Introducción
La migración internacional ha tomado grandes dimensiones en el mundo y en Colombia. En 2019, según la Organización Internacional para las Migraciones (2019), 272 millones de personas (3.5% de la población mundial) vivían en un país distinto de aquel en el que habían nacido, de las cuales, 48% eran mujeres. En Colombia, según el Ministerio de Relaciones Exteriores (2013), había 4 700 000 emigrantes en 2012 y, de acuerdo con estimaciones de Mejía (2011), entre 2001 y 2008 retornaron al país 319 010 colombianos, luego de vivir en el extranjero. Ahora bien, 42.4% de los emigrantes colombianos y 47.6% de los retornados eran mujeres (Observatorio Colombiano de Migraciones, 2009).
Aunque la participación de las mujeres en el mercado laboral y en las iniciativas de emprendimiento es importante, es menor que la de los hombres. La tasa de participación laboral femenina en el mundo en 2018 fue de 48% y la masculina de 75% (Organización Internacional del Trabajo, 2019a) y, en Colombia, de 55% para las mujeres y 75% para los hombres (Organización Internacional del Trabajo 2019b). Por otro lado, en Colombia, en 2018 la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA ) era 17.8% para las mujeres y de 24.9% para los hombres; ocupando el tercer lugar de los países de América Latina en tener mayor proporción de hombres y de mujeres en la TEA (Global Entrepreneurship Monitor 2019).
Los motivos por los cuales una mujer puede volverse emprendora son: por necesidad o por oportunidad1. En Colombia, las mujeres pueden verse impulsadas a volverse emprendedoras “por necesidad”, es decir, para asegurar el sustento propio y el de sus familias, ante situaciones como el desplazamiento forzado por la violencia, los altos índices de desempleo, la discriminación que enfrentan en el mercado laboral y su condición, cada vez más frecuente, de ser cabeza del hogar. Sin embargo, otras inician emprendimientos “por oportunidad”, al ser capaces de plantear soluciones creativas e innovadoras para aprovechar las oportunidades que ofrecen los mercados. Según Tibaduiza y Calderón (2020), en el país, la TEA de oportunidad (18.13%) es mayor que la de necesidad (2.5%) y entre las mujeres la motivación por necesidad es más alta (7.4%).
Es razonable pensar que las colombianas que retornan al país, después de haber vivido en el exterior, pueden convertirse en emprendedoras, debido a que: i) la experiencia migratoria puede haberlas dotado del capital financiero, social y/o humano necesario para sacar adelante una idea de emprendimiento (Tovar y Victoria, 2013; Black y Castaldo, 2009); o ii) el emprendimiento o autoempleo puede terminar siendo la única salida para generar ingresos y satisfacer sus necesidades, especialmente cuando el retorno no ha sido planeado, las habilidades laborales que ellas pudieron adquirir durante su estancia en el exterior son dificiles de poner en práctica en el retorno y cuando las redes sociales que habían establecido antes de migrar se han perdido.
Este trabajo, pionero en Colombia, se centra en las mujeres que, habiendo retornado al país, han optado por el emprendimiento como medio para generar ingresos, y se justifica ampliamente por la importancia del fenómeno migratorio, que incluye siempre la posibilidad del retorno, y por la alta participación de la mujer colombiana en las actividades de emprendimiento. Es de especial relevancia para Colombia en estos momentos, cuando el retorno adquiere importancia por la gran migración proveniente de Venezuela. En efecto, según Migración Colombia (2019) para septiembre de 2019, 1 488 373 venezolanos estaban radicados en Colombia; aunque no hay claridad sobre cuántos de estos son colombianos de retorno.
Teniendo en cuenta este contexto, esta investigación tiene como objetivo explorar algunos factores que afectan la probabilidad de que las mujeres colombianas retornadas sean emprendedoras. Para esto, se utilizan los datos de la encuesta aplicada por el proyecto Global Entrepreneurship Monitor (GEM) en el año 2012 en Colombia y se estiman modelos de regresión con variables dependientes binarias tipo Logit y Probit.
Este documento está organizado en cuatro secciones. En la primera, se presenta la revisión de literatura sobre migración y emprendimiento y sobre los factores que determinan el emprendimiento entre las mujeres en general, y especificamente, entre las retornadas; en la segunda parte se describe la metodología, con los datos, las variables y el método de estimación; en la tercera, la discusión de los resultados y finalmente, las conclusiones.
Revisión de literatura
La migración internacional puede entenderse como el movimiento de personas que atraviesan la frontera de los países. Dichos movimientos pueden implicar que la persona abandona su país de origen, definitiva o temporalmente, para ir a residir en otro país (emigración) o que las personas regresan, definitiva o temporalmente, desde el país al que habían emigrado con anterioridad, a su país de origen (retorno). Se considera como migrante retornado aquel individuo que regresa a su comunidad de origen, independientemente del período de estadía en otro país y del ciclo de vida en el cual ocurra la migración (Cobo, 2004).
De otro lado, el concepto de emprendimiento se deriva de la palabra en francés entrepreneur, que significa estar preparado para tomar decisiones o iniciar algo (Rodríguez, 2009). Este concepto es puesto a consideración por primera vez a comienzos del siglo XVIII por Richard Cantillón para diferenciar a los individuos que asumen riesgos en condiciones de incertidumbre y, por lo tanto, reciben ganancias variables e inciertas, en contraposición a los contratados, que reciben salarios o rentas fijas. Otros autores, como Casson (2003), definen al emprendedor como alguien que se especializa en tomar decisiones sobre la coordinación de los recursos escasos.
Ahora bien, auque la decisión de migrar o retornar sea diferente de la de emprender, algunas teorías se han utilizado para explicar ambas decisiones, como sucede con la Neoclásica y la de las Redes Sociales. Según la teoría Neoclásica, los individuos son agentes racionales y decidirán retornar o no, luego de realizar un análisis costo-beneficio, comparando el ingreso neto esperado en el país de origen y en el extranjero (Sjaastad, 1962; Harris & Todaro, 1970). De igual modo, Audretsch & Keilbach, 2004; Audretsch & Thurik, 2001; Parker, 2004; y Wenneker, Van Stel, Thurik, & Reynold, 2005, consideran que los factores determinantes de la actividad emprendedora se relacionan con la racionalidad económica.
En cuanto a la Teoría de las Redes Sociales, Cassarino (2000) señala, como causa del retorno, la existencia de vínculos económicos y sociales que el migrante haya logrado crear y la posibilidad de desarrollar sus proyectos en el país de origen. En el mismo sentido, para Herrera (2009) los emprendedores se encuentran inmersos en redes a través de las cuales pueden acceder a capital, conocimiento e información, lo cual aumenta la probabilidad de éxito del negocio.
Por otra parte, la Nueva Teoría de la Migración Internacional plantea que las decisiones sobre migración o retorno son tomadas en el seno de los hogares, dependiendo de las necesidades que existan para superar las restricciones que enfrentan en los mercados financieros y de trabajo (Stark & Bloom, 1985). Desde esta perspectiva la migración es una estrategia económica de los hogares y para Groizard (2006) un acto de agencia de los grupos sociales. Con respecto al emprendimiento, según la Escuela Económica Austríaca, el mercado es creado y dinamizado por el empresario que se caracteriza por su capacidad para identificar oportunidades mientras que para Schumpeter en la actividad emprendedora, lo importante es la capacidad de innovación, la cual constituye una capacidad propia de la persona, más que un conjunto de prácticas, que se adquiere en contextos sociales, culturales e históricos (Pineda, 2014). Adicionalmente, de acuerdo con varios estudios, las causas del emprendimiento también pueden asociarse con aspectos psicológicos de los individuos (Carsrud & Johnson, 1989; Collins, Moore & Unwalla, 1964; McClelland, 1961) y con aspectos sociológicos o institucionales (Aldrich & Zimmer, 1986; Manolova, Eunni & Gyoshev, 2008, entre otros).
En la literatura sobre migración y emprendimiento, es común que el emprendimiento se asocie con actividades de autoempleo, así como con el inicio y/o el sostenimiento de pequeñas, medianas y grandes empresas (Tovar y Victoria, 2013). Estudios realizados en diferentes países (México, Egipto, Tunez, Marruecos, Costa de Marfíl y Turquía) han encontrado que los migrantes, por su propensión a asumir más riesgos y por la experiencia migratoria, que puede dotarlos de capital humano, social y económico, tienden a optar por actividades de autoempleo y emprendimiento al regresar a sus países de origen (Bercovitz, Martens & Savage, 2013; Wahba & Zenou, 2012; Dustmann & Kirchkamp, 2002; Gubert & Nordman, 2008; Black & Castaldo, 2009). Sin embargo, algunos autores señalan que es menos probable que esto ocurra cuando los individuos cuentan con mayores niveles educativos que les facilite su inserción en los mercados laborales y la obtención de mejores salarios (Gubert & Nordman, 2008; Martin & Radu, 2012).
En un trabajo realizado por Tovar, Victoria, Tovar, Troncoso y Pereria (2018), utilizando la información de la Global Entrepreneurship Monitor (GEM) Colombia 2012 y ajustando modelos de regresión binaria, se concluyó que entre los determinantes de la probabilidad de que un colombiano retornado sea emprendedor están el hecho de contar con modelos de referencia y percibir que se tienen las capacidades y habilidades para emprender, tener educación superior, ahorrar dinero estando fuera de Colombia y establecer contactos con socios o proveedores.
En lo que respecta al impacto del sexo sobre la probabilidad de ser retornado emprendedor, Gubert & Nordman (2008), en un estudio para tres países del Magreb Árabe, encontraron que, en uno de ellos (Túnez), las mujeres migrantes eran menos propensas que los hombres a convertirse en emprendedoras. Por otro lado, Black & Castaldo (2009) hallaron, en dos estados del Este de África (Ghana y Costa de Marfil), que el género no es un determinante significativo de ser emprendedor y que las mujeres son menos propensas que los hombres a enviar remesas. Esto último, dicen los autores, contradice los plantemientos de algunas investigaciones que señalan lo contrario, basados en el argumento de que las mujeres, en comparación con los hombres, desarrollan vínculos familiares más fuertes, lo cual las motiva a enviar remesas regularmente.
De igual forma, Martin & Radu (2012) encontraron que, en Europa Central y del Este, los migrantes retornados son predominantemente masculinos y tienden a tener un nivel medio o alto de educación. Además, sugieren que la experiencia laboral en el extranjero incrementa la probabilidad de quedarse por fuera del mercado laboral o de convertirse en auto-empleados después del retorno. Esto podría deberse a que los retornados no cuentan con las características que valora el mercado de trabajo local pero sí con las habilidades que los impulsa a volverse autónomos, entre las que está la propensión al riesgo. En cuanto a las mujeres, concluyeron que son menos propensas que los hombres a participar en el mercado laboral y a auto emplearse.
Para el caso de migrantes latinoamericanos, Alarcón & Ordoñez (2015) encontraron como principales determinantes para iniciar un negocio entre migrantes retornados a Loja, Ecuador, la experiencia empresarial durante la migración y el hecho de haber regresado voluntariamente o haber trabajado en el país anfitrión en los sectores agrícola u hotelero. Y en un trabajo sobre los migrantes retornados de los Estados Unidos hacia el Estado de México, Cruz, Salas Alfaro y González (2019) concluyeron que la decisión de emprender estaba impactada positivamente por el tiempo transcurrido desde la primera migración y la cantidad de dólares ahorrados o invertidos en un negocio. Estas dos investigaciones no encontraron diferencias significativas entre hombres y mujeres, contrario a lo encontrado por Gubert & Nordman (2008) en Tunez.
Factores determinantes del emprendimiento entre las mujeres
Aunque algunos de los estudios reseñados en la anterior sección dan cuenta de las diferencias por género en la probabilidad de ser retornado emprendedor, en la revisión de literatura no se encontraron trabajos que de forma especifica analicen las características de las mujeres retornadas emprendedoras y mucho menos, el efecto de estas características en la probabilidad de emprender. No obstante, es importante mencionar algunos de los estudios sobre los determinantes de la probabilidad de que las mujeres sean emprendedoras.
Investigaciones para caracterizar a la mujer emprendedora colombiana encontraron que los factores que determinan la decisión de iniciar un emprendimiento son la edad, los niveles de educación formal y los ingresos del hogar. Por ejemplo, una mujer con mayor grado de madurez y experiencia, acumulada gracias a su edad, puede tener una alta capacidad para empezar un nuevo negocio. A su vez, las mujeres propietarias de negocios ya establecidos cuentan con mayor educación formal que aquellas que están iniciándolo; en esta situación los ingresos familiares se constituyen en un factor importante para dar inicio al negocio, (Castrillón y Ricaurte, 2009). En un estudio sobre la creación de empresas en Colombia desde las percepciones femenina y másculina, Henríquez, Mosquera y Arias (2010) identificaron que la confianza en las habilidades y capacidades propias, no determinaba la decisión de hombres y mujeres a emprender y cuando el emprendimiento era motivado “por necesidad”, la acumulación de capital humano dejaba de ser un factor importante. Concluyeron que los hombres temen menos al fracaso y, por lo tanto, se arriesgan más fácilmente a iniciar un negocio. Las variables más significativas del estudio, conocer a otros emprendedores y tener la capacidad de percibir oportunidades, se asociaron con el hecho de ser hombre emprendedor, lo cual puede explicar la menor participación de las mujeres en la actividad emprendedora.
Por otro lado, Mendoza y Huari (2010), estudiaron en Perú la probabilidad de que una mujer adulta y jefe de hogar emprendiera un negocio, encontraron que esta probabilidad estaba directamente relacionada con la edad, el capital social personal y el tamaño de la familia y, adicionalmente, que existía una relación inversa con el nivel de educación alcanzado y el ingreso per cápita del hogar. Fuentes y Sánchez (2010) estudiaron entre el alumnado de la Universidad de Cordoba, España, los rasgos psicosociales de los potenciales emprendedores y los estímulos y obstáculos que enfrentan. Según sus hallazgos, existe una menor iniciativa emprendedora en las mujeres y un mayor temor al fracaso. La probabilidad de emprender de las mujeres depende positivamente de la creatividad, la iniciativa y la autoconfianza. Por el contrario, el optimismo en la lucha contra las dificultades y la perseverancia no se relacionan con su deseo de emprender.
En la revisión que hicieron de 44 estudios cientificos sobre el emprendimiento femenino en México, Paredes Hernández et al. (2019) hallaron que entre los factores que inciden en la decisión de emprender de las mujeres está la experiencia laboral, el gusto por las actividades y el menor miedo al fracaso; la familia o los amigos representan una fuente importante de financiamiento. Por otro lado, el deseo de emprender responde a diferentes necesidades socioeconómicas, tales como la de aportar al ingreso familiar y mejorar el nivel de vida.
Ruiz, Camelo y Coduras (2012) analizaron la diferencia entre el emprendimiento masculino y femenino con relación a algunos factores contextuales como el sector de actividad, el nivel de empleo generado y el grado de internacionalización; y factores como las características demográficas y de percepción de los emprendedores, las redes sociales con que cuentan, la financiación y el apoyo institucional. Encontraron para España que las mujeres tienen más títulos en humanidades que en carreras técnicas y empresariales, sienten mayor temor al fracaso y una menor capacidad para identificar oportunidades, también tienen menor presencia en las actividades intensivas en capital, lo cual puede explicar su menor propensión a endeudarse. Otro hallazgo de estos autores es la mayor orientación al consumo que tienen las empresas de las mujeres y el menor potencial de creación de empleo e internacionalización.
Por otro lado, Minniti, Arenius & Langowitz (2005) identificaron en un estudio sobre la actividad emprendedora en 34 países, que existía una relación positiva entre conocer a otro emprendedor y la tasa de actividad emprendedora femenina. Si una mujer conoce, al menos, a otro empresario, habrá tenido acceso a información, con base en la experiencia, acerca de cómo iniciar y administrar un negocio.
Rodríguez, Sánchez y Estévez (2011) estudiaron el comportamiento emprendedor de mujeres migrantes internas, con bajos niveles de capital humano y financiero, pertenecientes a las comunidades indígenas Aymaras, de Bolivia, y Náhuatl, de México, y encontraron que emprendían “por necesidad”, en actividades económicas poco rentables y competidas. En términos generales, sus emprendimientos constituían una estrategia frente a la exclusión y a las desventajas del mercado laboral, así como una alternativa de movilidad social. Por otro lado, además de permitirles conciliar la vida familiar, profesional y personal, respetando sus culturas tradicionales patriarcales, ganaban independencia, autonomía, autoestima, prestigio e igualdad de género.
En un estudio sobre la actividad emprendedora de las mujeres inmigrantes en las zonas rurales de la Comunidad Valenciana (España), Sánchez, Royo, Lacomba, Mari y Benlloch (2013) encontraron que estas se dedicaban principalmente a las actividades de hostelería y turismo, y que la motivación para emprender era crear el puesto de trabajo que el mercado local no proporcionaba y conciliar la vida laboral y familiar.
Finalmente, es importante destacar que la revisión realizada pone en evidencia el vacío existente en la literatura sobre el estudio de los determinantes de la probabilidad de emprender de las mujeres retornadas, así como de sus características. Algunos de los estudios reseñados, enfocados en el emprendimiento, concluyen que las mujeres tienen mayor temor a asumir riesgos, lo que podría afectar su decisión de emprender; esto sin embargo podría ser distinto en el caso de las mujeres que poseen experiencia migratoria, toda vez que tomaron un riesgo al vivir en otro país.
Los estudios también muestran como los ingresos del hogar, la acumulación de capital humano, el grado de madurez y la experiencia son clave para el emprendimiento femenino. Estos atributos pueden incrementarse con las experiencias vividas en otros países; en esa medida, se esperaría que estas características ayudaran a las mujeres retornadas a consolidar sus proyectos de emprendimiento.
Sin embargo, la experiencia migratoria también puede llegar a ser negativa y no cumplir con las expectativas que las mujeres se habían trazado. En ese escenario, estas pueden retornar sin haber visto aumentar los niveles de capital financiero y humano. Más aun, la experiencia puede haber sido traumática, afectando su confianza, liderazgo y autoestima y, en última instancia, su capacidad para emprender; en estos casos, las mujeres retornadas podrían verse obligadas a emprender “por necesidad” en actividades económicas poco rentables, en lugar de hacerlo “por oportunidad”.
Metodología
Datos
Los datos utilizados en esta investigación fueron tomados de la Encuesta del Proyecto Global Entrepreneurship Monitor, GEM, Colombia 2012. Esta encuesta es realizada por el Centro Nacional de Consultoría, con cobertura nacional, urbana, rural y para cinco regiones del país (Atlántica, Oriental, Bogotá, Central y Pacífica). Mediante un sistema de muestreo aleatorio estratificado se encuestaron 6 471 individuos entre 18 y 64 años de edad, residentes en Colombia (GEM, 2013), de los cuales, 231 eran mujeres colombianas retornadas. Aunque esta es una encuesta que está enfocada en medir la actividad empresarial, para la encuesta de 2012, tomando en consideración el contexto de la crisis económica internacional, se incorporaron algunas preguntas para indagar por la actividad emprendedora de colombianos y colombianas que retornaron. Las preguntas fueron relacionadas con el retorno: la duración de la estancia en el exterior, el tiempo de retorno, si se había preparado el retorno con ahorros e inversiones y si se habían realizado contactos con personas que ahora pueden ser sus clientes proveedores o socios. Estas preguntas no han sido incluidas en las versiones posteriores de la encuesta.
Variables
A partir de la revisión de literatura (Dustmann & Kirchkamp, 2002; Black & Castaldo, 2009; Henríquez et al., 2010; Mendoza y Huari, 2010; Fuentes y Sánchez, 2010; Rodríguez et al., 2011; Ruiz et al., 2012; Wahba & Zenou, 2012; Sánchez et al., 2013; Añover, 2012; Tovar et al., 2018 y Cruz et al., 2019) se seleccionaron seis variables explicativas. Se esperaba que cinco de ellas afectaran positivamente la probabilidad de que las mujeres retornadas fueran emprendedoras (edad; nivel educativo; conocimientos y habilidades empresariales; contactos y ahorros) y que la variable temor al fracaso la afectara negativamente. La variable dependiente es una dummy que toma el valor de uno (1) si una mujer retornada es emprendedora y de cero (0), en caso contrario. El detalle de las variables está en la tabla
Hipótesis de investigación
H1: las mujeres retornadas que tienen todas o algunas de las siguientes covariables: mayor edad, nivel educativo, menos temor al fracaso, conocimientos y habilidades empresariales, más contactos y ahorros hechos durante su estadía en el extranjero, tienen mayor probabilidad de ser emprendedoras que aquellas que no tienen estas características.
H0: las mujeres retornadas que tienen todas o algunas de las siguientes covariables: mayor edad, nivel educativo, menos temor al fracaso, conocimientos y habilidades empresariales, más contactos y ahorros hechos durante su estadía en el extranjero, tienen la misma probabilidad de ser emprendedoras que las mujeres que no tienen esas características.
Variable | Descripción | Valor |
Dependiente (Y) | La mujer retornada es emprendedora | 1: Si 0: No |
Explicativas | ||
Temor al fracaso | Para usted, ¿el temor a fracasar lo detendría para poner en marcha un negocio o empresa? | 1: Si 0: No |
Conocimientos y habilidades empresariales | ¿Tiene el conocimiento, habilidad y experiencia requeridos para empezar un nuevo negocio? | 1: Si 0: No |
Nivel educativo | ¿Cuál es su nivel educativo? | 1: Superior (tecnológico, universitario o postgrado); 0: Secundaria o menos; |
Edad | Número de años de edad cumplidos | 18 hasta 64 |
Contactos | Durante su estadía en el exterior, ¿hizo contactos con personas o empresas que ahora son o podrían ser sus clientes proveedores o socios? | 1: Si 0: No |
Ahorro | ¿Preparó su regreso a Colombia haciendo algún ahorro o inversión? | 1: Si 0: No |
Fuente. Elaboración propia del autor.
Método de estimación
Para estimar la probabilidad de que una mujer colombiana retornada sea emprendedora, se emplearon modelos de regresión con variables dependientes binaria tipo Probit y Logit. Estos modelos estiman la probabilidad de que un evento ocurra de la siguiente manera:
Donde Prob(Y=1) representa en este caso, la probabilidad de que una mujer colombiana retornada sea emprendedora, x representa un vector de variables independientes o explicativas, β es el vector de parámetros de la relación y F denota la función de distribución acumulada de probabilidad, que puede ser normal, en el caso del modelo Probit, o logística, en el caso del modelo Logit.
Para la interpretación de los parámetros de los modelos Probit o Logit hay que tener en cuenta que los coeficientes estimados no cuantifican directamente el incremento en la probabilidad, dado el aumento unitario en la correspondiente variable independiente. La interpretación de los parámetros debe hacerse a través de las derivadas parciales o los efectos marginales (Cabrer et al., 2001). La elección entre el modelo Probit y Logit se hizo mediante el criterio de información de Akaike, según el cual, debe escogerse el modelo con menor valor en este criterio.
Resultados
Del total de mujeres retornadas 19.48% son emprendedoras y su edad promedio es de 37 años (desviación estándar 10.8). El 27.27% de las retornadas emprendedoras manifiesta que el temor al fracaso las detendría para poner en marcha un negocio o empresa; 68.8% cuentan con educación superior y menos de la mitad de las retornadas emprendedoras hicieron contactos mientras estaban en el extranjero con potenciales clientes, proveedores o socios (44.4%), o realizaron algún ahorro con el fin de preparar su regreso (36.4%), como aparece en la Tabla 2.
Variable | Frecuencia | Porcentaje | |
Conocimiento y habilidades empresariales |
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Temor al fracaso |
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Nivel educativo |
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Contactos |
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Ahorros |
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Fuente. Elaboración propia, con base en la GEM 2012
A continuación, se presentan los efectos marginales del modelo Probit estimado para explorar los posibles factores que afectan la probabilidad de que una mujer colombiana retornada sea emprendedora (Tabla 3). De las seis variables consideradas, solo tres de ellas (contactos, nivel educativo, y conocimiento y habilidades empresariales) tienen un efecto positivo y significativo sobre la probabilidad de que la mujer retornada sea emprendedora, las otras variables no resultaron estadísticamente significativas (temor al fracaso, ahorros y edad). Así las cosas, la hipótesis planteada se acepta parcialmente, es decir, la probabilidad de que una mujer retornada se vuelva emprendedora depende de los contactos realizados en el exterior, su nivel educativo y los conocimientos y habilidades empresariales.
Variable | Efecto marginal | Error Estándar |
Conocimiento y habilidades empresariales | 0.1496*** | 0.0521 |
Temor al fracaso | -0.0480 | 0.0540 |
Nivel educativo | 0.1045* | 0.0528 |
Contactos | 0.2676*** | 0.0813 |
Ahorros | -0.0039 | 0.0561 |
Edad | -0.0029 | 0.0023 |
Número de observaciones | 215 | |
Wald chi2(6) | 33.72 | |
Prob > chi2 | 0.0000 | |
Pseudo R2 | 0.1587 |
Fuente. Elaboración propia, Errores estándar robustos entre paréntesis; *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1
Con un nivel de significancia del 1%, se encontró que las retornadas que cuentan con el conocimiento, las habilidades y la experiencia para iniciar un negocio, incrementan la probabilidad de ser emprendedoras en 14.96%, en comparación con aquellas que no tienen estos atributos. Estudios con mujeres inmigrantes en España han encontrado resultados similares: los conocimientos, las habilidades y la experiencia son necesarios para poder identificar el nicho de mercado en el que podría prosperar un negocio (Sánchez et al., 2013). Sobre este hecho, algunos autores como Henríquez et al. 2010 señalan que, cuando los emprendimientos son “por necesidad”, la capacidad y la acumulación de capital humano pierden importancia.
Por otro lado, con un nivel de significancia del 10%, se pudo establecer que las retornadas con educación superior, comparadas con aquellas que solo tenían educación secundaria o menos, incrementaban la probabilidad de ser emprendedoras en 10.45%. Autores como Rachida (2008) y Castrillón y Ricaurte (2009) han encontrado para Colombia y otros países, que el nivel de formación y competencias son importantes en la decisión de emprender de las mujeres y en el éxito de sus negocios. De forma partícular, Martínez, Hernangómez y Rodríguez (2005) encontraron que el hecho de que las mujeres cuenten con conocimientos en informática puede potenciar su espiritu emprendedor. Estos resultados obtenidos son contrarios a los de Gubert & Nordman, (2008) y Martin & Radu (2012) que encontraron una relación inversa entre educación y emprendimiento argumentado que mayores años de educación facilitaban la vinculación al mercado laboral; claro está, que hay que tener en cuenta que estos autores no hacen una desagregación entre hombres y mujeres.
Ahora bien, hacer contactos durante la estadía en el exterior con personas o empresas que son o pueden ser clientes, proveedores o socios, comparado con no hacerlo, aumenta la probabilidad de que las mujeres retornadas sean empresarias en 26.76%; este resultado es altamente significativo. Esta condición ha sido reconocida en términos generales como un determinante clave en la literatura, aunque no se trate específicamente, de vínculos conseguidos durante la experiencia migratoria. Según Valencia (2010) los contactos pueden adquirirse perteneciendo a asociaciones o redes de apoyo, las cuales aportan información, conocimiento y acceso a múltiples recursos (físicos, financieros, clientes, proveedores, etc.). Esto resultados también van en el mismo sentido de lo encontrado por Ruiz et al. (2012) para España, que identifican como conocer a otros emprendedores facilita la actividad emprendedora.
Conclusiones
Las limitaciones de este trabajo están relacionadas con la naturaleza de los datos utilizados. La encuesta GEM tiene como objetivo comprender la relación entre la actividad emprendedora y el desarrollo económico; no estudiar el emprendimiento entre población retornada. Sin embargo, para la encuesta realizada para Colombia en 2012 se incluyeron algunas preguntas sobre este tema, lo cual permitió explorar los determinantes de la probabilidad de que una mujer retornada a Colombia se volviera emprendedora. No obstante, la encuesta tampoco indaga por aspectos como 1) la posibilidad de que la mujer retornada haya sido emprendedora antes de emigrar o durante su vida en el extranjero; 2) el capital humano, social y financiero con que cuentan estas mujeres antes y después de la experiencia migratoria; y 3) la percepción de estas mujeres sobre el país de origen y destino, en cuanto a la situación económica, social y política, antes y después de emigrar; estos elementos permitirán comprender más profundamente la relación entre emprendimiento y migración de retorno. En este sentido, es deseable que por ejemplo en la GEM se agregara un módulo que mantenga las preguntas incluidas en 2012 y se incorporen otras que permitan explorar estas relaciones.
Las mujeres colombianas retornadas emprendedoras tienen, en promedio, 37 años de edad. La mayoría considera que cuenta con el conocimiento, las habilidades y la experiencia necesarios para comenzar un negocio, no le tiene miedo al fracaso, tiene educación superior y no preparó su retorno realizando algún ahorro. Cerca de la mitad hizo contactos mientras vivió en el extranjero, con potenciales clientes, proveedores o socios. Solo se encontró evidencia estadísticamente significativa de que los conocimientos, las habilidades, los contactos y el nivel educativo, afectaran positivamente la probabilidad de que las mujeres retornadas fueran emprendedoras. La variable contactos fue la que produjo el mayor efecto marginal. Tomando en consideración estos resultados, es recomendable que desde el Estado se siga facilitando la creación de redes sociales que vinculen a los migrantes con los países de origen y destino, tanto con familiares y amigos como con agrupaciones, centros y personas vinculadas a la actividad emprendedora que podrían ser potenciales clientes, proveedores o socios, como se estableció en la Política Integral Migratoria (Consejo Nacional de Política Económica y Social 2009). También requieren acompañamiento en su proceso de inserción laboral y capacitación para el emprendimiento, como está contemplado en el denominado Plan de retorno (Cancillería 2016). A través de estos programas, las mujeres retornadas podrían adquirir las habilidades y competencias requeridas para cristalizar sus ideas de negocio y hacerlas perdurar en el tiempo.
Dado que la literatura evidencia diferencias entre el emprendimiento de hombres y mujeres, se hace necesario conocer y profundizar en los rasgos psicosociales de las emprendedoras, los factores que potencian la capacidad de ellas para iniciar negocios y los obstáculos que enfrentan cuando quieren emprender. Esta información sería útil para que, a través del diseño de políticas públicas, puedan mejorar los resultados de los emprendimientos femeninos y, por lo tanto, el efecto que estos puedan tener sobre el desarrollo económico de los países. Al explorar estas relaciones, se deben considerar mejores fuentes de información como encuestas tipo panel o experimentos controlados, que permitan subsanar de alguna manera, los problemas de endogeneidad y simultaneidad que se presentan cuando se estudia la decisión de retornar y comenzar una nueva empresa.
Por último, es importante resaltar el reducido número de estudios específicos sobre mujeres retornadas emprendedoras que existen en la literatura internacional y el gran vacío sobre el tema en Colombia. Tomando en consideración el movimiento migratorio que desde Venezuela se ha presentado en los últimos años y que ha provocado el retorno de mujeres colombianas, explorar los posibles emprendimientos y sus características, abre la puerta para agendas de investigación en el país y en la región.