La presente obra nace en el marco de la cátedra Marcel Bataillon del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. El objetivo de esta cátedra es difundir aportaciones historiográficas o líneas emergentes de investigación llevadas a cabo por especialistas nacionales y extranjeros. En este marco, el libro que aquí se presenta consta de tres fascinantes conferencias dictadas por la profesora Marie-Eve Thérenty adscrita a la Universidad Paul Valéry, Montpellier 3. La académica Thérenty se especializa en la historia de la prensa y la literatura francesa del siglo XIX desde la historia cultural y con un marcado interés en la historia de las mujeres, particularmente, el lugar que ocuparon en la prensa como escritoras.
La obra consta de una presentación sintética realizada por Laura Suárez de la Torre (Profesora Investigadora del Instituto Mora), quien nos presenta académicamente a la autora y nos introduce a las tres conferencias que conforman el libro. Seguidamente, aparecen tres capítulos -secuencialmente- donde Marie-Eve Therenty desarrolla extensamente sus investigaciones impregnadas de datos hemerográficos, discusiones con otros especialistas, pero sobre todo, nos presenta aportes, críticas, hipótesis y un sutil reclamo a los historiadores de la prensa por el olvido y silencio en torno a las mujeres reporteras. El libro cierra con dos índices (onomástico y geográfico) y una semblanza curricular de Marie-Eve Thérenty, destacando sus obras relevantes para futuros lectores. El libro consta de 89 páginas, aunque breve, la riqueza contenida en las conferencias que a continuación se describen, hacen que este libro se vuelva fundamental para los campos intelectuales que la autora hábilmente entrelaza: la historia de la prensa, la literatura y la historia de las mujeres.
La primera conferencia titulada “Mujeres de prensa, mujeres de letras (1836-2010)”, tiene como antecedente un libro que la autora está escribiendo y que versa sobre las mujeres periodistas de 1836 hasta 1944. En esta parte del libro, la autora enfatiza en las razones historiográficas que hicieron posible un tipo particular de periodismo hecho por mujeres. Thérenty parte de una hipótesis que podemos dividir en dos; por un lado, señala la capacidad creativa de este tipo de periodismo por las limitaciones que las mujeres tenían en cuanto al género; por otro, lanza una acertada crítica a la historia de la prensa francesa del siglo XX por su poco interés en el género, por tal motivo la presencia de la mujer ha sido poco valorada en el periodismo francés.
Para los lectores futuros e interesados en el fenómeno de la prensa escrita, la autora define este tipo particular de escritura como “un testimonio, la restitución de una cierta relación con la realidad; es, además, una actividad económica, remunerada, que se ejerce en estructuras empresariales; es, finalmente, un trabajo que se practica en el marco de una colectividad y de redes que se manifiestan por la pluralidad de las plumas en cada número de periódico” (pp. 11-12). A partir de esta definición, la autora considera que el periodismo de mujeres tuvo ciertas especificidades que, sin caer en esencialismos, dan cuenta del marco social en el que fueron educadas en el siglo XIX: su proceso de socialización era transmitido por instituciones sólidas como la familia, la Iglesia, la escuela; a la par, en el terreno político, especificamente en el Código Civil de 1804, eran consideradas menores de edad, por lo tanto, ocupaban una posición subalterna en la sociedad, en palabras de la autora.
Si bien entre 1848 y 1940, muchas de estas restricciones comienzaron a desaparecer, el principal obstáculo al que se vieron enfrentadas las periodistas es que hasta 1944 no tenían derecho a votar ni ser votadas, razón que las distanciaba de la esfera pública, principal espacio del que daban cuenta los periódicos. Sin embargo, ante estas limitaciones las mujeres encontraron formas creativas de hacer periodismo, “es decir prácticas, posturas, estilos diversos pero relacionados todos, me parece, con una conciencia de las trabas políticas, económicas y sociales” (p. 12). Partiendo de dos periodistas francesas actuales Marguerite Duras (1914-1996) y Florence Aubenos (1961-), la autora da cuenta de la continuidad, aunque con variantes, de este tipo de escritura periodística realizada por mujeres desde el siglo XIX.
La primera, Duras, publicó en 1985 el “caso Grégory” bajo el título Sublime, forcément sublime Christine V. (Sublime, forzosamente sublime, Christine V.). El “caso Grégory” está relacionado con la muerte de un niño de 4 años que fue encontrado ahogado en un río, con los pies y manos amarrados; el proceso judicial se vuelca sobre la madre, quien es encarcelada durante 12 días. Más allá de los detalles del suceso, lo que la autora trae a cuenta es el particular texto de Duras, quien, sin titubeos, “confirma el infanticidio y disculpa a la madre, presunta asesina, en el nombre de todas las mujeres” (p. 14).
Lo que destaca del análisis del texto periodístico es la forma poco objetiva, o más bien paradójica, de relatar un suceso que se entrelaza con imaginación. Thérenty asegura que la escritura de este hecho se inscribe en una larga tradición de escritura periodística francesa desde los inicios del siglo XX y hasta la Segunda Guerra Mundial que conjuntaba periodismo con literatura. Duras muestra un dominio en el texto escrito que entrelaza ficcionalización y subjetivación. El “escándalo” que suscita el texto, radica en dos concepciones opuestas en el periodismo francés posterior a la Segunda Guerra Mundial; una, el periodismo que busca la objetividad; la otra, un periodismo literario cuya escritura es completamente subjetiva.
La segunda periodista citada es Florence Aubenas, quien publica un libro Le quai de Ouistreham (El muelle de Oustreham) en 2010, que se sumerge en un ambiente de desempleados, trabajadoras domésticas y personas en condiciones precarias de vida. El libro relata los sinsabores que ella pasó al tener pequeños contratos hasta su culminación con un contrato de tiempo indeterminado, la reportera hace visible la pobreza en la sociedad actual, particularmente de las mujeres. El libro recibió elogios, pero también la crítica por cuestionar éticamente el experimento, ya que utilizó una profesión diferente a la suya.
A decir de la autora, este libro evidenció en todo su esplendor lo que algunos especialistas han llamado periodismo literario, fusiona ficcionalización y subjetivación. Estos dos casos que relata la autora permiten centrarse en el tipo particular de escritura de las mujeres periodistas. Con este enunciado sostiene que las mujeres han practicado diversas formas de escritura debido al poco espacio que tenían en el periodismo. Paulatinamente las mujeres fueron creando estrategias para hacerse de un lugar en el periodismo; las primeras en la escena (primera mitad del siglo XX) son cronistas y su escritura va aparejada de lo permitido para las mujeres (conversación, ficcionalización, carta, intimidad).
Posterior a 1918 aparecerán más mujeres periodistas, pero en la esfera pública son cuestionadas por ser consideradas mujeres livianas. Debutaron inicialmente con el cuento y, poco a poco fueron ganando terreno en todas las secciones. Al final de los años veinte emergen mujeres que hacen visible el género y su ejercicio profesional, aunque a decir de Marie-Eve Thérenty, esta crítica presenta una delgada línea: no se puede distinguir con claridad qué pertenecía a sus constreñimientos de género y qué a su tipo de periodismo, más vinculado a la empatía y a generar sensibilidad en la opinión pública.
La segunda conferencia, “Periodistas escandalosas de los años treinta. Pequeña reflexión sobre la historia de la prensa en el siglo XX”, muestra varias periodistas que causaron controversia “escándalo” por los reportajes que publicaron y por las prácticas a las que recurrieron para obtener información, el periodo que analiza data de 1928 a 1936, aproximadamente. Las figuras más sobresalientes que destaca, en esta parte de la obra, son Marise Querlin, Maryse Choisy y Odette Pannetier. Si bien puede resultar anecdótico el tipo de reportajes que escribian, la autora desea resaltar tres puntos: a) la importancia del reportaje de inmersión; b) la historia de estas mujeres periodistas; c) la escritura de la prensa en los treinta del siglo XX.
Expone -a grandes rasgos- 1os reportajes de Querlin, Les ventres maudits (Los vientres malditos), que tratan sobre las mujeres que tienen hijos ilegítimos, madres solteras. Aquí la reportera se hace pasar por enfermera para obtener información. El segundo caso, el de Choisy, Un mois chez les filles (Un mes entre las chicas), versa sobre una casa de citas. La reportera para su investigación multiplica las identidades, así pasa de recamarera a prostituta. Choisy, según la autora, inventa un tipo de exposición del cuerpo de la reportera: pasa de ser seducida a violentada. Ambas periodistas continúan con su producción periodística entre el éxito y la crítica. Lo anterior posibilita que este tipo de reportaje de inmersión continúe realizándose tanto por hombres como por mujeres; como Odette Pannetier, quien nombró sus propios reportajes como “bromas”.
Todos estos escritos fueron clasificados bajo la etiqueta de “reportajes novelados o novelas-reportajes, novelas vividas o reportajes fantasiosos” (p. 40). No obstante, éstos permiten profundizar aún más en la historia de la prensa francesa. Es así que el reportaje de inmersión tiene su origen en Inglaterra en la década de 1860 y que se propagó en las siguientes dos décadas por Estados Unidos y Francia, cuyo objetivo era penetrar en los sombríos lugares de la sociedad, sus márgenes y, al ser publicados, podían generar cambios sociales, principalmente políticos. La participación de las mujeres en este tipo de periodismo permite confirmar, una vez más, la posición subalterna en la que estaban ubicadas las mujeres.
En la Francia de los años veinte y treinta, despunta una segunda ola de este tipo de reportajes, aún más sensacionalistas, y continuará incluso después de la Segunda Guerra Mundial. Así, las mujeres, por medio del escándalo, logran hacerse de legitimidad en el periodismo; sin romper totalmente con la exclusión de género, lograron penetrar en la prensa a través de reportajes de inmersión y empatía. Finalmente, respecto a la escritura, la autora señala que estas mujeres engranaron perfectamente en el modelo sensacionalista, cuya lógica no era tanto la búsqueda de la verdad, sino más bien su impacto mediático.
La tercera y última conferencia, “Ese México desconocido. A propósito de un reportaje filmado y novelado, Indiens, nos frères (1931)”, se sitúa en un nuevo modelo de reportero: el gran reportero, cuyo objetivo es la excepcionalidad o destacar algún acontecimiento dramático; además, los sucesos que relata acontecen en territorios distantes geográfica y socialmente. En este periodo de entreguerras, México destaca por ser “representado como una tierra de contradicciones y extremos” (p. 55), a la par que interesa por su pasado y herencia indígena. México resalta por su paisaje tropical y por los riesgos que implica para los reporteros, como la revolución y las culturas indígenas. El reportaje filmado de Titaÿna (Elisabeth Sauvy) es el que destaca en esta década y será titulado Indiens, nos fières, ella se covertirá en el símbolo femenino de la gran reportera, siendo su reportaje sobre México su mejor logro.
Esta reportera, a decir de la autora, logra mezclar la etnografía, el documental y el reportaje. Previo al viaje, Titaÿa realiza una publicidad escrita sobre su viaje en donde exalta los peligros a los que se verá expuesta y lo legendario y mítico del país. Además del documental, redacta un reportaje donde detalla “episodios agotadores” en su travesía por México, su objetivo, seguir publicitando el film. El trabajo de Titaÿna es una muestra del tránsito del periodismo escrito a lo audiovisual. En el film, ella plasmó un guion sobre la vida indígena, más que su cotidianidad, es decir, tal y como se vio en las otras periodistas, la subjetivación y ficcionalización estuvieron presentes; esta peculiaridad permite que Titaÿna ocupe un lugar en el periodismo, pero su reportaje es excluido de la etnología por falta de objetividad.
A través de estas tres conferencias el lector se adentrará en la historia del periodismo escrito por mujeres, sus características y sus limitaciones. De igual forma, esta obra, tal y como se señaló al inicio, hace que el interesado por este particular campo de estudio se haga preguntas sobre el papel cultural del periodismo y las periodistas a través de la historia y en la actualidad. En pleno siglo XXI, el periodismo escrito por mujeres y hombres sigue siendo un medio para plasmar, interpretar y fantasear sobre de la realidad social, sea en periódicos impresos o en formatos digitales. A mi juicio, esta obra es indispensable para los escritores y lectores de la esfera pública como del ámbito académico.