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Argumentos (México, D.F.)
versión impresa ISSN 0187-5795
Argumentos (Méx.) vol.27 no.76 Ciudad de México sep./dic. 2014
Dossier. Educación superior y nuevos sujetos sociales
Educación superior: su masificación y efectos en la satisfacción profesional y la cohesión social
Sandra Iturrieta Olivares*
* Académica de la Escuela de trabajo social, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile. Trabajadora social. Maestra en el análisis de los problemas sociales de las sociedades avanzadas. Doctora en ciencias sociales. Líneas de investigación: desarrollo de las profesiones en el mundo laboral y sus vínculos con la formación profesional; violencia desde las perspectivas de género.
RESUMEN
Sobre la base de una investigación empírica con enfoque cuantitativo y suponiendo que los profesionales que trabajan en la intervención social directa, son influyentes en las sensaciones de malestar o bienestar subjetivo con la que los sujetos experimentan la cotidianeidad en Chile, el presente artículo describe los efectos de la masificación de la formación universitaria y su correlato en la empleablidad de trabajadores sociales y sociólogos. Queda en evidencia la necesidad transparentar ante los estudiantes durante su proceso formativo, la realidad del mercado laboral y las posibilidades de desarrollo profesional en el país, de modo que puedan hacer opciones informadas, conscientes y realistas, lo que finalmente podría traducirse en una sociedad más cohesionada y con paz social.
Palabras clave: ciencias sociales, ofertas de formación, ofertas laborales, masificación de la educación superior, cohesión social.
ABSTRACT
Based on empirical research with quantitative approach and assuming that professionals working in direct social intervention, are influential in the sensations of discomfort or subjective well-being with which subjects experience the daily life in Chile, this article describes the effects of massification of university education and its counterpart in the employment of social workers and sociologists. It is evident the need transparent to the students during the training process, the reality of the labor market and professional development opportunities in the country, so they can make informed, conscious and realistic options, which could eventually lead to a more cohesive society and social peace.
Key words: Social Sciences, deals university education, job opportunities, massification of higher education, social cohesion.
ANTECEDENTES
El 10 de marzo de 1990, bajo la dictadura miliar fue publicada en el Diario Oficial de Chile la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza, conocida en el país como LOCE. Esta ley fija los parámetros mínimos que deberán cumplir todos los niveles educativos del país, a la vez que regula el deber del Estado de velar por su cumplimiento y de normar el proceso de reconocimiento oficial de los establecimientos educacionales en todos los niveles. Sin embargo, aun cuando fue derogada y reemplazada en el año 2009 por la Ley General de Educación, muchas de las normas relativas a la educación superior chilena se mantienen hasta hoy, ya que algunos de los acápites referidos a ella no fueron abolidos. Asimismo, siguen vigentes los efectos que la LOCE provocó en el campo de la educación superior, siendo uno de los más evidentes su privatización y masificación dada la apertura de instituciones privadas regladas por el mercado económico. Es así como la creación de universidades privadas impactó la matrícula en todas las áreas del conocimiento. La gráfica siguiente muestra su evolución entre los años 1984 al 2013.
Como es posible observar, la matrícula en las universidades chilenas ha experimentado una expansión innegable. Ello es ratificado por los datos publicados por el Consejo Nacional de Educación,1 que muestran que la matrícula total de pregrado en Chile, 2005 y 2012, experimentó un incremento de 7% en universidades pertenecientes al Consejo de Rectores y de un 86% en universidades privadas. Es decir que la matrícula universitaria en Chile, experimentó un alza de 93% en ocho años, con un fuerte incremento de la educación superior privada.
Al respecto, Rama (2009), argumenta que Trow:
[...] ha sostenido que el desarrollo de la educación superior puede organizarse en tres etapas: elite, masas y universal, cuyos parámetros los establece en términos de tasa bruta de matriculación en la universidad. Este autor, consideró que la educación superior de un país está en etapa de elites si la tasa bruta de matriculación es menor al 15%; que se encuentra en la etapa de educación superior de masas si la tasa bruta de matriculación está entre el 15% y el 50%, y por último, el país se halla en la fase de universalización si esa tasa es mayor al 50% (Trow, en Rama, 2009:173-195)".
Es así como de acuerdo con datos del Ministerio de Educación chileno, en el año 2011 "las tasas netas de matrícula en Educación Superior para jóvenes de 19 y 20 años de edad corresponden a 40% y 45% respectivamente" (Mineduc: 2013) lo que significa que el país estaría en una fase de masificación de la educación superior. Ello se ratifica si consideramos que el mismo organismo de Estado (Mineduc: 2013), sostiene que en el año 2011, el 29% de la población chilena entre 25 y 64 años poseía título de educación superior, cifra que aumenta al 41% en la población entre 25 y 34 años.
Por otra parte, Rama (2009) propone una clasificación de la cobertura de la educación superior más diferenciada, en que constituye "acceso de elites hasta el 15%; acceso de minorías del 15 al 30%, de masas hasta el 50%, universal hasta el 85% y un acceso absoluto quedaría indicado con porcentaje superior a este último" (Rama: 2009). De modo que si consideramos "la tasa de entrada, la cual estima la proporción de personas que se espera entren a la Educación Terciaria durante su vida, llega a 59% en el caso de programas de Educación Superior de carácter profesional y técnico, mientras que para carreras universitarias ésta llega a 45%" (Mineduc; 2013:5). Por lo tanto, es posible sostener de acuerdo con la clasificación propuesta por Rama (2009) que el acceso a la educación universitaria en Chile será masivo.
En tal sentido, es posible pensar que en Chile nos podríamos estar enfrentando a lo que Bourdieu (1998:40) ha llamado "descualificación estructural de las titulaciones" que consiste en que los profesionales estarían "destinados a obtener de sus titulaciones menos de lo que hubiera obtenido de ellas la generación precedente", lo que según el autor, provocaría una especie de desilusión colectiva que "resulta del desajuste estructural entre las aspiraciones y las oportunidades entre la identidad social que el sistema de enseñanza parece prometer y la que propone a título provisional y la identidad social que realmente ofrece, al salir de la escuela, el mercado del trabajo" (Bordieu, 1998:137). Es así como "profundamente dudosos de su identidad social, de su propia imagen, por un sistema escolar y un sistema social que les han pagado con vanas promesas, no pueden restablecer su integridad personal y social de otra forma que oponiendo a estos veredictos un rechazo global" (Bordieu, 1998:7).
Esta descualificación estructural de las titulaciones en todas las áreas del conocimiento podría estar afectando a las profesiones, ya que la masificación de la educación superior ha tenido efectos generales, entre éstas en el campo de las ciencias sociales, cuyo ascenso ha sido sostenido en los últimos 29 años, con un claro predominio de la educación universitaria privada desde el año 2000 a la fecha. Ello se muestra en la gráfica siguiente:
Según el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), el área de ciencias sociales está conformada por las siguientes disciplinas y/o profesiones: "Ingeniería Comercial. Administración, Turismo, Contador Auditor, Estadística, Antropología, Geografía, Periodismo, Ciencia Política, Sociología, Relaciones Internacionales, Psicología, Servicio Social, y otras materias afines." Al observar la definición de los campos ocupacionales y áreas de desempeño declarados por cada una de las universidades que imparten estas carreras, es posible sostener que aquellas profesiones que convergen en la intervención social, tanto directa como indirecta, con personas, grupos y comunidades, corresponden a antropología, psicología, trabajo social y sociología en su dimensión profesionalizante (Iturrieta, 2012).
Debido a su rol en la intervención social directa, estas cuatro profesiones serían influyentes en la cotidianeidad de los sujetos, toda vez que son ellos quienes mediatizan la materialización de las políticas públicas y además ejercen un rol esencial en el ámbito de la educación social informal, con la consiguiente transmisión de valores y creencias propias de todo proceso educativo. Por tanto, son portadores de un discurso social que es:
[...] un sistema de significados promovidos por actores específicos a través de soportes y canales concretos, que tiene efectos en las conversaciones y prácticas de los individuos. Los discursos se organizan en torno a ciertos núcleos de sentido normalmente símbolos y metáforas, tales como una visión de mundo, una idea acerca de cómo son las personas y las relaciones entre ellas (Iturrieta, 2012:56). Por tanto, a través de sus discursos estos profesionales pueden influir en la subjetividad de los actores proponiendo "una coherencia entre una imagen de mundo, una imagen de los sujetos y una imagen de las relaciones entre ellos. De esta manera, un discurso social define una idea integral del funcionamiento de la realidad, y suele tener pretensiones de exclusividad y de obligatoriedad moral" (Iturrieta, 2012:56). Todo ello, sobre la base de que la subjetividad es "el espacio y el proceso en que los individuos construyen una imagen de sí, de los otros y del mundo en el contexto de sus experiencias sociales. Este ámbito está formado por sus emociones, imágenes, percepciones, deseos, motivaciones y evaluaciones, entre otros elementos.
METODOLOGÍA
Partiendo de la hipótesis de que la masificación de la educación superior en Chile tendría efectos en las definiciones disciplinares de las profesiones que convergen en la intervención social directa, y que en el futuro éstas puedan llegar a afectar la cohesión social, ya que los profesionales de las ciencias sociales que trabajan en esta área serían influyentes en las sensaciones de malestar o bienestar subjetivo, con la que los sujetos de intervención experimentan la cotidianeidad en Chile, es que se realizó una investigación empírica enmarcada en el paradigma explicativo con enfoque cuantitativo, con el objetivo de desentrañar algunos de los efectos de la masificación de la educación superior en tales profesiones. Tal estudio se diseñó en dos fases: la primera consistió en la revisión y análisis de datos secundarios relativos a ofertas universitarias de formación profesional en carreras que convergen en la intervención social directa y de las principales tendencias de la empleabilidad de tales profesiones. En una segunda fase y bajo la premisa de que dada la masificación de la educación superior en Chile, de entre las profesiones que convergen en la intervención social directa, las que han visto más afectadas su empleabilidad y por tanto sus definiciones disciplinares han sido sociología y trabajo social, se revisaron los avisos de ofertas laborales publicados el diario El Mercurio de Santiago de Chile, entre los años 1997 y 2010. Esta revisión arrojó un universo de 518 ofertas laborales para sociólogos, trabajadores sociales y profesionales de las ciencias sociales. Para evitar posibles sesgos se complementó con otros 518 datos provenientes desde avisos publicados entre los años 2008 y 2010 en la Red Virtual de empleos Cheung. La totalidad de los datos fueron tabulados en SPSS, sobre la base de variables categóricas, construidas a partir de los contenidos de tales avisos. Los datos obtenidos fueron trabajados a partir de análisis porcentual, elaboración de tablas de frecuencias, tablas de contingencia y pruebas de asociación entre variables de Pearson, chi2.
OFERTAS DE FORMACIÓN PROFESIONAL EN CARRERAS QUE CONVERGEN EN LA INTERVENCIÓN SOCIAL DIRECTA
Atendiendo a que los programas corresponden a los distintos planes de estudio administrados por una unidad académica,2 la gráfica siguiente ilustra sobre el número de programas de antropología, psicología, sociología y trabajo social, tanto en universidades privadas como en las universidades pertenecientes al Consejo de Rectores de Chile, estas últimas, cotidianamente denominadas en el país como "tradicionales".
Como vemos, el mayor número de ofertas a nivel nacional corresponde a psicología con 51% (143 programas); seguido de trabajo social con 38% (108 programas); luego por sociología con 8% (23 programas) y finalmente por antropología con 3% (8 programas). Cabe mencionar que amparados en la LOCE, la dictadura militar chilena, retiró el rango universitario a algunas profesiones, entre éstas las de las ciencias sociales. En el caso específico de trabajo social, en el año 2005 fue recuperado su rango universitario, separándose la formación profesional en "Asistente social" que es dictada en institutos profesionales y reservándose la formación en "Trabajo social" a las universidades, estando la diferencia en el grado de licenciatura que sólo puede ser entregado por las universidades. De modo que si sumamos los programas impartidos por universidades, a los 44 ofrecidos por institutos profesionales en Chile para estudiar servicio social, tenemos 152 ofertas en el país para formarse como trabajador o asistente social.
Respecto del período de estudio, la gráfica siguiente muestra la duración formal, que corresponde al número de semestres definidos por cada unidad académica para completar los estudios de una profesión, y el número promedio real de semestres en que los estudiantes se titulan.
Como es posible observar, estas cuatro profesiones presentan una duración real de los estudios mayor que la duración formalmente definida. La carrera que presenta la mayor diferencia entre la duración formal y real de los estudios, es antropología con una diferencia de 4.9 semestres, seguida de sociología cuyos estudiantes tardan en promedio 4.2 semestres más en titularse. Posteriormente, se ubica psicología con una diferencia de 2.7 semestres entre la duración formal y real. Mientras que trabajo social es la profesión que presenta la menor diferencia entre ambos parámetros, con un promedio de sólo 1.3 semestres más de lo estipulado.
En relación a los costos que implica estudiar cada una de estas profesiones, el Cuadro siguiente ilustra al respecto:
Como vemos, la mayor dispersión en el costo de matrícula se encuentra en la carrera de psicología en universidades privadas. Mientras que la mayor dispersión en el valor promedio anual del arancel, se encuentra en trabajo social en universidades pertenecientes al Consejo de Rectores. Al mismo tiempo que el costo de trabajo social en promedio, es menor que el de las otras carreras, siendo sociología la más costosa.
EMPLEABILIDAD DE CARRERAS QUE CONVERGEN EN LA INTERVENCIÓN SOCIAL DIRECTA
En cuanto a la empleabilidad, psicología corresponde a la carrera que presenta las mayores probabilidades de conseguir empleo al primer y segundo año de titulado, respecto de las otras tres carreras descritas. Mientras que trabajo social presenta la menor probabilidad de emplearse al primer año de titulado, y junto con antropología, son las profesiones de este grupo que tienen la menor empleabilidad al primer y segundo año de titulado. Ello se muestra en la gráfica siguiente:
En lo concerniente a las tasas de retorno, la gráfica 6 ilustra las remuneraciones al primer y quinto año de trabajo luego de titulado:
Como vemos, trabajo social es la carrera peor remunerada dentro de este grupo, mientras que sociología es la que permite obtener mejores ingresos económicos en comparación con las otras tres profesiones, teniendo la mayor diferencia de ingreso entre el primer y quinto año luego de titulado, seguido de psicología. El Cuadro 2 presenta detalles al respecto:
Del mismo modo, la gráfica siguiente muestra el tramo de ingresos más alto y más bajo de cada una de las profesiones observadas en esta oportunidad:
De acuerdo con estos datos, la distancia salarial entre el 10% mejor y peor remunerado, es prácticamente igual en cada una de estas carreras, ya que en todas ellas la mayor remuneración equivale en promedio al 81% de la más baja. El Cuadro 3 muestra los detalles al respecto:
EFECTOS DE LA MASIFICACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR SOBRE LAS DEFINICIONES DISCIPLINARES
Como hemos dicho, sociología y trabajo social corresponden a las dos profesiones de aquellas que confluyen en la intervención social directa, que han experimentado las mayores transformaciones en sus definiciones disciplinarias en función de la empleabilidad. Ello se evidencia en los debates respecto de la profesionalización de la disciplina sociológica ya que:
[...] si durante la etapa fundacional primaban los investigadores científicos que se desempeñaban en la academia y el Estado, en la etapa de institucionalización se experimenta una diferenciación sucesiva de las formas de inserción social: desde el investigador académico, el experto en nuevos problemas de la sociedad o el tecnócrata, hasta el intelectual y el ideólogo militante. Los lugares de inserción siguen incluyendo al Estado, pero en sus instituciones más vinculadas a los actores sociales (Garretón, 2006). Es así como la noción de sociología vinculada con la investigación social empírica, coexiste con la idea de una sociología en que se combina el "énfasis teórico tensionado por los valores éticos con una formación orientada para la acción, con sus necesarias consecuencias en el plano de la ideología y de la política (Brunner, 1988:307).
Esta realidad de la sociología chilena es cada vez más evidente en la actualidad, ya que aun cuando:
[...] el oficio de sociólogo ha estado durante mucho tiempo implicado en la constitución de una disciplina de sabios o intelectuales, de investigadores y profesores en contextos universitarios. Estamos en un momento nuevo en el que la profesión de sociólogo se encuentra con nuevas demandas sociales, diferentes y diversificadas, según los países, pero que desafían a la apertura y a la respuesta a las oportunidades, a trabajar junto a otros profesionales. Esta sociología profesional es concebida como un sistema de acción colectiva, como una capacidad de actuar desde saberes, valores, prácticas y competencias singulares (Gómez y Sandoval, 2004:133).
De modo que la profesionalización de la sociología estaría en manos de quienes realizan funciones en el campo de las consultorías y de la intervención social. Según Gómez y Sandoval (2004), los sociólogos consultores se desarrollan laboralmente analizando las disfunciones organizacionales; describiendo tipologías de funcionarios y autoridades, evaluando los efectos de proyectos y reformas sociales; acompañando procesos de cambio social, cultural y tecnológico. El desarrollo de estos estudios aplicados "responden a peticiones de sondeos para que en el sector público o privado los altos mandos puedan decidir. Con el soporte del saber recibido en la Universidad, los profesionales desarrollan bancos de datos y efectúan prácticas de intervención, en que no se preocupan o no les interesa, explicitar o comunicar, porque el saber se va situando cada vez más en la esfera de lo privado" (Gómez y Sandoval, 2004:132). Mientras que la otra vertiente profesionalizante de la sociología estaría en el ámbito de la intervención social, en que los sociólogos "están en el sector público y en el privado, en los grandes y pequeños ministerios, en instituciones de nivel nacional y local, al servicio del Estado, al servicio de la empresa privada, grande o pequeña, y al servicio de grupos y movimientos sociales (Gómez y Sandoval, 2004:133). Como vemos, la profesionalización de la sociología se ha ido construyendo desde tareas tales como "consultores, formadores, administradores de recursos humanos, animadores culturales, educadores populares, planificadores, responsables de proyectos de acción social" (Gómez y Sandoval, 2004:131).
Entretanto, de acuerdo con la síntesis histórica de la profesión que hacen distintos autores latinoamericanos (Parola, 1997; Rozas, 1996; Vélez, 2003), se evidencia que el trabajo social desde sus inicios ha estado marcado por un claro énfasis empirista, lo que habría dificultado y pareciera seguir afectando, la posibilidad de producir conocimientos que aporten al desarrollo del trabajo social en América Latina. Sin embargo, el trabajo social ha hecho un giro disciplinario desde una profesión centrada en la ejecución a la producción de conocimientos.
En tal contexto, las nociones de especificidad y de producción de conocimientos desde la práctica profesional, podrían constituirse en ejes en torno a los que es posible articular la discusión actual respecto de la producción de conocimientos en trabajo social. En consecuencia podemos poner en juego la idea del logro de un mayor grado de especificidad del trabajo social frente a las ciencias sociales, frente a la idea de la existencia de límites difusos entre tales profesiones, y por lo tanto la necesidad de generar instancias de diálogos interdisciplinarios. Ambas posturas evidenciarían el consenso actual respecto de la necesidad del trabajo social de producir conocimientos, sustentando la discusión en relación a cuál debería ser el rol de la investigación en la profesión y por lo tanto, desde dónde deberían producirse conocimientos en trabajo social.
En la actualidad la inquietud del trabajo social por producir conocimientos, se plasma en el contexto latinoamericano en que a partir del año 2008, la Asociación Latinoamericana para la Enseñanza del Trabajo Social (ALAETS), pasa a denominarse como Asociación Latinoamericana para la Enseñanza e Investigación del Trabajo Social (ALAEITS), incluyendo la idea de investigación. Ello pretende incluir el desarrollo de investigaciones como parte del quehacer de los trabajadores sociales, así como potenciar discusiones al respecto en los encuentros latinoamericanos de la disciplina.
Igualmente, en el contexto chileno, las escuelas de trabajo social han realizado acciones frente a la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) para ser reconocidos como una disciplina de las ciencias sociales, habiendo logrado tal reconocimiento en el año 2010. Ello permite la postulación a financiamiento de investigaciones, lo que potencia la producción de conocimientos en la disciplina.
La síntesis anterior permite ilustrar cómo la sociología chilena se vuelca hacia la intervención social, mientras que el trabajo social intenta incluir la producción de conocimientos en la cotidianeidad del trabajo de este tipo de profesionales.
EFECTOS DE LA MASIFICACIÓN DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR SOBRE LAS EMPLEABILIDAD
Al considerar la totalidad de las ofertas laborales revisadas, es posible sostener que se evidencia la tendencia actual del mercado laboral a la captación de un profesional de las ciencias sociales, por sobre la oferta dirigida a un tipo de profesional específico. La gráfica 8 muestra la evolución de las ofertas laborales para profesionales de las ciencias sociales, sociólogos y trabajadores sociales, entre 1997 y 2010:
Respecto del tipo de institución ofertante, podemos decir que 40.90% de las ofertas laborales provienen de instituciones públicas; mientras que 59.10% de organismos privados. Al respecto, las pruebas chi², no muestran asociación significativa entre el tipo de institución ofertante y la profesión destinataria. Ello permite rebatir aquellas posturas que desde el trabajo social sostienen que el Estado es y continúa siendo el mayor empleador de este tipo de profesionales, ya que aun cuando algunas instituciones corresponden a organismos privados con aportes estatales, como empleador están dentro de la categoría privados.
Respecto del área temática de las ofertas laborales, la mayor concentración de ofertas de empleos corresponde a las áreas de sujetos de intervención social; sectores sociales; y finalmente, bienestar de personal y recursos humanos. Cabe mencionar que 5.98% de las ofertas laborales están dirigidas a profesionales sin detallar un área de desempeño específica. Sobre el total de los datos, podemos decir que el área sujetos de intervención social representa el 25.29%; sectores sociales 24.71%; bienestar y recursos humanos equivale a 15.15%; mientras que las labores de ejecución de proyectos sociales representa 9.86%; e investigación social 6.56 por ciento.
Dentro del rótulo de sujetos de intervención social, que es el de mayor recurrencia, han sido agrupadas las ofertas específicamente dirigidas al trabajo con: familias; jóvenes; adolescentes; infancia; mujeres; adultos mayores y refugiados, que no detallan estrategias específicas de intervención. Cabe mencionar que entre tales ofertas, destacan aquellas destinadas al trabajo con infancia, adolescentes y jóvenes, por sobre el trabajo con los otros sujetos.
En cuanto al área sectores sociales, que representa el segundo nivel de frecuencia de las ofertas de empleo, se han agrupado en este ítem aquellos avisos referidos a: salud; justicia; trabajo; economía; vivienda; educación y seguridad social.
Las pruebas chi² determinan la existencia de un alto grado de asociación (0.000) entre la profesión destinataria de las ofertas y el área ofertada. De modo que del total de ofertas laborales destacan las dirigidas a trabajadores sociales en el área sectores sociales (146 casos); sujetos de intervención social (123 casos) y bienestar y recursos humanos (108 casos). Entretanto, el área sujetos de intervención social; sectores sociales y ejecución de programas sociales, corresponden a las ramas de mayor demanda de sociólogos (99, 45 y 30 casos respectivamente). Asimismo, destaca el área investigación social cuyas ofertas laborales están dirigidas mayoritariamente a sociólogos u otro tipo de profesionales. Del mismo modo, resaltan: la no existencia de ofertas laborales para trabajadores sociales en área de investigación social; los 19 casos de ofertas laborales para sociólogos en área de bienestar y recursos humanos; los 26 casos de ofertas laborales para sociólogos en el área de trabajo comunitario; el área de planificación y políticas públicas que requiere de un profesional de las ciencias sociales sin mayores especificaciones; y finalmente, las 6 ofertas laborales que para distintas áreas requieren indistintamente de un sociólogo o trabajador social. El Cuadro 4 muestra lo dicho:
CONCLUSIONES
Sobre la base de los datos examinados es posible sostener que la formación en trabajo social es la menos costosa en términos económicos; los estudiantes se titulan más rápido pero les cuesta más emplearse y cuando consiguen un empleo son peor remunerados que las otras profesiones que convergen en la intervención social directa. Mientras que la formación en sociología es la más costosa en términos económicos; los estudiantes tardan más tiempo en titularse, pero demoran menos en conseguir un empleo obteniendo mejores remuneraciones que las otras titulaciones analizadas. Ello podría ser coherente con las premisas del mercado neoliberal que indica que a mayor inversión económica se obtendrían mayores dividendos. No obstante, como hemos puntualizado con anterioridad, la sociología chilena ha ido tendiendo hacia su profesionalización, alejándose del etos originario centrado en la investigación social. Mientras que la preocupación del trabajo social por la producción de conocimientos, comienza a desplazar su etos que estuvo siempre centrado en la intervención social, las más de las veces directa. Por tanto, es posible sostener que la masificación de la educación superior estaría provocando transformaciones en las definiciones disciplinares de ambas profesiones, lo que podría afectar negativamente la satisfacción de los profesionales que ingresaron a estas carreras con una imaginario diferente, más cercano al etos tradicional de estas profesiones.
Por otra parte, desde la perspectiva del financiamiento, en Chile existen tres tipos de educación secundaria: la municipalizada cuyos costos son sostenidos por el Estado chileno; la privada subvencionada cuyo financiamiento es compartido por el Estado y las familias; y la privada pagada cuyos costos son enteramente asumidos por las familias de los estudiantes. De modo que al revisar el tipo de establecimiento educacional del cual egresaron los estudiantes que ingresan a cada una de estas cuatro carreras, tenemos que trabajo social es la profesión que recibe el mayor porcentaje de estudiantes provenientes de establecimientos municipalizados y privados subvencionados, a la vez que ingresa la menor cantidad de estudiantes procedentes de colegios privados pagados. En tanto que sociología es la carrera que matricula el mayor porcentaje de estudiantes procedentes de colegios privados pagados. La tabla a continuación muestra los datos al respecto:
Si lo anterior lo observamos desde la perspectiva de que las clases medias chilenas que se caracterizan porque no asisten a escuelas públicas, sino que son el público objetivo del sistema escolar privado subvencionado; creen en la meritocracia y en el esfuerzo individual como vía de superación; y sobre todo, perciben la desprotección del Estado lo que les lleva a invertir parte importante de sus ingresos en educación con la finalidad de alcanzar mejores condiciones de vida, lo que implica para este tipo de familias altos niveles de endeudamiento a los que están dispuestos dada la promesa tácita de movilidad social, cabe cuestionar las posibilidades reales de materialización de aquella promesa puesto que como hemos podido observar, el costo económico anual de la formación profesional en promedio supera los US $ 4 081.975 (equivalente a 2 337.46 pesos chilenos), mientras que la máxima expectativa salarial mensual es de US $1 328.778 (equivalente a 760.89 pesos chilenos).
Se suma a lo anterior el hecho de que una vez que los nuevos titulados ingresan al mercado laboral, deben enfrentar los límites profesionales difusos entre las profesiones que confluyen en la intervención social directa y competir con otros profesionales de la misma área, debiendo enfrentar las variables de género y estatus profesional asociadas, que les dificultan la inserción laboral como es el caso de trabajo social chileno frente a la sociología, o el desarrollo de labores que no necesariamente están dentro del imaginario profesional con el que se formaron, como es el caso de sociología cuya oferta laboral está destinada a la intervención social directa e indirecta más que a la investigación, campo que además comparten con otros profesionales de las ciencias sociales. Frente a tal realidad cabe cuestionar el nivel de satisfacción de estos profesionales en relación con la inversión material y simbólica que han realizado para obtener sus títulos profesionales.
Ello es relevante si lo contextualizamos en Chile donde "a nadie dejó indiferente el creciente número de expresiones de malestar social que a lo largo del año 2011 se instalaron en la agenda pública y en las conversaciones cotidianas. Manifestaciones que impulsaron con mucha fuerza la pregunta por la subjetividad de las personas, por sus percepciones y aspiraciones, por los estados de ánimo colectivos" (PNUD, 2012:17). En que "la conversación de los actores públicos comenzó a dar cuenta de evaluaciones ambivalentes sobre la sociedad chilena y su desarrollo: el país presenta muy buenas cifras macroeconómicas, con un crecimiento del 6%, muy superior al promedio mundial. La tasa de desempleo cae bajo el 7%, y se observan aumentos considerables en el nivel de inversión y emprendimiento. Estas cifras son consistentes con una evolución positiva del Índice de Desarrollo Humano (que refleja los avances del país en los ámbitos de salud, educación e ingresos) y que ha pasado de 0,630 en 1980 a 0,805 en 2011, lo que sitúa al país en el primer lugar de América Latina. Sin embargo, estas cifras se acompañan de un malestar social que sorprende por la diversidad de sus aspiraciones y por su ubicuidad. En cada hecho social de protesta desde los referidos a aspectos micro a los temas macrosociales se advierte la estructura de una insatisfacción o un malestar con la sociedad. En la mayoría de ellos aparece como telón de fondo el fenómeno de la desigualdad" (PNUD, 2012:17).
En este escenario y considerando los efectos de la masificación de la educación superior en Chile, es dable pensar que los profesionales podrían estar viviendo la cotidianeidad de su ejercicio profesional con una sensación de malestar subjetivo, siendo ello particularmente sensible en las profesiones de menor retorno social, tales como el trabajo social o la sociología en su versión profesionalizante.
DISCUSIÓN
Como sabemos Chile es uno de los países donde se expresa de mayor modo la desigualdad social siendo uno de los rasgos característicos del actual ordenamiento social, lo que ejerce un efecto negativo sobre la cohesión social, puesto que:
[...] el crecimiento y el mayor acceso a la información y las comunicaciones generan expectativas de mayor bienestar pero ellas chocan con la concentración de la riqueza. Esta percepción de injusticia social, junto con la frustración de las expectativas de movilidad social y acceso a los recursos y al consumo, deterioran la confianza sistémica, merman la legitimidad de la democracia y exacerban los conflictos (Cepal, 2007:21), lo que en definitiva perjudica el sentido de pertenencia a la sociedad, que es "un componente subjetivo compuesto por percepciones, valoraciones y disposiciones de quienes la integran (Cepal, 2007:25) y que constituye un eje central de la cohesión social.
Igualmente:
[...] la brecha entre el acceso a los bienes materiales y a los bienes simbólicos se traduce en otras disimetrías: hay más educación pero menos empleo; hay más expectativas de autonomía pero menos opciones productivas para materializarlas; hay un mayor acceso a la información, pero un menor acceso al poder o a instancias decisorias; hay una mayor difusión de los derechos civiles y políticos y de la democracia como régimen de gobierno, que no se traduce en una mayor titularidad efectiva de derechos económicos y sociales. Estas brechas afectan con más intensidad a los menos privilegiados en términos socioeconómicos y tienen un efecto negativo respecto de la confianza en el futuro, la cultura meritocrática y la "democracia deliberativa". Por lo mismo, colocan un signo de pregunta a la cohesión social" (Cepal, 2007:22).
Tal interrogante, también rondaría la cotidianeidad del ejercicio profesional de quienes se vinculan con aquellos menos privilegiados los profesionales de la intervención social directa ya que se convierten en testigos presenciales de la desigualdad y del malestar social subjetivo de los actores con los que trabajan día a día. Si a ello agregamos los efectos de la masificación de la educación en el empleo, que hemos descrito con anterioridad, tenemos que estas tendencias contrastan con el papel fundamental asignado al trabajo en la vida moderna como eje de integración social, sentido de la vida personal, espacio privilegiado de la participación ciudadana y motor del progreso material. Aun cuando, "el ‘trabajo' ya no puede ofrecer un uso seguro en el cual enrollar y fijar definiciones del yo, identidades y proyectos de vida" (Bauman, 2003:149).
Lo anterior pondría en cuestión la incidencia en la cohesión social de la acción profesional de quienes tienen amplios niveles de influencia en la cotidianeidad de las personas: aquellos que se desarrollan en el campo de la intervención social directa, quienes dadas las actuales características del entorno socioprofesional en que están inmersos día a día podrían llegar a legitimar consciente o inconscientemente situaciones de conflicto social y por tanto, podrían tender a no reorientar en el sentido de la cohesión social a los actores con veto social con los que se relacionan en su ejercicio profesional. Ello es especialmente relevante si consideramos que un reciente estudio del PNUD y la Fundación UNIR (2011:43) sobre la situación de los conflictos en la región, ha demostrado que "América Latina se mantiene, aun después de superados los clivajes ideológicos tradicionales durante el siglo veinte y la guerra fría, como un espacio de intensa conflictividad". Según este estudio es posible ubicar a Chile como un país con bajo número de conflictos y alta radicalización. En tal sentido, sería evidente el rol de los profesionales de la intervención social, en contribuir a "la mayor disposición de la ciudadanía a apoyar la democracia, a participar en asuntos públicos y espacios de deliberación, a confiar en las instituciones y el mayor sentido de pertenencia a la comunidad y de solidaridad con los grupos excluidos y vulnerables ya que facilitan la suscripción de los pactos sociales, necesarios para respaldar políticas orientadas al logro de la equidad y la inclusión (Cepal, 2007:20).
Todo lo anterior evidencia la necesidad discutir con los estudiantes durante su proceso formativo de pregrado, la realidad del mercado laboral y las posibilidades de desarrollo profesional en el país, de modo que cada uno de ellos pueda hacer opciones informadas, conscientes, realistas y en pleno respeto a sus derechos e ilusiones, lo que finalmente contribuiría al logro de una sociedad más cohesionada y con paz social, en suma, con una mayor sensación subjetiva de bienestar: más feliz.
HEMEROGRAFÍA
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1 Para más detalles ver: Consejo Nacional de Educación. [http://www.cned.cl/public/Secciones/seccionGeneral/home.aspx].
2 Cabe mencionar que en una misma unidad académica podemos encontrar más de un programa. Por ejemplo, una institución que administra un mismo plan de estudios en jornada diurna y vespertina, tendría dos programas de la misma carrera. Lo mismo sucedería con instituciones que tienen más de una sede en que se imparte una misma profesión.
3 Para más detalles véase: Ministerio de Educación de Chile. Mi futuro. [http://www.mifuturo.cl/index.php/donde-y-que-estudiar/buscador-de-carreras].