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Investigaciones geográficas
versión On-line ISSN 2448-7279versión impresa ISSN 0188-4611
Invest. Geog no.70 Ciudad de México dic. 2009
La inmigración latinoamericana en España en el siglo XXI
LatinAmerican inmigration in Spain in the 21st Century
Aurora García Ballesteros*, Beatriz Jiménez Basco* y Ángela Redondo González*
* Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense de Madrid, Profesor Aranguren s/n, Ciudad Universitaria, 28005, Madrid. Email: agarciab@ghis.ucm.es, bcjimene@ghis.ucm.es, aredondo@ghis.ucm.es.
Resumen
La inmigración latinoamericana en España se ha intensificando durante el último cuarto del siglo XX y primer decenio del XXI, favorecida por los lazos históricos, sociales y los convenios bilaterales. También los países de procedencia han ido variando en función de las circunstancias socioeconómicas y políticas por las que han ido atravesando. Hoy ecuatorianos y colombianos son los mayoritarios. Se analizan las principales repercusiones que esta emigración ha tenido en sus países de origen, su situación jurídica en España. Se estudian las características más destacadas de su estructura por edad, género y su estado de salud. Posteriormente se considera su distribución espacial, en la cual destacan Madrid y Barcelona donde se concentran cerca de la mitad de los latinoamericanos. En la última parte se examina su inserción laboral y las principales actividades que les ocupan, reflejando las diferencias existentes según el país de procedencia.
Palabras clave: Inmigración, España, Latinoamérica, estructura demográfica, salud, empleo.
Abstract
LatinoAmerican immigration in Spain increased in the last fourth of the 20th century and in the first decade of the 21st century, promoted by historical and social links and by bilateral covenants. Country provenance also changed due to the socialeconomic and political circumstances the countries were going through. Nowadays, most immigrants come from Ecuador and Colombia. The main effects that this emigration had on the countries of origin as well as immigrants' legal situation in Spain are studied. The age and gender structures and their health situation are also analysed. Later on, their spatial distribution is looked into, specially in Madrid and Barcelona where almost half of LatinAmericans are concentrated. In the last part, labour and their main activities are examined as well as the existing differences depending on the country of origin.
Key words: Immigration, Spain, LatinAmerica, demographic structure, health, employment.
INTRODUCCIÓN
Las relaciones migratorias entre España y Latinoamérica han sido constantes, a partir de 1492 y a lo largo de la Historia se han caracterizado por su alternancia y disimetría, así como por incorporar en muchos momentos un componente político al económico.
Si nos limitamos al último cuarto del siglo XX y en particular al primer decenio del siglo XXI, hay que señalar que España cambia de tendencia migratoria y, en el contexto del creciente volumen de las migraciones internacionales, pasa a ser uno de los países que más población inmigrante recibe y de muy diversas procedencias, aunque con un significativo peso de la procedente de Latinoamérica, que significativamente algunos autores han considerado como la preferida del siglo XXI por parte de la sociedad española (Izquierdo, 2002).
En efecto, los datos de la revisión del padrón de 2008 (INE) muestran esta preferencia, en España residen 46 157 822 personas, de las cuales 6 044 528, es decir el 13.10%, han nacido fuera del país; el peso de la población latinoamericana es significativo entre este colectivo, pues 2 298 787 personas han nacido en diversos países de América Latina, un 38.03% de los nacidos fuera de España (Tabla 1).
La corriente migratoria latinoamericana se ha ido forjando e intensificando a lo largo del último cuarto del siglo XX al sumarse al exilio político predominantemente de argentinos, chilenos, venezolanos y cubanos; los emigrantes económicos que, ante los cambios legislativos en Estados Unidos que hacen cada vez más difícil el acceso a este país, deciden intentar la aventura europea con España como foco de atracción pues su despegue económico era evidente (Herranz, 1998). Emigración económica que intensifica y diversifica su procedencia a finales del siglo XX y en el primer decenio del XXI, de tal manera que, en 2008, 15 países latinoamericanos cuentan con más de 10 000 inmigrantes en España, como posteriormente se analizará. Y ello pese al endurecimiento de los requisitos de entrada, como necesidad de visado y de recursos económicos.
El incremento y el peso de la inmigración latinoamericana tiene relación con los lazos históricos y sociales que fue forjando la emigración española a lo largo del pasado siglo, tanto la de índole económica como la política, sin remontarnos a etapas anteriores. Pero también con decisiones políticas que van desde la firma de convenios bilaterales para regular los flujos migratorios con diversos países latinoamericanos, como Colombia, Ecuador, República Dominicana; a las favorables condiciones para la obtención de la nacionalidad española para hijos y nietos de españoles; a las mayores facilidades para la obtención y renovación del permiso de residencia y el acceso a la nacionalidad tras solo dos años de residencia legal, sin olvidar los convenios de doble nacionalidad firmados desde 1958 con la mayor parte de los países latinoamericanos.
Como consecuencia de todo ello, hay que señalar que un 21.25% de los inmigrantes nacidos en los diversos países de América Latina (488 515) poseen en 2008 la nacionalidad española, cifra que representa el 62.97% del total de las personas nacionalizadas en España. Y de los 4 473 499 extranjeros con tarjeta de residencia en vigor al 31 de diciembre de 2008, el 30% procede de Latinoamérica.
Los países de procedencia de la inmigración latinoamericana
En la inmigración latinoamericana están representados prácticamente la totalidad de los países de América Latina, aunque con un peso y unas características desiguales, fruto de las circunstancias socioeconómicas y políticas por las que los mismos han atravesado en distintas fechas.
En efecto, al claro predominio al comienzo de los noventa de las personas procedentes de Argentina, mayoritariamente hombres, Chile y Venezuela, países de los que emigraron durante el último cuarto del siglo un importante número de profesionales de diversos niveles ante las condiciones sociopolíticas (Herranz, 1998), se fueron añadiendo en la última década del siglo XX los procedentes de Perú y República Dominicana, predominantemente mujeres atraídas por las posibilidades de empleo en el servicio doméstico, y posteriormente, tras la firma en 2001 de los correspondientes convenios, se incrementa considerablemente la llegada de ecuatorianos y colombianos que en 2008 son las dos nacionalidades mayoritarias (Tabla 2).
Como señalan algunos autores (Izquierdo, 2002), si a comienzos de los años noventa dominaban los inmigrantes latinoamericanos procedentes de Argentina, Chile y Uruguay, que representaban más de un tercio del total, a partir de la primera década de este siglo son los procedentes de Ecuador y Colombia los dominantes y en 2008 suponen el 34.31% del total.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que las cifras de los países de procedencia de la inmigración están sometidas a vaivenes por múltiples causas que van desde la obtención de la nacionalidad, y a la cambiante situación política y económica de los países de origen. Con todo, es innegable el notable incremento de la población latinoamericana en España a comienzos del siglo XXI, pues tan solo entre 2001 y 2005 sus efectivos se han multiplicado en un 250% (Vicente, 2006) y se calcula, en 2008, que el 70% de los inmigrantes latinoamericanos ha llegado en los últimos cinco años.
Las repercusiones de esta fuerte emigración en los países de origen son notables desde muy diversos aspectos. A modo de ejemplo, al menos hasta la actual crisis, un inmigrante latinoamericano envía de media a su país unos 3 000 euros al año, que suponen en torno al 15% de sus ingresos (Banco Interamericano de Desarrollo, 2009) y benefician aproximadamente a ocho millones de personas, especialmente en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, constituyendo el principal motor del crecimiento económico de muchos países latinoamericanos. Sin embargo, el mismo organismo señala que si bien en 2008 los inmigrantes latinoamericanos residentes en España enviaron 69 200 millones de euros, esta cantidad supone un incremento de solo el 0.9% en relación con el 2007; además, en el último trimestre ha habido una caída del 2% en relación con el trimestre anterior y la situación tiende a empeorar, pues en enero de 2009 se ha registrado un descenso entre un 11 y un 12% de la cantidad enviada.
Por otra parte, y de cara a la inserción de esta población en el mercado laboral, hay que tener en cuenta su situación jurídica que, hasta el proceso de regularización de 2005, se caracterizaba por los elevados índices de irregularidad. Excluyendo a quienes obtuvieron la nacionalidad española, a comienzos de dicho año más del 50% de los latinoamericanos residentes en España se encontraban en situación de irregularidad (Vicente, 2006), siendo muy elevados los porcentajes especialmente entre bolivianos (88%), argentinos (63%), ecuatorianos (55%) y colombianos (50%).
Ahora bien, los inmigrantes latinoamericanos se beneficiaron de la concesión de permisos de residencia en la regularización de 2005 por las causas ya señaladas, lo que junto a los acuerdos con diversos países que dan prioridad en las contrataciones a las personas procedentes de los mismos, ha incrementado notablemente el peso de la población latinoamericana regularizada y que cuenta, por tanto, con los correspondientes permisos de residencia y trabajo.
Entre 1998 y 2008 se ha pasado de 130 203 latinoamericanos con permiso de residencia a 1 333 886, de un 18% de los inmigrantes con permiso de residencia a un 30%, con un destacado incremento entre 2000 y 2005, y especialmente entre esa fecha y 2008. De este proceso se han beneficiado personas procedentes de todos los países latinoamericanos (Tabla 3), siendo significativo que en la mayoría de los casos han duplicado, e incluso triplicado, sus efectivos, hecho en el que las reagrupaciones familiares han tenido mucha importancia.
Respecto a la estabilidad documental, el 20.14% de los latinoamericanos dispone de autorización de residencia permanente, dependiendo el tipo de tarjeta de residencia (inicial, renovación por vez primera, por segunda vez, permanente) en gran parte de la antigüedad de los nacionales de los diversos países latinoamericanos; así solo el 4.71% de los bolivianos dispone de autorización de residencia permanente. Si se considera sólo el Régimen General, el 23.61% de los latinoamericanos incluidos en el mismo disponen de autorización de residencia permanente.
Con todo, y si se tiene en cuenta la diferencia entre los latinoamericanos que aparecen en la revisión del padrón de 2008 y los que según el Ministerio del Interior tienen tarjeta de residencia en vigor, se puede calcular que aún hoy la cuarta parte está jurídicamente en situación de irregularidad.
Los inmigrantes latinoamericanos también tienen un importante peso entre los nacionalizados. De las 71 810 personas que obtuvieron la nacionalidad española en 2007 por residencia, el 79.87% eran de algún país de América Latina, con predominio de las mujeres.
Entre las quince nacionalidades más numerosas que agrupan el 92% de las concesiones, sólo tres no son latinoamericanas (Marruecos, Filipinas y Gambia). Hay que tener en cuenta que las personas de esta procedencia necesitan un periodo de residencia únicamente de dos años. Se sigue así la tendencia iniciada a principios del siglo, pues entre 2001 a 2007 han obtenido la nacionalidad española 201 895 latinoamericanos por residencia, cifra a la que hay que añadir ser hijos o nietos de españoles y por matrimonio. Por todo ello, como ya se señaló, en 2008 el 21.25% de los inmigrantes nacidos en los diversos países de América Latina (488 515) poseen la nacionalidad española.
Estructura por género y edad
Tradicionalmente se ha considerado que la inmigración latinoamericana residente en España se caracterizaba por su feminización y su juventud, diferenciándose por la primera de estas características del resto de la inmigración que es predominantemente masculina (45.78% de los latinoamericanos son hombres, frente al 58.93% en el resto de los inmigrantes). Sin embargo, la tendencia desde finales del pasado siglo ha sido a la disminución del peso de las mujeres, pues si bien su llegada no ha cesado de aumentar, lo ha hecho en menor medida que la de los hombres. En 1997 las mujeres representaban el 65% de la población latinoamericana que vivía en España, en 2001 el 56% y en 2008 el 54.22%. Las reagrupaciones familiares realizadas por las mujeres que habían emigrado en fecha más temprana, y la demanda de mano de obra masculina por parte del mercado laboral español, son algunos de los hechos que están en la base de estos cambios.
Un análisis más detallado por países de origen (Tabla 2 y Figura 2) indica, dentro de esta característica general, algunas diferencias. Sólo dos países, Argentina y Uruguay, tienen un índice de masculinidad superior a 100, mientras que países como Nicaragua y Honduras no llegan a 50.
La mayor o menor madurez del ciclo migratorio está en la base de estas diferencias, cuyas causas profundas sólo un estudio más detallado podría precisar, pero que en líneas generales se relacionan con la situación socioeconómica de los países de origen y las ofertas laborales del de destino.
Respecto a la estructura por edad, la población latinoamericana inmigrante sigue las mismas pautas que tradicionalmente han caracterizado a la inmigración: predominio de población adulta joven, es decir, tanto en edad laboral como de procrear y bajas tasas de dependencia, especialmente de ancianos. En efecto, si en el caso de toda la población extranjera residente en España, según los últimos datos disponibles del Anuario Estadístico de Inmigración, las personas en edad laboral suponían el 83.35%, los menores de 16 años el 12.66% y los mayores de 65 el 3.99%, en el caso de la población latinoamericana con tarjeta de residencia en vigor, estos porcentajes son respectivamente un 85.88%, un 12.41 y un 1.71.
Aunque todos los países latinoamericanos tienen más del 80% de sus efectivos en el grupo de edad de 16 a 64 años, comparando los datos de los últimos Anuarios se observa una tendencia al incremento del grupo de 0 a 15 años, especialmente en sus grupos quinquenales extremos, y en el caso de los adultos en los grupos de adultos jóvenes (entre 16 y 25 años), es decir, hay una suave tendencia al rejuvenecimiento de la población latinoamericana con tarjeta de residencia debido, en parte, a las reagrupaciones familiares que han tenido lugar en los últimos años, que manifiestan la voluntad de afianzar los núcleos familiares y de permanecer en España.
Dentro de estas características generales hay algunas diferencias entre los inmigrantes de los diferentes países latinoamericanos (Tabla 4, Figura 3) indicativas, de nuevo, de la madurez de su ciclo migratorio que ha permitido en mayor o menor medida la reagrupación de las familias, así como de la propia estructura demográfica y familiar de los países de origen.
Paraguay es el país del que procede el mayor número de personas en edad laboral (más del 95%), sobrepasando también el 90% bolivianos, brasileños, mexicanos, nicaragüenses, guatemaltecos y costarriqueños. En todos los casos son personas procedentes de países que han incrementado fuertemente su emigración a partir de 2006.
Los menores de 16 años sólo superan el 10% en seis países, considerando solamente a los que tienen más de 10 000 inmigrantes con tarjeta de residencia vigente, Argentina, Colombia, Ecuador (el valor más alto, un 16%), El Salvador, Honduras y la República Dominicana. Países o con una sólida tradición emigratoria hacia España o, en el caso de los de tendencia más reciente, con duras condiciones sociopolíticas que les han hecho optar, en cuanto les ha sido posible, por consolidar sus núcleos familiares en España.
La presencia de mayores de 65 años es aún pequeña (inferior al 5%), pues han llegado a esta edad pocos miembros de los primeros grupos en establecerse en España y en las reagrupaciones familiares, teniendo en cuenta la estructura demográfica de los países de origen y el arraigo territorial de los más mayores, tampoco es muy numeroso este colectivo.
Un análisis más detallado a través de la revisión del padrón de 2008 que incluye a la población nacida en los países latinoamericanos con independencia de su situación jurídica, permite comprobar por grupos quinquenales a través de las pirámides de edades (Figura 4) que dentro de los adultos tienen un mayor peso los grupos de 20 a 39 años, tanto en hombres como en mujeres. Esquema que refuerza lo afirmado anteriormente: predominio de la población en edad laboral y en edad de procrear, con tendencia, por tanto, al progresivo ensanchamiento de las bases de las pirámides, aunque el mismo no sea perceptible, especialmente en el escalón de 0 a 4 años, ya que al producirse los nacimientos en España constan con la nacionalidad española y no con la de sus padres.
Distribución espacial de la población latinoamericana en España
La población latinoamericana está presente en todas las comunidades y ciudades autónomas españolas (Tabla 5), aunque con desigual intensidad, siguiendo así las mismas pautas que toda la población inmigrante que lógicamente busca las mayores posibilidades de ofertas de trabajo que hasta la actual crisis han estado en la construcción, hostelería y restauración, servicios personales y agricultura.
El 75% de la población latinoamericana reside en seis comunidades que de mayor a menor porcentaje son Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Canarias y Murcia, que es, además, la única región en la que predominan los hombres, tal vez por la demanda en la agricultura. Por otra parte, solo en Madrid y Cataluña (especialmente en Barcelona) reside el 45.41% de los latinoamericanos, en consonancia con la importancia de la construcción y los servicios en ambas comunidades. El análisis a escala provincial confirma la vinculación de la inmigración latinoamericana a la demanda de empleo en los sectores citados. Así, la importancia que tienen en Andalucía los residentes en las provincias de Málaga y Almería va unida al desarrollo de la construcción, el turismo y los servicios en la primera, y a ello se une en la segunda la agricultura. Hechos análogos están en la explicación del peso de los residentes en Alicante y Valencia dentro de la Comunidad Valenciana. O el peso de los residentes en Toledo y la vinculación de esta provincia a la deslocalización de algunas empresas madrileñas, así como a la proximidad a la capital del Estado, a su diversificado mercado laboral y a las posibilidades para los emprendimientos (García y Sanz, 2004; García Ballesteros, 2006).
En líneas generales y como ya señalaron algunos autores (Urdiales y Ferrer, 2005), la inmigración latinoamericana considerada en relación con el conjunto de la población inmigrante residente en España, tiene una presencia más ubicua que ésta y es significativo señalar su presencia en provincias del interior en donde aportan más de la mitad de los efectivos de la población inmigrante que vive en las mismas.
Sin entrar en un detallado análisis de la localización de los diversos nacionales latinoamericanos, se apunta una cierta tendencia a la concentración por procedencias. Por ejemplo, más del 75% de los ecuatorianos viven en cinco provincias: Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia y Alicante. En el caso de los colombianos, más del 70% se localizan en Madrid, Barcelona, Alicante, Valencia y Las Palmas. Las redes sociales preexistentes facilitan un cierto efecto, llamada que juega a favor de la concentración, aunque la actual crisis está potenciando la movilidad que en líneas generales tiende a ser más alta en la población inmigrante que en la española y dentro de ella la latinoamericana tiene a su favor la ya señalada relativa ubicuidad de sus miembros y el idioma común.
Estructura por edad y estado de salud
La salud de los inmigrantes en general y de los latinoamericanos en particular es buena (SEMERGEN, 2007), lo que en parte se explica por la juventud de esta población. No obstante, pueden aparecer ciertas enfermedades relacionadas con sus países de origen y raras en España. Así, una serie de patologías infecciosas, como la cisticercosis o, menos frecuentes, como son el cólera, las fiebres virales hemorrágicas, las parasitosis intestinales, el paludismo, la leishmaniasis o la enfermedad de Chagas. Por otra parte, no hay que olvidar que el riesgo de trasmitir una de estas enfermedades importadas es mínimo, al no darse las condiciones ecológicas adecuadas, bien sea por la falta del vector o de los hospedadores intermedios necesarios para transmitirlas.
Respecto a las restantes enfermedades infecciosas, merece mención especial la tuberculosis. Si bien en principio parece que su incidencia entre la población latinoamericana es similar a la que existe entre la población española, no hay que olvidar que aún faltan registros objetivos que permitan conocer el verdadero alcance de este problema. Como ejemplo, en un área sanitaria de Madrid (Arce, 2005) entre 1994 y 2003 la tasa media de incidencia anual pasó de 46.6 casos por 100 000 habitantes a 25.2 (entre la población española descendió de 46.9 a 18.5, mientras que entre la población inmigrante subió de 51.3 a 70.3) El aumento se debió principalmente a los casos procedentes de América Latina, especialmente de Ecuador, Perú y Colombia (65, 36 y 16 casos, respectivamente).
En conjunto, en los últimos años el porcentaje de inmigrantes entre los enfermos de tuberculosis ha aumentado hasta un 32%, por lo que son un grupo prioritario para la vigilancia y control de la enfermedad y cuyos determinantes también aparecen relacionados con sus condiciones de vida.
En materia de salud y como en numerosos estudios se ha puesto de manifiesto, la inmigración no supone ningún riesgo grave para la población del país de acogida, ya que los problemas de salud de esta población son muy similares a los de la población autóctona. Ahora bien, la situación irregular y las deficientes condiciones higiénicosanitarias en las que viven, en algunos casos los más recientemente llegados son las que suponen mayor riesgo para su salud. Así, el escaso espacio de vivienda, pues por ejemplo en Madrid viven en hogares de 22 m2 de superficie media, frente a los 33 del resto de la población y uno de cada cinco comparte casa con personas ajenas a la familia, lo que puede crear problemas de convivencia.
En cuanto a la percepción de la salud por la propia población inmigrante latinoamericana, tomando como ejemplo Madrid (Ayuntamiento de Madrid, 2005), varios son los aspectos destacables. En primer lugar los adultos inmigrantes tienen mejor percepción de su salud que los madrileños; sin embargo, no ocurre lo mismo entre los jóvenes de entre 16 y 24 años de los que tan solo el 37% perciben su salud como excelente y muy buena, frente al 56% del resto de la población. Además, en conjunto, padecen menos enfermedades crónicas que el resto de los madrileños; solamente a un tercio de ellos se les ha diagnosticado un problema de este tipo. En conjunto, en relación con el estado de salud de la población inmigrante, hay que desechar el mito de la alta incidencia de las enfermedades tropicales, infecciosas y parasitarias, pues éstas representan menos del 5% de las patologías que padece este colectivo (SEMERGEN, 2007).
Los problemas sanitarios más frecuentes están relacionados con depresiones y ansiedad. Estas enfermedades suelen tener su origen en el aislamiento y la exclusión social que surgen como consecuencia de las dificultades de adaptación, de la ausencia de vínculos sociales y del posible desarraigo.
Por el contrario, tras una estancia prolongada en España, pueden sufrir enfermedades menos frecuentes en sus lugares de origen y más relacionadas con modos de vida de países desarrollados, como son la hipertensión, la diabetes o diversas patologías respiratorias o cardiovasculares.
La inserción en el mercado laboral
En líneas generales, se puede afirmar que los inmigrantes latinoamericanos ocuparon mayoritariamente en España empleos poco cualificados dentro del servicio doméstico, la hostelería y el sector informal, como se puso de manifiesto en el proceso de regularización de 1991, que afectó a un número importante de trabajadores latinoamericanos ubicados en los sectores de menor cualificación (Izquierdo, 1996). Tendencia que parece corroborar el análisis de los últimos datos referidos al empleo de la población inmigrante latinoamericana en España.
La feminización de la inmigración latinoamericana en España incide en la elevada proporción de mujeres en alta laboral (Tabla 6). Sólo los países del Cono Sur, además de Perú y Cuba, tienen más hombres que mujeres en alta laboral.
En este contexto existen importantes diferencias según el país de origen. Los inmigrantes que comenzaron a venir a España en la década de los ochenta procedentes de Argentina, Chile y Colombia, entre otros países, ocuparon principalmente puestos de trabajo cualificados como técnicos y profesionales (Martínez Veiga, 1997 y 2000), aunque también como pequeños empresarios. Sin embargo, en los últimos años en el mercado laboral español ha ido en aumento el número de empleos de baja cualificación, muchos de carácter temporal, algunos con precarias condiciones laborales y bajos salarios, en el sector servicios.
En enero de 2009, las personas latinoamericanas en alta laboral en la Seguridad Social ascendían a 696 039, o sea el 37% de los puestos de trabajo ocupados por personas extranjeras en España.
Entre las principales nacionalidades (Tabla 7) se encuentran la ecuatoriana, seguida de la colombiana, la peruana y la argentina. México, en cambio, se sitúa en el último puesto de esta tabla.
Las autorizaciones de trabajo concedidas en junio de 2008 confirman la fuerte presencia de ecuatorianos y colombianos en el mercado laboral español, así como algunas nacionalidades que en muy poco tiempo han irrumpido en éste con gran fuerza, como la boliviana, que supera a la peruana, colectivo de inmigración más arraigado en España. Y, aunque en la fuente estadística no aparecen paraguayos, las entrevistas realizadas muestran también un fuerte aumento de los inmigrantes procedentes de este país (Tabla 8).
Entre enero y julio de 2007, el 69.8% de los contratos de trabajo a latinoamericanos se registraron en el sector servicios, un 20.51% en la construcción, un 4.67% en la agricultura y apenas un 5.01% en la industria. Esta distribución también presenta algunas diferencias según los países de origen. Entre argentinos, brasileños, cubanos, colombianos, venezolanos, peruanos y dominicanos, el peso relativo del sector servicios es superior, siendo el caso más elevado el de México, que, por el contrario, presenta el porcentaje más bajo en el sector de la construcción. Ecuatorianos y bolivianos superan el porcentaje medio de contratos registrados en otros sectores, como son la construcción o la agricultura (Tabla 9).
La población ocupada latinoamericana se incluye mayoritariamente en el sector servicios, especialmente en el comercio, la hostelería y el servicio doméstico. Pero también destacan dos sectores que dentro de la población española tienen un peso muy inferior: la agricultura y la construcción. Por el contrario, en la industria se ocupa un número relativamente bajo de latinoamericanos.
El sector servicios es el único que está claramente feminizado (Tabla 10). La población masculina es dominante en el resto, aunque su peso no es desdeñable en el sector servicios (35% del total de hombres ocupados).
En síntesis, y como señalan diversos trabajos (Vicente, 2006) la población inmigrante latinoamericana, especialmente las mujeres, se concentra en ocupaciones de baja cualificación, largas jornadas laborales que a veces incluyen los fines de semana, mala remuneración y escaso prestigio; circunstancias que pueden incidir en algunos de los problemas de salud señalados. Ahora bien, esta situación no se corresponde con su nivel educativo, pues según la Encuesta de Regularización del 2000, más de la mitad de los inmigrantes latinoamericanos en España tenía estudios secundarios y uno de cada cinco un título de educación superior (Martínez Buján, 2003).
En algunos casos la inmigración latinoamericana está experimentando una cierta movilidad laboral ascendente, vinculada a un mayor transcurso del periodo de residencia y a una mayor formación. No obstante, en 2007 los tres yacimientos de empleo en los que se localizaban preferentemente los latinoamericanos eran el servicio doméstico, la construcción y la hostelería. El servicio doméstico y los cuidados a niños, ancianos y enfermos es un nicho laboral muy feminizado. En la Tabla 11 se incluyen los porcentajes de algunas de las nacionalidades latinoamericanas con más presencia. Datos correspondientes a mujeres con permiso de trabajo (Jiménez, 2007).
La importancia del empleo irregular en este sector es muy alta y se ve reflejada en el dato de que únicamente un 12.13% de los latinoamericanos dados de alta en la Seguridad Social en julio del 2007 se encuentra en el régimen especial de empleados de hogar. Diversos trabajos cualitativos indican cifras mayores (García et al., 2008).
La construcción constituye un nicho laboral masculinizado. La Tabla 10 muestra que un 44% de los latinoamericanos empadronados se dedicaba a la construcción en el 2007, si bien desde entonces se ha producido un importante descenso de la actividad constructora, lo que ha llevado a muchos inmigrantes a cambiar de sector laboral o al desempleo. Por países de origen, el mayor número de contrataciones se dio entre bolivianos, seguido por los ecuatorianos y dominicanos.
La hostelería no sólo constituye uno de los principales yacimientos de empleo para los inmigrantes latinoamericanos, sino que también contribuye a su visibilidad e integración en nuestro país. Según los datos aportados por la Encuesta de Inmigración realizada por el INE en 2007, casi la mitad (47%) de los trabajadores extranjeros en el sector de la hostelería, y que llevan más de tres años de residencia en España, son de origen latinoamericano. La importancia de la hostelería como salida laboral para el inmigrante latinoamericano se debe a que es un sector que no exige excesiva cualificación, salvo para los empleos más especializados o para los locales de lujo. En muchos casos no se requiere experiencia previa. Este sector implica duras condiciones laborales y bajos salarios que, hasta la actual crisis, lo han hecho poco atractivo para la población autóctona. Por otra parte, en el caso de los latinoamericanos (salvo los brasileños), la facilidad del idioma los coloca en posición ventajosa sobre otros colectivos de inmigrantes para emplearse en este sector.
Los emprendedores
La inmensa mayoría de la población latinoamericana trabaja por cuenta ajena (96%) frente al reducido 4% que lo hace adscrita al régimen de autónomos. Entre quienes trabajan por cuenta propia se recoge una mayor presencia de población argentina o mexicana (con más de un 10% de quienes se encuentran en alta laboral), frente a menos de un 2% de personas ecuatorianas y bolivianas.
La iniciativa empresarial latinoamericana, cuyo primer paso muchas veces es el trabajo por cuenta propia, es una manifestación del deseo de permanencia en España y de ascenso en el mercado laboral; supone además una contribución en la generación de riqueza y empleo en nuestro país.
Estamos en presencia de un hecho nuevo en nuestro tejido productivo y en plena expansión que está transformando el paisaje formal, económico y social de nuestras principales ciudades, sin olvidar su papel en la integración de muchos inmigrantes y en la creación de empleo.
El estudio de las estrategias laborales de los autónomos latinoamericanos se basa fundamentalmente en datos de encuestas y entrevistas en profundidad realizadas en trabajos anteriores (García et al., 2006; Jiménez et al., 2008).
La mayoría de los emprendedores latinoamericanos han llegado a España en la década de los noventa, si bien hay algunos que lo hicieron anteriormente. Primero tuvieron que conseguir legalizar su situación y después el dinero que les permita costear la apertura de un negocio, trabajando como empleados y solicitando créditos bancarios. Las preferencias en los emprendimientos de los autónomos latinoamericanos se concentran en el comercio al por menor, la hostelería y los servicios personales, especialmente locutorios y envío de dinero, peluquerías, centros de belleza y gestorías.
En el caso del comercio destacan las tiendas de alimentación. En un principio los dominicanos fueron los más emprendedores de estos negocios. Posteriormente han entrado con fuerza en el comercio de alimentación, peruanos y ecuatorianos, especializándose en tiendas de frutas y verduras. Se orientan, por un lado, a los gustos de sus compatriotas, importando productos tropicales, pero sin olvidar otros productos de consumo típicamente españoles, de cara a la clientela autóctona.
Otro de los negocios preferidos por los autónomos extranjeros es el de los restaurantes, cafeterías y bares, sector en el que hay más variedad de nacionalidades.
También son importantes pero menos visibles, pues no suelen tener locales comerciales, las empresas de reformas y las de mudanzas, en estas últimas hay muchos varones procedentes de Ecuador, Colombia y Perú.
Argentinos y chilenos, aunque también uruguayos, venezolanos, colombianos y mexicanos, tienen una actividad empresarial más diversificada, al poseer en buena parte una formación universitaria. De forma que han creado pequeños negocios autónomos, más relacionados con su preparación y experiencia laboral en sus países de origen, tales como clínicas dentales, gabinetes de psicología, clínicas de estética y asesorías jurídicas.
CONCLUSIONES
La inmigración latinoamericana en España ha cobrado una importancia creciente durante el último cuarto del siglo XX, intensificándose en el primer decenio del siglo XXI. Dicha corriente predomina sobre los restantes flujos migratorios, con excepción de los procedentes del conjunto de la Unión Europea, siendo, además, considerada por diversos autores como la mejor valorada por la población autóctona.
Sus efectivos proceden de todos los países de América Latina, aunque actualmente predominan los nacidos en Ecuador, Colombia, Argentina y Bolivia.
Población, en conjunto, joven, feminizada, con buen estado de salud y en edad laboral. Su inserción en el mercado de trabajo español se hace mayoritariamente en el sector de los servicios y en empleos de baja cualificación, aunque también en este contexto se dan importantes diferencias entre las distintas nacionalidades. No obstante, se observa una cierta movilidad laboral ascendente, al menos en ciertos colectivos, pero que puede ser frenada por la actual coyuntura económica.
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