1. Introducción
El calentamiento global es la manifestación del cambio climático, como lo advierte el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change) (IPCC, 2014a), auspiciado por Naciones Unidas. El análisis de datos de la temperatura promedio del aire superficial y de la superficie del mar del periodo que va de la época preindustrial a 2017 muestra un incremento de casi un grado centígrado, que es, de acuerdo con este grupo, muy significativo (IPCC, 2018). Este cambio climático no es sólo un fenómeno ambiental, debido a que tiene implicaciones económicas y sociales. Además, sus características son complejas y difíciles de abordar y afrontar, por lo que se le considera una de las nueve fronteras planetarias que no se deben sobrepasar para no sufrir procesos irreversibles que amenacen nuestra existencia (Schellnhuber, 2009).
Se han enunciado diferentes tipos de amenazas asociadas al cambio climático por el incremento de la temperatura media del planeta, como es el aumento de eventos hidrometeorológicos extremos con potencial de inundaciones y sequías (IPCC, 1992, 2014b; Kossin, 2018). Asociados a estas variaciones, se prevén impactos como cambios en las zonas agroecológicas (Kurukulasuriya y Mendelsohn, 2008), que generan desequilibrios en la producción de alimentos entre las regiones templadas y las tropicales, o la modificación de la distribución de los productos del mar (Brander, Cochrane, Barange y Soto, 2017), y la llegada de especies exóticas, plagas y enfermedades trasmitidas por vectores hacia zonas donde antes no existían (Ben Ari, Neerinckx, Gage, Kreppel, Laudisoit, Leirs, Nils y Stenseth, 2011; Huang, Haack y Zhang, 2011). Por este motivo, todos los esfuerzos que se hagan por estudiar el cambio climático son una contribución en la búsqueda de adaptaciones a los retos por venir.
El último reporte del IPCC (2018) señala que la tendencia de calentamiento de la superficie del mar está incrementando las tasas de deshielo de las masas polares, con potencial para tener veranos sin hielo marino en el Ártico al menos una vez por década (IPCC, 2018). Es incierto aún cómo se reflejará esto en las diferentes zonas costeras (Nicholls y Cazenave, 2010; Nicholls et al., 2007; Zikra y Lukijanto, 2015). Sin embargo, se asocia a un posible incremento del potencial de erosión costera y pérdida de playas, una mayor exposición del frente de costa durante los temporales de mar, y la salinización de los acuíferos litorales (Hernández-Montilla, Martínez-Morales, Posada Vanegas y De Jong, 2016). De hecho, la velocidad a la que está sucediendo el deshielo es aún incierta, y hay reportes de fracturas en los glaciares que podrían acelerar la elevación del nivel medio del mar (Milillo, Rignot, Rizzoli, Scheuchl, Mouginot, Bueso-Bello y Prats-Iraola, 2019).
2. Efectos esperados en zonas costeras
Diferentes estudios han mostrado que tan sólo los cambios en la morfología costera tienen consecuencias al poner en riesgo el funcionamiento de los ecosistemas (Ortiz-Pérez y Gama-Campillo, 2019; Williams, 2013; Zikra y Lukijanto, 2015), en especial para la sostenibilidad de las comunidades costeras. Aunque muchas zonas de costa donde se identifican estos procesos se monitorean localmente, la comprensión a largo plazo y los cambios a escala global son un desafío.
El IPCC (2018) considera que algunos de estos impactos podrían disminuir las posibilidades de poder lograr o mantener un nivel aceptable de bienestar de la población asentada en zonas costeras vulnerables. Dichas consecuencias resultarían de los posibles cambios geomorfológicos y biológicos que afectarán los sistemas productivos, los cuales se reflejarán en los procesos socioeconómicos que, de forma directa o indirecta, se vinculan a sectores como la agricultura, la pesca y el abastecimiento y calidad del agua (Anthoff, Nicholls y Tol, 2010; McLean, Tsyban, Burkett, Codignotto, Forbes, Mimura y Ittekkot, 2001; Nicholls y Small, 2002).
El nivel del mar depende de muchos factores relacionados con cada región, como las mareas, las corrientes costeras y los eventos meteorológicos, como los frentes fríos, las ondas tropicales con potencial para derivar en depresiones, las tormentas y los huracanes; además de los patrones climáticos regionales, como son la oscilación decadal del Pacífico o el fenómeno de El Niño (ENOS: El Niño-Oscilación del Sur) (Zavala-Hidalgo, de Buen, Romero-Centeno y Hernández Maguey, 2010). Estos factores resultan también influenciados por la fuerza de gravedad, la rotación de la Tierra, los vientos y el derretimiento de los glaciares, cuyos efectos son determinantes para medir la altura del mar alrededor del mundo en cualquier punto en el tiempo. Sin embargo, actualmente se están desarrollando tecnologías satelitales que contribuyen a hacer más exacto el modelaje de este fenómeno asociado al calentamiento global (Kopp, Horton, Little, Mitrovica, Oppenheimer, Rasmussen y Tebaldi, 2014; Nerem, Beckley, Fasullo, Hamlington, Masters y Mitchum, 2018).
El IPCC proyectó en su primer informe que el incremento en la temperatura media global de la atmósfera se esperaba en un intervalo de 1.4 a 4.5°C para 2100 (IPCC, 1992), dependiendo de las acciones para mitigar las emisiones de CO2, lo que podría ocasionar una posible elevación del nivel del mar de entre dos y cuatro centímetros cada diez años. Sin embargo, en el último reporte (IPCC, 2018) se describe que el calentamiento estimado, de no cumplirse los compromisos del Acuerdo de París, incrementa la posibilidad de llegar a 1.5° entre 2030 y 2052, con la posibilidad de tener extremos máximos en algunas regiones de 3 o 4 grados más de los ya registrados, especialmente en el hemisferio norte y particularmente en el Ártico (Francis, Vavrus y Cohen, 2017). Este incremento en el calentamiento diferenciado se reflejaría en una elevación media del mar de entre 0.26 y 0.77 m al 2100, para el escenario con un incremento de temperatura de 1.5°C (IPCC, 2018). Sin embargo, el mismo informe del IPCC señala que, independientemente de las acciones de mitigación que se implementen para disminuir las emisiones que mantengan la temperatura entre 1.5 a 2°C, los escenarios estimados de elevación del nivel medio del mar tendrían poca diferencia para el año 2100 en relación con la tendencia actual, con un nivel de confianza del 90% (IPCC, 2018).
La modelación para proyectar el incremento del nivel del mar es compleja debido al número de factores que influyen, y cómo se reflejen éstos en diferentes partes del mundo. Investigadores de distintas instituciones están realizando monitoreos oceanográficos y una diversidad de análisis para estimar esta variación durante el siglo XXI (Grinsted, Moore y Jevrejeva, 2010; Horton, Rahmstorf, Engelhart y Kemp, 2014; IPCC, 2014b; Jevrejeva, Moore y Grinsted, 2012; Kopp, Horton, Little, Mitrovica, Oppenheimer, Rasmussen y Tebaldi, 2014; Kopp, DeConto, Bader, Hay, Horton, Kulp y Strauss, 2017; Rahmstorf, 2007; Vermeer y Rahmstorf, 2009). Escenarios que van de 26 cm (IPCC, 2018) si se logran todos los acuerdos necesarios para bajar las emisiones al 2050, a más de 1 metro (Horton, Rahmstorf, Engelhart y Kemp, 2014; Kopp, DeConto, Bader, Hay, Horton, Kulp y Strauss, 2017) si el incremento de la temperatura fuera un importante detonante del deshielo de las masas polares (Nerem, Beckley, Fasullo, Hamlington, Masters y Mitchum, 2018).
El impacto de la elevación del nivel del mar en las costas de zonas tropicales dependerá de diferentes factores, como su dinámica propia, así como de la existencia en ellas de barreras naturales o construcciones de protección (Grenfell, Callaway, Grenfell, Bertelli, Mendzil y Tew, 2016; Nicholls, Wong, Burkett, Codignotto, Hay, McLean et al., 2007; Ortiz-Pérez y Méndez-Linares, 1999; Williams, 2013). Para determinar la vulnerabilidad local de las costas se debe considerar la oscilación de las mareas (Ortiz-Pérez y Méndez-Linares, 1999), además de
[...] la topografía, la geología, los movimientos naturales de tierra, la climatología regional y las actividades antrópicas que contribuyen a cambios en el nivel del agua, como la extracción de fluidos del subsuelo y la oferta de sedimentos [Núñez Gómez, Ramos Reyes, Barba Macías, Espinoza Tenorio y Gama Campillo, 2016].
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2015), las zonas costeras son vulnerables en esta región por los efectos producidos por los cambios en la dinámica marina, en los regímenes de temperatura, precipitación, oleaje, marea meteorológica y viento, al ser la interfaz tierra-océano donde cohabitan diversos ecosistemas y, además, por tener fuerte presión del sistema socioeconómico. Esta institución consideró la cota de 10 metros como un escenario importante de análisis para la elevación del nivel del mar asociado al volumen de población identificada en esta zona (CEPAL, 2012), señalando que México está entre los tres países latinoamericanos con mayor número de población con potencial de afectación. En el análisis realizado por CEPAL se proponen diez escenarios, donde los escenarios D y E (0.50 y 1 m, respectivamente) tendrían el mayor impacto (CEPAL, 2012). En ese sentido, Seingier, Espejel, Ferman y Delgado (2010) evaluaron la vulnerabilidad de los estados costeros mexicanos a diferentes impactos, entre los que está el cambio climático, aplicando un índice de riesgo que considera dos conceptos: la peligrosidad física y la climática, concluyendo que el estado de Tabasco tiene riesgo medio.
Tabasco es una región donde los recursos naturales han permitido actividades humanas desde épocas prehispánicas, y los pobladores se han adaptado a las condiciones para aprovecharlos. Sin embargo, en las últimas décadas las actividades productivas han generado alteraciones que rompen con el equilibrio natural que garantice su funcionalidad (Tudela, 1992). Los cambios de uso del suelo, así como la modificación de la hidrodinámica, han contribuido a transformar los procesos naturales del paisaje tabasqueño, disminuyendo su capacidad de amortiguar las amenazas asociadas a eventos tanto de origen natural como antrópico, como es el caso ahora de los impactos asociados al cambio climático global. Al respecto, estudios de las amenazas derivadas de la exposición del litoral tabasqueño al incremento esperado por la elevación del nivel del mar (Hernández-Santana, Ortiz-Pérez, Méndez-Linares y Gama-Campillo, 2008; Núñez Gómez, Ramos Reyes, Barba Macías, Espinoza Tenorio y Gama Campillo, 2016; Ortiz-Pérez y Méndez Linares, 1999; Ramos-Reyes, Zavala-Cruz, Gama-Campillo, Pech-Pool y Ortiz-Pérez, 2016a; Zavala-Hidalgo, de Buen Kalman, Romero-Centeno y Hernández Maguey, 2010), muestran que las planicies costeras o llanuras de inundación, por su baja elevación, son además susceptibles a inundaciones por mareas de tormenta y oleaje extremo y, por ende, a la modificación de su línea de costa (Arreguín-Cortés, Rubio-Gutiérrez, Domínguez-Mora y de Luna-Cruz, 2014).
En los años recientes, las precipitaciones acumuladas, las alteraciones en la dinámica de la hidrología superficial y el control en los cauces, han generado que los procesos naturales de inundación varíen en magnitud y duración (Arreguín-Cortés, Rubio-Gutiérrez, Domínguez-Mora y de Luna-Cruz, 2014; Perevochtchikova y Lezama, 2010). Estas transformaciones en el territorio alteran la dinámica de los humedales costeros, que actúan como amortiguadores de amenazas asociadas al cambio climático, como es la elevación del nivel del mar. Tabasco depende de la funcionalidad de sus humedales (Pantanos de Centla es considerado el más importante de Mesoamérica), y la pérdida o modificación de los mismos ha ocasionado cambios en los servicios ambientales, provocando impactos mayores en inundaciones, incremento de la intrusión salina y aumento de la erosión costera (Mata-Zayas, Gama, Díaz, Figueroa y Rincón, 2017; White y Kaplan, 2017).
El objetivo de este análisis consistió en identificar la extensión del territorio de la planicie costera tabasqueña ubicada entre 0 y 1 msnm; esta información, en correlación con los datos territoriales, permitió identificar las posibles implicaciones de un cambio de este tipo en el territorio y en las localidades ubicadas en él.
3. Metodología
3.1. Área de estudio
El estado de Tabasco, con litoral en el Golfo de México, tiene una superficie de 24 718.45 km2, entre los 92º 28’ y los 94º 10’ de longitud Oeste, y los 17º 15’ y los 18º 39’ de latitud Norte, aproximadamente. El territorio estatal corresponde fisiográficamente a la subprovincia “Llanura y pantanos tabasqueños”, que forman parte de la provincia “Llanura costera del Golfo Sur”. En general, la mayor parte del territorio se extiende sobre extensas zonas de planicies bajas y muy bajas, con pendientes inferiores a los 0.5º de carácter acumulativo (Hernández-Santana, Ortiz-Pérez, Méndez-Linares y Gama-Campillo, 2008), que ocupan poco más del 70% de la superficie del estado. Esta planicie costera se conforma por el aporte de materiales terrestres, transportados por corrientes superficiales de cuencas marinas y lacustres, que forman el complejo deltaico de los ríos Mezcalapa, Grijalva y Usumacinta, y la planicie fluvio-deltaica del río Tonalá. En ese sentido, el escurrimiento superficial natural medio en Tabasco supera 100 000 hm3/año, y se nutre también de las precipitaciones en las montañas del norte de Chiapas que colindan con Tabasco, región considerada con los más altos valores de precipitación en México, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Conagua y Semarnat, 2016).
El litoral (orilla de transición tierra-mar) de Tabasco tiene una extensión de 191 kilómetros, los cuales corresponden a casi el 6% del litoral del Golfo de México y del Mar Caribe en su conjunto. En Tabasco, los municipios costeros son Cárdenas, Paraíso y Centla. Sin embargo, con base en los reportes de los eventos con potencial de desastres que se han registrado en Tabasco, por ser una planicie baja inundable (Arreguín-Cortés, Rubio-Gutiérrez, Domínguez-Mora y Luna-Cruz, 2014), para este análisis se siguió la propuesta de Morales y Pérez (2006). Ésta corresponde a trece de los diecisiete municipios del estado que son considerados como de influencia costera -quedan excluidos Jalapa, Tacotalpa, Teapa y Tenosique-. Esto representa una importante presión demográfico-ambiental en zonas de humedales, como son los pantanos de Centla y los sistemas lagunares costeros, que son el principal motor económico de la entidad, al ser donde se realizan las actividades económicas de las que depende su economía, basada en la extracción de petróleo y gas, la pesca comercial, la agricultura y la ganadería.
En los trece municipios que corresponden al 83.39% del estado y que son considerados como de influencia costera -Balancán, Cárdenas, Centla, Centro, Comalcalco, Cunduacán, Emiliano Zapata, Huimanguillo, Jalpa de Méndez, Jonuta, Nacajuca, Macuspana y Paraíso- (Gobierno de México, 2012), habita más del 90% de la población de Tabasco. En éstos se localizan 2 370 localidades (estimadas como lugares ocupados con más de diez viviendas habitadas); sin embargo, no todas tienen cercanía al litoral costero.
De acuerdo con la información del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) respecto a los municipios más vulnerables al cambio climático en México, los de Tabasco tienen un alto índice de vulnerabilidad (Borja-Vega y de la Fuente, 2013; Monterroso, Conde, Gay García, Gómez y López, 2012; Monterroso, Fernández, Trejo, Conde, Escando, Villers y Gay García, 2014). Diversos estudios evalúan tal vulnerabilidad considerando el grado de exposición que tienen al clima y al cambio climático los indicadores de sensibilidad asociados a la población, así como aquellos que identifican su capacidad de adaptación (Monterroso, Fernández, Trejo, Conde, Escando, Villers y Gay García, 2014). Cabe destacar que, para el INECC, los municipios más vulnerables en general se ubican en zonas costeras del sur de México, regiones donde se encuentra un mayor número de pueblos originarios con altos grados de pobreza (Borja-Vega y de la Fuente, 2013). Específicamente el INECC identifica doce municipios vulnerables en Tabasco: Cárdenas, Centla, Centro, Comalcalco, Cunduacán, Huimanguillo, Jalapa, Jonuta, Macuspana, Tacotalpa, Teapa y Tenosique. Sin embargo, esta clasificación se basa en un análisis de variables de temperatura y precipitación y su incidencia en diferentes sectores, sin considerar otros impactos asociados al cambio climático (Monterroso, Fernández, Trejo, Conde, Escando, Villers y Gay García, 2014).
En relación con las amenazas derivadas de la exposición en la zona costera tabasqueña, los estudios generados respecto al posible incremento esperado por la elevación del nivel del mar muestran que Tabasco es altamente vulnerable a este tipo de impacto (Hernández-Santana, Ortiz-Pérez, Méndez-Linares y Gama-Campillo, 2008; Núñez Gómez, Ramos Reyes, Barba Macías, Espinoza Tenorio y Gama Campillo, 2016; Ortiz-Pérez y Méndez-Linares, 1999; Ramos-Reyes, Zavala-Cruz, Gama-Campillo, Pech-Pool y Ortiz-Pérez, 2016a; Ramos, Gama, Nuñez, Sánchez, Hernández y Ruíz, 2016b; Zavala-Hidalgo, de Buen, Romero-Centeno y Hernández, 2010).
3.2. Localidades y elevación del nivel del mar
Desde 2009, Williams y Gutierrez señalaron que se deberían estar planificando acciones y realizando evaluaciones exhaustivas considerando los cambios en el nivel del mar de 1 m o más para el año 2100, los cuales afectarán zonas importantes de concentración de población. Con base en la información satelital existente de puntos LiDAR para la costa tabasqueña, transformada en cotas de elevación cada 50 centímetros, y el escenario global estimado RCP 8.5 (Representative Concentration Pathway, ruta representativa de concentración de gases de efecto invernadero) del IPCC (2019) para el año 2100, de 0.84 m, se consideró como zona de interés la cota entre cero y un metro de elevación por su potencial de impactos asociados a la elevación media del nivel del mar.
Para estimar la población que podría ser afectada en este rango de altitud, se utilizaron datos cartográficos del Marco Geoestadístico Nacional para Tabasco del INEGI, en particular, el Catálogo único de claves de áreas geoestadísticas estatales, municipales y localidades (INEGI, 2019).
El proceso para identificar la población vulnerable se basó en la metodología propuesta por Mcgranahan, Balk y Anderson (2007), utilizando álgebra de mapas con un sistema de información geográfica. El proceso consistió en sobreponer las capas de datos geográficos para identificar la cota de elevación entre 0 y 1 msnm y las localidades en la zona, y calcular la población y la extensión territorial. Este proceso requiere de los siguientes datos geográficos:
1). La zona de elevación del nivel medio del mar en la cota propuesta, que para este caso se ubica en el área de tierra contigua al litoral, hasta la elevación de un metro, para lo que se utilizó el modelo digital de elevación (resoluciones cada 50 centímetros), que fue extraído mediante el uso de una nube de puntos LiDAR (Light Detection and Ranging) -Modelos Digitales de Elevación de Alta Resolución- descargados del sitio de Internet del INEGI (https://www.inegi.org.mx/app/biblioteca/ficha.html?upc=889463783527), utilizando el soft- ware ArcMap 10.0.
2). Datos de localidades, que en el caso de Tabasco se tomaron del Catálogo único de claves de áreas geoestadísticas estatales, municipales y localidades (INEGI, 2019).
3). Datos de población (INEGI, 2015a) para calcular la densidad de población vulnerable de la región seleccionada, de acuerdo con la fórmula:
Para los valores de población se usaron los datos de la Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015b) por localidad, considerando como criterio para incluir a una localidad que la misma tuviera una población mayor a veinte habitantes, de acuerdo a lo propuesto en el análisis de localidades realizado por el INEGI y acorde al instrumento aplicado en el recorrido de Actualización del Marco Geoestadístico Nacional, del Entorno Urbano y las Características de las Localidades en 2014 (INEGI 2015b).
Los datos georreferenciados de las localidades de Tabasco fueron sobrepuestos con el mapa del modelo digital de terreno utilizando el software ArcMap 10.0. Se utilizaron los datos de población de las localidades identificadas en el área de estudio para estimar la población que se vería afectada. Al análisis se le agregó la información de tasas de erosión y acumulación (Cuadro 1), construyendo un buffer utilizando el software ArcMap 10.0 por región, conforme a lo estimado con los datos de Ortiz-Pérez y Méndez-Linares (1999), Ortiz-Pérez y Gama (2019) y Hernández-Santana, Ortiz-Pérez, Méndez-Linares y Gama-Campillo (2008), que va de 0.77 en el sector 1 a 3.5 m en el sector 9 para las tasas de retroceso detalladas en Ortiz-Pérez, Hernández-Santana, Figueroa y Gama (2010). Sólo se consideraron las zonas que presentaban tasas de retroceso de línea de costa y no las que presentaban avances, quedando fuera parcialmente el sector 1, que corresponde al delta del río Tonalá, y los sectores 7 y 8 en el delta del río Usumacinta.
Sector | Tasa pérdida anual (m) |
---|---|
1. Boca del río Tonalá a Boca Santa Ana Zona Oriente, Bocana de la laguna del Carmen- Sánchez Magallanes Zona Poniente. | -0.50 |
2. Boca Santa Ana a Boca Panteones (isla barrera de las Lagunas Carmen y Machona). | -1.37 |
3. Boca Panteones a la Boca de la Barra de Tupilco. | -2.00 |
4. Barra de Tupilco a Puerto Dos Bocas (al espigón occidental). | -1.72 |
5. Trecho del Puerto Dos Bocas (comprende desde el espigón occidental hasta el último espigón oriental del puerto). | -1.28 |
6. Desde el espigón oriental del puerto de Dos Bocas al estuario del río González (Barra Chiltepec). | -6.00 |
9. Límite del flanco oriental del delta del río Grijalva hasta Campeche, a 16 km al oriente de la desembocadura del Río San Pedro y San Pablo. | -3.50 |
*Sólo se incluyen los que generan efecto de retroceso en el territorio.
Fuente:Ortiz-Pérez, Hernández-Santana, Figueroa y Gama, 2010.
Como referencia de tiempo de cómo afectarían los cambios en la elevación del nivel medio del mar, se utilizó la herramienta ToolBox propuesta por Climate Analytics (http://localslr.climateanalytics.org/), que utiliza datos de la Red Mundial de Climatología Histórica y permite proyectar los niveles de elevación del mar localmente, con base en la metodología propuesta por Kopp, Horton, Lit-tle, Mitrovica, Oppenheimer, Rasmussen y Tebaldi (2014). Esta herramienta sólo requiere seleccionar una localidad en la zona estudiada para obtener la información de los escenarios utilizados por Kopp, Horton, Little, Mitrovica, Oppenheimer, Rasmussen y Tebaldi (2014). Para esta zona se utilizaron las estaciones mareográficas de Coatzacoalcos (Veracruz) y Ciudad del Carmen (Campeche), en los extremos derecho e izquierdo de la costa de Tabasco, que son las más cercanas incluidas como opción en esta herramienta para la región. La metodología de esta herramienta combina un modelaje de procesos de dinámica costera con el análisis de un grupo de expertos, e incluye una distribución probabilística, considerando como línea base el año 2006. Los componentes para realizar la modelación son las placas de hielo de Antártica y Groenlandia, los glaciares, los procesos oceánicos, incluida la expansión térmica, y el almacenamiento de agua terrestre, teniendo en cuenta los cambios en la población y las contribuciones no climáticas (Kopp, Horton, Little, Mitrovica, Oppenheimer, Rasmussen y Tebaldi, 2014).
4. Resultados
4.1. Nivel del mar
Para este análisis se identificó la extensión de territorio vulnerable a impactos asociados al incremento del nivel medio del mar entre 0 y 1 metro de altitud. Tabasco tiene casi la mitad de su extensión territorial entre 0 y 5 msnm, donde 21.7% (5 362.5 km2) (Cuadro 2) está entre 0 y 1 msnm (Mapa 1). Sin embargo, sólo 423.4 km2 (7.89%) de ese rango tiene cercanía a la línea de costa; el resto de las extensiones identificadas en esta cota se encuentran limitadas por barreras físicas o en zonas bajas tierra adentro. En el Mapa 2 se pueden identificar los cordones litorales del delta del río Usumacinta cercanos a la costa con elevaciones entre 2.5 y 5 m.
Cotas de altitud (m) | Área (km2) | % | Área (km2) analizada | % |
---|---|---|---|---|
0.0 a 0.5 | 2 849.01 | 11.53 | ||
0.5 a 1.0 | 2 513.49 | 10.17 | 5 362.5 | 21.77 |
1.0 a 5.0 | 5 285.19 | 21.37 | 21.37 | |
> 5.0 | 14 070.75 | 56.92 | 56.93 | |
24 718.45 | 100.00 |
Fuente: Elaboración propia.
Fuente: Marco geoestadístico nacional, INEGI (https://www.inegi.org.mx/temas/mg/); Censo de Población y Vivienda. Principales resultados por localidad (ITER), Tabasco, INEGI (https://www.inegi.org.mx/app/scitel/Default?ev=9); Catálogo único de claves de áreas geoestadísticas estatales, municipales y localidades, INEGI (https://www.inegi.org.mx/app/ageeml/).
Fuente: Marco geoestadístico nacional, INEGI (https://www.inegi.org.mx/temas/mg/); Catálogo único de claves de áreas geoestadísticas estatales, municipales y localidades, INEGI (https://www.inegi.org.mx/app/ageeml/); Modelos digitales de elevación de alta resolución LiDAR, INEGI (https://www.inegi.org.mx/app/biblioteca/ficha.html?upc=702825796341?).
Utilizando las estaciones mareográficas de Coatzacoalcos y Ciudad del Carmen, con la herramienta Climate Analytics (https://http://localslr.climateanalytics.org/) (Cuadro 3) se encontró que para el año 2100, dependiendo de las acciones de mitigación implementadas para el cumplimiento del Acuerdo de París, el nivel de elevación del mar para Coatzacoalcos estaría entre 0.32 y 1.48 m, y para Ciudad del Carmen entre 0.46 y 1.65 m.
Mediana | Coatzacoalcos | Ciudad del Carmen | |||
---|---|---|---|---|---|
Rangos incertidumbre | Rangos incertidumbre | ||||
66% | 90% | Mediana | 66% | 90% | |
53 | 32-79 | 18-105 | 68 | 46-95 | 32-121 |
63 | 40-90 | 24-116 | 78 | 54-106 | 39-133 |
83 | 54-116 | 35-148 | 98 | 68-132 | 48-165 |
* Calculados con la herramienta Climate Analytics. La primera línea corresponde a los valores esperados si se cumplen los compromisos de reducción de emisiones propuestos en el acuerdo de París de no superar los 2°C y tratar de permanecer a un máximo de 1.5°C; la segunda línea corresponde al escenario en el que el incremento de la temperatura media global llegara hasta 2.5°C; y la tercera, si se sobrepasara los 4°C de temperatura media global, calculados con dos niveles de incertidumbre.
Fuente: Climate Analytics (https://localslr.climateanalytics.org/).
4.2. Población
La zona delimitada como vulnerable a la elevación del nivel del mar abarca parte de seis de los municipios considerados como de influencia costera -Cárdenas, Centla, Paraíso, Comalcalco, Huimanguillo y Jonuta-, de los cuales sólo los tres primeros tienen frente de costa. En ellos se ubicaron, de acuerdo a la Encuesta Intercensal del INEGI (2015a) y a los criterios considerados en la metodología, 76 localidades (Cuadro 4 y Mapa 1). De éstas, sólo Simón Sarlat, con 3 044 habitantes, podría ser considerada como urbana, por tener una población mayor a 2 500 habitantes, en transición a una ciudad media de acuerdo a la clasificación del INEGI (2015a). Se reportaron 35 174 habitantes en estas 76 localidades (Cuadro 4), 54 de las cuales corresponden a 71% en los tres municipios con límite costero, principalmente en Centla, con 43.42% (33).
Municipio | Núm. localidades | Rango población | Total rango | Total población |
---|---|---|---|---|
Cárdenas | 11 | 21 a 249 | 2 | 212 |
250 a 499 | 6 | 2 528 | ||
500 a 999 | 3 | 2 293 | ||
Total | 5 033 | |||
Centla | 33 | 21 a 249 | 19 | 1 998 |
250 a 499 | 3 | 1 069 | ||
500 a 999 | 8 | 4 858 | ||
1 000 a 2 499 | 2 | 3 048 | ||
Mayor a 2 500 | 1 | 3 044 | ||
Total | 14 017 | |||
Comalcalco | 5 | 21 a 249 | 2 | 258 |
250 a 499 | 1 | 349 | ||
500 a 999 | 1 | 776 | ||
1 000 a 2 499 | 1 | 1 692 | ||
Total | 3 075 | |||
Huimanguillo | 6 | 21 a 249 | 1 | 100 |
250 a 499 | 3 | 1 383 | ||
500 a 999 | 1 | 673 | ||
Total | 2 156 | |||
Jonuta | 11 | 21 a 249 | 8 | 1 192 |
250 a 499 | 1 | 340 | ||
500 a 999 | 2 | 1 720 | ||
Total | 3 252 | |||
Paraíso | 10 | 21 a 249 | 1 | 46 |
250 a 499 | 2 | 566 | ||
500 a 999 | 4 | 2 833 | ||
1 000 a 2 499 | 3 | 4 196 | ||
Total | 7 641 | |||
Total población | 35 174 |
Fuente: Encuesta Intercensal 2015 (INEGI, 2015b).
5. Discusión
El análisis de los datos de los satélites TOPEX/Poseidon y Jason se ha utilizado para modelar el calentamiento global, que se estima ha ocasionado una expansión térmica del agua oceánica y el deshielo de los glaciares en los últimos cien años (Nerem y Mitchum, 2001). Un cambio de 3.1+/- 0.7 mm al año para el periodo entre 1993 y 2003 fue estimado por Cazenave y Nerem (2004), y el valor se ha incrementado a partir de 1993 en 3 mm por año (Church y White, 2006). En Tabasco, Ortiz-Pérez, Hernández-Santana, Figueroa Mah Eng y Gama Campillo (2010) señalan que, entre 1995 y 2008, tan sólo en el sector que va desde Boca Panteones hasta Barra Tupilco, hay evidencias de subsidencia y/o ascenso del nivel del mar, con una disminución de 449 997 m2 de terreno, lo que representa una franja de 26.5 m de ancho, que corresponde a un retroceso de dos metros anuales.
De acuerdo con Kopp, Horton, Little, Mitrovica, Oppenheimer, Rasmussen y Tebaldi (2014), los incrementos proyectados a nivel global, con una probabilidad de 90%, serían de entre 0.5 a 1.2 m en el escenario RCP 8.5. En general, las diferencias en las proyecciones locales con la calculada para Tabasco de entre 0.32 y 1.65, utilizando la herramienta Climate Analytics con los datos de Coatzacoalcos o Ciudad del Carmen, están asociados a forzantes locales, como serían valores de subsidencia, o debido a valores globales como efectos oceanográficos locales, o al incremento en el deshielo, como lo reportado por Kopp, DeConto, Bader, Hay, Horton, Kulp y Strauss (2017), lo que ha representado pérdida de territorio tierra adentro (Ramos-Reyes, Zavala-Cruz, Gama-Campillo, Pech-Pool y Ortiz-Pérez, 2016a).
Mentaschi, Vousdoukas, Pekel, Voukouvalas y Feyen (2018) realizaron una evaluación de la morfodinámica costera por un periodo de 32 años (1984-2015) con imágenes satelitales, encontrando que la tierra erosionada (retroceso) global era de aproximadamente 28 000 km2, el doble de la superficie de la tierra ganada (acreción), y concluyen que la tendencia global observada en la erosión costera aumentará conforme se incremente el nivel medio del mar.
La zona costera tabasqueña, debido a la dinámica de las actividades productivas, ha sufrido una importante alteración que rompe con la dinámica natural que garantice su funcionalidad, reportada desde el siglo pasado (Tudela, 1992). Los cambios de uso del suelo, así como la modificación de la hidrodinámica, han contribuido a transformar los procesos naturales del paisaje tabasqueño (Gama, Collado, Díaz-López y Moguel Ordóñez, 2019), disminuyendo su capacidad de amortiguar las amenazas asociadas a eventos tanto de origen natural como antrópico, y con ellos el cambio climático. Esto se aprecia en el incremento de las tasas de erosión en el litoral tabasqueño, que están afectando ya directamente los bienes de la población. Estos impactos, además de resultar en la pérdida de territorio, alterarán los sistemas ambientales costeros y su capacidad de brindar bienestar. Sin embargo, autores como Grenfell, Callaway, Grenfell, Bertelli, Mendzil y Tew (2016) consideran que estos cambios y sus efectos, como es la pérdida de biodiversidad, podrían no ser visibles este siglo.
El último informe del IPCC (2019) señala que el planeta ya se ha calentado aproximadamente 1°C; sin embargo, algunas regiones, como el Ártico, han superado ese calentamiento por lo menos cuatro veces (IPCC, 2019). Este incremento no sólo está calentando los océanos, sino provocando una aceleración en el derretimiento de las capas de hielo, lo que representa una amenaza al 27% de la población global que hoy vive cerca de las costas, entre los que están los 35 174 pobladores de las 76 localidades de Tabasco vulnerables a un cambio en el nivel del mar. Cabe señalar que, de acuerdo con Azuz-Adeath, Rivera-Arriaga y Alonso-Peinado (2019), Tabasco tiene una tendencia de crecimiento poblacional de 0.9987, que incrementaría la población que vive por debajo de la marca de marea alta, con posibilidad de enfrentar eventos de inundaciones de marea si el nivel del mar sube los 38 cm señalados por el IPCC (2019) en el mejor de los escenarios.
Queda claro que existen actualmente muchas opciones a considerar antes de que se agudicen los impactos y que la población tenga que contemplar cambiar su ubicación. Sin embargo, la salinización del manto freático o de los suelos (De la Lanza, Gómez y Hernández, 2011), iniciada desde la década de los cincuenta, se potenció con los impactos relacionados con el cambio climático, extendiéndose sobre el territorio tabasqueño y comprometiendo la aptitud del mismo para las actividades productivas que se realizan en esta zona. Debido a esto, nuevos enfoques científicos señalan la importancia de integrar sistemas naturales con un enfoque de ingeniería ecológica que desarrolle nuevos ecosistemas sustentables más fortalecidos, que permitan buscar o generar innovaciones para adaptarse a estos cambios, así como desarrollar un modelo de fortalecimiento de la producción agropecuaria (Mitsch, 2012). No obstante, de acuerdo con White y Kaplan (2017), los factores de estrés de los humedales costeros pueden generar sinergias con consecuencias negativas, y a veces catastróficas, para los sistemas humanos y naturales que habría que valorar al proponer su uso.
En general, a nivel global se han identificado estrategias para atender esta problemática en las zonas costeras habitadas, que van desde comunidades que están siendo movilizadas -en especial en pequeñas islas (IPCC, 2019), de acuerdo a la estrategia llamada “retirada controlada”- a modificaciones en la infraestructura de protección con altos costos. Si bien es importante considerar que los costos de ambos tipos de soluciones podrían aumentar considerablemente con el tiempo, también hay que estimar si la población que se tendría que atender sería cada vez mayor. En el futuro se podría requerir tener zonas adecuadas para movilizar poblaciones en crecimiento, lo que podría ser difícil de realizar, particularmente en un estado que ya ha enfrentado un evento de inundación que se extendió en más de la mitad de su territorio (Arreguín-Cortés, Rubio-Gutiérrez, Domínguez-Mora y de Luna-Cruz, 2014).
Además, los municipios de Cárdenas, Comalcalco, Centla y Jonuta están clasificados con niveles medio y alto de marginación, de acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo, 2016), en donde las 63 localidades identificadas registran dichos grados de marginación, condición que genera poca o nula capacidad de resiliencia de la población ante los impactos ambientales. Los casos de los municipios de Centla y Jonuta destacan al estar inmersos en las áreas naturales protegidas Pantanos de Centla y Laguna de Términos, respectivamente, en la zona donde el impacto por el cambio en el nivel del mar sería más fuerte para el año 2100 y cuya historia natural incluye una dinámica de inundación anual por el desbordamiento del río Usumacinta (Gama-Campillo, Ortiz-Pérez, Moguel-Ordoñez, Collado-Torres, Díaz-López, Villanueva-García y Macías-Valadez, 2011), fertilizando la zona de humedales. Esta zona sería sin duda idónea para la implementación de estrategias de adaptación basadas en ecosistemas, fortaleciendo el manejo del agua que por siglos los locales han realizado. Sin embargo, hoy los fuertes procesos de asimilación y modernización del trópico (Tudela, 1992) han llevado a que las políticas públicas que se aplican actualmente para el manejo de inundaciones fluviales se basen en infraestructura de protección que, en costo-beneficio, no ha dado los resultados esperados, ya que han alterado la dinámica natural generando mayores problemas, lo cual provoca demandas de apoyo al gobierno local y federal para el otorgamiento de recursos para la atención a desastres.
6. Conclusiones
A pesar de que este análisis no toma en cuenta los flujos de la hidrodinámica y la disponibilidad y transporte de sedimentos en el litoral, procesos que contribuyen a la formación de costa, ha sido útil para ubicar a las poblaciones en zonas que se verán afectadas por la erosión costera y la elevación del nivel del mar.
Los primeros impactos asociados a la erosión costera y la elevación del nivel del mar que ya se aprecian en Tabasco son la pérdida de infraestructura, el avance de la cuña salina que afecta el uso del suelo y el manto freático, así como la pérdida de territorio en algunos sectores del litoral.
Entre las medidas de adaptación propuestas para enfrentar estos impactos están la adaptación, con base en ecosistemas, la infraestructura de protección, o incluso la migración de la población. Actualmente, en Tabasco los pobladores de localidades costeras se han movido tierra adentro al perder sus casas, debido a que la infraestructura de protección implementada, como son los geotubos, no ha funcionado en algunas zonas. De hecho, parte de esta infraestructura, como los espigones, ha potenciado el incremento de la erosión costera.
Las dunas, que actúan como barreras naturales, están sujetas a una fuerte presión antrópica, en particular con la construcción de infraestructura como carreteras o viviendas, lo que provoca que se rompa la dinámica natural y que los procesos erosivos se vuelvan irreversibles, limitando o potenciando el transporte de sedimentos en el litoral, lo que resulta en la modificación de la línea de costa.
Los sectores con fuertes retrocesos en el litoral, asociados a la erosión costera que potencia la elevación del nivel del mar, incrementan la vulnerabilidad de las localidades cercanas, al igual que la de los ecosistemas donde se desarrolla una importante actividad productiva.
La interacción del agua de mar en los humedales y lagunas costeras los modifica creando condiciones que se autorregulan. No obstante, el incremento de infraestructura limita la evolución de los mismos. Conforme se incremente la amenaza de elevación del mar o erosión costera, la entrada de agua salada podría dispersarse a través de la densa hidrología superficial de la región, afectando de forma importante los pantanos de Centla y las lagunas costeras.
Las modificaciones en los ecosistemas alteran los servicios ambientales, lo que modifica la capacidad que se tenía de protección de la costa. Sin embargo, si los procesos de salinización se incrementan, también se podrían generar condiciones para que ecosistemas como el manglar se extiendan.
Es apremiante fortalecer medidas que identifiquen, valoren y atiendan en cada caso esta problemática con diferentes enfoques, como monitorear y analizar los cambios locales para tener información de mejor calidad y resolución que permita generar estrategias para tomar mejores decisiones locales.