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Investigación bibliotecológica

versión On-line ISSN 2448-8321versión impresa ISSN 0187-358X

Investig. bibl vol.22 no.44 Ciudad de México ene./abr. 2008

 

Reseñas

 

XXV años del Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas: Testimonios

 

Por Lourdes M. Chehaibar Náder

 

Publicación conmemorativa de los 25 años del Centro, 1981–2006, México : CUIB/UNAM, 2007. 245 p.

 

Testimonios nos ofrece la visión retrospectiva de sujetos centrales que promovieron, crearon, dieron forma, personalidad y sentido, fortalecieron e impulsaron una entidad académica de la UNAM.

Así, este libro nos remite al poema de Machado:

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. (...) Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.

Este texto nos entrega la mirada actual del devenir pasado de diferentes actores (que más adelante iremos explorando); perfila —aunque de manera desdibujada, al sumar muchas de las narraciones— el crecimiento cuantitativo y cualitativo del quehacer académico del CUIB, y remite a sus condiciones físicas de desarrollo: de San Ildefonso a la Torre "Dos" de Humanidades, como se expresa en la propia portada del libro.

Entre los temas que los diferentes entrevistados narran, encontramos dificultades para la creación del CUIB; pasos para dar forma al proyecto, objeto y método al Centro; formación y oficio a sus investigadores, condiciones de trabajo para su desarrollo, terreno en el contexto del Subsistema de Humanidades; identidad y presencia en el marco de las humanidades en el país y en el extranjero, organización académica y de apoyo como espacio de investigación, de formación de bibliotecólogos, de asesoría y actualización, de servicios bibliotecarios y de publicaciones, así como sus retos futuros.

Aparecen elementos comunes en las entrevistas, dos que quisiera destacar: en primer lugar, en todos los testimonios encontramos, con diferentes matices, un recuerdo vital muy hondo de la convivencia en las antiguas, majestuosas e inspiradoras instalaciones de San Ildefonso. El paso de seis años del CUIB, del pequeño Centro de pocos integrantes, por el Centro Histórico se tiñe, por un lado, de la añoranza por una convivencia cercana familiar, amistosa, solidaria; por otro, se entreteje con historias de fantasmas y con los problemas de la lejanía a la Ciudad Universitaria; pero siempre se expresa una vivencia entrañable, que marcó la rutina y el quehacer de quienes ahí laboraron.

En segundo término, en el discurso de todos los fundadores, desde el lugar que a cada uno le tocaba, se enlaza y se expresa un principio común; lograr cristalizar el Centro, darle forma y proyectarlo...

Ahora bien, veamos a los diferentes grupos de actores: En las remembranzas de los directores —Adolfo Rodríguez Gallardo (1981–1985), Estela Morales Campos (1985–1993), Elsa Ramírez Leyva (1993–2001) y Filiberto Felipe Martínez Arellano (2001 a la fecha)—, podemos "leer" anhelos, expectativas, retos, compromisos. En todos encontramos deseo y pasión por el desarrollo académico de la disciplina, la Bibliotecología y de un oficio, el de investigador.

Los matices nos permiten, de alguna manera, escudriñar en los estilos personales, en los énfasis, en los caracteres, en los retos de cada etapa. Adolfo se autodefine como tozudo; es el promotor de un sueño, de una idea, de una pretensión; y le da curso, logra gestar y sentar las bases para el CUIB, afirma:

En aquel entonces podían decirme que no, pero yo estaba convencido de que tenía la razón, por eso insistí en la creación del Centro hasta que lo logramos (p.8).

A Estela le toca dar cauce a una planeación y organización académica que posibilita mantener y dar forma al proyecto: formación de la planta de investigadores, eventos, publicaciones, bases de datos, acercamientos con América Latina, presencia en el medio bibliotecario y universitario, infraestructura y recursos, cambio de sede a CU, siempre con esfuerzo, en sus palabras:

... nosotros trabajábamos para demostrar que lo que estábamos haciendo era en beneficio de la profesión y que se enriquecería la disciplina (p. 38).

Elsa encara la consolidación de la planta académica, el impacto de la globalización y las TIC en la disciplina, la vinculación de las temáticas de investigación con la problemática nacional y la visibilidad internacional del Centro, su reorganización y avance, como ella señala:

Todas esas circunstancias durante mi gestión fueron muy importantes en cuanto al entorno, el contenido mundial y nacional y lo que estaba pasando con la disciplina (p. 73).

Filiberto conjunta e integra esfuerzos para una mayor consolidación y proyección cualitativa, afrontando los retos de la interdisciplinariedad, en busca de la formación de cuadros de alto nivel que repliquen y acrecienten el esfuerzo investigativo del CUIB, de mayor reconocimiento de la comunidad de investigación de la Universidad y del campo en el nivel internacional, y dice:

Tenemos gran presencia y liderazgo en nuestro país y Latinoamérica, pero tenemos que fortalecerlos, particularmente entre los países desarrollados (p.96).

Por su parte, los primeros investigadores del Centro, no obstante sus proveniencias disciplinarias, se anticuan en sus remembranzas en algo que, desde mi perspectiva, es inherente a la investigación en cualquier ámbito: su pasión por el libro y las bibliotecas, es decir, la libido hacia el objeto de estudio y de intervención es motor central para dar cauce a este quehacer académico, condición sine qua non para la vida académica.

Dice Margarita Almada:

No me cabe la menor duda de que los países que han sabido producir, organizar y distribuir mejor su información y que cuentan con mejores servicios y sistemas bibliotecarios son los que ahora son países desarrollados (p. 103).

Bibliotecólogos, historiador, química y Pedagogía, emprenden una ruta de crecimiento —iniciada en Laden— para formarse en términos de grados académicos, para hacerse investigadores, profesionalizar su quehacer, investigando, debatiendo e intercambiando en su seminario (hoy vigente), compartiendo inquietudes y construyendo así una ruta inédita en la Universidad y en el país para su campo disciplinario y profesional.

Bajo la orientación y el compromiso decidido de sus directores, fueron construyendo formas de organización propias y buscando vías para acercarse a las reglas del campo de la investigación: grados académicos, publicaciones, eventos y formación de recursos humanos especializados. En su discurso, se evidencia orgullo por el esfuerzo, por el proceso de crecimiento y aprendizaje emprendido, por la creación colectiva, por el "nosotros".

Para quienes siguen colaborando en el CUIB los retos siempre existirán, el proceso de crecimiento no se da por acabado; se expresan estos retos en la creación rigurosa de conocimiento, la consolidación del corpus teórico, en la formación de profesionales e investigadores, en temas de frontera y nuevos objetos de mayor impacto social (grupos vulnerables, educación virtual, acceso a la información), en proyectos innovadores, temerarios, mirando el beneficio a la profesión y el servicio a la sociedad: dice Martha Añorve:

hacer en esta sociedad de escenarios tan cambiantes aportes útiles no sólo al presente sino a ese futuro incierto (p. 137).

Los primeros jefes de los Departamentos de Cómputo, Publicaciones, Biblioteca y Difusión, así como una técnica académica fundadora, se insertan en Testimonios ofreciendo una mirada desde su ámbito de incidencia y desde su compromiso común con el Centro. Nos narran las limitaciones de infraestructura, equipamiento y personal con el que iniciaron sus respectivas tareas, los esfuerzos conjuntos de autoridades, investigadores, técnicos y personal administrativo para subsanar las deficiencias y, con gran énfasis, el orgullo de las metas cumplidas.

El texto finaliza con el testimonio de tres becarios extranjeros del CUIB, una costarricense y un panameño, que participaron en el Programa de Formación de Investigadores, y un español, quien realizó una estancia de investigación. Ellos se refieren y valoran esta experiencia formativa en el Centro como determinante para su quehacer profesional, asimismo coinciden en que este contacto se ha visto alimentado con un vínculo continuo —vía eventos y publicaciones— con los académicos del Centro, todo lo cual ha resultado crucial en la ampliación y consolidación de los lazos del CUIB con Iberoamérica.

Ahora bien, en el transcurrir de este libro, también habría que señalar pequeñas deudas para el lector, especialmente para lectores ajenos a la disciplina bibliotecológica, como es mi caso. Dado el reiterado énfasis de los actores de este caminar sobre el reto de conformar el oficio de la investigación en esta disciplina, hubiera sido deseable una breve y orientadora ubicación en su desenvolvimiento teórico, conceptual y metodológico, sus principales andamiajes y transformaciones, así como las aportaciones del Centro en estas materias. Este puede ser, desde mi perspectiva, el objeto de una nueva y enriquecedora publicación, un reto más para el CUIB...

Junto con ello, también agradecerla, como lectora ajena a la entidad académica, una reseña cronológica que ubicara su crecimiento cuantitativo, la aparición de títulos de sus publicaciones, bases de datos, eventos, en fin, que nos enseñara su desenvolvimiento. La reconstrucción que logra el lector es, dados estos faltantes, necesariamente incompleta.

No obstante, quiero expresar mi reconocimiento a su esfuerzo, a su compromiso institucional y a su pasión. Gracias por documentar los avatares en la construcción de su camino común, por reconstruir las evidencias de las estelas que dejaron al andar. Deseo que su caminar siga consolidando y proyectando al CUIB por mucho tiempo y con cada vez mayores estelas en la mar...

 

Conferencia dictada durante la presentación de Testimonios el 22 de noviembre de 2007, en el Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas.

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