Introducción
Enseñar la Literatura y sus relaciones con la Historia, además de proporcionar un estudio a partir de las características que la definen, contribuye también a un acercamiento cognitivo y emotivo con la segunda, del que cada vez estamos más necesitados en nuestra contemporaneidad. Sin embargo, la Literatura requiere de multiplicar su interés a través de la enseñanza, sobre todo en aquella dirección que la concibe como un objeto de conocimiento capaz de propiciar las claves para profundizar sobre el rico y variado entramado mundo social; una urgencia en la educación actual tendiente a formar valores estéticos, humanistas y cívicos.
Las posibilidades ofrecidas por la novelística histórica y/o de fuertes vínculos con la Historia para trabajar las relaciones entre esta y la Literatura son de vital importancia en todos los niveles de enseñanza. Esta, más que ninguna otra tipología novelística, se erige en una fuente especial de saber histórico, susceptible de ser aprovechada para el conocimiento del pasado y del presente y su proyección hacia el futuro, que concierne tanto a los entornos regionales,2 como a los nacionales y universales. De igual manera, contribuye a la formación de una cultura humanística en los y las estudiantes, con la consiguiente prefiguración de valores éticos y estéticos, y lo que es mejor aún, a la creación de valores ideo-políticos.
A pesar de las ventajas que ofrece el estudio de la novela histórica desde su historicidad, dicho género apenas es enseñado por los profesores de Literatura e Historia, algo que afirmamos por comprobaciones prácticas a través de nuestra experiencia docente como profesores-investigadores en dichas áreas, cuyos resultados no son factibles de exponer en este texto.
Desde nuestra comprobación no existen trabajos metodológicos dirigidos a probar la historicidad de un texto de novela histórica, aunque sí otros referidos a los elementos que forman parte sustancial del mismo, tanto en el campo teórico como el de la enseñanza. Cabe mencionar el debate sobre la novela histórica contemporánea en los estudios interdisciplinares entre la Literatura y otras ciencias, así como las singularidades del género, hasta llegar a las distinciones entre el saber histórico y el saber literario, donde el esclarecimiento del concepto de ficción jugó un rol determinante.
Otra de las líneas de investigación que aportó a este trabajo la constituyó la controversia producida en el campo de la Epistemología de la Historia como ciencia, que incluía el nuevo posicionamiento sobre el objeto de la Historia como disciplina, su discurso narrativo, así como el oficio del y la historiadora y otros aspectos. En el campo de la enseñanza, vinculado con los estudios interdisciplinares, aparecieron aportes que analizaban las interacciones entre la Literatura y la Historia.3 Conjuntamente con la asimilación de las contribuciones e investigaciones de las diversas disciplinas involucradas en este estudio, los autores desarrollaron una serie de trabajos tributarios al núcleo teórico que nos ocupa (Marcelo Pérez, 1993, 1997, 2001, 2002, 2005, 2017; Venegas Delgado, 2010; Venegas y Marcelo, 2020a, 2020b, 2021a, 2021b).
La enseñanza de tal tipo de novela se realiza sobre la base de otros aspectos, propios del análisis literario y del histórico o, en el mejor de los casos, estableciendo una relación de la Historia y la Literatura que acusa manquedades o simplificaciones, entre las que, a grandes rasgos, se encuentran:
-Una posición en que la Historia es entendida casi absolutamente en su dimensión social, concepción que influye negativamente en la comprensión y apropiación por las y los estudiantes de todas las variadas expresiones de la historicidad.
-Los vínculos entre Historia y Literatura que consideran tan solo aquella porción histórica que la novela expone y no los concretos contextuales de los que se nutre, desaprovechando un análisis interdisciplinar fecundo entre ambas disciplinas.
-La absolutización del estudio de los contextos históricos de la novela, sin explotar la forma en que los mismos se vinculan con aquellas partes de filiación más ficcional de esta, impidiéndose así de este modo una enseñanza sobre el principio de la polaridad integrada.4
-El análisis de la historicidad de la obra, centrado tan solo en los aspectos del contenido y no a la manera que este entra en el texto, trátese de omisiones de situaciones y tiempo histórico, fragmentaciones y/o adulteraciones de los relatos históricos, ironías y parodias, entre otros.
Todos estos problemas, que pueden agruparse en un denominador común caracterizado por la carencia de estudios dirigidos hacia una enseñanza verdaderamente integradora de la Literatura y la Historia, conducen a la interrogante de cómo resolver en la enseñanza de la novelística histórica la simplificación con que se asumen las relaciones entre ambas disciplinas. Surge así el objetivo de elaborar una propuesta metodológica cuyos fundamentos teórico-metodológicos estén dirigidos a erradicar -o siquiera disminuir- los problemas que afectan la enseñanza de las relaciones de la Literatura y la Historia, tomando como base a la novela histórica.
Desarrollo
Nuestra experiencia docente, sustentada sobre la investigación científico-pedagógica, nos condujo a la propuesta de creación e implementación de una metodología para estudiar la novela histórica y/o de fuertes vínculos con la Historia desde su historicidad, la que por sus características puede ser aplicada a otros géneros narrativos que potencien los contenidos históricos. Se trata de una orientación didáctica que contribuya a descubrir y valorar este tipo de contenidos en los textos literarios, sin renunciar al estudio y aplicación de los variados métodos de análisis literarios.
Esta propuesta metodológica, en su propósito, se erige como guía orientadora para ser implementada tanto por los docentes de Historia como por los de Literatura pues, como sabemos, el aspecto metodológico del conocimiento está considerado como las normas y parámetros para la acción indagadora y/o transformadora de la realidad en beneficio del ser humano y/o como instrumento para el conocimiento científico y la transformación práctica del mundo (Bermúdez Sarguera y Rodríguez Rebustillo, 1999, p.14).
Como puede derivarse de la anterior concepción de lo metodológico, esta establece los mecanismos instrumentales conducentes a la esencia del conocimiento de los fenómenos, aunque puede tener un carácter más particular y específico, y en este caso sirve de guía para abordar el proceso de sistematización de dicho conocimiento. La metodología que implementamos para el estudio de la historicidad en la novelística histórica se basa en un conjunto de categorías, conceptos teóricos y preceptos en que la misma se apoya. Por razones de naturaleza puramente metodológica comenzaremos a exponer en primer lugar los preceptos fundamentales de la misma.
De sus preceptos fundamentales
La metodología que aplicamos se sustenta en los siguientes preceptos: interdisciplinariedad, enfoque cultural, motivación, enfoque sistémico y flexibilidad, que se presentan brevemente a continuación.
Interdisciplinariedad
Consiste en la colaboración de dos o más disciplinas o ciencias, pero vista a la luz de sus singulares aportes, es todo un proceso creativo, rico y multifacético, que permite no sólo interrelacionar sus diversos componentes, sino también poder ir a la esencia de lo que el novelista busca destacar, de forma creadora, respetando esos lindes entre las diversas disciplinas de que se trate.5
Teófilo Rodríguez Neira considera a la interdisciplinariedad como una necesidad -entendiendo a esta última desde el punto de vista categorial filosófico-, en el contexto del universo informático que, ya para entonces, crecía a pasos agigantados a fines del siglo pasado (Rodríguez, 1997, pp. 10 y 18), planteamiento que se ha corroborado, y muy ampliamente, un cuarto de siglo después, hasta el día de hoy. Vista desde su función práctica, la interdisciplinariedad es una necesidad de la enseñanza actual (y de todas las ciencias y disciplinas en general) que busca la superación cualitativa de viejos y tradicionales paradigmas a través de otros basados en enfoques globales: multidisciplinarios, transdisciplinarios o interdisciplinarios.
En cuanto a la pedagogía se refiere, es la enseñanza creadora que aborda y trasmite al mismo tiempo contenidos y disciplinas diversas, en pos del desarrollo de un pensamiento creativo en los alumnos. La postura inter e intradisciplinar es uno de los principios sustentadores de esta metodología que aprovecha las potencialidades de la novela histórica para la enseñanza del devenir de los seres humanos, a través precisamente de la creación literaria.
Cada componente del sistema que integra la metodología enfatiza este vínculo. Referentes histórico-literarios, concepción de la Historia, historicidad-ficción, temporalidad-historicidad, e historicidad y trascendencia, son categorías duales que, aunque tomadas del análisis literario, expresan el aludido nexo inter e intradisciplinario. La enseñanza interdisciplinar se produce, además, a través de los procedimientos implicados en la metodología que nos ocupa en este trabajo. Por ejemplo, cuando las y los alumnos -para el análisis de la ficción-historicidad- proceden a verificar los referentes históricos del texto literario en otros escritos, sobre todo historiográficos, con la finalidad de apreciar y evaluar los elementos creativos de la obra, enfatizar el carácter interdisciplinar de la metodología analizada y propiciar una relación intertextual.
El carácter intertextual de todo discurso, es decir, como proceso de significación que se fundamenta en la comunicación entre diferentes discursos, es aprovechado también para el objetivo interdisciplinar de la metodología. La novela histórica asentada en una apoyatura documental o de otras fuentes, preferentemente historiográficas, facilita la enseñanza interdisciplinar a través de la intertextualidad. En la búsqueda de las relaciones intertextuales por medio de tal verificación, el y la estudiante son conducidos por una dirección investigativa, gnoseológica, de la Historia que le permite una mejor comprensión de esta y del texto literario al propio tiempo.
La metodología para la enseñanza de la novelística histórica se basa esencialmente en las relaciones de la Literatura y la Historia que se producen en el texto literario, sin desconocer que dicho género novelístico también propicia otros acercamientos. La historicidad contenida en esta tipología genérica es aprovechada convenientemente para orientar a los y las estudiantes por una enseñanza-aprendizaje interdisciplinar que implica a su vez el conocimiento de ambas disciplinas y de sus múltiples, variadas y ricas interrelaciones fecundas.
Con esta metodología las y los estudiantes de Literatura aprenderán a analizar un texto literario desde sus aportaciones históricas, para poder comprenderlo en todo su significado, a la vez que los y las futuras historiadoras, descubrirán las formas en que la Literatura -desde su creación- se apropia de los contenidos y realidades históricas.
Enfoque cultural
La metodología se basa, además, en un enfoque cultural de la enseñanza, en el que la Historia juega un rol primordial. Conocer, indagar y reflexionar en torno a esta disciplina a través de la novelística histórica supone también orientar el conocimiento por el camino de la memoria, del pasado, de los antecedentes y desarrollo de determinados procesos históricos que la Literatura asume. Así se introduce a los y las estudiantes en una situación cognitiva que los relaciona con otros tiempos, otros mundos, otras culturas.
Ahora bien, la novela histórica no sólo conduce al alumno y alumna por otras realidades históricas, sino con formas concretas de la vida espiritual y conciencia social de los pueblos de los que el género da muestras en abundancia. Así, esta novela contribuye, además, a la enseñanza de la arquitectura, pintura, filosofía, moral, religión y otras series de la cultura de una forma vívida, factible de ser aprovechada para el propósito interdisciplinar deseado, y para coadyuvar a la formación humanista de las y los educandos.
Motivación
La metodología de este trabajo se ocupa también de la búsqueda de nuevas motivaciones e incentivos por la Historia en las y los educandos; la Literatura de ficción, y especialmente la novela histórica, es una vía muy eficaz para introducirles por el conocimiento y valores de dicha disciplina. Por su parte, valiosos fueron los aportes de los teóricos del marxismo-leninismo acerca del rol del arte y la Literatura para la insustituible comprensión de la sociedad, superando en muchas ocasiones a otras formas de conocimiento. Según sus opiniones, aprendieron más de la sociedad gracias a estas disciplinas humanísticas que a los textos dedicados al estudio de la historia y la economía, como lo fueron los criterios vertidos tanto por Carlos Marx y Federico Engels (1959 [1932]), como por José Carlos Mariátegui (2007 [1928]), Adolfo Sánchez Vázquez (1979 [1965]) y otros tantos.
Tal unión umbilical, expuesta por el historiador de la economía capitalista actual Thomas Piketty, en su obra El capital en el siglo XXI (2015), relativa a algunas imprescindibles novelas y obras literarias europeas para entender el mundo del capitalismo emergente del siglo XIX, se expone en las novelas Germinal, Oliver Twist o los Miserables (Piketty, 2015 [2013], p. 21). Estas obras raigales nacieron como exponentes prístinos de las realidades sociales y económicas de su época.
Sin embargo, este saber enriquecido del que hablaron los ideólogos del marxismo, y otros más, y que los teóricos literarios reconocen también como uno de los atributos de la obra literaria, tiene la cualidad de ser asumido por el lector y el estudiante de forma activa y placentera, en tanto la lectura literaria -si se sabe orientar adecuadamente- proporciona un gusto y placer estéticos de alta dimensión. La experiencia docente demuestra que, si lo útil se aúna a lo bello y lo placentero se alcanzan objetivos educativos superiores, y esto es lo que se busca con la novelística histórica: crear nuevas motivaciones tanto por la Literatura como por la Historia. La enseñanza de esta última a través de la Literatura es una alternativa metodológica más en la comprensión y conocimiento del pasado, que deberá ser utilizada por los profesores que tienen a su cargo la formación integral de sus educandos.
Enfoque sistémico
La metodología no es un agregado de aspectos seleccionados de forma arbitraria o de escasos vínculos entre sí, sino un conjunto de elementos organizados en sistema. Sabemos que un objeto de estudio se organiza como sistema cuando sus componentes están seleccionados, se distinguen unos de otros y se relacionan entre ellos; estas peculiaridades se observan en la metodología propuesta.
Los componentes de la metodología se seleccionaron en función de su objetivo, la enseñanza de la historicidad en el texto, razón por la cual, aun basándose en categorías del análisis literario, todos están dirigidos hacia la historicidad. Referentes histórico-literarios, concepción de la Historia, historicidad-ficción, temporalidad-historicidad e historicidad-trascendencia, son partes constitutivas del sistema objeto de estudio que hacen referencia al vínculo de la Literatura e Historia en la novelística. Aunque estos componentes se integran dentro del sistema para que este opere adecuadamente y se propicie una enseñanza integral de la historicidad en la novelística, entre los mismos hay distinciones expresadas por las diferencias existentes entre los de carácter obligatorios y los opcionales.
Son obligatorios los referentes histórico-literarios, concepción de la Historia, historicidad-ficción e historicidad-trascendencia porque con todos se garantiza la enseñanza de la historicidad en el plano temático (referentes histórico-literarios), en el ideológico (concepción de la Historia), en el estilístico (historicidad-ficción), así como en su dimensión axiológica, es decir, como vehículo para desentrañar y examinar las realidades presentes (historicidad-trascendencia). Como elemento opcional está la temporalidad-historicidad porque su enseñanza puede quedar incluida en los referentes histórico-literarios.
Los componentes del sistema se relacionan en la medida que todos se dirigen a probar y enseñar la historicidad del texto, en el contenido temático-ideológico (referentes histórico-literarios y concepción de la Historia), en los personajes, en el discurso narrativo, en la composición (concepción de la Historia), en el análisis del tiempo (en la vinculación temporalidad-historicidad), y en otros acercamientos gnoseológicos y literarios (historicidad-ficción e historicidad-trascendencia).
La estructura de los componentes en la metodología obedece a una configuración que garantiza el aprendizaje gradual de la historicidad en la novela histórica, desde la perspectiva temático-ideológica hasta la formal (discursiva, composicional, personajes), incluyendo la axiológica y estética con el análisis de la historicidad y trascendencia.
Aunque el análisis literario de una obra puede iniciarse por cualquier plano o elemento -siempre y cuando incluya la integración del contenido y la forma-, la metodología propone el referencial (el del contenido) como el más propicio para pasar de lo más simple a lo complejo en la enseñanza de la historicidad. Una vez que la o el estudiante se haya apropiado de este, puede operar con el análisis de la novela histórica a través de otros componentes, incluso escoger uno e incluir los restantes dentro del mismo.
El enfoque sistémico de la metodología está dado, además, por la unión orgánica de sus componentes, los que escoge para su instrumentación. Su objetivo, la enseñanza de la historicidad literaria en la novelística histórica, se alcanza con una adecuada selección del contenido y de los métodos de enseñanza-aprendizaje, los cuales se exponen en este trabajo.
Flexibilidad
Se suele pensar, y algunas veces con cierta razón, que una metodología se asocia a un cuerpo estático basado en procesos algorítmicos cerrados a la creación individual del sujeto, pero esto no es lo que sucede con la que aquí se propone. Se trata, por el contrario, de un sistema abierto al desarrollo individual del o de la que la recibe, aunque no debe dejarse de lado la secuencia propuesta para garantizar la asimilación gradual de sus contenidos, desde los más elementales hasta los más ricos y complejos.
De sus conceptos y categorías
La metodología que se orienta con el objetivo de la enseñanza de la historicidad en la novelística histórica la componen cinco aspectos (referentes histórico-literarios, concepción de la Historia, historicidad-ficción, temporalidad-historicidad e historicidad-trascendencia), propios del sistema categorial del análisis literario (Marcelo, 1993, 1997, 2001, 2002, 2005, 2017; Venegas, 2010; Venegas y Marcelo, 2020a, 2020b, 2021a, 2021b). La selección de dichos aspectos, sus relaciones duales y organización dentro del sistema se fundamentan en las partes integrantes y determinantes de la novelística histórica. Es decir, el dominio teórico de esta como género narrativo fue el punto de partida de la elaboración de la metodología, aunque ajustada a una necesidad pedagógica cuyo objetivo era propiciar la enseñanza de la historicidad en esta tipología genérica.
El cuerpo categorial antes referido, se apoya a su vez en el esclarecimiento y actualización de ciertos conceptos teóricos de las Ciencias Literarias y de la Historiografía, cuyo manejo equivocado ha tergiversado y provocado malentendidos en el tratamiento de la enseñanza de la historicidad en la novelística histórica. Entre estos se hallan la función cognitiva de la Literatura, referencialidad literaria, Literatura y realidad, ficción e historicidad, como podrá observarse a continuación. El y la docente abordarán estas explicaciones al unísono de la instrumentación práctica de la metodología propuesta, documentando a las y los alumnos sobre tales conceptos y haciéndolos dialogar con las fuentes teóricas que los contienen.
Función cognitiva de la Literatura
La entendemos como una forma especial de conocimiento: creador, metafórico. Aleksandar Flaker considera dos funciones en la Literatura, la estética poética y metatextual, y otra social, en sus acercamientos gnoseológicos, axiológicos, expresivos y lúdicos. Confirmando así la cualidad cognitiva, factible de ser aprovechada en su enseñanza para el conocimiento de la vida, la sociedad, la cultura, la Historia y toda actividad y saber humanos (Flaker, 1985 [1976], pp. 1-12).
Conocer el exacto sentido del valor cognitivo de la Literatura posibilita la indagación y demostración de los elementos históricos en esta: con adiciones, anacronismos y toda clase de subterfugios, propios de la actividad creativa, lo cual no anula la posibilidad de conocer en esta suerte de “mentiras”, verdades de raigales trascendencias.
De los nexos de la Literatura y la realidad. Referente literario y ficción
Otro de los conceptos apoyo de la metodología utilizada aprovecha las complejas relaciones de la Literatura y la realidad. Un claro conocimiento de dichos nexos exige reconocer que no se trata de una realidad ontológica sino de una subjetiva, creadora y ficcional que el productor y/o escritor pone a nuestra disposición en el texto. No es una simple y burda copia de la realidad, ya que entre esta y la Literatura existe una diferencia que procede del proceso creador (artístico) e ideologizado, lo que hace que el referente literario sea una concepción particular y subjetiva del entorno social.
Siegfried J. Schmidt, al aludir al referente literario como un sistema de mundos que el escritor pone a disposición del lector activo en su propuesta comunicativa, nos plantea que el creador no reproduce la cosa en sí, aunque ciertas partes del texto puedan describir hechos, estados de cosas y personas reales. A esto le denomina mundo fictivo (Schmidt, 1987, p. 204).
El mundo histórico referencial de la obra literaria se apoya en el de ficción, tan mal entendida incluso por profesores y profesoras de Literatura, sobre todo los de nivel medio. Toda la creación literaria es una ficción, la que asume la realidad creadoramente, devolviéndonos un producto artístico regido, más que por la verdad empírica, por la verosimilitud. Esto no supone que lo que nos da la obra literaria sea mentira, sino que es la verdad de las mentiras, como algunos han constatado para ilustrar la cualidad de la ficción y su relación con la verdad. Como lo plantea José Saer, consideramos que dicha verdad no se vincula con lo verificable, práctica que implica “una reducción abusiva y un empobrecimiento” (Saer, 2004 [1997], p. 11), pero no por ello deja de aprehender las realidades humanas y sociales de una manera tan convincente que en ocasiones rivaliza o supera el discurso narrativo de la Historia; que a su vez ha sido considerado en sus cercanías con la Literatura, de lo que dan fe muchos teóricos de la Historia.
Historicidad
Una incompleta o errónea concepción sobre la Historia impacta negativamente sobre su enseñanza en la novelística histórica. En consecuencia, la metodología parte también de la necesidad de esclarecimiento de la historicidad.
La historicidad es la pervivencia de lo histórico, y la Historia es el conjunto de actos humanos realizados en el tiempo, cuyo enlace y sucesión constituye el devenir de la humanidad. Sin embargo, la Historia (con mayúscula) es la visión de ese devenir, desde un presente histórico que encuentra relaciones entre este y el pasado. Es el relato el que permite relacionar el pasado con el presente, dando cuentas de la temporalidad como totalidad.
Paul Ricœur afirma que el relato es una vía de comunicación privilegiada para “esclarecer la experiencia temporal como dimensión de la existencia humana” (Ricœur, 1999 [1978], p. 46). Es a través de la narración que el hombre expresa su historicidad, y narrar, para el filósofo francés, es componer una trama que constata las transformaciones que se producen en sus extremos temporales. Este principio compositivo, presente en la ficción y en la Historia, lo llevó a considerar que el conocimiento de los fenómenos y hechos históricos pasa a construir parte de la obra literaria, destruyendo así la noción que únicamente vincula el discurso histórico con la explicación de los acontecimientos.
Así, más allá del determinismo histórico positivista que vincula a la Historia con la realidad empírica y con la verdad gnoseológica, Ricœur (1999) considera que cualquier visión del pasado es una especie de constructo para modular la imaginación, produciendo con ello una transformación del concepto de referencia, que va de su vínculo con la realidad objetiva a la dimensión simbólica y metafórica.
La explicación conceptual de la historicidad es la que conduce a considerarla en la novelística histórica como una parte de la narración asociada a la temporalidad pasada; la que participando de las convenciones de la ficción también puede registrar referentes históricos, así como los propiamente aceptados por la historiografía, aunque no siempre ocurre ni tiene que suceder así.
De aquí que, con aquellas concepciones que atan a la historicidad con el pasado sin considerar su contenido histórico, el análisis de la novela histórica queda trunco, cuando no inoperante. A veces nos encontramos con definiciones que señalan a estas novelas como de un género que trata al pasado como algo anterior a la obra del novelista y se trata del mismo error. Para producir una obra de este tipo es imprescindible que ese tiempo pasado sea rico en acontecimientos históricos, con los cuales sí es posible concebir una novela histórica como tal.
Otros únicamente hallan presencia de la novela histórica cuando el pasado se vincula exclusivamente con los contenidos que tradicionalmente han sido reconocidos como históricos, sin atender la amplitud del objeto de la Historia en el mundo contemporáneo que la novela hace suyos. Pensamos sobre todo en la intrahistoria, definida por Miguel de Unamuno6 como la otra cara que la historiografía oficial no asume y que, en este tipo de relatos, nosotros vinculamos con los personajes que viven y hacen la historia con un alto grado de problematicidad, es decir, que le otorgan humanidad. Y es la Literatura la que, por su propio carácter dialógico, una de las que mejor puede expresar esos contenidos.
El concepto de Unamuno, que en la metodología se traduce como mundo histórico individual, expresa la correspondencia entre los elementos subjetivos y objetivos de la Historia en cualquier tipo de sociedad. De aquí que, al menos desde mediados del pasado siglo XX, ya Fernand Braudel consignaba magistralmente de la siguiente manera:
Todos somos conscientes del peligro que entraña una historia social, olvidar en beneficio de la contemplación de los movimientos profundos de la vida de los hombres, a cada hombre bregando con su propia vida, con su propio destino, olvidar, negar quizás lo que en cada individuo hay de irremplazable. Porque impugnar el papel considerable que se ha querido atribuir a algunos hombres abusivos en la génesis de la historia no equivale ciertamente a negar la grandeza del individuo como tal, ni el interés que en un hombre pueda despertar el destino de otro hombre (Braudel, 1970, p. 42).
Entonces, el peso del factor subjetivo, en su actuación con el mundo circundante, es insoslayable prácticamente dentro de la novela histórica. Esta última no sólo interpreta a las grandes personalidades del proceso histórico, en cualquier época o periodo, sino que también al unísono se hace eco de los ideales y actuaciones de las grandes masas y algunos estratos de la población.
Por esto los más destacados y destacadas novelistas históricos han correlacionado a la Historia como un devenir de hechos y particularidades, y como con una expresión de las diversas y problemáticas situaciones que invariablemente viven los seres humanos en cualquier época y circunstancia. Ello es lo que precisamente dota a la Historia de una dimensión humanista, alabada por críticos literarios e historiadores. Un caso paradigmático lo es el de Alejo Carpentier, a través de sus novelas El reino de este mundo (1997 [1949]) y El siglo de las luces (1965 [1962]), que tanto nos animan e incentivan a seguir los senderos históricos, particularmente en cuanto a Nuestra América, pero también del mundo entero.
En resumen, asumir la historicidad en la enseñanza de la novela histórica es: tomar en consideración el tiempo en que se ubican los procesos y acontecimientos; valorar ese tiempo en su sucesión o movimiento; dotarlo de contenido histórico; considerar la Historia en sus direcciones políticas, sociales, económicas, ideológicas, culturales y humanas, es decir, dentro de la multiplicidad de sus factores componentes; y erradicar las limitantes que conlleva cualquier visión reduccionista y minimizadora. Esto permite que los y las docentes penetren adecuadamente en el estudio de la novelística histórica en sus nexos con la Historia
Categorías que integran la metodología para el estudio de la historicidad en la novelística histórica
Cinco elementos la integran, los que se organizan en esta secuencia: referentes histórico-literarios, concepción de la Historia, historicidad-ficción, temporalidad-historicidad e historicidad-trascendencia. El contenido de estos componentes y los procedimientos que los acompañan se explican a continuación.
Referentes histórico-literarios
Son los enunciados literarios que el texto contiene y que manifiestan su carácter histórico, tales como hechos, situaciones y personajes. Con el análisis de este componente se evita una práctica nociva en la enseñanza: hablar de forma abstracta sobre el contenido histórico de una obra sin que el o la alumna haya estado convocada a buscarlo en el texto. Si se actúa de la forma que proponemos, por un lado, se desarrollará en los y las estudiantes una habilidad de análisis textual a partir del aspecto temático y de la historicidad, por el otro, se les vinculará con un saber histórico determinado que desconocían o conocían de forma limitada.
Se recomienda comenzar la enseñanza de la metodología que tratamos a partir de este componente, cuya finalidad consiste en constatar e identificar los referentes histórico-literarios de la obra por las y los estudiantes, lo que proporciona a su vez el desarrollo de sus habilidades lógicas.7
Concepción de la historia
La narrativa de ficción histórica, especialmente la novela, generalmente incluye una concepción de la Historia en el mundo ideológico del texto. En algunos autores, como es el caso del cubano Alejo Carpentier, esta se convierte en una teoría coherente de la Historia, vinculada con diversas posiciones filosóficas o con planteamientos originales y particulares en torno a ella, no menos sugerentes. Es por eso que el segundo componente de la metodología está dirigido hacia el análisis de este aspecto.
La concepción de la Historia se demostrará a partir del análisis del texto y el contexto, particularizado como sigue: se expresa a través de la filiación social de los personajes, trátese o no de figuras históricas; en el discurso de estos, el del narrador o narradores; en otros discursos narrativos semi literarios escritos (cartas, noticias, canciones); y en el del autor de carácter extra artístico, tales como razonamientos filosóficos, históricos, éticos y morales. También se incluye lo que puede aportar la composición de la obra para la comprensión de la Historia, así como el análisis del texto en su conjunto a través del mensaje.
Un ejemplo evidente de esta rica y polifacética relación es la emblemática obra de Alejo Carpentier: El reino de este mundo (1949). En ella el autor engloba a los antiguos esclavos, a los colonizadores franceses y a la oligarquía esclavista y plantacionista en Saint-Domingue, en medio de la revolución haitiana, como expresión de las distintas filiaciones clasistas, así como una estructura composicional y un discurso final a modo de mensaje. Indicativos todos de la concepción ideológica del texto.
Por ello, para Moisés Elías Fuentes, en su reseña sobre El reino de este mundo, el libro “ha significado uno de los intentos más complejos por crear un lenguaje literario latinoamericano, deudor y crítico de la herencia cultural europea, [mismo que] expone la fusión de dos culturas contrapuestas, la de los amos y la de los esclavos” (Elías, 2019, p. 59). Por lo tanto, continuando con la novela histórica en general, con sus múltiples personajes y diversas voces narrativas, esta contribuye a manifestar la historicidad de forma dialógica y múltiple, propicia para una enseñanza activa, reflexiva y cuestionadora de la historia, como en el caso de Carpentier.
Es evidente entonces que en este trabajo se haya apelado a este nivel discursivo para dirigir la enseñanza hacia el mundo conceptual de las obras, a partir de la praxis histórica que cada una ha tenido. Por esto, en una novela histórica la concepción de la Historia se conforma con las voces de los distintos personajes, desde el ámbito social hasta el individual, y con lo referido por otros discursos narrativos semi literarios y extraliterarios. Esto no niega la posibilidad de alcanzar un mensaje único, pero este se logra a través de una postura dialógica. De aquí que, cuando la metodología en uno de sus procedimientos orienta a trabajar con este nivel del análisis literario, esta se apoya en la necesidad de concluir el análisis ideológico del texto y determinar su intención comunicativa.
La composición es otro nivel a través del cual puede demostrarse la concepción histórica, como en el caso de la trilogía novelística de Lisandro Otero: La situación (1963), En ciudad semejante (1970) y Árbol de la vida (1990). Novelas que, sin ser genuinamente históricas, dedican buena parte de ellas a la tematización del pasado, así como otros autores cubanos más contemporáneos, como el citado Leonardo Padura, que gusta de vincular los diversos tiempos y espacios de la historia con intenciones precisas, nada ingenuas, por cierto.
El estudio correlacionado del texto y el contexto es otro procedimiento de análisis para el desentrañamiento y total comprensión de las ideas sobre la Historia que el novelista o autor despliega en su trabajo. Los aspectos que han de descubrirse o estudiarse para hacer patente dicha relación contextual son los siguientes: la época en que se produce la obra; los acontecimientos históricos concretos que pueden tener incidencia en ella; la concepción o concepciones histórico-ideológicas prevalecientes en el momento de su producción, las que también pueden o no estar en consonancia con esta.
Que los y las alumnas conozcan el periodo de producción de la novela es un requisito que va más allá de un simple nexo entre la obra y su tiempo para contextualizar el producto literario. Se trata entonces de precisar los caracteres diversos a la vez que integrales de una época que influyen decisivamente en las concepciones histórico-ideológicas de esa temporalidad histórica.
Generalmente la aparición de la narrativa de ficción histórica está relacionada con grandes giros en la conciencia histórica. La relativa a la modernidad, sustentada en una concepción lineal interrelacionada ascendente y progresiva de la Historia, hizo nacer la clásica novela histórica europea; mientras que la postmodernidad originó una narrativa de ficción cuya historicidad puso en tela de juicio la conciencia histórica del racionalismo moderno. Consecuentemente, el auge de la novela histórica contemporánea es exponente en buena parte y heredera de esa ideología sobre la Historia que concibe el pasado, según lo afirma Fredric Jameson (1991 [1984], p. 38), como una colección de imágenes en un multitudinario simulacro fotográfico. Conocer esta y otras teorías es importante para explicar el género en cuestión.
Que la alumna o alumno sepa caracterizar el periodo de producción de una obra de contenido histórico que se retrotrae a un tiempo pasado, anterior al del escritor, y que conozca las concepciones que sobre la Historia ha generado esa circunstancia, avalan una profundización más efectiva de su conocimiento histórico. Bertillón 166, del cubano José Soler Puig (2007 [1960]), expresiva de una realidad ya superada para cuando se escribió, obedece -entre otras razones- al cambio de perspectiva ideológica producida por el triunfo de la Revolución Cubana en 1959. Se aclara así por qué es de vital importancia conocer la época y el sistema ideológico existente en el momento de creación de la novela. Ambos permiten penetrar con profundidad en el análisis de la obra y, por supuesto, en su enseñanza.
En la concepción de la Historia deben incluirse las ideas sobre la historiografía, más cuando se trata de novelas posteriores a la década de los setenta del siglo XX, en las que ya se observa la influencia de teorías y corrientes intelectuales que cuestionan la manera de hacer y escribir la Historia, sobre todo la de corte tradicional; cuyo discurso oficial y de poder ha incidido notoriamente en la novelística. La profusión de obras referidas al descubrimiento, la conquista y a otros acontecimientos del devenir histórico de nuestros pueblos se argumenta por el interés de cuestionar, desde una perspectiva legitimadora de la identidad latinoamericana, la visión de los vencedores. Otro tanto ocurre con la consideración del discurso narrativo de la Historia que la emparenta a otros de matiz más ficcional; dicho nivel denominado metahistórico ha de ser descubierto por las y los estudiantes como parte integrante de las concepciones históricas que el texto aporta.
Pero no basta con conocer las ideas que sobre la Historia prevalecen en momentos concretos, dicho conocimiento deberá estar acompañado por el estudio del pensamiento del escritor en torno a esa problemática. La individualidad ideológica puede afirmar, negar, enriquecer y hasta elaborar una conceptualización original de la Historia, como ha sido el caso del antes citado Alejo Carpentier.
Otro ejemplo puede constituirlo la denominada “nueva novela histórica” en Latinoamérica que, rodeada de una conciencia histórica que le anuncia a la Historia su fin, no manifiesta una posición apocalíptica. El historicismo de esta narrativa no consiste en negar la Historia, sino en rechazar el discurso historiográfico oficial que se encargó de fijar interpretaciones parcelarias de la realidad. Es por ello que esa “nueva novela histórica” relee y reescribe el pasado con una preocupación más amplia: buscar la expresión identitaria a través del conocimiento de las expresiones más profundas y raigales de la cultura latinoamericana (Aínsa, 1991, p. 12).
El análisis de este componente se fundamenta en procedimientos lógicos, tales como la argumentación, la relación, la aplicación y la integración. Relacionar el contexto con el texto es un imperativo de primer orden en el estudio de la historicidad en la novela histórica, que parte de la aplicación de lo general -que son los fundamentos históricos-, a lo particular -las obras literarias-, integrando todo el saber y argumentándolo adecuadamente.
Historicidad y ficción
El tercer componente de esta metodología lo constituye la enseñanza de las relaciones historicidad-ficción. Aunque todo el producto novelesco es una ficción -entendido este concepto en la dimensión teórica ya explicada- en este, pueden aparecer secuencias aisladas o enteras que describen hechos, estados de cosas y personas reales que reafirman la historicidad de la creación, los cuales pueden utilizarse para el conocimiento de la Historia.
Por tanto, condición esencial e inmanente de la novela histórica es su apoyo en fuentes historiográficas, generales o específicas, en sus múltiples expresiones, de las cuales se nutre para la creación de su mundo novelístico. La orientación hacia la expresión de la historicidad se advierte hasta en aquellos casos en que la creación adopta un estilo paródico, burlesco y fantástico de lo tratado.
Los teóricos de la novela histórica han destacado dicha cualidad, mientras que los críticos le prestan mucha importancia a las fuentes paraliterarias de las que se nutre el escritor, así como al proceso de consulta documental que antecede a la escritura. Por ejemplo, el crítico Óscar Mata (1992) en su comentario sobre Noticias del Imperio, del mexicano Fernando del Paso, afirmó que el autor dedicó diez años para escribir su obra, dos de los cuales (1976-1977) estuvieron consagrados de lleno a la investigación (Mata, 1992, pp. 41-47), mientras que otros, como Noël Salomón con El siglo de las luces de Alejo Carpentier, se dedican a cotejar y a verificar, a través de la historiografía, los referentes históricos de la novela (Salomón, 1982, p. 55-77).
Es a partir de esa condición de la novelística histórica que se incluyen en el análisis estos dos aspectos (historicidad y ficción en su carácter dialéctico), con el propósito de que el estudiantado se apropie de un conocimiento profundo de la Historia, determine la capacidad imaginativa del escritor a través de su creación y arribe a una comprensión plena de la obra y de la historia real que la sostiene.
Los procedimientos que se proponen para trabajar este componente de la metodología son: la verificación del sistema referencial de la obra, a partir de conocimientos previos sobre la historia, del establecimiento de relaciones intertextuales (trátese de obras literarias, y/o historiográficas, preferiblemente estas últimas) y del vínculo con otras muy diversas formas de la cultura, entendiendo a esta última como el legado humano universal en cualquiera lugar. La argumentación y valoración de las diversas vías a través de las que se expresa en el texto literario y el establecimiento de las interrelaciones mutuas entre Historia y Literatura, completan este análisis.
No se trata de validar la Literatura en virtud de su correspondencia transparente con lo que se entiende como verdad histórica, procedimiento cuestionable en la enseñanza y la crítica literarias, sino de propiciar un enriquecimiento de la interpretación del texto y de la Historia a partir de lo que ambas disciplinas aportan. A lo que se agrega el objetivo de una enseñanza de carácter interdisciplinar en la que se destaca su singularidad y la forma que se integran.
Con este procedimiento de verificación acompañado de otros propios del pensamiento lógico -como la relación, la argumentación, la comparación y la valoración- fundamentalmente se busca que el estudiantado establezca las relaciones interdisciplinares para que se apropie de la naturaleza ficcional de la Literatura. Misma que moldea y transfigura diversos referentes históricos en la creación literaria, conjuntamente con una mayor y mejor comprensión de los procesos históricos tratados en cada caso.
Este paso en la metodología es muy importante pues, además de propiciar un conocimiento exhaustivo de las relaciones interdisciplinares antes aludidas, proporciona una sistematización del conocimiento histórico, cuestión no siempre de fácil acceso por su complejidad y heterogeneidad. Por ello la mera identificación de los referentes histórico-literarios dentro de una obra en cuestión no es suficiente, pues el lector o lectora puede identificar algunos que se presenten como tales sin serlo, y este es el momento de determinar lo contrario. Es la verificación la que aporta la certeza de la historicidad del texto, así como el carácter creador (fictivo) de la obra.
Temporalidad e historicidad
Las relaciones temporalidad e historicidad son importantes en la enseñanza de la novelística histórica o de corte histórico, ya que la temporalidad es uno de los dos componentes básicos de la historicidad, siendo el otro el espacio, tampoco ausente de nuestro objeto de estudio. La novelística de esta estirpe se asocia a un tiempo pasado, que la alumna o alumno deben saber determinar en el estudio de la obra.
Con el análisis de la temporalidad no se busca agotar todo su contenido -de amplia manifestación en la novelística, como lo demuestran los estudios cronotópicos del referido género-,8 sino de dirigir la enseñanza de los elementos históricos de la obra a partir de sus determinaciones temporales, que el propio escrito expone por medio de sus recursos artísticos.
Es conocido que en una novela se puede hablar de distintos tiempos: de la narración (del acto narrativo), de los héroes, del autor, del lector, del gramatical o de la cronología de los acontecimientos designada mediante un número o conceptos tales como “mañana”, “noche”, “al día siguiente”, etc. Se parte de dichos conceptos para el estudio de este cuarto binomio que, para su enseñanza y análisis, proponemos concentrarnos en el tiempo de la narración, el histórico y de las interrelaciones entre la temporalidad e historicidad; incluyéndose algunas orientaciones para el estudio del tiempo histórico como son el manejo de este, las marcas temporales, los anacronismos, las omisiones, el tiempo de los personajes y del contenido.
El tiempo de la narración corresponde al período que asume la historia narrada, el cual se puede calcular a través de las marcas temporales de la novela, de los acontecimientos que refiere y del tiempo biológico de los personajes. Por su parte, el tiempo histórico se refiere a aquellos momentos de carácter histórico o de posible verificación por medio del conocimiento histórico y/o historiográfico, cuya identificación también es posible gracias a las marcas temporales. El manejo de este tiempo se incluye para demostrarle al alumnado que en una novela este se manifiesta de forma diferente que en la historiografía. El novelista lo representa con saltos, omisiones, adelantos y retrocesos, incluso juega con él hasta el punto de introducir anacronismos. Las convenciones de la creación permiten estas invenciones de carácter artísticas, como la realizada por el cubano Alejo Carpentier en El siglo de las luces (1965 [1962]) donde, tratando la Revolución Francesa y su incidencia en las colonias de ultramar, para aludir a la propagación de su ideario luminista utiliza la frase del Manifiesto Comunista de Carlos Marx y Federico Engels que habla del “fantasma del comunismo que recorre Europa”.
Mención aparte merece el tiempo de los personajes: biológico, psicológico y moral. Su explicación parte de la propia concepción de la Historia a la que se vincula el presente trabajo, asociada con una visión de esta como sucesión temporal de acontecimientos y hechos y de problemas del ser humano al propio tiempo, es decir, entendiendo la Historia en su dimensión objetivo-subjetiva.
Por ello un cauce importante para abordar esta novelística, lo constituye aquello que Miguel de Unamuno denominaba como la “intrahistoria”.9 La novela histórica -y en esto sí que supera a la Historiografía- traduce la historicidad como mundo vivido de los sujetos. Los procesos históricos, al ser traducidos como vivencia personal en la que se integra el espíritu de una época, pierden en la novela la despersonalización con que generalmente son asumidos por la historiografía tradicional. Es por esto que, así como la Literatura aprehende lo genérico por medio de lo individual concreto, la novelística histórica asume la Historia como experiencia humana compleja en la que se manifiesta el difícil acceso de los seres humanos a ella.
La novela de esta estirpe puede manifestar incluso su fundamento histórico a través de la vida de personalidades sobresalientes. Otras prefieren también el vivir común de los seres humanos promedios, representantes de los procesos espirituales e ideopolíticos de una época, cuando no una visión menos heroica de las grandes figuras.
El caudal humanista de esta novelística nace de la comprensión dialéctica entre lo subjetivo y lo objetivo históricos; la relación hombre-historia se problematiza y traduce las complejas relaciones del sujeto con su mundo específico. Por ello, algunas novelas históricas adoptan la estructura compositiva del Bildungsroman y del Prüfungsroman, entendiéndose dichos conceptos germánicos como novelas de aprendizaje y prueba, respectivamente, donde el personaje o personajes, recorren un camino de educación, traducido en experiencia y madurez históricas.
Vista así, la Historia se despoja de sus recias vestiduras y se proyecta como un acto humanizado. La manera en que el ser humano se vincula con ella y se percata de su sentido y alcance, es una de las trascendentales conquistas de la novelística histórica. Por ello, el tiempo de los personajes deberá ser enseñado como expresión de madurez e inmadurez histórica, es decir, habrán de explotarse aquellos marcos contentivos de la historicidad.
Por último, se propone el análisis del tiempo del contenido, definido por Yuri Talvet como “el desarrollo y los cambios en los hombres y los procesos en la naturaleza, en la conciencia de los distintos héroes, sus interrelaciones y vínculos con el espacio circundante, la naturaleza o el régimen social, con los valores humanos” (Talvet, 1980, p. 105), lo que el crítico generaliza con el concepto de semántica del tiempo y que el o la profesora debe enseñar a buscarla incorporándola a la concepción ideológica de la novela. Con este componente el y la estudiante ejecuta en primer término el análisis literario a partir de los distintos aspectos que dan prueba de la temporalidad, para después llegar a una síntesis, donde se relacionan e integran los dos conceptos: historicidad y temporalidad.
Historicidad y trascendencia
La novelística permite otorgarle un contenido universal a situaciones y circunstancias históricas acaecidas durante el largo devenir de la humanidad, en la cual puede beberse por sus posibilidades cognitivas y educativas. La novela histórica, entonces, genera un interés múltiple, relacionado con la constatación de ese mundo de los muchos ayeres, mediante los cuales es posible, no sólo encontrar explicaciones a los variados problemas de nuestro tiempo, sino también a contribuir a su transformación de forma positiva.
Nada tan rico en matices para valorar y apreciar situaciones como la del individuo en la revolución, el caudillismo, la dictadura y el fanatismo, como en las novelas El siglo de las luces (Carpentier, 1965 [1962]), Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (Otero Silva, 1979) y La guerra del fin del mundo (Vargas Llosa, 1981), toda vez que formulan problemas y fenómenos trascendentes a partir de situaciones históricas precisas de bien demarcados límites histórico-temporales.
El sentido trascendente y de actualidad puede constituirse en un serio ejercicio cognitivo y educativo en el que no sólo se acomete el análisis de “un haber sido”, sino de un “siendo”, y qué es esto sino precisamente una enseñanza activa y problematizada tan reclamada para nuestras clases.
La novela histórica, además de constituir una fuente fundamental en el conocimiento de un tiempo pasado, permite la valoración del presente. Esta obedece al imperativo de explicar la actualidad y el futuro a través del pasado, convenciéndonos de que no todo lo contemporáneo tiene que ser actual. De aquí que actualidad e historicidad no son contrarios excluyentes en la novelística gracias a que en esta se sintetiza la encrucijada del hombre histórico y el genérico.
Es por todo ello que la trascendencia del contenido debe ser explotada por el profesor en dos direcciones. Para que los y las estudiantes valoren el sentido prospectivo de las obras literarias que, siendo hijas de su tiempo histórico, asumen problemas universales del ser humano, válidos para ser analizados en épocas posteriores, enriqueciendo a su vez una visión ética de este. Y para hacerlos comprender que el estudio de temporalidades históricas no se completa si no aprendemos a ver en dicho tiempo una especie de brújula iluminadora para la actuación en el presente y en el futuro, lo que está en consonancia con lo afirmado previamente.
Como puede observarse, la trascendencia que se busca enfatizar en la metodología es la del contenido histórico, pero ello no cierra el análisis trascendente de la obra tomando en consideración otros valores artísticos. El procedimiento que la y el alumno ejecutan, en primer término, se relaciona con el análisis literario, orientado en una dirección valorativa del texto en su sentido axiológico, es decir, en su capacidad para expresar contenidos humanos, sociales, éticos, morales, trascendentes.
Hasta aquí hemos argumentado las categorías de la metodología y los procedimientos que incluye, con vistas a demostrar o valorar la historicidad de un texto novelístico histórico. Pasamos ahora a ofrecer otras recomendaciones didácticas para proceder con su enseñanza.
Otras recomendaciones didácticas, a manera de cierre
°Atender al orden en que se sitúan los componentes del sistema, pues los mismos están dispuestos de acuerdo con su nivel de complejidad. Una vez que la o el estudiante se ha apropiado de la metodología, el análisis de la obra se puede hacer desde cualquiera de sus componentes; sin embargo, para su apropiación inicial, debe respetarse la recomendación siquiera global, anteriormente enunciada.
°Apoyar la explicación de cada componente y sus correspondientes procedimientos con demostraciones basadas en ejemplos ilustrativos de obras literarias; ello garantiza la comprensión de un contenido que involucra no solo a la Literatura sino a la Historia.
°Relacionar la explicación de las categorías de la metodología con los conceptos a los cuales están asociados, pues estos han sido redimensionados a partir de nuevas y enriquecidas interpretaciones conceptuales. La forma más propicia para ejecutar esta interrelación es en el mismo momento que se explican las categorías.
°Apoyar la explicación de la metodología en los conocimientos previos de los y las alumnas, trátese de obras novelísticas, literarias, cinematográficas, televisivas u otras que manifiesten un contenido histórico. Sobre todo, las películas y producciones cinematográficas de variada índole son muy efectivas cuando la y el estudiante no han tenido un contacto anterior con la novelística histórica.
°Basarse en las habilidades previas del estudiante correspondientes al análisis literario, pues la metodología se apoya en las referidas al análisis ideológico de la obra, al de los personajes, al del discurso narrativo y otras de las que la y el estudiante son poseedores.
°Propiciar una enseñanza motivadora que despierte el interés de las y los educandos, tanto por el conocimiento que les aporta la metodología para la comprensión de la historicidad, como por las formas de lograrlo. Parte de esa motivación proviene del incentivo que puede causar el conocimiento de un tema, que a la vez puede resultar útil para la comprensión del pasado y del presente.
°Enseñar la metodología desde posiciones participativas e interactivas, basadas en métodos productivos y creativos. Y sobre todo propiciar la actividad independiente e investigativa de los estudiantes.
Conclusiones
La enseñanza de la historicidad en la novelística histórica se produce a menudo de una manera simplificada y reductora que mutila su contenido esencial, así como las complejas relaciones entre la Literatura y la Historia. También revela la carencia de estrategias metodológicas precisas orientadas en una dirección integradora entre ambas disciplinas.
Las principales limitaciones en torno a la enseñanza de la historicidad en la novelística histórica se ubican en un problema mayor concerniente a las relaciones entre la Literatura y la Historia y que consiste en la separación de ambas entidades o en su aparente integración, ocasionando una parcelación de los saberes contraria a la necesidad de los estudios globalizantes e integracionistas.
Los estudios teórico-metodológicos acerca del tratamiento didáctico de la novela histórica son relativamente escasos y los referidos a las relaciones de la Literatura y la Historia se concentran esencialmente en el examen del historicismo como uno de los métodos de análisis literario; y con respecto a este, en muchas ocasiones, se manifiesta cierta reserva que proviene de su abuso y tergiversación en la práctica. Dichos estudios no consideraban tampoco, hasta años más recientes, los nuevos posicionamientos en torno al objeto de la Historia como disciplina, los que contribuyeron a esclarecer la unidad y peculiaridades de estos vínculos entre los dos saberes, Historia y Literatura.
La metodología elaborada en este trabajo materializa el objetivo interdisciplinar a partir de una propuesta que propicia la aprehensión de la historicidad en la obra literaria, tanto en su cosmovisión como en sus aspectos formales, así como la apropiación compleja y múltiple en que se manifiestan las relaciones entre la Literatura y la Historia en la novelística histórica, y en toda la Literatura.
En sentido general, la metodología analizada propone una nueva forma -creativa y motivante- de asumir la enseñanza de la historicidad en la novelística histórica desde una perspectiva interdisciplinaria consciente, válida para la formación profesional en Literatura e Historia, en cualesquiera que sean las condicionantes tempo-espaciales de su desempeño.