Introducción
En América Latina, durante el siglo XXI, las migraciones han pasado de ser movimientos del campo a la ciudad, hacia la escala global. La búsqueda de mejores condiciones de vida es el común denominador entre anteriores y actuales desplazamientos humanos. Las poblaciones que han buscado refugio en otros países se han visto estigmatizadas por razones tales como nacionalidad, sexo e incluso edad.
Podemos señalar que los venezolanos de principios del siglo XXI conforman una de las mayores migraciones de la historia. Como indica Saavedra (2020), los primeros desplazados de esta nacionalidad fueron integrados en América Latina con fraternidad durante la década de 1990. Sin embargo, su nivel de aceptación ha cambiado, cuando más de cinco millones de personas que requieren empleo, atención en salud y educación, se agregan a economías latinoamericanas de por sí frágiles, como la de México.
En términos generales, autores como Ríos Infante y Lara Ramírez (2020) señalan que, al ser conformada por individuos con estudios profesionales, la migración de personas provenientes de Venezuela es bien aceptada e integrada por la sociedad de Monterrey y su área metropolitana. Sin embargo, los venezolanos llegan a asentarse en un territorio donde enfrentarán las dificultades cotidianas sumadas a las condiciones propias de ser migrantes. Por lo tanto, en cuanto a las comunidades de venezolanos en el área metropolitana de Monterrey (AMM) habría que preguntar: ¿cuáles son las principales condiciones migratorias que facilitaron su llegada? ¿a qué contextos de vulnerabilidad se enfrentan? ¿cuál es su patrón de distribución socioespacial? ¿qué revelan las representaciones sociales de este grupo de personas sobre la ciudad y su lugar de origen? En este sentido, las variables de interés de este trabajo estarían expresadas en la siguiente pregunta: ¿cómo están articulados los contextos de vulnerabilidad, las dinámicas de distribución socioespacial y las representaciones sociales de quienes forman parte de los grupos de venezolanos que residen en el AMM?
Cabe mencionar que el AMM está oficialmente compuesta por nueve municipios: Monterrey, Apodaca, García, General Escobedo, Guadalupe, Juárez, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza García y Santa Catarina (Gobierno de Nuevo León, 2020a). En esta zona metropolitana, considerada la tercera en importancia en México (Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano [Sedatu] et al., 2018), habitan 5 341 171 personas (Inegi, 2020).
El objetivo general del trabajo es analizar contextos de vulnerabilidad, dinámicas de distribución socioespacial, así como representaciones sociales de comunidades de venezolanos localizadas dentro del AMM. Como objetivos específicos se buscó conocer las principales condiciones migratorias que facilitaron la llegada de comunidades de venezolanos al AMM, determinar los diferentes contextos de vulnerabilidad a los que se enfrentan, identificar el patrón de distribución socioespacial, así como reconocer los elementos que integran las representaciones sociales de estos sudamericanos sobre la ciudad que habitan y sobre su lugar de origen.
La hipótesis de partida menciona que a pesar de que los venezolanos son generalmente bien recibidos en el área metropolitana de Monterrey, estas personas enfrentan condiciones de vulnerabilidad producto de estigmas y de la inestabilidad económica mexicana, dificultándoseles el acceso a empleos dignos, servicios de salud y educación de calidad.
La estructura del artículo está compuesta del presente capítulo introductorio, de los antecedentes que inspiran este trabajo, además de una estructura teórica, la descripción de la metodología utilizada, la discusión de los resultados y de las conclusiones. Los antecedentes tratan sobre el contexto histórico del cambio de Venezuela de ser un país receptor de migrantes a ser un expulsor de nacionales, además de la presentación de cifras relacionadas con la llegada de los venezolanos a México y a Nuevo León. En la estructura teórica se analizan las variables de migración, vulnerabilidad, distribución socioespacial y representaciones sociales. La metodología trata de la creación y aplicación de un instrumento de trabajo referido a cada una de las variables mencionadas. La discusión de resultados y las conclusiones son producto del análisis de dicho instrumento.
Cabe agregar que, aunque se parte desde 2015, cuando México surge como un país receptor de individuos nacidos en Venezuela y del contexto histórico de cómo ellos encuentran en Monterrey un lugar de residencia, la temporalidad del análisis corresponde propiamente al año 2020. El trabajo de campo fue realizado en el verano de ese año.
Antecedentes
La búsqueda de mejores condiciones de vida ha provocado que los movimientos migratorios del siglo XXI tengan una escala global. Los antecedentes de este trabajo tratan sobre el contexto histórico del cambio de Venezuela de ser un país receptor de migrantes a ser un expulsor de nacionales, además de ciertas cifras relacionadas con la llegada de los venezolanos a México y al Estado de Nuevo León, cuya capital es la ciudad de Monterrey. Cabe destacar que Venezuela fue un país atractivo para la inmigración desde su nacimiento, sobre todo por las oportunidades que generó la industria petrolera. Sin embargo, desde finales del siglo XX, este país sufre un cambio demográfico, primeramente, con la salida de inmigrantes establecidos y, más tarde, de los propios venezolanos. En este contexto, desde la década de 2010, México se ha convertido en país receptor de este grupo de sudamericanos y el AMM se constituyó como un importante lugar de destino.
Contexto histórico
En la Venezuela independiente, desde 1830, la política migratoria, con atractivas propuestas hacia inmigrantes europeos, buscaba expandir las actividades agrícolas e industriales, además de emprender la colonización del despoblado territorio, aún devastado por la guerra de independencia (Valero Martínez, 2018). En 1941, en Venezuela vivían 47 704 extranjeros y para 1950 el número aumentó a 194 145, es decir se cuadruplicó. Las políticas migratorias se ajustaron a oportunidades generadas por la explotación petrolera (Páez, 1963). En ese momento, los europeos conformaron 60.8% de inmigrantes, destacaban italianos (21.1%), españoles (18.2%) y portugueses (5.2%). En contraparte, los americanos reunían 36.4%, de ellos, 22% colombianos (Valero Martínez, 2018). Entre las décadas 1950 y 1970 continuó el incremento de inmigrantes internacionales.
Para 1981, los extranjeros (1 074 629) ocuparon 7.4% del total del censo (Instituto Nacional de Estadística [INE], 2014). En ese momento, aunque 32.5% eran europeos, estos se redujeron en más de 23 puntos porcentuales con relación a 1971. Quienes más disminuyeron fueron españoles (13.4%) e italianos (7.4%). En contraparte, 62.1% fueron inmigrantes americanos, mayoritariamente colombianos (47.3%), con crecimiento de 2.8 veces en el periodo intercensal. Igualmente, incrementó la cantidad de peruanos, dominicanos, ecuatorianos y, especialmente, chilenos. Venezuela fue destino también de ciudadanos que huyeron de la dictadura militar que se implantó en 1973 en Chile (Valero Martínez, 2018).
Mora Salas (2018) señala que la década de 1980 marca un cambio demográfico en Venezuela: la inmigración extranjera se reduce, los inmigrantes establecidos en el país comienzan a marcharse y ocurre una emigración masiva de venezolanos. Una crisis económica en la década de 1990 se recrudeció con movimientos civiles y militares producto de una inflación abrumadora, desempleo y pobreza. A pesar de que entre 2004 y 2012 el ingreso petrolero fue superior al obtenido en todo el siglo XX, grandes grupos de venezolanos abandonaron el país, luego del paro petrolero y el despido masivo de trabajadores en la principal industria nacional, ocurrido entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. La autora menciona que Venezuela se desploma cada día como consecuencia de un gobierno cuyo liderazgo está basado en la violencia, la polarización política y social, el desempleo y la corrupción, entre otros males.
Para 2012, cerca de 1 200 000 venezolanos habían salido de su país. En 2021, el número fue de 5 667 921, de los cuales 4 621 648 (81.54%) residen en América Latina y El Caribe (Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y migrantes de Venezuela R4V, 2021). Venezuela, de ser país receptor, se convierte en gran expulsor. García Arias y Restrepo Pineda (2019) señalan que las transformaciones sociales, económicas y políticas ocurridas recientemente en Venezuela, no solo han generado caos dentro del país, sino en Latinoamérica, principalmente, aunque estos flujos también han tenido un impacto en escala planetaria.
En este sentido, autores como Gandini y colaboradores (2020) indican que el perfil de las personas migrantes venezolanas que llegan a México es mucho más selecto que el de quienes han optado por migrar a países cercanos como Colombia, Brasil, Ecuador o Perú. Entre otras cosas, los autores destacan que los pioneros en llegar a México poseían niveles educativos relativamente altos, además de que, al menos hasta 2018, para ingresar a la nación azteca se requería de utilizar la vía aérea y poseer un pasaporte vigente. Sin embargo, a partir del mencionado año, los venezolanos que arriban a este territorio tienen niveles educativos más diversos, con poco dinero, sumado a que las condiciones en las que emprenden el proyecto migratorio son más precarias, como los cruces a pie por las selvas colombiana y panameña (Clemente, 2022). Cabe agregar que, para el periodo de interés de este artículo, la información más actualizada sobre el seguimiento de la migración de venezolanos a México y al AMM se encontró en fuentes periodísticas.
La migración venezolana hacia Nuevo León en cifras
La entrevista de Torrado (2019) a Eduardo Stein, representante especial para venezolanos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), destacaba que, para finales de 2021, 6.4 millones de estos migrantes residirían en países de América Latina. Hasta 2020, más de 4.5 millones de venezolanos habían huido de una catastrófica situación. Colombia ha recibido a un tercio de ellos (1.5 millones), seguida de Perú (860 000), Chile (371 000) y Ecuador (330 000).
México surgió como país receptor de venezolanos, en 2015 el número era de 15 664, mientras que el censo de 2020 reportó 52 948 (Inegi, 2021a), para ser el tercer grupo de población no nacida en México, luego de estadounidenses y guatemaltecos (Delgado Linero, 2021). Ese mismo año, la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas (2021) emitió y renovó a venezolanos el mayor número de tarjetas de residente con respecto a otras nacionalidades, con un total de 22 320, entre temporales y permanentes. Los extranjeros documentados como residentes permanentes en condición de refugiado, con números muy similares en los dos primeros lugares, son hondureños y venezolanos (6 054 y 5 854, respectivamente), con cerca de 35% cada grupo. Sin embargo, en puntos de internación al país, particularmente en filtros de aeropuertos, ha aumentado el rechazo a viajeros venezolanos debido a inconsistencias durante sus entrevistas (Editorial Milenio, 2017).
Las cifras oficiales para 2020 indican que casi 50% de los venezolanos residentes en México radicaban en Ciudad de México, Nuevo León y el Estado de México, esto es 14 912 (28.16%), 5 982 (11.30%) y 5 236 (9.89%), respectivamente. La inseguridad delictiva y la violencia en Venezuela son las principales causas de la elección migratoria tanto a Ciudad de México como a su vecino Estado de México, mientras que para Nuevo León la causa es el reunirse con la familia en esta entidad federativa (Inegi, 2021b, 2021c, 2021d). En este sentido, la presentación de resultados del Censo 2020 indica que, de los 25 912 inmigrantes internacionales residentes en Nuevo León encuestados, los grupos mayoritarios son estadounidenses y venezolanos, siendo 45.96% y 14.15% del total, respectivamente. Ambos, junto con los colombianos, comparten como causa principal el reencuentro con familiares. Este grupo es el cuarto con mayor número de residentes en el estado, con 4.34%. Por lo tanto, 64.45% de los extranjeros coinciden en esta causa.
La Oficina de Representación del Instituto Nacional de Migración (INM) en Nuevo León, mediante oficio firmado por su titular, en febrero 2020, respondió a quienes suscriben este artículo que de los diferentes tipos de trámites de extranjeros de nacionalidad venezolana había recibido 3 293 solicitudes de estancia. Más adelante, en febrero 2022, la misma instancia dio a conocer que en la mencionada entidad federativa residen 5 792 venezolanos, de los cuales, 98% se encuentra en el AMM, es decir, 5 650. Aunque estos números pueden no reflejar el total de venezolanos en Nuevo León, sí permiten mencionar que en esta entidad reside 11% de venezolanos con estancia legal en México.
Estructura teórica
Venezuela hoy confronta a la comunidad científica ante la necesidad de estudiar el exilio que sus nacionales están viviendo. Quien migra se vuelve vulnerable ante las nuevas condiciones que le plantea el país receptor. Y, aunque la persona busca establecerse en un territorio del cual adoptará modos de vida, siempre marcará la presencia simbólica de su país natal. La estructura teórica del presente documento está compuesta por el análisis y necesaria relación entre los conceptos de migración, vulnerabilidad, distribución socioespacial y representaciones sociales.
Migración
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, 2021) destaca que la migración está en función de un “cambio de residencia que implica el traspaso de algún límite geográfico u administrativo debidamente definido”. Según el tipo de demarcación, la migración puede ser internacional o interna. En ambos casos, la migración se presenta como una opción en busca de mejores condiciones de vida, lo cual, muchas veces, no puede cumplirse. La realidad latinoamericana confronta la migración voluntaria versus desplazamientos forzados.
En este apartado se muestra el fenómeno migratorio como respuesta humana para el logro de necesidades. Desde la Teoría de la Motivación Humana (Maslow, 1943), las necesidades humanas se categorizan y jerarquizan, cada individuo tiene distintas aspiraciones de tipo económico y subsistencia material. La gente migra para salvaguardar la vida, busca satisfacer necesidades de seguridad, como alimentación, vivienda, vestido, protección de salud y educación, con la esperanza de lograr satisfacer necesidades superiores, como la capacidad de desarrollarse en actividades académicas, empresariales y de inversiones. Para el caso venezolano, investigadores como Morán (2019) cuestionan si se está frente a un éxodo migratorio, a una migración económica, a una crisis de refugiados, o un tipo de desplazamiento que puede ser forzado o voluntario. Así, lo que comenzó como crisis económica se fue transformando en una crisis política.
Para Leva (2005, p. 3) “la calidad de vida como propósito superior de las políticas públicas aparece asociada a la satisfacción del conjunto de necesidades que se relacionan con la existencia y bienestar de los ciudadanos”. Ante la insatisfacción de esas necesidades se crean conflictos internos, traducidos en desestabilización, carencias de todo tipo y abusos gubernamentales, lo que es contrario a la paz, según la Teoría de los Conflictos (Galtung, 1990). Las personas encuentran una respuesta a esos conflictos en la migración.
En América Latina y el Caribe, la pobreza y falta de oportunidades conforman una problemática ligada al éxodo de millones de personas. La migración cubana por falta de libertades individuales ha significado un constante desplazamiento forzado desde la década de 1950. Igualmente, las guerras han marcado durante décadas los desplazamientos forzados, como los emblemáticos casos de Colombia, El Salvador y Nicaragua. En la pretensión de alcanzar territorio estadounidense destacan personas nacidas en Haití, México y varios países centroamericanos. En el siglo XXI, temas globales como la emergencia climática y los gobiernos autoritarios surgen como disparadores de fenómenos migratorios, cuyas referencias más notorias son Venezuela, Nicaragua y Honduras.
En Venezuela el cono monetario ha sido intervenido, desde 2008, no menos de tres veces, se han eliminado 14 ceros al valor nominal de la moneda (Urrego, 2021), mientras la hiperinflación registra índices no vistos en otra nación del continente durante el siglo XXI. Los venezolanos, desde 2014, iniciaron un éxodo forzado por las condiciones de subsistencia existentes dentro del país, donde solo los mejor dotados económicamente pueden llevar una vida en condiciones muy limitadas, quienes podrían ser considerados como socialmente privilegiados por ser aquellos que tienen un empleo fijo, una vivienda propia (comprada en otras épocas) y un automóvil (que al menos pueda estar en buenas condiciones). Sin embargo, esto implica un salario que difícilmente excede los 300 USD, con el que se tiene que cubrir el pago de mantenimiento de la vivienda y de la gasolina, la cual continuamente escasea en este país petrolero. En el polo opuesto están quienes para realizar alguna actividad “normal”, por ejemplo, movilizarse en un transporte público al no tener vehículo propio están obligados a usar las llamadas “perreras”, especie de camiones de volteo.
Es difícil hablar de bienestar o calidad de vida en Venezuela, cuando la mayoría de la población solo puede satisfacer necesidades de subsistencia (Fernández, 1989). Los estudios realizados relacionados con calidad de vida, desde un enfoque sobre la paz y los conflictos sociales (Galtung, 1990) caben perfectamente para analizar el caso venezolano, pues el régimen de Nicolás Maduro ha logrado legitimar la violencia, tanto simbólica como estructural, a través de actitudes y procedimientos, lo que impide a los venezolanos satisfacer necesidades básicas como alimentación y salud. En este escenario, se habla de desplazamientos forzados de una población cuyo país históricamente fue receptor para convertirse en expulsor de su propia población.
En el caso de la migración venezolana hacia otros países de América del Sur, Paz y colaboradores (2021, p. 74) mencionan que este fenómeno “ha retado la capacidad de respuesta de los gobiernos nacionales debido a la presión que ejerce la población de migrantes venezolanos sobre los aparatos productivos, los mercados laborales, los sistemas sanitarios y la seguridad ciudadana de los países”, problemática que se torna más fuerte en las regiones fronterizas, como las existentes entre Colombia y Ecuador, debido a los bajos niveles de desarrollo y la poca capacidad administrativa.
Por otra parte, durante el siglo XX las migraciones hacia México fueron principalmente de refugiados y buscadores de asilo. Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI, la presencia de extranjeros en México responde no solo a la protección internacional,
sino también al contexto de oportunidades de formación profesional y oferta de estudios, al intercambio de cuadros técnicos y profesionales de las empresas trasnacionales, así como también a la llegada de inversionistas, retirados y jubilados, y de aquellos que conformaron una familia con un ciudadano mexicano. (Cobo Quintero & Ángel Cruz, 2012, p. 132)
Vulnerabilidad
La vulnerabilidad puede ser comprendida como la serie de condiciones que limitan la capacidad de evitar un serio daño ante una situación de riesgo, ya sea de individuos, hogares o colectivos. Igualmente, la vulnerabilidad representa un complejo objeto de estudio que se ha abordado desde perspectivas teóricas basadas en el componente objetivo de las amenazas, centrado en el fenómeno físico, hasta vertientes que enfatizan el peso de las construcciones simbólicas (Ruiz Rivera, 2012). Cardona Arboleda (2001) al definir los factores que originan y caracterizan a la vulnerabilidad señala que ellos dependen de la acción o inacción del hombre. Dichos factores son: la exposición física, la fragilidad social y la falta de resiliencia. La exposición física es referida como la condición de susceptibilidad que tiene un grupo humano de ser afectado al estar en el área de influencia de fenómenos peligrosos. Por su parte, la fragilidad social se concibe como una predisposición surgida de los niveles de marginalidad y de segregación social de un grupo humano, así como sus condiciones de desventaja y debilidad relativa a factores socioeconómicos. La falta de resiliencia está ligada a las limitaciones de acceso y movilización de recursos del grupo humano, su incapacidad de respuesta y sus deficiencias para absorber el impacto.
Al considerar que la migración venezolana del siglo XXI está ligada a la vulnerabilidad, se señala que la migración se refiere al movimiento poblacional intencional o provocado por situaciones coyunturales en el país de origen. Petit (2003) hace mención de los torrentes de gente que se va porque ya no puede o no la dejan vivir en sus países de origen. Las migraciones son movimientos que delatan condiciones vulnerables, como inestabilidad, precariedades y dificultades de muchas sociedades para ser viables o alcanzar una integración social razonable. Quienes van y vienen en esos movimientos se transforman en personas muy vulnerables, desprotegidas en caminos de incierto retorno.
La vulnerabilidad también se refleja en ciertas categorías que Ríos Infante y Lara Ramírez (2020) distinguen en la terminología empleada para referirse al estatus migratorio de personas en movilidad. Así, aparecen vocablos empleados de forma indistinta e intercambiable, tales como “ilegal”, “indocumentado”, “no autorizado” o “irregular”. Esa confusión y forma acrítica de nombrar, agregan los autores, abona a la construcción de un estereotipo que evoca, en las sociedades receptoras, un imaginario social de la figura del migrante como una persona imposible de integrar, así como la representación de una amenaza social, lo que facilita abusos y discriminación. Esta situación ha provocado una vulneración de los derechos de personas que intentan incorporarse a nuevas sociedades y culturas disímiles de las propias, lo que crea núcleos aislados de sujetos a los que les resulta difícil la integración.
Vulnerables es el vínculo conceptual que define la condición que inevitablemente presentan quienes deciden salir de su zona de confort, expuestos a ser lastimados física o moralmente, como señalan Mallimaci Barral y Pedone (2020). Según los autores, la noción de la vulnerabilidad migrante se debe mucho a la intervención de los organismos internacionales vinculados a la gestión en materia migratoria. En gran parte, la legitimidad de las intervenciones políticas transnacionales sobre personas migrantes se sostiene a partir de definir a estas poblaciones como vulnerables. Durante el siglo XXI han proliferado concepciones vinculadas a la vulnerabilidad en términos de la migración. Amplias poblaciones migrantes se han definido como vulnerables, ya sea por las situaciones de origen que dan lugar a los desplazamientos, los potenciales peligros que pueden ocasionar los traslados y las situaciones de vida en las sociedades de destino.
Distribución socioespacial
La manera de cómo se distribuyen los grupos sociales en el espacio urbano ha sido del interés de corrientes del pensamiento que nacen en Estados Unidos de América y pasan por las críticas desde Europa. En América Latina se ha tratado de explicar la distribución socioespacial a través de modelos geométricos, hasta los recientes trabajos sobre la ocupación espacial de los migrantes en las ciudades mexicanas.
A principios del siglo XX, los sociólogos de la Escuela de Chicago señalaron que la ciudad se organiza de manera similar a mecanismos de competición existentes entre plantas y animales. A través de un proceso de invasión y sucesión, los primeros individuos de un grupo llegan al territorio, hasta que el grupo se consolida y se vuelve el dominante de la zona para más tarde presentarse una superpoblación del mismo. Esta disposición urbana será interpretada geométricamente en los modelos concéntrico de Burgess, sectorial de Hoyt o polinuclear de Harris y Ullman (Cadwallader, 1996). González Arellano y Villeneuve (2007), a través de la técnica estadística llamada ecología factorial, descubren que en espacios como el AMM existe una tendencia a la superposición de estos tres modelos, al considerar características demográficas, diferenciaciones económicas o fenómenos de segregación étnica.
Aunque las interpretaciones biológicas y geométricas de zonificación propuestas por la Escuela de Chicago sufrieron críticas, para este trabajo se rescatan elementos de dichas críticas. Harvey (1972) señala que el sistema capitalista es responsable de la formación de guetos urbanos, porque la propiedad privada regula el mercado de suelo y vivienda. El autor expone que las teorías geográficas estadounidenses no consideran la desigualdad en el ingreso económico como la principal injusticia intraurbana, porque la diferencia en precios en venta o alquiler de vivienda provoca segregación. Para Giddens (1984) el espacio no puede ser limitado a representaciones geométricas, sino que deben ser consideradas las interacciones de los actores sociales como una condición dinámica propia de la conducta de la vida social. Lefebvre (1991) agrega que la ciudad es el espacio de prácticas sociales ocupado por fenómenos sensoriales, lo que implica productos de la imaginación en forma de símbolos y utopías.
La estructura socioespacial de las ciudades latinoamericanas ha sido expuesta en diversos modelos geométricos (Crowley, 1995; Griffin & Ford, 1980; Howell, 1989; Megee, 1958), a los que se suma el uso de la cartografía estadística (Ariza & Solís, 2009; Germain & Polèse, 1995; González, 2005; Sousa González, 2008). Los trabajos coinciden en la importancia del centro metropolitano conectado con el resto de la ciudad por ejes que facilitan el establecimiento de clases privilegiadas, así como la existencia de periferias con desarrollos residenciales de élite, asentamientos autoproducidos y viviendas de interés social. Schteingart (2001), Garza (2003) y Ariza y Solís (2009) concuerdan que el AMM presenta la situación socioespacial más favorable de México. Esta situación es atractiva para migrantes debido a su interacción con la economía estadounidense y su posición estratégica en el proceso mexicano de globalización (González Arellano Arellano & Villeneuve, 2007).
Franco Sánchez (2020) menciona que los venezolanos en México, en general, son personas jóvenes, profesionistas, altamente calificados y que aspiran a buenos niveles salariales. Las cabezas de estas familias se caracterizan, mayoritariamente, por poseer títulos profesionales de licenciatura, con especialidad, maestría o doctorado. En este sentido, Díez y colaboradores (2021) señalan que 2 630 investigadores científicos han abandonado Venezuela, lo que representa 16% de los intelectuales nacidos en ese país, además, ellos son responsables de 26% de la producción científica y tecnológica de venezolanos en el mundo.
En busca de una residencia permanente, los venezolanos se ubican principalmente en localidades urbanas. Como ya se mencionó, Ciudad de México concentra a cerca de 15 000 de ellos, lo que representa 28% de quienes residen legalmente en el país. Aunque espacialmente la distribución de este grupo está en función del hogar de quienes los han recibido a su llegada a México, Zafra Fernández (2017) señala que esta comunidad en el exilio se ha apropiado de un espacio virtual en Facebook, lo que les ha permitido ponerse de acuerdo para hacer presencia en lugares como cafés, restaurantes o a través de manifestaciones en espacios públicos.
Representaciones sociales
Las representaciones sociales (RS) están asociadas a costumbres, apropiación de espacios, así como a modos de hablar o vestir. Teóricamente existen vínculos entre RS, identidad social (IS), ser migrante y ser vulnerable. Para Jodelet (1986) y Abric (1994), las RS se organizan alrededor del núcleo y sus elementos periféricos. En el núcleo se concentran los elementos fuertemente arraigados e inamovibles de cada representación. El núcleo está marcado por la memoria colectiva, es estable y coherente, además de presentar resistencia al cambio, ya que toda modificación del núcleo acarrea una transformación completa de la representación. Los mapas mentales muestran que, en la representación de la ciudad, el núcleo organiza imágenes alrededor de elementos urbanos (De Alba, 2007; Lynch, 1998).
En contraste, los elementos periféricos adaptan las RS a evoluciones del contexto. La zona periférica de las RS es la más viva y la más concreta. Los elementos periféricos permiten la adaptación de la representación a las evoluciones del contexto y defienden al núcleo central contra posibles cambios de la representación. La transformación de una representación se opera transformando sus elementos periféricos. La evocación jerarquizada permite encontrar los componentes de las RS (Abric, 2003). A partir de un vocablo inductor, el sujeto menciona palabras que vienen a su mente, para posteriormente, ordenarlas por importancia. En la zona del núcleo aparecen los elementos más frecuentes y más importantes, mientras que en la llamada primera periferia emergen los elementos con frecuencia alta e importancia débil. La segunda periferia, por su parte, está compuesta por elementos poco presentes y poco importantes en la representación. Existe también la zona de elementos contrastes, donde se incluyen temas enunciados por pocas personas (frecuencia débil), pero considerados muy importantes por ellas. Esta última zona es considerada como un complemento de la primera periferia.
En cuanto a la IS, dentro del territorio, los grupos generan códigos que aceptan a sus miembros. Estos sujetos se saben excluidos de otros grupos, por convicción propia, por normas internas o por rechazo de otros grupos. Deschamps y colaboradores (1999) han estudiado la IS dentro de las RS, mencionan que para “pertenecer” a un grupo, los niveles de IS se relacionan con mecanismos afectivos y motivacionales, con recompensas y castigos acordes a normas internas, así como con las categorías de ellos y nosotros. Todorov (1991) trata la relación entre “nosotros” y los “otros”, es decir, mi grupo cultural y social, opuesto a quienes no forman parte del mismo. Esta diferenciación se extiende a grupos étnicos o religiosos, así como a naciones o cualquier forma de separación que define una identidad. Según Tajfel (1982), la identidad está en función de factores que determinan los comportamientos sociales, tales como la persona, la situación y la cultura. Así, destacan la percepción subjetiva de sí mismo, las obligaciones adquiridas para pertenecer al grupo y las creencias colectivas compartidas. Para Bar-Tal (1990), la diferenciación entre sí mismo, nosotros y ellos está determinada por las convicciones de pertenencia al grupo.
Moreland (1987) agrega que en el caso de comunidades de extranjeros en un país cuya lengua es diferente a la de la nación de origen, los integrantes reafirman su identidad a través de festividades y del idioma. En cuanto a IS negativas, Montero (1996) habla del altercentrismo o etnocentrismo negativo, señala que en América Latina, Asia y África se desvalorizan los grupos nacionales de pertenencia y se sobrevaloran aquellos del llamado “primer mundo”. En este altercentrismo, el otro es el centro de comparación, el eje y el modelo positivo alrededor del cual el sujeto busca organizar su propia identidad.
González (2010), al abordar las RS de ser inmigrante en la ciudad de La Plata, en Argentina, señala que históricamente ese país ha sido receptor de población inmigrante tanto europea como latinoamericana. Los inmigrantes paraguayos cargan con una RS ligada a una connotación negativa de no-correspondencia, no-derecho y no-pertenencia a ningún lugar. Estos trabajadores sufren diariamente diversas formas de discriminación que obstaculizan el acceso a los derechos que tienen los argentinos. En contraste, Argentina es un país influido socio-culturalmente por Europa, lugar del “primer mundo” tomado como referente, por lo que grandes contingentes de inmigrantes europeos han sido muy bien recibidos en tierras argentinas. Por otra parte, autores como Covarrubias Cuéllar y colaboradores (2018) señalan que las RS de la vulnerabilidad están directamente ligadas a la discriminación. En su trabajo con doce organizaciones sociales identificadas como grupos vulnerables en el estado de Colima, México, los autores mencionan que, dentro de las RS, la normalización de la discriminación es una práctica inscrita en la cultura.
Para cerrar este apartado es necesario mencionar que la migración venezolana está fuertemente vinculada con las categorías de análisis revisadas. Así, quien migra se vuelve vulnerable ante la problemática que genera el traslado de un país a otro y las nuevas condiciones de vida en la nación de destino. En este sitio, el migrante será menos vulnerable cuando lo arropan grupos humanos afines a él, como los connacionales ya establecidos previamente, lo que se manifestará en patrones de distribución socioespacial. Asimismo, el venezolano y su familia, aún los hijos nacidos en la tierra de acogida, siempre conservarán el sentimiento de pertenencia a Venezuela, lo cual se manifestará a través de las representaciones sociales.
Metodología
El fenómeno migratorio está representado en la búsqueda de mejores condiciones de vida, sin importar distancias. Si bien América puede ser considerada una tierra receptora de varias olas de migrantes, sobre todo de europeos, en el siglo XXI la migración al interior del continente es muy intensa. La globalización ha marcado una diferencia en cuanto a expectativas, ya que el futuro migrante puede anticipar y crear un panorama de oportunidades en el país de destino. Para la construcción de la evidencia empírica y apoyados en el paradigma de la vulnerabilidad del objeto estudiado, es decir el venezolano migrante de manera forzada, esta investigación se realiza bajo una metodología cualitativa, amparada en la construcción de las representaciones sociales, de acuerdo con el patrón de distribución socioespacial que estos individuos se han apropiado. Además, la metodología presenta algunos elementos cuantitativos, cuando se hace un análisis de datos secundarios se termina con un enfoque mixto. En este caso, la investigación cuantitativa facilita la investigación cualitativa. El diseño es flexible e interactivo, se privilegia el análisis de contexto, al dar prioridad al aspecto cualitativo y las conclusiones se integran durante la fase de interpretación del estudio (Bericat, 1998). Para el presente trabajo se utilizan como técnicas de producción de datos la evocación jerarquizada, los mapas mentales y una encuesta de preguntas abiertas.
La primera etapa consistió en un arqueo y sistematización de la información. En este sentido, se hizo una búsqueda de textos científicos sobre migración, particularmente del desplazamiento de los venezolanos hacia países latinoamericanos, así como de aproximaciones teóricas sobre vulnerabilidad, distribución socioespacial y representaciones sociales. Para ello, se utilizaron buscadores digitales tales como Dialnet, Google Scholar, SciELO, WorldWideScience.org y Springer Link, además de literatura impresa y fuentes periodísticas. Paralelamente, hubo un rastreo de datos estadísticos relacionados con el éxodo venezolano en América Latina, México y el AMM. El interés se centró en la data estadística institucional proveniente de fuentes como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM, 2021), el sitio de refugiados y migrantes de Venezuela (Plataforma Regional de Coordinación Interagencial para Refugiados y migrantes de Venezuela R4V, 2021) y el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2014) de dicho país. Se encontraron también datos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en México (ACNUR, 2021). Dentro de esta última nación se localizaron referencias del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2021a, 2021b, 2021c, 2021d), de la Secretaría de Gobernación (Segob, 2021) y del Instituto Nacional de Migración (INM, 2021).
En la segunda etapa se estructuró el marco teórico, el cual se hizo énfasis en migración, vulnerabilidad, distribución socioespacial y representaciones sociales, elementos que fueron considerados como las variables de trabajo. Para la tercera etapa, elaboración del instrumento, se construyó una matriz de congruencia, se definieron las variables y se operacionalizaron las mismas. El instrumento inicia con la presentación del entrevistador, seguido de la identificación del entrevistado. En esta sección se busca tener datos sobre el proceso migratorio y elementos de apoyo para definir la distribución socioespacial, tales como lugar de residencia, sexo, edad, estado civil, grado máximo de estudios, ocupación, lugar de nacimiento, lugares anteriores de residencia, año de llegada a México y año de llegada al AMM.
La siguiente sección se consagró a las RS. En este sentido, se utilizaron los métodos de mapas mentales (Lynch, 1998), evocación jerarquizada (Abric, 2003) y preguntas abiertas. En cuanto a mapas mentales, se pidió a los participantes hacer dibujos de su ciudad y de la ciudad en la que vive. En lo referente a evocación jerarquizada, los vocablos inductores fueron su ciudad, la ciudad en la que vive y Venezuela. Además, se dejó una pregunta abierta sobre ser venezolano en el AMM. La última sección del instrumento está dedicada a la vulnerabilidad, al interrogar al sujeto sobre si se considera vulnerable y las condiciones que incrementan su vulnerabilidad. Igualmente, se solicitaron respuestas sobre fenómenos que pudieran afectar al entrevistado, relacionados con la naturaleza, la inseguridad, la economía y la salud.
La sección sobre vulnerabilidad cierra con tres preguntas: primeramente, si la persona se ha sentido socialmente marginada o segregada; después, sobre su capacidad de respuesta ante los impactos negativos de un fenómeno ligado a la naturaleza, la inseguridad, la salud, la economía u otro; finalmente, sobre cómo conforma el sujeto su red de apoyo. La serie de cuestiones de esta sección permiten inferir el estado actual de las personas participantes y a partir de ahí mencionar lo que define al sujeto como vulnerable.
Cabe agregar que este proyecto fue inscrito dentro de un programa de apoyo a la investigación científica y tecnológica de una institución de educación superior, el cual se desarrolló durante 2020 y que implicaba la participación de estudiantes con investigadores durante el verano. Por lo tanto, la cuarta etapa de este proceso metodológico, la de aplicación del instrumento, se llevó a cabo entre el 8 y el 26 de julio del mencionado año, cuando eran más severas las restricciones de movilidad y de reunión por la pandemia causada por el COVID-19 (Gobierno de Nuevo León, 2020b; Organización Mundial de la Salud, 2020). En este sentido, la posibilidad de hacer el trabajo de campo era limitada, por lo que se aplicaron 42 instrumentos mediante plataformas digitales y una visita a las instalaciones del INM en Nuevo León. En la investigación mixta, con énfasis en lo cualitativo, el tamaño de la muestra no es importante desde la perspectiva probabilística, pues el interés no es generalizar los resultados, solo busca indagar una determinada condición. En este caso, se trata de un muestreo no probabilístico por conveniencia (Bericat, 1998; Hernández-Sampieri et al., 2014; Ochoa, 2015). La duración de cada encuentro varió entre los 15 y 30 minutos, aproximadamente.
En cuanto a los instrumentos aplicados, 33 de ellos (78.6%) fueron a través de plataformas digitales, Zoom fue utilizada en 24 ocasiones, seguida por Messenger de Facebook en cinco, Instagram y WhatsApp con dos cada una. El total de entrevistas realizadas en el INM de Monterrey fue de nueve (21.4%), respetando al máximo los protocolos de bioseguridad. Cabe destacar que, para los encuentros en línea se buscó una red de Facebook llamada Venezolanos en Monterrey (s. f.), en la cual respondieron algunas personas. Dos de ellas solicitaron carta oficial para acceder a la entrevista. Quienes respondieron presencialmente en el INM tuvieron una actitud muy positiva a participar.
Para el tratamiento de la información recolectada se creó una base de datos. Posteriormente, dicha información se dividió de acuerdo con cada una de las variables. Para la migración y la distribución socioespacial, los datos permitieron elaborar una serie de mapas sobre las ciudades de nacimiento y de residencia de los participantes, así como del lugar que ellos habitan en el AMM. En el caso de las RS, se extrajo información de los mapas mentales, además de que las respuestas fueron categorizadas para elaborar cuadros de evocación jerarquizada. El análisis del discurso fue utilizado en las respuestas sobre vulnerabilidad.
Discusión de resultados
Como se ha mencionado, en este trabajo se hizo un estudio exploratorio a través de una metodología mixta. Primeramente, se recopilaron y analizaron los datos cualitativos, para continuar con la recopilación y análisis de datos cuantitativos. En este sentido, se dio prioridad al aspecto cualitativo del estudio, lo que permitió integrar tanto los aspectos cualitativos como cuantitativos durante la fase de interpretación de datos y así generar las conclusiones. El muestreo se realizó por conveniencia, dadas las características particulares que presenta el movimiento de venezolanos hacia México, en particular a Monterrey y su área metropolitana, además de que el trabajo se realizó en un momento en que las condiciones de la pandemia de COVID-19 requerían de severas restricciones de movilidad y de reunión.
En este sentido, se puede señalar que la muestra consideró a un grupo privilegiado de venezolanos, ya que, al menos 78.6% de los participantes tenía la posibilidad de acceder a alguna plataforma digital, sin dejar de lado que todas las personas entrevistadas a las afueras del INM tenían un teléfono celular inteligente. Quienes colaboraron tanto en plataformas, como de manera presencial, tenían un estatus de residencia legal en México. Las personas encontradas en el INM estaban en trámites para continuar con su estancia legal.
De los 42 participantes que conformaron la muestra, 25 (59.5%) eran mujeres y 17 (40.5%) hombres. Las edades del grupo son variadas, destacan quienes están en el rango de los 20 a los 29 años, 13 personas (31%), seguidos de quienes tienen entre 14 y 19 años, 10 sujetos (24%) (véase Tabla 1). En cuanto a estado civil, 25 encuestados eran solteros (59.5%) y 13 (31%) casados, el resto corresponde a otro estado civil. En lo referente al grado máximo de estudios, se encontró a personas con estudios, principalmente de bachillerato y de licenciatura, 10 personas en cada uno de estos niveles (23.8% c/u) (véase Tabla 2). Lo anterior concuerda con Franco Sánchez (2020), ya que los venezolanos que respondieron al instrumento eran personas jóvenes, con títulos profesionales de licenciatura y altamente calificadas.
Grupos de edad de los participantes | ||
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Edades (años) | Cantidad (personas) | Porcentaje (%) |
14-19 | 10 | 24 |
20-29 | 13 | 31 |
30-39 | 7 | 17 |
40-49 | 8 | 19 |
50-59 | 3 | 7 |
60-65 | 1 | 2 |
Totales | 42 | 100 |
Fuente: elaboración propia
Grado máximo de estudios | Núm. de personas | % |
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Secundaria | 3 | 7.1 |
Bachillerato incompleto | 5 | 11.9 |
Bachillerato | 10 | 23.8 |
Carrera técnica | 4 | 9.5 |
Carrera trunca | 6 | 14.3 |
Licenciatura | 10 | 23.8 |
Maestría | 2 | 4.8 |
Doctorado | 2 | 4.8 |
TOTAL | 42 | 100 |
Fuente: elaboración propia
Caracas, capital de Venezuela, tiene un papel preponderante en la vida de los entrevistados. Doce de ellos nacieron ahí (28.5%) (véase Figura 1), mientras que, de los 77 lugares de residencia mencionados, 14 alusiones corresponden a esta ciudad (véase Figura 2). Durante el periodo de 2016 a 2019, de los participantes, 32 (76.2%) llegaron a tierras mexicanas, aunado a que entre 2017 y 2020 arribaron 29 (69%) de ellos al AMM.
Las causas para llegar a Monterrey fueron varias, incluso en una misma persona, destacan la disponibilidad de empleo, los familiares o amigos que ya residían en el AMM y la situación imperante en el país natal. Lo anterior coincide con lo que señala Mora Salas (2018) sobre la emigración masiva de venezolanos de su país, producto de una inflación abrumadora, desempleo y pobreza, sumado a lo que Cobo Quintero y Ángel Cruz (2012) indican sobre México y su contexto de oportunidades tanto de estudios como de desarrollo profesional, sobre todo para inmigrantes con altos estándares de competitividad. Además, esta información coincide con lo que señala el Inegi (2021d), es decir, reunirse con la familia es la principal causa de los venezolanos para residir en Nuevo León.
Por otra parte, en el entendido de la vulnerabilidad como condición de incapacidad ante un hecho inevitable que se afronta, además de ser conscientes de la realidad apremiante que ha movilizado a un gran contingente de personas desde Venezuela hacia México, las respuestas denotan situaciones de aceptación o rechazo hacia los venezolanos en el país azteca. Por lo tanto, 17 (40.5%) personas mencionaron que perciben su condición de vulnerabilidad social, en mayor o menor grado, por el solo hecho de ser extranjero, otros por los derechos que sienten que perdieron al llegar a un nuevo país, por la inseguridad y violencia que existe en México en relación con el narcotráfico y la delincuencia organizada ─como en el caso de los secuestros o robos─, así como por no contar con respaldo familiar.
Cuando se consulta sobre las condiciones que aumentan su vulnerabilidad, la mayor cantidad de respuestas estuvo centrada en la inestabilidad laboral y en la salud. Así, 40 sujetos (95.2%) hicieron referencia a la falta de empleo fijo, el desempleo, el temor a las devaluaciones, la inflación, la crisis económica producto de la pandemia y las restricciones para obtener créditos. Se encontraron casos de profesionistas que se dedicaban a actividades no ligadas a su formación universitaria, como servidores domésticos o en restaurantes, repartidores de aplicaciones digitales como Cornershop o Ubereats, así como taxistas tradicionales o de Uber, entre otras actividades.
En cuanto a salud, dentro del contexto de pandemia destaca la incertidumbre hacia los contagios, la vacuna y la posible hospitalización. Así, 28 participantes (67%) hicieron mención a enfermedades que impacten la salud propia o la de algún familiar, paralelamente al quebranto de la condición económica por no contar con seguros de salud o tener coberturas con limitaciones en los casos donde la enfermedad requiera hospitalización o traslado al país de origen, ya sea del entrevistado o algún familiar.
Otros aspectos ligados a la vulnerabilidad que sobresalen son las amenazas naturales. Los participantes en 30 ocasiones (71%) hicieron referencia a los eventos climáticos entre los que destacan huracanes, inundaciones y lluvias extremas como los de mayor perturbación. Cabe mencionar que Monterrey ha sufrido fuertes embates de fenómenos hidrometeorológicos a lo largo de su historia (Protección Civil de Nuevo León, 2015), lo cual es un elemento recurrente en la memoria colectiva.
Vale agregar que los participantes señalaron que sus condiciones de vulnerabilidad se vieron disminuidas, en mucho, por las redes de apoyo que ellos tienen para dar respuesta a los impactos negativos de fenómenos ligados a la salud, la economía, la inseguridad, la naturaleza u otros. Únicamente cinco personas (12%) señalaron no haber recibido soporte, mientras que el resto (37 personas, 88%) hizo referencia al sostén que han brindado los familiares, los grupos de amigos o ambos.
Como se ha mencionado, las categorías que más destacan sobre los motivos de escoger el AMM como lugar de residencia son la disponibilidad de empleo y la existencia de familiares o amigos que ya eran habitantes del lugar. Lo anterior permite destacar que debido a la existencia de una planta de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de otras industrias en Nuevo León, personal altamente calificado nacido en Venezuela fue contratado con buenos sueldos, como lo han mencionado Gandini y colaboradores (2020). Así, estos pioneros permitieron tender redes que más adelante servirían de soporte a familiares y amigos que, paralelamente al deseo de salir por la situación de su país, buscaban mejores oportunidades de desarrollo, para insertarse en un mercado laboral altamente competitivo, lo que fortalece lo señalado por las cifras oficiales, es decir, los venezolanos tienen en Monterrey y sus alrededores un lugar para reunirse con la familia (Inegi, 2021d). La presencia de estas redes de connacionales permite entender cómo los recién llegados se han insertado en el mercado de trabajo y su distribución social en el espacio metropolitano.
Al observar la distribución socioespacial que ha tenido la migración venezolana dentro del AMM, se encontró que 17 individuos (40.5%) de quienes conformaron la muestra residían en el municipio de Monterrey. Al norte de dicho municipio los sujetos se localizaban en un área limitada por las avenidas Paseo de los Leones y Abraham Lincoln, mientras que, hacia el sur, las avenidas Lázaro Cárdenas y Eugenio Garza Sada constituyen un eje medular para la elección de vivienda. En el municipio de San Nicolás de los Garza, residen ocho (19%) de los participantes, en un área limitada por las avenidas Universidad y Adolfo López Mateos. En proximidad a los venezolanos que residen al norte de Monterrey y en la prolongación de las avenidas mencionadas para dicha zona, en García se encontró a cinco (12%) de los entrevistados. General Escobedo y Apodaca coincidieron con cuatro sujetos cada uno (10% c/u). En el caso de General Escobedo, la carretera Laredo, continuación de la avenida Universidad, tiene la función de eje residencial, mientras que, para Apodaca las avenidas Adolfo López Mateos y Miguel Alemán cumplen esta función. En Santa Catarina habitaban tres entrevistados (7%) y el eje de establecimiento era el bulevar Gustavo Díaz Ordaz. En Guadalupe, solamente se tuvo a una persona (2%), la avenida principal es Eloy Cavazos (véase Figura 3). Llama la atención que el patrón de distribución socioespacial no presenta distancias superiores a 20 kilómetros con respecto al centro de Monterrey y que los venezolanos participantes en este trabajo se localizaban sobre espacios con muy bajo o bajo grado de marginación (véase Figura 4).
A través de estos mapas, se pude señalar que al norponiente del AMM se localiza una serie de desarrollos residenciales de muy baja marginación, conocida como el área de Cumbres, en el municipio de Monterrey, y como Dominio Cumbres en el de García. En esta zona habitaban la mayoría de los participantes, es decir 10 de ellos (24%). El lugar es atractivo para los recién llegados de Venezuela, incluso popularmente ha recibido el nombre de “Cumbrezuela” (Garza, 2021). Al sur de Monterrey, en la zona conformada por los alrededores del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), así como las zonas Mederos y Satélite, residían siete colaboradores (16%). Este sitio se caracteriza por tener una fuerte concentración estudiantil, con muy baja marginación. Por su parte, la zona central de Monterrey, donde se encontró a cuatro venezolanos residentes (9.5%), presentaba a dos de ellos en las colonias Obispado y San Jerónimo, también con muy baja marginación, y dos en la zona cercana a las fábricas (colonias Modelo y Asarco) con baja marginación.
Por otra parte, los ocho residentes (19%) del municipio de San Nicolás de los Garza, habitaban en colonias de muy baja marginación. Al este, dos de ellos estaban en Residencial Las Puentes y cuatro en la colonia Paseo de los Andes, mientras que, al oeste, dos eran vecinos de Lomas del Roble. En estos cuatro fraccionamientos abiertos existen viviendas unifamiliares de una o dos plantas. En lo referente a General Escobedo, los cuatro participantes (10%) vivían al sureste del centro histórico en fraccionamientos cerrados nacidos a partir de la segunda década del siglo XX, con muy bajo grado de marginación. En Nexxus se tuvo a una persona, mientras que en la zona de Cerradas de Anáhuac había tres. En Apodaca, los cuatro entrevistados (10%) vivían en las cercanías de la cabecera municipal. Tres de ellos habitaban en recientes fraccionamientos cerrados con muy baja marginación y la persona restante era vecina de la zona de Huinalá, con baja marginación. En Santa Catarina habitaban tres entrevistados (7%), dos de ellos en colonias de muy baja marginación, cercanas al Cerro de las Mitras y el restante en el centro del municipio, con baja marginación. La persona encontrada en Guadalupe vivía en la colonia Nueva Aurora, también con muy baja marginación, mientras que quien vivía en el centro de García, lo hacía en un sitio de media marginación.
En lo referente a representaciones sociales, tanto los mapas mentales como la evocación jerarquizada permiten observar que existe una fuerte nostalgia de los participantes hacia su tierra natal, pero a la vez un conocimiento de su lugar de adopción. En cuanto a mapas mentales, 26 (62%) personas fueron parte de este ejercicio. Ante la solicitud de dibujar “su ciudad”, pudieron ser clasificados los croquis en tres categorías: aquellos que hicieron remembranza de su ciudad natal, quienes plasmaron Caracas y otros en relación con Monterrey (véase Figura 5). Entre los 12 mapas mentales relacionados con las ciudades natales aparecieron sitios como Mérida (Mérida), Maracay (Estado de Aragua), San Cristóbal (Táchira), así como la zona fronteriza entre Cúcuta (Colombia) y San Antonio del Táchira (Venezuela). Estos lugares fueron representados como polígonos, pero también surgieron elementos como la vegetación exuberante, el trópico, el mar, las casas rurales y las autopistas. Caracas se presentó en 11 ocasiones con elementos como el Cerro El Ávila, edificios altos, grandes avenidas, el sol, el mar detrás del Cerro El Ávila y la bandera de Venezuela. Las tres personas que dibujaron a Monterrey expusieron el Cerro de la Silla (ícono de la ciudad), así como la mancha urbana, el centro de la ciudad, edificios y grandes avenidas.
Por otra parte, se utilizaron tres categorías para clasificar a los mapas mentales sobre la ciudad en que vive: elementos urbanos combinados, polígonos y elementos icónicos (véase Figura 6). En la primera de estas categorías fueron considerados los croquis de 22 personas, en los cuales aparecen avenidas con automóviles circulando y aviones sobrevolando la ciudad. Cabe mencionar que el trazo de estas vías de circulación permitió destacar la presencia de las avenidas Lázaro Cárdenas y Paseo de los Leones, a las cuales se ha hecho mención anteriormente. Igualmente, se pudo destacar la presencia de hitos tanto naturales como construidos. Entre los que integran el medio natural están el Cerro de la Silla, el Río Santa Catarina y el Sol. Entre los artificiales aparecieron integrados al paisaje edificios, fábricas y plazas comerciales. Dentro de este medio construido aparecieron la Ciudad Universitaria de San Nicolás de los Garza y el Estadio Universitario ahí localizado, además del Parque Fundidora y el popularmente llamado “puente atirantado”, el cual se extiende sobre el Río Santa Catarina, que une los municipios de Monterrey y San Pedro Garza García. En la categoría de polígonos, se tomaron en cuenta tres croquis con trazos de Nuevo León, así como de la mancha del AMM. Aunque la tercera categoría solo incluyó un sencillo dibujo, ahí aparecieron elementos representativos de la cultura regiomontana, como las botas vaqueras, el sombrero norteño, la carne asada y los cuchillos para el corte de la misma.
En cuanto a la evocación jerarquizada, cabe recordar que las palabras inductoras fueron su ciudad, la ciudad en la que vive y Venezuela. Para su ciudad, en el núcleo de la representación aparecieron los vocablos familia y clima, mientras que como elementos de la primera periferia se encontraban los amigos y los recuerdos. Varias expresiones aparecieron en la segunda periferia referentes tanto al lugar de origen como al de residencia. Como señala Abric (2003), esta zona está compuesta por elementos poco presentes y poco importantes en la RS, sin embargo, se ha considerado relevante mostrarlos a manera de lista al lado derecho de la imagen, además de las que se muestran en el recuadro correspondiente (véase Figura 7).
En este mismo sentido, para la ciudad en la que vive, en el núcleo se encontraron referencias a montañas, tráfico, estudios, trabajo, industria, amabilidad, Monterrey, casa, además de Tigres y Rayados (los equipos de fútbol representativos del AMM). Lo anterior tiene coincidencia con lo expresado en los mapas mentales, así como lo que señalan Ríos Infante y Lara Ramírez (2020) y Franco Sánchez (2020) sobre las personas provenientes de Venezuela, al calificarlos como individuos preparados que se han integrado favorablemente a la sociedad regiomontana. En la primera periferia aparecieron menciones más ligadas a costumbres y características del lugar de adopción como amigos, carne asada, acento, Nuevo León, San Nicolás, estabilidad, oportunidades, calor y contaminación. La segunda periferia mostró varios elementos más ligados a comentarios individuales (véase Figura 8).
Finalmente, en cuanto a la evocación de Venezuela, en el núcleo de la representación se encontró familia, hogar y país, elementos que evidentemente apelan a la añoranza, al igual que los que surgen en la primera periferia, tales como nostalgia, amigos, recursos naturales, comida, Caracas y el trópico. Al igual que en la evocación de su ciudad, los elementos que integraron la segunda periferia se muestran en el recuadro correspondiente y en la lista anexa (véase Figura 9).
Conclusiones
La migración venezolana es una compleja y lamentable situación, gestada desde las últimas dos décadas del siglo XX y que continúa en el inicio de la década de 2020. Este proceso se incrementa cada año, fragmentando familias y dispersando a sus miembros por gran cantidad de países. México es una tierra donde los venezolanos vislumbran tener alternativas laborales con condiciones propicias para el progreso personal y profesional, con salarios que les permitan tener entornos de bienestar. En el presente trabajo se analizaron contextos de vulnerabilidad, dinámicas de distribución socioespacial, así como representaciones sociales de comunidades de venezolanos localizadas dentro del AMM.
La condición de vulnerabilidad refiere a la incapacidad para resistir o enfrentar situaciones imprevistas, hace referencia a la posibilidad de sufrir daño por exposición física, por la fragilidad social o por la falta de resiliencia. Para las personas que se ven en la necesidad de dejar su país en busca de mejores condiciones de vida, las migraciones se tornan en esa fragilidad social que se concibe como una predisposición surgida de los niveles de marginalidad y de segregación social. Los grupos humanos que llegan a una nueva tierra se enfrentan a condiciones de desventaja y debilidad relativa ante factores socioeconómicos al encontrarse en un lugar donde se tendrá que comenzar en muchos casos desde cero. El migrante se incorpora a un entorno geográfico que debe hacerlo suyo y donde tiene que crear una identidad ligada a su nuevo hogar. En esta investigación exploratoria se distingue que los venezolanos en el AMM están integrados y con estatus legal, acogidos por sus familiares y con nuevos núcleos de amistades, no necesariamente de connacionales.
El ingreso a territorio mexicano simplemente con pasaporte vigente estuvo entre las condiciones migratorias que facilitaron la llegada de venezolanos al AMM. Los entrevistados son individuos que llegaron por avión a México, a diferencia de otros de sus compatriotas que caminan por América del Sur. Las redes de familiares y de amigos en la capital de Nuevo León son el soporte que ha hecho que los nacidos en Venezuela tuvieran menos severa la llegada al país. Igualmente, la similitud cultural ha facilitado una buena aceptación por la gente de Monterrey, en coincidencia con los trabajos de Ríos Infante y Lara Ramírez (2020) y Franco Sánchez (2020).
La migración forzada puede implicar la instalación en un territorio muchas veces hostil. De acuerdo con García Arias y Restrepo Pineda (2019), el primer escenario de vulnerabilidad es el entorno social y político que se vive en Venezuela, y que provoca que el factor económico sea la principal causa del abandono del país. En México, otra condición de vulnerabilidad está relacionada con las dificultades para encontrar un empleo estable, así como para acceder a servicios públicos de salud y educación de calidad. Igualmente, la condición migratoria es algo que siempre tendrá a los venezolanos en Monterrey en estrés psicológico, debido a los trámites para comprobar estancia legal.
La pandemia permite reconocer que se entrevistó a personas privilegiadas, con acceso a tecnologías para conversaciones virtuales. El venezolano llegado al AMM se adapta a circunstancias laborales y económicas variables. Los mapas de marginación muestran que la condición socioespacial no es una vulnerabilidad, los venezolanos habitan espacios socialmente favorecidos, cercanos a sus redes de apoyo y a vías de comunicación que les permiten tener las ventajas del centro metropolitano. Se encontró un patrón de establecimiento en las zonas periféricas, mayormente al norponiente de Monterrey, en colindancia con García, en la zona conocida como Cumbres. Ahí habita 24% de los entrevistados.
En general, se observa que, si bien se encontraron algunos núcleos de concentración de la población venezolana como la mencionada, destaca la mezcla en diversas colonias. Esto, claramente, indica que no hay sectores tipo gueto en donde los migrantes se concentren sin mezclarse con los lugareños. Esta distribución espacial, sumada a las afinidades culturales que existen entre los residentes del sitio y aquellos que inmigraron, generan importantes oportunidades para la integración social.
En cuanto a RS, los mapas mentales y los cuadros de evocación jerarquizada exhiben la añoranza por la tierra natal, pero también muestran conocimiento y aprecio por la tierra de adopción. Ambas herramientas indican que la centralidad de la RS está en la familia y en los vínculos afectivos cercanos, lo que también concuerda con la información recabada por el Inegi (2021d).
En concordancia con la hipótesis, los venezolanos son bien recibidos en el AMM y sus condiciones de vulnerabilidad se relacionan con la inestabilidad económica mexicana ya que, para acceder a empleos dignos y educación de calidad, se tiene que entrar en competencia directa con los nacionales. En contraste, el estigma no representa una condición de vulnerabilidad. Igualmente, el acceso a servicios de salud está en función de los costos de seguros médicos privados. Según la ACNUR (2021), la condición actual de los migrantes venezolanos ha representado un gran problema para los países receptores de América Latina, sobre todo en aquellos donde las cifras rebasaron las expectativas de cada nación. Este caso es más latente en once países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay. Cabe notar que México no aparece como nación con tasas altas.
Otros venezolanos menos preparados profesionalmente, a la vez más vulnerables económicamente, están buscando “el sueño americano” y quedan varados en Monterrey. Es necesario mencionar que este último flujo migratorio no está vinculado con la propuesta que corresponde a este artículo, cuya temporalidad, como se ha señalado, fue durante 2020. Por tanto, los últimos sucesos con grupos de venezolanos no corresponden a quienes tienen como destino final México, por lo que su estancia en el país es circunstancial (Cruz & Serrano, 2022; Gutiérrez Canet, 2022; Leyva, 2022; Tourliere, 2022).
Al cierre de este documento se encontraron noticias de quienes han fallecido en el intento de cruzar el Río Bravo hacia Estados Unidos de América (AFP México, 2022). Igualmente, cada vez más países establecen restricciones para el ingreso de ellos a su territorio. Por ejemplo, a partir del 21 de enero de 2022, los venezolanos requieren de visa para entrar a México (Secretaría de Relaciones Exteriores [SRE], 2022). Finalmente, es necesario poner atención en que, según la información presentada, uno de cada mil habitantes del AMM es venezolano.