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Sociológica (México)
versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173
Sociológica (Méx.) vol.27 no.77 Ciudad de México sep./dic. 2012
Traducciones y notas
Un análisis sobre la reproducción social como proceso significativo y como proceso desigual1
Nadia Rizzo2
2 Maestra en ciencia política y sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Argentina. Correo electrónico: nadia_rizzo@yahoo.com.ar
INTRODUCCIÓN
Si los individuos autónomos produjeran y reprodujeran, bajo su libre arbitrio, el mundo social, fijando sus propias metas, actuando y decidiendo por sí mismos, dándose su entorno material y sus propias normas, dejarían por fuera los condicionamientos sociales, derivados de la vida en común. Sin embargo, una cuestión central que estudia la teoría sociológica es la forma en que la vida de los individuos se ve condicionada, influenciada y orientada por el actuar de otros sujetos. Es decir, la manera en que la eficacia de otros sujetos condiciona la experiencia del individuo.
En el presente trabajo se analiza el concepto de reproducción social a partir de dos aspectos:
• En primer lugar, como proceso significativo. Desde esta perspectiva, el concepto es abordado en relación con el análisis de las interacciones entre individuos. A través de los enfoques fenomenológico de Schütz y etnometodológico de Garfinkel se busca poner de relieve al proceso de reproducción social como proceso significativo analizando, el carácter intersubjetivo de la forma en que es recreado cotidianamente el mundo social.
• Y en segundo lugar, como proceso desigual. Desde esta perspectiva, el concepto se aborda a partir de los condicionamientos de las acciones y de las relaciones, a partir de la existencia de constreñimientos objetivos. Se procura, mediante los aportes teóricos de Marx y Bourdieu, una aproximación a la reproducción de estructuras objetivas, profundizando en la noción de reproducción social a partir del reconocimiento de una lógica de desigualdad en la distribución de recursos materiales y simbólicos. Interesa particularmente analizar la existencia de modalidades diferenciadas de reproducción marcadas por esa lógica de desigualdad.
Debe mencionarse que la categoría de reproducción social es pensada aquí como proceso en la medida en que, de tal forma, es posible reconocer la historicidad de la trayectoria tanto en el plano de los sujetos como en el de las estructuras objetivas.
REPRODUCCIÓN SOCIAL COMO PROCESO SIGNIFICATIVO
REPRODUCCIÓN DE LA VIDA COTIDIANA
Se consideran algunos aportes teóricos de la fenomenología y de la etnometodología para dar cuenta de la forma en que el mundo cotidiano es producido y reproducido por los actores sociales.
Es necesario, en primer lugar, poner el concepto de reproducción social en relación con el "conocimiento de los actores" en la medida en que, precisamente, dicho conocimiento permite "reconocer, producir y reproducir las acciones y las estructuras sociales" (Heritage, 1990: 292). El manejo por parte de los actores sociales, en términos de Schütz (1974: 18) un "acervo de conocimiento a mano", da lugar a que los mismos sean concebidos en función de sus recursos interpretativos (Garfinkel, 2006). Así, el actor es "preintérprete de su propio campo de acción" (Natanson, 1974: 32) y, más aún, el mundo social es aprehendido a través del análisis de sus preinterpretaciones. Sólo accediendo a las preinterpretaciones, es decir, captando el sentido que le asigna a sus acciones, es posible reconstruir su punto de vista y, consecuentemente, descifrar la forma en que vive e interpreta el mundo de la vida diaria. Anclada en las interacciones que diariamente llevan a cabo los actores, la reproducción de la vida social es abordada desde una lógica mi-crosocial y, al comprender el significado que el mundo social tiene para los actores, se accede a la forma en que es recreado cotidianamente ese universo intersubjetivo.
Pensar el concepto de reproducción social en relación con el "conocimiento de los actores" supone, al mismo tiempo, circunscribirlo al ámbito de la vida cotidiana, es decir, al "mundo cotidiano del vivir y ejecutar" (Natanson, 1974: 15). En efecto, el desarrollo de la vida cotidiana requiere del "acervo de conocimiento a mano" (Schütz, 1974: 18) que poseen los actores sociales en tanto funciona como un esquema de referencia. Se trata de un "acervo de conocimiento social y socialmente aprobado" (Schütz, 1974: 63) que orienta las acciones de la realidad cotidiana y las relaciones mantenidas con otros.
REPRODUCCIÓN DE ESTRUCTURAS DE SENTIDO
El mundo de la vida cotidiana posee una "estructura 3 de significatividades" (Schütz, 1974: 37) para los individuos que lo habitan. Si el enfoque teórico de Marx pone de relieve el carácter práctico, directo y material de la relación que el hombre establece con el mundo, la fenomenología, por el contrario, enfatiza la existencia de construcciones de sentido que mediatizan la relación entre el individuo y su realidad cotidiana. De esta forma, si desde la perspectiva de Marx, como se analizará luego, es posible pensar el proceso de reproducción social condicionado por las relaciones materiales que los hombres establecen entre sí, desde la perspectiva fenomenológica es factible comprender el proceso de reproducción social como un proceso significativo: en tanto que "la realidad está constituida por el sentido de nuestras experiencias", el mundo cotidiano es un "ámbito de sentido" (citado en Natanson, 1974: 28) y los actores interpretan y construyen el mundo a través de estas construcciones.
Se destaca así la significatividad del mundo de sentido común. Sin embargo, la significatividad debe ser puesta en relación con la noción de intersubjetividad: los actores sociales producen y reproducen su vida cotidiana a través de acciones con significación, debido a que esas acciones son compartidas con otros y a que aquello que tiene sentido para un individuo también lo tiene para sus semejantes (Schütz, 1974: 139). Esto es, el conocimiento de sentido común es válido y confliable en tanto el sentido es compartido con otros y, a la vez, aprendido de otros. De esta forma, ampliando lo planteado anteriormente, el proceso de reproducción social puede ser pensado como significativo y desarrollado intersubjetivamente por los actores sociales.
Asimismo, el carácter intersubjetivo de la vida cotidiana queda expresado en su "tipicidad". Este concepto remite a un cúmulo de experiencias previas que operan como un "esquema de referencia en forma de 'conocimiento a mano' ' ' (Schütz, 1974: 39) y permite dar cuenta de la estructuración del mundo social por medio del alcance de "fines típicos por medios típicos" (Schütz, 1974: 47). Mediante construcciones tipificadoras el mundo social, al trascender la experiencia privada, resulta un mundo conocido y "presupuesto" (Schütz, 1974: 43). En efecto, según la tesis de la "reciprocidad de perspectivas" de Schütz (1974: 42), a pesar de sus diferentes experiencias biográficas, los actores tratan sus experiencias como "idénticas a todos los efectos prácticos" (Heritage, 1990: 298). Asumiendo la existencia de un conocimiento "objetivo y anónimo" (Schütz, 1974: 43), independiente de circunstancias biográficas específicas, se alude así a un "repertorio de conocimientos disponibles" (Heritage, 1990: 297) que opera mediante la tipificación.
Por último, el concepto de "reciprocidad de perspectivas" (Schütz, 1974) tiene relación con la noción de "expectativas de trasfondo" elaborada por Garfinkel (2006). Indagando sobre cómo son rutinariamente producidas y mantenidas las estructuras de las actividades cotidianas, sostiene que los asuntos cotidianos se desarrollan sobre un "trasfondo" que, aunque inadvertido, hace posible un discurso común, es decir, que las expresiones sean reconocidas como razonables y entendibles y, en función de ello, "las características de la sociedad real son producidas por acuerdos motivados por personas con expectativas de trasfondo" (Garfinkel, 2006: 66-67). Resulta muy interesante ilustrar esta idea señalando que mediante "experimentos de ruptura", en los cuales se buscó modificar lo conocido-en- común,4 Garfinkel mostró las consecuencias de la disrupción de dicho "trasfondo": al resultar inoperantes las "expectativas de trasfondo" o, en otros términos, al producirse una disrupción de la presuposición de la "reciprocidad de perspectivas", los individuos quedaron consternados, sorprendidos, irritados y se esforzaron por restablecer el contexto inicial, es decir, por restablecer, en las escenas de la vida cotidiana, "lo fijo", lo "esto es así" (Garfinkel, 2006: 47). En otras palabras, se provocó la imposibilidad de que los individuos reconozcan un determinado evento como típico y que, en tal sentido, vinculen tales hechos a otros similares ya acontecidos.
Con esto se busca marcar que, mediante múltiples tipificaciones y compartiendo un trasfondo común y presupuesto, los actores sociales producen de forma rutinaria y mantienen la estructura de las actividades del "mundo de la vida diaria" (Natanson, 1974: 16). Al mismo tiempo, y debido a que el mundo social le es legado al individuo habiendo sido ya habitado e interpretado por sus semejantes, existe una "acumulación de tipificaciones" que remite a un "caudal de [...] experiencia típicamente aprehendida e interpretada [que] sirve de base a [la] acción subsiguiente" (Natanson, 1974: 18). Es factible pensar, siguiendo el sentido de lo expresado, en la reproducción social con base en la reproducción de las experiencias dentro de los márgenes de lo típicamente posible.
Se considera que, en función de lo planteado, el mundo de la vida cotidiana y las estructuras de sentido que lo orientan conforman un ámbito de referencia efectivo para analizar, desde el enfoque fenomenológico y etnometodológico, la reproducción de lo social. La producción y el mantenimiento de las actividades cotidianas es llevada a cabo por individuos que desarrollan actos provistos de sentido. En este proceso también asumen que otros, con quienes comparten su mundo de vida, interpretarán el sentido de sus acciones (Schütz, 1974: 139). Así como el ámbito en el cual los individuos desarrollan su existencia es un universo de significación, intersubjetivo y compartido, la forma mediante la cual ese universo es recreado cotidianamente también puede ser pensada como significativa e intersubjetiva. De hecho, las nociones de "reciprocidad de perspectivas" y "expectativas de trasfondo", debido a que constituyen el entorno que hace posible la producción y reproducción social, generan las condiciones bajo las cuales los actores producen y reconocen mutuamente sus acciones. Es decir, generan las condiciones para la "producción gestionada socialmente de asuntos cotidianos" (Garfinkel, 2006: 90).
REPRODUCCIÓN SOCIAL COMO PROCESO DESIGUAL
REPRODUCCIÓN DE LA VIDA MATERIAL
Si los aportes fenomenológicos permiten poner de relieve el carácter cotidiano, compartido y común del proceso mediante el cual se reproduce el mundo social, la perspectiva de Marx privilegia el análisis de la reproducción de la vida material de los sujetos. Efectivamente, la reproducción de la vida material es entendida, en ese sentido, como "condición fundamental de toda historia" (Marx, 1970: 28): "[...] la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, 'para hacer historia', en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para poder vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, vestirse y algunas cosas más (Marx, 1970: 28)". Se hace referencia aquí al "proceso de vida real" (Marx, 1970: 26) dentro del cual las capacidades humanas se encuentran fuertemente inhibidas o potenciadas por las condiciones materiales. El "proceso de vida real" remite a la "producción de la vida propia" mediante el trabajo, como así también, a la "producción de la vida ajena", es decir, a la procreación (Marx, 1970: 30). En cuanto a la "producción de la vida propia", se enfatiza el carácter práctico y productivo de la relación que el hombre establece con el mundo.
Si bien las capacidades humanas no son escindibles del contexto y de las condiciones en las cuales se desarrolla la vida, es decir, de las condiciones materiales antes mencionadas, al mismo tiempo y como rasgo distintivo, la especie humana produce y modifica sus condiciones de existencia. La transformación de estas últimas, además de afirmar la distancia del hombre respecto de la naturaleza, fundamenta el carácter histórico de la condición humana. La sociedad, en tanto producto histórico, es comprendida como "el resultado de la actividad de toda una serie de generaciones" (Marx, 1970: 47). Cada generación, materialmente sustentada en la anterior, desarrolla su industria, su intercambio y también su organización social, es decir, sus marcos institucionales: "En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase del desarrollo de sus fuerzas productivas materiales" (Marx, 1970), y dicho modo de producción de la vida material "condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general". Por lo tanto, los hombres construyen la historia y la sociedad pero no a su libre arbitrio sino bajo determinadas circunstancias existentes, las cuales les fueron legadas por la historia. Por lo que el proceso de reproducción social debe ser considerado como condicionado por las circunstancias materiales y como proceso histórico.
De esta forma, considerando que las relaciones materiales constituyen la base de todas las demás relaciones que se establecen en la sociedad, la actividad productiva resulta determinante para comprender el proceso de reproducción y el desarrollo histórico. Sintéticamente, en el modo de producción capitalista tal actividad se caracteriza por la existencia de una relación social específica: por una parte, están los poseedores de los medios de producción, y por la otra, los trabajadores "libres", poseedores tan sólo de su fuerza de trabajo, es decir, de un "conjunto de facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad" (Marx, 2002: 203).
MODALIDADES DIFERENCIADAS DE REPRODUCCIÓN
La relación social descrita anteriormente refleja inscripciones antagónicas en el proceso productivo, lo que a su vez determina la existencia de modalidades diferenciadas de reproducción social. Siguiendo a Marx y Bourdieu, cuyos aportes teóricos se basan en la lucha y la competencia por la acumulación y distribución de recursos y además consideran las relaciones sociales en términos de desigualdad y diferenciación, la noción de reproducción social puede ser pensada a partir del reconocimiento de una lógica de desigualdad en la distribución de recursos materiales y simbólicos. Al mismo tiempo, puede ser abordada la existencia de modalidades diferenciadas de reproducción como consecuencia de dicha lógica.
Interesa, en primer lugar, analizar los constreñimientos objetivos que, en función de su condición desventajosa, el poseedor de la fuerza de trabajo encuentra en la producción y reproducción de la vida cotidiana. Al asumir la forma de mercancía, el valor de la fuerza de trabajo queda determinado por el tiempo de trabajo necesario para su producción, tal como sucede con el resto de las mercancías (Marx, 2002). Al poner en actividad ese conjunto de facultades físicas y mentales, se produce indefectiblemente un desgaste que es preciso reponer si se pretende su conservación: "Es necesario que [el poseedor de la fuerza de trabajo] mañana pueda repetir el mismo proceso bajo condiciones iguales de vigor y salud" (Marx, 2002: 208). De lo contrario, como se mencionó al inicio del apartado, el trabajador no se hallaría en "condiciones de poder vivir" y de "hacer historia". No podría, en suma, "renovar su proceso vital" (Marx, 2002: 210) sin recuperarse del proceso de consumo de su fuerza de trabajo. Dado que "el propietario de la fuerza de trabajo es mortal" (Marx, 2002: 208), su perpetuación en el mercado requiere, asimismo, la reposición constante de su número. Motivo por el cual, el total de los medios de subsistencia necesarios para la reproducción del trabajador incluye los medios de subsistencia para la reproducción de sus hijos.
Asimismo, Bourdieu destaca la idea del mundo social como espacio desigual y como espacio de lucha y conflicto, pero concibiendo la existencia de otras formas de capital más allá del capital económico. Es decir, extrapola y generaliza la lógica de análisis planteada por Marx. Por lo tanto, sus aportes también permiten analizar el concepto de reproducción a partir del reconocimiento de una lógica de desigualdad en la distribución de recursos materiales y simbólicos.
El espacio social remite a un espacio de posiciones relativas diferenciales y relacionales, dependientes de la posesión de capital (en sus diferentes especies) de cada individuo. En contraposición a la etnometodología, se sostiene que los agentes sociales construyen el mundo social, pero "esas construcciones no tienen lugar en el vacío social, como parecen creer los etnometodólogos" (Bourdieu, 1997: 25). En cambio, es la posición ocupada en el espacio social, establecida según la estructura y el volumen de capital que se posee, el eje ordenador de las representaciones y las tomas de posición. En primer lugar, entonces, la categoría de reproducción social debe ser puesta en relación con este eje ordenador y condicionante constituido por la posición ocupada en el espacio social.
Como se mencionó previamente, Bourdieu enfatiza la idea del mundo social como espacio desigual y de lucha y conflicto. En efecto, dentro del espacio social existen campos específicos y cada uno es un campo de lucha en la medida en que hay algo que está en juego y existe gente, con intereses específicos, dispuesta a jugar buscando la conservación o la subversión de la estructura de la distribución de ese capital en particular (Bourdieu, 2000a). Los campos tienen una historia que es producto de la lucha (Bourdieu 1990: 187), es decir, de las relaciones de fuerzas específicas existentes: los dominantes procuran monopolizar y conservar el capital específico que han acumulado, mientras que los dominados, quienes poseen menos capital específico, resisten y buscan subvertir redefiniendo los principios del campo. De esta forma, "la lucha permanente dentro del campo es el motor de éste" (Bourdieu, 1990: 219). Por lo tanto, en segundo lugar, la reproducción social debe vincularse, desde esta perspectiva, a la dinámica de la lucha y el conflicto. Lo cual excluye abordar el proceso de reproducción en términos estáticos y lineales.
Asumiendo la existencia de una "lucha permanente" al interior de los campos es posible comprender que el concepto de reproducción social sea definido como la "reproducción de las estructuras de las relaciones de fuerza entre las clases" (Bourdieu y Passeron, 1998: 51). El tercer punto que interesa plantear es la existencia de una correspondencia entre la reproducción de las relaciones de fuerzas existentes y la de la estructura de distribución del capital cultural. Para ello, es necesario retomar las conceptualizaciones de Bourdieu y Passeron (1998: 51) acerca de la coherencia y la utilidad de las acciones promovidas desde el sistema escolar en relación con la reproducción de las estructuras sociales. Precisamente, los autores indagan sobre la forma en que el sistema de determinaciones ligado a la pertenencia de clase influye en la carrera escolar. En contraposición a los análisis marxistas tradicionales, los autores otorgan una autonomía relativa al campo cultural 5 y estudian las funciones de reproducción de las relaciones de clase que se desarrollan desde dicho campo. La "acción pedagógica", entendida como una acción que constituye objetivamente una violencia simbólica porque remite a una imposición, por un poder arbitrario, de una "arbitrariedad cultural" (Bourdieu y Passeron, 1998: 45), tiende a reproducir "la estructura de la distribución del capital cultural" (Bourdieu y Passeron, 1998: 51) entre grupos o clases diferencialmente situados en las relaciones de fuerza, contribuyendo, de esa manera, a la reproducción de la estructura social. Este argumento sostiene que las arbitrariedades culturales, reproducidas por las acciones pedagógicas, constituyen uno de los mecanismos mediante los cuales se asegura la reproducción social al asegurarse la reproducción de las relaciones de clase existentes (Bourdieu y Passeron, 1998).
En suma, la consonancia entre las acciones desarrolladas en el campo cultural y las relaciones de clase existentes se fundamenta en el hecho de que la acción pedagógica dominante es coherente con los intereses objetivos, materiales y simbólicos de los grupos o clases dominantes. Este planteamiento resulta relevante porque da cuenta de algunos mecanismos por los cuales la estructura de relaciones de clase "tiende a reproducirse reproduciendo los habitus que la reproducen" (Bourdieu y Passeron, 1998: 136).
INTERIORIZACIÓN DE MODALIDADES DIFERENCIADAS DE REPRODUCCIÓN: PRODUCCIÓN Y REPRODUCCIÓN DEL HABITUS
En el apartado anterior se ha buscado dar cuenta del concepto de reproducción social desde el reconocimiento de una estructura objetiva de desigualdad en la distribución de recursos materiales y simbólicos, en la cual grupos sociales e individuos ocupan lugares diferenciales. Interesa indagar aquí la forma en que la estructura social, una vez "hecha cuerpo", es transmitida y reproducida. Se sostiene que la complejidad de este proceso logra ser captada por el concepto de habitus de Bourdieu.
El habitus alude a un "sistema de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones [...]" (Bourdieu, 1991: 92). En primer lugar, al ser definido como un sistema de disposiciones no puede ser comprendido como una estructura rígida y determinista sino más bien como probabilidades. El hecho de que tales disposiciones sean duraderas y transferibles remite a que, si bien no son determinantes, tienden a rigidizarse al ser incorporadas, naturalizadas y transmitidas. En segundo lugar, se trata de estructuras estructuradas y, por lo tanto, de un sistema adquirido producto de determinadas condiciones de existencia.6 En tercer lugar, dichas estructuras estructuradas operan como estructuras estructurantes o, en otras palabras, como estructuras generadoras de principios de acción y percepción. A partir del carácter estructurado y estructurante es factible comprender por qué el habitus "produce historia a partir de la historia" (Bourdieu, 1991: 98), asegurando la continuidad a través del tiempo de experiencias pasadas. Anticipa la historia engendrando disposiciones compatibles con las posibilidades e imposibilidades inscritas en las condiciones objetivas. Ahora bien, al mismo tiempo, siempre que el sistema de disposiciones se organice en términos de probabilidades, el concepto de habitus contiene un margen para comprender las variaciones y el cambio: "Sistema adquirido de principios generadores, el habitus hace posible la producción libre de todos los pensamientos, todas las percepciones y acciones dentro de los límites que marcan las condiciones particulares de su producción, y sólo éstas" (Bourdieu 1991: 96).7
Definido el concepto de habitus, interesa abordar su relación con la noción de reproducción social. Si el "orden social descansa fundamentalmente en el orden que reina en los cerebros y en los habitus" (Bourdieu, 1991: 95), es debido a la existencia de una correspondencia relativa entre las probabilidades objetivas y las esperanzas subjetivas de los individuos (Bourdieu, 1991: 94). Esta correspondencia supone un doble mecanismo: el habitus excluye, sin violencia y sin reglas, aquellas disposiciones que resultan imposibles en tanto que existen imposibilidades objetivas y, análogamente, sanciona de forma positiva las conductas compatibles con las condiciones objetivas. Todo ello permite definirlo como "necesidad hecha virtud" (Bourdieu, 1991: 94) y también hace posible observar que el sentido del "porvenir probable" se constituye a partir de un mundo estructurado según la categoría "de lo posible" y "lo imposible" (Bourdieu, 1991: 110). Así, al producir "historia conforme a los principios engendrados por la historia" (Bourdieu, 1991: 95), el habitus asegura "la permanencia en el cambio" (Bourdieu, 1991: 98). La correspondencia en las disposiciones, que se encuentran depositadas en los cuerpos bajo principios de percepción y acción, explica la posibilidad de engendrar "en total libertad [controlada] productos [...] que tienen siempre como límites las condiciones de su producción histórica y socialmente situadas" (Bourdieu, 1991: 96). Sin dar cuenta de una determinación absoluta de la estructura social, el concepto de habitus permite comprender mecanismos complejos por medio de los cuales son interiorizadas y reproducidas las modalidades diferenciadas de reproducción y explica, al mismo tiempo, el carácter relativamente estable del orden social.
ASPECTOS FINALES
Indagar sobre la noción de reproducción social fue el eje central del trabajo. El análisis se estructuró en función de una serie de interrogantes que sirvieron de guía para una aproximación al tema propuesto.
Un primer grupo de preguntas estuvo asociado a la idea de reproducción social como proceso significativo: ¿qué conceptos de la fenomenología y la etnometodología resultan interesantes para pensar la reproducción social?; ¿cuáles son las principales argumentaciones que permiten estudiar la reproducción social en relación con la significación y la intersubjetividad?; y ¿cuáles son las implicaciones de las estructuras de sentido y de la intersubjetividad en el proceso de reproducción?
Un segundo grupo de preguntas estuvo vinculado a la noción de reproducción social como proceso desigual: ¿cuáles son los aportes de Marx y de Bourdieu que permiten pensar el concepto de reproducción?; ¿qué condicionamientos objetivos están presentes en el proceso de reproducción social?; y ¿qué implicaciones tiene el concepto si se reconoce una lógica de desigualdad en la distribución de recursos materiales y simbólicos que produce modalidades diferenciadas de reproducción?
Considerado un proceso significativo, el análisis de la reproducción social aparece anclado en las interacciones que cotidianamente llevan a cabo los sujetos y, por lo tanto, a una lógica microsocial. Si el mundo de la vida tiene una "base de sentido" (Schütz, 1974: 133), es posible poner énfasis en el análisis del proceso de reproducción social, en la reproducción de estructuras de sentido: se trata de una realidad ya habitada e interpretada por semejantes que proporciona una cantidad de experiencias típicamente aprehendidas (de otros) e interpretadas (mediante esquemas compartidos con otros) que sirven de base para las acciones a desarrollar. En función de lo cual, al indagar en la reproducción de las estructuras de sentido, está presente la interrogante por la eficacia que tiene la existencia de otros individuos en el mundo de la vida diaria.
Si bien desde la perspectiva fenomenológica es posible pensar la reproducción social "desde adentro", es decir, asumiendo que la vida cotidiana es producida y reproducida intersubjetivamente, los enfoques de Marx y Bourdieu permiten, por el contrario, poner de relieve la noción de estructuras objetivas y, por lo tanto, abordar el problema desde una lógica macrosocial. Concebido como un proceso desigual, el análisis aparece centrado en la reproducción de estructuras de poder. A partir del reconocimiento de una estructura objetiva de desigualdad en la distribución de recursos materiales y simbólicos, en la cual grupos sociales e individuos ocupan lugares diferenciales, puede ser abordada la existencia de modalidades diferenciadas de reproducción. Mismas que, a través de formas complejas, son en cierto grado interiorizadas y reproducidas por los agentes. Subyace, por ello, la pregunta por la existencia de condicionamientos cuya eficacia está en la forma en la que los sujetos reproducen el mundo social.
BIBLIOGRAFÍA
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REFERENCIAS ELECTRÓNICAS
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1 El presente trabajo toma como base el marco conceptual de la tesis "Reproducción social y programas de transferencia de ingresos. Estudio cualitativo sobre familias des-tinatarias del Programa Familias por la Inclusión Social", realizada durante el periodo 2009-2010 para la maestría en ciencia política y sociología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Argentina.
3 Se hace referencia a la noción de "estructuras" dado que el sentido común (y también el conocimiento científico) supone "construcciones": "conjuntos de abstracciones, generalizaciones, formalizaciones e idealizaciones [...]" (Schütz, 1974: 36).
4 Estos experimentos procuraron detectar "el carácter extraño de un mundo obstinadamente familiar" (Garfinkel, 2006: 50). Los procedimientos fueron diversos pero, a manera de ejemplo, se buscó que las personas clarificaran el sentido de las expresiones habituales, o bien que una persona se imagine y actúe como un extraño en su propia casa.
5 Véase la introducción a la edición italiana de La reproducción (Bechelloni, 1998: 17).
6 De hecho, la homogeneidad de las condiciones de existencia produce la homogeneidad objetiva de los "habitusde grupo o de clase" (Bourdieu, 1991: 100-101).
7 En esa misma dirección, cabe agregar que "el mundo social es en gran parte algo que hacen los agentes, a cada momento; pero sólo pueden deshacerlo o rehacerlo sobre la base de un conocimiento realista de lo que este mundo es y de lo que ellos pueden hacer en función de la posición que en él ocupan" (Bourdieu, 1990: 298).