Palabras de Landy Sánchez
Bienvenidos. Nos da mucho gusto recibirlos en esta celebración a la trayectoria de Manuel Ángel Castillo, quien es un pilar fundamental para el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) de El Colegio de México. Hoy celebramos su brillante labor durante los 36 años en los que ha colaborado como profesor- investigador en este centro, así como su contribución en diversas instancias de El Colegio.
Quiero destacar que, durante toda su travesía académica, a Manuel Ángel siempre le ha caracterizado su entusiasta, valiosa y siempre dispuesta colaboración con el CEDUA y con la propia institución.
Justamente desde el año 2021 inició su retiro del CEDUA y nosotros habíamos estado postergando la celebración correspondiente. Buscábamos la oportunidad de hacerla de manera presencial, para así poder celebrar en vivo la conclusión de su fructífera etapa como profesor e investigador del Centro, así como el inicio de una nueva etapa en el Programa de Estudios Interdisciplinarios. Allí seguramente seguirá teniendo una vida académica tan fructífera como la de sus primeros 36 años en estas faenas. Indudablemente su colaboración institucional seguirá vigente y fecunda.
Quisiera darles la más calurosa bienvenida a todos ustedes, colegas y compañeros del Colmex, a sus estudiantes, a quienes nos acompañan de otras instituciones académicas y de organizaciones de la sociedad civil, a las personas que han formado parte de las redes académicas profesionales y de activismo de Manuel Ángel Castillo en materia de migración. Pero, sobre todo, me complace saludar a la familia de Manuel Ángel: a María Isabel Molina, su esposa, a sus hijos Ana Isabel, Fernando y Rodrigo, quienes ahora nos acompañan, como también a todos sus amigos y seres queridos que se han sumado a esta celebración. Además, contamos con un buen grupo de gente en línea, de México y de Guatemala, a quienes también damos la más cordial bienvenida.
Ya no voy a ocupar más tiempo. Simplemente voy a dar la palabra a las distintas personas que van a participar en este panel y quienes van a hacer referencia a la amplísima y fecunda trayectoria de Manuel Ángel en diferentes ámbitos, particularmente como profesor e investigador del CEDUA, como colaborador en diferentes instancias de El Colegio, así como impulsor y participante de organismos nacionales e internacionales y de la sociedad civil en la lucha por los derechos humanos de los migrantes centroamericanos, mayormente de aquellos provenientes de la región de la frontera México-Guatemala. Agradezco también a los integrantes de nuestro panel, quienes inmediatamente respondieron con muchísimo entusiasmo para participar en esta mesa.
Formación de investigadores
El Centro de Estudios Económicos y Demográficos (CEED) fue fundado en 1964 con el fin de promover la investigación y docencia sobre la relación entre la dinámica demográfica y el desarrollo económico de México. Pronto fue evidente la necesidad de agregar el proceso de urbanización del país y en 1966 se inició una investigación sobre el tema, que en 1967 produjo un documento de 166 páginas titulado “El proceso de urbanización en México: anteproyecto de investigación”, cuyo coordinador fue Luis Unikel. En 1974 se entregó el informe final del proyecto, el cual obtuvo el primer lugar del Premio Nacional de Economía, y fue publicado en 1976. La Presidencia de El Colegio consideró que la investigación del desarrollo urbano del país debía continuar y que era necesario formar especialistas en la disciplina, por lo que el mismo año de la aparición del libro se creó la Maestría en Desarrollo Urbano. Dada la carencia de especialistas en México, la primera generación de estudiantes se formó con profesores-investigadores extranjeros, principalmente de Argentina, que había sufrido un golpe de Estado militar, por lo que tuvieron que salir del país José Luis Coraggio, Pedro Pírez, Alfredo Pucciarelli y Martha Schteingart. A ellos se agregó Allan Lavell, de Inglaterra. Por el lado de El Colegio estábamos Luis Unikel, Crescencio Ruiz Chiapetto y un servidor, y pronto se incorporaron Boris Graizbord y Sergio Puente. La primera promoción, de 1976 a 1978, estuvo constituida por 18 estudiantes, entre los que se encontraban Valentín Ibarra, José Luis Lezama, María Eugenia Negrete y Juan José Ramírez. Los tres primeros se integraron posteriormente al CEED como profesores-investigadores, y Juan José al Centro de Estudios de Asia y África. También fueron alumnos de esta primera generación Beatriz García-Peralta (UNAM), Eduardo Preciat (UAM-X), así como Jesús Tamayo y Esteban Wario, quienes se distinguieron como funcionarios y planificadores en el sector público.
En la segunda promoción, 1978-1980, entre sus 19 estudiantes se encontraban Manuel Ángel Castillo, Emilio Duhau, J. Mario Herrera y Delfina Ramírez, los cuales han sido destacados miembros del sector académico en el CEDUA, UAM-X, Flacso y UNAM. Manuel Ángel fue mi alumno en el curso “El proceso de urbanización en México”, donde se impartía básicamente el contenido del libro antes mencionado. Han pasado más de cuarenta años desde entonces, pero la imagen que tengo de él es que era reservado y no participaba mucho en clase, pero cuando lo hacía, sus planteamientos eran importantes y demostraban un gran entendimiento de los temas estudiados. Posteriormente, como colega, lo seguí percibiendo con esa misma actitud, sin necesidad de estar llamando la atención como protagonista, lo cual es de admirarse pues refleja que tiene un gran control sobre su ego, cuestión nada fácil para los mortales.
Posteriormente, en otras generaciones estudiaron algunos profesores de la actual planta de investigadores del CEDUA: Luis Jaime Sobrino (1984-1986; director de tesis, C. Ruiz Chiapetto); Araceli Damián (1986-1988; tesis dirigida por M. Á. Castillo); Vicente Ugalde (1997-1999; M. Schteingart, directora de tesis), Verónica Crossa (1997-1999; director, J. L. Lezama) y Clara Salazar (1989-1992, doctorado en Estudios de Población; tesis dirigida por M. Schteingart); todos ellos son actuales profesores-investigadores del CEDUA, quienes, junto con los egresados de la primera promoción, constituyen lo que podría considerarse una segunda y tercera generación de miembros del Área de Estudios Urbanos del actual CEDUA. A esta tercera generación se le sumaron Judith Domínguez, Landy Sánchez y María Perevochtchikova, con lo que se empezaron a incorporar profesoras que habían estudiado en otras instituciones académicas, así como también Tiana Hayden, Carlos López y Nadine Reis, que son los más recientemente integrados y quizás quienes inician una cuarta generación. Lo interesante del proceso es que aún participamos varios miembros de la primera generación.
Quiero destacar con lo anterior la participación de Manuel Ángel dentro del mencionado proyecto académico vanguardista de los estudios urbanos en México casi desde su creación. Forma parte de la segunda generación de docentes que fueron formados en el interior de la institución, y que han contribuido de manera significativa a la cristalización y consolidación de la investigación y a la formación de especialistas en lo que puede llamarse urbanografía.
Versatilidad de las funciones académicas
Las funciones que debe desempeñar un profesor-investigador son variadas, pero destacan obviamente la investigación y la docencia, aunque igualmente importante son las labores de difusión del conocimiento y la participación en eventos académicos nacionales e internacionales, así como formar parte de la gestión institucional en múltiples instancias: dirección de los centros; coordinaciones de los programas docentes; coordinador de Publicaciones; y, participación en la Junta de Profesores. En el ámbito institucional, un investigador puede participar en la Junta de Gobierno, en el Consejo Académico y en la Comisión Dictaminadora, entre las principales actividades.
Generalmente, cada investigador centra sus actividades en lo que tiene mayor interés, vocación o inclinación, siendo que algunos se consagran más a la investigación, mientras otros sienten mayor atracción por la docencia. Algunos se orientan a desempeñar funciones académico-administrativas, otros a la difusión de conocimiento atendiendo múltiples congresos, seminarios temáticos y reuniones de investigación. Cualquiera de las anteriores actividades en que se centren los académicos son válidas, pues se tienen que desempeñar y cada quien puede decidir la labor que más le satisfaga, ya que todas son importantes. De vez en vez, hay colegas que logran un asombroso equilibrio para realizar todas las anteriores labores del quehacer académico, tal como es el caso de Manuel Ángel Castillo García.
El perfil polifacético de Manuel Ángel Castillo
Antes de migrar a México para estudiar su maestría en Desarrollo Urbano, Manuel Ángel fue encargado de la Unidad de Planificación de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos de Guatemala, temática sobre la cual escribiría su tesis. Al terminar el programa de maestría, de 1980 a 1983 trabajó en el Consejo Nacional de Población, donde participó como coordinador de la Dirección de Integración de la Política de Planeación con los Planes y Programas de Desarrollo, nuevamente sobre temas de planeación.
En 1985 se incorporó a El Colegio de México e inició una investigación sobre “Impactos regionales de las migraciones internacionales a la frontera sur de México”, comenzando un tópico en el que centraría sus esfuerzos de investigación en el futuro. Durante mis funciones como director del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, de 1986 a 1988, me percaté que Manuel Ángel no había presentado su tesis de maestría. Platicando con él al respecto, le mencioné la conveniencia de hacerlo. Me explico que había escrito toda la parte teórica sobre las “Teorías de la planificación regional”, en aquel entonces muy en boga en México y América Latina, pero que le faltaba analizar un caso concreto de planeación. Le solicité que me permitiera leer el escrito y lo encontré muy riguroso e interesante, sugiriéndole que lo presentará tal cual, pues no sólo es perfectamente válido someter trabajos teóricos-conceptuales, sino deseable a la luz de las tendencias actuales de investigar temas muy empíricos y puntuales, hasta triviales. Así lo hizo, pero en vez de titularlo algo así como “Elementos fundamentales de la de la teoría de la planificación regional”, lo denominó, “Notas acerca del sustento teórico de la planificación regional”. ¡Nuevamente asumió una actitud verdaderamente modesta!
A continuación, sintetizamos las múltiples actividades que Manuel Ángel ha realizado de 1985 a la actualidad, que muestran sus innumerables labores en todos los campos del quehacer académico.
En la investigación
Ha escrito una extensa obra en libros y artículos sobre las dimensiones demográficas, urbano-regional y política sobre el proceso de migración internacional, especialmente entre México y Guatemala, su país de origen, por lo que conoce bien ambas naciones.
En la docencia
En el CEDUA ha sido profesor en la maestría de Desarrollo Urbano, donde ha impartido: “Introducción al estudio del desarrollo urbano-regional”, “Economía política de la urbanización”, “Estado y políticas urbanas”, “Población y desarrollo urbano”, “Estado y sociedad”, “Gestión y administración de las ciudades, I y II”. En la maestría de Demografía y en el doctorado de Estudios de Población ha enseñado: “Cambio social y población, I y II”, “Seminario Migración y fuerza de trabajo”, “Seminario Población y sociedad, I: Migración”. En El Colegio también ha impartido cursos en el Centro de Estudios Internacionales y en el Programa de Estudios de la Mujer.
En la UNAM fue docente de diversos cursos relacionados con la demografía y la migración en las facultades de Arquitectura, Ciencias Políticas y hasta en la de Medicina.
En otras instituciones académicas ha enseñado sobre temas de su especialidad en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso); el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas); El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur); El Colegio de la Frontera Norte (Colef); el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP); el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE); la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Iztapalapa; la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC); y aunque no se crea, en varias instituciones más. A ello se le agregan alrededor de tres decenas de tesis de grado dirigidas.
Gestión institucional
En el CEDDU-CEDUA ha sido miembro electo de la Junta de Profesores, del Consejo Consultivo y del Consejo Académico de El Colegio de México; responsable de Cómputo del CEDUA; coordinador académico de la Maestría en Desarrollo Urbano (1990-1994); director de la revista Estudios Demográficos y Urbanos y coordinador de Publicaciones del CEDDU/CEDUA durante casi veinte años (2003-2021), lo cual merece un reconocimiento muy especial; miembro electo de la Comisión Dictaminadora de El Colegio (2007-2009 y 2009-2011); miembro electo del Consejo Académico (2012-2013); y, finalmente, fue distinguido como miembro de la Junta de Gobierno (2013-2018).
Difusión personal e institucional de la ciencia
Su participación como miembro en asociaciones académico-científicas es igualmente notable: Sociedad Interamericana de Planificación (SIAP); Asociación Mexicana de Población (AMEP); Asociación Iberoamericana de Estudios sobre Fronteras; Ciencia y Tecnología para Guatemala (CITGUA); Colegio de Ingenieros de Guatemala; Consejo Latinoamericano de Investigaciones para la Paz (CLAIP); Sociedad Mexicana de Demografía (Somede); Academia Mexicana de Ciencias; Asociación de Académicos Daniel Cosío Villegas; Latin American Studies Association (LASA); Latin American and Caribbean Studies Association (CALACS) y Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, A.C. (Comexi). Igualmente, ha participado extensamente como asistente, ponente, delegado, comentarista y moderador en decenas de congresos, seminarios, paneles y reuniones de trabajo realizados en México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Estados Unidos, Canadá, Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina, entre muchos otros países. Como colofón, ha materializado su conciencia social al participar en diferentes actividades de instituciones públicas nacionales e internacionales, como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS); la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar); el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); la Organización Internacional para las Migraciones (OIM); el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA); el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef); la Comisión Económica para América Latina (CEPAL); la Agencia Noruega para la Cooperación al Desarrollo (Norad) y la Agencia Sueca Internacional de Cooperación al Desarrollo (SIDA).
Tan abrumadoras actividades académico-científicas han sido reconocidas al otorgársele la designación de Investigador Nacional nivel III del Sistema Nacional de Investigadores.
Es una verdad axiomática el incuestionable merecimiento de Manuel Ángel Castillo García al reconocimiento que se le hace en esta ocasión por su justísima jubilación del CEDUA y su incorporación al Programa de Estudios Interdisciplinarios, al cual le doy la más cordial bienvenida. Lo único que mucho le recomendaríamos es que desacelere su ritmo de trabajo, primero, para que explore nuevas actividades académicas que su hiperactividad no le haya permitido hacer, y segundo, porque tiene más que merecido disfrutar de una vida más apacible, agradable y reflexiva al lado de sus seres queridos.
Muchas gracias.
Manuel Ángel Castillo García: las claves de una trayectoria académica
Agradezco a Landy Sánchez y a El Colegio de México por su invitación a participar con unas palabras en este homenaje a Manuel Ángel Castillo.
Yo llegué en 1989 a estudiar la maestría en Demografía en El Colegio de México y nunca me imaginé que me iba a quedar en este país, y menos que iba a trabajar en su frontera sur. En estos casi 33 años de mi vida en esta tierra, Manuel Ángel ha sido una figura importante para mí por diversas razones. Por supuesto no voy a hablar de mí, pero tengo que ligar lo que quiero destacar porque es parte de mis vivencias personales y profesionales con él.
En primer lugar, me referiré a su papel en el estudio de las migraciones centroamericanas, con especial énfasis en las migraciones laborales de Guatemala a México, aunque sólo haré unas pocas alusiones para enfatizar su papel como pionero en este campo de conocimiento. El primer estudio sobre trabajadores agrícolas guatemaltecos en Chiapas,1 mediante una encuesta para conocer sus características, se llevó a cabo bajo su conducción y con la participación de otros académicos. Ahora se usa la Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur, pero podríamos decir que el estudio de 1986 se basó en una suerte de encuesta piloto con la que varios empezamos a conocer las condiciones de vida y de trabajo de esta fuerza laboral.
Casi diez años después, Manuel Ángel participó en el primer diagnóstico que impulsara la CNDH sobre las violaciones a los derechos humanos de los migrantes en la frontera sur.2 En días pasados lo estuve releyendo como texto obligado para conocer el tipo de violencia perpetrada por esos años en contra de los migrantes. En ese diagnóstico ya se enfatizaba sobre la diversidad y la complejidad de los procesos migratorios en esa región mexicana, con énfasis en Quintana Roo y Chiapas, y se aludía a las diferentes violencias en contra de los migrantes. En 1997, en su primera colaboración con la recién constituida línea de migraciones internacionales de El Colegio de la Frontera Sur, se llevó a cabo el primer diagnóstico regional sobre las principales características de los migrantes guatemaltecos para proponer mejoras en la documentación de trabajadores agrícolas en Chiapas.3 Ese trabajo es una expresión de una de las preocupaciones de Manuel Ángel: avanzar en una política migratoria integral en México que considere la “inmigración”4 en y a través de la frontera sur de México. Para quienes estudiamos las migraciones en esa región, así como la llamada migración “en tránsito”, la obra de Manuel Ángel es referencia obligada, desde su obra pionera en la década de 1980.
En segundo lugar, quiero destacar su papel en la definición de la agenda de investigación sobre migraciones en la frontera sur, en particular en El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur). Desde 1995 y hasta 2010, Manuel Ángel formó parte de dos órganos colegiados: el de “los cuates”, de asesoría cercana y colegiada a la Dirección General (el Consejo Asesor Externo), y el de los evaluadores del desempeño institucional (el Comité Evaluador Externo), que fueron claves para pensar qué temas se debían estudiar y hacia dónde se debía conducir esta institución en varias temáticas asociadas a las dimensiones fronterizas y transfronterizas. Durante ese tiempo participó en un seminario clave para Ecosur en torno al concepto frontera. Fue asesor cercano de varios investigadores de Ecosur, quienes abrevamos de su conocimiento y acompañamiento. En la década de 2010 se creó el Grupo Guatemala- México sobre Migración,5 que se enfocó a realizar recomendaciones de política migratoria. Por esos años, Manuel Ángel también contribuiría a que se pensara en el diseño y ejecución de la Emif-Guamex, que comenzó a operar en 2004 con el apoyo de El Colegio de la Frontera Sur, para definir los puntos de muestreo en la región del Soconusco. Pensando en estos aportes, también recordé su papel en la conducción del Seminario Permanente sobre Migración Internacional,6 que contribuyó a ser espacio y puente en la difusión de investigaciones que también se hacían sobre la frontera sur de México.
En tercer lugar, quiero destacar el papel de Manuel Ángel en múltiples foros y discusiones sobre la política migratoria en México y la dinámica migratoria en la frontera sur, y su permanente involucramiento con grupos de académicos y organizaciones de la sociedad civil preocupados y ocupados por la situación de las personas migrantes en y por México. He tenido el privilegio de participar en algunos de estos espacios desde 2001, cuando Fabienne Venet y Manuel Ángel nos invitaron a los de El Colegio de la Frontera Sur a la conformación del Foro Migraciones, que fue la primera red en México que aglutinó a organizaciones de la sociedad civil y a algunos académicos que nos preocupaba la situación, en ese entonces ya bastante dramática, de la violencia perpetrada en contra de los migrantes. Violencia registrada no solamente en la frontera sur, sino a lo largo de todo el territorio nacional, como ese Foro (red) lo fue documentando, y en el que Manuel Ángel fue un integrante clave por su conocimiento, expertise y, sobre todo, por su trayectoria académica, lo que permitía esclarecer aspectos que no entendíamos.
Finalmente, no puedo concluir estas palabras sin señalar que, por varios años, una de las principales voces expertas sobre la frontera sur fue la de Manuel Ángel. Ahora hay otras personas que son expertas, se han vuelto especialistas en la frontera sur, se han especializado en migración “en tránsito”, pero no puedo dejar de insistir que esas personas expertas tienen que releer los trabajos de Manuel Ángel. Muchos de los documentos, como el de 1996 de la CNDH, pero puedo mencionar otros, tienen las claves para entender lo que sucede actualmente con la migración en la región. No podemos perder la historicidad de los procesos que se empezaron a construir y estudiar con esos trabajos y las publicaciones de Manuel Ángel, que son un legado de múltiples enseñanzas.
Manuel Ángel, para mí ha sido un privilegio haber sido tu alumna, más tarde colega y, sobre todo, compañera de trabajo; reconozco tu incidencia en el largo camino que hemos transitado para tratar de crear una agenda de investigación sobre las migraciones en la frontera sur de México, y en general en todo el país, con esa mirada desde el sur, y por conectar esas preocupaciones a un esfuerzo que debemos continuar para reconocer a las personas migrantes como sujetos y sujetas sociales. En ese esfuerzo, tú has sido protagonista crucial, como lo has sido en las discusiones respecto hacia dónde se debe conducir la política migratoria, y así tratar de incidir y orientar sobre las posibles soluciones, y sobre todo, en tu ánimo para formar personas -jóvenes y no tan jóvenes- para comprender esa compleja realidad que en este momento tenemos, en particular en relación con la violencia en contra de los migrantes.
Manuel Ángel, gracias por tus aportes, por tus enseñanzas y por tu amistad.
Palabras de Jéssica Najera
Desde mi mirada, la trayectoria académica de Manuel Ángel Castillo puede leerse como una historia entre Guatemala y México. Un binarismo que ha sido construido desde el ser guatemalteco por nacimiento y mexicano por naturalización, en ser ingeniero de profesión y haber estado en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales de la Universidad de San Carlos en Guatemala, y convertirse en estudioso de las migraciones en México en el Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México.
En los estudios de la migración centroamericana, Manuel Ángel es una referencia siempre presente, en particular en los temas relacionados con la inmigración, las migraciones centroamericanas en la frontera sur de México, los trabajadores agrícolas estacionales en Chiapas, la frontera México-Guatemala desde su dimensión sociopolítica y de vecindad, las políticas migratorias en la región de Norte y Centroamérica, y el vínculo entre migración y desarrollo, y migración y seguridad.
Quiero destacar al menos tres enseñanzas que, desde mi perspectiva, nos ha compartido Manuel Ángel con su investigación académica a quienes hemos sido sus alumnos, tesistas, colegas o colaboradores. La primera es la relevancia de adoptar una perspectiva de movilidad territorial cuando se estudian las dinámicas entre países vecinos, en lugar de partir de una perspectiva de migración, ya que esta última no permite visibilizar todas las formas existentes de desplazamiento y vinculación poblacional. La segunda es la necesidad de contextualizar los fenómenos migratorios desde su origen histórico, lo que nos permite comprenderlos a cabalidad y no desde la emergencia mediática o coyuntural. Y la tercera es la riqueza de escuchar la voz de los diversos actores que intervienen en los fenómenos migratorios, para crear narrativas y una comprensión lo más integral posible. Desde estas tres enseñanzas o aprendizajes, Manuel Ángel nos ha mostrado que la explicación de los fenómenos migratorios es compleja, y es imprescindible evitar la ligereza de la explicación y la repetición de ideas que carezcan de fundamento.
Manuel Ángel ha contribuido también a los estudios de la migración centroamericana desde la docencia y la mentoría. Al igual que el binarismo por país, su participación en el CEDUA ha sido en y desde las dos áreas temáticas del centro: la demografía y los estudios de población, y los estudios urbanos y ambientales. En estos espacios, su aporte en la docencia ha sido desde los cursos de migración, distribución espacial, derechos humanos, globalización y desarrollo, y políticas y gestión migratoria; así como en temas de urbanización, gestión de la ciudad, desarrollo urbano, sociedad y política urbana.
La docencia y mentoría se han unido en su labor de ser director, asesor, lector, dictaminador y sinodal de trabajos de tesis. Manuel Ángel ha acompañado a decenas de tesistas de licenciatura, maestría y doctorado en diversas instituciones, dentro de El Colegio de México y fuera de éste, en universidades mexicanas como el Ciesas, la UNAM, el ITAM y Flacso-México; y en Guatemala, con estudiantes de la Universidad del Valle y la Universidad Rafael Landívar. Desde la primera tesis que dirigió, en 1987, sobre mujer migrante y empleo, hasta la más reciente, sobre migrantes centroamericanos en procesos de establecimiento en México, se observa su compromiso en el acompañamiento reflexivo y vigilante por crear investigaciones que permitan conocer y explicar de manera integral los procesos migratorios en la región Centroamérica- México- Estados Unidos. Manuel Ángel no sólo nos enseñó a hacer una buena investigación en migración, sino también a escribir bien y a hacerlo con sustento.
Sin duda, todos los que hemos sido sus tesistas, ahora investigadores, profesores, analistas, diplomáticos, asesores o funcionarios, nos reconocemos como parte de su descendencia académica, al compartir sus enseñanzas y hacer la transferencia generacional correspondiente.
Una dimensión de su trayectoria académica que me gustaría destacar es su contribución al fenómeno migratorio y a las personas migrantes, a partir de compartir su conocimiento y reflexiones con dos sectores clave: por un lado, las instituciones gubernamentales y organismos internacionales, y por otro, las instituciones y organizaciones de la sociedad civil.
Destaco su permanente disposición para colaborar con instituciones como el Conapo, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas, Inmujeres y la CNDH; además del trabajo con organismos internacionales como ACNUR, UNFPA, OIM, Unicef y ONU Mujeres para la generación de diagnósticos y estudios en materia de migración y propuestas de política migratoria. Asimismo, es reconocida su aportación para la creación de bases metodológicas sólidas para la puesta en marcha de proyectos de medición y generación de información migratoria, como han sido las bases de datos sobre trabajadores agrícolas migratorios en la frontera sur de México y la Encuesta sobre Migración en la Frontera Guatemala-México (Emif Guamex), ahora Emif Sur, fuentes de información que han sido importantes para el estudio de las migraciones y movilidades por la frontera sur de México.
Adicionalmente, desde mi perspectiva, una identidad sustantiva de Manuel Ángel como estudioso de las migraciones, ha sido su compromiso por colaborar con instituciones y organizaciones de la sociedad civil enfocadas en generar y poner en marcha agendas que atienden el fenómeno migratorio de manera integral y a las personas migrantes en particular. En este sentido, resalto su colaboración en Guatemala con Irene Palma en el Instituto Centroamericano de Estudios Sociales y Desarrollo (Incedes); en México, con Fabienne Venet, en el Instituto de Estudios y Divulgación sobre Migraciones (Inedim) y Ana Saiz en Sin Fronteras. Es así que una característica relevante en su trayectoria es que su conocimiento y preocupación por el fenómeno migratorio ha traspasado el ámbito académico.
Manuel Ángel ha sido mi profesor, tutor, director de tesis, colega y amigo; incluso fue mi defensor de propuesta de tesis durante mi entrevista al doctorado, cuando fui cuestionada por querer estudiar un tema que “no estaba de moda”, como fue la organización familiar y la vida cotidiana de los trabajadores guatemaltecos en el Soconusco. En ese momento comprendí que éramos aliados. Posteriormente, hemos compartido la docencia y la investigación, y hemos sido “los migrólogos de la frontera sur” en el CEDUA, un equipo de dos.
Si bien la trayectoria académica es el motivo de este homenaje, quiero aprovechar el espacio para agradecerle a Manuel Ángel la transferencia de decenas de libros que me hizo cuando transitó del CEDUA al Programa de Estudios Interdisciplinarios de El Colegio. Profesor, quiero que sepa que, para mí, no sólo son libros, es memoria, aprendizaje, enseñanza y una muestra de confianza en que su legado seguirá en el Centro. Le agradezco el haberme invitado a sus redes académicas e institucionales, así como a ser parte de sus lazos de amistad tanto en México como en Guatemala.
Querido profesor, que la vida nos permita seguir compartiendo espacios de diálogo, aprendizaje y cariño. Para mí ha sido un privilegio aprender de usted y con usted. Felicidades por esta trayectoria de vida.
Muchas gracias.
Manuel Ángel Castillo, democratizador del conocimiento científico
Es un privilegio estar en este merecido homenaje a Manuel Ángel Castillo. Me voy a referir, concretamente, a su trayectoria en la revista Estudios Demográficos y Urbanos. Manuel Ángel fue su director de 2004 a 2021, periodo en el que se publicaron 43 números. Fueron 17 años en los que tuve la oportunidad de colaborar con él como editora.
Voy a dar un breve panorama de lo que es la revista en la actualidad para entender la trascendencia de la labor de Manuel Ángel para poder llegar hasta donde estamos ahora.
Estudios Demográficos y Urbanos es una publicación científica consolidada y un referente regional en temas poblacionales, urbanos y ambientales desde la perspectiva de las ciencias sociales. Todos los artículos, e incluso las reseñas, son dictaminados mediante la modalidad de “doble ciego”. Cuenta con lineamientos específicos que norman su quehacer en cada una de sus secciones, así como con un código de ética. Pertenece al Sistema de Clasificación de Revistas Mexicanas de Ciencia y Tecnología. Contamos con una plataforma gratuita y de acceso libre, el Open Journal System (OJS), para almacenar, gestionar y publicar la revista en línea; además publicamos una versión en papel, de la que ya sólo imprimimos 300 ejemplares.
La revista está incluida en sesenta portales, índices o bases de datos nacionales e internacionales, muy rigurosos, que la califican e incrementan notoriamente su visibilidad, como Scielo, Redalyc, Scopus, Jstor, Redib, Web of Science, etcétera.
En cuanto a las citas que recibe Estudios Demográficos y Urbanos, el Scimago Journal Rank (SJR), basado en Scopus (y uno de los dos que utiliza Conacyt para evaluar las revistas nacionales), la cataloga en el nivel Q3; en estudios urbanos ocupa ahí el primer lugar a nivel nacional y el sexto en Latinoamérica, mientras que en el área de demografía está en el segundo lugar en el país y el tercero en la región.1 Otra instancia que también evalúa las revistas es la Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento Científico (Redib), que la ubica en Q2, obteniendo el primer lugar en México y el tercero en la región.
Como ejemplo de la enorme visibilidad que tiene la revista, sólo en el año 2021 obtuvo en su portal 632 062 descargas y 421 839 visitas.2 Y además habría que sumar las cifras de otros portales científicos durante el mismo año, por ejemplo, Scielo (un total de 683 229),3 Redalyc (64 639 descargas),4 Jstor (14 626 consultas y descargas),5 entre otros.
Este panorama tan halagüeño no hubiera sido posible sin la intervención de Manuel Ángel. Cuando él llegó a la dirección de la revista no había versión digital y había muchas resistencias para ello. Pero él es un hombre moderno. Consideró que había que utilizar las nuevas herramientas digitales para facilitar la gestión de la revista e incrementar su visibilidad. Nunca dudó de la excelencia de los contenidos de Estudios Demográficos y Urbanos, pero le preocupaba mucho su escasa visibilidad. Teníamos, a su juicio, “un valioso diamante escondido en un baúl con muchos candados”. Pero la decisión no la podía tomar sólo él, pues en el Colmex buena parte de las políticas nacen de instancias colegiadas y son institucionales; entonces su intervención fue fundamental: habló con sus colegas directores y con funcionarios para combatir los temores (incluso había algunos que creían que iba ser más fácil el plagio, y que éste se incrementaría, en fin...). En esa labor de ir orientando la política editorial fue fundamental el desempeño de Manuel Ángel.
Él vivió y promovió el tránsito al mundo digital, no sólo de Estudios Demográficos y Urbanos, sino de todas las revistas de la institución. Entre las primeras tareas destacaron: recuperar los archivos, digitalizarlos, perfilar los lineamientos bajo esta modalidad, en particular respecto a los derechos de autor, etc. Fue un enorme trabajo.
También MAC -como le decimos de cariño por sus siglas- fue precursor en la utilización de un gestor para la revista. Él, antes de que tuviéramos el OJS, decía: “necesitamos un programa para administrar la revista porque recibimos una enorme cantidad de artículos; requerimos un sistema que nos ayude en esta gestión de cada uno de los procesos editoriales”. Encargó a Cómputo del Colmex que nos hiciera un gestor, el cual llegamos a utilizar poco tiempo; era un recurso algo rudimentario, pero funcionaba. Apenas nos autorizó la institución utilizar el OJS, nos cambiamos, migramos, y tuvimos sesiones de capacitación una vez por semana durante meses, donde también, por supuesto, participaba Manuel Ángel.
Entre sus aportaciones a la política editorial de El Colegio de México, destaca su papel de defensor del acceso abierto. Cuando iniciamos la versión digital de la revista teníamos un embargo en principio de dos años, y luego de un año. ¿Qué significaba? Que si no pertenecías a la comunidad Colmex tenías que pagar por consultar los últimos artículos, ya que éstos no aparecían en la plataforma digital. Él siempre estuvo en desacuerdo. Pugnaba por el acceso abierto libre y gratuito para todos. Ya en la administración de Silvia Giorguli, nuestra actual presidenta, todas las revistas del Colmex se publicaron en acceso libre y gratuito, sin ningún tipo de embargo. Esto se logró en 2015.6 También MAC insistió y logró que la revista perteneciese a los principales índices de revistas nacionales e internacionales
Manuel Ángel siempre mantuvo una defensa no sólo de Estudios Demográficos y Urbanos, sino de todas nuestras revistas. Es muy institucional. Un ejemplo es su postura ante Conacyt, institución que nos evalúa y cuyo reconocimiento significa no sólo un sello de calidad, de excelencia, sino también recursos económicos. En dos ocasiones Conacyt nos exigió en sus evaluaciones que entregáramos los dictámenes de los artículos con el nombre del evaluador. Él animó a sus colegas de las demás revistas Colmex a no enviar dichos nombres para proteger el anonimato, a riesgo de que nos sacaran de Conacyt, pues en su perspectiva están primero los valores y la excelencia de las revistas y de la institución, los cuales estaban por encima de la propia incorporación al Sistema de Revistas Científicas de Conacyt. Mantuvo una postura firme en defensa de la excelencia de las revistas y logró el apoyo de sus colegas. ¡Ganamos esa batalla!
En cuanto a las métricas de evaluación de las revistas, Manuel Ángel también abogó por un sistema que no sólo contemplara los instrumentos al respecto del Norte Global, donde pocas veces se lee lo producido en la región. Él propuso siempre revalorar instancias regionales, como Scielo o Redalyc, y contemplar, incluso, las aportaciones de las publicaciones académicas regionales y la inclusión de sus artículos en los planes de estudio, en la formación de estudiantes, y en la instrumentación de políticas públicas.
Siguiendo con el tema de la política editorial y la normatividad, MAC no sólo participó obviamente en la redacción de los lineamientos de nuestra revista, sus normativas de política editorial o su propio código de ética (que, por cierto, nuestra publicación fue la primera de El Colegio que tuvo tal instrumento), sino también colaboró en diversas instancias colegiadas que definen el quehacer editorial de la institución.
Otro asunto, del que yo le estoy particularmente agradecida, al igual que todos los editores, fue su defensa sobresaliente en la definición del editor/a de publicaciones científicas como personal académico, puesto que en ese tiempo teníamos diferentes tipos de contratación, la mayoría por honorarios, y sin ningún marco legal que normara nuestras responsabilidades y derechos. Manuel Ángel defendió tal posición y aclaró la pertinencia de un editor académico para nuestras revistas científicas. Actualmente, con la actual administración del Colmex, la categoría de editores está ya incluida y normada en el Reglamento del Personal Académico.
MAC tiene cualquier cantidad de publicaciones, pero nunca, mientras fue director, quiso publicar en la revista. Lo podría haber hecho porque está normado, hay canales para hacerlo sin violentar la regla sobre dictaminación de doble ciego. Pero él siempre dijo que no, que “podría haber conflicto de intereses”, y manifestó que su función en la revista era incrementar su calidad académica y fomentar su visibilidad, no publicar en ella.
También fue un firme defensor del trabajo en equipo. Vio a Estudios Demográficos y Urbanos como el producto de un trabajo colaborativo. Así nos lo hizo sentir. Por supuesto, primero valorando el trabajo de los propios autores y de los dictaminadores. En el equipo que la produce, en principio éramos tres personas: Manuel Ángel, Rosy Ferrer, la secretaria, y yo, la editora. Él, como director, era nuestro dirigente y quien definía la política editorial. La secretaria, en ese entonces Rosy Ferrer, y posteriormente Alina Sánchez, tenía fundamentalmente la responsabilidad de toda la gestión de la revista a través de nuestro gestor OJS. Posteriormente contamos con un asistente para apoyarnos en todos los procesos, cargo que fue ocupado primero por Valeria Ramírez, y ahora por Gustavo Núñez; también contamos con el apoyo secretarial de Celia Guzmán. Siempre tomó en cuenta la opinión de todos y valoró nuestro trabajo, Y, por supuesto yo, como editora, como una especie de gerente de todo el proceso editorial, siempre me sentí protegida y cobijada con él como director. Yo sabía que, al menor problema, Manuel Ángel inmediatamente daba todo su apoyo, pues estaba totalmente inmiscuido en todos los procesos de la revista, los cuales entendía perfectamente.
A nivel institucional, en El Colegio siempre colaboró con otros directores de revistas, se reunían y tomaban posiciones comunes. Ya con la actual administración, se creó un grupo de editores y directores de revistas, en el cual también participan la Biblioteca, Publicaciones, Cómputo, Área Legal y Presidencia. Dicho grupo enriquece las propuestas en torno a nuestras publicaciones y fortalece las decisiones colegiadas; en éste, MAC participó activamente.
El afán colaborativo de Manuel Ángel irradió también el ámbito interinstitucional, con las revistas de otras instituciones (mediante su participación como integrante en comités editoriales, u otorgando asesorías), pero de forma muy destacada en la Red de Editores y Directores de Revistas Académicas y Arbitradas, en la que nosotros participamos desde su fundación, y cuya función principal es capacitar a los editores y discutir y fomentar el desarrollo de las publicaciones científicas tanto nacionales como regionales. Siempre participó apoyando posturas comunes (como su intervención destacada en Conacyt) e incluso impartiendo seminarios y conferencias organizadas por dicha red.
Por último, yo quisiera, además de reconocer la enorme labor de Manuel Ángel en la revista Estudios Demográficos y Urbanos y en la política editorial de El Colegio, agradecer su amistad, que incluye a su esposa Marisa (quien también fue editora) y a su linda familia.
¡Muchas gracias, querido Manuel Ángel!
Homenaje a la trayectoria de mi profesor y colega, Manuel Ángel Castillo
Es para mí un gusto participar en este homenaje y reconocimiento a la trayectoria de Manuel Ángel Castillo. También me entusiasma que Manuel Ángel nos reúna a todos después de dos años de pandemia. Le agradezco al Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales la organización de este evento, y en particular a su directora, Landy Sánchez. De igual manera, me da gusto compartir el panel con Gustavo Garza, Martha Luz Rojas, Jéssica Nájera y Leticia Argüelles. Celebro, por supuesto, participar en este espacio con mi profesor, colega y amigo, Manuel Ángel, y recibir el día de hoy a su familia: María Isabel, Ana Isabel, Fernando y Rodrigo. Extiendo un afectuoso saludo a los integrantes de su familia de Guatemala, que están conectados y siguiéndonos en línea. Bienvenidos todos los colegas y amigos, compañeros de trabajo y estudiantes de Manuel Ángel que nos acompañan hoy presencialmente y, de manera virtual, desde otras partes de la ciudad y de dentro y fuera del país. Finalmente, saludos para mis colegas del CEDUA y para todos sus integrantes, en especial para el personal administrativo que nos acompaña, y al que ha laborado con el profesor Manuel Ángel desde hace décadas. Su presencia aquí es parte del reconocimiento y el cariño que le profesamos.
El día de hoy me sumo a este homenaje que le hace la institución que lo acogió primero como estudiante en 1978, hace 44 años, y después como profesor e investigador desde 1985, hace 37 años. Frente a una larga trayectoria como profesor, investigador, promotor de los estudios de migración, adepto de los vínculos entre la investigación y la toma de decisiones, y contribuyente en la construcción de esta institución, mis palabras buscan reflejar el carácter polifacético que caracteriza a Manuel Ángel Castillo, quien fuera mi profesor y, ahora, querido colega del CEDUA.
Manuel Ángel Castillo y su compromiso institucional
Quisiera comenzar por reconocer la labor que Manuel Ángel ha tenido, a lo largo de los años, en la construcción de esta institución, tanto en el CEDUA como en El Colegio de México, de manera más amplia. Como bien mencionó el profesor Gustavo Garza, Manuel Ángel participó en el Consejo Consultivo. Haciendo un poco de historia para los profesores de más reciente ingreso y para los estudiantes, el Consejo Consultivo fue el precursor del órgano colegiado con mayor presencia del personal académico. En él se discutió la conformación del Consejo Académico y se revisó el Estatuto Orgánico que regula las actividades de nuestra institución. Manuel Ángel participó en el Consejo Consultivo y después en el Consejo Académico, donde fue un miembro activo, electo por el pleno de profesores-investigadores del CEDUA, en diferentes momentos.
Colaboró prácticamente en todos los órganos colegiados dentro y fuera del CEDUA. Por elección del personal académico de El Colegio, fue integrante de la Comisión Dictaminadora y también miembro de la Junta del Gobierno de El Colegio de México.
Asimismo, colaboró intensamente con las actividades editoriales de El Colegio como director de la revista Estudios Demográficos y Urbanos y como coordinador de Publicaciones del CEDUA. Más allá de su vinculación con el Centro, tuvo una participación activa en el grupo de trabajo de las revistas académicas de El Colegio de México desde que el doctor Jean François Prud’homme, a cargo de la Coordinación General Académica, comenzó a convocar a reuniones entre los directores de todas las revistas de la institución hace casi diez años. El trabajo en este grupo continuó y se ha mantenido como un espacio constante de planeación, de intercambio de buenas prácticas y de discusión sobre el futuro de las revistas académicas de El Colegio.
A esta colaboración en diversos espacios colegiados e institucionales, se suma su participación en diversas funciones dentro del CEDDU, que después se convertiría en CEDUA, como coordinador académico, miembro de la Junta de Profesores, además de su desempeño en el área de Publicaciones a la que ya hice referencia.
Si quisiéramos hacer una síntesis de su participación en todo ese tiempo, la podríamos caracterizar como de intenso compromiso institucional, trabajo continuo y mucha generosidad por el tiempo dedicado a estas actividades. Manuel Ángel siempre ha sido muy pródigo al dedicar una parte de su tiempo -el que se requiere en discusiones que suelen ser muy demandantes y minuciosas- a la construcción institucional.
En un recuento de su participación en diferentes órganos, encontramos sus intervenciones en el análisis sobre la normatividad y en su continuo énfasis sobre la necesidad de fortalecer y mantener la vida colegiada. En normatividad, como ya mencioné, participó en las sesiones para la creación del Consejo Académico, y en la discusión del Reglamento del Personal Académico, primero como miembro de dicho Consejo y más tarde como integrante de la Junta de Gobierno. Desde esta última, contribuyó también en la revisión del Estatuto Orgánico, en colaboración cercana con Rebeca Barriga, con quien coincidió como miembro de la Junta. Desde este mismo espacio, acompañó la revisión e implementación del Reglamento del Personal Académico, instrumento que norma la contratación y evaluación de todas las figuras de personal académico. La participación de Manuel Ángel desde la primera versión de este reglamento fue muy importante en la definición de nuevas figuras, en concreto, en la de editores de revista y en la del personal académico de la Biblioteca. Adicionalmente, desde la Junta de Gobierno y como director de la revista Estudios Demográficos y Urbanos, participó en la redacción del Reglamento de Política Editorial y de los Lineamientos Editoriales.
He tenido la oportunidad de coincidir con Manuel Ángel en las discusiones de los instrumentos normativos a los que hago referencia. Su participación se ha regido por la colegialidad, por su preocupación por la gobernanza interna, por la claridad en las reglas de convivencia y, también, por transmitir la importancia de los instrumentos que norman, por ejemplo, los procesos editoriales o la contratación y la evaluación académica.
Como Leticia Argüelles ya mencionó en su intervención previa a la mía, destaca su compromiso con los procesos editoriales. Quisiera enfatizar su largo trabajo en el grupo de revistas y en la Coordinación de Publicaciones del CEDUA, acompañado de su equipo de trabajo: Leticia Argüelles, Rosy Ferrer y, más recientemente, Alina Sánchez. Coincido con Leticia cuando señala que la visión de Manuel Ángel en su función editorial fue de vanguardia y de avanzada. Fue un promotor central del acceso abierto y de la transición digital de las revistas académicas de El Colegio. Cuando inició su función como director de la revista, ésta no era digital. En realidad, ninguna de las revistas académicas de El Colegio estaba todavía en acceso digital. Apenas se comenzaba a conocer la transición que estaba ocurriendo en el mundo editorial de las revistas científicas. Estábamos incursionando en esa etapa del mundo digital en Publicaciones en El Colegio y, sin riesgo a equivocarme, puedo señalar que Manuel Ángel tuvo un liderazgo en el CEDUA para esa transición en las publicaciones, así como un papel muy importante en la vinculación y en las discusiones con los otros directores de revista y los equipos editoriales. A esto se suma su compromiso con la ética académica, en este caso en concreto, con la ética editorial.
Otra de las actividades de Manuel Ángel que reitera ese compromiso institucional es su asidua participación en el Encuentro Anual de Egresados Colmex. Es egresado de la segunda generación de la Maestría en Estudios Urbanos, la cual destaca por su cohesión, y lo demuestra el hecho de que varios de sus compañeros nos acompañan de manera presencial en esta ceremonia: J. Mario Herrera, Alicia Rodríguez, Ana Elena Figueroa, Jorge Escandón, Carmen Medina, Salvador Padilla y otros más, como Flora Mariscal, quien nos acompaña de manera virtual. En las reuniones de egresados siempre hay una mesa con esta generación de la Maestría en Estudios Urbanos, la cual incluye a egresados de dentro y fuera de la ciudad y del país.
Manuel Ángel, puente entre los estudios de población y los estudios urbanos
Dentro del CEDUA, como bien mencionó Jéssica Nájera, Manuel Ángel ha sido un puente entre las dos áreas: la urbana, después urbano-ambiental, y la de estudios de población. No voy a entrar mucho al detalle porque ya lo mencionó Jéssica en su intervención, pero sí es de destacar su participación en cursos y en direcciones de tesis de los cuatro programas docentes del CEDUA, así como su contribución en las reuniones de área para discutir temas de investigación, de organización y de los programas docentes, siempre en las dos áreas. Esto le permitió tener una visión amplia del Centro y construir conexiones entre ambas áreas. Ahora bien, ¿cómo llegó a convertirse en este puente? Como ya mencioné, fue egresado y coordinador de la Maestría en Estudios Urbanos. Esto le dio un anclaje desde la perspectiva urbana para aproximarse al desarrollo regional y local en Guatemala y, más tarde, a lo que ocurría en la frontera entre México y dicho país. En la evolución de su trabajo hacia el estudio de las migraciones internacionales como un proceso localizado, su aproximación analítica tiene la particularidad de integrar el enfoque del desarrollo urbano. Ya en el campo de las migraciones internas e internacionales, entendió la permeabilidad del trabajo desde la demografía y participó desde el diseño de encuestas y fuentes de información necesarias para medir y analizar la migración. Parte de esta capacidad de conexión entre áreas también se refleja en su reflexión del impacto de las migraciones en el ámbito local, en su discusión sobre las políticas urbanas y las políticas de población, en su experiencia en el Consejo Nacional de Población y, más adelante, en sus aportaciones enfocadas en acciones y políticas migratorias.
La frontera sur y la migración en tránsito como objetos de estudio
Cuando decimos que Manuel Ángel es un puente entre las dos táreas del CEDUA, hay que reconocer que también ha tejido puentes en otros sentidos: en la vinculación con la sociedad civil, con instancias de gobierno, con organismos internacionales y con otras instituciones académicas en Guatemala y México. Hay varios ejemplos, como sus colaboraciones con ONU Mujeres en temas relativos a las mujeres en la migración. Además, ha tenido un papel muy importante en la convocatoria y coordinación de diversos espacios en torno a temas de migración internacional, como haré mención en unos momentos. Quisiera enfatizar el carácter visionario de Manuel Ángel en los estudios de migración. Para ilustrarlo, voy a empezar con una cita de una entrevista1 que hizo Leticia Argüelles a Manuel Ángel Castillo en 2008 a propósito de la publicación del libro México, Guatemala y Belice: la construcción de una frontera, un libro en coautoría con Mónica Toussaint y con Mario Vázquez y que fue ganador del premio Francisco Javier Clavijero.2 La cita sigue vigente a la fecha y, en ella, el profesor Castillo enfatiza lo siguiente:
En el contexto actual, todos los países involucrados en los procesos migratorios son corresponsables de diversos aspectos relacionados con dichos fenómenos: en el origen, con la persistencia de las causas que los provocan, así como también con el bienestar de las familias que se quedan; en el destino, por la falta de provisión y supervisión de condiciones adecuadas de inserción en el trabajo y en los espacios de vida; y, en el tránsito, por la ausencia de medidas para que se respeten sus derechos fundamentales [Manuel Ángel Castillo, en Argüelles, 2008, pp. 13-14 ].
Como mencionó Martha Luz Rojas, creo que la visión de Manuel Ángel efectivamente es pionera y refleja esta transición de estudios de temas de desarrollo regional en Guatemala, de procesos de migración interna a migración internacional, y es uno de los primeros en ubicar el tema de la migración en tránsito y el estudio de los procesos regionales en nuestra frontera sur. Por supuesto, sobre esta línea de investigación ha formado escuela y un gran ejemplo son las dos colegas que nos acompañan en esta mesa: Martha Luz Rojas y Jéssica Nájera.
La aproximación que ha tenido Manuel Ángel a lo largo de su investigación se caracteriza por su visión humanitaria. En el centro de su enfoque de investigación y la reflexión de políticas públicas están los migrantes como personas. Desde los inicios de sus trabajos en esta línea de investigación, hace referencia explícita al enfoque desde los derechos humanos, lo que ahora nos parece algo normal porque ya está integrado al discurso cotidiano en temas migratorios. Sin embargo, en los años ochenta, cuando iniciaba los trabajos en estas líneas de investigación, no había permeado de la misma manera el enfoque de derechos humanos. Él invita, además, a una visión con un carácter integral; por ejemplo, ha vinculado una discusión más amplia sobre desarrollo. Al respecto, quisiera destacar la formación del Grupo Guatemala-México sobre Migración y Desarrollo, agrupación interdisciplinaria que buscaba vincular lo local, lo regional, con una visión binacional, y que congregaba a diferentes actores académicos, sociedad civil y tomadores de decisiones en ambos lados de la frontera. Ésa es otra de las particularidades que caracteriza el trabajo de Manuel Ángel, su continua convocatoria a diversos diálogos con variados actores.
En este rubro de convocar a diálogos de saberes en torno al tema de la movilidad humana, quisiera destacar como ejemplo el Seminario Permanente sobre Migración Internacional, que se llevó a cabo por más de una década, coorganizado por El Colegio de la Frontera Norte, El Colegio de México, la Sociedad Mexicana de Demografía y la asociación civil Sin Fronteras. Manuel Ángel fue por muchos años coordinador del Seminario y, otra vez, pionero en términos de la dinámica. El Seminario combinó sesiones virtuales desde El Colegio de la Frontera Norte, entre otras sedes, a las que se conectaban colegas y estudiantes de El Colegio de México y El Colegio de Michoacán, entre otros. Desde que inició el Seminario, ya se trabajaba con esta dinámica, lo que permitía escuchar a investigadores de diversas instituciones académicas y a estudiantes de doctorado en los últimos semestres de sus programas, así como a otros participantes. El Seminario se constituyó como un factor de integración muy importante en la conformación de la comunidad de migrantólogos, como llama Leticia Calderón al amplio grupo de expertos que incluía a varios participantes del Seminario.
El profesor Castillo
Quisiera ahora hablar del profesor Castillo. Yo tomé el curso de Migración en 1994 con Manuel Ángel, en combinación con Alejandro Mina. Fue mi primera introducción formal al tema migratorio. Además de un actualizado y amplio recorrido por teorías y temas de la agenda de investigación en migración del momento, Manuel Ángel nos presentó fotografías y nos platicó del trabajo que había estado haciendo, trabajo de campo en estaciones migratorias en la frontera sur. Nos habló sobre el refugio guatemalteco en México, pero al mismo tiempo nos introdujo con mucha rigurosidad y con mucha exigencia a los debates teóricos y estrategias metodológicas de ese momento. Para mí fue un curso fundamental como primer espacio formal de estudio de los temas migratorios. Ésa es mi experiencia en particular, pero como yo mencionaba, es algo que se repite en los cuatro programas docentes como profesor, como director de tesis, o como participante en comités de tesis. En una entrevista que le hicieron en 2014 en el marco de las celebraciones por los cincuenta años del CEDUA,3 Manuel Ángel se refería a cómo veía el perfil del egresado del CEDUA hacia el futuro, y creo que su enfoque es muy congruente con la forma en la que ha llevado sus clases. Enfatizaba la importancia de una formación rigurosa con el compromiso social, convencido de que dicho compromiso no está peleado con la rigurosidad y con la exigencia académica. También expresaba la necesidad de transmitirle a los estudiantes la curiosidad por una constante observación de los problemas nacionales, especialmente los emergentes, con una perspectiva abierta a la interdisciplina, con metodologías sólidas, al día en el avance tecnológico incorporado a la investigación, para formar egresados actualizados y proactivos en los debates teóricos y en las propuestas metodológicas (CEDUA, 2015). Sus reflexiones en dicha entrevista reflejan muy bien lo que imprime en sus cursos y en las tesis dirigidas.
Uno de los mexicanos que nos heredó el mundo
Finalmente, quisiera cerrar también con una cita de unas de las lecturas que a mí más me impresionó cuando fui alumna de Manuel Ángel. Es un texto sobre migraciones temporales, aunque para esta presentación omito lo temporal y lo dejo con referencia a la migración a secas. Se trata de un texto de José de Souza Martins (1984), que se llama “El vuelo de las golondrinas. Migraciones temporarias en Brasil”:4
[en la migración], más que el tránsito de un lugar a otro, hay una transición de un tiempo a otro. Emigrar [...] es más que ir y venir, es vivir en espacios geográficos diferentes, temporalidades despedazadas por las contradicciones sociales. Ser migrante temporario es vivir tales contradicciones doblemente; ser dos personas al mismo tiempo [...] Es ser y no ser al mismo tiempo; salir cuando se está llegando, volver cuando se está yendo [De Souza-Martins, 1984, p. 183].
Tomo esta cita porque es uno de los textos que más me impresionaron cuando fui su alumna y porque Manuel Ángel, a final de cuentas, también es un migrante que ha trabajado en tender puentes de entendimiento entre los dos mundos: el de su país de origen, Guatemala, y el de su país de acogida, México.
Todo lo que hemos comentado hoy explica por qué es uno de los 200 mexicanos que nos heredó el mundo, de acuerdo con la publicación que hiciera el Instituto Nacional de Migración (INM-CEM, 2010).5 Me congratulo que sea El Colegio de México donde ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria y de su trabajo. Me regocijo y me da orgullo haber sido su alumna. Le agradezco todo el trabajo, el compromiso, la guía, su generosidad siempre con El Colegio y el compromiso institucional que ahora se ve reflejado en esta transición hacia el Programa de Estudios Interdisciplinarios.
Para cerrar, creo que los homenajes tienen dos objetivos. Por un lado, reconocer y celebrar la trayectoria, festejarla y agradecerla. Por el otro, los homenajes tienen esta función de dar a conocer a través de ellos el ethos de El Colegio, el ethos del CEDUA a las nuevas generaciones de profesores y estudiantes. Por ello, me da mucho gusto que nos acompañen integrantes de estas generaciones en este reconocimiento a la trayectoria y a los aportes del profesor Manuel Ángel Castillo.
Muchas gracias al CEDUA y a su directora, y como alumna de Manuel Ángel y lectora de su trabajo, ya estoy lista para leer y discutir lo que proponga como temas más vigentes y visibles que hace cuatro décadas, cuando comenzó a estudiar las migraciones.
Muchas gracias.
Palabras de María Isabel Molina Moreno
Antes que nada, quiero agradecer a la comunidad de El Colegio de México y a quienes organizaron este homenaje de reconocimiento a la trayectoria académica de Manuel Ángel, por permitirme usar el micrófono para dirigir unas palabras.
Deseo dar las gracias a todos los presentes por acompañarnos y a todos los amigos y familia que están viendo la transmisión online. Nunca he hablado en público y mucho menos ante tantas personas, pero estoy tratando de vencer mis temores porque no quería dejar pasar esta ocasión tan especial para agradecer a todos los miembros de la comunidad, es decir, a los académicos, compañeros de trabajo, estudiantes, personal administrativo y, en general, a todos los amigos de Manuel Ángel.
Cuando llegamos a México en el año 1978 (hace ya mucho tiempo…), Manuel Ángel ingresó al Centro de Estudios Económicos y Demográficos (CEED) -luego Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano (CEDDU) y hoy Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA)- para cursar una maestría. Desde un principio sentimos el respaldo de El Colegio y la calurosa acogida que le dieron a Manuel Ángel. Reconozco con mucho orgullo que su paso por El Colegio le abrió muchas oportunidades por la excelente formación adquirida en una institución de tan alto nivel. Fue una muy buena decisión que él viniera a estudiar aquí.
Unos años después de concluir la maestría, se incorporó como profesor investigador, posición que desempeñó por 37 años. Siempre comprometido en diversas actividades, impartiendo clases, desarrollando su trabajo de investigación, sin olvidar su participación con muchas otras instituciones académicas y organismos internacionales, pero también con organizaciones de la sociedad civil.
Después de escuchar las palabras de los panelistas, no tengo mucho más que agregar acerca del desempeño académico de Manuel Ángel, pero sí agradecerles las palabras de cariño, el reconocimiento que le manifiestan por su trayectoria y sobre todo su invaluable amistad.
Para Manuel Ángel fue difícil planificar su retiro del CEDUA, pues en cierta forma implicaría dejar a los amigos de todos los días, aunque estoy segura que lo seguirán siendo y por ende míos también. Difícil le será no involucrarse en la vida cotidiana en el Colmex. También fue un reto el dejar el cubículo que ocupó durante 17 años. Creo que ese período fue difícil, pues no había visto tan cerca la realidad de su retiro. Fue laborioso también por la cantidad de libros, documentos, tesis y todo lo acumulado durante ese tiempo. No sé cómo logró hacerlo, pero, a pesar de la pandemia, se dedicó a llevarlo a cabo durante varios días, con la ayuda de Gustavo Nuñez.
Manuel Ángel no se retira totalmente de la institución pues seguirá vinculado al Colmex, incorporándose al Programa de Estudios Interdisciplinarios, como ya lo han mencionado antes, y seguramente participará en muchas otras actividades.
Al tomar la decisión de venir a México no consideramos la idea de quedarnos a vivir aquí; sin embargo, al concluir sus estudios decidimos permanecer en este país y ya pasaron más de cuarenta años de eso. Nuestros hijos eran muy pequeños cuando llegamos. Aquí crecieron y estudiaron. Recuerdo que El Colegio organizaba actividades para los niños y varias veces disfrutamos de esos eventos, así como el club de cine y otros eventos.
Desde el primer momento siempre nos sentimos respaldados y apoyados por El Colegio. No sólo por toda la comunidad, sino también por todos los buenos amigos que aquí hicimos y con quienes, hasta la fecha, Manuel Ángel se mantiene en contacto. Los recordamos con mucho cariño, especialmente a sus compañeros de estudios. También establecieron amistad y buenas relaciones con muchos de los profesores. Momentos muy agradables con ellos y muchos recuerdos.
Ahora quiero contarles alguna anécdota que yo no olvido. Las esposas o compañeras siempre comentábamos lo mucho que ellos como estudiantes se dedicaban a estudiar, debido a las exigencias y carga académica, lo mucho que trabajaban y lo comprometidos que estaban con sus estudios. Por la mañana y parte de la tarde asistían a clases, y por el resto de la tarde hasta la noche se quedaban aquí estudiando. Pues resulta que un día me habló por teléfono una de ellas y me dijo que, por alguna razón, vino al Colmex y ¿qué creen…?, pues que encontró a los “muchachos” en pleno campeonato o torneo de ping pong con los estudiantes del programa de Asia y África. ¡Y nosotras considerándolos por lo mucho que estudiaban! Nos sorprendió y al mismo tiempo fue bueno saber que se daban tiempo para distraerse. Así hubo muchos momentos de convivencia. Recuerdo que formaron un “grupo musical”, tocaban instrumentos y cantaban. Formaron un grupo muy bonito. Nos convocaron a su debut y fue algo tan agradable e inolvidable que todos lo disfrutamos. No sé si hubo otra generación que hiciera algo parecido.
En poco tiempo, El Colegio se convirtió en parte de nuestra vida y lo será siempre. Yo guardo un gran cariño a esta prestigiosa institución por su calidez humana y por su constante preocupación por cumplir sus objetivos.
Para terminar, quiero dirigir unas palabras a quien hoy le dedicamos este homenaje: a mi compañero de vida. Le admiro por ser como es, por haberse ganado el reconocimiento de sus colegas y por su aportación a la investigación. Por su ejemplo, su esfuerzo y por el fructífero trabajo que desarrolló a lo largo de estos años. Por todo eso y por ser como es, expreso aquí mi admiración, mi gran cariño y reconocimiento. Y no puedo más que agradecerle por haber recorrido este camino juntos y por ser parte de mi vida.
Muchas gracias.
Palabras de Manuel Ángel Castillo
En primer lugar, quiero expresar mi profundo agradecimiento al CEDUA que, en la persona de su directora, la doctora Landy Sánchez, organizó este acto de celebración de mi trayectoria en El Colegio de México. Extiendo mi sincero reconocimiento a mis colegas y compañeros, Gustavo, Martha Luz, Jéssica, Silvia y Leticia, por su aceptación para participar y preparar sus presentaciones, por el entusiasmo demostrado en dicha tarea y, sobre todo, por ser producto del afecto generado a lo largo de los años de labores y, en general, de múltiples experiencias compartidas.
Pido disculpas por no venir preparado para expresar formalmente mis emociones y sentimientos de gratitud, pues creí que mi deber era escuchar y agradecer la iniciativa y su materialización. En algún momento tuve la tentación de nombrar personas, no sólo de El Colegio, sino también de otras instituciones, quienes considero que no sólo me han acompañado a lo largo de esta trayectoria, sino que les debo tanto por su apoyo manifiesto de muchas maneras, por sus enseñanzas a veces generosas, las más de las veces ampliamente compartidas, y finalmente, por los gratos momentos debidos a su amistad sincera y solidaria.
Llegué a la conclusión que ésa era una tarea enorme, porque he tenido la suerte de compartir todas esas experiencias con muchas personas, lo cual entraña el enorme riesgo de incurrir en omisiones injustas, de las cuales luego tendría que arrepentirme. Por ello decidí que lo mejor era, por el momento, hacer memoria de aquellos que ya no están con nosotros y que, de alguna manera, tuvieron algo que ver con mi tránsito por El Colegio.
Entre ellos recuerdo al licenciado Gustavo Cabrera, a don Mario Ojeda, a don Víctor Urquidi y al doctor Rodolfo Stavenhagen, quienes confiaron en mi persona y facilitaron mi incorporación y estancia en la institución; a Jorge Bustamante, quien siempre apoyó mi relación con El Colegio de la Frontera Norte. Debo recordar con mucho cariño a mis colegas Alejandro Mina, Carlos Echarri, Brígida García y Rodolfo Tuirán, con quienes compartimos tareas académicas diversas con mucha generosidad de su parte y disposición por hacer de nuestro trabajo una experiencia gratificante y, al mismo tiempo, aleccionadora. Pienso también con mucho afecto en el querido Jan de Vos, con quien compartimos membresías en instancias colegiadas de otras instituciones, pero también viajes y experiencias “gastronómicas”, aunque tal vez algunas no merecerían ese calificativo; de Jan aprendí mucho y fue un deleite escuchar sus crónicas de vida y de la historia de Chiapas. Por último, no por ello menos importante, merece un lugar especial en mi memoria la remembranza de mi compañero de la maestría, colega en los estudios urbanos y amigo solidario más allá de las aulas, Emilio Duhau; con él compartimos momentos de distinta intensidad a lo largo de esos cuarenta años de amistad, que los recordaré siempre con profundo afecto.
Considero que es de elemental justicia pensar que lo que he podido realizar como parte de esta trayectoria tiene referentes obligados en mis estudios previos. Los mismos se remontan a mi educación primaria y secundaria en Guatemala, en el establecimiento al que se le conoce como la Preparatoria, a los universitarios en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de San Carlos de Guatemala, en donde desempeñé algunos cargos después de mi graduación, así como en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR), y finalmente, en la Maestría en Desarrollo Urbano de El Colegio, a la cual se refirió ampliamente Gustavo Garza. Reconozco que mi experiencia laboral en México, en el Consejo Nacional de Población (Conapo) y en el Centro de Investigación para la Integración Social (CIIS), marcaron un derrotero que se materializó posteriormente en mi interés por los estudios de población, pero específicamente en los estudios migratorios. En ese terreno, el de las experiencias institucionales, fueron determinantes mis vínculos con muchas entidades académicas, nacionales y del extranjero, pero especialmente con El Colegio de la Frontera Sur, El Colegio de la Frontera Norte y el Instituto Mora; ello permitió la constitución de redes con investigadores de todas esas entidades. En el extranjero destacan mis vínculos con Brown University, en Providence, R.I., la Universidad de York en Toronto, Ontario, la Universidad de San Carlos de Guatemala, y varias sedes de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
También tengo que reconocer que, a la par de mi trayectoria académica, pero también en apoyo a la misma, desarrollé vínculos con muchas organizaciones de la sociedad civil, primero en México y después en Centroamérica, Estados Unidos y Canadá. En un principio, se trató de instancias defensoras de los derechos humanos en general, pero a medida que fueron creciendo y diversificándose los procesos migratorios en la región, tuve la fortuna de observar y participar en la especialización de algunas de las anteriores, así como en el surgimiento de las específicamente defensoras de los derechos de las personas migrantes. Mi involucramiento en estos procesos ayudó a consolidar mi conocimiento de las dinámicas migratorias y propició mi presencia en múltiples foros e instancias internacionales, así como también mi participación en labores de incidencia en procesos legislativos y de instrumentación de cambios en leyes, reglamentos y procedimientos administrativos, no sólo en México, sino también en otros países de la región.
Aunque pretendo continuar activo, desarrollando tareas y proyectos que le den continuidad a mi trayectoria académica, considero que es momento de hacer un balance e imaginar los derroteros de los procesos migratorios y los peligros que pueden entrañar para sus protagonistas. Los colegas y los hoy estudiantes en proceso de formación tienen ante sí el reto de enfrentar las grandes interrogantes que el futuro inmediato planteará a la academia. Se trata de que, a partir de la generación de conocimiento con rigor y compromiso, puedan aportar elementos para la formulación de políticas públicas con profundo respeto de los derechos de las personas migrantes y con el compromiso social que entraña la defensa de las poblaciones vulnerables. Las labores académicas, así como otras que pueden apoyar estos esfuerzos, enfrentan amenazas de muy diverso orden y riesgos, que tendrán que superarse para cumplir dicha misión y responsabilidad.
Dejo para el final el obligado reconocimiento personal a mi familia, de cuyos miembros he recibido apoyo y comprensión por los sacrificios de tiempo y energías que han implicado las exigencias de mis labores y compromisos de muy diversa naturaleza y temporalidad. El agradecimiento es especial para María Isabel, Fer, Isa y Rodrigo, quienes -muchas veces sin saberlo- me alentaron en momentos y situaciones difíciles, que espero que algún día comprenderán en su completa dimensión.