Introducción
El presente artículo busca contribuir a la comprensión de las relevantes transformaciones de la estructura social en las últimas décadas en Chile, desde la perspectiva de sujetos de diversos grupos sociales en el país. Como ha sido documentado por diferentes estudios, la estructura social ha vivido profundos cambios, los cuales han sido analizados principalmente desde enfoques cuantitativos, existiendo aún una ausencia significativa de trabajos que ahonden en cómo dichos cambios se viven en grupos sociales particulares y den cuenta de experiencias específicas. El interés de analizar las experiencias posicionales y lógicas de posicionamiento de distintos grupos sociales en el Chile de hoy deriva de la necesidad de complementar, desde una perspectiva subjetiva, el conocimiento producido y acumulado por aquellos y aquellas investigadores/as que han trabajado desde múltiples disciplinas y perspectivas metodológicas, para dar cuenta de las transformaciones que ha tenido la estructura social chilena en las últimas décadas.
A partir del análisis de material cualitativo producido en el marco de un proyecto de investigación llevado a cabo en las ciudades de Santiago y Valparaíso se busca comprender, desde la perspectiva de sujetos de distintos grupos sociales -empresarios, grupos medios, obreros y marginales-2, lo que llamamos experiencias posicionales; es decir, las vivencias, significados, estrategias, recursos y limitaciones que han desarrollado los sujetos en el proceso de posicionamiento social. El presente trabajo se inscribe en el campo de los análisis que buscan desarrollar una vertiente comprensiva acerca de los cambios sociales amplios, en vinculación con las experiencias individuales (Araujo y Martuccelli, 2012; Méndez y Barozet, 2012; Arteaga y Pérez, 2011).
El presente artículo se enfoca en las consecuencias que han tenido los cambios estructurales en las experiencias posicionales de los grupos sociales en Chile. El proyecto de investigación se orientó, entre otros objetivos, a conocer cómo han vivido y significado, hombres y mujeres de distintas posiciones sociales, estas metamorfosis; ¿qué especificidades y elementos transversales encontramos en las experiencias de los distintos grupos?; ¿cuáles son las tensiones que conllevan dichas transformaciones en las experiencias de éstos?; ¿qué prácticas y significados despliegan los sujetos en relación con el posicionamiento social. Tales preguntas son abordadas desde la noción de experiencias posicionales, la cual permite identificar las vivencias particulares de grupos sociales, así como las dinámicas comunes, transversales a varias posiciones sociales, en el contexto señalado. La experiencia de la posición se refiere a las modalidades como los sujetos recorren y llevan a cabo una trayectoria y un trabajo de posicionamiento en el espacio social. En otras palabras: se refiere a los modos a través de los cuales los actores significan, se representan, lidian y -a partir de ello- desarrollan prácticas para hacer frente a los desafíos que se dan en cada posición social.
La relevancia de indagar en estos aspectos -además del desafío disciplinario y el énfasis epistemológico de una perspectiva particular como la que planteamos- deriva de la necesidad de conocer y comprender las implicaciones, retos y prácticas de la sociedad chilena en la actualidad, en el marco de las transformaciones señaladas, aportando al conocimiento y caracterización de los grupos sociales en el país.
El trabajo expone en una primera parte el contexto de las transformaciones de la estructura social en Chile. Posteriormente aborda la estrategia metodológica instrumentada, para desarrollar en la siguiente sección algunas consecuencias relevantes que encontramos en el posicionamiento social de los distintos grupos sociales. La última parte se centra en la propuesta interpretativa centrada en cuatro lógicas de posicionamiento social, a partir del análisis de discursos producidos en entrevistas, talleres y grupos de discusión.
Transformaciones sociales y perspectivas de análisis
Los cambios en la estructura social en Chile han sido de gran envergadura en las últimas décadas. Como parte de ellos destacan: el aumento del sector servicios en el conjunto de la estructura social, siendo preponderante en las categorías sociales (León y Martínez, 2011; Ruiz y Boccardo, 2011); el crecimiento y la progresiva diferenciación interna de la clase media (León y Martínez, 2011; Espinoza y Barozet, 2009; Balbontín, 2009); la reducción de las ocupaciones estatales; la disminución de la clase obrera (León y Martínez, 2011); el aumento de trabajadores manuales no calificados, junto con la pérdida de peso de las categorías sociales ligadas a la agricultura y una tendencia de la estructura social hacia la urbanización en los años noventa.
Los estudios sobre transformaciones sociales de los últimos años en Chile se centraron -en un primer momento- en el análisis de las diferencias sociales, atendiendo exclusivamente a indicadores socioeconómicos. Basados en las tradiciones marxista o weberiana, se orientaron a construir una cartografía jerárquica de posiciones sociales a partir de variables ocupacionales (León y Martínez, 2011). Complementariamente, se desarrollaron análisis que incorporaron otras variables, como el prestigio asociado a ciertas ocupaciones, introduciéndose también la noción de estructura de oportunidades para acceder a la cual los sujetos movilizan ciertos medios de los que disponen, acentuando las capacidades individuales de poner en juego recursos propios y modificar su posición en la estructura social (Torche y Wormald, 2007; Kaztman y Filgueira, 1999; Filgueira, 2001).
Esta mirada permitió resaltar algunos aspectos individuales y subjetivos respecto de los movimientos de la estructura social, como ha sido destacado por análisis recientes (Espinoza, Barozet y Méndez, 2013), que enfatizan la idea de que son resultado de trayectorias individuales o familiares, antes que desplazamientos de grandes sectores sociales. Ello fortalece el planteamiento de Torche y Wormald (2007), quienes interpretan la sociedad como un sistema de lucha de posiciones por el acceso a recursos y oportunidades.
En este campo de estudios, un conjunto de trabajos de creciente interés aborda el problema de la constitución de nuevos posicionamientos sociales desde el análisis de la subjetividad. Se busca desarrollar una mayor comprensión de las experiencias de actores situados en diversos contextos sociales, partiendo del supuesto de que los posicionamientos sociales no pueden estudiarse sólo como resultado directo y reflejo de determinada estructura ocupacional y de cierto rango de ingresos, sino que, de manera fundamental, es necesario realizar un análisis a partir de las experiencias de actores situados socialmente. En esta perspectiva, varios autores han resaltado la novedosa composición contemporánea de los posicionamientos sociales, la cual no necesariamente hace coincidir la situación objetiva y la experiencia subjetiva (Beck, 1996; Martuccelli, 2006). Cuestionan el enfoque tradicional de la estratificación social, que supone que la posición del individuo en la estructura ocupacional determina en gran medida sus imaginarios, por lo cual posición social y experiencia subjetiva tenderían a relacionarse de manera directa.
Los estudios llevados a cabo en los últimos años acerca de los cambios en la estructura social chilena han enfatizado la necesidad de ampliar el análisis a dimensiones que vayan más allá de los tradicionales indicadores ocupacionales. En este esfuerzo, una línea de trabajo ha indagado la participación de las subjetividades en dicha transformación, dando cuenta de fenómenos particulares a grupos sociales. Sin embargo, todavía hay interrogantes acerca de la vinculación entre los procesos de significación y las prácticas sociales de algunos grupos, así como acerca de las distintas modalidades de las experiencias significativas, y sobre las especificidades y transversalidades de éstas en los diversos segmentos sociales.
Desde el análisis de la relación entre cambios estructurales, prácticas y significados, se han realizado en estudios recientes algunos hallazgos interesantes. Se ha detectado un conjunto de prácticas que aluden a lo que entendemos por experiencias posicionales y las acciones para enfrentar sus desafíos. Un ejemplo de ello se describe en el estudio de Méndez y Barozet (2012) sobre los sectores medios, respecto de la forma en que las personas resuelven problemas públicos y colectivos -educación, salud, vivienda- desde sus espacios privados, a partir del creciente repliegue del Estado y la privatización de los servicios. Desde otra perspectiva, dicha acción ha sido analizada a través de la noción de gestión individual del riesgo (Arteaga y Pérez, 2011), para dar cuenta de las modalidades en las que grupos sociales vulnerables desarrollan prácticas cotidianas con el fin de hacer frente a las inestabilidades propias de su posición social. En esta línea, Araujo y Martuccelli han desarrollado el concepto de inconsistencia posicional con vistas a dar cuenta de un fenómeno transversal a distintos grupos sociales en Chile: “el sentimiento permanente, visible en todas las categorías sociales, aun cuando por razones distintas, de una inconsistencia posicional generalizada” (Araujo y Martuccelli, 2012). Para estos autores, el posicionamiento social se convierte en una prueba -es decir, un desafío histórico y estructural, socialmente producido, culturalmente representado, desigualmente distribuido-, que cada uno de los individuos está obligado a enfrentar en el seno de una sociedad (Araujo y Martuccelli, 2012: 16).
En tal marco, el análisis de las experiencias posicionales asume la perspectiva según la cual los sujetos, situados en contextos estructurales específicos, desarrollan significados, sentidos y prácticas particulares, los cuales no siempre se deducen directamente de dicho contexto (Bourdieu, 2008) y que pueden incluso ser transversales a él.
Ahí donde durante mucho tiempo el estudio primordialmente estructural tendió a diferenciar los capitales o medios disponibles entre actores en función de sus posiciones sociales, la sociología de las experiencias sociales interroga cómo actores, ubicados en posiciones estructurales distintas, movilizan diferencialmente recursos comunes. Se trata así de indagar la perspectiva de un sujeto activo en la construcción de su propia posición, poniendo énfasis en las tácticas o estrategias desplegadas para enfrentar las distintas amenazas que perciben en términos, por ejemplo, de ascenso social o en la defensa de su posicionamiento.
Metodología y análisis
El enfoque desarrollado en la investigación fue cualitativo, pues se buscaba conocer las prácticas y significados asociados con la experiencia del posicionamiento, a partir de las palabras de los sujetos y los sentidos subjetivos (Margel, 2001; Flick, 2004). Dichos discursos se produjeron con el empleo de distintas técnicas: entrevistas semiestructuradas, talleres de trayectoria y grupos de discusión con individuos de cuatro grupos sociales -sectores marginales, obreros, medios y empresarios-,3 en las ciudades de Santiago y Valparaíso (Cuadro 1).4 El sentido de las entrevistas semiestructuradas es el desarrollo de una conversación acerca de tópicos específicos de interés para la investigación con base en una guía, dejando cierto espacio de libertad en la plática (Gaínza, 2006; Flick, 2004).5
* Se decidió realizar grupos de discusión con el sector marginal, obrero y medio e incorporar dos grupos de jóvenes -no integrados en el presente análisis-, por la relevancia del tema generacional, emergente a lo largo del estudio. Se consideró que el sector empresarial contaba con suficiente material para el análisis a partir de las técnicas aplicadas.
Complementariamente, se llevaron a cabo cuatro talleres de trayectoria social, laboral y educativa, uno por cada grupo social. Dichos dispositivos colectivos se basaron en las orientaciones de la sociología clínica y su objetivo fue llevar a cabo una exploración de las dinámicas y contradicciones de los destinos individuales y familiares en articulación con los complejos entramados de la estructura social. Los talleres se centraron en el análisis de las trayectorias sociales, laborales y educativas de mujeres y hombres de los cuatro estratos; se enfatizaron las relaciones existentes entre los procesos biográficos y los de naturaleza social que habilitan e inhabilitan distintas experiencias en torno a las posiciones sociales. En dichos encuentros se reflexionó también sobre la posición social de la familia de origen en comparación con la actual.
Además de estas técnicas, se realizaron ocho grupos de discusión -de los cuales seis se incorporaron al presente análisis- orientados a conocer los discursos respecto de las diferencias sociales en el país y los modos de enfrentarlas en la vida cotidiana. El producto del grupo fue un discurso y el material de análisis un texto. Las reglas del proceso de interpretación y análisis emergieron del propio proceso de investigación (Margel, 2001). Para este artículo se analizaron los discursos emergentes, lo que permitió alimentar la interpretación realizada en torno a las lógicas de posicionamiento. La definición de los criterios para seleccionar a los sujetos se realizó con base en los planteamientos de León y Martínez (2011).
Para el estudio y categorización del material de entrevistas y talleres se utilizaron el análisis de contenido cualitativo (Andréu, 2000) y la codificación de la teoría fundamentada, a través de la generación de códigos en distintos niveles de manera inductiva. Esta estrategia metodológica implica el desarrollo de códigos mínimos a partir del material producido, en niveles de cada vez mayor abstracción, iniciando con una codificación abierta y luego axial (Strauss y Corbin, 2002). Siguiendo este procedimiento, así como las lecturas horizontal y transversal de las entrevistas, se trabajó en una lógica de inducción y desarrollo de hipótesis a partir de los datos (Bertaux, 1989, 1993; Kaufmann, 2011), en el marco de una sociología comprensiva, la cual se apoya en la convicción de que los seres humanos no son simplemente agentes portadores de estructuras, sino productores activos de lo social (Kaufmann, 2011). En ese marco, se busca conocer y comprender a las personas, lo cual es un instrumento para lograr una explicación comprensiva de lo social.
Con el mismo tipo de categorización, se analizó parte del material producido en los talleres. La diferencia respecto de la información derivada de las entrevistas se centra en al menos dos aspectos importantes. Por una parte, la referencia discursiva hacia el colectivo y en relación con el grupo; el diálogo producido en la dinámica del taller, tanto con las investigadoras como con los demás miembros, produjo la explicitación, aclaración y fundamentación de algunos aspectos relevantes en el posicionamiento social y en los sentidos del mismo. Por otra parte, la referencia respecto de la familia de origen y de los contextos social e histórico, en relación con la trayectoria social, educativa y laboral de los individuos.6 A partir de la representación gráfica y el diálogo, los discursos emanados cobran un sentido particular, que invita a los participantes a establecer reflexiones desde el presente al pasado, en relación con su trayectoria biográfica y la de su familia. Asimismo, permite pensar el vínculo entre el nivel social y las trayectorias laborales y educativas individuales.
Difuminación de límites y diversidad de referentes de la experiencia posicional: elementos materiales, subjetivos y simbólicos
Algunos autores se han referido a la mayor ambigüedad en los referentes que dan lugar a las identidades sociales, en un contexto donde existe una gran heterogeneidad y crecimiento de los trabajos no clásicos, junto con un debilitamiento del sector obrero tradicional (De la Garza et al., s/f). Una de las consecuencias de estos cambios generalizados y de las transformaciones reseñadas específicamente en Chile, se refiere a las alteraciones respecto de la consistencia y permanencia de los grupos sociales en el tiempo. Ello se vincula, en parte, con los cambios en los referentes objetivos del posicionamiento social en términos del trabajo. Dicha cuestión se evidencia claramente en la existencia de trayectorias laborales mucho menos estables que antaño, aunque se observan algunas diferencias entre los grupos sociales. Junto a la inestabilidad, se destacan grandes niveles de precariedad en el empleo (Torche y Wormald, 2007), así como una importante fragmentación del mercado del trabajo que operó en forma transversal a dicha segmentación de los empleos en términos de formalidad e informalidad (Echeverría, 2006) y que se expresó en un aumento de la inestabilidad laboral bajo la forma de rotación e incertidumbre (Henríquez y Uribe-Echevarría, 2004). En este contexto, algunos autores se refieren a la pérdida de centralidad del trabajo, aunque otros cuestionan dicho debilitamiento (Antunes, 2001), considerando que la actividad laboral es clave para la reproducción social, para el soporte y el horizonte de vida de los sujetos. Lo que estaría en discusión sería más bien el concepto de trabajo que se utiliza (De la Garza, 2001).
La inestabilidad e incertidumbre respecto del posicionamiento (Araujo y Martuccelli, 2012) son destacadas por los entrevistados de distintos grupos sociales, vinculadas en gran medida a sus condiciones y experiencia laborales. Se advierten trayectorias interrumpidas por despidos, así como prácticas de cambios permanentes en el empleo:
De repente se terminó uno de mis trabajos que era como el estable, que era el de la consulta, que después de estos cambios que hubo con las Isapres los médicos empezaron casi todos a meterse en estas Isapres porque no les convenía tener una consulta particular [...]. Entonces los médicos decidieron desarmar la consulta y yo me quedé sin trabajo. Trabajé veinte años ahí. Tenía esta paga sí, pero dejé ese ingreso, ya no lo tuve más [entrevista 5, sectores medios, Santiago].
Yo trabajé de temporero un tiempo, fui temporero, panadero, encuadernador, vendedor, el tiempo que más estuve trabajando fue de guardia pero, afortunadamente el hecho de trabajar de guardia me hizo conocer otros rubros, porque estuve en distintas instalaciones, trabajé en Abastible, en el Consejo de la Cultura, en el Centro de Justicia, tuve que estar dentro de las salas de los juicios con los abogados [entrevista 9, sectores obreros, Santiago].
En el caso de los grupos más pobres -sector marginal-, la inestabilidad es aún más extrema. Al respecto, un estudio7 realizado con datos de 3,888 hogares en un periodo de diez años (1996-2006), cuyo objetivo fue comprender mejor la pobreza y vulnerabilidad a partir de información longitudinal, evidencia la realidad de las transiciones entre pobreza y no pobreza, mostrando que la reducción transversal de la pobreza en cinco puntos porcentuales escondía un 29.8 por ciento de la población nacional en pobreza transitoria; es decir, que entró en ella una o dos veces desde 1996, sin ser pobre permanentemente. En términos más generales, según datos de la Encuesta Nacional de Estructura Social, base de datos del Centro de Investigación de la Estructura Social, en 2010 el 75 por ciento de las posiciones dependientes o asalariadas estaban en condiciones contractuales flexibles: asalariados subcontratados, contratos parciales o ausencia de relación contractual (Ruiz y Boccardo, 2014).
En el contexto de la inestabilidad, un grupo de entrevistados hace esfuerzos permanentes por mantener el equilibrio para no caer. Allí encontramos a quienes son vulnerables y día a día deben mantener ese balance con esfuerzo y trabajo con el fin de no empobrecerse. Principalmente los relatos de los sectores marginal y obrero denotan esta fragilidad. En particular los sectores marginales viven cotidianamente como una “lucha” por mantener sus condiciones de vida, en un contexto donde los altos niveles de desigualdad se han mantenido relativamente estables desde los años ochenta8 (Ministerio de Desarrollo Social, 2012):
[...] yo hago trabajos de casa y hago, todos los trabajos que hago, o sea generalmente son como de casa; planchar, ¿eh? Tengo una amiga que hace eventos, cumpleaños, cosas así, y le ayudo a servir. Y también ayudo en la […], donde está Angélica, que hacemos empanadas para surtir un negocio. ¿Eh? Todo eso, cualquier cosa así que sale, lo hago [taller sector marginal].
No, mi hermana no me ayudaba, ni mi hermano que está acá tampoco. Luchaba sola. Si fracasé me tengo que levantar sola. Y así fue [entrevista 9, sector marginal, Santiago].
De forma similar, aunque con recursos económicos y sociales más importantes, encontramos que los pequeños empresarios están en búsqueda permanente del equilibrio, el que se vive todo el tiempo como precario. Si bien la inestabilidad se experimenta en un contexto y condiciones distintas a los de los grupos marginales y obreros, alude a una experiencia transversal de inseguridad. En este caso, los elementos centrales para mantener la posición se vinculan con la necesidad de desarrollar la autenticidad y la creatividad, como componentes importantes del esfuerzo cotidiano por mantenerse y destacar. Según señalan algunos estudios en la materia, uno de los dilemas importantes en la práctica social de los emprendedores -principalmente los más vulnerables- es la búsqueda de una identidad en el marco de un proyecto autónomo de autoempleo (González, 2012):
-¿Dirías que en este momento tienes una posición distinta a la de tus papás?
-Sí, muy distinta. Una posición […] es mucho más […] económicamente es distinta, es más estable. La mía por mi opción, el ser independiente es súper inestable. Es más inquieta, la de ellos es tan tranquila, serena. La mía no, es el día a día [entrevista 7, sectores empresarios, Valparaíso].
Lo que pasa que cuesta ser diferente. Cuesta ser diferente. Esto no es igual, creo yo, mi forma de pensar, esto no es igual que ir al mall, ir a Ripley, donde tú te querí compra un vestón y tení veinte iguales. Esto no es igual.
Pero eso me interesa, le tengo miedo a la moda. Sí, eso me interesa. Yo le tengo miedo a la moda. Sí, eso pasa. Cuando tú pones top [...] ganaí plata, pero cuando no le podí poner freno y cagaste, porque yo lo hice, yo manejé el negocio así. La crème de la crème, todo el jet set [...], ganábamos más plata que la cresta, los garzones y todos ganando plata. Y de repente me di cuenta. No. Esto va mal. No le pude sacar el freno [...] llegó a techo y me fui a la chucha. Es que la gente acá es muy voluble, es muy mundana [entrevista 6, sectores empresarios, Valparaíso].
Frente a los desafíos laborales existe en general una mirada individual de la responsabilidad de dicha actividad y de los logros vinculados a ella. En el caso de Chile, el discurso neoliberal ha sido incorporado de manera transversal por los distintos grupos sociales, lo cual se ha reflejado -entre otros aspectos- en la resolución individual de los problemas y la ausencia de aceptación de responsabilidades de parte de las instituciones públicas. Dicho discurso, como ha sido señalado para América Latina, conlleva un carácter despolitizador y desmovilizador (Jiménez, 1992), situación que se evidencia claramente en los relatos que asumen el trabajo y el proyecto de vida como ámbitos de competencia del individuo.
En este escenario de inestabilidades, la experiencia de posicionarse implica tensiones y desafíos particulares para los sujetos, pues no sólo se reconoce y se vive cotidianamente la exigencia de desarrollar un empleo que sustente la sobrevivencia y la reproducción, sino también el desafío de ubicarse socialmente en términos simbólicos. En tal contexto, es cada vez más acentuada la necesidad y el mandato de establecer límites con otros, los cuales no necesariamente están alejados socialmente. Se advierten así diferencias en términos valorativos, culturales y morales (Bayón, 2015; Arteaga e Íñigo, 2015). Se percibe cierta debilidad en las diferenciaciones sociales tradicionales basadas en los ingresos, a la vez que se busca establecer distinciones en espacios más acotados y específicos: “No sé, como que la gente está mejor acá. En lo material, en el auto, la casa. La independencia que tengo. Creo que en esa parte estoy bien, pero no sé cómo llamarlo. Para mí las clases sociales no son como definidas, la clase media y todo” [entrevista 2, sectores medios, Santiago].
La inestabilidad en los posicionamientos se visualiza, asimismo, en la percepción de límites imprecisos e inestables dentro y entre los distintos grupos sociales. Si bien en general se distinguen y reconocen diferencias inamovibles respecto de un grupo privilegiado en el país en términos económicos, hay una idea de mayor ligereza en las fronteras al interior de los demás. Junto con la permeabilidad de los límites, existe una diversidad de modalidades en que éstos se establecen, no sólo apelando a cuestiones económicas, sino también sociales, actitudinales, morales y simbólicas. Como otros estudios han mostrado -por ejemplo en el caso de los estratos medios-, los límites materiales, sociales y simbólicos (Lamont y Molnár, 2002) no se definen hoy en día de manera radical y permanente entre y al interior de los diversos grupos (Mella, 2013; Figueroa e Illarramendi, 2012):
O sea, en general a diario se ve eso porque es un tema no menor, es bastante hablado, encuentro que como sistema social estamos muy lejos de poder ser un poco tolerantes con los demás y poder hacer cierta empatía hacia las personas y no tener tantas diferencias, ya sea de apariencia, de estudio, de la forma como uno se expresa o se vista [entrevista 10, sectores obreros, Santiago].
No sé si posición social. Hay cosas como […] no sé, culturizarse, leer un libro, de tratar de ver las noticias, tener un tema, no quedar como […] no sé si eso es posición social. Por lo menos tienes una posición de hablar un tema, de no quedarte mirando y no decir alguna barbaridad. Para mí es importante eso, la cultura, trato con mis hijos, si puedo, no sé, de ver una película, llevarlos al teatro, ir a ver danza. Todo esto, el deporte, que vean otras cosas, para mí es importante, ahora mi hijo corrió el domingo, estuve detrás de él. Por lo menos en la comuna ahora se está abriendo harto de sacar la cultura a la calle, teatro, danza, así como para el pueblo. Se agradece esa parte, no sé, de ballet, de hablar de otras cosas. Por lo menos yo lo implemento con mis hijos. Si pueden darse esos gustitos aunque sea pagando, bienvenido sea, que vean que la vida no es sólo tele, que hay tanto por conocer, por aprender. Si puedo darles eso, yo bien [entrevista 2, sectores medios, Santiago].
Desde otra perspectiva, el hecho de que las distinciones y el reconocimiento se acoten a pequeños grupos corrobora las consecuencias negativas de dicha parcialización en términos de la identidad de clase y acción colectiva. Como señala Castel (2010), las transformaciones actuales del capitalismo conllevan una dinámica de descolectivización o reindividualización. Definirse como “mujeres trabajadoras”, “profesores”, “jóvenes” posibilita la configuración de identidades particulares, pero al mismo tiempo puede limitar el sentido de pertenencia a grupos sociales más amplios, con intereses comunes, socavando las posibilidades de reconocimiento grupal y acciones colectivas.
Diversidad en las lógicas de posicionamiento social
Es común la idea de que el posicionamiento social -y desde otra perspectiva, el ascenso o descenso sociales- tiene una orientación lineal y generalmente racional. El sentido común -y así lo expresan en general los entrevistados en una primera respuesta- simplifica las imágenes de la sociedad y la estructura social, así como sus cambios en términos de grupos piramidalmente dispuestos, y sus trayectorias de ascenso y descenso social verticales. Dicha simplificación -entre otros factores- conduce a que la mayoría de las personas se posicionen en los grupos medios, no solamente en Chile, sino en una importante cantidad de naciones (Curtis, 2013).
Sin embargo, lo que el material muestra es que la experiencia y el trabajo de posicionamiento es mucho más complejo, diverso y fragmentado que esa imagen esquemática. Dicha experiencia se relaciona -entre otros aspectos- con las características estructurales descritas y con el debilitamiento de los sistemas institucionales tradicionales que han dotado de coherencia las identidades individuales y colectivas. En dicho marco, la noción de experiencia social es pertinente, en la medida en que -según plantea Dubet- subraya la necesidad de los individuos de construir una acción propia; esto es, en la medida en que la identidad no está del todo anclada en los roles dados por la institución, el estigma u otro elemento del sistema social (Dubet, 2013).
En tal contexto -retomando la noción de experiencia social (Dubet, 1994) para la comprensión del posicionamiento-, consideramos que ésta puede ser organizada por principios culturales y sociales heterogéneos, llevando al sujeto a un trabajo con distintas lógicas que puede incorporar en tales conductas. Partiendo de la idea de experiencia social9 y de lógicas de posicionamiento es posible observar las prácticas en sus distintas orientaciones y no sólo como un reflejo de la estructura. La experiencia del posicionamiento social permite indagar las distintas modalidades en las cuales individuos de similares características socioeconómicas -posicionados de manera análoga en la estructura social-, vivencian, realizan acciones y adoptan decisiones en relación con dicho ordenamiento estructural, pero también más allá de él. Se manifiesta así la capacidad crítica y de reflexión en el proceso de posicionamiento, mostrando contradicciones, tensiones, conflictos, acomodos, desequilibrios y reequilibrios que los sujetos enfrentan en el trayecto.
A partir del análisis del material cualitativo de los grupos sociales, distinguimos cuatro lógicas principales de posicionamiento en los relatos, que no necesariamente se entroncan con las distinciones socioeconómicas y que más bien aluden a una experiencia práctica vinculada con la trayectoria familiar, el sentido del posicionamiento social, el acceso a recursos y oportunidades, la vinculación del sujeto con la estructura, las percepciones y creencias respecto de lo posible y lo deseable. Es importante puntualizar que ninguna de estas lógicas se corresponde con individuos particulares, sino que remite a orientaciones que emergen y se encuentran presentes en los relatos de la experiencia de posicionamiento de los sujetos, siendo algunas más preponderantes que otras en cada caso específico y, eventualmente, coexistiendo en los mismos individuos.
El posicionamiento como un proyecto estratégico
Los relatos registrados respecto del posicionamiento aluden a una lógica racional y estratégica, práctica, que concibe la experiencia biográfica y el proyecto de vida orientados a metas específicas respecto del trabajo y el posicionamiento social. Son relatos que evidencian explícitamente un plan ordenado y coherente de realización personal y/o familiar, y una estrategia relativamente clara para su consecución -más allá de que en la realidad se lleve a cabo-. En esta lógica se percibe en general que los recursos principales para lograr el objetivo son individuales -empleo, educación- y/o familiares, individualizando la responsabilidad en el posicionamiento y poniendo en el esfuerzo personal el énfasis para conseguir el éxito esperado:
Pero, yo creo que sí el ser constante, si tú podí tener todo en contra incluso, que nadie te apoye, estai tirado pero tú tení un objetivo fijo y nadie te va a sacar de ahí cachai, hasta que lo lograi. Yo creo que eso, esa es la diferencia, si tú no te dejai vencer cachai, seguí, seguí, hasta que lo logrí. Yo siempre soy de la idea de que yo tengo un sueño, una idea de lo que yo quiero a futuro, sé que no lo voy a conseguir cien por ciento como yo me lo imagino pero, va a ser muy parecida, me conformo con eso [entrevista 9, sectores obreros, Santiago].
Yo he logrado adquirir propiedades, he podido educar a todos mis hijos, tengo tres hijos en la universidad, dos egresados. Y espero terminar con los otros dos también egresados. Entonces creo que ha habido una transición en mi vida. Emm, yo también, a pesar de que no soy una persona con estudios universitarios, he tenido buenos trabajos, estoy bien ubicada. No sé, estoy bien considerada dentro de la empresa y eso me lo he ganado sola, con la universidad de la vida como dicen algunos [entrevista 5, sectores medios, Santiago].
No creo que las personas que no han tenido la posibilidad de estudiar sea por un tema económico, yo creo que es por un tema de actitud, de hacer el esfuerzo. Como lo hice yo, que estudié tarde, a los treinta y tantos años me puse a estudiar y trabajaba y estudiaba y seguía casado. La verdad que es un tema de las personas, la desigualdad, según yo, tiene que ver con un tema de actitud, con un tema de creer en sí mismo. Si la persona cree en sí misma puede lograr muchas cosas. En la medida que las personas tienen estudios, generan un mejor ingreso. Y por lo tanto cambian su condición social y económica, pero para mí radica mucho en la actitud de la persona, en la forma de mirar la vida, la energía, las ganas de hacer cosas [entrevista 11, sectores medios, Santiago].
Una fuente importante en la agencia de las trayectorias de posicionamiento social es la presencia, expansión y legitimación de los discursos sobre el mérito y el emprendimiento. La meritocracia es percibida como un mecanismo que asigna a los sujetos distintas posiciones en la estructura social, según tengan o no el mérito suficiente, el cual es responsabilidad de los individuos (Espinoza, 2014). Por otro lado, el discurso del emprendimiento incentiva también en los individuos la idea de que el esfuerzo individual y racional impulsa el progreso, más allá de las condiciones estructurales. Ello explica, en parte, la incorporación de estos discursos en los relatos de posicionamiento orientados por una estrategia. Como plantea Scott (1992), la experiencia y los sujetos también son constituidos, quienes no sólo viven una situación, sino que ésta debe ser explicada10 a partir de los discursos que construyen también a los sujetos.
Como una oportunidad dada a partir del contexto
Un discurso distinto es aquel que alude a la idea de que la posición social se vincula a lo dado, ya sea a nivel familiar o estructural, y donde el sujeto no tiene mucho margen de maniobra ni acción. Es un relato que se ancla en las oportunidades, o falta de ellas, que se han presentado a lo largo de la vida y que naturalizan, en cierta medida, la posición social que se ocupa. En este contexto, la experiencia cotidiana reproduce de alguna manera un guión preestablecido -es una lógica cercana a la idea de integración de Dubet-.
Yo no nací en cuna de nada, pero he sabido aprovechar las instancias que se me han dado para surgir, porque he querido surgir. [...] Siempre he tratado de tomar todas las oportunidades que se me dan. Entonces, no sé si he tenido suerte o qué, pero no se me ha hecho difícil [entrevista 5, sectores medios, Santiago].
Tú puedes ser el más pobre del mundo, pero si tienes educación vas a tener las herramientas que te van a permitir si bien no salir de tu pobreza, por lo menos vivir dignamente en tu pobreza y no tener ese conflicto, esa pesada carga que tienen muchos que viven siempre tratando de tener más o de amasar más para poder ser alguien [taller sector obrero].
Esta orientación no hace referencia centralmente al cambio en la situación individual o familiar, sino que pone el acento más bien en las oportunidades que la sociedad ofrece y de las cuales echa mano el sujeto. Es un relato que da cuenta de las transformaciones acontecidas en el país en las últimas décadas que, sobre todo en comparación con las enfrentadas por generaciones precedentes, implican cambios importantes en términos materiales y culturales (aumento del nivel educativo, acceso al consumo, urbanización), así como en las modalidades de relación social; por ejemplo: las señaladas por las mujeres en cuanto a las actuales formas de relación entre los géneros, en contraste con las vividas por sus madres. Se vincula, en algunos casos, con un balance positivo a propósito de la precariedad, inseguridad y angustia que implicó la dictadura, en términos del acceso al empleo y la violencia de Estado. En cierta medida podría considerarse un relato conformista con lo que se ha logrado a nivel país y que no aspira a grandes movimientos en las trayectorias personales.
Posicionamiento crítico y original
Desde una posición crítica frente a lo que se consideran mandatos sociales o constreñimientos del sistema, emergen relatos que buscan opciones diferentes en el posicionamiento. Son discursos que se plantean como alternativos y asignan un componente decisivo al individuo, a su capacidad de movimiento y a su creatividad ante un contexto que conciben como fuertemente limitante.
-¿Y tú cómo te posicionas con esos criterios de éxito?; ¿para ti qué es el éxito en términos personales, para tu familia, para tu hija?
-Me incomoda porque siento que yo nunca voy a responder a eso. Me […] los cercanos me van a valorar, pero para el resto [...]. Los que sean un poquito más lejanos, dudo que me encuentren alguna vez: oye a este tipo le fue súper bien, porque pienso de otra manera. Para mí el éxito es, a ver, el éxito es que el día de mañana mi hija me quiera mucho, me respete, tenga una conversación conmigo. Me consideraría alguien exitoso si es que logro eso [entrevista 6, sectores medios, Santiago].
Él [refiriéndose a su hijo] dice que tiene que haber gente en el mundo que defienda, digamos, los huertos, todas las cosas sustentables; digamos, incluso hacer casas también, usó materiales de la tierra y no hace una inversión digamos de tanta plata. Todo lo que hacen ellos, viven casi sin plata, ¿ya? Entonces yo […] yo quería otra cosa para mi hijo, yo quería como que tuviera una situación mejor, que vivieran como con otro estatus, digamos, y allá viven super humildemente y dicen que así quieren vivir toda la vida [taller sectores obreros].
En estos relatos también hay un componente individual y de esfuerzo que sostiene el proyecto y que apuesta por la construcción de una trayectoria original y distinta a los mandatos sociales:
La diferencia de la forma de ser de ellos como yo quería ser, a mí no me gustaba hablar así, no me gustaba vestirme como ellos ni andar como ellos. Yo quería, yo decía no, no, no, ¿pa’ qué uno se viste así? Pa’ que todos te miren mal, te apunten con el dedo, si a la larga no sé po, después tú vai a ver tus fotos y vai a decir: “¿y yo me vestía así?” Cachai, te avergonzai. Entonces mejor yo nunca he querido pertenecer a ningún grupo […] Quizás eso me mantuvo dentro de una línea tratando de seguir mi camino, tratando de ser diferente a mi manera sin pertenecer a nada si no que ser yo no más [entrevista 9, sectores obreros, Santiago].
Pero por una cuestión de que cuando uno llega a cierta edad dice: “no, la cuestión de la plata y lo que es la plata y el tiempo”. Entonces donde trabajo hoy día gano menos de lo que ganaba antes, pero trabajo el viernes hasta las dos de la tarde, entonces desde las dos de la tarde el resto del mundo es mío, cambié plata por calidad de vida, porque la calidad de vida no tiene precio, entonces quedo de lo más feliz trabajando en bodega [taller sectores obreros]
Una parte importante de este discurso proviene de quienes trabajan en el ámbito de la educación: académicos, profesores, estudiantes. Al respecto, se muestra de manera evidente que el relato de la incomodidad, el malestar y la desconfianza institucional evidenciada en el movimiento social a partir de las movilizaciones de 2011, tiene su correlato en proyectos de vida que cuestionan el orden preestablecido y el derrotero meritocrático que el modelo neoliberal propone. Desde esta postura crítica respecto de la sociedad, la masificación del consumo (Moulian, 1997), el individualismo y la falta de capacidad crítica y organización social, se articulan orientaciones de vida alternativas.
La imposibilidad de cambio. El peso de la estructura
En los discursos aquí referidos se visualiza una lógica vinculada con la resignación, naturalización e imposibilidad del cambio. A diferencia de la integración, el peso de la estructura y del sistema -en alguna medida- paraliza y ni siquiera permite una reflexión respecto del tema. Dentro de esta lógica, existe la visión de que independientemente de los esfuerzos individuales, el contexto no permite ningún cambio. El trabajo es el recurso que se utiliza para la reproducción y se acude principalmente a las relaciones cercanas cuando se atraviesa ese camino:
Sí, porque trabajan, si no, no tendrían, todos trabajamos en el mundo, los seres humanos que vivimos, trabajamos para sobrevivir, yo lo encuentro así. Porque no yo nomás trabajo, todo el mundo trabaja [entrevista 12, sector marginal, Santiago].
No, yo paso más acá trabajando. Nos vamos tarde. Entonces lo que hacemos nosotros con mi hijo, yo lo mando todos los días donde su tía y los fines de semana salimos, no sé, vamos a dar una vuelta. Nosotros somos los dos nomás […]. Y uno siempre está trabajando pal día. Pero no aspirar así, no sé para comprarse un auto. No. Yo no aspiro a eso. Solamente yo aspiro a que no me falte, no le falte a mi hijo su comida, sus estudios, ni a mí tampoco y tener mercadería para trabajar y nada más. No tengo metas así [entrevista 2, sector marginal, Valparaíso].
Claramente este discurso se ancla en los persistentes desequilibrios que Chile mantiene. El país lidera el ranking de la desigualdad de ingresos, riqueza y educación entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El diez por ciento más rico gana 26.5 veces más que el diez por ciento más pobre, superando en más de cien por ciento el promedio de los países pertenecientes a esta institución internacional. Asimismo, siguen existiendo brechas importantes en los indicadores de bienestar, tanto entre los grupos sociales como entre hombres y mujeres (OCDE, 2015).
En concordancia con los datos citados, lo que muestran los discursos en nuestro estudio -particularmente los de aquellos entrevistados con situaciones más precarias- es que además de los indicadores económicos que dan cuenta de la desigualdad, existe un correlato subjetivo particular: una actitud conformista ante las condiciones y limitaciones que se imponen; una percepción de que nada va a cambiar en el futuro respecto de la situación de precariedad; la creencia de que lo único que es posible realizar en la vida es el trabajo y que no se cuenta con mayores recursos familiares o institucionales que permitan otro camino.
Reflexiones y conclusiones
Las profundas transformaciones de la estructura social de Chile en las últimas décadas y su vínculo con la subjetividad aún no han sido conocidas y comprendidas en toda su profundidad. El artículo buscó mostrar algunas de las complejidades de dicho proceso, en términos de las experiencias de sujetos situados en distintas posiciones estructurales. Más que indagar en algún grupo concreto, el objetivo fue dar cuenta de rasgos transversales a las experiencias de posicionamiento en el contexto de cambios, así como de las especificidades que persisten.
Un resultado de nuestro estudio es que en los discursos de los individuos se revela la percepción de un trabajo de posicionamiento que se debe llevar a cabo en el espacio social del Chile actual. En ese sentido, reafirma lo planteado por el estudio de Araujo y Martuccelli (2012) respecto de la idea del posicionamiento social como una prueba. Asimismo, en línea con los autores que dan cuenta de la importancia de la reflexividad del individuo en el contexto actual, los resultados muestran al sujeto productor de sentido y constructor de su propia biografía (Dubet, 2013; Beck y Beck-Gernsheim, 2003; Martuccelli, 2007).
Por su parte, las diversas prácticas de posicionamiento que despliegan los actores no están ancladas sólo en los recursos y oportunidades del entorno, sino en expectativas, valoraciones y percepciones de lo real y lo posible. La existencia de distintas lógicas de posicionamiento nos muestra la complejidad de este proceso, en las trayectorias de los grupos sociales chilenos. En concordancia con otros estudios desarrollados recientemente (Arteaga y Pérez, 2011; Mayol, Azócar y Azócar, 2013), existen marcos culturales que, en relación con las oportunidades, dan paso a orientaciones subjetivas y estrategias de acción en el espacio social.
El trabajo de posicionamiento que los sujetos llevan a cabo permite, por una parte, observar la articulación de los recursos y capitales con los que cuentan, como también sus percepciones y creencias respecto del pasado, presente y futuro en relación con los discursos legitimados y públicamente disponibles. Las distintas lógicas que proponemos como interpretación de los discursos dan cuenta de un trabajo subjetivo intenso de articulación, en concordancia con lo planteado por Dubet (1994) respecto de la experiencia social como una forma de construir el mundo.
En relación con esta idea, si bien es posible vincular las distintas lógicas de posicionamiento con unos grupos sociales particulares más que con otros -la lógica estratégica con el sector de empresarios y la crítica con los sectores medios-, el estudio muestra que pueden ser compartidas por sujetos posicionados en otros lugares de la estructura social, así como al interior de los mismos grupos. Ello refuerza la idea de que la posición en la estructura social no necesariamente implica que se comparte la experiencia, y tal vez exista similitud en aspiraciones, expectativas y temores con sujetos de grupos distintos (Martuccelli, 2007). Un ejemplo de ello es la relevancia del trabajo como recurso para el posicionamiento en distintos grupos sociales o la creencia en el esfuerzo individual como central para el mismo.
Consideramos que el estudio da cuenta de la diversidad de lógicas de posicionamiento presentes en individuos de distintos grupos sociales en el Chile de hoy, posibilitadas por diversos procesos subjetivos asociados con las dimensiones materiales y discursivas presentes en la sociedad, lo cual da paso a un trabajo de búsqueda y adquisición de posición social de los sujetos. Dichas lógicas cuestionan el enfoque que limita el tema de la ubicación social a las condiciones estructurales y permite complejizar el análisis de las transformaciones socioculturales del país.