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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.77  supl.1 Ciudad de México jul. 2015

 

Artículos

 

Producción, calidad y difusión de las revistas científicas del siglo XXI

 

Production, quality and dissemination of scientific journals in the 21st century

 

Philip Oxhorn*

 

* Doctor en Ciencia Política por Harvard University. Institute for the Study of International Development, McGill University. Director de la Latin American Research Review (LARR).

 

Es verdaderamente un honor para mí compartir la celebración de un importante hito para una de las más respetadas revistas de ciencias sociales en América Latina. Al cumplir la Revista Mexicana de Sociología 75 años, la publicación académica en la región está en un punto de inflexión importante. Enormes avances en la tecnología de la información están transformando cada vez más la forma en que la investigación se divulga. Sin embargo, este cambio tecnológico ha coincidido con el creciente predominio de los enfoques estadounidenses en las ciencias sociales, incluyendo una presión cada vez mayor para los investigadores latinoamericanos a publicar en inglés. Esto es bastante paradójico, ya que normalmente se esperaría que la revolución en la tecnología condujese a una explosión en puntos de vista y perspectivas académicas alternativas, incluyendo las provenientes de América Latina, no a un estrechamiento. Esta misma paradoja sirve para remarcar la importancia de publicaciones como la Revista Mexicana de Sociología, que proveen perspectivas alternas en los temas más importantes y en la forma en que los estudiamos, al mismo tiempo que crea nuevas oportunidades para que la revista crezca como un canal para la investigación de alta calidad que América Latina ha producido por décadas.

Pese a décadas de reforma económica inspirada por el neoliberalismo, que ha enfatizado los mercados abiertos y el libre comercio, los mercados para la investigación académica en América Latina permanecen severamente segmentados. La investigación de alta calidad continúa siendo producida en cantidad y calidad crecientes en una miríada de temas importantes, pero su difusión todavía está limitada en gran medida al país en el que se produce. Los intercambios de investigación entre los países de América Latina a Estados Unidos permanecen sorprendentemente limitados. Importantes redes académicas regionales, como la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), han crecido, mas su capacidad para divulgar información es limitada en comparación con la cantidad que se produce. Esto es cierto incluso para el Clacso, que ha adoptado una política de acceso abierto para sus publicaciones. Al mismo tiempo, las políticas neoliberales han contribuido también a incrementos a veces dramáticos en el precio de los libros y otras publicaciones en la región, limitando así aún más el acceso a la investigación original, especialmente más allá de las fronteras del país en el que se produce, considerando los costos adicionales de envío.

Gran parte del aumento en la investigación científica original en la región en años recientes ha sido generada por la creciente profesionalización de las universidades latinoamericanas. Cada vez más profesores cuentan con grados doctorales, al mismo tiempo que están bajo la presión de publicar en revistas arbitradas. Debería esperarse que este crecimiento en la producción científica llevara a más escenarios para su publicación en América Latina, pero por lo general no ha ocurrido. De hecho, incluso las revistas regionales más prestigiosas, como la Revista Mexicana de Sociología, enfrentan presiones crecientes que amenazan sus misiones futuras, debido a una consecuencia bastante irónica de esta renovada profesionalización para las universidades de la región: el creciente predominio de los enfoques estadounidenses en las ciencias sociales mediante el énfasis puesto por esas mismas universidades sobre la importancia de publicar en revistas de Estados Unidos.

Este renovado predominio de Estados Unidos refleja varias tendencias. Una es que muchos de los investigadores de la región están recibiendo sus grados académicos en universidades de Estados Unidos, y se han integrado dentro de las redes académicas de ese país aun cuando regresan a sus países de origen. Sin embargo, esto es sólo parte de la razón. Otra es que las universidades latinoamericanas requieren cada vez más que sus profesores publiquen en las que se consideran las revistas más prestigiosas en Estados Unidos, o al menos en inglés. Como director de la Latin American Research Review (LARR), he observado algunas consecuencias de esta tendencia. Mientras la LARR publica tradicionalmente en inglés, portugués y español, y ha sido reconocida mucho tiempo como una revista preeminente en Norteamérica por divulgar investigación académica de alta calidad, con frecuencia recibimos artículos de América Latina en un inglés traducido de manera muy deficiente. La razón no tiene nada que ver con las políticas editoriales propias de la LARR y, de hecho, a menudo debemos rechazar los manuscritos porque el inglés es ininteligible o los textos requerirían una corrección y una edición tan extensas que no podemos enviarlos a revisión por pares. Esto ni siquiera es un problema con el número de lectores potenciales, ya que la mayoría de nuestros lectores pueden leer trabajos tanto en español como en portugués, y muchos en efecto residen en América Latina. Más bien es el resultado de una visión bastante estrecha por parte de los intelectuales y funcionarios universitarios acerca de lo que es "buena" investigación.

Un excelente ejemplo de esto es la a menudo esquiva búsqueda por publicar en las llamadas revistas de "alto impacto". Mientras el valor de las medidas de impacto se debate con vehemencia, éstas son claramente tendenciosas de modos importantes que limitan más la divulgación de investigación producida en América Latina al mismo tiempo que consolidan más la hegemonía académica de Estados Unidos. Esto se debe a que están basadas en citas de las revistas contenidas en sus bases de datos, lo cual se ve como una representación de la utilidad para otros investigadores de cualquier publicación. Esta situación tiene varias implicaciones para la investigación latinoamericana. Primero, las revistas en español y portugués se incluyen rara vez en esas bases de datos, lo que implica que, en el mejor de los casos, se subestima la influencia de la publicación de revistas en América Latina, y se ignora por completo cuando se dirige directamente a otros latinoamericanos. Así se crea un círculo vicioso: mientras una creciente atención se centra en el impacto de las revistas en lengua inglesa, se vuelve una profecía autocumplida porque las alternativas se excluyen sistemáticamente, como si ni siquiera existieran, y por lo tanto se genera más presión en los investigadores de aspirar a publicar en las revistas presentadas como las más importantes en el campo.

Entonces estas tendencias se exacerban por la manera en la que a menudo se lleva a cabo la investigación en Norteamérica. El problema es menor con el enfoque que con la forma en que éste puede desplazar las perspectivas alternas. Es un planteamiento que se enfoca en la predicción y la cuantificación más que en la explicación y las metodologías de investigación más cualitativas. Aunque la investigación en y sobre América Latina ha tendido históricamente a evitar los extremos a los que el positivismo estadounidense puede conducir, su influencia está creciendo. En el proceso, los grandes debates que no hace mucho animaban la investigación en las ciencias sociales, particularmente en investigación que se enfocaba en América Latina, parecen haber desaparecido, si no es que han sido olvidados. Los enfoques de la economía política clásica de Karl Marx y Max Weber, que en muchas formas encarnaron las discusiones latinoamericanas de dependencia, autoritarismo y relaciones Estado-sociedad en general, parecen haber sido las víctimas más obvias. Cada vez más, hay una tendencia a "seguir el dato" con proyectos de investigación definidos y legitimados por la disponibilidad de información relevante más que por cuestiones teóricas convincentes o incluso por los asuntos políticos más urgentes de hoy. Es como si los debates acerca de lo que es investigación buena, legítima o valiosa hubiesen sido esquivados por el enfoque de los medios, para llevarla a cabo sin ninguna consideración hacia los fines que se persiguen.

Mientras tales peligros pueden parecer extremos, su efecto real no es menos pernicioso. Esto se debe a que tienden a exacerbar los límites del proceso de revisión por pares para alcanzar la calidad de la investigación científica en las ciencias sociales. Para parafrasear el famoso pensamiento de Winston Churchill respecto de la democracia, diremos que la revisión por pares es el peor sistema de evaluación, pero es mejor que todas las alternativas. Entre otras cosas, la revisión por pares es más difícil cuando se considera lo innovador de la investigación, porque tiende a enfatizar lo que ya se ha vuelto dominante en lugar de lo que podría eventualmente serlo. También tiene limitaciones similares a las de los estudios de impacto, al proporcionar un mecanismo en gran medida autorreferencial para evaluación que puede fácilmente marginalizar potenciales visiones alternas. Esta subjetividad intrínseca de la revisión por pares es destacada por mi propia experiencia como director de la LARR. A pesar de (o tal vez debido a) mis esfuerzos para reunir un panel equilibrado de críticos de manuscritos, a menudo incluyendo al menos un investigador latinoamericano, la mayoría de las veces las tres revisiones de doble anonimato regresan con tres recomendaciones bastante diferentes. Al final, la tarea del editor es intentar discernir cuál es la decisión final "correcta" y/o justa, basándose en una cuidadosa lectura de lo que a primera vista parecen ser tres perspectivas mutuamente excluyentes sobre el mismo relativamente corto estudio, y entonces tratar de explicársela al autor en una forma coherente.

Al final, el reto más grande que enfrenta la investigación latinoamericana y su difusión es la necesidad de legitimar el valor y la necesidad de perspectivas y visiones alternativas sobre las formas de entender el mundo en que vivimos. Ésa fue, en última instancia, una de las principales contribuciones a las ciencias sociales y humanidades por las que la investigación latinoamericana se volvió famosa en las décadas de los sesenta y los setenta. Irónicamente, el eclipsamiento gradual de esas contribuciones en los años ochenta contribuyó a muchos subsecuentes problemas políticos, sociales y económicos, al crear un vacío intelectual rápidamente llenado por el neoliberalismo y el llamado consenso de Washington.

Este reto también facilita magníficas oportunidades para publicaciones como la Revista Mexicana de Sociología. Éstas pueden ayudar a mantener vivos modos de pensar alternativos, proporcionando el espacio para su elaboración y una plataforma para el crecimiento de su influencia. Es una oportunidad que los avances en la tecnología de la información hacen posible mediante la publicación de acceso abierto, que puede derribar no solamente la segmentación de los mercados de investigación, sino también el creciente predominio de las perspectivas estadounidenses.

Al mismo tiempo, la multiplicación de escenarios alternos para publicación, sin considerar el idioma de publicación, requiere filtros y mecanismos para lidiar con las vastas fuentes de investigación que pueden hacerse disponibles. Ésta es la labor de múltiples revistas, cada una representando políticas editoriales y audiencias únicas. De este modo, la subjetividad y los sesgos de la revisión por pares pueden abordarse a medida que los autores buscan el foro más apropiado para publicar su trabajo.

Las universidades y los investigadores de América Latina también juegan un papel crucial en perpetuar alternativas. Esto es lo que hicieron a lo largo de los años sesenta y setenta, incluso cuando los investigadores estaban a menudo marcadamente divididos y, como consecuencia, ocupados en una riqueza de debates que hoy tristemente echamos de menos. El fin de la Guerra Fría pudo haber tenido el efecto aparente de sacar la ideología de los debates políticos, pero en realidad la ocultó e hizo los debates entre investigadores que desarrollaban otras perspectivas aún más importantes. Esto debido a que la simple pretensión de asumir que las perspectivas eran "blanco o negro" ahora ha desaparecido (¡o ha sido sustituida por la religión!), lo que significa que todo está ahora en un área gris cuyos valores, significados e importancia ya no son fácilmente categorizados, y por lo tanto con una mayor necesidad de evaluación y entendimiento minuciosos y matizados. El lugar más apropiado para comenzar sería permitir, e incluso animar, a los investigadores de la región a publicar en una variedad de revistas, no sólo en las estadounidenses de habla inglesa, sino también en las regionales, que podrían efectivamente acceder a la vasta reserva de investigación de manera más eficaz.

También necesitamos recordar que la academia es mucho más que sólo aspirar a tener la mayor cantidad de citas en las revistas. Igualmente importante, nuestro trabajo necesita ser leído. Los legisladores y los políticos, por ejemplo, no escriben en revistas académicas, pero si realmente queremos cambiar el mundo, ése es un público que no debe ignorarse. De manera aún más importante, las generaciones futuras serán los agentes de cambio —algo que la economía política clásica del pasado quizás apreciaba más— y los programas universitarios no están de ninguna manera limitados a las revistas de alto impacto. Justo lo contrario: la riqueza de lo que los estudiantes leen tiene un gran impacto sobre la forma como ven y tratan de entender el mundo en que viven, por no hablar de cómo podrían pensar acerca del mundo en el que les gustaría vivir. Es lo que nos inspiró a muchos de mi generación y a mí a estudiar América Latina para empezar. Es también una razón por la cual la LARR continúa dedicando aproximadamente 40% de su espacio a ensayos de reseñas de libros. Esto definitivamente disminuye el impacto mensurable de la revista —estos ensayos no se escriben para ser citados— pero sin duda alguna tiene un diferente tipo de impacto.

Finalmente, también necesitamos recordar que hay una gran diferencia entre fines y medios. Índices de citas, factores de impacto, conjuntos de datos y metodologías de investigación, por no hablar de la publicación de acceso abierto, son todos realmente medios hacia algún otro fin. Ya sea comprendiendo aspectos importantes de nuestras vidas, las vidas de otras personas, e incluso tan sólo compartiendo con el mundo lo que pensamos, necesitamos no perder de vista lo que es realmente importante. Es por eso que los retos actuales que enfrentan publicaciones como esta revista necesitan verse como oportunidades. Esto asegurará, con la ayuda de la tecnología de las comunicaciones, que los próximos 75 años de la Revista Mexicana de Sociología sean tan ricos y significativos como los primeros.

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