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Revista mexicana de sociología

versión On-line ISSN 2594-0651versión impresa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.85 no.3 Ciudad de México jul./sep. 2023  Epub 01-Sep-2023

https://doi.org/10.22201/iis.01882503p.2023.3.60782 

Reseñas críticas de libros

Natividad Gutiérrez Chong (2021). Jóvenes e interseccionalidad: color de piel-etnia-clase. Zona Metropolitana del Valle de México. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales, 207 pp.

Yunuen Manjarrez Martínez1 

1Universidad Veracruzana

Gutiérrez Chong, Natividad. 2021. Jóvenes e interseccionalidad: color de piel-etnia-clase. Zona Metropolitana del Valle de México. México: Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Sociales, 207p.


El proyecto de investigación “Jóvenes de identidades diversas en dinámicas metropolitanas”, realizado por la socióloga Natividad Gutiérrez Chong, da lugar a este libro, resultado del primer diagnóstico de dos que integran la investigación, que a la vez es el primer volumen de ésta, bajo el título Jóvenes e interseccionalidad: color de piel-etnia-clase. Zona Metropolitana del Valle de México.

Esta investigación de gran calado, como otras publicadas por la autora, se ubica en los campos de estudios sobre la desigualdad, sobre las juventudes, y en trabajos interdisciplinarios que acogen la interseccionalidad como una línea de investigación que se abre paso en México. Esta extensa investigación se constituye como una valiosa aportación a dichos campos a partir de las voces de las y los jóvenes de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), para inquirir y profundizar en experiencias de opresión y privilegios, y es un parteaguas para conocer de cerca a las y los jóvenes metropolitanos y su percepción sobre la diversidad, la desigualdad, la discriminación y las oportunidades de vida.

La autora coloca en el centro del libro una indagación minuciosa, creativa y multidimensional sobre ventajas, exclusiones e identidades que experimentan y observan las juventudes de uno de “los conglomerados urbanos más importantes del mundo” (p. 99), a partir de un enfoque interseccional que se despliega teórica, metodológica y empíricamente en torno a la triada “raza-etnia-clase”, la cual vertebra el análisis, e incluye el género. Aunque este último vector no ocupa un lugar central, siendo el género una de las categorías de diferenciación que ha dado origen a la interseccionalidad junto con la de raza, la información que es presentada de forma diferencial mantiene la perspectiva del punto de vista de las mujeres y de identidades no binarias.

Autoras feministas han señalado que la interseccionalidad tiene la capacidad de mostrar la complejidad social de forma específica y situada, ahondando en la comprensión de la manera en que diferentes sistemas de poder y circunstancias de las personas se influyen mutuamente. Como indica Gutiérrez Chong, “prevalece la interconexión entre distintos marcadores o vectores que no se pueden analizar en aislamiento” (p. 17). Este principio guía la investigación sobre las percepciones de la juventud de la ZMVM y con el enfoque interseccional analiza vectores “de clase social, color de piel y etnicidad, aplicados a tres grupos de edad” (pp. 11-12).

Con este punto de partida, la autora generó conocimientos de frontera al incluir sectores que usualmente no están presentes en los estudios sobre desigualdad, como la juventud privilegiada, y analizar la complejidad de las divisiones sociales y las diversas identidades que experimenta la juventud. Es patente la profundidad del análisis cualitativo con los cruces entre clase-etnicidad y clase-raza pues, aunque la juventud comparte marcadores de etnicidad, color de piel o acceso a educación, se experimentan de forma diferente en las correlaciones indígena-pobre, blanco-rico, mestizo pobre o rico.

Podemos ver que la complejidad está presente en tres aspectos centrales de la obra. Por un lado, los temas que abarca el estudio; por otro, la metodología, y en tercer lugar, las experiencias recabadas a través de las voces de las y los jóvenes.

Desde tres temas se aborda a la juventud metropolitana: 1) su composición por raza, etnia y género; 2) las experiencias de discriminación, y 3) las percepciones de privilegios-oportunidades o falta de éstos. Es relevante el posicionamiento de la autora ante la categoría de raza como construcción social, experiencia de estratificación y exclusión histórica, definida con referencia al color de piel y a la apariencia física, mas no como determinante biológica.

La autora y sus colaboradores desplegaron un trazado metodológico interseccional amplio que articuló lo cualitativo con lo cuantitativo, evidencia del trabajo en equipo en el diseño, el piloteo y la aplicación de los instrumentos. Ésta es una característica destacada de la investigación: lograr una complementariedad de datos que fortalece el análisis interseccional, al ocupar metodologías cualitativas como la etnografía y la entrevista, e integrar el estudio estadístico. El tamaño de la muestra de 1 200 jóvenes fue relevante para dar confiabilidad al diagnóstico.

Una herramienta notoria es la metodología para la autopercepción del color de piel y de apariencia física, basada en un colorímetro de tonos de piel y una investigación antropofísica sobre “el rostro del mexicano”, diseñados, respectivamente por el Departamento de Investigación Aplicada y de Estudios de Opinión y el Instituto de Investigaciones Antropológicas, ambos de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Las voces de las y los jóvenes de la ZMVM son el dato cualitativo por excelencia que enriquece la obra, con lo que Gutiérrez Chong penetra en las subjetividades, las experiencias y las percepciones sobre cómo ellos y ellas viven y disciernen la estratificación social que da pie a exclusiones u oportunidades.

En cuanto a la organización de la obra, el libro está dividido en nueve capítulos, una introducción y un balance general de resultados, además de los apartados de fuentes y de los índices de gráficas, imágenes, mapas y tablas. La proporción de los capítulos está en equilibrio; sin embargo, el capítulo referente a los resultados cuantitativos destaca por la densidad de datos sobre la Encuesta 1200.

Este texto está escrito de forma accesible, para que lectores y lectoras aprecien la complejidad social que inscribe, llevados de la mano de la autora. Resalta el uso de notas al pie de página como guía conceptual e interactiva, así como espacio de enriquecimiento con reflexiones y referentes a tópicos de actualidad o materiales culturales ligados a los temas de cada capítulo. Un aspecto novedoso es la posibilidad de interactuar con las bases de datos, transcripciones de entrevistas y materiales audiovisuales producidos en la investigación, señalados para su consulta en la página web Juventidades. Al proponer un ir y venir entre el texto impreso y el sitio web, la experiencia de lectura se complementa, actualiza y amplía con el repositorio de bases de datos, acervo fotográfico y videos con testimonios de las y los jóvenes (consultar al respecto: <https://juventidades.sociales.unam.mx/>).

En los dos primeros capítulos, Gutiérrez Chong sienta las bases para apreciar la profundidad y la complejidad que aporta el enfoque interseccional en el estudio de las desigualdades y los privilegios sociales de la juventud. El planteamiento teórico nos adentra en una constelación de estudios de diversas procedencias, sobre todo del feminismo negro, y se sitúa en el contexto histórico y social mexicano. El balance de las contribuciones y los reveses de la interseccionalidad evidencia la riqueza que aporta como concepto y herramienta en la comprensión de las interacciones de marcadores de clase, raza-etnia en sistemas sociales injustos que crean desigualdades, exclusiones, pero también oportunidades y privilegios, y con ello engarza el modelo específico del estudio.

En el capítulo “Metodologías de la interseccionalidad”, encontramos cómo se diseñó este diagnóstico sobre las variables de raza, etnia, clase y sexo, en tres grupos de edad que van de los 15 a los 29 años. De forma muy clara, presenta la complementariedad de métodos e instrumentos, con la Encuesta 1200, el cuestionario a profundidad y las tarjetas del colorímetro. Muestra la cobertura geográfica del estudio en la ZMVM y refiere los productos audiovisuales que enriquecen el trabajo.

El capítulo III presenta una perspectiva amplia que arrojan las cifras de la Encuesta 1200, al mostrar la composición y la opinión sobre las condiciones en que vive la juventud de la ZMVM. Los resultados cualitativos están organizados a partir de los rubros estudio, trabajo, ingresos, transporte, religión, percepciones de movilidad social, derechos humanos, discriminación, entre otros, con los que se nos describe la diversidad de la juventud de la urbe, claramente distinguido por las dimensiones sociales de sexo, género, lugar de residencia, etnicidad, color de piel.

El capítulo IV contextualiza el espacio geográfico del diagnóstico desde la perspectiva histórica del crecimiento urbano del Valle de México, para adentrarnos en el lugar donde viven las y los jóvenes participantes. Da cuenta de que ellos y ellas se autoperciben mayormente como mestizos/as, seguido de la pertenencia étnica a algún grupo originario, y que el contacto multicultural o multinacional es escaso, con todo y el contexto de migración de la metrópoli.

En el capítulo V, Gutiérrez Chong aborda las percepciones sobre la educación y el acceso a las mejores escuelas, y da pauta para realizar un análisis de la sociedad mexicana en torno al racismo, el clasismo y la diversidad étnica. Vemos que los jóvenes de distintas delegaciones y municipios establecen la relación entre “color de piel y acceso a la escuela”. La autora identifica que entre la juventud hay reflexiones sobre el racismo y la discriminación; aporta testimonios de la percepción de los blancos como privilegiados, para asistir a las mejores escuelas, así como del rechazo al racismo “anti indígena y anti afrodescendiente” (p. 130), y la percepción sobre las oportunidades que alcanzan desde la autosuperación. Dos hallazgos son la sensación sobre los jóvenes asiáticos como privilegiados, explica la autora, debido a la exposición a los medios con contenidos de naciones como China, Japón o Corea, y que los entrevistados no se perciben a sí mismos como discriminados ni que hayan ejercido discriminación. Esta negación oculta el dolor que causa reconocerlo en carne propia y está en sintonía con el mito del no racismo en México.

Con este antecedente, los capítulos VI al IX van sumergiendo al lector/lectora en la profundidad de una sociedad desigual, racista y clasista. El capítulo VI da cuenta de la opinión que hay sobre jóvenes indígenas y afrodescendientes, que los sitúa en la precariedad, la violencia física y simbólica, y el reconocimiento de que la percepción de la discriminación tiende a normalizarla, ante divisiones sociales de raza y etnicidad.

Este capítulo contrasta con el siguiente, que reúne las percepciones sobre la juventud privilegiada y esclarece que desde las apreciaciones de las y los entrevistados “la reproducción de la cadena: oportunidad, privilegio, riqueza, educación, apariencia física de persona blanca, es contundente” (p. 150).

El capítulo VIII está dedicado a analizar la autopercepción con el apoyo de tarjetas de identificación de rostros y tonos de piel. Un recurso cualitativo creativo fue la pregunta por la elección de pareja ideal, que mostró la tendencia entre las y los participantes a describirse en un tono más claro de piel y centralmente en dos fenotipos de apariencia blanca. Así, el racismo introyectado se materializa en una búsqueda o continuidad por privilegios y oportunidades, en la que el blanqueamiento y la apariencia física son relevantes.

Las preguntas “¿Qué es la pobreza?” y “¿Qué es la riqueza?” despertaron interés entre las y los entrevistados, lo que los colocó en el ámbito de la desigualdad social. En el capítulo IX se presentan respuestas sobre lo bueno y malo de estas condiciones, que al enlazarse nos hablan de la opresión, por ejemplo, en la intersección de pobreza con joven, “indígena, afro, moreno, negro”; y de la dominación, en la conjugación de riqueza con “joven, blanco, ascendencia europea” (p. 189).

El acápite final, con el balance del diagnóstico, recupera los hallazgos a la luz del contexto de transformaciones culturales de las juventudes metropolitanas y demuestra las formas en que se sitúan los privilegios y la falta de oportunidades.

En efecto, el libro logra una articulación interseccional que profundiza en los sentidos de las divisiones sociales y no se limita a la triada de raza-etnia-clase, sino que abarca diferentes marcadores, como lugar de residencia, acceso a la escuela o contacto multicultural, a partir de las voces de las y los jóvenes metropolitanos.

Esta investigación es también un paisaje de una sociedad persistentemente estratificada e injusta. La intersección de clase-raza-etnia con la correlación entre indígena-pobre, entre blanco-rico, y mestizo rico o pobre, da pauta para ahondar en investigaciones sobre las divisiones sociales y la discriminación. El lugar de residencia como otro distintivo de la clase es relevante para explicar experiencias contrastantes de vulnerabilidad ante la inseguridad de ciertas zonas, resentida principalmente por las mujeres, y las oportunidades de recreación y movilidad en otras.

Este volumen es una consulta indispensable para estudiantes, docentes e investigadoras/es de las ciencias sociales interesados en ahondar en procesos de estratificación y de identificación y en experiencias intersectadas de las juventudes. Permite conocer las posibilidades que ofrece la perspectiva interseccional para profundizar en la comprensión de lo social y de la especificidad de sujetos concretos, así como herramientas útiles para ahondar en los simbolismos del racismo, de las opresiones y privilegios de quienes son ricos o pobres por su color de piel, clase o procedencia. Al ofrecernos percepciones y opiniones de la juventud sobre la discriminación, podemos comprender cómo se materializan situaciones que limitan el ejercicio de la movilidad social a personas racializadas.

El libro es sin duda un aporte a la literatura mexicana sobre la interseccionalidad en las experiencias de vida de las juventudes de la ZMVM. Cada capítulo profundiza en la complejidad social experimentada por este sector para permitirnos comprender diferentes dimensiones de las desigualdades y la dominación. Es estremecedor percibir el engranaje de las diversas intersecciones que dan lugar a opresiones y privilegios en un país como México, pero también genera esperanza el cambio cultural antirracista de la juventud.

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