maíz. Cuando reconoció ser cierta la acusación la Real Audiencia y el virrey pidieron su salida de la custodia, AGN, Californias, vol. 38, exp. 3, "Carta del Alcalde mayor de Guadalcazar", f. 119, 119v. Año 1682. f. 120-144.

40 Carrillo 1996, 543, 544.

41 Después un ataque de "alarbes" destruyó varias misiones y puso en peligro a otras, AGN, Californias, vol. 38, exp. 3, "Autos sobre las diligencias, y socorros de las misiones y fronteras de la custodia del Río Verde", f. 95-177v. Año 1682. Es probable que los "alarbes" sean los jananbres descritos en 1680 (Stresser-Pean 2000, 501, 502).

42 AGN, Historia, vol. 30, exp. 3, Rioverde, 1695.

43 Stresser-Pean 2000, 502.

44 AGN, Indios, vol. 21, exp. 196, f, 172, 172v; año 1656. Un caso similar, protagonizado por el mismo capitán Almaraz, ocurrió en la misión de Tula, donde un principal de Jaumavé, Simón de Medrano, fue acosado por la defensa de los demás indios, AGN, Indios, vol. 21, exp. 195, f. 170v.-171v. Año 1656.

45 AGN, Tierras, vol. 339, exp. 2, f. 3v., 4; es copia de la cédula de 1669.

46 AGN, Tierras, vol. 339, exp. 2, f. 14.

47 AGN, Tierras, vol. 339, exp. 2, f. 43v., 44.

48 AGN, Tierras, vol. 339, exp. 2, f. 44v.

49 AGN, Tierras, vol. 1325, exp. 2, f. 1.

50 Para una interpretación global de los acontecimientos de 1680 en Nuevo México, y una síntesis de lo que se ha escrito al respecto véase Weber 2000, 181-216; también Gerhard 1996, 389-402.

51 El conflicto se describe en AGN, Californias, vol. 38, exp. 3, "Autos sobre las diligencias, y socorros de las misiones y fronteras de la custodia del Río Verde", f. 95-177, años 1680-1682. También Stresser-Pean 2000, 501.

52 Weber 2000, 203, 204.

53 AGN, Californias, vol. 38, exp. 3, "Autos sobre las diligencias, y socorros de las misiones y fronteras de la custodia del Río Verde", f. 106v, año 1682.

54 AGN, Californias, vol. 38, exp. 3, "Autos sobre las diligencias, y socorros de las misiones y fronteras de la custodia del Río Verde", f. 100v. Año 1682.

55 Velázquez, 1987, vol. 3, pp. 255-257.

56 AGN, Tierras, vol. 1325, exp. 2, f. 1.

57 AGN, Tierras, vol. 339, exp. 2, f. 43v.

58 AGN, Tierras, vol. 33 9, exp. 2, f. 12.

59 Herrera 1999, 28.

60 Solano 1988, 529, 530. Se señalaron 600 familias pames congregadas, pero el número parece muy exagerado. Un reporte de los capitanes a guerra señaló unas 150 familias de pames en la misión, más unos 40 indios tributarios, en 1748, AGN, Tierras, vol. 2790, exp. 12, f. 3, 3v.

61 Solano 1988, 519, 520.

62 Solano 1988, 528, 529.

63 AGN, Historia, vol. 30, exp. 1, "Noticias de las misiones de Tampico, sacadas de papeles originales existentes en el archivo del Convento grande de Nuestro padre San Francisco de México". También en Velázquez, vol. 4, 1987, 265-289.

64 AGN, Historia, vol. 30, exp. 1, "Noticias de las misiones de Tampico, sacadas de papeles originales existentes en el archivo del Convento grande de Nuestro padre San Francisco de México".

65 AGN, Historia, vol. 30, exp. 1, "Noticias de las misiones de Tampico, sacadas de papeles originales existentes en el archivo del Convento grande de Nuestro padre San Francisco de México", f. 22v.

66 AGN, Historia, vol. 30, exp. 1, "Noticias de las misiones de Tampico, sacadas de papeles originales existentes en el archivo del Convento grande de Nuestro padre San Francisco de México", f. 23, 23v.

67 Véase Osante 1997.

68 Los datos de Valle del Maíz y Palmillas divergen (Velázquez, vol. 4, 1987, 316-319).

69 Un reporte de 1778 señaló algunas razones de los cambios (Paredes 2005, 78, 79).

70 La descripción se publicó en Paredes 2005, 79.

71 Para el año 1695 véase AGN, Historia, vol. 30, exp. 3, "Testimonio y razón del estado en que hoy se halla la custodia de Santa Catarina Virgen y Martir del Rioverde, sujeta a esta santa provincia de los santos apóstoles San pedro y San Pablo de Michoacán, por el padre fray Pablo Sarmiento, ministro provincial". Para 1758 véase el exp. 1, "Noticias de las misiones de Tampico, sacadas de papeles originales existentes en el archivo del Convento grande de Nuestro padre San Francisco de México", f. 23, 23v.

72 Por lo menos esa era la versión que daban los frailes y los tenientes de justicia.

73 AGN, Civil, vol. 247, exp. 1, "Don Ramón Fernández de Acuña pide testimonio de una Real Ejecutoria referente a los bienes de don Manuel Fernández de Acuña, difunto. México", f. 52.

74 Herrera 1999, 76. El ahorcamiento entre los pames parece haber sido una respuesta (¿cultural?) extrema ante la opresión.

75 BNFF, 1011, n. 2, c. 69. El comentario de fray Cayetano de Otero es de 1762.

76 BNFF, 1011 , n. 2, c. 69.

77 Tal función económica era el único valor de los pames a ojos José de Escandón y sus hombres. Por otro lado, algunos frailes tampoco disimulaban su desprecio por los indios. Fray Antonio de la Concepción, de La Palma, dijo en 1762 que los pames eran "una gente muy indómita y muy apartada de lo que es racionalidad, según la experiencia que de ella tengo", BNFF, 40 /1015.

78 AHSLP, Intendencia, legajo 1792-1795, exp. 19, "Provincia de San Luis Potosí. Misiones de la jurisdicción de Rioverde", f. 7. En Gamotes sembraban caña de Castilla, añil, y árboles frutales, productos con valor comercial cuyas ganancias apenas alcanzaban para cubrir las necesidades más inmediatas; también los indios de Pinihuan salían a trabajar a las haciendas alrededor.

79 El asunto se describe en Velázquez 1974, 14-26.

80 Véase Herrera 1999, 74-97.

81 AGN, Historia, vol. 30, exp. 9, año 1758.

82 AGN, Historia, vol. 30, exp. 10, año 1771.

83 Mazín 1986, 219.

84 Mazín 1986, 220-224.

85 Son cuatro documentos divididos en dos expedientes. AHSLP, Intendencia, Leg. 17921795, exp. 19, "Provincia de San Luis Potosí. Misiones de la jurisdicción de Rioverde", f. 5-7v. "Provincia de San Luis Potosí. Misiones de Villa de Valles", f. 9 - 10v. Y AHSLP, Intendencia, Leg. 1796-1799.1, exp. 7, "Provincia de San Luis Potosí. Misiones de la jurisdicción de Rioverde", f. 2-4, "Provincia de San Luis Potosí. Misiones de Villa de Valles", f. 5-6.

86 Para las cofradías véase Lavrín 1986.

87 Beneficios para quienes pertenecían a la cofradía. Lavrín 1986, 243.

88 Sobre Rioverde el virrey Revilla Gigedo 1966, 96-99, comentó: "sucediendo lo mismo con poca diferencia en las misiones de Santa Catalina Mártir de Rioverde", en donde "Los territorios en general producen buenas cosechas de maíz, frijol y toda clase de semillas, menos el trigo: hay también plantíos de caña dulce; se coge algodón, chile, y podría ser muy abundante la cría de ganados mayores y menores".

 

Información sobre al autor

José Alfredo Rangel Silva. Doctor en Historia por el CEH, de FJ Colegio de México. Investigador en el Programa de Historia de FJ Colegio de San Luis A. C. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Publicaciones relevantes: "Lo que antes era casa de Dios... Adaptaciones del liberalismo en los ámbitos locales, 1820-1825", en Historia Mexicana, vol. LIII, núm. 1, julio-septiembre de 2003. "Linaje y fortuna en una zona de frontera. Felipe Barragán y su familia, 1713-1810", en Estudios de historia novohispana, vol. 37, julio-diciembre 2007. "Milicias en el oriente de San Luis Potosí, 1793-1813", en Manuel Chust y Juan Marchena (eds.), Las armas de la Nación. Independencia y ciudadanía en Hispanoamérica (1750-1850), Madrid, Iberoamericana Vervuert, 2007. Capitanes a guerra, linajes de frontera. Ascenso y consolidación de las élites en el oriente de San Luis, 1617-1823, México, El Colegio de México, 2008.

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