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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.77  supl.1 Ciudad de México jul. 2015

 

Artículos

 

Las revistas científicas en la revolución digital: ¿citas o lectores?

 

Scientific journals in the digital revolution: citations or readers?

 

Roger Bartra*

 

* Doctor en Sociología por la Universidad de la Sorbona. Investigador emérito, Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Creo que la llamada "revolución digital", la transición del papel impreso a las publicaciones digitales, está generando grandes inquietudes y planteándonos la necesidad de reflexionar sobre el futuro de las revistas en ciencias sociales.

Es urgente definir si nuestras revistas, concretamente la que estamos celebrando, la Revista Mexicana de Sociología, pero también otras revistas especializadas en ciencias sociales en México, deben seguir más o menos por el mismo camino, o si es necesario hacer algunas innovaciones y algunos cambios ante la peculiar situación que enfrentamos: el inmenso agujero negro que se abre con la digitalización masiva de información y de textos.

La primera pregunta que se me ocurre, el primer tema a debatir, es si deben las revistas científicas en ciencias sociales mantenerse como lo que en mayor o menor medida son casi todas ellas: inmensos bancos de datos, depósitos, archivos de artículos que reflejan, cada una a su manera, la situación de la disciplina a la que se dedican; están dirigidas básicamente a especialistas y tienen la peculiaridad de ser pozos que acumulan cantidades muy importantes de información, y por eso en muchos casos siguen siendo útiles durante muchos años.

Funcionan, unas más que otras, como ventanillas abiertas a los investigadores, a los autores, donde se proponen textos que pasan por un ritual, por un mecanismo de dictaminación. Eventualmente, esos artículos que entran por las ventanillas de las revistas son publicados. Se convierten, lo sabemos muy bien, en un pilar muy importante en la construcción del currículo académico de los autores, están ligados con ciertos ratings, con índices y con una serie de mediciones que interesan e inquietan a los investigadores.

Por cierto, uno de estos mecanismos de medición son las estadísticas que proporciona Google, que se llaman "N-grams", en las que ustedes pueden, por ejemplo, poner su propio nombre o el nombre de un colega y observar a lo largo de muchos años, en una curva muy interesante, cuántas citas han recibido en el caudal de libros que tiene digitalizados esta empresa. Puede ser que en algunos casos entrar a este mecanismo sea un ejercicio de masoquismo, pero igual se los recomiendo.

Así pues, una acumulación importante de saber, de información, de descubrimientos, pero por la mecánica misma de la mayor parte de estas revistas tiene un cierto carácter conservador, en el sentido de que reciben lo que se está produciendo. Reciben pero no estimulan la producción de conocimiento; tienden a cerrarse o a reaccionar muy tardíamente ante lo novedoso y suelen funcionar en círculos cerrados, suelen ser leídos en circuitos especializados.

No quiero simplemente criticar la función de las revistas como grandes depósitos de información y de artículos: ésa es sin duda una función valiosa. Muchas revistas seguirán siendo así, y con ello cumplirán un papel realmente muy importante. Pero yo quisiera preguntarme si hay otras alternativas, puesto que estamos pensando en el futuro, y cuando pensamos en el futuro, supongo que es para que cambiemos algo en los tiempos venideros.

Hay revistas académicas y científicas que han decidido, o al menos lo intentan, guiar y orientar a sus lectores; son revistas de ciencias sociales que intentan dirigir, orientar y criticar a los científicos sociales, y de hecho tratan de llegar a un público más amplio. Ahora, eso requiere ciertos cambios, ajustes, porque se requiere una dirección mucho más activa de las revistas, es necesario que el colectivo que hace las revistas sea mucho más dinámico. Estas revistas requieren un trabajo editorial orientado, dirigido; requieren establecer líneas editoriales; requieren la definición de cuáles temas son considerados más pertinentes, una cierta jerarquización en la admisión de artículos; un trabajo de invitación expresa de autores, de solicitud de artículos, una práctica que se hace relativamente poco, porque desde luego compromete el mecanismo de arbitraje. Si un autor es invitado a una revista, normalmente es difícil rechazarlo, aunque de hecho llega a ocurrir. Implica también un trabajo de búsqueda y de traducción. En revistas que se publican en español pueden requerir la búsqueda y la traducción de ciertos ensayos, artículos o resultados de investigaciones especialmente impactantes, y esto requiere una actitud mucho más ágil y propositiva. Requiere también, de alguna manera, eliminar, como lo llamó Anthony Giddens, el disfraz técnico de una terminología difícil, abstrusa y, en la mayor parte de los casos, inútil e innecesaria para divulgar los resultados de las investigaciones.

Esta nueva manera de editar, que algunas revistas académicas han iniciado de una forma tímida, desde luego implica entrar a competir con las revistas no académicas, pero que sí leen los académicos; con las revistas no especialmente científicas, de alta divulgación y que son consumidas por los propios científicos y que son muy influyentes.

En el espacio que nos ocupa, en las humanidades y las ciencias sociales, puedo citar The Economist, The New York Review of Books, The Times Literary Supplement, y en México, revistas mensuales como Nexos y Letras Libres.

Aquí se presenta un problema complicado, un dilema para los autores, pero también para quienes hacen las revistas: ¿quieren más citas académicas o quieren más lectores? ¿Quieren ser citados o ser leídos? No es, desde luego, lo mismo. El número de citas puede dar una idea de la influencia del artículo en círculos académicos restringidos, aunque no de una manera clara. El número de lectores es algo importante, pero de otro orden. Cada científico social tiene que decidir hacia qué lado inclina el artículo que acaba de escribir como resultado de su investigación: ¿va a buscar citas o va a buscar lectores?

Esta posibilidad de competir desde los terrenos de las ciencias sociales con las revistas no estrictamente académicas requiere el desarrollo de una sensibilidad muy especial ante la coyuntura y ante la época, ante el entorno que nos rodea; implica, de alguna manera, impulsar la discusión, la polémica y la búsqueda activa de los temas que inquietan más a los científicos sociales. Implica desde luego, de manera muy especial (después voy a referirme más a esto), desarrollar la crítica, desarrollar ampliamente la crítica y, en algunos casos, abandonar la especialización.

Todo esto choca o se enfrenta con los mecanismos del llamado arbitraje, de la evaluación; todos nosotros hemos tenido experiencias al respecto y no siempre estamos convencidos de que son una garantía de calidad. En algunos casos son como un certificado formal de calidad, pero no garantizan mucho más, y en muchos casos hay que preguntarse si tienen realmente alguna base sólida.

Es, desde luego, un mecanismo relativamente reciente en las revistas de ciencias sociales, importado de las revistas de ciencias naturales, exactas, físicas. Se supone que este mecanismo de arbitraje es un antídoto contra la tradicional arbitrariedad de los equipos de dirección.

Pero, claro, si estamos pensando que las revistas deben ejercer cierta línea editorial para dar un salto a una nueva época, van a toparse con este mecanismo de arbitraje, que puede resultar un estorbo. Hay que valorar si es necesaria cierta dosis de esa arbitrariedad que hemos criticado en el pasado.

El mecanismo de evaluación por arbitraje puede fácilmente convertirse en un freno para insertar a una revista de ciencias sociales en su entorno, en la "actualidad". Vuelve el proceso editorial muy lento y frena la sensibilidad del equipo de dirección de una revista ante el entorno social.

Ahora bien, una de las cualidades de las ciencias sociales radica justamente en que, en gran medida, se dedican a observar y a interpretar el entorno social. Por ello, las revistas pueden, y yo diría que muchas —no todas— deberían ser realmente activas observadoras del entorno; pero eso implica cambiar algunos de los mecanismos mediante los cuales operan: deben funcionar con más agilidad y con más sensibilidad.

Por último, quiero decir que ante cualquier alternativa, sea que las revistas se mantengan en esta función muy importante de ser grandes archivos de información y de artículos, que sean más abiertas o más especializadas, me parece que de todas maneras es muy importante aumentar el peso de la reseña crítica. Yo diría que un porcentaje muy elevado, que podría acercarse en muchos casos a 50% del espacio, debería dedicarse a la reseña crítica de los ensayos, de los libros y de los resultados de investigaciones que se consideran más importantes, y no dejar pasar en los números que se publican a lo largo del año el reconocimiento y la evaluación de lo que se está haciendo en las propias ciencias sociales.

Evidentemente, esto requiere dejar de funcionar como una mera ventanilla abierta para que los autores eventualmente traigan una reseña de un libro o de un artículo, o hagan lo que en inglés llaman un review article, que evalúa los resultados de diversos libros y artículos sobre un tema específico; las reseñas críticas tienen que ser encargadas, tienen que ser promovidas; debería ser una actividad fundamental del equipo que hace las revistas. Piensen que uno de los atractivos más importantes de algunas de las revistas que mencioné, por ejemplo The New York Review of Books, consiste principalmente en que ofrece un conjunto de reseñas críticas que atraen a muchísimos lectores en el espacio de las humanidades y las ciencias sociales.

Así que yo encuentro que estamos ante un problema: hay una cierta falta de habilidad de nuestras ciencias sociales en México para reconocer y evaluar los avances que se hacen en su nombre, y por eso es que estoy pensando que es muy importante ampliar esa dimensión crítica.

Las ciencias sociales tienen dificultades para percibir su propio estado de desarrollo y, por consiguiente y extendiendo un poco esta idea, las revistas tienen también dificultades para dar cuenta de las peculiaridades del entorno social que, como en los tiempos que estamos viviendo, bastante aciagos, requieren reflexiones y explicaciones de los científicos sociales, y todo ello debería llegar lo más pronto posible a los espacios académicos y a las revistas de ciencias sociales.

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