“El ranchero de Irapuato/ [como lo consigna la portada de la copia mecanográfica en prosa, única que hasta hoy se conserva de un original titulado Natural y figura] Comedia de costumbres. Escrita en magníficos versos en/ dos actos por el poeta mexicano/ Don José T. de Cuéllar/. -1868-.” La comedia, acorde a la transcripción hecha ad litterae pedem de esa prosa, no lleva a considerar, como dijera quien acaso pudo leerla en su original, que estaba “escrita en magníficos versos”, porque una cosa es pensar y escribir en verso y otra muy diferente, pensar y escribir en prosa lo que estaba en verso. Por tanto, esa copia en prosa, basada en los versos de la comedia original no tenía por qué respetar el ritmo ni la forma numérica ni la rima del verso. Y así, los dichos versos rescatados de esa prosa, que ahora se editará en una versión fiel, van a alterar sin remedio esos factores y no habrá en una gran parte de ellos ni el ritmo silábico ni las rimas apropiadas a las modalidades versátiles desarrolladas por el autor de la comedia, que escribió en versos octosílabos, en la modalidad de romances y redondillas.
Ciertamente no obsta que los versos originales de Cuéllar fueran “magníficos”, pero los logrados sobre la copia en prosa conservada abundan en la defectuosa sinéresis (que a juicio de don Marcelino Menéndez Pelayo quien, al hablar de fray Manuel Navarrete, dijo: “no es un versificador intachable y entre otras cosas abusa de la sinéresis quizá por defecto de la pronunciación americana”. Este defecto fue general en los poetas de esta época. Lo asegura también Urbina y lo reitera José Zorrilla; sin embargo, muchos otros escritores defienden a los poetas mexicanos, entre ellos Francisco Pimentel, quien afirmó que “el arte métrico permite el uso de la sinéresis […] como lo practican los mejores poetas castellanos”, sinéresis que “debe condenarse cuando realmente perjudique la armonía”). No obsta tampoco que, a favor de la métrica, no se hagan en la pronunciación muchas sinalefas normales, y que se cuenten dos sílabas en diptongos que se pronuncian en una, lo cual obligaría en algunos casos a echar mano de la diéresis para que el verso se ajuste a la medida, por ejemplo, true, y criados, que serían trüe y crïados (versos 24, 1577), pero la metodología ecdótica usada para esta edición no lo permite, lo mismo sucede con no poner numeración de los versos entre corchetes lo cual beneficiaría al lector en la comprensión y rápido encuentro de los versos sobre los cuales se hace alguna observación.
El número de las sinalefas normales deshechas (hay cerca de sesenta en toda la comedia) corre al parejo con la abundancia de la sinéresis (hacer una sílaba de dos que deberían ser, en palabras que llevan diptongos de vocales fuertes: ae, ea, ao, eo, aí, oa, oe, oo, ee, o los acentuados ía ío, eú, por ejemplo, maestro, teatro, deseamos, deletrear, sea, deseo, paseo, creo, veo, me ahogo, creer, leer, tuteen, coopero, reúnen, sería, mía, tío, país, etcétera).
Si alguien observa detenidamente los versos a que dio lugar la transcripción de la prosa conservada en las modalidades del verso octosílabo, notará muchos saltos de rima o hasta tres rimas juntas. Como ejemplos, véanse los versos 10-13, 47-48, 72-75 y l07-110. Redondillas incompletas: versos 123-125, 528-530, 567-569 o rimas asonantes cuando deberían ser consonantes: lindas con cortinas versos 138-139; gustes con guantes versos 898-900; sumo con oportuno, versos 1499-1502 y a la inversa, rimas consonantes cuando deberían ser asonantes: borrico con chico versos 739-741 y hasta asimilación de sonidos en la rima: museo con Arbeu, versos 1169-1171.También notará muchos versos de más o menos sílabas que a veces se embonarían con el deshacimiento de sinalefas normales (sobre todo en los versos heptasílabos) en beneficio de que éstos no cuenten menos de ocho sílabas. Así, los versos 590 (cuatro sílabas); 206, 433, 1583, 1630 (seis sílabas); 24, 108, 366, 517, 963, 971, 1550, 1577, 1580, 1586-1587, 1644, 1646, 1690, 1774, 1798, 1823, 1830, 1834, 1894 (siete sílabas); 9, 18, 627, 671, 726, 980, 1123 (nueve sílabas); 1829 (9 o l0 sílabas, según se hagan o no las sinalefas). Finalmente, la palabra comodidades en lugar de comodidad (verso 1903) manda por la borda y dice adiós a la rima en á aguda, pero como dijera el Evangelista con respecto al letrero puesto a la cruz de Cristo, casi diciéndoselo al que hizo la copia en prosa, “lo escrito, escrito está”. Ya se verá algún día, como dice el doctor Felipe Reyes, su editor, “la posibilidad […] de dar con el original -manuscrito o impreso- [el cual] vendría a poner en evidencia hasta qué punto acertamos y en qué nos equivocamos, así como a precisar el desempeño del copista”.
Paso ahora a la métrica, tal como se ha rescatado de la copia en prosa y según lo anotado arriba.
Acto Primero. La escena I, va en romance a-a; las escenas II y III en 21 redondillas hasta el verso 200. La escena IV en romance o-a, hasta verso 312; pero el verso 220 lleva pasma, voz que no trae ningún diccionario, en vez de posma, palabra que significa persona pesada y flemática o floja o no confiable. Desde el verso 313 sigue el romance en a-o hasta el final de la escena. Las escenas V-VI van en 9 redondillas, más un verso suelto. La escena VII en su inicio, referente a la rima, es irregular: del verso 514 al 523 lleva, entre otros versos sueltos, 3 dísticos pareados (versos, 514-515, 518-519 y 521-522) más un verso suelto. Del verso 524 hasta el final de la escena hay 14 redondillas, la segunda y la antepenúltima incompletas; las escenas VIII, IX y X van en romance i-o; la escena XI, en romance a-o; las escenas XII, XIII, XIV y XV en 26 redondillas, más 2 versos sueltos.
Acto Segundo, escena I, en romance e-o; las escenas II-III en 12 redondillas; las escenas IV-VIII en romance o aguda; las escenas IX-XI en romance i-a; las escenas XII-XV en 9 redondillas, sólo que la perteneciente a la escena XV es imperfecta en rima; las escenas XVI-XXIII en romance a-o; la escena XXIV en romance o-e; las escenas XXV-XXVI, en romance á aguda hasta verso 1946 y la comedia termina con 7 redondillas.
A modo de conclusión, no se pueden calificar de magníficos los versos de Cuéllar, porque no los tenemos. Si algún día se encuentra el original de la comedia, entonces se podrá afirmar o modificar dicho calificativo.