El estudio de las microeconomías autogestivas en las que se involucran los migrantes extranjeros en las sociedades de recepción ha sido un tema abordado con cierto interés por la investigación académica contemporánea (Alba Vega y Braig, 2013; Milgram, 2015; Viruela, 2013; Betrisey, 2007; Bodomo, 2010; Chin, Yoon y Smith, 1996; Smith, 2004; Moreras, 2005; Stoller, 2002). Sin embargo, en el contexto argentino estos análisis no se han desarrollado plenamente. En parte, esto se explica debido a que, históricamente, en Argentina las principales formas de inserción ocupacional de los migrantes -especialmente las de aquellos procedentes de países limítrofes- se han realizado bajo regímenes laborales asalariados, tanto en empleos formales como informales (Texeidó, 2008). No obstante, recientemente se ha comenzado a poner la mirada en el abigarrado mundo de la economía popular transnacional a partir de una serie de investigaciones que indagan tanto en las técnicas como en los sentimientos asociados con las prácticas económicas realizadas de manera autogestiva por los trabajadores migrantes, como las ferias populares (Gago, 2015; Girón, 2011), el comercio ambulante (Kleidermacher, 2013; Maffia, 2010) y una amplia variedad de microempresarialismos (Denardi, 2016; Rodríguez Rocha, 2011, 2012).
Dentro de esta línea de investigación se ha constatado que los migrantes transnacionales, especialmente en los últimos 30 años, participan activamente en los eslabones que dan forma a los encadenamientos mundiales de mercancías relacionados con los circuitos no hegemónicos de la economía global (Aguiar, 2015). Más concretamente, se ha encontrado que estos migrantes-comerciantes compran y venden mercancías fabricadas y copiadas fuera del control legal de los Estados nacionales, las cuales son transportadas en contenedores o en valijas a través de los continentes y de las fronteras para que otros comerciantes -que también suelen ser migrantes extranjeros- las vendan a precios mínimos sin que nadie pregunte por su procedencia (Alba Vega, Ribeiro y Mathews, 2015). Un argumento central de este tipo de estudios es que las actividades por cuenta propia, en especial las enmarcadas en las grandes urbes latinoamericanas, no son un mero epifenómeno de las condiciones político-económicas impulsadas por las instituciones de gobernanza nacionales y supranacionales, sino que, por el contrario constituyen estrategias organizadas transnacionalmente, desde abajo , por los sujetos migrantes, mediante una variedad de mecanismos de los que se sirven para apropiarse y extraer los réditos económicos de la globalización neoliberal actual (Alba Vega, Ribeiro y Mathews, 2015; Gago, 2015; Rivera Cusicanqui, 2011).
Con el objetivo de contribuir a esta línea de estudios, en este artículo analizo sociológicamente las miradas que tienen sobre sí mismos, y sobre las actividades en las que se involucran, un grupo de migrantes extranjeros radicados en la ciudad de Córdoba, Argentina, que poseen bazares donde se vende ropa, bisutería, indumentaria textil y artesanías procedentes de India y China, principalmente. La propuesta es aunar los enfoques que se desprenden de algunas investigaciones que analizan las prácticas que desarrollan los migrantes vinculados con los segmentos no hegemónicos de la globalización económica contemporánea, con otros trabajos surgidos en el campo de las movilidades globales que analizan las percepciones de bienestar de los sujetos.
Como he analizado en un trabajo previo, en el transcurso de los recientes 15 años en la zona céntrica de la ciudad de Córdoba se han consolidado una serie de negocios asociados a los circuitos globales de financiamiento, producción, transporte, distribución y venta de mercancías de bazar (Rodríguez Rocha, 2017). En dicho texto expliqué que distintos grupos de migrantes extranjeros procedentes de diversas subregiones de Asia y África personifican estas microeconomías. El hallazgo principal de tal investigación apunta a que sus iniciativas son al mismo tiempo complementarias aunque profundamente desiguales entre sí. Son complementarias en tanto se incrustan en un mismo encadenamiento global de productos. Por otro lado, se ha encontrado que dichos arreglos dan forma a relaciones desiguales.
Sin embargo, aún no se ha avanzado en los aspectos subjetivos involucrados en estas prácticas. Precisamente, en esta oportunidad indago en las percepciones de bienestar relativo de un grupo de comerciantes dedicados a esta economía del bazar. Por percepciones de bienestar relativo aludo a las miradas que realizan los sujetos a sus propias condiciones de producción y reproducción social, a través de ejercicios de comparación y contraste con respecto a ciertas situaciones, vivencias y condiciones experimentadas por otros sujetos.
El grupo poblacional que le da forma esta investigación está integrado por jóvenes varones de nacionalidad india de origen sikh arribados recientemente a Córdoba. Específicamente, se apunta hacia las ideas que estos actores construyen en torno a los factores que, desde su perspectiva, les permiten acceder a los dominios generadores de bienestar. Mediante el uso de la idea-concepto desigualdades de poder, describo cuáles son y cómo están configurados los marcos de sentido concebidos por los propios sujetos inmersos desde abajo en ciertas reglas, procedimientos y funciones específicas de la economía global no hegemónica de los bazares. Específicamente, me concentro en tres aspectos asimétricos percibidos por los sujetos: 1) las condiciones de producción de otros migrantes-comerciantes dedicados a microeconomías similares a las suyas, que a su vez 2) usan como contraste para construir expectativas de ascenso social y 3) de ejercicio de ciudadanía.
Al tratarse de un estudio empíricamente orientado, en esta oportunidad recupero la información relevada a través de una serie de jornadas etnográficas que realicé en la zona central comercial de la ciudad, desde enero de 2015 hasta el momento de redacción de este manuscrito. Como parte de dicho trabajo de campo he podido entrevistar a 42 informantes que integran distintas redes comerciales conformadas por diversos grupos comunitarios.1 Uno de estos grupos está personificado por los comerciantes sikh. Éstos representan una incipiente red que cuenta con una ramificación en la ciudad de Córdoba, por lo que resulta relevante explorar cómo es que estos sujetos migrantes comienzan a construir parámetros a partir de los cuales estiman sus condiciones de producción y reproducción social.
Precisamente, en la zona central de la ciudad funcionan los únicos cinco bazares regenteados por integrantes de esta red. Cada bazar fue visitado en decenas de ocasiones. Las entrevistas fueron realizadas en estos bazares, principalmente.2 Los encuentros se extendieron entre 15 minutos y cuatro horas, según cada visita. Las entrevistas siguieron el formato del enfoque del curso de vida, que consiste en un diseño de entrevistas longitudinales (Elder, 1999). Estas entrevistas me permitieron, por un lado, reconstruir retrospectivamente las trayectorias de vida de los entrevistados, haciendo especial énfasis en los puntos de quiebre que dan por iniciada o terminada una etapa de su curso vital, siendo especialmente relevantes a) las distintas transiciones educativas experimentadas; b) la salida definitiva de la escuela; c) el ingreso al mercado laboral en origen; d) la decisión del primer movimiento migratorio; e) el itinerario ocupacional de la trayectoria de movilidad hasta el momento de la entrevista. Asimismo, me fue posible enfatizar en las percepciones construidas en torno: f) al contraste entre su posición social de origen, la actual y la esperada; g) al acceso a diversos dominios institucionales; h) y a la construcción de posibles escenarios a recorrer en su curso vital. En esta oportunidad el análisis remite especialmente a los puntos f) y g).
Las preguntas-eje que sirvieron para estructurar el módulo de las percepciones contenido en las entrevistas fueron: “¿Cuál es tu opinión respecto a tus empleos previos en tu país de origen? ¿Cómo concibes tu situación laboral y económica hoy en día? ¿Cómo has llegado a echar a andar este negocio? ¿Qué significa ser propietario de un bazar? Ahora que tienes un negocio de estas características en una ciudad como Córdoba y en un país como Argentina, ¿cuáles son tus planes de inversión y empleo?” Si bien los interlocutores de esta investigación tienen un manejo básico del idioma castellano, las entrevistas fueron realizadas en inglés.
La estructura del trabajo está conformada por esta introducción, una sección teórica-conceptual, otra contextual y una más en la que presento el análisis empírico. El trabajo cierra con un apartado de conclusiones. La sección teórica-conceptual está dividida en dos apartados. En el primero, se trazan los enfoques y las líneas de investigación que me permiten caracterizar los nodos estructurales en los cuales se imbrican las actividades comerciales de los migrantes sikh. En la segunda se desarrollan los antecedentes de investigación que han estudiado las percepciones de bienestar de los migrantes transnacionales. En la sección contextual describo, tanto en clave global como local, el modo de funcionamiento de las microeconomías que personifican los migrantes indios-sikh recientemente radicados en Córdoba. En la sección de análisis empírico, examino, mediante el método etnográfico y haciendo uso de las entrevistas, la información relevada para este trabajo. Finalmente, en las conclusiones realizo un recuento de los aspectos principales de la investigación.
Prácticas económicas de los comerciantes globales no hegemónicos: ejes conceptuales
Como se ha dicho, este trabajo se alinea con una serie de investigaciones que han buscado comprender cómo se configuran las prácticas económicas de diversos grupos de trabajadores subalternos incrustadas, desde abajo, en ciertos segmentos de la economía mundializada (Alba Vega, Ribeiro y Mathews, 2015; Gago, 2015). Si bien en esta oportunidad me concentro en los aspectos subjetivos involucrados en la microeconomía del bazar, considero que es importante describir las estructuras de producción transnacionales en las que se imbrican estas actividades. Para ello, como primer paso hago uso de la idea de sistema económico global no-hegemónico (Ribeiro, 2009) para aludir a una red de campos de poder que existen en relación con otros campos homólogos que poseen la prerrogativa de legitimar y sancionar las normas de lo que es y no es legal y legítimo (Ribeiro, 2006). Lo que sugiero con esta noción es que los mercados, flujos y redes que configuran el sistema económico global no hegemónico suelen carecer del poder suficiente para definir el funcionamiento de la producción y el consumo societal. En una palabra: se trata de formaciones socioeconómicas que se ubican por debajo o al margen del sistema económico hegemónico, que representa los intereses de los Estados nacionales, las grandes corporaciones y los productores regulados. En cambio, el sistema económico no hegemónico se articula con circuitos y segmentos de producción, comercio y consumo que perviven en las liminales fronteras de lo legal/ilegal y lícito/ilícito a nivel planetario.
Desde la perspectiva de este trabajo, se postula que en la actualidad muchas de las actividades empresariales en todo el mundo no cumplen por completo con las normativas estatales, por lo que considerar simplemente como ilegales o clandestinas las actividades comerciales que realizan desde abajo los transmigrantes puede ser un error de interpretación. Así, por ejemplo, una mercancía copiada (o falsificada) en origen puede ser legalmente vendida si cumple con la normativa establecida por los controles fiscales aduaneros e impositivos en el lugar de destino. O bien, una mercancía lícitamente fabricada puede ser importada de manera clandestina a un determinado contexto nacional y vendida en alguna feria informal esquivando una serie de regulaciones estatales. A lo que apunto con esto es que, más que interpretarlas desde los lentes de la legalidad/ilegalidad, formalidad/informalidad, las prácticas económicas desde abajo constituyen mecanismos alternativos a los controles económicos, fiscales y políticos de los Estados nacionales, menos por voluntad de los actores por mantenerse por fuera de las regulaciones estatales, que por la persistente incapacidad de los Estados nacionales de brindar genuinas condiciones de empleo para amplios reservorios poblacionales en todo el planeta.
El segundo paso consiste en comprender cómo dicho sistema está conformado, a su vez, por ciertos encadenamientos mundiales de mercancías en los que distintos agentes encarnan los eslabones que dan funcionamiento a tales entramados. Los hallazgos de algunas etnografías apuntan a que los encadenamientos mundiales de mercancías del sistema económico no hegemónico constituyen los canales primordiales en los cuales circulan buena parte de las actividades de los comerciantes-migrantes contemporáneos (Aguiar, 2015; Gallagher y Porzecanski, 2008; Portes, 2000; Pinheiro Machado, 2008). Estos entramados están conformados por diversos eslabones que, en conjunto, funcionan para que los productos lleguen a destino. Básicamente, el primer eslabón de dichos encadenamientos suele tener origen en localidades en las que están establecidas zonas industriales donde se fabrican las mercancías de bazar (Espargiliere y Monnet, 2016; Tull, 2006). Como se ha investigado, destacan las zonas industriales ubicadas en el sureste de la costa de China, así como entramados industriales de Taiwán, India, Singapur e Indonesia. En estas zonas coexisten fábricas que han desarrollado bases sociotécnicas de sus procesos de producción vinculadas tanto a la economía global hegemónica como a la no hegemónica. Las fábricas vinculadas a la economía global no hegemónica se entrelazan, desde abajo, con otros eslabones del encadenamiento: inversores, abogados, agentes aduanales, funcionarios de gobierno, transportistas, agentes comerciales, vendedores y puntos de venta formal e informal.
El tercer paso consiste en identificar las iniciativas económicas desarrolladas en la práctica por los sujetos que participan de los encadenamientos del sistema mundial no hegemónico. En este sentido, los bazares constituyen un eslabón crucial de los encadenamientos, pues son el punto de consumo primordial de vastos sectores populares que acceden, tanto al por mayor como al por menor, a una variedad de mercancías baratas (Rodríguez Rocha, 2017). Asimismo, funcionan como dispositivos de subsistencia tanto para quienes se autoemplean en dichos negocios como para otros grupos de migrantes extranjeros que no cuentan con el poder suficiente para poseer un bazar y, por ende, devienen revendedores callejeros de las mercancías ahí comercializadas (2017). Ahora bien, ¿cómo construyen sentidos de bienestar los trabajadores migrantes sin patrón involucrados en esta economía global no hegemónica contemporánea? Para responder esta cuestión es preciso describir las lógicas de producción involucradas en las actividades bajo estudio.
Los comerciantes globales no hegemónicos y sus percepciones de desigualdad
Para describir las lógicas de producción concernientes a las actividades relacionadas con la economía del bazar, es preciso retomar la discusión desarrollada por una serie de trabajos centrados en las percepciones de auto-ubicación socioeconómica y bienestar relativo. Dichas investigaciones han sido desarrolladas principalmente dentro de los estudios sobre estratificación y movilidad social (Hout, 2003, 208; Jorrat, 2014). Sin embargo, estas miradas suelen estar ausentes en el campo de los estudios sociológicos y antropológicos de las migraciones (Faist, 2013). Esto se debe en buena medida a un escollo teórico-metodológico con el cual se enfrentan los analistas que intentan concebir cuáles son los sistemas de estratificación que operan en los procesos de autoposicionamiento de los migrantes. El problema tiene que ver con la determinación de los referentes empíricos de las autoadscripciones, pues se asume que los migrantes transnacionales poseen miradas multifocales a partir de las cuales evalúan diversos contextos societales con los cuales comparan su bienestar (Vertovec, 2004).
No obstante, desde hace no poco tiempo algunos trabajos han señalado la pertinencia de interpretar las formas de incorporación laboral de los migrantes internacionales como procesos estructurados de manera relativamente independiente de los canales de movilidad social de las estructuras ocupacionales de los países tanto de origen como destino (Oso, Sáiz-López y Cortés, 2017; Zhou, 2005) . La idea subyacente en dichos trabajos es que, gracias a los procesos de movilidad geográfica que llevan a cabo los sujetos migrantes, se han conformado espacios de producción y reproducción social que se retroalimentan por las funciones que desempeñan y los capitales que poseen éstos y sus redes familiares y comunitarias, así como por las condiciones socioeconómicas, políticas y culturales de los contextos de radicación En este sentido, el análisis de las lógicas de producción involucradas en las propias actividades comerciales desarrolladas por los sujetos migrantes resulta un aspecto central de los estudios que se adhieren a esta postura (Glick Schiller y Salazar, 2013).
Considero que mediante la descripción de las lógicas productivas que permean las actividades económicas de los bazares es factible avanzar analíticamente en la comprensión de las interpretaciones relativas de bienestar que realizan estos comerciantes globales no hegemónicos. En consecuencia, un primer paso consiste en conocer la procedencia de origen familiar de los sujetos. Como ya he explicado en otra oportunidad (Rodríguez Rocha, 2017), los migrantes-comerciantes que poseen bazares en la ciudad de Córdoba son generalmente jóvenes varones pertenecientes a los estratos ocupacionales medios-bajos de sus respectivos países, aunque con cierta capacidad de ahorro. Es decir, son hijos de cuadros burocráticos estatales intermedios, de campesinos con tierra o de comerciantes autónomos, principalmente. Todos estos migrantes asiáticos y africanos cuentan con estudios medios terminados, y en ocasiones con alguna experiencia en la educación superior. Todos pertenecen a redes comerciales diaspóricas que, con variaciones por caso, sirven de soporte para su incorporación a los mercados de trabajo de los diversos contextos de radicación en destino.
Un segundo aspecto que tener en cuenta tiene que ver con las características de las iniciativas que desarrollan los sujetos. Para ello vale la pena describir la puesta en marcha de los bazares que poseen y en los que trabajan los migrantes-comerciantes que forman parte de este estudio. La mayoría de las veces los bazares son regenteados por el titular de los mismos. Estos bazares suelen ser de tamaño pequeño, de base familiar. El uso de mano de obra es escaso aunque intensivo: trabajadores familiares o nativos desempeñan labores de almacenamiento, limpieza y venta (Rodríguez Rocha, 2017). Su funcionamiento se da de la siguiente manera. En primer lugar, los migrantes-comerciantes pioneros suelen recibir en sus propios hogares a otros migrantes recién llegados y los relacionan con otros paisanos. Mayoritariamente, los comerciantes experimentados contribuyen al armado del eventual negocio de los novatos: realizan préstamos financieros que los novatos deberán pagar en tiempos variables; ayudan a conseguir los locales comerciales que arrendarán; sirven de traductores cuando tienen que acudir a las entidades institucionales que habilitan la legalidad de los negocios.
Tanto los bazaristas dueños del negocio como los migrantes que trabajan en éstos pueden ser denominados pequeños capitalistas, como sugieren Alan Smart y Josephine Smart (2015). Este concepto es útil en tanto pone de relieve la experiencia simultánea de las personas involucradas en los negocios, como inversores y trabajadores. A diferencia de la idea de “microempresario”, que posee una ambigua relación entre el capital-trabajo, los pequeños capitalistas que manejan bazares participan del proceso de producción e invierten en el negocio. Es decir, no sólo manejan los bazares por cuenta-propia, sino que invierten capital financiero. Asimismo, contratan mano de obra; es decir, invierten en capital de trabajo. Al mismo tiempo, los migrantes que aún no poseen la capacidad de inversión para echar a andar su propio negocio, pero que pretenden devenir en propietarios, también pueden considerarse pequeños capitalistas, pues su fuerza de trabajo invertida en los negocios les permite aspirar a devenir en dueños eventuales.
La capacidad de inversión constituye el mecanismo fundamental mediante el cual estos pequeños capitalistas echan a andar sus negocios. Si bien se trata de montos ínfimos en comparación con las inversiones realizadas por los agentes macro de la globalización desde arriba, es dable señalar que la disposición de estos capitales repercute en la conformación de una narrativa en la cual el trabajo autónomo constituye una estrategia estrechamente vinculada a una promesa de ascenso socioeconómico. En definitiva, podría decirse que su condición de inversores transnacionales implica que las lógicas de producción que representan estos comerciantes estén más asociadas a la del pequeño propietario que busca la acumulación en lugar de la mera supervivencia. Esta condición permite sugerir que estos comerciantes, a través de sus estrategias de inversión transnacional, encarnan la esperanza de hacerse ricos y alcanzar el éxito.
La red global de comerciantes sikh
Al hablar de comerciantes sikh, en este trabajo se está aludiendo a las personas que se identifican con el pueblo sikh, originario del Punjab.3 El pueblo sikh tiene su origen en dicho espacio geográfico, ubicado en la zona norte de la República de la India, a partir de las disputas religiosas establecidas entre las doctrinas hindú y musulmana del siglo XVI. Estas discrepancias ideológicas paulatinamente habilitaron la concreción de una confesión teológica panteísta que, a diferencia del hinduismo o el islam, puede ser considerada al mismo tiempo una religión, una filosofía de vida o una visión del mundo por sus adscriptos (Devalle, 1990). Desde entonces el pueblo sikh ha debido resistir a las presiones ejercidas por las doctrinas religiosas hegemónicas, tanto en la época de la anexión del subcontinente indio a la Compañía Británica de las Indias Orientales, como en la India colonial, poscolonial y contemporánea.
Históricamente el pueblo sikh se ha dedicado al trabajo agrícola de subsistencia (Breman, 2015). Sin embargo, las generaciones más jóvenes se han distanciado de la figura del campesino representado por sus antepasados y se han insertado en tres sectores económicos principalmente. Por un lado, una minoría se ha incorporado como cuadros administrativos en el Estado y las Fuerzas Armadas. En segundo lugar, una mayoría absoluta se ha volcado como fuerza de trabajo en los sectores informales y precarizados de la economía comercial y de servicios de las grandes urbes del norte de India (Jakobsh, 2004). Finalmente, cálculos no oficiales estiman que alrededor de 10 millones de indios-paquistaníes sikh se han enrolado en las redes comerciales diaspóricas que poseen nodos familiares-comunitarios en ciudades de todo el planeta (Shain, 2003; Breman, 2015).
La inserción laboral de los migrantes internacionales sikh en los diversos contextos societales de emigración ha variado según sus distintos procesos de movilidad transnacional. A finales del siglo XIX y a inicios del XX comenzó lo que algunos han denominado la diáspora de la fuerza de trabajo sikh (Shain, 2003). Los destinos principales fueron Hong Kong, Singapur y Oriente Medio. Posteriormente, Estados Unidos, Canadá y Australia. Con base en los estudios históricos de algunos especialistas, sabemos que primero se insertaron como mano de obra agrícola, después como campesinos sin tierra, y paulatinamente se fueron incorporando a diversos rubros económicos. Sin embargo, a partir de 1960 algunos trabajos han constatado que, al igual que otros migrantes asiáticos, los comerciantes sikh han conformado una red social transnacional distribuida en decenas de ciudades de todo el planeta, principalmente en los rubros del comercio y los servicios de la globalización desde abajo (McCann, 2008). Así, este entramado comercial con alcance global ha devenido para muchos de los pequeños inversores de origen sikh la primera oportunidad real de autoempleo en las sociedades en las que pretenden radicarse.4
Precisamente, en la Ciudad de Córdoba está establecida una incipiente ramificación de la red diaspórica sikh dedicada a la venta minorista de artículos de bazar en establecimientos comerciales formales. En el marco del contexto nacional, Córdoba constituye una ciudad intermedia en lo que respecta a la cantidad de migrantes de origen extranjero radicados en los últimos 30 años.5 La mayoría de la población extranjera es originaria de países de la región sudamericana y sólo unos pocos provienen de países asiáticos y africanos. La comunidad sikh constituye una parte mínima dentro de esta segunda agrupación poblacional. A pesar del escaso tiempo desde su radicación, estos migrantes extranjeros se han instalado en el paisaje comercial de la ciudad.6 A diferencia de los pequeños capitalistas de origen chino que poseen bazares polirrubro, que fueron parte de un trabajo previo (Rodríguez Rocha, 2017), estos comerciantes se dedican a la venta de indumentaria textil, principalmente femenina -vestidos, camisas, bolsos, calzado, abrigo, etcétera-, así como artesanías, bisutería y artículos de decoración personal y para el hogar. Por otro lado, no disponen de los equivalentes capitales económicos y sociales que sus contrapartes de origen chino. En tal sentido, en este trabajo se ha observado que si bien los comerciantes sikh realizan inversiones de capital financiero para echar a andar sus negocios, los montos son significativamente menores a los invertidos por los comerciantes chinos. De manera similar, estos comerciantes no invierten en capital de trabajo; son al mismo tiempo propietarios y trabajadores de sus propios negocios. Podría decirse que se trata de pequeños capitalistas incipientes o pequeños capitalistas de fase inicial o primaria.
En relación con los atributos sociales de la red que integran en la ciudad de Córdoba, es posible decir que ésta se encuentra en una etapa de asentamiento, en el sentido que algunos investigadores les imputan a los procesos iniciales de establecimiento de las relaciones sociales de producción que llevan a cabo los migrantes en los lugares de radicación (Glick Schiller, Caglar y Guldbrandsen, 2006). Con base en los datos revelados por esta investigación, se pueden distinguir dos grupos de pequeños capitalistas que participan en esta red. El primero está personificado por comerciantes varones mayores de 50 años de edad, que poseen complejas trayectorias migratorias y laborales desarrolladas en diversos países tanto del norte como del sur-global. Estos comerciantes arribaron al país entre las décadas de los años ochenta y noventa y se establecieron principalmente en Buenos Aires, aunque algunos se relocalizaron en las provincias de Córdoba, Salta y Tucumán. El segundo grupo está conformado por jóvenes varones menores de 30 años de edad. Al igual que sus predecesores, éstos se instalaron inicialmente en Buenos Aires para después arribar a Córdoba. Asimismo, han emigrado sin acompañantes familiares. Al instalarse en Córdoba, se emplearon en los negocios de los comerciantes con mayor experiencia, para luego establecer sus propias tiendas en la zona céntrica de la ciudad.
Por último, las condiciones bajo las cuales estos comerciantes-migrantes llevan a cabo sus estrategias de resolución de vida, en especial los recién llegados, están reforzadas negativamente por una desigual garantía de oportunidades propiciada por las instituciones regulatorias migratorias nacionales. Es decir, la vigente Ley Nacional de Migraciones 25.871, que por un lado favorece la legal residencia de los extranjeros provenientes de países que son parte del Mercosur, por otro establece medidas que constriñen la legal residencia de personas provenientes de países extra Mercosur, a través de una serie de requisitos de difícil cumplimiento que se contraponen al espíritu normativo de la libre circulación humana.7 Puesto que estos comerciantes-migrantes se reivindican étnicamente como integrantes del pueblo sikh, en el momento de su ingreso en el territorio argentino han solicitado al Estado nacional8 un pedido de refugio humanitario. Hasta el momento, ninguno de los interlocutores de esta investigación ha sido notificado de su petición. Mientras esperan la resolución de su solicitud, cada tres meses tienen la obligación de acudir personalmente a la Delegación Nacional de Migraciones para renovar su certificado de residencia precaria, con el cual pueden permanecer legalmente en el territorio nacional. Como se explica más adelante, esta situación jurídico-migratoria en la cual se reproducen sus condiciones de producción social incide en sus proyecciones socioeconómicas en el territorio nacional, condicionando sus percepciones de bienestar social.
Desigualdades de poder
A continuación, mediante la idea-concepto “desigualdades de poder”, analizo un tropo de percepciones que me permiten abordar las visiones que los migrantes-comerciantes sikh construyen respecto a la posición social relativa que ocupan en las estructuras que configuran al entramado mundial de mercancías de bazar. Como se constata más abajo, esta concepción permite echar luz sobre las variaciones de sentido desarrolladas en torno a las posiciones que ocupan, tanto ellos como otros comerciantes en dicho entramado económico. Como argumento, los migrantes-comerciantes sikh evalúan sus posibilidades de ascenso social, así como el papel de las regulaciones estatales tomando como referencia a sus contrapartes de origen chino. Como en toda relación de fuerza, los migrantes-comerciantes sikh evalúan su bienestar enfrentando su realidad con la representada por aquellos que detentan el poder para acceder a las posiciones jerárquicas en dicho entramado comercial.
Dos de los cinco bazares regenteados por migrantes sikh localizados en las calles del centro de la ciudad de Córdoba son propiedad de comerciantes arribados en la década de los años noventa. Babu,9 uno de estos comerciantes pioneros, ha sido el principal vehículo mediante el cual Milo, Dim y Nigum -tres jóvenes migrantes que están llevando a cabo su primera experiencia de movilidad de ultramar- pudieron instalarse en la ciudad y, progresivamente, aprendieron a llevar adelante sus respectivos bazares. Estos jóvenes han sido los interlocutores principales de esta investigación. Los tres eran vecinos en su natal Ramraj, un pueblo predominantemente agrícola aledaño a la ciudad de Muzaffarnagar, en el estado más poblado de la República de la India, Uttar Pradesh. Actualmente, comparten la vivienda. Los fines de semana cocinan a pedido una diversidad de platillos indios típicos para eventos sociales. Su aspiración es, en un futuro no lejano, alquilar una vivienda de mayor tamaño ubicada en la zona norte de la ciudad, tanto para vivir ahí como para echar a andar un restaurante. Mientras tanto, trabajan en sus bazares con horario corrido de 8:30 a.m. a 19:00 p.m., de lunes a viernes. Los tres locales cuentan con computadora personal y teléfono inteligente. Pasan los días conectados con su familia en India; mantienen contacto con otros familiares y amigos que viven en distintas ciudades, en diversos continentes, todos propietarios tanto de tiendas similares a las suyas y restaurantes indios típicos, principalmente.
Milo fue el primero de este pequeño grupo de comerciantes en instalarse en la ciudad. Pronto cumplirá siete años en Córdoba. Durante el primer año trabajó en el bazar de Babu. Él le enseñó las palabras, frases y demás códigos lingüísticos principales con los cuales relacionarse con la clientela que lo visitaría. También lo introdujo en la estética decorativa del bazar. Asimismo, fue quien le enseñó cuáles serían los trámites legales y fiscales primordiales para la puesta en marcha del negocio. Por su parte, Milo ha realizado una tarea idéntica con Dim y Nigum, que arribaron a Córdoba a mediados de 2015, para facilitar sus procesos de radicación.
Los tres locales donde funcionan los bazares son muy pequeños. En ninguno la superficie supera los 2x3 mts2. En las paredes, en el techo y por el piso se disponen de manera abigarrada las prendas, las artesanías y las decoraciones que venden. Los tres bazares están ubicados en las avenidas principales del centro de la ciudad. Su fisonomía se distingue del resto de los comercios: en los carteles exteriores de los bazares figuran el rostro de la Madre Teresa de Calcuta, una imagen de Buda y otra de Ganesh, respectivamente. Ninguno de estos símbolos es propio de la cultura sikh. Sin embargo, estos jóvenes saben que la iconografía descrita representa lo que la clientela argentina imagina sobre lo “indio”. Actualmente, estos comerciantes son autosuficientes económicamente. Como pequeños capitalistas, sin embargo, pretenden acrecentar su capital, poniendo a funcionar otros negocios.
Todos los productos que se venden en los bazares de estos migrantes-comerciantes están fabricados en India y China. Acceden a las mercancías a través de un distribuidor indio de origen sikh radicado en Buenos Aires al que ninguno de ellos conoce personalmente. Por medio de esta relación comercial han equipado sus bazares con una extensa variedad de artículos. Sin embargo, hasta el momento ninguno ha realizado inversiones de capital de trabajo. Asimismo, la red comercial que integran en Córdoba no se ha desarrollado suficientemente como para contar con importadores y distribuidores propios. Como pequeños capitalistas transnacionales, para evaluar su bienestar social constantemente se comparan con otros comerciantes semejantes. En este caso, los comerciantes chinos funcionan como una referencia constante. En las entrevistas con Milo, frecuentemente emanaba la cuestión de cómo hacer “crecer” su negocio. Para él, los “bazares chinos” funcionan como una referencia a partir de la cual contrastar sus propias prácticas económicas. Para Milo, los comerciantes chinos constituyen la personificación del empresario global, aunque no hegemónico, profundamente poderoso:
En China se hace todo, ellos mismos fabrican las mercancías, las ingresan en los países y se las pasan a otros [comerciantes chinos] y ellos las venden […] son todos parte de lo mismo […]. Ellos conocen a las autoridades argentinas, ellos tienen contactos, negocios con la aduana […], ellos mismos importan lo que quieren. Yo quisiera importar directamente pero es difícil. Por el momento sólo tengo contacto con un distribuidor que me presentó Babu y con él hago negocio, pero no he formado un negocio que sea parte de todo [el entramado], como los chinos. Todavía no soy suficientemente grande para eso.
Desde la perspectiva de los comerciantes sikh, las funciones de poder que ejercen sus contrapartes chinas en el encadenamiento mundial de mercancías de bazar constituyen un marco referencial hacia el cual orientar sus autoevaluaciones socioeconómicas: se trata de comerciantes con capacidades de inversión y organización productiva que les permiten, desde su visión, ser protagonistas de un entramado equivalente al cual ellos se relacionan. Al mismo tiempo, el contraste con las prácticas económicas de los migrantes chinos les ha permitido interpretar las desventajas que tienen que sortear para posicionar sus propios negocios. Presuponen que la red de la que son parte no dispone de los recursos que las de origen chino sí poseen: no importan directamente las mercancías que comercializan, no cuentan con agentes aduanales propios, no alquilan locales de gran superficie, no contratan mano de obra. En otras palabras, hasta el momento sus negocios aún no disponen del poder para convertirse en pequeños capitalistas con cierta capacidad de acumulación. No han “crecido lo suficiente” para destinar las ganancias a otros negocios.
En los siguientes extractos de entrevistas realizadas con Dim y Nigum, respectivamente, se ilustra de manera semejante lo dicho por Milo:
El negocio es mejor si se trabaja en grupo […], es más fuerte […] Yo ahora estoy solo, pero si hago un negocio con socios o familia en un local más grande, hago más dinero […]. Ellos (los comerciantes chinos) ya comienzan grandes y sólo se pueden hacer más grandes […]. Yo comienzo solo y pequeño y es difícil ser más grande. Nosotros tratamos con una persona sikh que vive en Buenos Aires y está bien, pero no es amigo ni familia. Los chinos viajan en grupo. En familia. Son grandes. Ellos importan y distribuyen.
Yo trabajo todo el día y vivo para el negocio. Puedo mandar plata a India también. Mi familia lo agradece. Y mi [negocio] está bien surtido. Pero no puedo todavía ahorrar para el restaurante. Espero [que la economía] mejore. Yo quiero [invertir en] el restaurante. El bazar está bien, pero si trabajamos en grupo, es mejor. Acá no hay restaurantes verdaderos indios. Nosotros ponemos restaurante indio, hacemos menú, trabajamos en la noche y en el día trabajamos en bazar. Así crecemos y podemos estar mejor.
Podría decirse que el ejercicio de funciones de poder en la estructura del encadenamiento mundial del bazar constituye un ideal que en algún momento estos comerciantes desearían que su propia red comercial asumiera. Dicha aspiración repercutiría, desde su perspectiva, en la construcción de otras estrategias de inversión mediante las cuales ascender socioeconómicamente. En tanto, las actividades llevadas a cabo por estos sujetos migrantes pueden interpretarse como estrategias comerciales que, como cualquier otra actividad capitalista, se realizan en la búsqueda de incrementar la riqueza. La puesta en marcha de un restaurante propio sería parte de ese anhelo.
Sin embargo, estas aspiraciones de ascenso social están en parte mediadas por dispositivos estatales que estructuran diferencialmente las actividades de estos migrantes en el entramado de la economía global del bazar. Como ha sido explicado en otros lugares, los comerciantes chinos integran redes sociales comunitarias globales fortalecidas y legitimadas por las instituciones oficiales del gobierno socialista chino (Grimson, Ng y Denardi, 2016). A partir de la reforma política de 1979, el gobierno chino ha realizado esfuerzos materiales y simbólicos por promocionar a la cultura socialista hacia el exterior a través de la construcción de puentes económicos con las diversas organizaciones comerciales de ultramar (Ibid.). Ello ha contribuido a la formación de una poderosa diáspora global de migrantes que se han incorporado a los países de llegada a través de su participación en los múltiples componentes de las cadenas mundiales de mercancías. Al respecto, se ha documentado que las comunidades chinas de ultramar han encontrado en el negocio de los bazares un espacio crucial en sus procesos de incorporación económica en las sociedades de inmigración (Smart y Hsu, 2004).
Por contraste, la diáspora sikh personifica a un pueblo étnico marginalizado de las estructuras hegemónicas de producción económica y simbólica en la República de la India. Como fuerza de trabajo global desplazada política y económicamente de su lugar de origen, los integrantes de esta red diaspórica-comercial han debido desarrollar, sin ningún respaldo institucional-oficial, formas de resolución de vida alternativas a los sistemas económicos hegemónicos y a los regímenes laborales globales. Por otro lado, aunque estos comerciantes-migrantes cuentan con la aspiración de ascender socioeconómicamente mediante negocios emplazados en el territorio nacional argentino, las percepciones que han construido de su bienestar social están referidas a las constricciones estatales propiciadas tanto en origen como en destino.
Al respecto, Milo, en varias de las conversaciones que tuvimos, apuntaba hacia las condiciones de desigualdad jurídica que él como extranjero extra Mercosur ha experimentado no únicamente en relación con sus garantías universales como ciudadano, sino respecto a la construcción de eventuales proyectos de inversión económica. Al no ser sujeto de resoluciones efectivas por parte de la Comisión Nacional para el Refugiado (Conare),10 las proyecciones de vida de Milo en Argentina se han visto doblemente afectadas:
Yo trabajo todo el día, todos los días, los domingos me dedico a dormir todo el día, porque en la semana sólo trabajo. Pero está bien así […]. En India se trabaja mucho toda la vida y uno se no va a ir para arriba nunca. A mí, por ser sikh, me incendiaron mi granja de pollos. Me quise ir... No quiero volver más. Uno nunca va a subir en India. Acá es más fácil subir socialmente. Pero [las instituciones estatales] afectan mucho. Es como si uno no existiera. Yo pago impuestos, yo pago alquiler de local. Y no me resuelven mi petición de refugio […]. Cada tres meses tengo que ir a renovar. ¿Y qué pasa si no me renuevan? Me sacan de aquí. Yo invertí mi plata en Argentina ¡y si me sacan! Es como si no fuera útil para Argentina. Sólo quieren a los [migrantes limítrofes], que son de Bolivia y Paraguay. Acá si uno no es de Bolivia no sirve. Pero pasa también con los chinos. Ellos tienen ayuda de su país, y con el gobierno argentino está todo bien con ellos. Nosotros somos de Asia también, invertimos también, no robamos, pero no es lo mismo. Somos distintos […]. Y si uno acude a la embajada de la India, en lugar de ayudar, te roban, te tratan mal, te humillan. No sirve, mejor no acercarse a la embajada.
Desde la visión de estos actores, su condición como migrantes extra Mercosur implica una doble desventaja. Se perciben como individuos confinados en categorías de ciudadanía de segunda clase. En primer lugar, interpretan que los migrantes limítrofes personifican al migrante deseado por el Estado nacional. Esta percepción rompe con las tradicionales visiones académicas y del sentido común que han señalado que los migrantes limítrofes constituyen elementos disruptivos de la cultura nacional europeizada. Desde la perspectiva de los comerciantes indios sikh, aunque ellos mismos posean mayores capitales económicos que muchos migrantes procedentes de países limítrofes que suelen insertarse como fuerza de trabajo asalariada en empleos precarizados, su situación es considerablemente más desfavorable debido a una disposición adscriptiva negativa; en especial, la nacionalidad. Por otro lado, perciben que los comerciantes chinos dedicados a actividades equivalentes a las suyas, al estar respaldados por el gobierno de su país de origen, disponen de ciertos capitales económicos y simbólicos con los cuales hacen frente a las constricciones jurídico-estatales dispuestas por el gobierno argentino. Se trata de una percepción de desventaja condicionada por una disposición de poder desigual con respecto a los otros migrantes extranjeros, tanto limítrofes como extra regionales. Así, es posible decir que las regulaciones estatales son concebidas como una base social desnivelada en la cual llevan a cabo sus actividades comerciales con el fin de ascender socio-económicamente y acceder a cierto bienestar social. De manera similar, para Dim esta doble desigualdad ha constreñido sus proyecciones de vida futuras:
El trabajo es el camino para llegar a la meta […] y la meta es tener trabajo para tener más plata. Yo quisiera poner el restaurante con Milo y Nigum. Podemos tener los bazares, trabajar en el día en ellos y en la noche ir al restaurante a trabajar. Así puedo casarme con mi novia el año que viene. Puedo tener muchos negocios […], lo que pasa es que primero necesito tener la residencia […], pero ahora no puedo pensar en nada, no puedo hacer negocios si no me resuelven mi situación [migratoria], no puedo planear nada sin la resolución de mi petición de refugio. Es algo que no deja pensar.
Los relatos sustentados en experiencias previas de persecución y hostigamiento que el pueblo sikh ha sufrido en India están corroborados en distintos trabajos académicos y no académicos que investigan los procesos que conducen a esta población a solicitar refugio humanitario en diversos países (Tatla, 1999; McCann, 2008, 2011). En el contexto argentino, estos testimonios constituyen, en cambio, una novedad para el campo académico y para los tomadores de decisiones de política pública. La relevancia de este hecho se amplifica si se considera que las percepciones de trato diferencial emanadas de las entidades regulatorias estatales nacionales que han construido estos actores tienen un efecto considerable en la imaginación de eventuales escenarios de inversión económica. Esto resulta especialmente dramático si se considera que estos migrantes han solicitado protección institucional ante situaciones concretas de persecución política en su país de origen y, no obstante, no han obtenido respuesta oficial de las instituciones migratorias nacionales. De tal forma, son entendibles las sensaciones percibidas de doble desventaja: por ser parte de una diáspora no acompañada por las instituciones de su país de origen y por las barreras y constricciones interpuestas por los estatutos legales que en Argentina discriminan negativamente a los migrantes extranjeros que no provienen de países que son parte del Mercosur.
Palabras finales
El presente trabajo pretende echar luz sobre el tratamiento de las percepciones de bienestar social relativo que ha construido un muy reducido grupo de migrantes extranjeros de origen indio-sikh de reciente inmigración en el territorio nacional argentino. Para ello, se ha realizado una integración analítica entre las líneas de investigación que han examinado cómo se imbrican las prácticas económicas de los actores subalternos, en especial los migrantes transnacionales dedicados al comercio minorista relacionado con los bazares en los que se venden artículos procedentes de países asiáticos, con otras que han abordado los procesos de autoposicionamiento socioeconómico que realizan los individuos para evaluar su bienestar social. Esta propuesta permite describir cómo se articulan desde abajo las prácticas económicas bajo estudio, con los entramados globales de producción y comercialización de mercancías de bazar. Asimismo, a través de una mirada sistémica, se ha podido enfatizar en las constricciones de poder que moldean diferencialmente estas prácticas y estos encadenamientos en la economía global. A partir de esta descripción sociológica, el trabajo ha buceado en las lógicas productivas que conducen a los autoposicionamientos socioeconómicos de estos sujetos migrantes. El análisis de las lógicas productivas se ha basado en una caracterización de las actividades comerciales de los pequeños capitalistas de origen sikh. Mediante una serie de jornadas etnográficas y a través de la instrumentación de entrevistas, se han podido construir datos que permiten señalar que a partir de una determinada disposición de capitales económicos y sociales, estos migrantes comerciantes se representan sus condiciones de bienestar social a través de un tropo de significaciones que he denominado “desigualdades de poder”, a partir de las cuales realizan contrastes permanentes de sus prácticas económicas con otras llevadas a cabo por comerciantes semejantes, especialmente los de origen chino. Se ha podido ver que si bien los comerciantes sikh han logrado posicionar sus negocios en el paisaje urbano-comercial de la ciudad de Córdoba, aún no han podido posicionarse de modo equivalente a sus contrapartes de origen chino en el entramado mundial de mercancías de bazar. En segundo lugar, se ha constatado que este contraste ha repercutido tanto en sus percepciones de bienestar como en sus aspiraciones de ascenso social, pues desean devenir en empresarios similares a los comerciantes chinos. Desde su perspectiva, ello les permitiría no sólo disfrutar de mejores condiciones de bienestar, sino invertir en otro tipo de negocios en el futuro.
Un tercer aporte del trabajo ha sido echar luz sobre las percepciones asociadas con las oportunidades que impide/habilita el marco regulatorio-institucional en el cual estos migrantes extranjeros pretenden ejercer sus garantías ciudadanas universales. Si bien es cierto que para estos migrantes-comerciantes su condición como solicitantes de refugio por razones humanitarias no les ha impedido poner en funcionamiento sus propios negocios, sí ha implicado que tanto sus proyecciones económicas como su estabilidad emocional se vean considerablemente afectadas, debido a que su solicitud de refugio aún no ha sido efectivamente procesada por las instancias regulatorias pertinentes. Así, estos sujetos migrantes han desarrollado concepciones de trato institucional desigual con respecto tanto a los migrantes limítrofes como en relación con otros migrantes extra regionales. De nuevo, mediante un ejercicio de comparación, perciben un escenario desventajoso para sus estrategias de producción y sus condiciones de reproducción social.
Esto permite apuntar hacia una eventual propuesta de ampliación en la cobertura y la salvaguarda de los derechos humanos de los migrantes extra regionales en Argentina. Un marco requisitorio jurídico y burocrático igualitario para todos los migrantes extranjeros que pretendan radicarse en el territorio nacional tiene el potencial de garantizar un piso mínimo indispensable de oportunidades para desarrollarse como individuos sujetos de derecho. En cambio, la discriminación de los derechos migratorios dado el origen nacional de los migrantes impide la libre realización de las actividades básicas que la propia Ley 25.871 pretende garantizar. Esto permite suponer que las barreras burocráticas impuestas por las instituciones estatales que regulan la órbita de las migraciones en Argentina inhabilitan de jure el disfrute de los derechos normativamente consignados pues, como se ha explicado en este trabajo, dichas constricciones estatales cercenan negativamente las proyecciones de vida de los migrantes, condicionando sus percepciones de calidad de vida y bienestar social.