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Relaciones. Estudios de historia y sociedad

versión On-line ISSN 2448-7554versión impresa ISSN 0185-3929

Relac. Estud. hist. soc. vol.43 no.171 Zamora jul./sep. 2022  Epub 09-Jun-2023

https://doi.org/10.24901/rehs.v43i171.983 

Presentación

Presentación Espacialidades emergentes latinoamericanas en tiempos de contingencia

Nubia Cortés Márquez1 
http://orcid.org/0000-0002-0332-4583

1El Colegio de Michoacán cortesn@colmich.edu.mx


El territorio de los seres humanos es la vida.

La muerte no nos pertenece.

Carlos Ruiz Zafón (2012, p. 60)

Marina

Todo lo que era imparable se ha detenido,

y todo lo que era imposible (…) ya ha sucedido.

Rebecca Solnit (2020, p. 9)

Un paraíso en el infierno

Los tiempos de contingencia o crisis son coyunturas que marcan el inicio de procesos sociales emergentes; algunos globales, como la pandemia por el virus SARS-CoV-2, otros con impactos locales, aunque no menos importantes. La emergencia, escribe Rebecca Solnit (2020, p. 9), nos arroja hacia territorios inexplorados donde debemos tomar decisiones sobre la vida que se presenta.

Lo que surge de estas coyunturas se manifiesta de diversos modos en el espacio, sea en el paisaje, en la lucha y defensa por el territorio, en la búsqueda de un hogar o en las acciones tomadas frente a los cambios físico-geográficos de nuestro entorno. En todos los casos, la geografía -en especial la geografía crítica- nos da herramientas para reflexionar acerca de estas expresiones espaciales que devienen de tiempos adversos.

El número temático “Espacialidades emergentes latinoamericanas en tiempos de contingencia” está orientado a identificar coyunturas históricas de casos concretos, a las acciones tomadas por parte de la población para recordar la existencia de otras contingencias que ocurrían antes de la pandemia y que seguirán aconteciendo; algunas para ser reconocidas como un problema por solucionar o reivindicadas para un bien común.

En esta compilación se presentan siete artículos, todos estudios de caso, en los que el territorio es una categoría espacial que ilustra su importancia como instrumento político, como discurso, base de identidad o razón de lucha. La forma de abordarlo puede ser mediante una etnografía socioespacial o de geoinvestigación; las dos promueven un trabajo ético, comprometido y colaborativo, al demostrar el uso político y social que puede tener un producto cartográfico, o lo fundamental que resulta nuestra propia corporalidad como territorio de contención en tiempos pandémicos.

Marcos Mondardo, autor del primer artículo, retoma el tema de territorio como contención y cuerpo-territorio de Rogério Haesbaert (2014, 2020), para realizar un análisis geográfico de la pandemia desde las reconfiguraciones territoriales, evidenciando la contención de población indígena como estrategia autónoma para evitar la expansión y proliferación del virus SARS-CoV-2. La pandemia demostró que los territorios indígenas son complejos internamente y están relacionados con planeaciones nacionales.

Las nociones de territorio, cuerpo-territorio y desterritorialización promueven el debate intercultural orientado a la defensa del territorio, la existencia de otras formas de vida, así como mantener un diálogo abierto con los pueblos, sus espacios o sus luchas. Uno de los aportes de este texto es el reconocimiento de ontologías nativas de los territorios indígenas, así como su fuerte relación con el control de los cuerpos que limitan su movilidad. Por su parte, el término “r-existencias”, existir para resistir, nos abre un horizonte de reflexión sobre lucha, defensa del territorio y modos de vida contrahegemónicos. Un reto interesante es abordar la espacio-temporalidad de estas r-existencias, articulando tanto cuerpo-territorio-corporalidad como elementos indispensables para la reproducción de la vida social y biológica.

El segundo texto retoma a Henri Lefebvre (2013) y Milton Santos (1990, 2000) como autores clave para abordar el análisis del espacio como un proceso histórico. La división del trabajo es parte central de la vida social y, por ende, de su espacialidad, así como de las formas geográficas que el autor llama heredadas. Otro término importante es el de rugosidad, usado para referirse a la permanencia del pasado, sea en el paisaje y en el espacio construido.1

Espacio y territorio son manifestaciones de relaciones de poder, delimitadas al ensamblar formas de trabajo antepuestas, en las que se desenvuelve otro modo de vida; su expresión territorial está presente en la autogestión comunitaria como organización social. “Espacios autónomos y autogestión comunitaria en la sierra sur de Oaxaca”, escrito por Luis Alfonso Castillo Farjat, ejemplifica cómo las estrategias de la población indígena favorecen la lucha por la defensa de la vida frente a modelos económicos genocidas promovidos por el Estado.

De los territorios autónomos como práctica espacial emergen movimientos sociales, que han creado territorios libres, zonas temporalmente autónomas, resistencias donde las rugosidades −superposición de formas geográficas heredadas− configuran el espacio de una manera particular. Cada configuración espacial es un cúmulo de trabajo invertido en la naturaleza para modificarla, actuando sobre formas de trabajo anteriormente transformadas en un momento determinado. Por ello, el espacio es producto de disputa, mientras que el territorio es una de las manifestaciones de espacialidad en las que se privilegian las relaciones de poder.

Una de las contribuciones destacadas de Castillo Farjat es el diálogo entre Milton Santos, Henri Lefebvre y Rogério Haesbaert, para abordar temas de despojo, memoria geográfica y rugosidades, en contextos capitalistas, donde, al igual que Marcos Mondardo, la resistencia está presente de múltiples formas en lugares concretos. Aprehender las manifestaciones espaciales requiere de un instrumento metodológico como la etnografía socioespacial, centrada en describir la organización de espacios geográficos en un territorio a partir de dinámicas de poder propias de la interacción entre sujetos sociales. La principal fuente son las experiencias colectivas y los conocimientos personales que poseen significados en el espacio geográfico.

La etnografía socioespacial desarrollada por David Solís Aguilar, autor del tercer artículo, es un diálogo de saberes con la población basado en compromisos éticos, comunicación sobre el desarrollo de la investigación y delimitación conjunta de productos tanto académicos como no académicos. En esta propuesta, el paradigma constructivista de las ciencias sociales de Santos (2010, 2018) es central para lograr este intercambio. El texto presenta la historia de ocupación, por parte de varios actores, del territorio maleku, así como su reducción a un área que mantuvo prácticas, experiencias, mundos vividos y gestados por su relación cuerpo-tierra.

Las territorialidades ancestrales e históricas, configuradas a partir de su lucha por la protección de las tierras, pueden plasmarse en productos cartográficos. Los mapas, resultado del trabajo participativo, además de representar la realidad geográfica, también visibilizan representaciones simbólicas y expresan el conocimiento espacial local. Su utilidad puede reivindicar derechos territoriales de los pueblos indígenas, así como evidenciar su pérdida.

David Solís demuestra cómo el registro etnográfico espacial de modos de vida de población indígena puede crear cartografías críticas para diferentes propósitos, sean procesos de defensa, reconocimiento de sitios sagrados, conservación, impulso de procesos legales. Además de los mapas, los títulos de tierra suelen ser una herramienta legal o discursiva de poder político para enfrentar conflictos territoriales, manejo de recursos, derecho a tierras, agua o algún recurso estratégico.

El artículo de Ysmael Venegas Pérez y Pedro S. Urquijo Torres, muestra cómo los títulos primordiales permitieron a los pueblos de indios del siglo XVIII comprobar la legítima propiedad de sus tierras. Los autores retoman a Margarita Menegus (1994) y Paula López Caballero (2003) para señalar que la configuración territorial sobre el origen los linderos de los pueblos está basada en la memoria de la población. Este proceso es autoafirmativo, valora la historia oral de las personas de mayor edad otorgándoles autoridad.

Algunos de los títulos primordiales validados en juzgados novohispanos y posrevolucionarios son evidencia de construcciones narrativas de la propia historia de los naturales; es, además, una forma de apropiación tanto simbólica como material. En términos espaciales, es una estrategia territorial que marca relaciones sociales, ocupación, fronteras, posesión legal y legítima de un grupo étnico concreto (Sack, 1986).

El texto de Venegas y Urquijo pone en discusión el lugar que podemos dar a títulos históricos en acciones legales, construcción de discursos de propiedad simbólica y material, al tiempo que nos obliga a tener una mirada crítica sobre este tipo de evidencia. Algunos documentos contienen información poco confiable, debido a las alteraciones hechas por algunos naturales con el fin de asegurar que los jueces reconocieran sus pruebas. Es interesante cómo un documento plasma tanto la interpretación histórica de apropiación territorial como la construcción discursiva del espacio habitado. El estudio de los títulos primordiales es un acercamiento a las formas de organización social, del uso y transformación del espacio geográfico.

El texto escrito por Jorge Dolores Bautista versa acerca de las comunidades indígenas nahuas que comparten el espacio de la Huasteca hidalguense, concretamente en el municipio Atlapexco, donde la disminución de caudales de ríos dificulta el abastecimiento de agua para consumo humano. El impacto de huracanes y sequías ha alterado las condiciones de abasto de agua potable y producción de alimentos. El enfoque propuesto como alternativa a la búsqueda de soluciones conjuntas en el manejo integral de recursos hídricos de la cuenca es la Investigación Acción Participativa (IAP). La IAP, especialmente el enfoque de la Adaptación Basada en Ecosistemas (ABE), recaba información y realiza mesas de trabajo con diversos actores sociales como campesinos, estudiantes, académicos y funcionarios del gobierno municipal. La generación de conocimiento promueve un compromiso social y ético orientado a reflexionar en problemas comunes, buscando colectivamente estrategias frente al cambio climático para la defensa del territorio. Memoria y prácticas colectivas del territorio son elementos vitales para identificar cambios a lo largo del tiempo, que requieren un trabajo de campo distinto.

Dolores Bautista plantea que la Investigación Acción participativa ofrece herramientas metodológicas para construir conocimiento colaborativo desde los saberes locales con el fin de implementar acciones concretas, como el aseguramiento de recursos hídricos dirigido al bienestar de territorios indígenas. Además, recomienda elaborar tecnologías sociales procedentes del encuentro de saberes para resolver problemas comunes de los habitantes de una localidad concreta.

Yaayé Arellanes-Cancino y Maxime Kieffer, retoman a Henri Lefebvre (2013) y Lariagon (2020) para el estudio del espacio desde tres momentos: 1) prácticas espaciales (el espacio percibido), 2) representaciones del espacio (el espacio concebido) y 3) espacios de representación (el espacio vivido) para analizar el tianguis de Pátzcuaro, Michoacán. Los espacios percibidos son visibles físicamente y se refieren a prácticas cotidianas que dan forma a un modo de vida concreto, mientras que las representaciones del espacio son abstracciones, concepciones dominantes de una época que dan contexto a un lugar concreto. En los espacios vividos los sujetos producen representaciones particulares, por ejemplo: cómo las mujeres intercambian los productos de sus patios, bosques y parcelas del lago de Pátzcuaro.

El tianguis es un espacio atravesado por tensiones sociopolíticas, al tiempo que se practican economías no dominantes, un reflejo también del deterioro ambiental que padece el lago de Pátzcuaro. Los productos ofertados han ido cambiando con el tiempo, la pérdida de conocimientos y prácticas antiguas está presente tanto en la región como en la manera en que se transforma este espacio vivido, en el cual convergen intercambios de productos y enseñanzas de otras formas de vida.

El artículo de Arellanes-Cancino y Kieffer es un estudio de caso abordado desde la perspectiva espacial en la que se expresan prácticas, saberes singulares de lugares que, aunque son reconocidos en términos turísticos o económicos, son también clave para la reproducción de conocimiento, costumbres, prácticas económicas solidarias que son sostenidas por cientos de hogares de localidades cercanas. La presencia de un mercado o un tianguis puede ser efímero pero las relaciones sociales, económicas y culturales que ahí se entrecruzan forman parte de una organización espacial más amplia. Es, además, una oportunidad para entender cómo se conservan y transforman prácticas ancestrales a la par de los cambios climáticos.

El uso de recursos esenciales, como el agua en las metrópolis, es el tema de Maritza A. Velázquez Villalpando. Las metrópolis son complejas, albergan una población significativa, están atravesadas por relaciones sociales y políticas. Se definen como espacios de crecimiento y desarrollo económico, por lo que su análisis geográfico permite reconocer singularidades de cada zona para proponer estrategias locales adecuadas.

La autora identifica en el Bajío mexicano zonas ganadoras y otras con menor desempeño. La Piedad-Pénjamo, Morelia, Zamora, Ocotlán y San Francisco del Rincón, presentan un menor desempeño y, por tanto, un riesgo latente en el manejo sustentable del agua. El consumo de agua y la baja productividad es una alerta no sólo para el sector industrial y la población, sino para todo el territorio en su conjunto.

Las investigaciones cuantitativas del territorio son una base para caracterizarlo, al asumir que los estudios complementarios en otras áreas de conocimiento son clave para comprender la dinámica socioeconómica e identificar zonas de riesgo por el uso deficiente de recursos tan vitales como el agua. Velázquez Villalpando demuestra no sólo la relevancia de datos estadísticos para estudios sobre sustentabilidad del agua en el sector industrial a nivel regional, sino el papel que esto tiene en la habitabilidad de las metrópolis. El estudio de regiones económicas con variables ambientales pretende generar información cuantitativa como insumo para diseñar políticas públicas más integrales.

Cada uno de los artículos que conforman este número temático discute los conceptos de territorio y espacio desde diferentes aristas, mostrando el potencial que tiene cada una de ellas cuando se relacionan variables sociales, económicas y políticas. Invita a seguir discutiendo sobre su plasticidad, al configurarse históricamente de formas diversas, sin límites de frontera establecidos tanto en lo académico como en la cotidianidad. Explorar la existencia de configuraciones distópicas es importante para plantear, como escribe Haesbaert (2021, p. 327), nuevas formas de límites, más allá del político-administrativo, observar el pasado con miras al reconocimiento de posibilidades a futuro de nuestros espacios.

Caracterizar territorio en dimensiones simbólicas y materiales es un inicio para abrir paso a las diferentes expresiones de territorialidad en las que la geografía, como otras disciplinas, se vinculan a fin de comprender la configuración espaciotemporal de procesos sociales de larga data, no sólo en términos políticos sino también simbólicos. Aún hay campo fértil para seguir discutiendo sobre territorio, multi/transterritorialidad, hidroterritorios, cuerpo-territorios, todos atravesados por la acción política.

Otro campo por explorar es la triada territorio-poder-vida, en la que se entrecruzan temas ambientales, política, defensa, resistencia, reconocimiento de modos de vida. Las multiplicidades sociogeográficas expresadas en el tránsito de territorios a múltiples territorialidades, parecen estar marcadas en este momento histórico por la precarización y la segregación (Haesbaert, 2021, pp. 238 y 313). La emergencia de estrategias de quienes habitan territorios y construyen espacios es evidencia de esperanza, de creatividad, de alerta frente a un presente desfavorable. Esperamos que la reflexión de estas expresiones espaciales persista, al igual que la emergencia de otras formas para comprender el mundo en su complejidad.

Bibliografía

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1No es extraño que Milton Santos (1996) relacionara espacio y paisaje con un palimpsesto.

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