Introducción
México es considerado el principal centro de domesticación del género Capsicum (Oyama et al., 2006) y de la especie annuum (Laborde y Pozo, 1984), con una gran tradición en la siembra y consumo de chile, lo que se refleja en su importancia sociocultural, económica y gastronómica (Pozo, Montes y Redondo, 1991). Esto es desde hace miles de años y a pesar de la introducción e influencia culinaria de otros alimentos del mundo, el chile ha trascendido en la comida mexicana proporcionando sus olores y sabores característicos.
Específicamente, en el estado de Puebla, en donde es probable se hayan seleccionado semillas de chile para su siembra desde finales del 6,000 a. C. en el Valle de Tehuacán (MacNeish, 1995), se cultiva chile poblano criollo, considerado como material endógeno y de presencia en la cultura de los habitantes del Alto Atoyac. En los municipios de San Matías Tlalancaleca, San Felipe Teotlalcingo, San Lorenzo Chiautzingo y la comunidad de San Lucas Tulcingo del municipio de Tochimilco (CIIEMAD-IPN, 2013). Los productores cultivan en temporal y de forma tradicional su chile, en pequeñas superficies (Domínguez et al., 2004; Toledo, 2002) aprovechando la mano de obra familiar (Acosta y Rodríguez, 2006). Frecuentemente se observa su cultivo intercalado, con maíz, frijol y haba "Milpa" y con árboles frutales.
La cosecha del chile poblano criollo es destinada a la venta, principalmente, en fresco en el mercado local, para la elaboración de rajas con huevo, chiles en nogada y chiles rellenos (Huerta, Fernández y Ocampo, 2007; Mendoza et al., 2011) platillos comunes en la cultura regional y mexicana en general, en donde este chile brinda los matices característicos. Una proporción menor de la cosecha es destinada a la venta en seco, el cual es conocido, comúnmente, como chile ancho o mulato, ingrediente principal con el que se elabora el típico mole poblano.
Actualmente, la producción del chile en la región se ve comprometida, por la presencia de enfermedades como la secadera, la cenicilla y la bacteriosis según Hilje y Ramírez (2008) y Hernández y Frausto (2010), generadas según Olson et al. (2004) por hongos patógenos como Phytophthora spp., Fusarium spp., Pythium spp. y Rhizoctonia solani, que provocan la pérdida de más de un tercio de la producción del cultivo en las parcelas año con año, (Rodríguez et al., 2007), ante los cuales se desconoce producto de combate o manejo efectivo. Es por esto que el material criollo de chile poblano se puede considerar en riesgo, aunado a consecuencias de las enfermedades del cultivo como el abandono de la producción por los altos costos que implica la mitigación de sus efectos, lo que puede propiciar la erosión genética del género a mediano o largo plazo (Laborde y Pozo, 1984).
A pesar de la problemática del cultivo que existe en la región, los agricultores persisten en su producción; seleccionan las semillas de chile criollo para la siembra, el cultivo y la venta en el mercado local, principalmente. Así, la semilla, considerando la selectividad y conceptualización de los consumidores, requiere características en cuanto un buen tamaño, sabor y picor de los frutos (Montalvo et al., 2009).
A nivel municipal el cultivo de chile poblano representa uno de los ejes de desarrollo o aglutinadores de empleo e ingreso (Martínez, 2015). Con base en lo anterior y por la importancia sociocultural que reviste al cultivo de chile poblano, el objetivo del presente trabajo de investigación es identificar la problemática actual en la región y la motivación de los productores para persistir en su cultivo.
Materiales y métodos
Por su amplia vocación y tradición en la producción de chile poblano criollo, se seleccionaron los municipios de San Matías Tlalancaleca, San Felipe Teot-lalcingo y San Lorenzo Chiautzingo y la comunidad de San Lucas Tulcingo, municipio de Tochimilco en el estado de Puebla, para llevar a cabo esta investigación (Figura 1).
Con la finalidad de identificar el papel social y cultural del chile poblano criollo en la región, su problemática y la razón de los agricultores por la que continúan con su cultivo, se realizaron entrevistas estructuradas, siguiendo el método de muestreo por "bola de nieve" (Snowball), empleado frecuentemente en estudios con poblaciones marginales (INEGI, 2011). Esta herramienta permite la práctica de los cuestionamientos de la entrevista a individuos con perfiles similares (Martínez-Salgado, 2012), bajo la premisa de que el sujeto entrevistado conozca y recomiende a otro. Dado que no se tiene un padrón local de productores de chile poblano criollo, se tomó como referencia la información de los productores de chile en Puebla del Comité Nacional Sistema Producto Chile (Conaproch, 2014), considerando a 600 productores de chile como universo, el valor de "Z" correspondiente a la distribución de gauss, Zα= 0.05 = 1.96 y Zα= 0.01 = 2.58, valor de "p" de prevalencia esperada del parámetro a evaluar p = 0.5, al desconocerse, q = 1 - p, y el valor de "i" o el error que se prevé cometer, al 10% i = 0.1 (Arias, 2012). El tamaño de la muestra obtenido es de 71, habiéndose levantado un total de total de 84 cuestionarios a productores y consumidores de chile poblano en la región de estudio.
n: tamaño de la muestra
N: tamaño de la población
Z: valor correspondiente a la distribución de gauss, Zα= 0.05 = 1.96 y Zα= 0.01 = 2.58
p: probabilidad esperada del parámetro a evaluar. (p =0.05)
q: 1 - p
i: error que se prevé cometer si es del 10%, i = 0.1
Las variables de estudio fueron: sistemas de producción, materiales vegetales cultivados en la región, superficie de siembra, problemática en la producción del cultivo y las características de calidad del fruto de chile poblano, determinadas por el consumidor y productor local. Con la información obtenida se elaboró una base de datos en hojas de cálculo en Microsoft Office Excel, la cual se sometió a un análisis estadístico de parámetros descriptivos, una prueba de comparación de medias por tablas de contingencia (Cazes et al., 2014) y a pruebas de correlación paramétrica de pearson y no paramétrica de spearman, respectivamente, utilizando el programa Excel y Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) para Windows (SPSS Inc, Chicago IL, EUA).
Resultados y discusión
Sistema de producción
Los sistemas de producción predominantes en la región fueron identificados como cultivo intercalado de chile, maíz, haba y frijol, entre árboles frutales como el durazno (Prunus persica), la pera (Pyrus communis), el tejocote (Crataegus pubescens) el chabacano (Prunus armeniaca) y la manzana (Pyrus malus L.) "MIAF", (Eliosa, 2012), que ocupan el 33% a 42% del terreno cultivado por los productores (Cortés et al., 2005) proporcionando protección al cultivo ante factores ambientales y al agricultor diversidad de frutos para el autoconsumo y la venta en el mercado local.
Superficie de siembra
Gran parte de los agricultores que siembran chile poblano criollo en cultivo intercalado "MIAF" en la región de estudio; son pequeños productores (Murmis, 1986) clasificados así por la superficie que destinan al cultivo, la cual es menor o igual a los 100 m2 (Gráfica 1). Es el municipio de San Lorenzo Chiautzingo el que presenta mayor porcentaje de pequeños productores con un 85.7%; en orden descendente le sigue San Lucas Tulcingo con 66.67%; San Felipe Teotlalcingo con 61.90% y San Matías Tlalancaleca con 38.10% (Gráfica 1). Más del 50% de la superficie de chile en la región se ve afectada por efecto de las enfermedades (Rodríguez et al., 2007), encontrando una correlación positiva (0.9754) según la prueba estadística por el método pearson a nivel de α = 0.05, con lo que explica de algún modo la facilidad con la que entra al autoconsumo familiar el chile poblano criollo en la región, con muy pequeños excedentes destinados a la comercialización en el mercado local.
En la región de estudio, la producción de chile poblano criollo está en función de la incidencia de las enfermedades en el cultivo, uno o dos ciclos atrás, la cual, varía año con año, según la persistencia de los patógenos en el suelo (Olson et al., 2004), por lo que el agricultor asume prácticas de cultivo, con base a su conocimiento empírico, que le permitan mitigar y o reducir los efectos de la enfermedad.
En el municipio de San Matías Tlalancaleca se encontraron superficies más grandes de cultivo con chile poblano criollo; el 4.76 % de los productores del municipio cultivan superficies que van de los 100 a 300 m2. 9.52 % cultivan superficies de 400 a 500 m2 y con el mismo valor porcentual (9.52%) se cultivan de 600 a 10,000 m2. Este municipio presenta el menor porcentaje de pequeños productores, respecto a las otras tres localidades (Gráfica 1) en la región.
Problemática Actual
Actualmente, el volumen y la calidad de la cosecha de chile, es la principal preocupación del productor, la cual determina el precio de venta en fresco en el mercado regional. Según Jain et al. 2014., Manjunath et al. (2010) año con año la calidad y el volumen producido de chile es menor, especialmente por el efecto de los patógenos que atacan al cultivo; ello provoca enfermedades (Gráfica 2), que comprometen las características del fruto, permanece en los suelos agrícolas por varios ciclos. Los patógenos del suelo que ocasionan las enfermedades del cultivo generan fuertes trastornos con consecuencias económicas negativas en el mercado (Penckowski, 2001), por lo que más del 50% de los productores en 3 de las 4 localidades estudiadas siembran superficies menores o iguales a 100 m2 (Gráfica 2). Con base en lo anterior, el ataque de las enfermedades se considera un factor determinante de la superficie de siembra; con una correlación positiva de (0.9448) entre la superficie sembrada y el ataque de enfermedades, a nivel de α = 0.05, información que concuerda con las investigaciones de Kloepper, Ryu y Zhang (2004), Ryu et al. (2005) Compant et al. (2005) y Kang et al. (2007).
De las enfermedades que atacan al cultivo del chile poblano se identificó a la enfermedad llamada localmente "marchitez del chile" o "secadera", ocasionada por Fusarium spp., Macrophomina spp., Phytophthora capsici, Pythium spp., Rhizoctonia solani, y Sclerotium rolfsii (Jain et al. 2014), como la de mayor presencia en el cultivo (Gráfica 3), identificación que concuerda con la investigación de Manjunath et al. (2010). La mayoría de los productores al respecto manifiestan que "No existe labor o producto para el control de la secadera del chile, los que hay nada más hacen que no le de tan fuerte" con base en la con-ceptualización de la problemática del cultivo. Según estudios de Manjunath et al. (2010), la secadera o marchitez del chile es una de las principales limitantes para el óptimo desarrollo de los cultivos de chile en México con pérdidas de cosecha hasta del 70% (González et al., 2004).
En menor medida se identificó en la región de estudio la incidencia de la cenicilla causada por Erysiphe spp., Sphaerotheca spp., Uncinula spp., Leveillula spp., y las afectaciones por bacteriosis originada por los patógenos Corynebacterium michiganensis, Pseudomonas solanacearum y Xantomonas vesicatoria, como la segunda y tercer enfermedad respectivamente (Gráfica 3), que afectan el cultivo de chile poblano criollo (Gráfica 4). Ante el ataque del cultivo por estas enfermedades, en algunas ocasiones los agricultores asumen los altos costos que les representa el uso de químicos de combate a hongos patógenos para la mitigación de sus efectos y que afectan gravemente su economía campesina. En general, el control de estas enfermedades es mínimo o nulo (INIFAP, 2008).
De la información obtenida sobre la problemática del cultivo, en la localidad de San Matías Tlalancaleca se encontró un menor número de productores que consideran de importancia su desconocimiento de tecnologías y soluciones efectivas para el combate de patógenos del cultivo (Gráfica 4). Las enfermedades forman parte de los riesgos que toman al cultivar chile poblano criollo (Gráfica 4) el cual es producto del mejoramiento genético empírico y la herencia de sus ancestros.
Ante la falta de asesoría sobre el cultivo, la mayor parte de los productores siembran consecutivamente el chile poblano y aplican un mismo producto cúprico y/o azufroso (fungicida), en todos los ciclos. Lo mencionado genera resistencia de los patógenos a los productos aplicados. Por otro lado, algunos agricultores en la región, comienzan a integrar en su cultivo la práctica de labores culturales, exponiendo los patógenos a la intemperie, con la finalidad de minimizar o mitigar los efectos de las enfermedades, a pesar de ello, se desconoce actualmente el producto, la acción o el manejo que erradique o elimine eficazmente los hongos patógenos que provocan la enfermedad denominada Secadera o Marchitez del chile (Ma et al., 2015).
Perseverancia en el cultivo de chile poblano criollo
En la cultura alimentaria regional, el chile poblano es parte fundamental en las celebraciones sociales y religiosas en las que es un insumo primordial; su cultivo tradicional heredado de generación en generación a través de la trasmisión oral, tiene influencia en la selección y siembra de semillas de materiales criollos por parte del agricultor. El chile poblano se encuentra presente en diversos platillos típicos, tradicionales y/o en alimentos diarios de los que es parte medular. La selección de semillas criollas y la práctica de su cultivo en la región, confieren identidad entre los productores, su cultivo representa el orgullo de sembrar materiales heredados de sus antepasados y mejorados a través de los años, así como el gusto de disfrutar del chile en cualquier ocasión y/o en celebraciones, caso particular del típico y tradicional mole poblano.
La demanda gastronómica de las amas de casa sobre los materiales criollos de chile poblano en la región, toma en cuenta cualidades como la facilidad de transformación en alimento mediante la remoción de la cutícula del pericarpio, posterior al asado, proceso conocido como "pelado del chile" (Gamas et al., 2011; Kraft et al., 2014) (Cuadro 1), y la característica de mediano picor que presentan los materiales criollos cultivados localmente, características que le permiten al agricultor y al consumidor, degustar del chile y disfrutar de todos sus matices en un sin número de alimentos y platillos (Morán et al., 2008), lo que concuerda con investigaciones de Kollmannsberger et al. (2006), sobre la preferencia del consumidor por ciertos niveles de picor en el chile, para su consumo en fresco y seco.
En la mayor parte de los platillos en los que el chile poblano es materia prima, frecuentemente se tuesta y remueve la cutícula del pericarpio y, en algunos casos, la vena o placenta del chile. Se deja hueco para rellenar o rajar, por lo que es necesario para las amas de casa que la carne o el pericarpio del chile contenga niveles bajos o intermedios de picor que le permitan al consumidor percibir todas las características del chile poblano criollo de la región. El picor y o pungencia del chile poblano, que oscila entre los 2,500 y 3,000 Unidades Scoville de Picor (Ravishankar et al., 2003), considerado como factor determinante de calidad, se encuentra en mayor proporción en la placenta o vena y en menor proporción en el pericarpio o carne del fruto (Rojas, 2012). Es ligeramente picoso con respecto a otros chiles (Perucka y Oleszek, 2000), lo que le proporciona versatilidad en la preparación de los alimentos y platillos de la región, como materia prima y o condimento. Las características de los materiales criollos locales, percibidas por los consumidores son de carácter apreciativo, lo que permite hacer inferencias en cuanto a la calidad y la procedencia de los materiales.
Altieri (1991) señala que la diversidad genética del cultivo le confiere resistencia a las enfermedades específicas y particulares, es por esto que la continuidad y selección de semillas de chile poblano criollo para su cultivo año con año en la región, ya sea por la tradición que reviste su cultivo y/o por la preferencia de su consumo en la gastronomía típica local, resulta de importancia para la conservación del material genético (Contreras et al., 2011), lo que incrementa las posibilidades de soportar los embates de las enfermedades y los fenómenos meteorológicos (Román, Ojeda-Granados y Panduro, 2013; Cruz, 2013).
Conclusiones
En la región de estudio, el chile poblano criollo es producido por los agricultores, principalmente, intercalado con maíz, frijol y haba entre árboles frutales. Ello es bajo el esquema de agricultura tradicional en superficies. Así, los agricultores son clasificados como pequeños productores de chile poblano, menores o iguales a 100 m2, y destinan su cosecha, particularmente, al autoconsumo y a la venta de los pequeños excedentes en el mercado local.
Las enfermedades son la principal problemática en la producción del cultivo; destaca la marchitez o secadera del chile, considerada por los agricultores del Alto Atoyac como un riesgo inherente a la producción de la cual se desconoce alternativa eficiente y efectiva para su control.
La falta de asesoría y la carencia de tecnologías que permitan a los productores combatir efectivamente los hongos que generan las enfermedades en el cultivo, lleva a considerar, y a asumir los gastos que implica su control y los efectos negativos en el rendimiento y la calidad de su cultivo.
Ante las adversidades, actualmente, los agricultores en la región Alto Atoyac perseveran en la selección de semillas y el cultivo de materiales criollos de chile poblano por la gran importancia de sus tradiciones alimentarias, la cultura regional y la relevancia que tiene el cultivo para con su concepción de identidad. Comienzan por incorporar prácticas culturales que favorecen la disminución de las poblaciones de los patógenos mediante la exposición de los mismos al sol e incorporando productos económicos con propiedades fungicidas.
Todas las prácticas que el productor lleva a cabo con la finalidad de obtener frutos de chile poblano criollo están encaminadas a seguir consumiendo y disfrutando de los peculiares matices y características del criollo local y así también de obtener algunos ingresos en el mercado local. Los esfuerzos de conservación de los materiales criollos por parte de los agricultores fortalecen la reserva genética frente a problemas como las enfermedades y algunos fenómenos agroclimáticos; es la contribución de los agricultores un beneficio colateral al objetivo fundamental de consumir el chile poblano.