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Investigaciones geográficas

versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611

Invest. Geog  no.64 Ciudad de México dic. 2007

 

Geografía humana

 

Turismo y ambiente: la percepción de los turistas nacionales en Bahía de Banderas, Nayarit, México

 

Tourism and environment the perception of mexican tourists in Bahía de Banderas, Mexico

 

Antonio Romualdo Márquez González*, Álvaro Sánchez Crispín*

 

* Departamento de Geografía Económica, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Exterior, Cd. Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D.F. E-mail: amargon60@hotmail.com; asc@igg.unam.mx.

 

Recibido: 14 de diciembre de 2006
Aceptado en versión final: 7 de mayo de 2007

 

Resumen

Este trabajo examina la percepción que los turistas tienen sobre el medio geográfico que acoge esta actividad económica en la zona costera del municipio de Bahía de Banderas, en el occidente de México. Para ello, se presentan algunos de los resultados más importantes derivados de una investigación realizada sobre las consecuencias ambientales del turismo en esta parte del país. Desde hace más de 30 años, distintas autoridades han promovido esta porción del litoral pacífico mexicano como un destino de playa que aún conserva lo original de sus paisajes naturales lo que, a lo largo del tiempo, ha atraído turistas de diferentes estratos socioeconómicos, provenientes de lugares diversos. Sin embargo, la creación de infraestructura para atender el crecimiento reciente del sector ha generado una alteración sobre el hábitat natural que acoge al turismo.

Palabras clave: Turismo, medio ambiente, percepción, Bahía de Banderas, México.

 

Abstract

This paper examines the tourists' perception of the environment in which tourism is being developed in the coastal area of the Bahía de Banderas municipality, western Mexico. In this context, some major research findings, derived from a study on the environmental consequences of tourism in this part of the country, are presented. For over three decades, Mexican authorities have promoted Bahía de Banderas as a coastal scenario which still retains its original natural features; this favourable situation has attracted a large number of tourists throughout the years. However, the creation of infrastructure needed to meet the ever expanding demands of the tourism economy in the area has contributed significantly to the deterioration of the natural habitat, where tourism is expanding.

Key words: Tourism, natural environment, perception, Bahía de Banderas, Mexico.

 

INTRODUCCIÓN

Esta investigación examina la percepción de los turistas respecto al ambiente en el que se desarrolla y promueve la actividad turística en Bahía de Banderas, uno de los municipios de México que ha registrado un crecimiento extraordinario del sector en los últimos años, en especial por recibir en forma directa la expansión del vecino Puerto Vallarta, núcleo turístico de primer orden sobre la costa pacífica mexicana (Propín y Sánchez, 2002).1 Los vínculos entre turismo y ambiente natural constituyen un entramado de relaciones que pueden ser examinadas desde tres ángulos: las interacciones turista-ambiente; turista-residente y residente-ambiente.2 En este contexto, y en consideración de la primera perspectiva, el objetivo fundamental de este estudio es revelar los procesos relacionados con esta actividad económica que ante los ojos del turista se percibe como los que generan el deterioro ambiental en la franja costera del municipio de Bahía de Banderas, estado de Nayarit. Para poder efectuar esto, además de realizar diversos recorridos en campo, se procedió al levantamiento de información por medio de encuestas a turistas nacionales que visitaron la zona a mediados de 2004, cuyos resultados apuntalan de manera central la conformación de este trabajo.

 

CONSIDERACIONES TEÓRICAS

La complejidad y diversidad del proceso turístico pueden ser examinadas desde diferentes perspectivas científicas que incluyen tanto las ambientales como las sociales y económicas (Poria et al., 2003; Vera et al., 1997). El turismo es un sector dinámico que causa impactos múltiples y profundos en el territorio, a tal grado enraizado en éste que el producto turístico se constituye, en gran parte, por un conjunto de bienes procedentes del sistema natural (Furió, 1996; Manning, 1999). Algunos autores indican que los impactos del turismo sobre el territorio de acogida (costas, comunidades rurales, ciudades de diverso tamaño) son resultado del intercambio complejo entre los escenarios naturales ocupados por esta actividad económica, las comunidades humanas huéspedes y los turistas que ahí llegan (Brunt y Courtney, 1999; McMinn y Cater, 1998). Una de las dimensiones que puede ayudar a valorar el impacto del turismo sobre el medio geográfico que lo cobija, es la centrada en la percepción de turistas y residentes, examinada en diferentes lugares por distintos autores sobre la potencialidad del turismo basado en la naturaleza y en mejorar la calidad de vida de los residentes (Besculides et al., 2002; Hillery et al., 2001; Jurowski y Gursoy, 2004; Tosun, 2002; Young et al., 1999).

Es innegable que el turismo demanda el consumo de espacios específicos. De acuerdo con los patrones imperantes del turismo mundial, aquellas porciones de la superficie terrestre cuyos elementos de orden natural son sobresalientes o únicos (relieves singulares sobre tipos de roca poco comunes, cuerpos de agua salada o dulce multicolorida, vegetación prístina, por indicar algunos) ocupan un lugar de privilegio en la jerarquía de espacios demandados por esta actividad económica. Así, el medio geográfico-físico juega un papel central en la ocupación del espacio por parte del turismo y su posterior transformación mediante la construcción de infraestructura. La literatura relacionada con turismo y ambiente puede ser dividida en tres grandes apartados: primero, las obras que se refieren específicamente al impacto ambiental causado por el turismo (Collins, 1999; Hunter y Green, 1995; Page et al., 2001); segundo, los trabajos que examinan las actitudes y percepciones sobre el ambiente por parte de los turistas (Andereck, 1997; Brunt y Courtney, op. cit.; Deng et al., 2002; Hillery et al., op. cit; Jurowski y Gursoy, op. cit.) y, tercero, los estudios de acciones colectivas ante conflictos (Alavalapati y Adamowicz, 2000; Kousis, 2000). Esta investigación está nutrida por la segunda clase de trabajos, los que se refieren a las percepciones de turistas respecto al lugar que acoge al turismo y sus preceptos son desarrollados, en la parte correspondiente, para poder contar con un esquema de referencia y, así, alcanzar el objetivo central de investigación, planteado líneas arriba. Para efectos de la realización de este trabajo, y después de una acuciosa revisión bibliográfica, se puede afirmar que casi no hay estudios que examinen las relaciones entre ambiente-turismo y menos aún, investigaciones centradas en analizar tal proceso en la parte costera occidental de México.

Aunque se sabe, en términos generales, que el turismo afecta al ambiente en el que se desenvuelve, es difícil establecer, en forma clara, las consecuencias reales del crecimiento de esta actividad económica sobre el escenario que le contiene, en particular en lo concerniente a la conservación de recursos naturales (Gössling, 2002). La inserción del turismo en un espacio genera cambios derivados de la creación de infraestructura y de la demanda continua de bienes y servicios a pesar de que, en una etapa inicial, se le promueva como protectora del entorno natural (Lindberg et al., 1997). Un tópico notable son las consecuencias ambientales que el turismo puede generar sobre la naturaleza misma, así como sobre el medio antrópico. El éxito de la actividad depende del uso eficiente de los recursos naturales y sobre la necesidad de establecer una nueva ética ambiental en el turismo (Holden, 2003).

Finalmente, hay que indicar el trabajo realizado sobre Puerto Vallarta acerca de espacios sociales e impactos ambientales que, sin lugar a dudas, tiene vinculación directa con Bahía de Banderas ya que estos lugares conforman una sola región como destino turístico (Rural Development Institute, 2005). En tal estudio se procedió a examinar temas relacionados con esta investigación (desarrollo sostenible, calidad de vida, y provisión de servicios, entre otros) con base en el levantamiento de una encuesta dirigida tanto a turistas (nacionales y extranjeros) como a la población local.

 

EL MEDIO GEOGRÁFICO-FÍSICO DE BAHÍA DE BANDERAS

El municipio de Bahía de Banderas en Nayarit es de creación reciente (1989). Tiene una longitud de costa cercana a los 70 km sobre el Océano Pacífico (Figura 1). En los últimos años, este lugar de México se ha configurado como uno de los destinos de playa más atractivos por su vecindad con Puerto Vallarta, centro turístico de fama internacional en fase actual de expansión. La nomenclatura municipal no es consistente con la realidad: Bahía de Banderas es una amplia entrante del Pacífico sobre la costa, compartida entre los estados de Jalisco y Nayarit, sobre la que se encuentran tres municipios, dos en Jalisco (Puerto Vallarta y Cabo Corrientes) y uno en Nayarit, el que se examina en esta investigación.3 La génesis de la bahía está relacionada con la formación de la Sierra Madre del Sur, extenso cuerpo montañoso que ocupa la orla media y sur del pacífico mexicano (Rebón, 2000). La altura máxima de los cerros que bordean la bahía corresponde a lo que se denomina, localmente, Sierra de Vallejo con 1 420 m. La geomorfología local se constituye, así, por sierras, lomeríos, llanuras con lomeríos y llanuras con delta (Bojórquez et al., 2002).

Los aspectos climáticos revelan un tipo de clima tropical con marcada estación seca, del tipo Aw0 y Aw2, según la clasificación de Köppen, modificada para la condiciones prevalecientes en México (García, 2004). En términos generales, estos subtipos de clima tropical indican una temperatura media anual superior a 26° C, acompañada de una precipitación anual de entre 1 100 y 1 600 mm, aunque el reparto de ésta se concentra en la época veraniega; el que la mayor parte de la lluvia caiga en sólo cinco meses tiene la ventaja de que el resto del año se cuente con cielos predominantemente despejados, situación que se aprovecha para el fomento a la actividad turística, tanto en el interior del país como fuera de éste (Figura 2). Tal situación se puede hacer extensiva a toda la costa pacífica mexicana, entre Mazatlán y Bahías de Huatulco, de ahí su fácil inserción en el mercado internacional.

Los recursos hídricos en Bahía de Banderas se asocian con la presencia de corrientes poco caudalosas, que bajan de la Sierra Madre del Sur y que originan torrentes y rápidos en la época lluviosa pero que no pueden ser aprovechados con fines turísticos. Además del río Ameca, que sirve de límite entre los estados de Jalisco y Nayarit, hay por lo menos seis ríos de corta longitud y una importante zona de esteros cuyo cuerpo principal es la laguna El Quelele, que tiene un potencial de aprovechamiento importante para la práctica de algunas actividades recreativas, en particular por su cercanía con Nuevo Vallarta.

La vegetación local está asociada, en forma clara, con la flora del Pacífico tropical, con predominio de selvas bajas y medianas caducifolias y subcaducifolias. En la región de Bahía de Banderas se han registrado 1 100 especies de plantas incluidas en 124 familias (Lott, 1985, Gómez-Pompa y Dirzo, 1995; Ramírez y Cupul, 1999). Varias de ellas están protegidas por la Norma Oficial Mexicana 059 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, ya que se les considera como plantas raras y amenazadas. Aunque hay información sistematizada sobre la flora municipal, esto no garantiza que el turismo no afecte la cubierta vegetal, sobre todo después del inicio de la fase de expansión física de esta actividad económica que implica la construcción de vías de acceso, infraestructura, grandes complejos hoteleros y edificios altos, entre otros.

Debido a la ubicación del municipio de Bahía de Banderas, la fauna local pertenece a dos regiones zoogeográficas: la neártica y la neotropical, con predominio de especies de transición entre ambas (Halfter, 1964). Así, por las características geográfico-físicas presentes en la zona en estudio, se puede indicar que ésta pertenece a la provincia biótica Nayarit-Guerrero, contexto en el que se inserta una diversidad de vertebrados mesoamericanos en la zona, varios endémicos, y que están presentes en Bahía de Banderas. Tal característica natural puede ser considerada como otro detonante potencial de la actividad turística local pues las nuevas variantes de la práctica de ésta, como el ecoturismo, incluyen la contemplación de aves y mamíferos. Sin que, hasta el momento, se haya aprovechado esta posibilidad de manera integral.

 

OCUPACIÓN HUMANA DEL ESPACIO Y ACTIVIDAD ECONÓMICA EN BAHÍA DE BANDERAS

Con cerca de 60 mil habitantes, el municipio de Bahía de Banderas ha registrado, en los últimos treinta años, un crecimiento acelerado de población, superior al experimentado en el país y en el estado de Nayarit, en el mismo lapso de tiempo. Así, el crecimiento municipal, en el periodo 1990-2000, fue en promedio el más alto con 4.18% comparado con el estatal que alcanzó sólo 1.11% (Cuadro 1).

La distribución geográfica de los habitantes en el municipio se aprecia en el Cuadro 1 y Figura 3. Es clara la preferencia de la población por ubicarse en la orla costera y en las proximidades de Puerto Vallarta, donde se ubican los asentamientos con mayor cantidad de personas. La porción entre Punta Mita y el límite con el municipio de Compostela, fuera de la bahía propiamente dicha, ha recibido, en el último quinquenio, las consecuencias de la expansión de la actividad turística irradiada desde Puerto Vallarta y el vínculo entre todas estas localidades es la carretera federal número 200 que, en forma paralela a la costa, une a varias poblaciones en el tramo de Puerto Vallarta a Tepic, capital del estado de Nayarit.

De los diecisiete asentamientos del municipio considerados, todos con menos de diez mil habitantes, la localidad de Bucerías sobresale por su evolución demográfica acelerada: de tener poco más de 1 600 personas en 1980, registró casi 9 mil en 2000, lo que significa dos cosas: primero, registra una tasa de crecimiento acelerada, cercana a 9% y, segunda, se constituye como la concentración municipal con mayor número de personas, con un margen estrecho sobre San Juan de Abajo, tradicionalmente la población con mayor número de personas pero ubicada al interior del municipio (Cuadro 1 y Figura 3). Este proceso está asociado con la llegada y radicación de la actividad turística en la zona, desde los años setenta, centradas en la promoción de Puerto Vallarta como núcleo primario de playa, en el contexto general de los sitios turísticos de México.

Una evidencia de lo anterior se desprende de examinar la composición de la población económicamente activa (PEA), para el mismo periodo 1980-2000 (Cuadro 2 y Figura 4). Es evidente el tránsito, en todas las localidades del municipio, de un predominio del sector agropecuario como la fuente de empleo local más importante en los años setenta, a una concentración de la PEA en el sector terciario, treinta años más tarde. En el caso de Bahía de Banderas, como en la generalidad del país, este proceso corresponde a estrategias de inserción de personas con poca experiencia o habilitación como fuerza de trabajo especializada, en un mercado laboral, fundamentado en la promoción no planeada de actividades comerciales, de servicios y de transporte; se produce así, una terciarización de la PEA en lugares previamente dominados por la agricultura o el sector primario en general.

Entre las actividades terciarias, el turismo es percibido por la población local como el sector de actividad económica más atractivo, con mejores posibilidades de inserción y con mayor facilidad para obtener un ingreso rápido y decoroso. Pero esto es sólo una ilusión ya que, en general, no se repara en la temporalidad del turismo y las restricciones de entrada a este mercado de trabajo referidas a una preparación específica (hablar inglés es sólo un ejemplo) por parte de las personas que quieren conseguir un empleo en hoteles, restaurantes u otros negocios dedicados a atender al mercado turístico local. Este proceso no es privativo de la zona turística de Puerto Vallarta y Nuevo Vallarta, sino que se desarrolla en todos los sitios de México con importante actividad turística.

En los últimos años, el número anual de turistas en Bahía de Banderas ha sido cercano a los 650 mil. El sitio más visitado en el municipio es Nuevo Vallarta, con casi 320 mil turistas registrados en el 2000. De éstos, el 65% fueron nacionales y 35% extranjeros, una composición semejante a la registrada en el municipio. La estancia promedio de los turistas en Nuevo Vallarta, lo mismo que para Bahía de Banderas, es de entre cinco y seis días. Así, se puede afirmar que este municipio es el más importante para la economía turística del estado de Nayarit; Bahía de Banderas contribuye con el 42% del PIB turístico estatal (Gobierno del Estado de Nayarit, 2003). Por otra parte, la habilitación del territorio en este municipio para el turismo tiene por finalidad atraer un sector significativo del mercado internacional de turistas lo que, en los últimos años, le hace entrar en competencia con Puerto Vallarta.

Aunque Bahía de Banderas no es, en sí mismo, un lugar tradicionalmente reconocido en la jerarquía de sitios turísticos mexicanos, la cercanía con Puerto Vallarta ha hecho que el sector se haya expandido en esta parte de Nayarit. Datos oficiales, referidos a 2003, revelan que de los 94 establecimientos de hospedaje del municipio, 21 se encuentran en la franja costera, sobre la que se expande en forma preferente la actividad turística; la suma de habitaciones en estos inmuebles rebasa los 6 mil cuartos, lo que representa un tercio del total existente en Nayarit (Gobierno del Estado de Nayarit, 2001). Las localidades con mayor oferta en este sentido son Nuevo Vallarta, Bucerías-La Cruz de Huanacaxtle y Sayulita-Lo de Marcos, precisamente las más impactadas por el crecimiento del sector turismo en los últimos años. La tendencia de expansión de esta actividad económica puede valorarse a partir de la consideración de cómo ha evolucionado el número de establecimientos de alojamiento y las habitaciones contenidas en ellos: entre 1990 y 2004, los primeros crecieron más de cuatro veces (de 21 a 94) y las segundas lo hicieron en una dimensión de cinco veces, al pasar de 1221 a 6183 (Plan Municipal de Desarrollo Urbano de Bahía de Banderas, Nayarit, 1990, Aprobación del Plan de Desarrollo Urbano del Municipio de Bahía de Banderas, 2001; Gobierno del Estado de Nayarit, op. cit.). Estos datos incluyen todo el continuum de establecimientos en el municipio desde Gran Turismo a las categorías una y dos estrellas.

La actitud de un gobierno en la instrumentación de la política turística puede ser pasiva o activa. La primera responde a una actuación que se reduce a apoyar acciones que pueden condicionar al turismo, aunque no obedece a decisiones enfocadas específicamente a favorecer o influir en su desarrollo; ciertas medidas legislativas (normas, reglamentos, convenios, decretos, entre otros) son un claro ejemplo de esto. Por el contrario, el posicionamiento activo en el área del turismo conlleva acciones deliberadas para favorecer al sector, lo que implica el reconocimiento de necesidades específicas y la imperiosidad por influir a favor de ciertos objetivos preestablecidos (planes parciales de desarrollo, nuevos destinos y atractivos, entre otros; Monfort, 2000).

Con el establecimiento del Fideicomiso de Bahía de Banderas, en el decenio de los setenta, se abre el panorama del desarrollo económico del estado de Nayarit, mediante el turismo, con la promoción de los recursos naturales en su porción sur colindante con Puerto Vallarta (Figura 5 y Cuadro 3). En consecuencia, la demanda de los servicios turísticos por persona, provenientes del extranjero, ha crecido a un ritmo de 15% como promedio anual en el periodo de 1980 a 2000. El área de Bahía de Banderas, en su conjunto, captó al 87.1% del total de turistas registrados en el estado en ese mismo lapso. En 1986, Nayarit atrajo el 0.4% de turismo extranjero que llegó a México; en 1996, recibió al 1.52%. Durante el primer semestre de 1999, Nuevo Vallarta logró el más alto porcentaje de ocupación anual en el país, con el 81.4% y esa tendencia continúa (Gobierno del Estado de Nayarit, op cit.).

 

LA PERCEPCIÓN DE LOS TURISTAS NACIONALES EN BAHÍA DE BANDERAS

Con el fin de conocer la percepción de los turistas nacionales respecto al ambiente de Bahía de Banderas que acoge a la actividad turística, se procedió a establecer una estrategia de levantamiento de información a partir de encuestas, como lo señalan algunos autores que han realizado trabajos, en el mismo sentido, en otros lugares del mundo (Hillary et al., op. cit.; Jorowski y Gursoy, op. cit.; Tosun, op. cit.; Young et al., 1999). En total, se encuestaron 253 personas mexicanas que se encontraban como turistas en el municipio de Bahía de Banderas, entre julio y agosto de 2004.4 Los sitios de trabajo fueron siete localidades de la costa, entre ellas la más poblada en el municipio (Bucerías) y las que han recibido un impacto directo por la expansión del turismo (Nuevo Vallarta, Lo de Marcos, San Francisco). Se incluyeron 33 preguntas en cada cuestionario referidas a datos generales y percepción de las personas respecto al ambiente del lugar visitado.

El total de encuestados se repartió, en forma casi equitativa, entre mujeres y hombres. Las edades de los respondientes fluctuaron entre 11 y 80 años, con un sesgo hacia las personas en el grupo de edad entre 18 y 49 años (87% del total). En términos generales, se trata de turistas cuya educación formal es mayoritariamente profesional (36% del total) o con bachillerato terminado (26%); esta suma arroja una cifra superior al 60% de los entrevistados con educación media superior y superior5 (Figura 6). La ocupación de las personas contactadas son, en su mayoría, empleados (casi un tercio del total), o que tienen un negocio por su cuenta (30%); en forma sorprendente, un 20% de quienes respondieron la encuesta se identificó como desempleado (Figura 7).

La intención de permanecer en los sitios de playa estudiados fue revelada en la forma siguiente: 45% de las personas que respondieron el cuestionario afirmó que se quedaría entre uno y tres días en el destino turístico, lo que equivale a un viaje de fin de semana y que caracteriza, en forma adecuada, a personas que viven en Jalisco o Nayarit que desean visitar la playa en un lapso de tiempo no prolongado (Figura 8). Un 30% de los encuestados dijo que su estancia sería de entre tres y siete días; aquí hay que indicar que, por la época en que se levantó la información correspondiente a las vacaciones escolares de verano, esta respuesta corresponde a desplazamientos hechos por personas cuyo lugar de residencia está más alejado de Bahía de Banderas: Distrito Federal, Guanajuato, Aguascalientes, entre otros.

Al representar, en forma cartográfica, la procedencia de los turistas nacionales en Bahía de Banderas se obtiene un hinterland francamente regional. Casi la mitad de los encuestados procedían del estado de Jalisco, en particular de la ciudad de Guadalajara; en segundo lugar están los turistas que viven en el propio estado de Nayarit (18%), el resto se distribuía entre ocho entidades más que incluían desde el Distrito Federal (donde se emplaza la Ciudad de México) hasta lugares alejados como Chiapas o Baja California (Figura 9). En su mayoría, las personas contactadas afirmaron haber utilizado su propio automóvil para desplazarse hasta este destino turístico (62% del total), una evidencia más de que el área de influencia que se genera a partir de este centro turístico es preferentemente regional; otro medio de transporte empleado fue el autobús, aplicable a un tercio de los encuestados (Figura 10). Estos datos soportan la idea de que el turismo nacional en Bahía de Banderas no utiliza, en general, el avión para llegar a este destino de playa, situación que contrasta con los turistas internacionales que, para llegar a la zona, no cuentan con otra opción que viajar en avión.

La percepción que tienen los turistas nacionales sobre Bahía de Banderas, se revela en las situaciones siguientes: en razón de las condiciones naturales de la zona de arribo, y con base en la referencia del origen de los encuestados que indica un predominio de sitios urbanos como lugar de residencia habitual, no es de extrañar que casi dos tercios de los turistas nacionales afirmaran que las playas y el paisaje tropical son los atractivos más importantes de la costa del municipio de Bahía de Banderas (Figura 11). Sin embargo, casi la misma proporción de respondientes señaló que estaban impresionados por la presencia de basura y evidencia de aguas negras en las cercanías de los lugares que visitaron (Figura 12). Sólo el 4% de los entrevistados manifestó no percibir perturbación alguna sobre el ámbito natural asociada con el turismo.

Un poco más de la mitad de las personas que respondieron la encuesta indicó que el turismo afecta negativamente el entorno natural de acogida; en contraste, 45% de ellos percibe lo contrario (Figura 13). Para fundamentar su opinión, dos terceras partes de los encuestados mencionaron que las nuevas construcciones (hoteles, caminos de acceso, condominios, entre otros) han impactado la armonía del entorno natural, lo que es concebido como un efecto negativo de la llegada de la actividad turística a la zona (Figura 14). En contraste, un tercio de los respondientes cree lo contrario. La argumentación hecha por parte de quienes piensan que el turismo ha traído efectos negativos a Bahía de Banderas se basa en el hecho relacionado con la promoción del gobierno (en sus distintos niveles), tanto en México como en el exterior, para visitar la costa de la bahía en Jalisco y Nayarit; la concreción de este impulso es la ejecución de proyectos integralmente planeados, sin embargo, este proceso no está acompañado de una aplicación estricta de las normas contenidas en ellos (Figura 15).

En otro tenor, el 44% de los encuestados cree que las comunidades de la zona, donde se ofertan productos turísticos, se ven beneficiadas por el arribo de visitantes y turistas; esto en consideración de la derrama económica que puede ser generada por tales flujos (Figura 16). Sin embargo, más de la mitad de las personas que respondieron la encuesta piensan que es necesario la participación directa de los tres niveles de gobierno en el control de la actividad turística.

Una preocupación actual en cualquier centro con actividad turística importante en México es la seguridad. La mayor parte de los encuestados indicó sentirse seguro en los sitios visitados (78% del total). Sin embargo, en forma contradictoria, un poco más del 60% de quienes respondieron la encuesta, cree que la llegada del turismo a esta zona ha propiciado el incremento de la delincuencia (Figuras 17 y 18).

Se preguntó a los encuestados acerca de su percepción en cuanto al trato recibido por parte de prestadores de servicios turísticos en la zona. La gran mayoría (82% del total) indicó que existe una atención preferencial, por parte de quienes trabajan en hoteles, restaurantes y otros servicios, hacia los turistas extranjeros, quizá porque éstos realizan sus pagos en dólares, una situación que ha sido evidenciada en otros centros de playa del país (Propín y Sánchez, op. cit.). Sin embargo, tres cuartas partes de los respondientes opinan que los turistas nacionales son quienes afectan más severamente al entorno, en particular por el mal manejo que hacen de sus desechos sólidos (basura, envases de cristal, plásticos); sólo una pequeña proporción (12% del total) percibe al turista extranjero como causante de efectos negativos sobre el paisaje (Figura 19). A pesar del trato diferenciado que afirman haber recibido estos turistas nacionales, la casi totalidad (97%) aseveró que tenía la intención de regresar a la zona con objeto de pasar unos días de vacaciones.

Lo anterior tiene repercusiones importantes: primero, aunque el trato dado a los turistas en la zona es distinto en razón de su origen, los turistas mexicanos estarán siempre animados a volver a estos sitios de playa porque son los más accesibles, desde el punto de vista del traslado y, quizá, desde la perspectiva económica. Puerto Vallarta y su región turística contigua, donde se asienta el municipio de Bahía de Banderas, no se ha convertido aún en el Cancún del pacífico mexicano y, por ello, oferta productos, bienes y servicios turísticos al alcance de todos, lo que hace atractiva a esta zona ante los ojos de millones de mexicanos que viven en el occidente del país. Empero, el problema de la contaminación por basura y aguas negras seguirá presente, en parte, como en otros lugares turísticos de México con ingente llegada de turistas nacionales, debido a la actitud del turista nacional asociada con conductas poco respetuosas con el ambiente de acogida, derivada de una ausencia de educación ambiental en los niveles básicos de instrucción pública.

 

CONCLUSIONES

El turismo es una actividad económica de reciente creación en la zona en estudio, como resultado de la expansión física originada desde Puerto Vallarta, uno de los centros preferenciales de playa más dinámicos de México. Esto ha generado diferentes procesos en el municipio de Bahía de Banderas: en primer lugar, el tránsito de una estructura económica basada, originalmente, en la ocupación de la población local en las labores agropecuarias hacia una terciarización de la población económicamente activa, derivada de la implantación y crecimiento del sector turístico a partir de los años ochenta.

En segundo término, las localidades que han recibido el impacto del crecimiento del turismo en Bahía de Banderas no son numerosas, sin embargo registran, en la actualidad, tasas de crecimiento demográfico notables, con un nexo estrecho con Puerto Vallarta a través de caminos en buen estado. El impacto de la expansión física de la actividad turística se revela en la construcción de grandes edificaciones, correspondientes a hoteles de Gran Turismo y Clase Especial, así como condominios, tiempos compartidos y segundas residencias. Todo esto ha perturbado, en forma clara, la cobertura vegetal originaria y el carácter prístino del paisaje ha comenzado a perderse. La falta de servicios municipales contribuye al creciente deterioro ambiental por el inadecuado manejo de aguas residuales, desechos sólidos, tráfico y ruido, entre otros; en sí, no existe una regulación ambiental municipal acorde con la dinámica turística que se produce en la zona. Se prevé que, en el siguiente decenio, la demanda por espacios para construir inmuebles destinados a atender necesidades del sector será intensa y modificará las condiciones naturales, en especial por la tala de la vegetación original (selvas bajas y medianas caducifolias y subcaducifolias) y el cambio en el uso del suelo de agrícola (maíz, palma de coco y otros frutales tropicales) a habitacional para vivienda temporal y permanente, así como para infraestructura (comercio y servicios).

Los turistas nacionales son un componente significativo del mercado turístico en Bahía de Banderas, procedentes de un hinterland regional, relativamente cercano. Con base en lo hallado en esta investigación, se puede afirmar que la percepción de los turistas nacionales sobre el entorno en el que se desarrolla el turismo distingue este lugar como seguro y que, aun cuando hay un cierto grado de conservación de los recursos naturales, están concientes de que se ha iniciado un proceso de deterioro de los mismos por la expansión física de esta actividad económica. Esto se refleja en el hecho de que un poco más de la mitad de los encuestados así lo percibe. No obstante, es importante indicar que la mayoría de los turistas nacionales que visitan Bahía de Banderas, están dispuestos a regresar a este sitio con propósitos de descanso.

Los turistas nacionales aprecian el valor de los recursos naturales para la actividad turística (costa tropical, recursos de agua, vegetación original), pero manifiestan conductas poco amables con el entorno de acogida. Una alternativa para solucionar este problema estaría en manos de los gobiernos (en sus distintos niveles) para orientar a los turistas nacionales a respetar el ambiente por medio de campañas in situ o programas específicos dirigidos a un público amplio y difundidos en medios masivos de comunicación. Tales acciones contribuirían a sostener el turismo en el tiempo y aminorarían los efectos negativos de la presencia humana en zonas de playa. Si bien esta actividad económica en Bahía de Banderas seguirá basada en la oferta del binomio sol-playa, el promover acciones como las indicadas líneas arriba garantizaría la ejecución de nuevas formas del turismo (ecoturismo, entre ellas) que atraerían paseantes más responsables con el medio geográfico que se promocione y visite.

Por último, es importante señalar la conveniencia de un nuevo análisis que incluya las localidades turísticas de los municipios de Bahía de Banderas y Puerto Vallarta debido a que conforman una sola región como destino turístico, a pesar de la promoción que se hace, por separado, por parte de los gobiernos de Jalisco y Nayarit.

 

NOTAS

1 Esta investigación forma parte del programa Geografía del Turismo en México, vigente en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México y se deriva de un trabajo de tesis doctoral titulado La expansión del turismo costero en Bahía de Banderas, Nayarit: un análisis de deterioro ambiental, próximo a ser presentado en réplica oral.

2 Para los fines que persigue esta investigación, se considera el término ambiente como la interfase naturaleza-sociedad (Page et al., 2001).

3 Legalmente, el estado de Nayarit utiliza el huso horario correspondiente a 105º W, que indica siete horas de atraso respecto a Greenwich. Sin embargo, y por cuestiones de la relación económica fundamentada en la actividad turística y centrada en Puerto Vallarta (estado de Jalisco, cuyo huso horario es el de 90° W respecto a Greenwich). En 2005 se aprobó un decreto que reforma el artículo 3 de la Ley del Sistema de Horario en los Estados Unidos Mexicanos con el objeto de homologar el horario del municipio de Bahía de Banderas, Nayarit, con el del municipio de Puerto Vallarta, Jalisco.

4 Se eligió trabajar con personas radicadas en México, debido a situaciones de logística: había problemas para contactar a visitantes extranjeros porque éstos se alojan en establecimientos atrincherados, de acceso restringido para quienes no son huéspedes.

5 Tal circunstancia presupone un cierto grado de comprensión fina que permitiría a este tipo de turista tener una actitud de respeto por el ambiente y una apreciación más objetiva de porqué el turismo ha afectado el lugar donde se desarrolla esta actividad.

 

REFERENCIAS

Alavalapati, J. y W. Adamowicz (2000), "Tourism impact modeling for resource extraction regions", Annals of Tourism Research, 27(1), pp. 188-202.         [ Links ]

Andereck, K. (1997), "Territorial functioning in a tourism setting", Annals of Tourism Research, 24(3), pp. 706-720.         [ Links ]

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