Introducción1
La importancia de lo regional en los estudios territoriales estriba en que se incorpora al análisis de las ciudades el de los ámbitos rurales. Tal perspectiva lleva a entender que las relaciones sociales que se desarrollan en las zonas rurales influyen en los diferentes ámbitos de la dinámica urbana. Este trabajo propone cuatro regiones cuyo análisis parte de la dinámica que las ha articulado a los procesos socioeconómicos del territorio queretano. Se les identifica como Los Valles, El Sur, la Sierra Gorda y Ezequiel Montes-Cadereyta. El objetivo es destacar su relación con las formas que ha asumido el capitalismo en cada una de ellas, pues se sostiene que el campo queretano ha sido permeado, en tiempos y magnitudes diferenciados, por actividades relativas a lo urbano y a lo industrial, lo que ha implicado nuevas manifestaciones sociales y económicas en el territorio. Se toma como pilar la perspectiva que reconoce que la interacción del campo en los procesos urbanos es importante para una visión totalizadora de lo urbano-regional.
En los procesos regionales, las relaciones y las prácticas sociales se distribuyen en porciones del territorio, en lapsos determinados, y de manera heterogénea. En esta vertiente la región se asume como una concreción de las relaciones sociales y de los procesos económicos que ocurren de manera diferenciada en el territorio.
Ángel Bassols planteó una propuesta sobre las regiones económicas de México que constituyen un referente importante. Las dispuso en dos tipos: a) las económicas sustentadas sobre una base administrativa, que incluyen estados completos y dentro de ellos a los municipios, y b) las regiones reales, cuyos límites no coinciden con las fronteras estatales, sino en forma aproximada con las municipales, de ahí que Bassols sugiriera que siempre debía tomarse como base a los municipios. Consideraba que las regiones económicas son las más convenientes para los efectos de planeación en nuestro país, dado su modelo de federación y de sistema político (1982: 219 y 241).2
El autor, un reconocido regionalista, en su propuesta para México de 1974 localizó en el estado de Querétaro dos “regiones económicas medias”: la del sur del estado y la del centro-norte (1982: 246). Más adelante, en 1987, propuso tres regiones para este mismo estado: Querétaro, San Juan del Río y el Norte de Querétaro-Cadereyta (1990: 137). Cabe advertir que si bien en 1974 diferenció dos regiones en el estado, al igual que otros estudiosos, en 1987 percibió la importancia de San Juan del Río como municipio de fuerte actividad económica y lo reconoció como región con un amplio radio de influencia.
Otra propuesta de regiones para la entidad es la de Jaime Nieto, quien con el propósito de analizar el desarrollo rural diferenció cuatro, atendiendo a sus características geológicas y basándose en la división municipal: El Sur, Los Valles, El Semidesierto y La Sierra (1986: 11-16). Su estudio no se aboca a la identificación de los procesos sociales, y se orienta a describir la aplicación de programas sectoriales, de ahí que en su propuesta las regiones semejen contenedores, a diferencia de otras en que se reconoce al territorio como actor preponderante en el desarrollo junto con la formación de capital social (Inostroza y Bolívar, 2004: 156).3
Dentro del espectro de la problemática regional, la rápida urbanización de varios países y las transformaciones que ha acarreado a la sociedad y a la naturaleza han ocupado a muchos de los analistas interesados en el ordenamiento territorial. Gaspar (2008: 85) reflexiona que si la dinámica espacial se liberara a la acción del interés privado mercantil se llegaría a una exagerada dispersión del territorio urbano, lo que equivaldría a la aplicación de una solución parcial y de corto plazo a la congestión de las áreas centrales, algo que además puede ocasionar irreversibles daños ambientales. La dinámica de lo local y lo global necesita en la óptica del interés público la participación de las esferas regionales y nacionales de regulación; la ciudad precisa de la región y la nación para alcanzar un desarrollo sustentable. La importancia de lo regional radica en que destaca las relaciones y la interacción de diferentes ámbitos territoriales en un periodo determinado.
Aguilar advierte que en nuestro país es difícil encontrar análisis que asocien lo urbano con lo regional; ante ello sugiere una nueva categorización de los espacios periurbanos más allá de la franja rural-urbana, ya que ahí es donde ocurre gran parte de la dinámica de crecimiento metropolitano. Denomina a estos espacios periferias expandidas (2002: 146-147); expone que en las megaciudades con urbanización expandida hay cuatro componentes territoriales. En primer lugar está la ciudad central; en el segundo los anillos urbanos construidos; en el tercero la zona metropolitana, que abarca, además del área construida, una franja rural-urbana funcionalmente vinculada a la ciudad central; en el último lo que denomina la periferia expandida, que se extiende más allá de la frontera metropolitana formal y que aún se encuentra dentro de la esfera de influencia directa de la ciudad central, y cuyo límite se puede definir por los movimientos diarios de carácter laboral. Lo importante, explica, es que en estos espacios existe una clara difusión de la población y los modos de vida urbanos en zonas cuyo paisaje es predominantemente rural; se trata de una especie de región colindante o adyacente sobre y dentro de la cual la megaciudad influye e interactúa. En este esquema incluye a otras ciudades más pequeñas dentro de la región de influencia de la gran ciudad, en dirección de las cuales se puede apreciar el desarrollo de corredores y subcentros urbanos (ibid.: 128-129).
Es preciso reconocer que en esta perspectiva del tipo “anillos” o “coronas”, común en los análisis de los procesos de periurbanización, lo rural se considera parte interactuante del sistema urbano, aunque los grados de integración varían y en no pocos casos hay una integración dependiente. Sin embargo la dependencia no implica pasividad, porque lo regional ayuda a delimitar los ámbitos territoriales de lo urbano y a la vez abre la perspectiva para entender que las relaciones sociales de las zonas rurales y de las urbano-rurales influyen en los ámbitos sociales y económicos de la dinámica urbana.
Blanca Ramírez analizó una zona rural en el estado de Querétaro y encontró en su búsqueda de opciones para el análisis regional que la demarcación del objeto de estudio de un sector como el agropecuario, fuera del marco de enfoque neoclásico o geográfico tradicional, presentaba una frontera en el campo disciplinario; principalmente porque esos enfoques contienen un carácter funcionalista constituido por múltiples dualidades que rigen el devenir de su evolución, entre ellas la que concierne a la contradicción y separación del campo y la ciudad, que tradicionalmente se aplica en el análisis regional (1995: 14, 15). La categoría “urbanización del campo”4 le permitió comprender que el proceso de evolución y crecimiento de las ciudades está estrechamente vinculado con el devenir de sus regiones y hay una interacción directa entre ellos, pese a que la corriente funcionalista los presentaba separados (ibid.: 15).
El reconocimiento de la interacción del campo y los procesos urbanos es importante en la visión totalizadora de lo urbano y lo regional con que las disciplinas aprecian sus objetos de estudio. El predominio de los estudios que se enfocan en los lugares centrales ha influido para que no se aborde con amplitud la problemática regional desde la periferia hacia el centro como una forma diferente de interpretar los procesos territoriales, ya que si bien han tomado en cuenta varios factores que inciden en la organización y modificación de los espacios rurales, no se han multiplicado los trabajos que adopten una perspectiva más afín a la estructuración de éstos. En ese tenor se reconoce que los aspectos principales que caracterizan a los nuevos espacios rurales son: a) su fuerte dinámica (entendida no sólo como velocidad de cambio -tasa-, también como el cambio estructural que experimenta un ambiente rural al convertirse en urbano), y b) el comportamiento de ciertos procesos típicamente rurales: la dispersión, la intensidad de uso de la tierra agrícola, la industrialización rural y la migración, que comparten con las áreas urbanas, pero en esta etapa alcanza una relevancia que antes sólo estaba presente en los lugares centrales, urbanos. En la actualidad los procesos económicos y sociales en el campo son cada vez más complejos y su principal manifestación territorial es la formación de espacios híbridos, donde lo rural y lo urbano se ensamblan y es difícil identificarlos, analizarlos y contextualizarlos con los paradigmas tradicionales (Galindo y Delgado, 2006: 196, 198).
La manifestación diferencial del territorio queretano
En cuanto a la interacción de las ciudades con su área de influencia, es difícil sostener que el campo ha sido homogeneizado por medio del proceso de urbanización, dado que en lo económico han pervivido las formas de producción campesinas en combinación con otras actividades económicas como estrategia de reproducción; mientras que en lo social un amplio repertorio de prácticas y conocimientos influye en la relación con el territorio, dentro de una dinámica de constante transformación en que aparecen como nuevas formas sociales y económicas pero con una base rural. En esta perspectiva las manifestaciones de la ruralidad pueden sufrir mayores o menores transformaciones según su posición respecto al umbral urbano de una ciudad o respecto a variables como la migración.
El modelo industrial, como concreción del sistema capitalista de producción basado en la desigualdad, ha seguido ese patrón en la organización del espacio. Ha fomentado la creación y concentración de condiciones materiales para la reproducción del sistema económico y además ha excluido de esas ventajas a la mayor parte del territorio, aunque lo ha integrado en la dinámica económica conforme a otro tipo de procesos.
En los últimos 45 años en el campo queretano se han modificado las dinámicas territorial y económica como resultado de las reacciones de los actores sociales locales ante los cambios del modelo económico y ante su entrelazamiento con los procesos urbanos. En los años ochenta del siglo XX se procuró que los procesos locales se integraran a otros procesos, fueran urbanos o rurales, industriales o terciarios, cercanos o lejanos. En ellos actuaron de manera subordinada o como eje de las dinámicas sociales y económicas, configurando de ese modo nuevos procesos regionales.
La agudización de la crisis económica y la disminución del proteccionismo estatal en esa década generaron problemas de viabilidad a la actividad primaria queretana, lo cual indujo cambios que se manifestaron en la diversificación productiva y en algunos casos en la especialización. Igualmente las relaciones económicas endógenas del campo empezaron a debilitarse y algunos productos se hicieron de nuevas articulaciones estatales y nacionales; con ello, más que integrarse el estado por cadenas productivas y comerciales que convergieran hacia una región concentradora y articuladora, se presentó una dispersión en los destinos y de esa manera surgieron nuevos procesos regionales, también definidos por la emergencia de nuevas actividades, por el crecimiento de los sectores secundario y terciario (cuadro 1), y por su articulación diferencial con el modelo urbano de desarrollo.
*No se incluyen los datos no especificados. No hay información desagregada a escala municipal después de 2000, por lo cual no se presentan esos datos.
FUENTE: Elaboración propia con base en Secretaría de Industria y Comercio, 1965a y 1975a; Secretaría de Programación y Presupuesto, 1982; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1991 y 2001a.
Una perspectiva que varios autores comparten sobre el estado de Querétaro es que tradicionalmente se ha dividido en dos grandes regiones, La Sierra y Los Valles, debido a razones sociales, históricas, culturales, económicas y geográficas (García, 1997: 281 y 287; Langenscheidt, 1996: 574; Ramírez, 1995: 30; Bassols, 1982: 246). Mediante procesos locales engarzados a los de otras escalas, estas regiones dieron lugar a nuevas manifestaciones en el transcurso del periodo; sin embargo, en esta exposición no se presenta la evolución de tal fragmentación. El presente texto parte del análisis de cuatro áreas que se configuraron como resultado de la dinámica socioeconómica; cabe mencionar que las actividades industrial, comercial y ganadera aparecieron en el periodo comprendido en nuestro estudio como procesos fundamentales en la configuración de las mismas.
El análisis de las regiones desde los años sesenta se basa en el planteamiento de que no sólo se pretende conocer cómo se ha expresado un modelo económico en el territorio, sino que, sabiendo que el capital circula en diferentes formas y se expresa diferencialmente en el territorio, se privilegia la interpretación de los procesos del campo a partir de su reconstrucción desde lo local en el contexto de la transición de una sociedad agropecuaria a una urbana dominada por un modelo económico industrial y terciario.
La regionalización se configuró tomando en cuenta diferentes variables; los municipios fueron la principal unidad de análisis para explicar los procesos y la conformación de las regiones (Bassols, 1982), aceptando que ni los municipios ni las regiones son unidades homogéneas, ya que contienen procesos diferenciales en su interior. Al encontrar que si bien los procesos sociales y económicos eran diferentes en el territorio queretano pero admitían el agrupamiento entre algunos municipios, se consideró pertinente emprender la delimitación regional con base en el uso de criterios que permitieran identificar la máxima semejanza posible en lo territorial, lo social y lo económico,5 reconociendo que la región puede ser entendida como una herramienta metodológica acotada en el tiempo y el espacio para analizar diversos procesos de la sociedad y no como un fin en sí misma.
De la expresión agropecuaria a los procesos urbano-regionales en Querétaro
Los procesos de cambio que ha vivido el campo queretano han sido definidos en gran medida por los resultados de la implantación industrial en el poniente y sur de la entidad. Un ejemplo de esos cambios fue el auge del agro de la región de Los Valles (mapa 1) entre el final de los sesenta y los últimos años de los setenta del siglo pasado, cuando su actividad fundamental fue la producción lechera, que se articuló con la industria del mismo ramo y trajo consigo cambios de cultivos y usos del suelo y la sobreexplotación de las aguas subterráneas.6
El campo empezó a experimentar desde entonces modificaciones más profundas que tuvieron que ver con la producción agropecuaria y también con la instauración del modelo industrial y con la expansión urbana. La etapa de creación de las condiciones materiales para la producción industrial en Querétaro coincidió con los años en que la agricultura era la principal fuente de divisas para la economía nacional, de 1947 a 1965. Respecto a ese auge se afirma que en los años de la posguerra los ingresos de la producción de esta rama posibilitaron la importación de bienes de capital para concretar el proyecto industrialista con el que México participó en la nueva división internacional del trabajo. A esta fase se le llamó “el milagro mexicano”, con altas tasas de producción hasta 1965 (véase Zermeño, 1995: 238-240).
En los años cuarenta, cuando en la ciudad capital se daban los primeros pasos para incluirse en el proceso de modernización que se impulsaba a escala nacional, sus principales promotores eran los agentes locales animados por sus intereses económicos (Miranda, 2005, 125-146). El estado de Querétaro era eminentemente agrario, no existía una fuerte inversión de capital en las actividades agropecuarias y aún pesaba mucho el reciente predominio de las haciendas. Con excepción de las ciudades de Querétaro y San Juan del Río, el resto del territorio era totalmente rural y las relaciones políticas seguían definiéndose en cierto grado al estilo caciquil de los años posrevolucionarios y con alguna dosis de violencia (García, 1997).
En los años cincuenta la actividad económica principal del estado seguía siendo la agricultura, sustentada en la producción de granos básicos que en su mayoría servían para el autoabasto de las unidades campesinas, con algo de producción comercial en los valles del sur. Otra actividad de fuerte arraigo entre los rancheros y los ex hacendados era la producción lechera. Al igual que la agricultura, su circulación privilegiaba el mercado regional y gozaba de buen prestigio (Miranda, 2005: 89).
En las formaciones urbanas de San Juan del Río y Querétaro la estructura comercial y de servicios contrastaba con el entorno restante, en donde casi no existía, de ahí que fueran los principales centros en el poniente y sur del estado. La industria manufacturera no era de gran escala ni muy numerosa, sin embargo desde los años cuarenta se instalaron en la ciudad de Querétaro algunas empresas de capital trasnacional como resultado de los esfuerzos proteccionistas que la administración gubernamental de Agapito Pozo realizó en años previos y en los cincuenta Octavio Mondragón, quien de manera notable impulsó la creación de infraestructura. Eduardo Miranda considera que el proceso de los años cincuenta fue de transición hacia el proyecto industrial (2005: 146-150). Salvo estos asentamientos, era evidente el predominio rural en el territorio.
En ese contexto de preponderancia agropecuaria se formuló un proyecto industrial para la entidad. El giro de las primeras empresas que se instalaron fue el de alimentos, aunque con eslabonamientos débiles entre la producción primaria estatal y este ramo.
El avance del proyecto de industrialización adquirió notoriedad en los años sesenta, promovió fuertes contrastes sociales y económicos, y sobre todo remarcó las diferencias entre el campo y la ciudad en torno al equipamiento y la infraestructura en un ámbito, y su ausencia en otro, lo cual dio lugar a francas desigualdades regionales en el estado.
El proceso de industrialización se concentró en la región de Los Valles y generó grandes contrastes relacionados con la creación de las condiciones generales para la producción de su campo e industria, que respondían a un proyecto económico articulado al proyecto de desarrollo nacional, el cual no tuvo símil en las demás regiones del estado,7 donde las obras de infraestructura y equipamiento respondían a propósitos de equipamiento social y de conectividad en el territorio, pero no había un proyecto de desarrollo económico con los propósitos y la envergadura del de Los Valles.
De ese modo, las políticas de desarrollo en estas regiones se proyectaron con la intención de impulsar lo agrario sin percatarse de las potencialidades que ofrecía cada región, y en consecuencia no se visualizó lo que se podría proponer para los sectores secundario y terciario del campo con el diseño de proyectos de desarrollo regional que los articularan. Esto ocasionó, junto con las diversas crisis y las políticas neoliberales, la caída del trabajo en la tierra y de la economía en general.
La ausencia de proyectos de desarrollo económico de mediano y largo plazos en las diferentes administraciones no dejó cruzados de brazos a los agentes económicos del campo; al contrario, conocedores del medio y ante las situaciones críticas que han vivido, organizaron nuevas formas de pervivencia en el medio rural. De esa manera se emprendió la ganadería como una labor generalizada que con el tiempo ha formado parte de las estrategias de las unidades campesinas para hacer más rentable su actividad económica y para reproducir las prácticas primarias. El proceso de ganaderización de Querétaro tuvo su primer referente en el proyecto de la cuenca lechera; posteriormente, ante los problemas estructurales del campo, la ganaderización en las otras tres regiones ha surgido entre los campesinos minifundistas como una respuesta a esos mismos problemas y ha fungido como articulación estatal y nacional en la región de Cadereyta y Ezequiel Montes, particularmente la ganadería de engorda.8
Las diferentes vetas de este trabajo revelan de manera general que en esta entidad se ha dado un proceso en que las regiones rurales y sus agentes se mueven y se transforman permanentemente. A partir de la década de los ochenta, con el inicio de la aplicación de las políticas neoliberales en la economía y con el recrudecimiento de la crisis económica, el agro queretano reprodujo varias formas de crisis que al conjugarse con la fuerza de trabajo y el capital definieron algunas de las características de la actividad productiva que habría de desarrollarse en cada región. Tras manifestarse anteriormente polarizada, ahora la organización del territorio se presenta diversa y articulada a diferentes nodos, aunque todavía con fuerza de atracción en los centros urbanos de mayor jerarquía dentro del estado.
Los Valles y sus transformaciones territoriales
En esta región, sin duda, el proceso de industrialización que comenzó en forma incipiente en la década de los cuarenta del siglo pasado ha sido el motor de la economía regional y ha convertido la zona en la de más atracción económica y demográfica y la de mayor influencia territorial en el estado, dado que algunos procesos de las regiones de El Sur y Ezequiel Montes-Cadereyta han tenido una relación directa con ella. Una de sus características distintivas es que engloba a los principales centros urbanos y manufactureros de la entidad: las ciudades de San Juan del Río y Querétaro (mapa 1), y su hinterland, conocido como el “corredor industrial Querétaro-San Juan del Río” (mapa 2).9
Las transformaciones rurales y urbanas han estado estrechamente vinculadas a los efectos de las inversiones económicas que ahí se han dado, principalmente en la industria, pues además de su mayor presencia (cuadro 2) ha acarreado secuelas directas en la tendencia a la especialización en los servicios y el comercio (cuadro 3), tareas que han predominado entre la población económicamente activa (PEA) de la región (cuadro 1), incluyendo la participación de un selecto grupo de productores capitalistas del campo atraído por las condiciones favorables en la calidad de la tierra, la disponibilidad de agua y la infraestructura en general.
FUENTE: Elaboración propia con base en Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1992, 1995b, 2001b y 2004.
FUENTES: Elaboración propia con base en Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1992, 1995b, 2001b y 2004.
Estas condiciones favorecieron unas profundas transformaciones, más que en cualquier otra región del agro estatal, y en ello influyó también la cercanía de los principales centros urbanos. Dichas transformaciones incluyeron los cambios de cultivos, el ensanchamiento de las diferencias económicas y sociales entre los productores rurales, y los cambios del uso del suelo.
El proyecto de base industrial promovió la integración de las potencialidades del agro vallense con los cambios de cultivos que requería la trayectoria ganadera de varios agentes regionales, capitalizados para impulsar la producción lechera articulada al proceso industrial y también la producción avícola.
La promoción de la cuenca lechera fue el principal factor del cambio de cultivos de los años sesenta y setenta y para ello se sustituyeron los granos básicos por la producción de los forrajes que requería el ganado (cuadro 4, 5, 6 y 7).10 El agro de esta región fungió entonces como abastecedor de alimentos para los centros urbanos y de insumos para la industria de alimentos. Posteriormente esa función disminuyó porque las crisis económicas de los años ochenta y noventa resultaron devastadoras, y de ellas el sector social del campo no se ha recuperado, sólo perviven los productores que aplican procesos intensivos de alta tecnología y cuentan con mayor capital, quienes siguieron el modelo forrajero de la agricultura.
*Suma de la producción de maíz y maíz intercalado.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1988, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 1988, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
* Incluye sorgo forrajero. En 1991 y 2000 no se diferencian las especies de sorgo.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática, 1988, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1986, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
La avicultura ha operado también conforme a esquemas industriales y de alta tecnología y ha influido en la promoción de la producción forrajera en las tierras regionales para abastecer de materia prima su proceso productivo, con mayor intensidad de los años noventa a la actualidad. La región en donde más se ha desarrollado este tipo de producción en el estado es Los Valles, donde casi han desaparecido las granjas con sistemas de producción más rudimentarios.11
En la agricultura también se han incorporado los sistemas productivos más avanzados, lo cual ha ensanchado las diferencias sociales entre los productores del campo, dado que la producción campesina es muy baja. Consecuencia de ello es el carácter polivalente de los campesinos de la región, que han combinado la migración, el empleo en los centros urbanos cercanos, el trabajo en la tierra, la ganadería en pequeña escala y la realización de actividades complementarias para sobrevivir. De ese modo se han convertido en un sector social cada vez más dependiente de la dinámica urbana.
En Los Valles, con la experiencia ganadera que aún conservan sus agentes económicos y con la especialización avícola (cuadro 8), la articulación de la producción primaria con la industria es el eje de sus cambios rurales. Tiene el campo más urbanizado y articulado a los procesos industriales y además cuenta con un alto grado de desarrollo en los tres sectores de la economía. Con ello aparece como una región ganadora en los procesos económicos de esta entidad.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1986, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
En los cambios de los usos del suelo se han conjugado la crisis del campo y el modelo urbano concentrador. El campo cercano a los centros urbanos de la región y con poca viabilidad económica ha sido el ámbito más susceptible de ser ocupado por el expansionismo citadino, interesado en atender la demanda de los usos habitacional, industrial y recreativo.12 Se trata de una de las manifestaciones territoriales más evidentes hoy día, que han profundizado la desigualdad social en el medio rural y han acrecentado el problema del abasto regional de agua.
Donde se ha expresado de manera más aguda el expansionismo es en la ciudad de Querétaro; allí se ha promovido la conurbación con las cabeceras de los municipios de El Marqués y Corregidora y con las tierras del norte de Huimilpan. De esa manera se ha constituido el centro urbano de mayor crecimiento físico, económico y demográfico de la entidad (cuadro 9 y 10), al que se ha reconocido como zona metropolitana desde 1992.13
FUENTES: Años 1950-1980: Aguilar, s.f.: 80; año 1985: Camacho, VI Informe de Gobierno, 1985: 34; año 1998: Gobierno del estado, 1999: 98; año 2005: Primer Informe GEO, Ciudad de Querétaro, 2008.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965 y 1975; Secretaría de Programación y Presupuesto, 1982; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1991, 2001a y 2006.
Sin embargo esta expresión territorial no ha sido la única que se ha dado en la región, ya que se han generado nuevos paisajes suburbanos con una lógica de localización diferente de la que representa la conurbación, pues hay instalaciones industriales, comerciales y de servicios en diferentes ámbitos periurbanos. En los últimos 15 años, por ejemplo, es notable que se ubiquen algunas instalaciones que ofrecen servicios urbanos junto a las carreteras, de modo más evidente en el corredor industrial Querétaro-San Juan del Río. Tal dinámica difiere del modelo de concentración en un solo centro.14 En esta región se presentan comportamientos similares a los de las llamadas “periferias expandidas” (Aguilar, 2002), aunque en una escala menor, y en este caso articulados a un corredor, lo que indica que las manifestaciones ampliadas de la urbanización son una realidad que tiende a prevalecer en las relaciones entre la sociedad, la economía y el territorio queretanos.15
El Sur: lo rural en transformación
Huimilpan y Amealco, municipios ubicados al sur del estado, constituyen una región que ha preservado las características de su ruralidad, altos índices de pobreza, la más alta presencia étnica de la entidad, una mínima cantidad de industrias manufactureras y ninguna localidad urbana (cuadro 11).16 Vive una dinámica entre el cambio y la continuidad en donde la ruralidad ha manifestado una faz diversa.
*Se considera urbana a la población que habita en localidades de 15 000 habitantes o más.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965a y 1975a; Secretaría de Programación y Presupuesto, 1982; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1991, 2001a y 2006.
En la agricultura, por ejemplo, pese a que es una actividad aún prioritaria, hay un conflicto entre la continuación de la siembra del maíz, grano del que Amealco fue en ocasiones el primer productor estatal (cuadro 12), y la siembra de nuevos cultivos de carácter intensivo vinculados a la industria.17 La ganadería con propósito de aprovechar la carne, principalmente de ovinos, de la cual esta región es la principal productora estatal (cuadro 13), se asume como una alternativa ante la pérdida de rentabilidad de la agricultura, lo que incluye a la avicultura, que como agroindustria ha adquirido recientemente una presencia influyente (cuadro 8). El comercio es una actividad creciente entre la población rural en diferentes escalas (cuadro 3). Cabe mencionar que la cabecera municipal de Amealco es un importante centro regional que incluye en su área de influencia localidades del Estado de México y de Michoacán.
*Suma de la producción de maíz y maíz intercalado.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1988, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
FUENTES: Secretaría de Industria y Comercio, 1965b y 1975b; Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1986, 1994b y 2001c; Secretaría de Desarrollo Sustentable, 2008.
A esto se agregan las actividades de la industria artesanal y otras de menor presencia que resultan trascendentales para la subsistencia de los queretanos, además de la migración, que es una práctica añeja y permanente para la obtención de ingresos. Hay que mencionar que este proceso de movilidad de la población ha resultado fundamental para el ingreso económico global de varias familias de Huimilpan, con la intensificación de los desplazamientos diarios que realizan mujeres y hombres para trabajar en la ciudad de Querétaro. Gracias a los ingresos que obtienen de esta práctica han podido permanecer en sus lugares de origen. En esta dinámica regional los agentes económicos no dependen exclusivamente del trabajo en la tierra, sino que se mueven en una estructura ocupacional más amplia (cuadro 1), adaptándose al contexto económico prevaleciente y ejerciendo acciones tendentes a permanecer en el campo a pesar del predominio de las condiciones adversas, lo que les ha conferido un carácter polivalente.18
Esta región es vecina de la de Los Valles (mapa 1), aunque esto no quiere decir que haya recibido efectos favorables en su desarrollo social y económico como otros municipios que rodean a las ciudades de San Juan del Río y Querétaro, pues su interacción ha implicado alcances limitados. Las articulaciones económicas, sociales y territoriales indican que las ventajas de esta cercanía no se hallan en la vertiente económica, sino en las posibilidades que ha brindado Huimilpan a la expansión física de la ciudad de Querétaro, ya que ese municipio sureño, como parte del hinterlandmetropolitano, ha constituido una reserva territorial para la ampliación de la oferta de vivienda dada la combinación de dos factores: el creciente abandono de las actividades del campo huimilpense y el incesante crecimiento urbano en los municipios de Querétaro y Corregidora.
Esto ha establecido una relación desventajosa, ya que si bien las posibilidades de crecimiento y desarrollo económicos de la región de El Sur se podrían haber cimentado en el aprovechamiento de la cercanía a la zona de mayor dinámica económica del estado, el resultado ha sido la permanencia de su marginación social y el uso de sus terrenos próximos a la metrópoli para la expansión de ésta. Fuera del ámbito conurbado se ofrecen casas de campo en las zonas boscosas de Amealco.19 Dicha situación se ha acentuado en la última década, ya que los fraccionamientos residenciales que ahí se han promovido cuentan con servicios de los que carecen algunas localidades aledañas; de ese modo el hecho de formar parte de la zona metropolitana no ha implicado la reducción de la pobreza predominante en la región20 y sí ha mermado la presión social que representa la demanda de suelo para uso habitacional de la metrópoli.
A pesar de que Amealco está cerca de la región de Los Valles y cuenta con agentes emprendedores, tampoco ha sido integrado a los procesos económicos más influyentes de aquella región, como el proyecto industrialista que se ha impulsado en el corredor Querétaro-San Juan del Río y el de la cuenca lechera de los años setenta. No obstante, dada su buena infraestructura carretera, su ubicación como punto central entre algunas cabeceras municipales de los estados vecinos y un ámbito rural amplio han favorecido el crecimiento de la actividad comercial de su cabecera, con un hinterland propio y relativamente ajeno a la zona metropolitana de la ciudad de Querétaro, y también la actividad avícola que desempeña, lo cual lo sitúa como un territorio con pocas articulaciones funcionales hacia algún centro urbano de importancia, pero con una cabecera municipal en vías de consolidarse comercialmente y, en esa dirección, como un lugar central para un ámbito rural extenso.
En lo general la región ha construido su perfil con la oposición de lo agropecuario y lo urbano. Sus agentes sociales han conservado la ruralidad y la han combinado con las nuevas actividades económicas y los procesos territoriales de la metrópoli queretana y de otros municipios. Su economía se ha tornado dinámica y en constante transformación, aunque aún con un predominio de lo rústico en el paisaje.
Ezequiel Montes y Cadereyta: un territorio bisagra
Estos municipios configuran una región cuyo rol es protagónico en la dinámica territorial del estado respecto a los procesos del norte y los del sur y poniente (mapa 1), ya que sus cabeceras se han desempeñado como una bisagra que ha vinculado algunos rubros económicos con antecedentes en la herencia de la actividad ganadera de engorda, en la tradición comercial de sus pobladores, y en la unión de los caminos que parten de los extremos del estado. La combinación de su ubicación territorial con la especialización de sus actividades económicas ha constituido una dinámica que se asocia con la función articuladora que ejerce entre diferentes ámbitos regionales. De esa manera, gracias a una nueva división espacial del trabajo ha logrado crecer y adoptar un nuevo comportamiento en las tareas industriales y agropecuarias regionales.
Esa nueva división de tareas se emprendió a principios de la década de los noventa, cuando disminuyó el ritmo de la concentración industrial y comercial en los municipios de Querétaro y San Juan del Río, y como contraparte crecieron las mismas ramas en la región Ezequiel Montes-Cadereyta (cuadros 2 y 3).
Al cambiar la estrategia de localización de la planta productiva la región se especializó en la industria y el comercio, pero ligados a las actividades agropecuarias para abastecer en diferentes proporciones a otras regiones del estado y a las industrias y cadenas productivas foráneas que estuvieran articuladas a las actividades del sector primario, y en lo particular a la ganadería proveedora de carne.
En efecto, el ordenamiento que se ha presentado tiene que ver con la difusión de funciones que ha realizado el modelo urbano en el territorio. En la organización del campo queretano resulta fundamental la función de enlace de esta región, especialmente entre la parte más septentrional del estado, las otras regiones, y fuera de éste.
Con anterioridad su actividad comercial y su ubicación geográfica la llevaron a establecer relaciones con la región norteña, primordialmente abasteciéndola de abarrotes. Desde 1967, tras la construcción de la carretera San Juan del Río-Xilitla que comunicó la Sierra Gorda con Los Valles, la tarea de enlace se concretó más al facilitar la acción de los agentes económicos en el traslado de productos, principalmente ganado para engorda, del norte hacia la región Ezequiel Montes-Cadereyta, y de ahí hacia el resto del estado y otras partes de la República. Dicha tarea se incrementó en la década de los ochenta hasta que la región se erigió como un puntal nacional de esa ganadería. Asimismo con la carretera se incrementó el comercio de otros bienes hacia el norte.21
Las funciones de la región Ezequiel Montes-Cadereyta han sido más amplias y la han convertido en un importante centro de referencia para el ámbito rural gracias a tres factores: 1) por la producción de alimentos para ganado que realizan las empresas locales y las nacionales que se han instalado en Ezequiel Montes (cuadro 14, subsector productos alimenticios); 2) por la actividad comercial especializada en el sector primario que mantiene un hinterland amplio en el estado y fuera de éste, y 3) por la importancia nacional de la concentración de ganado bovino de engorda para abastecer principalmente a la Ciudad de México.
FUENTES: Elaboración propia con base en Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, 1992, 1995b, 2001b y 2004.
Tales características han hecho de la región un punto nodal en la agricultura y la ganadería del estado de las últimas dos décadas, dado que es un lugar de actividad primaria vigorosa, fundamentalmente ganadera, que articula segmentos de actividades secundarias y terciarias; entre ellos se incluyen los capitales, que la han reconocido como un ámbito favorable para la producción avícola y han instalado un gran número de granjas altamente tecnificadas entre los dos municipios de la región y los municipios vecinos de Colón y Tequisquiapan (cuadro 8), con los que han configurado un corredor agroindustrial que corre paralelamente al corredor industrial Querétaro-San Juan del Río (mapa 2), que también ha atraído empresas maquiladoras e industrias de alimentos para ganado.
La configuración de esta ruta productiva que ha dado importancia a la región en el nuevo ámbito agropecuario, fue resultado de la división espacial que establecieron en el estado el capital y las políticas de los gobiernos, tanto por el creciente ritmo de su actividad económica como por las ventajas de su localización. La conjunción de estos factores le ha dado características rurales e industriales singulares que han coadyuvado a la no concentración de los principales centros industriales. No cabe sostener que el estado de Querétaro se divide en dos, dado que apenas ahora se ha realizado un análisis de esta región y del papel de sus agentes económicos en los procesos territoriales.
La Sierra Gorda: el territorio rural de la entidad
La región de la Sierra Gorda (mapa 1) se fue transformando para pasar de la prevalencia endógena que la caracterizó por mucho tiempo, a una situación más abierta en sus procesos económicos y sociales desde la década de los ochenta de la centuria pasada. La superación de su aislamiento comenzó con la construcción de la carretera federal San Juan del Río-Xilitla (mapa 1) en la segunda mitad de los años sesenta, gracias a la cual las actividades productivas y comerciales ampliaron su espectro, antes reducido a los contactos entre los municipios serranos de este mismo estado y los de Hidalgo y San Luis Potosí.
La construcción de la carretera fue fundamental para la disminución de las relaciones económicas con los municipios de los otros estados de la región Huasteca, pero no sólo fue esta obra la que modificó las relaciones de los serranos con su entorno; otro factor que influyó fue el proyecto económico basado en el crecimiento de la industria y las actividades terciarias de las regiones de Los Valles y Ezequiel Montes-Cadereyta, dado que éstas, con su mayor dinámica económica, ejercieron influencia y atracción en algunos sectores de la sociedad serrana. También la aplicación del modelo económico neoliberal influyó en este proceso al relegar la producción primaria en el espectro productivo de la economía nacional, pues propició la diversificación de la producción primaria en la región, antes concentrada en el maíz, e incentivó la aparición de nuevas actividades económicas como vías para enfrentar la crisis productiva del campo, algunas de las cuales -como la ganadería, la fruticultura y la horticultura- lograron su sustentabilidad gracias a su relación con las regiones localizadas hacia el centro y sur de la entidad. Un último elemento ha sido la reducción de las relaciones de intercambio económico con los vecinos de los otros estados, dado que se percibe cierto estancamiento en algunos de esos municipios, principalmente en la actividad comercial.22 También la región Ezequiel Montes-Cadereyta consolidó su función articuladora entre el norte y la región de Los Valles. El afán de incrementar las relaciones económicas con las otras regiones del estado tuvo como base las condiciones de los municipios de las entidades vecinas, sin embargo el efecto ha sido débil dado el predominio de las actividades primarias en la Sierra Gorda, el cual no es amplio (cuadro 1) y en lo general se destina al autoabasto.
Las articulaciones que estableció el modelo de desarrollo de base industrial con el campo de otras regiones no tuvieron expresión alguna en el norte queretano, pues no hubo un proyecto capitalista que se adecuara a su carácter agrario. Salvo el auge de la minería de mercurio en la segunda mitad de los años sesenta, con el que participó a escala internacional y logró una derrama económica sin precedentes en la región,23 los pobladores suelen basar su actividad económica en las prácticas agropecuarias de subsistencia.
La orografía de la Sierra Gorda es irregular, factor que a lo largo de los años ha dificultado las actividades económicas y la llegada de capitales interesados en invertir. Esta situación ha limitado el volumen de las operaciones en la agricultura y la fruticultura, que se han constreñido a la labor en las orillas de los ríos. No es así en la actividad ganadera de bovinos para carne, en que resultan más propicios los tipos de suelo de la región. No obstante, la mayor parte de los terrenos no se ha usado atendiendo a sus características, y pese a ser pocos los valles se ha insistido en realizar actividades agrícolas y ganaderas en tierras no aptas para ello, de ahí que las zonas boscosas, que son las más amplias del estado, hayan reducido su extensión por la ampliación de la frontera agrícola.24
Con la construcción de la carretera federal y los otros elementos mencionados, la producción agrícola y la frutícola, así como la actividad ganadera, ampliaron sus ámbitos de comercialización fuera de la región en vez de seguir atadas a los mercados locales y regionales. Esto, sin embargo, no acarreó una mejora sustancial de las condiciones económicas y sociales de la mayoría de la población, pues los procesos han sido lentos y las crisis del campo no han favorecido la prosecución de sus actividades. Al contrario, ha sido común el abandono de las tierras, muchas de las cuales previamente fueron bosques. Algunos de estos terrenos se han reforestado de manera natural con matorrales, y otros se han aprovechado con pastos inducidos con la finalidad de alimentar al ganado. Así, entre los serranos la ganadería ha tomado un lugar preponderante en las actividades regionales (cuadros 7, 8 y 13), pero no como la más remunerativa ni la principal, sino como una más de su espectro ocupacional, el cual se ha ampliado como parte de una estrategia de sobrevivencia de los grupos domésticos, que se suma a la migración, la práctica más común para enfrentar la crisis del agro.
A este conjunto de factores sociales, económicos y naturales se añade que no se han diseñado proyectos de desarrollo para la región acordes a sus condiciones, sino que se han aplicado políticas públicas que han fluctuado entre el asistencialismo y el equipamiento, y que si bien han modificado favorable pero parcialmente los indicadores sociales, la pobreza estructural continúa. Por ello no existen allí localidades que se puedan considerar urbanas, a lo que se suma la ausencia de altas concentraciones de población (cuadro 11).
Un proyecto que se ha basado en sus condiciones naturales e históricas es el del turismo. Desde los años ochenta se comenzaron a restaurar varias joyas arquitectónicas, y se añadieron promociones de “turismo verde” que han implicado diversos eslabonamientos, principalmente del comercio y los servicios que están a cargo de los mismos serranos, por lo que se augura la terciarización de la economía regional (cuadros 1, 2 y 3). No obstante la región dista de constituir un centro turístico de gran atracción, pues es muy extensa y son muy pocos los directamente beneficiados.
En lo general, los procesos serranos proyectan tres escenarios complementarios: 1) el sector primario representará cada vez menos una opción de vida para la mayoría de los campesinos (cuadro 1); 2) la migración seguirá siendo un sustento importante de la economía regional y con ello el despoblamiento del territorio será una amenaza constante en algunos municipios, como en Arroyo Seco y Peñamiller (cuadro 10) y, 3) las actividades terciarias seguirán creciendo a expensas de la llegada de turistas y de los dólares que envían los migrantes. Este último es el escenario más probable dadas las limitantes que imponen la estructura económica y la fisiografía a otro tipo de inversiones.
En esta región las actividades económicas y sociales que han llevado a cabo sus agentes han configurado nuevas relaciones territoriales que están en un plano creciente pero lento de articulaciones con los contextos urbanos y externos a la región; sin embargo el perfil rural que predomina no permite concebirla como una “periferia expandida” (Aguilar, 2002), dadas las escasas funciones que desempeña para los grandes centros urbanos. No obstante es un ámbito que vive un proceso de cambio, pues ante la evidencia de la crisis del campo, sus agentes han diversificado sus actividades económicas pero con la prevalencia de lo rural en el territorio.
Conclusiones
Los procesos regionales del campo queretano han sido desiguales como respuesta a las formas que asumió el capital en las actividades productivas y el papel de los agentes locales que las promovieron. El Estado, con la promoción de ciertas políticas económicas, fue un agente determinante en la definición del modelo de desarrollo que privilegió como elemento principal a la industrialización.
Desde ese contexto se configuró un nuevo ordenamiento territorial enlazado a los procesos urbanos e industriales, aunque de manera diferenciada, dado que algunos ámbitos se mostraron más receptivos a procesos industriales y otros mantuvieron sus características rurales. El cambio del carácter urbano de las ciudades fue un factor importante asociado a estas expresiones; en un momento se basó en la concentración de población y de actividades económicas, con manifestaciones de expansión física, y en otro adoptó un modelo de mayor dispersión territorial de funciones.
Por otro lado, en la fisonomía actual del estado de Querétaro la amplia expansión de las funciones urbanas ha modificado el contenido y el concepto de lo rural, que permanecía asociado únicamente a lo agrario. El día de hoy la organización de los procesos productivos en el campo se mantiene en buena medida por medio de los enlaces que sostiene con la estructura organizativa urbana. Las manifestaciones de cambio muestran a agentes locales dinámicos, con características polivalentes que han hecho de lo rural un ámbito polifuncional debido a su flexibilidad y a los factores de localización que han sido favorables para múltiples proyectos económicos.
Ante un mundo pretendidamente homogeneizado, el valor de lo local y lo regional se resignifican, y lo que aquí se ha revisado da cuenta de ello, sobre todo porque los estudios académicos han mostrado un interés especial por la historia, la cultura, la política y la sociedad desde puntos de vista amplios y generales, y en la mayoría de las ocasiones se han circunscrito a los lugares centrales. En ese sentido, la tarea de los estudios urbanos regionales sigue siendo amplia, pues el análisis de los diferentes ámbitos territoriales en múltiples escalas tiende a dar una explicación más fina de las relaciones entre la sociedad y el territorio.