1. Introducción
La faceta migratoria con la que se identifica a México con mayor frecuencia es la de país expulsor. Entre 1995 y 2007, la emigración mexicana a Estados Unidos rondó la cuantiosa cifra de 500 mil migrantes al año. A partir de 2007, México empezó a perfilarse como un país receptor de migrantes. La migración de retorno es la más relevante en la actualidad por su dimensión,1 pero la de tránsito y la proveniente de otros países presentan dinámicas dignas de analizar.
En lo que se refiere a la inmigración, el contingente más numeroso de inmigrantes que hay en México es el de personas nacidas en Estados Unidos; muchos de ellos hijos de emigrantes mexicanos que han retornado al país. La Encuesta Intercensal 2015 (EIC) sitúa al total de estadounidenses en México en cerca de 730 mil. El segundo contingente más importante de inmigrantes, aunque notablemente menor, es el de los guatemaltecos, con cerca de 43 mil personas en México en el 2015. Aun menor es la cantidad de salvadoreños y de hondureños en el país (10 500 y 14 500 respectivamente, de acuerdo con la EIC), si bien sus tasas de crecimiento son significativas. Entre el 2000 y el 2015, los procedentes de Guatemala aumentaron 47%; los de El Salvador, 84%; mientras que los de Honduras alcanzaron 246%. Aunque el principal destino de los migrantes centroamericanos sigue siendo Estados Unidos, el fortalecimiento de la frontera, el creciente número de deportaciones y la política antiinmigrante en ese país han provocado que esta población contemple a otros países como receptores, siendo México un destino natural.
Muchos de los migrantes procedentes de la región del Triángulo Norte de Centroamérica2 (TNCA) que se dirigen a México llegan al país en edad productiva, y buscan insertarse en el mercado de trabajo nacional, independientemente de su condición migratoria. México permite a los guatemaltecos (y beliceños) ingresar a trabajar a la zona sur del país hasta por un año cuando ostentan una oferta lícita de trabajo, haciéndose acreedores a recibir una tarjeta de visitante trabajador fronterizo. Los salvadoreños y hondureños no gozan de este trato preferencial. Además, los guatemaltecos se concentran en los estados de la frontera sur, sobre todo en Chiapas, y primordialmente en el sector agrícola; en cambio, los salvadoreños y hondureños están más dispersos en el territorio nacional y en industrias diversas, sugiriendo dinámicas de inserción laboral diferenciadas.3
El presente trabajo tiene como objetivo principal examinar las condiciones en las que los trabajadores procedentes del triángulo norte de Centroamérica se han insertado en el mercado laboral mexicano en los primeros 15 años del presente siglo. Adicionalmente, busca contribuir a la literatura sobre migración analizando un flujo migratorio entre países que comparten la cultura y el idioma. Esta situación resulta de interés puesto que las condiciones de integración de los inmigrantes en este caso pueden diferir de las que se observan en muchos países desarrollados, en donde los inmigrantes, con un idioma y una cultura distinta a la del país de destino, reciben salarios más bajos que los trabajadores nativos con características observables similares, al menos a su llegada al país de destino y durante los primeros años de su estancia. La literatura reciente sobre inmigración y migración de retorno en México muestra que la población migrante en el país generalmente recibe remuneraciones más elevadas cuando se compara con la población nativa, aunque este diferencial salarial positivo, analizado a través de diferentes cohortes, parece disminuir con el tiempo (ver Denier y Masferrer, 2019; Gutiérrez y Parrado, 2016; Meza y Orraca, 2019; entre otros). Los hallazgos que presenta este trabajo, consistentes con dicha literatura, buscan analizar estos diferenciales positivos a la luz de diferentes datos y teorías.
El trabajo también aborda el tema de la selección positiva de los inmigrantes. La literatura sobre la selección positiva de los migrantes surgió a partir de un estudio de Chiswick (1978) en el que se demuestra que, aunque los inmigrantes en Estados Unidos iniciaban su vida laboral con salarios significativamente más bajos que los de los trabajadores nativos con características equiparables, en el largo plazo sus salarios no sólo se igualaban, sino que sobrepasaban a los de la población nativa. Este hallazgo se consideró evidencia de que los inmigrantes se seleccionan positivamente en sus países de origen, especialmente con relación a características no observables como la motivación, el trabajo arduo, la actitud hacia el riesgo y el emprendedurismo. Autores como Borjas (1985, 1994, 2015) o Butcher y Dinardo (2002) han cuestionado la validez de la hipótesis de la selección positiva de los migrantes, argumentando que los cambios en la distribución de salarios -asociados, por ejemplo, a cambios en los retornos al capital humano o en las características observables de las diferentes cohortes de migrantes- pueden modificar el perfil salarial de los migrantes y mostrar un escenario que fácilmente se confunde con el de la selección positiva. Además, autores como McKenzie y Rapoport (2010) sostienen que cuando los costos de migrar disminuyen a partir del fortalecimiento de las redes sociales, esta selección positiva se debilita y puede aún llegar a convertirse en negativa. El propio Borjas, en un trabajo de 1987 (Borjas, 1987), relaciona la desigualdad de la distribución del ingreso con la selección positiva y negativa de los migrantes, y asegura que cuando el país de origen de los migrantes es más desigual que el país de destino, se sientan las bases para una selección negativa. Adicionalmente, es importante tomar en cuenta que los migrantes que deciden permanecer en México y no emigrar a Estados Unidos, muy probablemente enfrentan condiciones laborales favorables con respecto a los trabajadores nativos.
Sin embargo, a pesar de las críticas, la idea de la selección positiva de los inmigrantes subsiste en la literatura; de hecho, algunos trabajos más recientes proponen que ésta no solamente se refleja en los salarios en los países de destino, sino que se puede analizar también en relación con los salarios en el país de origen, o con otras variables distintas al salario (como la calidad del empleo o los ingresos familiares), dando pie a una nueva veta del estudio de la selección positiva.
En la comparación de México con los países del TNCA encontramos que, en 2009, el coeficiente de Gini en México era de 0.505, mientras que en Guatemala era de 0.585; en Honduras de 0.580 y en El Salvador de 0.478. Por lo tanto, de acuerdo con lo que plantea Borjas, se podría pronosticar que los migrantes de Guatemala y Honduras se seleccionarán negativamente al asentarse en México, pero que los de El Salvador se seleccionarán positivamente. Por otro lado, esperaríamos observar migrantes centroamericanos con niveles bajos de escolaridad, dado que aquellos con mayores niveles de capital humano disfrutan de un trato menos discriminatorio en la Unión Americana. Aunque los resultados que presenta este trabajo indican que los inmigrantes del TNCA en México se insertan de manera favorable en el mercado laboral, no necesariamente apoyan la hipótesis de la selección positiva; en los resultados discutimos diversas opciones para explicar este hallazgo.
Con el presente trabajo buscamos ampliar el alcance de un trabajo anterior (Meza y Pederzini, 2020) en donde, utilizando datos de la EIC de 2015, encontramos un trato laboral favorable hacia los trabajadores centroamericanos en México, tanto en términos de salarios como de prestaciones. En esta ocasión, nuestro análisis es mucho más robusto debido a que los resultados se corroboran con estimaciones de efectos fijos temporales que incluyen controles por factores de demanda. Además, los años de análisis se amplían al incluir estimaciones para los años 2000 y 2010.
El presente trabajo se organiza de la manera descrita a continuación. El segundo apartado incluye una revisión de la literatura que se compone de dos partes: la primera analiza la inserción de los migrantes provenientes del TNCA en otros países de la región de Norteamérica; mientras que la segunda describe, por un lado, el contexto en el que se desarrolla la migración centroamericana en México y, por otro, relata una serie de estudios acerca de la población migrante en México y las condiciones en las que esta población se incorpora en el mercado laboral nacional. La tercera sección describe los datos y la metodología de análisis. En el cuarto apartado se presentan algunas estadísticas descriptivas que permiten entender los diferentes patrones de inserción laboral de los migrantes centroamericanos. El quinto apartado incluye los resultados de las estimaciones de corte transversal para los años 2000, 2010 y 2015, así como del análisis que busca probar la robustez de los primeros resultados usando estimaciones de efectos fijos temporales, los cuales incluyen controles de demanda (a este análisis le llamamos “longitudinal”4). El sexto y último apartado incluye algunas reflexiones a manera de conclusión.
2. Revisión de la literatura
2.1 Migrantes centroamericanos en Norteamérica
El Salvador, Guatemala y Honduras se incorporaron gradualmente al sistema migratorio norteamericano a partir de los años sesenta. Durante la década de los ochenta, la salida de migrantes de El Salvador y Guatemala creció vertiginosamente debido al recrudecimiento de los conflictos armados entre grupos guerrilleros y los gobiernos en estos países. Debido a que Honduras no experimentó un conflicto armado a gran escala, la emigración de este país no se aceleraría sino hasta la década de los noventa. Una vez que las comunidades de migrantes del TNCA se establecieron en Estados Unidos y en México, la situación económica de la región, así como los desastres naturales (huracanes y terremotos) generaron nuevos movimientos de población que se vieron fortalecidos por las redes migratorias y la reunificación familiar (Pederzini et al., 2015).
A lo largo de la última década, la pobreza, la falta de oportunidades, así como la violencia y la inseguridad, especialmente relacionada con pandillas, se han convertido en los principales detonantes de le emigración de los países del TNCA (Azpuru y Hernández, 2015). Los crímenes violentos y las extorsiones intimidan a las personas y las expulsan de sus comunidades y de su país. Desde mediados de la década del 2000 se han registrado de 38 a 40 homicidios diarios en la región, acompañados de extorsiones y de luchas internas por el control de más 100 000 pandillas de jóvenes (Orozco, 2018).
El principal destino para los emigrantes centroamericanos ha sido Estados Unidos. Alrededor del 80% viven en ese país. Sin embargo, a pesar de que un porcentaje significativo de los emigrantes llegó a la Unión Americana huyendo de la persecución política, no buscaron asilo en ese país porque el gobierno de Estados Unidos, que apoyaba a los gobiernos de dónde venían, no los consideraba sujetos legítimos de asilo. Eventualmente, cuando el gobierno de El Salvador presión al de Estados Unidos para que no repatriara a los salvadoreños por la enorme presión que significaban para el mercado laboral de su país, se creó la figura del Temporary Protected Status, que permitía a los salvadoreños una estancia legal (McBride, 1999). En Canadá, en cambio, aunque un porcentaje elevado de solicitudes de refugio fuera rechazado (52% en 1983), había un porcentaje de solicitudes de asilo mucho más alto (Smith, 1986).
Otra característica interesante de los migrantes centroamericanos en Estados Unidos es que, al igual que los mexicanos, tienen tasas de naturalización muy bajas en comparación con otros migrantes. Se ha encontrado también que los centroamericanos, en comparación con migrantes de otros países y al igual que los mexicanos, son más jóvenes y presentan un porcentaje más elevado de hombres (Brick et al., 2011).
Respecto a la participación laboral, varios autores coinciden en señalar que los centroamericanos tienen una tasa de participación laboral más alta que los nativos en Estados Unidos (Terrazas, 2011 y Brick et al., 2011). Terrazas estima que la participación laboral de los hombres centroamericanos es de 89% frente a un 80% en el caso de los migrantes provenientes de otros países. En el caso de las mujeres, la relación es 65% frente al 57%.
Las mujeres salvadoreñas jóvenes que llegaron a Estados Unidos en los años setenta y ochenta encontraron trabajo como cuidadoras en el sector industrial y privado y en trabajo de ensamblaje intensivo en mano de obra en talleres o trabajo en casa. Los hombres, en cambio, generalmente trabajaban bajo condiciones arduas y en lugares peligrosos: limpiando ventanas en rascacielos, quitando asbesto, trabajo de jardinería, etc. Veinticinco años después, los salvadoreños continúan concentrados en nichos industriales que se caracterizan por sus bajos salarios y sus pobres e inciertas condiciones de trabajo (Landolt y Da, 2005). De hecho, se ha señalado que los hombres centroamericanos en Estados Unidos están sobrerrepresentados en trabajos de baja calificación como la construcción, extracción, transporte y servicios (Terrazas, 2011 y Brick et al., 2011).
En este sentido, en un estudio que aborda los primeros años de los noventa en California, Menjívar (1999) encuentra que el mercado laboral de los guatemaltecos y salvadoreños estaba segmentado por género: las mujeres encontraban trabajos fundamentalmente como trabajadoras domésticas o de limpieza en hoteles u oficinas. También en Los Angeles encontraban trabajo en algunas fábricas. Por otro lado, los hombres se empleaban como conserjes, jardineros, ayudantes de mesero o trabajadores de la construcción.
De acuerdo con Rodríguez (1987), los migrantes centroamericanos en Houston no han seguido el patrón de empleo eminentemente industrial de migrantes anteriores en la ciudad. Independientemente de su ocupación previa, el hecho de que sean indocumentados lleva a que obtengan trabajo de bajo nivel. El autor documenta la tendencia de los trabajadores centroamericanos a formar enclaves, trabajando en equipos con otros trabajadores indocumentados o con trabajadores nativos, especialmente Mexicoamericanos (chicanos). Los empleadores contratan a los indocumentados en grupos porque esto les garantiza poder encontrar más trabajadores cuando los necesitan (Rodríguez, 1987). Se ha encontrado también que menos de la mitad de los adultos provenientes de Centroamérica tenían seguridad social por parte del empleador: aun cuando sean residentes legales, no reciben seguro médico como prestación (Carrasquillo et al., 2000).
2.2 Migrantes centroamericanos en México
El estudio de la integración de los inmigrantes a la sociedad mexicana es todavía un campo muy poco desarrollado. Los trabajos que abordan el tema de la inserción laboral de los inmigrantes centroamericanos en el país se concentran en el estudio de los flujos temporales transfronterizos de guatemaltecos y enfatizan el bajo capital humano, la vulnerabilidad y la precariedad laboral de esta población. Castillo y Casillas (2003), por ejemplo, encuentran que los trabajadores migratorios temporales guatemaltecos que acuden anualmente a las plantaciones de café en la región del Soconusco se dedicaban a labores agrícolas en sus lugares de procedencia, lo que sugiere un bajo nivel de capital humano. Nájera (2013), por su parte, señala que más del 40% de los trabajadores guatemaltecos en México se dedican a las labores agrícolas. Sin embargo, enfatiza que los que se dedican a la producción cafetalera, cuentan con salarios y prestaciones de ley mientras que los que se dirigen a los cultivos de calor experimentan condiciones de trabajo más precarias. Rojas Weisner (2017) y Guillen (2016) resaltan el aumento de la vulnerabilidad de los trabajadores guatemaltecos en México. Guillen (2016), por un lado, destaca que la circularidad es una de las características relevantes del mercado laboral entre México y Guatemala, y observa entre 2004 y 2015 un deterioro en las condiciones laborales de migrantes por un aumento en el porcentaje de trabajadores a destajo y de los que ganan menos de un salario mínimo. Reseña, también, una disminución del porcentaje de los que reciben un sueldo fijo. Rojas Weisner (2017), por su parte, atribuye el aumento de la explotación laboral y otras formas de violencia y discriminación a la menor oferta de trabajadores guatemaltecos.
En general, los trabajos mencionados hacen uso de la Encuesta sobre Migración Internacional en Frontera Sur (EMIF Sur) o de levantamientos propios para entender la realidad laboral de los centroamericanos en el país, lo que implica que estudian una población distinta a la que se analiza en este trabajo. Posiblemente porque solamente a través de los censos de población se puede tener un panorama confiable de su volumen, distribución geográfica, así como de su distribución por edad, sexo y otras características (Pederzini, 2018), la población centroamericana residente en el territorio mexicano se ha estudiado muy poco. Los hallazgos que reportan los estudios basados en la EMIF no reflejan lo que sucede con el total de la población migrante residente en México. De hecho, el conocimiento de la inserción laboral de los migrantes centroamericanos asentados en el país es todavía incipiente. La literatura basada en fuentes adecuadas para estudiar esta población ha señalado que los hombres guatemaltecos se distinguen por su alta participación en el sector primario, mientras que los salvadoreños y hondureños muestran mayor presencia en el sector secundario. La segregación ocupacional por sexo explica una muy baja participación femenina en el sector primario y secundario (Masferrer y Pederzini, 2017).
Por otra parte, el bajo nivel de acceso a los servicios de salud también fue documentado por Meza (2015) con información del Censo de Población y Vivienda de 2010: solamente el 9.4% de los trabajadores nacidos en Guatemala y residentes en los estados fronterizos tiene acceso a atención médica, mientras que el 73.2% carece de ella.
Asimismo, al hablar de aguinaldo, el 61.5% no lo recibe y el 79.8% no cuenta con ahorro para el retiro (Meza, 2015). También se ha observado que más de la mitad de los migrantes centroamericanos residentes en México participan laboralmente como asalariados, y se puede apreciar que esta tendencia se acentúa entre los migrantes recientes, en comparación con los migrantes que llevan más tiempo en nuestro país. Los niveles de escolaridad, así como los patrones de dispersión geográfica e inserción laboral, muestran perfiles heterogéneos por país de origen dentro de la población del TNCA que sugieren formas diversas de integración económica en los contextos locales (Masferrer y Pederzini, 2017). Una asignatura pendiente es comprender cabalmente la inserción laboral de los trabajadores del TNCA en México de manera que, entre otras cosas, podamos explicar cuáles son los factores que facilitan o propician su llegada al mercado laboral mexicano.
2.3 Población migrante en México y su inserción laboral
Efectivamente, la literatura acerca de la inserción laboral de la población migrante residente en México, y en especial la referente a su auto-selección, es limitada, aunque en fechas recientes diversos autores han llevado a cabo esfuerzos importantes para entender cómo la población retornada o la población de origen extranjero ha logrado insertarse en el mercado laboral mexicano y cómo esas condiciones de inserción han cambiado en el tiempo.
Con respecto a la población retornada, el trabajo de Campos-Vázquez y Lara (2012) se considera relevante, pues utiliza una metodología que ha resultado útil en la discusión respecto de si los migrantes mexicanos en Estados Unidos se seleccionan positiva o negativamente. Estos autores hacen uso de datos de los censos mexicanos de 1990, 2000 y 2010 para analizar qué salarios obtendrían los migrantes de retorno en el caso de que nunca hubieran decidido salir del país. El objetivo es probar si las personas que decidieron residir un tiempo en el vecino país del norte hubieran recibido en México, de no haber migrado, salarios más altos que los de sus contrapartes nativas de características similares. Si esto se probara, implicaría que estos migrantes fueron seleccionados positivamente en su país de origen; en cambio, si se demuestra que sus salarios hubieran sido menores que los de sus contrapartes de características similares, la conclusión sería que estos migrantes se seleccionaron de manera negativa. El método de análisis de estos autores se basa en la estimación de una distribución salarial contrafactual de los migrantes de retorno, si éstos hubieran permanecido en territorio mexicano (método de Dinardo et al., 1996).
Los resultados del trabajo muestran que los patrones de auto-selección de los migrantes que, después de haber vivido un tiempo en Estados Unidos deciden regresar a México, ha cambiado a lo largo del tiempo: en 1990, los salarios contrafactuales de los migrantes de retorno eran mayores que los de las personas que decidieron permanecer en el país, tanto para hombres como para mujeres, es decir, la selección de los migrantes era en ese año ligeramente positiva. En el año 2000, la selección de los migrantes retornados a México siguió siendo positiva solo para las mujeres. Los hombres, en cambio, provienen de la parte media de la distribución salarial. Los resultados para 2010 son distintos: los migrantes que regresaron en ese año pudieron incrementar sus salarios gracias al capital humano y a los ahorros que adquirieron en su estancia en Estados Unidos. Si no hubieran salido del país, sus salarios hubieran sido más bajos que los de sus contrapartes nativas que nunca migraron. Esto sugiere que, en 2010, la selección de los migrantes mexicanos fue negativa. Nótese que el objetivo de este trabajo es probar la hipótesis de la selección positiva o negativa a través de un análisis de los salarios en el país de origen de los migrantes, en este caso México. Aunque esto se podría considerar ideal, también es cierto que muchos trabajos utilizan datos del país de destino para indagar sobre la auto-selección de los migrantes.
Los resultados de Campos-Vazquez y Lara (2012) son consistentes con un hecho que se encuentra en muchos de los otros trabajos sobre migración de retorno: que la fortuna económica de estos migrantes se ha deteriorado con el tiempo. En dos trabajos más recientes, Gutiérrez (2019) y Gutiérrez y Parrado (2016) muestran que el deterioro de las condiciones económicas de los migrantes retornados en México se explica, al menos parcialmente, por los menores niveles de educación con que regresan; las mayores probabilidades de residir en áreas no urbanas; el mayor involucramiento en trabajos de naturaleza informal y en ocupaciones que requieren menor capital humano. Esto implica, al menos en parte, que las características observables de estos migrantes retornados están detrás del deterioro de sus condiciones de inserción en el mercado laboral mexicano. Sin embargo, también las condiciones de la economía mexicana han cambiado, lo que implica que tanto factores de oferta como de demanda pueden estar detrás de los resultados laborales de los migrantes de retorno. De hecho, un trabajo de Lindstrom (2013) afirma que muchos de los migrantes de retorno, en especial los varones, ven limitada su capacidad de capitalizar su experiencia laboral en Estados Unidos y de experimentar movilidad social ascendente después de su regreso del vecino país del norte. Más aún, este autor muestra que muchos de los migrantes retornados experimentan movilidad social descendente, lo que confirma el hallazgo de otros autores como Anguiano-Tellez et al. (2013), Mestries (2015) y Salas-Alfaro (2016).
En otro trabajo sobre migración de retorno, Denier y Masferrer (2019) argumentan que las grandes transformaciones que ha sufrido la economía mexicana en los últimos tiempos podrían explicar el deterioro de las condiciones laborales de los migrantes de retorno. En este sentido, la caída de los retornos a la educación, de la tasa de sindicalización y de la capacidad adquisitiva del salario mínimo han derivado en una precarización del mercado laboral (esto también concluye Campos-Vázquez, 2013). Las autoras comparan los resultados laborales de los migrantes internos, de los migrantes de retorno y las de los extranjeros nacidos en Estados Unidos con los resultados laborales de los mexicanos que nunca experimentaron un movimiento migratorio, encontrando cambios en la posición relativa de cada uno de los grupos analizados entre 2000 y 2015. Tanto los migrantes de retorno como los inmigrantes procedentes de Estados Unidos experimentaron efectivamente un cambio negativo en sus condiciones laborales. Meza y Orraca (2019) analizan tanto los salarios como otras condiciones laborales de los jóvenes de origen estadounidense que se insertan en el mercado laboral mexicano en el periodo 2000-2015 mostrando que, efectivamente, estos inmigrantes (quienes son mayormente hijos de mexicanos que han regresado al país) han visto deterioradas sus condiciones laborales en México. Estos hallazgos coinciden con los de otros autores que analizan la inserción laboral de los grupos migrantes.
3. Datos y metodología
El presente apartado describe las fuentes de datos utilizadas en las estimaciones tanto de corte transversal como de efectos fijos temporales, y la metodología utilizada.
3.1 Los datos
La información utilizada en este estudio proviene del Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI). En primer lugar, se usan datos de la EIC de 2015. La EIC es representativa de la población total de México a nivel nacional, estatal, municipal y de todas las localidades en el país que cuentan con más de 50 mil habitantes. La muestra en esta encuesta comprende a un total de 6.1 millones de viviendas y es la más grande que hasta el momento se ha levantado en México. Aunque no es representativa de la población inmigrante, incluye observaciones suficientes de personas provenientes de la región del TNCA.5 Un problema con los datos de 2015 es que la EIC no incluyó una pregunta sobre las horas trabajadas de los individuos. Esto generó problemas con las estimaciones de salarios, pues no permitió controlar por el esfuerzo laboral de los trabajadores en este año.
En segundo lugar, se usan datos de los censos de población y vivienda de 2010 y de 2000. En 2010 la información laboral se capturó a través del cuestionario ampliado, por lo que sólo se pudo incluir en el análisis la muestra censal que abarcó a alrededor de 2.9 millones de viviendas en el país y es representativa de la población de México a nivel nacional, estatal, municipal y de las localidades mayores de 50 mil habitantes. Aunque la muestra incluye suficientes observaciones de inmigrantes para hacer estimaciones que aproximen la realidad de la inserción laboral de esta población en México, al igual que la EIC, no es representativa de la población inmigrante.
Debido a que el cuestionario básico del censo de 2000 incluye preguntas sobre la inserción laboral de toda la población entrevistada, utilizamos la base de datos completa, lo que permite captar con alta precisión las características socio-demográficas y laborales de los inmigrantes residiendo en México. Se puede afirmar, entonces, que los resultados de 2000 son los más robustos ya que no presentan el problema de la falta de representatividad de la población inmigrante que se observa en las bases de datos del 2010 y el 2015. Además, el cuestionario del censo del 2000 incluye la pregunta de las horas trabajadas, lo que permite controlar por el esfuerzo laboral, aunque, por otro lado, el análisis de este año se limita a los salarios pues el cuestionario no indaga sobre las prestaciones laborales.
La muestra utilizada incluye a las personas de entre 15 y 64 años. Dado que las estimaciones hacen uso de datos de personas ocupadas, y no solo asalariados, nuestras variables dependientes son el ingreso laboral y las prestaciones asociadas a la posición laboral. Sin embargo, para simplificar la nomenclatura, llamamos salario al ingreso laboral.6 Las estadísticas socio-demográficas de la población de interés se calculan usando los ponderadores de las bases de datos de 2010 y 2015, mientras que las estimaciones econométricas se hacen sin hacer uso de los ponderadores.7
3.2 Metodología
Para entender cómo ha evolucionado en el tiempo la integración o inserción laboral de los migrantes procedentes del TNCA, realizamos un análisis de corte transversal para cada uno de los años estudiados, y un análisis que llamamos “longitudinal”,8 que integra las 3 bases de datos utilizadas en una sola. El análisis de corte transversal comprende, en primer lugar, la estimación de ecuaciones de Mincer similares a las que proponía Chiswick (1978), para toda la economía.9 Las primeras ecuaciones que se estimaron fueron las siguientes:
donde wi es el ingreso laboral o salario del trabajador i; Xi es un vector de características socio-demográficas que incluyen el nivel educativo, la jefatura del hogar, si el individuo procede de alguna etnia indígena, su sexo, si vivía o no en México 5 años antes del levantamiento y su región de residencia;10 Ai representa la edad del trabajador y aproxima su experiencia laboral potencial; Ii es una variable dummy que indica si el trabajador es inmigrante procedente de alguno de los países del triángulo norte de Centroamérica o no; la interacción (I i ∗ ri) nos dice si el inmigrante vivía o no en México 5 años antes del levantamiento del censo o de la encuesta, y εi es un error estocástico. Este modelo incluye un polinomio de segundo orden en la variable de edad, para permitir una relación cuadrática con el salario. Las variables independientes se fueron agregando por grupos a los modelos para probar la robustez de los resultados. Para el año 2015 se estima el modelo con ingresos laborales mensuales, debido a que, como ya se había mencionado, el cuestionario no incluía la pregunta de horas trabajadas, pero para el 2000 y el 2010, la variable dependiente es el ingreso laboral por hora. Es de resaltar que respecto de la estimación de Chiswick (1978), hace falta la variable que denota los años que el trabajador inmigrante ha pasado en México. Desafortunadamente, esto no se pregunta en ninguno de los cuestionarios, por lo que no es posible incluirla en las regresiones.
En nuestro caso, el coeficiente γ 0 representa el diferencial salarial porcentual entre los trabajadores nativos y los inmigrantes en el momento de la llegada a México, mientras que el coeficiente γ 1 muestra qué tanto difieren los salarios o el ingreso laboral entre los trabajadores inmigrantes que han llegado recientemente a México y entre los que llevan más años en el país. Esta interacción entre la variable que denota la nacionalidad y la de reciente llegada a México es la mejor manera que encontramos para suplir la falta de una variable que nos diga el número de años que el migrante lleva residiendo en México.
Para comprender mejor la inserción laboral de los migrantes del TNCA en México se estimaron, para 2010 y 2015, modelos de probit ordenado con los datos de corte transversal para la economía en su conjunto, donde la variable dependiente es la suma de las prestaciones que reportan cada uno de los trabajadores incluidos en la muestra.11 Las regresiones de prestaciones que estimamos para los años 2010 y 2015 son las siguientes:
donde Σpresta es la sumatoria de las variables dummy que denotan si el trabajador disfrutó o no de cada una de las diferentes prestaciones laborales incluidas en el cuestionario. Las variables independientes son las mismas que las de la ecuación de salarios. También en este caso, las variables independientes se fueron agregando por grupos al modelo para probar la robustez de los resultados.
El modelo se estimó tanto para la población ocupada como para mujeres y hombres ocupados por separado, aunque en este trabajo solo se presentan las estimaciones para ambos sexos12. Reconocemos que los patrones de inserción laboral de hombres y mujeres difieren de manera importante, y que la participación laboral femenina implica una auto-selección que debe tomarse en cuenta en las estimaciones.
Con el objetivo de comprender las razones detrás de los diferenciales salariales y de prestaciones que se obtienen en la estimación de las ecuaciones de Mincer y de los probits ordenados, se realizaron ejercicios de descomposición salarial del tipo Blinder-Oaxaca, con los datos de corte transversal para cada año considerado.13 Este procedimiento separa el diferencial salarial entre dos grupos de trabajadores en una parte explicada por las diferencias en las características observables de los trabajadores, como la educación, la edad o la experiencia laboral, y en otra explicada por los coeficientes asignados a cada una de estas características (a lo que se le llama “parte no explicada”). La parte no explicada de los diferenciales generalmente se atribuye a la discriminación, pues muestra los precios que se pagarían al grupo en desventaja si sus características se pagaran a la misma tasa a la que se pagan al grupo aventajado. En nuestro caso particular, la parte no explicada del diferencial puede asociarse con los pagos a las características observables de los migrantes, si se les pagara lo mismo que a los mexicanos. Si esta parte no explicada es negativa significa que, si las características de los inmigrantes se pagaran a los mismos precios que se pagan a los mexicanos, los primeros ganarían menos. Asumimos este resultado como evidencia de trato preferencial a los grupos inmigrantes procedentes del TNCA en México.14
Para probar, aún más, la robustez de nuestros resultados de corte transversal, decidimos controlar por lo que pasa con los salarios en el tiempo. Además, se buscó tomar en cuenta las condiciones de demanda, a través de la inclusión de variables dummy que denotan el sector en el que se inserta cada trabajador. Así, usando efectos fijos en el tiempo, se hicieron estimaciones con las bases de datos de los tres años analizados integrados.15 Esta estimación se considera la más adecuada pues, aunque no controla por la heterogeneidad no observada de cada una de las observaciones, permite tomar en cuenta los cambios en las características observadas de los migrantes en el tiempo. En los estudios de migración, se considera óptimo hacer uso de datos panel pues se argumenta que las mismas características no observables que determinan los resultados laborales de los migrantes son las que definen su calidad migratoria. Además, la crítica de Borjas (1985) a las estimaciones de Chiswick permite afirmar que los resultados de corte transversal son fáciles de malinterpretar, pues en donde parece haber un diferencial a favor del grupo migrante, es probable que solo exista un efecto de cohorte (véase Borjas, 1985). Se puede afirmar que la estimación con datos integrados se lleva a cabo para evitar los problemas de interpretaciones de los diferenciales salariales que conlleva hacer estimaciones de corte transversal. De esta forma, con las bases integradas, se estimaron los siguientes modelos de salarios, usando datos de salarios reales mensuales:16
donde wi j es el salario o ingreso laboral mensual del inmigrante i en el tiempo j; wnl es el salario o ingreso laboral mensual del trabajador nativo n en el tiempo l; X es un vector de características socio-demográficas estándar, que además de las regiones de procedencia de los individuos, incluye los sectores productivos en los que se insertan los trabajadores;17 A representa la edad del trabajador al momento del levantamiento de cada encuesta o censo; y Π es una variable dummy que indica de qué base de datos se obtuvo cada observación (efectos fijos por años). Los coeficientes para cada una de las variables independientes se comparan en las regresiones de trabajadores nativos e inmigrantes.
En todas las estimaciones los salarios están deflactados con el Índice Nacional de Precios al Consumidor, y expresados en precios constantes de 2015.
4. Estadísticas descriptivas: características de la población del TNCA en México
Aunque nos referimos a la población migrante procedente de tres países vecinos y similares en su nivel de desarrollo, existen diferencias sustanciales relacionadas no solo con las características del país de origen, sino también con la forma y la temporalidad en que se ha venido presentando el fenómeno migratorio. Esto lleva a que se observen diferencias importantes en las características de la población migrante procedente del TNCA en México. Como se puede ver en el Cuadro 1, aunque la población de los tres países continúa siendo pequeña en términos absolutos,18 experimentó un crecimiento significativo entre 2000 y 2015. La población de Guatemala se mantiene a lo largo del período como la más numerosa, aunque es la que crece a menor ritmo. El hecho de que El Salvador sea un país eminentemente urbano y que un porcentaje importante de los salvadoreños saliera de su país por razones políticas, explica que la población de este país sea la que muestra los promedios de edad y de escolaridad más elevados (Hamilton y Sloltz Chinchilla, 1991). Sin embargo, los datos también muestran que los salvadoreños tienden a tener menores niveles de escolaridad en los dos períodos recientes. Lo mismo ocurre en el caso de los hondureños. Los migrantes que provienen de Guatemala muestran, en cambio, los menores niveles de escolaridad. Aunque este promedio de escolaridad aumenta levemente entre 2000 y 2010, disminuye ligeramente en el último quinquenio. Esta dinámica es importante pues muestra que las características observables de la población centroamericana que llega a residir a México se han deteriorado en el tiempo.
2000 | 2010 | 2015 | ||||||||||
El Salvador | Guatemala | Honduras | México | El Salvador | Guatemala | Honduras | México | El Salvador | Guatemala | Honduras | México | |
Total de personas (miles) -Ponderado | 4.971 | 20.384 | 3.199 | 57,732 | 7.626 | 27.108 | 9.042 | 61,656 | 9.316 | 35.412 | 13.000 | 77,164 |
Total de personas (miles) - Sin Ponderar | 2.529 | 8.806 | 1.468 | 27,538 | 0.263 | 1.098 | 0.354 | 2,832 | 0.645 | 4.035 | 0.972 | 5,824 |
Mujeres (%) | 52.2 | 52.7 | 59.4 | 52.1 | 58.7 | 55.3 | 54.9 | 52.0 | 48.5 | 54.4 | 53.4 | 52.0 |
Migrantes recientes (%) | 15.8 | 15.8 | 28.6 | 0.4 | 18.3 | 19.1 | 23.7 | 1.2 | 19.9 | 18.4 | 23.9 | 0.6 |
Edad promedio (a˜nos) | 36.5 | 32.3 | 33.0 | 32.9 | 40.1 | 34.7 | 33.3 | 34.7 | 39.6 | 35.0 | 33.1 | 35.5 |
Promedio a˜nos de escolaridad | 9.6 | 3.9 | 9.3 | 7.8 | 9.0 | 5.0 | 8.0 | 9.0 | 8.9 | 4.8 | 7.9 | 9.6 |
Parentesco con el jefe (%) | ||||||||||||
Jefe | 41.6 | 38.4 | 38.6 | 33.4 | 39.7 | 39.5 | 44.4 | 33.5 | 46.2 | 40.1 | 40.1 | 34.1 |
Hijo | 9.3 | 13.0 | 5.0 | 30.6 | 7.2 | 7.2 | 6.0 | 30.6 | 7.2 | 7.5 | 5.2 | 30.1 |
Carácterísticas laborales | ||||||||||||
Participación laboral (%) | 57.7 | 55.1 | 52.4 | 54.4 | 51.3 | 56.9 | 57.5 | 52.0 | 63.0 | 58.1 | 60.2 | 55.5 |
Ingreso laboral promedio mensual (pesos) | 6545 | 1978 | 4670 | 3629 | 6070 | 5702 | 5471 | 5738 | 6990 | 4149 | 6597 | 6297 |
Sin prestaciones (%) | 1.8 | 6.6 | 2.5 | 3.6 | 0.0 | 0.0 | 0.0 | 0.0 | 47.4 | 65.7 | 64.0 | 34.5 |
Desempleados (%) | 1.3 | 0.7 | 1.4 | 1.3 | 2.1 | 3.2 | 3.7 | 4.6 | 1.3 | 1.7 | 2.2 | 2.4 |
Participación por sector (%) | ||||||||||||
Primario | 5.1 | 54.8 | 6.9 | 15.0 | 8.5 | 35.0 | 9.4 | 13.7 | 8.0 | 31.7 | 5.2 | 10.4 |
Industrial | 28 | 13 | 30 | 29 | 22 | 13 | 24 | 25 | 26 | 16 | 29 | 26 |
Servicios | 45.1 | 22.7 | 43.4 | 34.2 | 52.9 | 34.2 | 40.2 | 37.7 | 46.6 | 36.5 | 45.3 | 40.4 |
Comercio | 19.0 | 9.0 | 17.7 | 17.1 | 15.5 | 17.0 | 26.8 | 18.8 | 17.4 | 15.7 | 19.6 | 18.5 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de los Censos de Población de 2000 y 2010 y la EIC 2015.
Con relación a los ingresos mensuales promedio, se puede observar que las personas que nacieron en El Salvador son las que muestran los niveles de ingreso más altos. Esta relación se mantiene a lo largo del período, aunque el diferencial disminuye. En 2000, los ingresos promedio de los salvadoreños eran 80% más altos que los de los mexicanos, mientras que en 2015 sólo eran 11% más altos. Los hondureños presentan niveles de ingreso promedio más altos, pero con menor diferencia de lo que se observa en el caso de los salvadoreños. Nótese cómo, en el año 2000, el nivel de escolaridad promedio de los migrantes hondureños era más alto que el de la población nativa, y que este nivel se reduce con el paso del tiempo. Los ingresos laborales de los guatemaltecos, en cambio, se ubican siempre en los niveles más bajos, por debajo de los ingresos laborales de los mexicanos. Esto se explica, en parte, por los niveles de escolaridad de esta población, que en todos los años son menores que los de la población mexicana.
De hecho, la participación laboral por sector podría, en gran medida, explicar los diferenciales en ingreso que se observan. Se aprecia que los guatemaltecos se concentran en el sector primario, aunque a lo largo del período se diversifican hacia otros sectores, particularmente, hacia el sector servicios. La estructura de participación por sector de los salvadoreños y hondureños se concentra, en mayor medida que la de los trabajadores nativos en México, en el sector servicios, y no presenta grandes cambios a lo largo del período.
El Cuadro 2 incluye únicamente datos de 2015 y muestra la situación laboral de los trabajadores por nacionalidad. Llama la atención que los guatemaltecos son los que presentan el porcentaje de empleados (asalariados) más bajo, mientras que el porcentaje de peones y de trabajadores sin pago es el más alto. Esto sugiere una migración familiar importante en este grupo.
El Salvador | Guatemala | Honduras | México | |
Situación en el trabajo (%) | ||||
Empleado | 54.2 | 43.3 | 56.3 | 66.9 |
Patrón | 7.1 | 2.3 | 2.4 | 3.0 |
Peón | 4.1 | 17.7 | 4.3 | 4.8 |
Ayudante | 4.7 | 6.2 | 8.1 | 3.9 |
Cuenta propia | 27.7 | 25.8 | 28.1 | 18.9 |
Sin pago | 2.1 | 4.6 | 0.8 | 2.5 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Promedio de prestaciones | ||||
Total | 2.4 | 1.1 | 1.4 | 3.5 |
Empleado | 2.6 | 1.6 | 1.6 | 3.9 |
Peón | 0.7 | 0.3 | 0.1 | 0.3 |
Ayudante | 0.6 | 0.3 | 0.2 | 0.4 |
Trabajadores formales (porcentaje) | ||||
Total | 23.7 | 10.8 | 15.4 | 41.9 |
Empleado | 41.8 | 22.1 | 27.0 | 61.7 |
Peón | 16.7 | 5.8 | 4.5 | 8.7 |
Ayudante | 6.3 | 2.9 | N.D. | 6.7 |
Fuente: Elaboración propia con datos de la EIC 2015.
El hecho de que los guatemaltecos se concentren en el sector primario nos permite concluir que la población guatemalteca que reside en México, al igual que la población transfronteriza, presenta condiciones laborales que se caracterizan por la precariedad. En cambio, los salvadoreños muestran una propensión aún mayor que la de los mexicanos a desempeñarse como patrones, lo cual, probablemente se relaciona con su alto nivel de escolaridad. Los hondureños, por su parte, presentan el porcentaje más alto de trabajadores por cuenta propia, lo que aunado al dato de que se desempeñan en mayor proporción que sus contrapartes en el sector comercial sugiere que el migrante hondureño es más propenso a trabajar de manera independiente. En general, los inmigrantes del TNCA en México tienen una propensión más alta que los mexicanos a desempeñarse como cuentapropistas, sugiriendo cierta dificultad para la inserción laboral.19
El Cuadro 2 también muestra que los inmigrantes del TNCA reciben menores prestaciones que los trabajadores mexicanos, en el total y en cada una de las situaciones laborales detalladas (la excepción son los salvadoreños que se desempeñan como peones). Lo mismo ocurre en cuanto a la formalidad de los empleos. Las tasas de formalidad de los trabajadores del TNCA resultan considerablemente más bajas en promedio que las que muestran los trabajadores mexicanos. Una vez más, los salvadoreños son los que en mayor medida logran insertarse al mercado laboral de manera formal.
A continuación, se presentan los resultados del análisis econométrico.
5. Resultados
En esta sección se presentan resultados de corte transversal, de los tres años analizados, de acuerdo con la metodología presentada en el apartado 3.2. Es decir, primero se presentan los resultados de la estimación del modelo de salarios para los tres años que consideramos. Después se presentan los resultados del modelo de prestaciones para los dos años en los que contamos con la información. Posteriormente, se presentan los resultados de los ejercicios de descomposición de Blinder-Oaxaca para cada año. Finalmente, y con el objetivo de probar la robustez de los resultados de las estimaciones de corte transversal, se presentan las estimaciones de efectos fijos temporales, utilizando datos de las tres bases integradas en modelos para mexicanos y migrantes por separado. Esta última estimación incluye controles de demanda.
5.1 Resultados de corte transversal
5.1.1 Modelo de salarios
El Cuadro 3 muestra los resultados de la estimación del modelo de salarios, para los tres años que comprende este estudio. Los datos incluyen tanto a hombres como a mujeres y las estimaciones se hacen sin ponderadores. Aunque en los modelos se incluyen los controles tradicionales: edad, edad al cuadrado, escolaridad acumulada, sexo, procedencia indígena, jefe de hogar y región de residencia, en el Cuadro 3 se muestran solamente los coeficientes de las variables independientes de interés, es decir, de las nacionalidades de los migrantes procedentes del triángulo norte de Centroamérica, y de las interacciones entre las nacionalidades y la variable “reciente”. Sin embargo, en el Anexo 1 se presentan las regresiones sin ponderadores, con todas sus variables explicativas.
Variables independientes | 2000 (Censo de Población y Vivienda) | 2010 (Censo de Población y Vivienda) | 2015 (Encuesta Intercensal) |
Guatemalteco | 0.0037 | 0.0550 * | 0.0333 ** |
(-0.88) | (2.07) | (2.89) | |
Hondureño | 0.1686 ** | 0.1191 ** | 0.1312 ** |
(6.44) | (2.46) | (5.43) | |
Salvadoreño | 0.1231 ** | -0.0419 | 0.0796 ** |
(6.71) | (-0.77) | (2.77) | |
Reciente1 | |||
Guatemalteco | -0.2568 ** | -0.1165 ** | 0.1655 ** |
(-10.98) | (-2.85) | (4.93) | |
Hondureño | -0.0437 ** | -0.2491 ** | 0.1625 |
(-3.50) | (-2.85) | (0.62) | |
Salvadoreño | -0.2709 ** | -0.2023 * | 0.0508 |
(-7.16) | (-1.64) | (-0.43) | |
R cuadrada ajustada | 0.2706 | 0.2380 | 0.2931 |
Prob > F | 0.000 | 0.000 | 0.000 |
No. observaciones | 27,254,246 | 2,802,639 | 5,775,717 |
Notas: ** Significativa al 99% de confianza, * Significativa al 95% de confianza. 1 Los coeficientes de las interacciones se obtienen agregando el coeficiente sin interacción al coeficiente de la interacción. Estadísticas t entre paréntesis.
Fuente: Estimaciones propias a partir de los Censos de 2000 y 2010 y la EIC 2015.
En el Cuadro 3 se observa, en primer lugar, que -con excepción de los salvadoreños en 2010 y de los guatemaltecos en 2000- los diferenciales de ingreso significativos son positivos y favorables para los trabajadores migrantes no recientes. Este hallazgo es consistente con lo que ha encontrado la literatura acerca de la inserción laboral de la población migrante en México. Claramente, en el caso de los salvadoreños, la razón detrás de este resultado favorable puede ser su nivel educativo más alto. En el caso de los guatemaltecos, es probable que su mayor inserción en el sector primario explique el resultado. Si este es el caso, es probable que el grupo de comparación sea el que comprende a los agricultores mexicanos de subsistencia, lo que implicaría que los trabajadores migrantes, ya sea asalariados o peones, reciben remuneraciones por arriba del ingreso laboral de sus contrapartes mexicanas. En el caso de los hondureños, los resultados favorables en el mercado laboral mexicano se podrían explicar por su mayor inserción en los sectores primario e industrial.
La explicación para el sector primario puede ser la misma que en el caso de los guatemaltecos: que el grupo de comparación es el de los trabajadores agrícolas mexicanos de ingresos de subsistencia. En el sector industrial, en cambio, no queda claro qué hay detrás del resultado favorable, pues los niveles de escolaridad de los hondureños son menores a los de los mexicanos, excepto en el año 2000. Este trato favorable a los hondureños por parte de los empleadores mexicanos podría deberse a varios factores. Primero, es probable que los migrantes hondureños que permanecen en México se establezcan en localidades o zonas urbanas donde el pago a sus características, tanto observables como no observables, sea alto. Los controles por región que incluyen las regresiones no permiten diferenciar si, dentro de una misma región, los trabajadores inmigrantes se ubican en zonas con mayores remuneraciones. Por otra parte, debemos tomar en consideración que los migrantes centroamericanos que deciden establecerse en México siempre tienen la opción de migrar hacia los Estados Unidos, por lo que es probable que los que se queden sean aquellos trabajadores que en México reciben un mayor retorno que los nativos por sus características. Finalmente, dado que Honduras es el país más alejado de México, podemos argumentar que los costos de migrar son más altos cuando se compara con el resto de las nacionalidades, lo que podría implicar que quienes deciden migrar sea una muestra que se autoselecciona positivamente en su lugar de origen.
En el caso de los migrantes recientes, se puede apreciar que los coeficientes son negativos en 2000 y 2010 y que no son significativos en 2015 (excepto en el caso de los guatemaltecos), denotando que efectivamente existe un costo inicial para la inserción laboral de los migrantes del TNCA en México, a pesar de que provienen de países que hablan el mismo idioma y comparten cultura. Esta situación es similar a lo que Chiswick (1978) encuentra para el caso de Estados Unidos, lo cual, como argumenta Borjas (1994), puede ser el resultado de cohortes de inmigrantes con diferentes características. Ya hemos visto que los migrantes que han llegado más recientemente a México procedentes del TNCA lo han hecho con niveles de escolaridad cada vez menores, lo que puede explicar que no reciban un trato preferencial en el mercado laboral mexicano. La excepción, los guatemaltecos recientes en 2015, merece una reflexión: es probable que la salida de migrantes mexicanos hacia Estados Unidos y hacia el norte haya hecho que las zonas agrícolas del sur de México estén demandando trabajadores guatemaltecos, y sobre todo jóvenes de llegada reciente al país. Además, es probable que estos trabajadores migrantes recientes se estén comparando también con trabajadores mexicanos en situación de subsistencia. Finalmente, es probable que estos trabajadores estén laborando más horas que sus contrapartes mexicanas, aunque esto no se puede saber pues la EIC no incluye las horas trabajadas.
Los diferenciales de ingreso que se presentan en el Cuadro 3 se incluyen en la Gráfica 1. Claramente, estos diferenciales son los que se obtuvieron con las regresiones. Asimismo, en el Anexo 2 se presentan las estimaciones de los efectos marginales de este modelo por año, agregando variables independientes por grupos. Los resultados del Anexo 2 son consistentes con lo que se muestra en el Cuadro 3: que, en México, en 2000, 2010 y 2015, hay grupos migrantes procedentes de la región TNCA que obtienen remuneraciones por arriba de sus contrapartes mexicanas. Esto se observa en todas las especificaciones de las estimaciones, lo cual comprueba la robustez de nuestros resultados.20
5.1.2 Modelo de prestaciones
Otra manera de analizar las condiciones de inserción laboral de los migrantes procedentes del TNCA al mercado laboral mexicano es a través de la estimación del modelo de prestaciones. En principio, las prestaciones no dependen del número de horas trabajadas; no obstante, hay que considerar que, aunque los inmigrantes tengan mayor motivación para el trabajo y trabajen más arduamente, podrían carecer de redes sociales que les permitan acceder a trabajos de mayor calidad.21 El Cuadro 4 incluye los resultados de la estimación del modelo de prestaciones. Este modelo se estima únicamente para las muestras de 2010 y 2015 debido a que el cuestionario básico del Censo de 2000 no contenía una pregunta sobre prestaciones.
Variables | 2010 (Censo de | 2015 (Encuesta |
independientes | Población y Vivienda) | Intercensal) |
Guatemalteco | 0.2727 ** | 0.1476 ** |
(6.47) | (5.26) | |
Hondureño | -0.2653 ** | -0.3415 ** |
(-3.43) | (-6.10) | |
Salvadoreño | -0.308 ** | -0.1265 * |
(-3.86) | (-2.06) | |
Reciente1 | ||
Guatemalteco | 0.7285 ** | 0.5201 ** |
(4.56) | (6.22) | |
Hondureño | 0.2821 ** | -0.3507 |
(3.16) | (-0.07) | |
Salvadoreño | 0.1846 ** | -0.0449 |
(3.12) | (-0.56) | |
Pseudo R cuadrada | 0.1471 | 0.0995 |
Prob > chi2 | 0.0000 | 0.0000 |
No. observaciones | 7,098,456 | 4,729,708 |
Notas: ** Significativa al 99% de confianza, * Significativa al 95% de confianza. 1 Los coeficientes de las interacciones se obtienen agregando el coeficiente sin interacción al coeficiente de la interacción. Estadísticas t entre paréntesis. Fuente: Estimaciones propias a partir del Censo de 2010 y la EIC 2015.
Las regresiones de prestaciones se estimaron con las variables de control tradicionales, aunque el Cuadro 4 solo presenta los coeficientes de las variables de interés de este trabajo: las de nacionalidades y las de nacionales interactuadas con la variable “reciente”. El Anexo 3 incluye las estimaciones de los modelos de prestaciones con todas las variables independientes.
De acuerdo con el Cuadro 4, los guatemaltecos reciben prestaciones superiores a sus contrapartes mexicanas con características observables similares, tanto en 2010 como en 2015. Probablemente estos resultados se explican por lo que pasa en el sector primario, donde se emplean la mayoría de los guatemaltecos. Es posible que los peones guatemaltecos y los asalariados reciban un trato preferencial cuando se les compara con los agricultores mexicanos de subsistencia. Es probable también que su tradición migratoria los ayude en la búsqueda de trabajos de mejor calidad. Asimismo, es factible que se inserten en lugares donde sus características, tanto observables como no observables, reciban un mejor retorno, debido a que siempre tienen la opción de migrar hacia Estados Unidos. Por todas las razones hasta aquí expuestas, no resulta evidente argumentar una selección positiva de los migrantes procedentes de Guatemala que se insertan al sector primario.
El mayor número de prestaciones a favor de los guatemaltecos se observa también para los de llegada reciente a México, en 2015 y en 2010. Es importante mencionar que el grupo de comparación de los migrantes de llegada reciente es el grupo de migrantes de llegada no reciente. Esto implica que los trabajadores guatemaltecos recientes reciben un trato aún más favorable que sus contrapartes no recientes en el mercado laboral mexicano, aunque probablemente sus condiciones de trabajo también se caractericen por la precariedad. Es factible que las redes asociadas a los procesos de migración del pasado ayuden a esta población a obtener empleos con condiciones más favorables. No debemos olvidar, sin embargo, que estamos comparando a los guatemaltecos con trabajadores mexicanos en condiciones de trabajo de alta vulnerabilidad.
En el caso de los inmigrantes procedentes de Honduras y de El Salvador, el Cuadro 4 muestra que éstos reciben un menor número de prestaciones que sus contrapartes mexicanas, tanto en 2010 como en 2015. Nótese, sin embargo, que los de llegada reciente reciben prestaciones mayores que sus contrapartes no recientes en 2010. Una posible explicación de este fenómeno es que por tratarse de migrantes que provienen de países más lejanos, cuentan con menores redes sociales en México, lo que redunda en menor acceso a trabajos de calidad.
Este argumento se contrapone con el de los costos de migración que asevera que los migrantes que enfrentan mayores costos tienden a seleccionarse de manera más positiva. La evidencia mixta para estas poblaciones sugiere que ambas explicaciones son plausibles.
La información del Cuadro 4 se presenta en la Gráfica 2. Una vez más, los diferenciales que se incluyen en esta gráfica son los que se obtuvieron con las regresiones. Asimismo, el Anexo 4 presenta las estimaciones de los efectos marginales de las regresiones de prestaciones.
5.1.3 Ejercicios de descomposición
Con respecto a las descomposiciones de los diferenciales de salarios para los tres años analizados, realizamos estos ejercicios tanto para el logaritmo del ingreso laboral (mensual en 2015 y por hora en 2010 y 2000) como para la suma de las prestaciones (solo en 2015 y 2010). De acuerdo con Jann (2008), la aplicación estándar de la descomposición Blinder-Oaxaca implica dividir el diferencial en una parte que es explicada por diferencias en determinantes clave del resultado laboral, como pueden ser la edad y el nivel educativo del trabajador, y en otra que no puede ser explicada precisamente por las diferencias en esas características.
La regresión de salarios en la que solo se incluyen como regresores a la edad, edad al cuadrado y la escolaridad acumulada, genera una predicción del logaritmo del salario de los trabajadores de toda la muestra, excepto el grupo para el que se analiza el diferencial (por ejemplo, guatemaltecos, salvadoreños u hondureños), así como una predicción para el grupo de interés. En el caso de los guatemaltecos, de acuerdo con la información del Cuadro 5, en 2000 existe un diferencial salarial logarítmico de 0.66 que favorece a los trabajadores mexicanos (la diferencia entre el logaritmo del salario por hora de los mexicanos y el logaritmo del salario por hora de los guatemaltecos). La descomposición indica que, si los guatemaltecos tuvieran las mismas características observables de los mexicanos, recibirían salarios más altos, lo que sugiere un trato discriminatorio. Nótese también que el 70% del diferencial se explica por las dotaciones de los trabajadores, sin embargo, el otro 30% del diferencial se atribuye a la parte no explicada, lo que abona al argumento de la discriminación.
2000 (Censo de Población y Vivienda) | 2010 (Censo de Población y Vivienda) | ||||||||
Guatemaltecos | Salvadoreños | Hondureños | Guatemaltecos | Salvadoreños | Hondureños | ||||
Ingresos | Ingresos | Prestaciones | Ingresos | Prestaciones | Ingresos | Prestaciones | |||
Predicción grupo 1 | 3.87** | 3.87** | 3.87** | 4.40** | 0.59** | 4.40 ** | 0.59** | 4.40** | 0.59** |
Predicción grupo 2 | 3.20** | 4.19** | 4.02** | 3.99** | 0.24** | 4.40 ** | 0.50** | 4.38** | 0.33** |
Diferencial | 0.66** | -0.31 ** | -0.14 ** | 0.42** | 0.35 ** | 0.00 | 0.09 | 0.03 | 0.26** |
Dotaciones | 0.52** | 0.19** | 0.08** | 0.40** | 0.20** | -0.04 | -0.11 ** | 0.13 ** | 0.01 |
Coeficientes | 0.19 | -0.10 ** | -0.04** | 0.04 ** | -0.09 ** | 0.06 | 0.34 ** | -0.12 ** | 0.26** |
Interacción | -0.05 ** | -0.01 | -0.01 ** | -0.02 | 0.24 | -0.02 | -0.14 ** | 0.02 | -0.01 |
Explicado | 0.47** | -0.21 ** | -0.09** | 0.38** | 0.44 ** | -0.06 | -0.26 ** | 0.15** | 0.00 |
No explicado | 0.19** | -0.10 ** | -0.04** | 0.04 ** | -0.09 ** | 0.06 | 0.34 ** | -0.12 ** | 0.26** |
% Explicado | 70.3 | 65.89 | 66.66 | 89.99 | 125.32 | -2231.13 | -290.89 | 548.31 | -0.42 |
% No explicado | 29.63 | 34.07 | 33.26 | 10.01 | -25.32 | 2331.13 | 391.12 | -448.31 | 100.38 |
Notas: ** Significativa al 99% de confianza.
Fuente: Estimaciones propias a partir de los Censos de 2000 y 2010 y la EIC 2015.
2015 (Encuesta Intercensal) | ||||||
Guatemaltecos | Salvadoreños | Hondureños | ||||
Ingresos | Prestaciones | Ingresos | Prestaciones | Ingresos | Prestaciones | |
Predicción grupo 1 | 8.47 | 1.36 | 8.47 | 1.36 | 8.47 | 1.36 |
Predicción grupo 2 | 8.03 | 0.42 | 8.49 | 0.91 | 8.40 | 0.53 |
Diferencial | 0.44 | 0.95 | -0.03 ** | 0.46 | 0.07 | 0.83 |
Dotaciones | 0.37 | 0.33 | 0.04 | -0.08 ** | 0.17 | 0.08 |
Coeficientes | -0.15 ** | 0.19 | -0.07 ** | 0.50 | -0.15 ** | 0.68 |
Interacción | 0.08 | 0.43 | 0.01 | 0.04 | 0.05 | 0.08 |
Explicado | 0.46 | 0.76 | 0.05 | -0.05 ** | 0.22 | 0.15 |
No explicado | -0.15 ** | 0.19 | -0.07 ** | 0.50 | -0.15 ** | 0.68 |
% Explicado | 134.12 | 80.42 | -161.89 | -10.15 | 322.48 | 18.38 |
% No explicado | -34.12 | 19.57 | 261.89 | 110.15 | -222.48 | 81.62 |
Notas: ** Significativa al 99% de confianza.
Fuente: Estimaciones propias a partir de los Censos de 2000 y 2010 y la EIC 2015.
En el 2010 también se observa una situación similar a la de 2000 para los guatemaltecos; sin embargo, los datos muestran que casi el 90% de este diferencial se explica por las dotaciones de los trabajadores, lo que implica que los mexicanos tienen mayores niveles de capital humano cuando se les compara con los guatemaltecos. La parte no explicada no es significativa. Nuevamente en 2015, el modelo predice el logaritmo del salario de los guatemaltecos por debajo del de los mexicanos, pero en este caso, prácticamente el total del diferencial salarial se explica por las diferencias observables en sus características. En este año, sin embargo, se observa que, si a los guatemaltecos se les pagara por sus características los mismos precios que a los mexicanos, recibirían un salario más bajo. Esto se considera evidencia de un trato favorable en el mercado laboral mexicano, el cual no se observa ni en 2000 ni en 2010. En este caso, debido a que no contamos con la variable de horas trabajadas, no sabemos si este resultado se debe a que los guatemaltecos trabajan más horas. No obstante, también podría explicarse por el grupo de comparación en el sector primario; por la búsqueda de opciones laborales favorables en localidades dentro de una misma región, o por el hecho de que quienes permanecen en México y no se van a Estados Unidos reciben un trato favorable en el país. Una vez más, es difícil argumentar selección positiva.
En el año 2000, el caso de los salvadoreños y los hondureños es muy similar entre sí, debido a que ambos presentan diferenciales salariales respecto de los mexicanos que los favorecen. Más del 65% de ese diferencial se explica por las dotaciones o características observables de los inmigrantes, mientras que el restante 35% se explica por los precios de estas características. El Cuadro 1 muestra que los salvadoreños y hondureños en el año 2000 presentaban niveles educativos mayores que los mexicanos y que los guatemaltecos, lo cual parece explicar los resultados favorables para estos inmigrantes. De hecho, en el Cuadro 5 también se observa que si en el 2000 se le hubiera pagado a los salvadoreños y hondureños los mismos precios que a los mexicanos (parte no explicada del diferencial), sus salarios por hora serían más bajos, lo que denota un trato preferencial a estos inmigrantes, respecto a trabajadores mexicanos de características comparables, entre los empleadores mexicanos.
En 2010, los salarios de los salvadoreños son prácticamente iguales que los de los mexicanos por lo que su diferencial no es significativo. Los hondureños, en cambio, muestran un diferencial salarial en su contra por sus menores niveles de capital humano, pero al mismo tiempo el modelo muestra un trato preferencial hacia ellos puesto que, si recibieran por sus características observables el mismo salario que los mexicanos, tendrían un salario más bajo. La búsqueda de opciones laborales con mejores remuneraciones por parte de los grupos migrantes podría estar detrás de este resultado.
En 2015, la descomposición de Blinder-Oaxaca predice salarios más altos para los salvadoreños que para los mexicanos, donde las dotaciones explican este resultado a su favor, mientras que, en el caso de los hondureños se muestra que, si recibieran por sus características el mismo rendimiento que los mexicanos, obtendrían salarios más bajos, lo que se considera evidencia de su trato preferencial.
En el caso de los diferenciales de prestaciones, el Cuadro 5 muestra que los modelos siempre predicen mayores prestaciones para los mexicanos que para los inmigrantes procedentes del TNCA. El diferencial mayor se presenta en el caso de los guatemaltecos y el menor en el caso de los salvadoreños. Para los guatemaltecos, el diferencial en prestaciones se explica mayormente por las diferencias en dotaciones, lo que implica que el mayor nivel de capital humano de los mexicanos los hace acreedores de condiciones laborales más favorables. Además, la parte no explicada del diferencial indica que, si los guatemaltecos tuvieran las mismas características observables que los mexicanos, recibirían prestaciones mayores, lo que sugiere trato discriminatorio.
En el caso de los salvadoreños y hondureños, el diferencial en prestaciones se atribuye, principalmente, a la parte no explicada, lo que significa que, si tuvieran las mismas características que los mexicanos, recibirían prestaciones mayores.
En resumen, esta sección muestra que, en salarios, los inmigrantes resultan ser favorecidos. En las prestaciones, en cambio, no necesariamente ocurre esto, lo que se puede interpretar como discriminación en contra de los inmigrantes. A la luz de esta contradicción, es importante recordar que el acceso a los empleos de mejor calidad se asocia con capital social y no sólo con las características, tanto observables como no observables, de los trabajadores.
En conclusión, el análisis de esta sección indica que los guatemaltecos de llegada reciente a México (que muy probablemente son más jóvenes) presentan resultados laborales favorables en relación con sus contrapartes mexicanas, cuando se controla por características observables como la edad, el nivel educativo, el sexo y la región de residencia. Aunque los salarios que se analizan en 2015 son mensuales y no por hora, las regresiones de prestaciones, aunadas al análisis de descomposición, sugieren resultados favorables de los migrantes procedentes de Guatemala en México. Como se había argumentado, una posible explicación de estos resultados favorables es que estamos comparando a los inmigrantes con los campesinos de subsistencia, una población especialmente vulnerable y que trabaja en condiciones de precariedad. También se podría deber a que los migrantes se ubican en los mercados donde sus características productivas, tanto observables como no observables, reciben mejores retornos. Otra opción es que los migrantes procedentes del TNCA deciden quedarse en México y no viajar hacia Estados Unidos porque en México están recibiendo un trato favorable (en comparación con la mano de obra nativa). Una explicación adicional es que el salario mínimo en Guatemala es más alto que en México y que, ante la escasez de trabajadores nativos por la migración hacia el norte y hacia Estados Unidos, los empleadores se ven obligados a ofrecer remuneraciones mayores a los guatemaltecos para animarlos a trabajar en México. Esto no se sostendría en el tiempo con un mercado laboral competitivo en México.
Los resultados presentados hasta ahora pueden adolecer de los problemas que Borjas (1994) argumenta: es decir, que en los tres años analizados los inmigrantes presenten características observables distintas que hagan que los resultados asemejen una selección positiva cuando en realidad se expliquen por características observables de diferentes cohortes. Además, no se han incluido en las regresiones controles por factores de demanda, por lo que en la siguiente sección se presentan los resultados de las estimaciones mejoradas: con las tres bases de datos integradas, con regresiones para trabajadores nativos e inmigrantes por separado y con controles de demanda. Este ejercicio se puede considerar una prueba de robustez de los resultados de corte transversal.
5.2 Resultados con efectos fijos temporales
El Cuadro 6 presenta los resultados de las regresiones de salarios reales mensuales, cuando los trabajadores inmigrantes se siguen a lo largo de los tres años analizados.22 Más puntualmente, se puede decir que éste es un análisis con datos transversales agrupados y de modelos estratificados por lugar de nacimiento. Los salarios utilizados están deflactados con el índice nacional de precios al consumidor base 2015. La muestra solo incluye a las personas ocupadas. Las regresiones presentan controles por factores de demanda, pues se incluyen los sectores donde labora cada trabajador como regresores. Estimar los modelos por separado para cada nacionalidad e incluir los años en los que se encuentra cada observación permite controlar por las diferentes características que diferentes cohortes de migrantes pudieran presentar. Desafortunadamente, el hecho de que en 2015 no se haya preguntado por las horas trabajadas nos impide hacer un análisis del ingreso laboral por hora.
Variables independientes | Mexicanos | Guatemaltecos | Salvadoreños | Hondureños |
Indígena | -0.2716 ** | -0.3248 ** | 0.0681 | 0.0552 |
(-681.89) | (-23.56) | (0.78) | (0.91) | |
Mujer | -0.2523 ** | -0.2600 ** | -0.3270 ** | -0.3743 ** |
(-859.94) | (-14.81) | (-9.34) | (-10.83) | |
Edad | 0.0484 ** | 0.0335 ** | 0.0356 ** | 0.0066 |
(773.17) | (10.91) | (4.19) | (0.76) | |
Edad al cuadrado | -0.0005 ** | -0.0004 ** | -0.0003 ** | 0.0000 |
(-626.86) | (-9.49) | (-3.31) | (0.30) | |
Escolaridad acumulada | 0.0908 ** | 0.0852 ** | 0.0928 ** | 0.0871 ** |
(3201.32) | (57.51) | (33.96) | (27.99) | |
Reciente | 0.1333 ** | 0.0695 ** | 0.0642 | -0.0249 |
(82.74) | (4.29) | (1.43) | (-0.70) | |
Jefe del hogar | 0.1430 ** | 0.0638 ** | 0.1190 ** | 0.0932 ** |
(474.08) | (4.18) | (3.48) | (2.87) | |
2000 | 0.0629 ** | -0.1024 ** | 0.2628 ** | 0.1484 ** |
(185.11) | (-7.47) | (7.08) | (4.53) | |
2010 | 0.0632 ** | 0.1194 ** | 0.1271 * | 0.1502 ** |
(120.21) | (4.94) | (2.16) | (3.24) | |
Sector industrial | 0.2907 ** | 0.4411 ** | 0.1007^ | 0.3534 ** |
(806.60) | (23.13) | (1.91) | (6.71) | |
Sector servicios | 0.2334 ** | 0.2523 ** | 0.0023 | 0.2309 ** |
(634.34) | (13.83) | (0.05) | (4.38) | |
Sector comercial | 0.1618 ** | 0.2654 ** | 0.0235 | 0.2072 ** |
(390.79) | -12.67 | (0.42) | (3.58) | |
Efectos fijos de regiones | si | si | si | si |
Variables independientes | Mexicanos | Guatemaltecos | Salvadoreños | Hondureños |
R cuadrada | 0.3367 | 0.3576 | 0.3412 | 0.3289 |
Prob > F | 0.000 | 0.000 | 0.000 | 0.000 |
Número de observaciones | 34,504,063 | 13,504 | 3,238 | 2,660 |
Notas: ** Significativo al 99% de confianza. * Significativo al 95% de confianza. ^ Significativo al 90% de confianza.
Fuente: Estimaciones propias con base en los datos del Censo General de Población y Vivienda 2000 y 2010, y de la ElC 2015.
Con respecto a los coeficientes de los años en los que se observa cada persona incluida en la base de datos, llama la atención que los guatemaltecos inician en el año 2000 con un salario significativamente inferior al de los trabajadores de las otras nacionalidades, y al de los propios guatemaltecos que se observan en años más recientes. Esto indica que las características tanto observables como no observables de los guatemaltecos recientes son más valoradas en el mercado de trabajo mexicano. Lo contrario sucede con salvadoreños y hondureños, quienes en el año 2000 presentan salarios significativamente más altos que los del año omitido (2015). Además, el hecho de que el premio salarial a estas nacionalidades sea significativo cuando se le compara con el de los mexicanos indica que las características, observables y no observables, de los salvadoreños y hondureños que llegaron en el año 2000, eran más valoradas que las de los trabajadores de estas mismas nacionalidades que llegaron en 2015.
En la sección de características de los migrantes, ya habíamos observado que aquellos procedentes de El Salvador y Honduras presentan en el año 2000 niveles de escolaridad mayores que los de los trabajadores mexicanos, lo que puede explicar sus resultados laborales favorables en ese año. Los guatemaltecos, en cambio, muestran en el año 2000 salarios por debajo de los que recibían en 2010 y en 2015. En el año 2010, los migrantes procedentes de los tres países del TNCA presentan salarios por encima de los que se pagaron en 2015, sugiriendo el trato preferencial que ya se ha discutido en este trabajo. Vale la pena reflexionar sobre estos resultados, en referencia a la literatura migratoria. Primero, aunque los guatemaltecos presenten un salario más bajo que los mexicanos en el año 2000, lo que se podría asociar a su condición de migración, el hecho de que no se observe la misma situación para los salvadoreños y hondureños sugiere que no necesariamente los migrantes llegan con una desventaja al mercado laboral del país de destino, sobre todo cuando estos países comparten cultura, idioma y convenciones sociales.
En este caso, se puede decir que la mayor escolaridad de los salvadoreños en el año 2000 les permite recibir salarios más altos que los mexicanos y que los migrantes procedentes de los otros países del TNCA; sin embargo, el hecho de que todos los trabajadores migrantes reciban salarios por encima de los del año omitido (que es el 2015), en el año 2010, aun cuando controlamos por factores de demanda y por efectos de cohorte, además de los controles tradicionales, sugiere dinámicas dignas de análisis. Ya habíamos mencionado que los resultados de los guatemaltecos se explican en gran medida por lo que pasa en el sector primario, donde el grupo de comparación seguramente es el de agricultores mexicanos en cultivos de subsistencia. Otra hipótesis que se adelantó fue la de la búsqueda de condiciones favorables dentro de las regiones que se incluyen en las regresiones. También mencionamos que sólo se quedan en México aquellos migrantes que perciben que sus condiciones laborales en el país sean suficientemente buenas. Finalmente, los altos costos de migrar desde El Salvador y Honduras pueden estar provocando una selección positiva que repercute en un resultado favorable en el mercado laboral nacional.
A continuación, incluimos unas reflexiones a manera de conclusión.
6. Conclusiones
La población procedente del TNCA que llega a México lo hace huyendo de la violencia, pero también buscando oportunidades de desarrollo que sus países no les están ofreciendo. La inserción laboral es un aspecto esencial para la integración de la población inmigrante en México (Orozco, 2018).
Se ha establecido en la literatura que los migrantes son menos adversos al riesgo que el resto de la población y que destacan en materia de motivación y trabajo arduo (Chiswick, 1999). Estas características determinan un desempeño laboral sobresaliente en el país de destino. Sin embargo, estos mismos migrantes pueden sufrir discriminación y no alcanzar los resultados que se espera de ellos por circunstancias diversas.
Algunos autores como Borjas (1994) han argumentado que los migrantes pueden seleccionarse de manera negativa respecto a la población en su lugar de origen, sobre todo cuando el país de origen presenta una distribución del ingreso más desigual que el país de destino. Hemos visto que tanto Guatemala como Honduras son países más desiguales que México, pero no así El Salvador. Por ello, determinar si los resultados son o no favorables en la sociedad de destino resulta relevante.
El presente estudio ha mostrado, tanto en el análisis de corte transversal como en el de efectos fijos temporales (que también llamamos “longitudinal”), un desempeño laboral favorable de los trabajadores centroamericanos en México que se podría explicar por diversas circunstancias. Hemos visto que los guatemaltecos se concentran en el sector agrícola, y es probable que su situación laboral en este sector, aunque precaria, sea mejor que la de los trabajadores mexicanos. Hemos visto también que los guatemaltecos tienen una tradición migratoria de larga data, lo que les puede ayudar a obtener empleos y ocupaciones en condiciones más favorables que los mexicanos.
Asimismo, hemos argumentado que estos migrantes seguramente se asientan en lugares donde los pagos a sus características observables y no observables son mejores, sobre todo considerando que la opción de migrar a Estados Unidos es todavía para muchos de ellos algo viable.
Nuestros resultados son consistentes con la literatura reciente que aborda el tema de la inserción laboral de los inmigrantes y de los migrantes de retorno en el país, en el sentido de que muestra que, aunque los migrantes presentan mejores condiciones laborales que sus contra-partes mexicanas, este trato favorable tiende a diluirse en el tiempo. Además, este trabajo encuentra que el trato favorable a los migrantes se limita a las remuneraciones, pues en las prestaciones encontramos lo contrario: los migrantes procedentes del TNCA reciben prestaciones más bajas que sus contrapartes mexicanas. La excepción es el grupo de inmigrantes procedentes de Guatemala, que muy probablemente se inserta en el sector primario. Atribuimos este resultado a diversos factores: primero, al grupo de comparación en México. Segundo, a la tradición migratoria de guatemaltecos en México que posibilita la inserción de los trabajadores de esta nacionalidad en trabajos de mayor calidad. Tercero, a que quienes permanecen en México lo hacen por las condiciones favorables que aquí encuentran, y cuarto, por el salario mínimo mayor en Guatemala que en México.
Llama la atención que la migración entre países con niveles de desarrollo similar y que comparten el idioma y las costumbres, presente un patrón similar al que se ha encontrado en países con migrantes procedentes de naciones menos desarrolladas y con idioma y costumbres diferentes; es decir, que los migrantes de llegada reciente se incorporan al mercado laboral en condiciones de desventaja con respecto a la población inmigrante anterior. El desempeño laboral posterior de los inmigrantes, sin embargo, parece explicarse por sus características observables más que por un sesgo de selección positiva.
Los resultados del presente trabajo ofrecen un panorama general de las condiciones de integración laboral de los inmigrantes que llegan a México procedentes de los países que conforman el Triángulo Norte de Centroamérica. Trabajos más puntuales ayudarán a entender mejor las características de los mercados laborales en los que se inserta esta población. Hace falta realizar más estudios en México que permitan comprender a cabalidad la forma en que se integran los diversos inmigrantes e identificar medidas que mejoren el proceso de integración de estas poblaciones a su nuevo destino.