Introducción
La crisis económica del modelo industrial por la que atraviesan los medios de difusión trajo consigo el despido de trabajadores de la información, cierre de empresas periodísticas y una serie de cambios en las tecnologías de comunicación (Anderson, Bell & Shirky, 2013; Larrosa-Fuentes, 2014). Surgieron, además, proyectos periodísticos colectivos cuya premisa principal es compartir información y colaborar de manera conjunta. A esta forma de practicar el periodismo se denomina colaborativo.
Este artículo explora el periodismo de colaboración potenciado por Internet, el cual, si bien no deja de lado las iniciativas individuales, busca el apoyo de otros profesionales para realizar proyectos informativos, desde su concepción, desarrollo y distribución a través de diferentes superficies de inscripción (medios tradicionales, portales y redes sociales). Analizamos el periodismo colaborativo que realizan integrantes de Tejiendo Redes, una alianza de medios que surgió en la organización de Periodistas de a Pie, y que reúne a 11 medios electrónicos de diferentes partes de México, desde Chiapas hasta Chihuahua. Podría pensárseles como medios locales por la cobertura que realizan en un territorio delimitado del país, sin embargo, su ejercicio periodístico se articula a una escala regional al ser parte de una red nacional de medios de comunicación; es decir, sus conexiones, dinámicas e intercambios de información los lleva a operar más allá de la proximidad territorial.
En Europa y Estados Unidos, distintos medios de comunicación han desarrollado avances en su mecánica de colaboración en red, pero también en países de África, Asia y América del Sur existen casos de periodismo de investigación colaborativo importantes, aunque poco estudiadas (Sambrook, 2018). En ese sentido, consideramos que esta forma de periodismo, basada en la necesidad de extenderse más allá de los límites y recursos normales, será cada vez más común en América Latina por las virtudes del trabajo colaborativo en redes, basado en el apoyo solidario y el emprendimiento colectivo. Un claro ejemplo son los 16 miembros de la Global Investigative Journalism Network, procedentes de países de América Latina y el Caribe, entre esos se encuentran las organizaciones mexicanas de Periodistas de a Pie y Quinto Elemento Lab.
Apunte metodológico
En este trabajo, exploratorio y descriptivo, nos apoyamos en entrevistas, etnografía virtual y técnicas de cuantificación. Para interpretar datos relacionales en sociogramas usamos el software Gephi. Entrevistamos a miembros de la Alianza de Medios Tejiendo Redes; tres de estas entrevistas (con Daniela Pastrana, Ángeles Mariscal e Isaín Mandujano) fueron en profundidad, con el propósito de comprender la gestación y desarrollo de la Alianza. También efectuamos etnografía virtual en los primeros seis meses de 2019, al tiempo que descargábamos textos publicados en los 11 portales. En conjunto, estos textos sumaron 3 926,3 los cuales fueron procesados en el lenguaje R, con el propósito de efectuar un acercamiento a los temas recurrentes, análisis cuantitativo de intercambio de información y distribución en los diferentes portales de la Alianza de Medios. El alcance metodológico resulta fundamental porque se deriva del análisis del total de textos con el material publicado por estos medios de enero a junio de 2019.
Periodismo colaborativo en red
El periodismo ha implicado, desde sus orígenes, la colaboración. El verbo “colaborar” (trabajar con) se ha asociado con la escritura colectiva. Salvá (1846) definió colaborar como “trabajar en unión con otro. Se dice más particularmente de las obras literarias” (p. 259). A inicios del siglo XX, el concepto abarcó no solo las obras literarias y “de ingenio”, según el Diccionario de la Lengua Castellana (Real Academia Española [RAE], 1899, p. 238), sino también el “trabajo con otra u otras personas” (Toro y Gómez, 1901, p. 224), “en obras del espíritu” (RAE, 1970, p. 319) y, posteriormente, evolucionó a un concepto más amplio, como se conserva en los diccionarios de la Real Academia Española, que es “contribuir, concurrir con un donativo; ayudar con otros al logro de un fin” (RAE, 1989, p. 376). Al estar vinculado el verbo colaborar con el trabajo en las salas de redacción, a las personas que publicaban en revistas o en periódicos se les llamaba colaboradores; su uso se extendió tanto que el Diccionario de la Lengua Española de 1984 definió la acepción “colaborar” como “escribir habitualmente en un periódico, revista, etcétera”, y a los articulistas como “colaboradores” (RAE, 1984, p. 334).
El periodismo ha requerido el trabajo en equipo, colaborativo y participativo de los integrantes de un medio de difusión. Esa colaboración, que abarcaba una sala de redacción, en donde todos contribuían en la manufactura de un producto informativo, enlaza ahora a periodistas de diferentes medios, a menudo separados geográficamente.4
La socialización de Internet ha potenciado esa tendencia de las personas de trabajar en equipo. En La era de la información, Castells (1997) percibió las nuevas formas de colectivización, basadas en la microelectrónica, a la que llamó sociedad red. Hoy se habla de economía colaborativa, trabajo colaborativo, procomún colaborativo, consumo colaborativo, que es definido como “un modelo basado en la colaboración de personas que, a partir de plataformas digitales, desarrollan recursos comunes y comparten la propiedad” (Gnutti, 2017, p. 87). Stearns (2012) ha bautizado a esta etapa como una “nueva era de la colaboración”.
Al trabajo en red entre periodistas, o coordinado por ellos, se le designa periodismo colaborativo, cooperativo o participativo. En él, Sanpedro (2014) destaca el “flujo de poder mancomunado” (p. 251); Stonbely (2017), el propósito de “complementar los recursos de cada organización y maximizar el impacto del contenido producido” (p. 14); Calvo Gutiérrez (2013), la “interacción instantánea” y la construcción colectiva del conocimiento; y Jenkins y Graves (2019), la participación de otros actores, como académicos, científicos y miembros de la comunidad. Con estas aportaciones, entendemos al periodismo colaborativo como un proyecto, formal o informal, en donde periodistas de diferentes medios de información, y con frecuencia de diferentes zonas geográficas, unen esfuerzos para recabar información de interés público, procesarla y distribuirla de manera conjunta, apoyados en tecnologías de comunicación y en ciudadanos interesados y/o involucrados con los problemas de la agenda periodística.
Si bien el periodismo colaborativo se apoya en Internet y es, como hemos dicho, un detonador fundamental, hay otras causas de su fortalecimiento, como son las amenazas que viven los periodistas y la necesidad de agruparse para hacer frente a las agresiones; el volumen de información cada vez mayor que hay que procesar; los elevados costos para cubrir los acontecimientos y distribuir la información; la aparición de nuevos medios, especialmente nativos digitales, que obligan a la reinvención permanente en el trabajo informativo, y la crisis económica en los periódicos, con el adelgazamiento de personal en las salas de redacción.
En este trabajo proponemos que el periodismo colaborativo es un agente de transformación y de “reparación del campo” (Graves & Konieczna, 2015) de los errores y excesos de los medios convencionales, al construir agendas que priorizan los derechos humanos para cubrir “paisajes insurrectos” (Reguillo, 2017) urbanos y rurales, generalmente invisibilizados, a través de estrategias de polinización (De Certeau, 2000; Reguillo, 2017) por el litigio de la palabra, basadas en una ética del bien común (Monterde Mateo, Rodríguez & Peña-López, 2013).
Red de Periodistas de a Pie: crear alianzas
A partir del siglo XXI, con el despertar violento que tuvieron los comunicadores profesionales, comenzaron a surgir redes y grupos de periodistas estatales, regionales y nacionales, como la Red de Periodistas de Juárez, Red Libre Periodismo, Colectivo Voz Alterna y Fotorreporteros MX, entre otros. Además de fortalecer lazos de solidaridad y de autodefensa entre sus agremiados, estas agrupaciones comenzaron a impartir cursos de actualización para desempeñar mejor la profesión (De León, 2014, 2015, 2018).
Dentro de esa nueva dinámica, periodistas preocupados por contar los problemas sociales desde otras miradas y otras narrativas crearon el 20 de mayo de 2007 la Red de Periodistas de a Pie (RPP). Como primera medida se propusieron profesionalizar a sus integrantes con cursos de capacitación: “Nuestro objetivo era actualizarnos para hacer un mejor periodismo. Ese es el origen de la red: capacitarnos” (Daniela Pastrana, responsable del área de investigación de la Red, comunicación personal, 5 de junio de 2019).
Los cursos que al principio solo se impartían en la Ciudad de México, se desarrollaron después en varios estados del país, con talleristas como Javier Darío Restrepo, María Teresa Ronderos, Mónica González y Juan Villoro.
Esa relación de la RPP con reporteros de otros estados conllevó un cambio de agenda. La violencia se había incrementado en contra de los periodistas del norte del país (González de Bustamante & Relly, 2016); se volvieron constantes los secuestros, asesinatos y amenazas a comunicadores. Los cursos de capacitación profesional, útiles en un contexto de normalidad democrática y de paz, mutaron en cursos de autocuidado y de autoprotección, y la Red, en ese ambiente de inseguridad, se transformó en una “central de emergencias” para los periodistas que se sentían vulnerados (Daniela Pastrana, comunicación personal, 5 de junio de 2019). Se priorizó entonces la defensa de la libertad de expresión, la protección y la exigencia de esclarecer el asesinato de periodistas. Los miembros de la Red participaron en marchas, en foros universitarios y legislativos, y elaboraron informes y denuncias ante diversos organismos internacionales enfocados a la protección de comunicadores profesionales, “Pero eso nos desgató mucho. Pasábamos mucho tiempo en foros, cuando lo que queríamos era reportear” (Daniela Pastrana, comunicación personal, 5 de junio de 2019). “Vivimos un proceso de agotamiento muy fuerte. Nos reestructuramos y establecimos que nuestra labor principal era seguir abonando a la libertad de expresión, pero desde lo que queríamos hacer, que era ejercer el periodismo” (Ángeles Mariscal, fundadora de Chiapas Paralelo, comunicación personal, 27 de mayo de 2019).
Desde estas nuevas preocupaciones, comunes entre los integrantes de la Red, decidieron -en esto que podría señalarse como una tercera etapa- replantear objetivos y volver a sus orígenes: autocapacitarse. Sin embargo, las condiciones laborales habían cambiado. A diferencia de 2007, en que la mayoría de los integrantes de la RPP tenía formalmente un puesto de trabajo (varios laboraban en Reforma, El Universal o La Jornada), en 2015, cuando propusieron la nueva agenda, la mayoría era freelancer, “una forma elegante de decir que estábamos desempleadas”5 (Daniela Pastrana, comunicación personal, 5 de junio de 2019).
Ante esa realidad, de precariedad e inseguridad laboral, los miembros de la Red coincidieron en que era necesario crear un portal, porque la mayoría no contaba con trabajo ni con un espacio para publicar sus historias. En Colombia se tenía la experiencia del portal Consejo de Redacción,6 que inició en 2006 con 32 periodistas asociados y que 14 años después conjunta a 120 informadores. La tarea era compleja porque debían crear y encontrar financiamiento para el nuevo medio. María Teresa Ronderos, politóloga y periodista, los acompañó y orientó en el desarrollo institucional de la nueva RPP. A partir de ese momento asistieron a cursos sobre planeación estratégica y comercialización, porque en México, como en Portugal y en otras partes del mundo, los planes de estudios en comunicación no contemplan cursos de emprendimiento (Dos Santos & Ahmad, 2019). Para obtener financiamiento enviaron solicitudes a diferentes fundaciones: Kellog, Knight y Open Society, de quienes recibieron en total cinco mil dólares para un año. Surgió así el reto de lograr una doble articulación: por un lado, ser periodistas, y por el otro, convertirse en emprendedores en el espacio mediático.
En esa dinámica, la Red de Periodistas de a Pie planteó la necesidad de coordinar diversos proyectos creados por sus miembros en diferentes estados del país y alentar la fundación de portales en donde no existieran publicaciones. A inicios de 2018 concretaron la Alianza de Medios Tejiendo Redes, integrado por periodistas de Lado B, Chiapas Paralelo, Página 3, Colectivo Voz Alterna, InnDaga, La Verdad, Raíchali, Zona Docs, Amapola, Trinchera y Pie de Página. Esto significó unir esfuerzos de comunicadores de Chiapas, Ciudad de México, Oaxaca, Veracruz, Puebla, Guerrero, Jalisco, Sinaloa y Chihuahua.
Si bien la aparición formal de la Alianza fue en 2018, desde años antes estos periodistas habían participado en cursos de actualización y en coberturas informativas, como En el Camino (para cubrir temas de migración) y Resistencias (para temas vinculados con la defensa de la tierra de pueblos originarios). “El detonador de este trabajo fue un diplomado de seis meses que impartió Periodistas de a Pie en 2012, el cual nos permitió conocer a comunicadores de otros estados y saber que estaban viviendo condiciones semejantes a las nuestras” (Ángeles Mariscal, comunicación personal, 27 de mayo de 2019).
Para entonces, solo existía el portal Lado B, de los medios que posteriormente constituirían la Alianza. “Lado B fue un parteaguas, porque fue fundado por un grupo de periodistas que decidió abandonar una empresa informativa convencional. Esa iniciativa, tan profesional y sólida, nos pareció sumamente interesante y digna de replicarse” (Ángeles Mariscal, comunicación personal, 27 de mayo de 2019).
La estrategia, desde esa posición de precariedad, al haber sido desplazados de los medios convencionales donde trabajaban, fue agruparse para que juntos tuvieran mayor incidencia en la esfera pública. “Mil maneras de hacer/deshacer el juego del otro, es decir, el espacio instituido por otros, caracterizan la actividad, sutil, tenaz, resistente, de grupos que, por no tener uno propio, deben arreglárselas en una red de fuerzas”, escribe De Certeau (2000, p. 22), un texto que es válido para caracterizar a esa “estrategia del débil” de la RPP, en un proceso que ha sido de resistencia y creación, porque resistir “no es solo oponerse, sino crear, situación por situación, otras relaciones sociales” (Fernández-Savater, 2015).
Colaborar: exigencia de crear y de dar
La Alianza de Medios Tejiendo Redes no fue producto casual. Desde 2013, los miembros de la RPP empezaron a desarrollar una serie de trabajos de índole colaborativa. El primero, como indicamos arriba, fue En el Camino, migración más allá de las vías, propuesto por Alma Guillermoprieto, quien en 2010 dirigió un proyecto de periodismo colaborativo con el portal 72 migrantes7 para contar la historia de los 58 hombres y 14 mujeres migrantes, de origen centroamericano, cuyos cadáveres fueron hallados en San Fernando, Tamaulipas. En En el Camino, financiado por Open Society Foundation, participaron más de 50 personas entre reporteros, fotógrafos, diseñadores y redactores, coordinados por la RPP. La propuesta fue narrar, investigar y explicar la migración en todas sus dimensiones y “más allá de las vías” del tren. Es, en la historia del periodismo mexicano, el proyecto que más comunicadores ha reunido y que se ha sostenido por más tiempo: inició en 2013 y siete años después los diversos colaboradores siguen cubriendo el tema. Además de publicar textos en Pie de Página, con el micrositio “En el Camino”, el colectivo de Periodistas de a Pie se propuso entregar un producto de apoyo a los migrantes: un periódico impreso que nombraron En el Camino -que se edita desde agosto de 2013- el cual publica la ubicación de albergues o de lugares en donde podrían recibir ayuda, así como consejos prácticos en la ruta hacia Estados Unidos.
El siguiente proyecto colaborativo de la RPP fue Resistencias, financiado por la Fundación Ford, en donde participaron más de 40 reporteros, diseñadores gráficos, fotógrafos y editores, así como aliados de la sociedad civil, medios de difusión locales y radios comunitarias. Para los comicios electorales del 2018, Periodistas de a Pie reunió de nueva cuenta a diversos colaboradores para cubrir la contienda, y creó el micrositio “Elecciones 2018”8 y se unió a Verificado.
A la par de estos trabajos de largo aliento, los miembros de Periodistas de a Pie han desarrollado otros proyectos en conjunto, desplegados en el portal Pie de Página como Especiales, entre los que se cuentan 8M, Banquete minero, Buscadores, Caravana por paz, la vida y la Justicia 2016, Después de los 43, El color de la pobreza, El lobby tabacalero, Empresas españolas sangran a México, Éxodos, Fox y el millonario negocio de ser presidente, Gases invisibles, Juego sucio, Los sin tierra mexicanos, México, la última jugada, Mujeres ante la guerra, Soy el número 16, Testigos de la guerra, y Veracruz, las huellas que la PGJDF no quiere buscar.
En estos casos, el nivel de colaboración ha rebasado el intercambio de contenidos informativos y de temporalidad definida, y se ha acercado al integrado, que es de acuerdo con Stonbely (2017) y Shirky (en Parra & Edo, 2017) el nivel de mayor participación, porque los periodistas comparten infraestructura, capacitación, recursos financieros, revisan sus trabajos en conjunto, y asumen el rol de coordinación cuando así se requiere, independientemente de que se esté en el sur, centro o norte de México.
Aunque Trinchera (creado el 8 de enero de 2011), de Guerrero, es el medio con mayor antigüedad de Tejiendo Redes, la creación de Lado B, de Puebla, el 11 de julio de 2011 fue el detonador de portales dentro de Periodistas de a Pie, porque fue el primero que surgió como medio nativo digital y con viabilidad financiera al recibir donaciones y publicidad comercial. Después aparecieron Chiapas Paralelo, Pie de Página, Raíchali, ZonaDocs, Página 3, Voz Alterna, La Verdad, Amapola e InnDaga, esta última como una unidad de investigación (ver Tabla 1). El propósito de estos portales, según sus fundadores (Red de Periodistas de a Pie [RPP], 2019) es “desmontar la narrativa oficial” (Amapola), “alejarse de los poderes locales” (Lado B), “cubrir movimientos sociales” (Trinchera), “dar voz a grupos indígenas” (Chiapas Paralelo), “vigilar al poder” (La Verdad), “cubrir conflictos agrarios y luchas por el agua” (Raíchali), “darle la vuelta a la cobertura diaria” (ZonaDocs ), difundir lo que el “gobierno no quiere dar a conocer” (Página 3), desde “la mirada de los derechos humanos y la agenda social” (Pie de Página).
Medio | Dirección Web | Ranking global |
Ranking nacional |
Fecha de inicio |
||
AmapolaPeriodismo | https://amapolaperiodismo.com | 3 623 | 1 552 | 2 240 021 | 17/02/19 | |
Chiapas Paralelo | https://www.chiapasparalelo.com | 129 000 | 17 600 | 318 400 | 5 567 | 19/06/13 |
InnDaga | https://www.inndaga.org | 22/12/17 | ||||
Lado B | https://ladobe.com.mx | 19 327 | 13 400 | 388 029 | 11 453 | 07/07/11 |
La Verdad de Juárez | https://laverdadjuarez.com | 7 545 | 1 812 | 1 254 528 | 23 435 | 28/03/18 |
Página 3 | https://pagina3.mx | 8 674 | 744 585 | 18 721 | 12/10/12 | |
Pie de Página | https://piedepagina.mx | 19 221 | 17 400 | 748 441 | 22 996 | 12/07/15 |
Raíchali | https://raichali.com | 3 215 | 1 224 | 7 581 129 | 20/04/17 | |
Trinchera | http://www.trinchera-politicaycultura.com | 4 469 960 | 08/01/11 | |||
Voz Alterna | https://vozalterna.com | 11 744 | 487 | 5 601 853 | 17/09/18 | |
ZonaDocs | https://www.zonadocs.mx | 7 792 | 2 373 | 2 033 137 | 01/08/17 |
Fuente: Elaboración propia con datos obtenidos de Facebook, Twitter, Alexa y Who.is, el 16 de agosto de 2019.
Un análisis de 3 926 textos publicados por la Alianza en el primer semestre de este año en el entorno R, que es un lenguaje de programación con enfoque estadístico, mostró que las palabras más mencionadas por estos periodistas son, en primer lugar, mujeres, gobierno, derechos, seguridad, pueblos, violencia, comunidades, justicia, indígenas y salud; y, en segundo lugar, desarrollo, territorio, tierra, defensa, recursos género, población, historia, organización y habitantes (ver Figura 1).
Esos términos que ponen en juego los periodistas de la Alianza tienen que ver con su agenda periodística. Sassen (2015) refiere que hay condiciones subterráneas que “es necesario traer a la superficie” para “hacer visible la tierra muerta” (p. 249), como los modos tóxicos de desarrollo, las políticas predatorias, las nuevas explotaciones mineras, la multiplicación de desempleados, y las expulsiones sistemáticas “de personas, economías y espacios vitales”, entre muchos otros problemas surgidos de la globalización. Esos temas han sido acogidos y adaptados por la Alianza de Medios para la cobertura periodística. Para lograrlo, colaboran conjuntamente en el trabajo informativo diario; organizan y asisten a cursos de técnicas narrativas; elaboran una agenda que prioriza los derechos humanos, la cobertura en equipo y la creación de medios difusores de sus contenidos.
Tejiendo Redes está en la arena de la disputa por la construcción de la agenda mediática en el país y, como colectivo, presenta una acción de “reparación del campo” (Graves & Konieczna, 2015), al ofrecer temas alternativos para visibilizar acontecimientos subterráneos del México profundo, mostrar diversidad de enfoques, supervisar en equipo las investigaciones y combatir la “dispersión” individualista. En ese sentido, es un agente de transformación del periodismo. Esta agenda, que se refleja en las palabras “derechos”, “justicia”, “gobierno”, “indígenas”, “pueblo” o “violencia”, no surgen por una cuestión azarosa, sino por la búsqueda consciente de visibilizar esas zonas y esos temas poco cubiertos por los medios tradicionales.
Estrategias de polinización
Los medios aliados de Tejiendo Redes asumen que el periodismo profesional debe ser colaborativo. A través de la Red de Periodistas de a Pie comparten servidores informáticos, experiencias, capacitación, y se retroalimentan sobre los diversos temas del día y posibles colaboraciones futuras a través de un chat grupal en Telegram. Asimismo, han logrado movilizar a dos reporteros de un medio a otro de la Alianza con una beca para periodistas desplazados, financiada por la RPP. No limitan las iniciativas personales, porque al fin y al cabo quienes concretan las crónicas, las noticias, las entrevistas, los reportajes y los artículos, son los reporteros, pero para trabajos de largo aliento, en donde se requieren mayores recursos, tiempo y desplazamiento, se necesita el apoyo conjunto de periodistas. Por ejemplo, la primera caravana migrante que partió de Honduras a inicios de octubre de 2018 fue cubierta en su primer tramo de su llegada a México por el equipo de Chiapas Paralelo, Página 3 y Trinchera; después por Lado B, Pie de Página y Zona Docs, por el centro; y al final por La Verdad y Raíchali en el norte del país: “Durante 47 días, con 28 personas, entre periodistas, editores y diseñadores, cubrimos ese desplazamiento. Eso ningún medio podría haberlo logrado, porque habría sido muy caro” (Daniela Pastrana, comunicación personal, 5 de junio de 2019). Este trabajo colectivo permite resistir a lo que el filósofo Miguel Benasayag llama la “dispersión”, el individualismo dispersor, en donde “no hay más verdad ni mentira” (Fernández-Savater, 2015).
Aparte de los diversos proyectos que han emprendido y que hemos enumerado previamente, los medios de Tejiendo Redes ponen a disposición noticias que tienen que ver con coberturas locales. Los periodistas de cada medio deciden si incluir o no esos textos en sus portales. El porcentaje de notas locales, en los 3 926 textos analizados es del 80.03%. Los medios que más contribuyen con textos son Página 3 con un 40.22% del total de la producción y Chiapas Paralelo con un 26.34%.
Los textos generados por Tejiendo Redes pueden ser reproducidos y compartidos por otras personas, dentro de la filosofía de Creative Commons de acceso e intercambio gratuito de información. Además, de las 3 926 notas procesadas para el análisis, se encontró que el 19.05% provienen de otros medios distintos al portal donde fueron publicadas, ya sea porque se comparten notas de los otros miembros de la red (11.9%) o se difunden textos de otros medios aliados (7.15%). Los textos que más circularon entre los medios de Tejiendo Redes, fueron los de Pie de Página, Chiapas Paralelo y Página 3, como se muestra en el siguiente sociograma (Figura 2).
La presencia de los medios de Tejiendo Redes es importante en las diferentes regiones en donde son el único foro que brinda información alternativa, “la otra versión”, como señala el lema de Chiapas Paralelo. Estos procesos informativos en la red podrían verse como “vectores de polinización”, siguiendo la idea de Reguillo (2017, p. 86), por ser agentes que transportan “ideas, emociones, palabras, imágenes, deseos” y que polinizan “superficies de inscripción” (redes sociales, blogs o portales). En este proceso de polinización Chiapas Paralelo, seguido por Lado B, Página 3 y Pie de Página presentan mayor tráfico en Internet y cuentan con más seguidores en Facebook y Twitter (ver Tabla 1).
Fuentes de financiamiento
El trabajo polinizador informativo de litigio por la palabra requiere de recursos materiales y económicos, aparte de humanos. Debido a que la publicidad oficial se ha otorgado en México de forma discrecional a los medios que coinciden con las políticas de los gobiernos municipal, estatal o federal, es difícil para la Alianza acceder a este tipo de convenios publicitarios. De los portales de la Alianza, se detectó que solo Página 3 y Chiapas Paralelo, en el periodo analizado, publicaron publicidad oficial; el primero de la Secretaría de Salud de Oaxaca, y el segundo de la Presidencia Municipal de Tuxtla Gutiérrez. Sin embargo, esta publicidad es marginal y ocasional.
No existe dentro de la Alianza de Medios un acuerdo para rechazar o aceptar publicidad oficial. Eso depende de los periodistas de cada portal, porque se parte de la premisa de que cada contexto es diferente. Hay consenso en que, si un acuerdo publicitario no interfiere con la línea editorial del medio, puede ser aceptado. Esta vertiente de ingresos es, como se señaló antes, poco significativa, porque los gobernantes no están dispuestos a otorgar publicidad sin condicionamientos o a medios que muestren una línea editorial contraria a sus intereses.
La otra vía para obtener recursos es la publicidad comercial, pero solo Lado B presenta anuncios de este tipo, en especial de escuelas y universidades de Puebla; recibe también apoyo de los lectores a través de un apartado que se llama “Fondea”. Todos los portales mantienen convenios de la publicidad programática con Google Accent, un ingreso que les permite pagar al webmaster. Para el financiamiento, apuestan por apoyos que provienen de fundaciones establecidas en Estados Unidos, Canadá o en Europa. Para realizar la serie de cinco reportajes de Banquete minero recibieron recursos de la Beca Mike O’Connor del International Center for Journalists (ICFJ) y de la Iniciativa para el Periodismo de Investigación en las Américas, con alianza con Connectas; para Gases invisibles obtuvieron financiamiento de la Fundación Heinrich Böll; para Mujeres ante la guerra, recibieron apoyo del Fondo Canadá para Iniciativas Locales; para Resistencias, de la Fundación Ford, y para desarrollar El juego sucio de Florentino en México, que se trabajó de manera colaborativa con Taula, Proceso y eldiario.es, el dinero provino de la Unión Europea, del Ayuntamiento de Barcelona y de la Generalitat de Catalunya. Cada portal, además, es financiado por Open Society Foundations, por tres años (2018 a 2020) por un monto global de 100 mil dólares, periodo en que se considera deben posicionarse y generar recursos propios. En el caso de becas para desarrollar trabajos específicos, son ellos quienes diseñan la propuesta y buscan financiadoras.
Al depender sobre todo de financiadoras, y muy poco de publicidad comercial, oficial, programática o de los lectores, los medios de Tejiendo Redes padecen fragilidad económica. El futuro en el aspecto financiero es incierto, y es el mayor reto que presentan, porque aun cuando sostener un periódico digital es más barato que uno impreso, se necesitan recursos para cubrir los acontecimientos periodísticos y pagar a diseñadores y a responsables del portal, en ese proceso de litigio por la palabra y la agenda mediática.
Conclusiones
La experiencia de la Alianza de Medios Tejiendo Redes contribuye a pensar el ejercicio periodístico como un trabajo colaborativo que traspasa la mesa de redacción de un periódico para conectarse con redacciones de diferentes medios. Este proceso colaborativo inició por la necesidad de actualizarse en técnicas de periodismo, más adelante por autoprotección ante la ola de violencia que han sufrido los periodistas y después por crear medios propios en diferentes entidades del país para difundir sus propios mensajes.
En un México en donde la publicidad oficial se otorga a los medios que apoyan las políticas gubernamentales, los portales de la Alianza de Medios quedan al margen. Esa situación ha obligado a los periodistas a ensayar y buscar otras vías de ingreso económico como la publicidad programática, venta de banners y financiamiento a través de fundaciones internacionales.
Los miembros de Tejiendo Redes no se limitan a compartir contenido multimedia con otros portales de la red, también participan en la cobertura paralela o conjunta de acontecimientos con otros periodistas de la Alianza para la elaboración de materiales propios o un solo producto final. Consideran, al igual que los periodistas que crearon Project Facet (plataforma que impulsa el trabajo colaborativo con el lema “el futuro del periodismo es colaborativo”), que las actuales circunstancias demandan un periodismo colaborativo.
Este proceso de colaboración periodística, novedoso en México, registra dificultades, brinda enseñanzas y muestra ventajas. Las dificultades inician desde la organización porque, al sumar varias salas de redacción para conformar una sala de redacción virtual, aparecen complicaciones y diferencias. La cooperación no es tersa; suele haber discrepancias por la sensación de que algunos trabajan más que otros, porque no se cumplen con los plazos establecidos o porque se presentan enfoques diferentes. Pero eso se discute con regularidad y se proponen alternativas. Aun con estas dificultades, la experiencia con el periodismo colaborativo de Tejiendo Redes permite constatar que es posible reunir a diferentes personas, no solo para formar redes de protección y de actualización, sino también para trabajar en proyectos conjuntos.
Romper la tendencia del periodismo individualista, de “dispersión” en la región latinoamericana, es una tarea difícil, porque vivimos en la tradición de resaltar esfuerzos personales; sin embargo, las condiciones actuales invitan y obligan a unir voluntades y recursos para contar las diversas aristas de los acontecimientos. No por eso se dejan de lado las iniciativas individuales. Compartir experiencias, recursos y proyectos no nulifica a los individuos. En el periodismo siempre hay espacios para la expresión personal y para el desarrollo de estilos propios.
La colaboración es un proceso dinámico y, dentro de esa lógica, los periodistas de la Alianza de medios han dejado atrás el nivel de colaboración de solo compartir información, para alcanzar un nivel integrado al asumir líneas editoriales comunes, compartir recursos, códigos de ética y estrategias conjuntas de polinización informativa.
Si el periodismo colaborativo apostara solo por reunir a profesionales de la comunicación para trabajar determinados temas sería irrelevante. Lo más importante es que, en esa congregación de voluntades, existe una apuesta por “curar” al periodismo de sus errores de agenda y de ejercicio, al incorporar temas que están en el corazón de las comunidades del México profundo y que configuran, en esta nueva propuesta y apuesta, un discurso innovador en ese entramado complejo que es la disputa por la palabra. Este periodismo no debe verse como una confrontación con el periodismo convencional. Existe, sí, una fisura, pero no un desanclaje total y confrontativo, es más bien de complemento correctivo de prácticas viciadas del periodismo convencional.
Este trabajo nos permite mostrar que, a través de la sinergia de varios periodistas, es posible posicionar en el nivel nacional temas vitales para una comunidad o una región que, por su lejanía del centro del país, son ignoradas. Así, Tejiendo Redes enriquece las voces en un país dominado por las versiones oficiales y los medios centralizados. Una historia que se publica en Raíchali en Chihuahua sobre los tarahumaras es multiplicada en portales de Veracruz, Guerrero, Ciudad de México o de Chiapas. El impacto que se irradia es mayor que el logrado por esfuerzos individuales. Hay, aunque no sea el propósito específico, una actualización constante en el ejercicio periodístico, porque quienes tienen más destrezas, habilidades y conocimientos, ponen en juego estos recursos para el colectivo, con lo que se enriquece la cobertura de los acontecimientos y la difusión, en una cascada de saberes puesta a disposición del colectivo.
Como último apunte hay que señalar que esta nueva era de la colaboración no sería posible sin las técnicas actuales de comunicación, esos dispositivos que permiten accionar diferentes iniciativas y conjuntarlas en un proyecto mayor que tiene que ver con los derechos primordiales del ser humano, con la forma de usar y habitar su espacio y su comunidad, y que entra a veces en conflicto con los intereses de empresas extractivas y del gobierno. Estas tecnologías dinamizan el trabajo en conjunto de periodistas, como formas de asociación emergente que retan la cultura tradicional del individualismo dispersor y apuestan por una cultura del bien común, en una travesía de acompañamiento colectivo y correctivo, que se autorregula con códigos de ética compartidos y con una agenda mediática fincada en los derechos humanos.