INTRODUCCIÓN
Arraigado en la geografía física, el estudio geográfico de la fauna salvaje se ha enmarcado tradicionalmente en el ámbito de la biogeografía y, en particular, en la subdisciplina zoogeográfica. La zoogeografía se define como “la parte de la biogeografía que estudia las características faunísticas de paisajes y regiones, la evolución y dinámica actual de las áreas de distribución de los animales y las relaciones recíprocas entre dichas áreas y la especie humana” (Müller, 1974, p. 9). La investigación zoogeográfica se centra principalmente en el análisis de los patrones y áreas de distribución de las distintas especies y taxones animales (Wolch, 2002). Los lugares de cría, de alimentación o de migración de la fauna, así como los factores que determinan la distribución de las especies (clima, topografía, hidrología, suelos y vegetación) y las preferencias de hábitats, se tornan cuestiones fundamentales (Wolch, Emel y Wilbert, 2003).
Pero la investigación zoogeográfica se ha visto eclipsada por la fitogeografía, por lo que, más allá de los grandes tratados de zoogeografía del siglo XX (Newbigin, 1913; Darlington, 1957; Udvardy, 1969; Briggs, 1974; Müller, 1974), la componente faunística ha recibido un tratamiento claramente minoritario entre los biogeógrafos (Rubio y Bejarano, 2001). No obstante, como pone de manifiesto un análisis llevado a cabo por Ceballos Barbancho (2012) sobre los artículos publicados en la revista Journal of Biogeography, desde comienzos del presente siglo se viene asistiendo a un incremento de los trabajos de carácter zoogeográfico, aunque en su mayoría proceden de disciplinas afines a la geografía.
Alejada de la tradicional zoogeografía, en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado comenzó a desarrollarse en Estados Unidos una incipiente “geografía cultural de los animales” (Emel, Wilbert y Wolch, 2002). Fundamentada en la geografía humana y en las ciencias sociales, esta rama se centró en cuestiones como la domesticación de especies, el impacto del ser humano sobre la abundancia y distribución de la fauna o la influencia de ciertos animales en las sociedades humanas -a través, por ejemplo, de la destrucción de cultivos o la transmisión de enfermedades- (Wolch, 2002; Urbanik, 2012). Entre los principales exponentes de esta corriente destacan Cansdale (1949, 1950, 1951a, 1951b, 1951c, 1951d, 1952), Bennett (1960), Sauer (1969) y, desde el ámbito de la geografía francesa, De Planhol (1961, 1969).
Sin embargo, no será hasta entrada la década de 1990 cuando una nueva “geografía de los animales” (animal geography) comience a tomar cuerpo de la mano de los geógrafos británicos y norteamericanos como consecuencia del encuentro entre la geografía humana y la teoría social, los estudios culturales y los estudios ambientales (Wolch, Emel y Wilbert, 2003). Esta geografía de los animales se centra directamente en el análisis de los complejos entramados que derivan de las dimensiones espacial, ambiental, paisajística y de lugar asociadas a las interrelaciones entre el ser humano y los animales (Philo y Wilbert, 2000). Su desarrollo y expansión se ha materializado con la aparición de un número cada vez mayor de publicaciones en torno al análisis de dichas dimensiones (Buller, 2013).
En países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia o Nueva Zelanda, la geografía de los animales está adquiriendo un protagonismo cada vez mayor tanto en la investigación como en los planes de estudios universitarios. Se trata de un campo prometedor que está comenzando a ser explorado también por los geógrafos franceses. Sin embargo, esta corriente no ha calado aún lo suficiente en el ámbito de la geografía de habla hispana (Hovorka, 2017), más centrada en la visión de la fauna como elemento biótico del geosistema o del ecosistema, o bien como cuestión económica asociada a la ganadería, a la actividad pesquera o a la cinegética.
En el contexto actual de creciente agitación y cambio en las relaciones entre el ser humano y los animales,1 prácticamente no existen trabajos sobre geografía de los animales ni en portugués, ni en castellano, si bien la geografía iberoamericana podría realizar valiosas contribuciones. Así, el presente aporte pretende acercar esta nueva vertiente del estudio geográfico de los animales a los geógrafos iberoamericanos.
Mediante una revisión a profundidad de la literatura científica existente, en este trabajo se lleva a cabo la identificación y caracterización de los diferentes enfoques que abordan el estudio de los animales en el contexto geográfico de un país iberoamericano, seleccionando el caso concreto de España. En segundo lugar, se realiza una síntesis de las principales líneas de investigación surgidas en el marco de la nueva geografía de los animales. Finalmente, se exploran las oportunidades y desafíos que presenta esta emergente corriente geográfica para los geógrafos iberoamericanos.
METODOLOGÍA
El proceso metodológico seguido en este trabajo se basa por completo en una revisión bibliográfica. Se ha realizado una búsqueda, recopilación y análisis de artículos científicos publicados en inglés, español y francés hasta junio de 2018. Para ello se ha recurrido a la Web of Science (WOS) y a Scopus, insertando en sus respectivos buscadores los términos y expresiones “zoogeografía”, “animal geography”, “geografía animal”, “geografía de los animales” y “géographie de l’animal”. Se ha utilizado también Google Académico para ampliar la cobertura, obteniendo una relación de los artículos y libros que citan a aquellas publicaciones de mayor impacto.
La recopilación y análisis de los estudios sobre animales en el ámbito de la geografía española se ha completado mediante la consulta específica de los artículos publicados en las principales revistas nacionales de geografía: Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, Ería, Estudios Geográficos, Cuadernos Geográficos, Anales de Geografía de la Universidad Complutense, Polígonos, Investigaciones Geográficas y Geographicalia. Así mismo, para determinar la importancia relativa de los trabajos sobre fauna en el contexto de la investigación biogeográfica española, se ha procedido a la consulta y análisis de los libros de actas de todos los congresos españoles de biogeografía celebrados hasta la fecha.
En cuanto a las publicaciones sobre geografía de los animales, la búsqueda se ha perfeccionado insertando “animal geography” en los buscadores web de distintas revistas científicas internacionales de geografía general y, en especial, de geografía cultural: Geoforum, Annals of the American Association of Geographers, Applied Geography, Social & Cultural Geography, Journal of Cultural Geography, Cultural Geographies, Transactions of the Institute of British Geographers y Progress in Human Geography. Se han consultado, por último, otras revistas de contenido no exclusivamente geográfico especializadas en estudios humano-animales, caso de Society & Animals o de Human Dimensions of Wildlife.
A la información obtenida se ha aplicado la técnica de análisis de contenido (Piñuel-Raigada, 2002), clasificando los distintos trabajos en función de la línea temática que abordan. Esto ha permitido reconocer distintos temas de investigación en relación con el estudio geográfico de los animales.
RESULTADOS
El estudio de los animales desde la geografía española
En el contexto español se han llevado a cabo diversos estudios de zoogeografía durante las dos últimas décadas. Destacan trabajos como los desarrollados por Longares, Lozano Valencia y Rubio Recio (1998) o por Lozano y Meaza (2003a, 2003b) -estos últimos sobre valoración zoogeográfica por unidades ambientales-. Sirva también como ejemplo la publicación en 2012 del número monográfico de la revista Polígonos sobre “Trabajos de Zoogeografía en España” (Polígonos. Revista de Geografía, 2012, 22). Sin embargo, se trata de una rama que aún continúa siendo minoritaria, tal y como pone de manifiesto la escasa proporción de contribuciones sobre fauna en los diez congresos nacionales de biogeografía celebrados hasta la fecha (Cuadro 1).
Edición | Año | Lugar de celebración | Total de contribuciones presentadas |
Contribuciones sobre fauna |
Porcentaje de contribuciones sobre fauna |
1º | 2000 | Nuria (Girona) | 49 | 13 | 26.5% |
2º | 2002 | La Gomera (Santa Cruz de Tenerife) | 25 | 3 | 12% |
3º | 2004 | Urdaibai (Vizcaya) | 57 | 9 | 15.8% |
4º | 2006 | Ávila | 49 | 4 | 8,2% |
5º | 2008 | Málaga | 70 | 26 | 37.1% |
6º | 2010 | Alicante | 50 | 8 | 16% |
7º | 2012 | Planes de Son, Àlt Aneu (Lleida) | 60 | 5 | 8.3% |
8º | 2014 | Sevilla | 66 | 10 | 15.2% |
9º | 2016 | Algeciras (Cádiz) | 81 | 21 | 25.9% |
10º | 2018 | Almagro (Ciudad Real) | 93 | 14 | 15.1% |
Fuente: elaboración propia a partir de los libros de actas de los distintos congresos.
El Cuadro 1 pone de manifiesto la escasa significación de los estudios sobre fauna en el panorama biogeográfico español. En las diez ediciones del Congreso Español de Biogeografía celebradas hasta la fecha, los trabajos de carácter zoogeográfico apenas representan, en promedio, un 18.01% del total. El análisis de la temática de las aportaciones presentadas a dichos congresos refleja también la inexistencia de investigaciones sobre geografía de los animales desde una perspectiva cultural, lo cual no resulta extraño en un contexto biogeográfico caracterizado por la escasez de aportaciones sobre biogeografía cultural.
Con un enfoque diferente, desde el último cuarto del siglo XX se ha venido desarrollando una corriente geográfica en relación con la fauna conocida como “geografía cinegética” (Barceló Adrover, Grimalt Gelabert y Binimelis Sebastian, 2017a). El estudio geográfico de la caza se ha abordado desde la geografía rural (Martín y Ortuño, 2004) y del turismo (Rengifo, 2010; Barceló Adrover, Seguí Campaner y Rengifo Gallego, 2017b), así como desde la ciencia del paisaje (López, 1989; Martínez y Torija, 2009).
Aunque con una menor profusión, se pueden encontrar también diversos estudios sobre pesca marítima desde el ámbito de la geografía española, surgidos especialmente desde mediados del siglo pasado (Piñeiro y Lois, 2018). El estudio geográfico de la pesca se ha abordado tanto desde un punto de vista económico como desde una perspectiva patrimonial (Compán, 1975, 2003; Alegret, 2003).
La inclusión de la fauna en numerosos estudios de paisaje realizados por los geógrafos españoles ha sido mínima. Cabe destacar los trabajos de Pérez-Chacón y Beltrán (1989) o de Ibarra (1993). Atendiendo a este déficit, en los últimos años están surgiendo distintas propuestas metodológicas para la consideración paisajística de la componente animal, como el artículo publicado por Serrano-Montes y Gómez-Zotano (2017) o la tesis doctoral realizada por Serrano (2017).
En lo que respecta a los animales domésticos, los geógrafos españoles únicamente se han preocupado, desde la geografía rural, por el papel económico, patrimonial y paisajístico de la ganadería. En este sentido, destacan los trabajos realizados por Cabo (1960), Segrelles (2000), Corbera (2007), Cascos (2011) y Fernández (2013).
El surgimiento de una nueva geografía de los animales
Pese a la marginalidad del estudio geográfico de la fauna en el contexto español, en el seno de la geografía británica y norteamericana se viene asistiendo a un renovado interés por los animales desde la década de 1990, conocido como el “momento animal en geografía” (Emel y Wolch, 1998). Esta nueva geografía de los animales, que tiene como precedente a la incipiente “geografía cultural de los animales”, surgida a mediados del siglo pasado (Bennett, 1960), nace en el marco de un desarrollo y explosión de los denominados “estudios sobre la relación humano-animal” (human-animal studies) desde finales del siglo XX (Shapiro y DeMello, 2010; Marvin y McHugh, 2014).
Entre los principales estímulos de la reemergencia de la geografía de los animales se encuentran: i) la industrialización de la vida animal -a través de las explotaciones ganaderas intensivas, de los laboratorios de experimentación y de la ingeniería genética- y la creciente preocupación por la salud y el bienestar de los animales; ii) el desarrollo y auge de las políticas ambientales y de la ciencia de la conservación; iii) la aparición de movimientos sociales e incluso de agrupaciones políticas en defensa del medio ambiente y de los derechos de los animales, y iv) la creciente aceptación de las conexiones emocionales del ser humano con los animales (Whatmore, 2000; Wolch, Emel y Wilbert, 2003; Urbanik, 2012).
Esta nueva geografía de los animales se define como “el estudio del dónde, cuándo, por qué y cómo los animales interactúan con las sociedades humanas” (Urbanik, 2012, p. 38). El artículo publicado por Wolch y Emel (1995) representa un hito en este sentido, pues lanza un llamamiento para “traer a los animales de vuelta” a la geografía. Igualmente, la publicación en 1998 del libro Animal Geographies: Place, Politics and Identity in the Nature-Culture Borderlands (Wolch y Emel, 1998) o el volumen editado por Philo y Wilbert en el año 2000, Animal spaces, beastly places: New geographies of human-animal relations, se configuran como los pilares fundamentales de esta renovada vertiente de la geografía cultural.
Caracterización de la geografía de los animales: principales líneas de investigación y aportaciones teórico-conceptuales
Desde los trabajos que marcaron el inicio de la nueva geografía de los animales (Wolch y Emel, 1995) hasta las más recientes publicaciones (Urbanik y Johnston, 2017; Bull, Holmberg y Åsberg, 2018; Wilcox y Rutherford, 2018), se ha desarrollado un vasto cuerpo de literatura científica en el marco de esta subdisciplina. El interés por los animales ha calado en las diversas ramas de la geografía humana (geografía urbana, crítica, rural, del paisaje, etc.), dando lugar a interesantes y fructíferas combinaciones. En este sentido, Hovorka (2018, p. 453) sostiene que la “hibridación en el estudio de las geografías de los animales fomenta conversaciones creativas entre las subdisciplinas geográficas y genera un conocimiento holístico de las relaciones entre el ser humano y los animales”. Tal y como apuntan Lorimer y Srinivasan (2013), esta hibridación se ha traducido en el desarrollo de una subdisciplina rica, dinámica y heterogénea, siendo cada vez mayor la diversidad y complejidad de las temáticas abordadas, lo que, sin duda, dificulta su categorización.
No obstante, la revisión y análisis de la bibliografía surgida durante las dos últimas décadas ha permitido la identificación de diversas áreas de investigación en relación con esta corriente. Entre las líneas más relevantes, cabe destacar los estudios desarrollados en convergencia con la geografía urbana, la geografía crítica y la ciencia del paisaje, siendo igualmente significativas las publicaciones sobre renaturalización o aquellas otras de carácter metodológico. En el Cuadro 2 se presenta una síntesis de estas cinco grandes líneas de investigación en geografía de los animales.
Línea | Autores/año | Descripción |
1) Geografía urbana | Philo (1995); Wolch, Emel y Wilbert (1995); Wolch (1998, 2002); Hinchliffe y Whatmore (2006); Lulka (2013). | Analiza la presencia de los animales en los espacios urbanos desde múltiples dimensiones. Se discute la pertenencia o pertinencia de determinadas especies en las ciudades. Se reclama una mayor atención a los animales por parte de la geografía urbana. |
2) Geografía crítica | Lynn (1998); Jones (2000); Miele y Lever (2013); Buller y Roe (2014); Gillespie y Collard (2015); Buller (2016). | Desde un enfoque crítico, analiza aquellos espacios donde tienen lugar los conflictos morales y éticos entre humanos y animales: zoos, mataderos, laboratorios de experimentación, bienestar animal en las explotaciones ganaderas, etc. |
3) Paisaje | Evans y Yarwood (1995); Peltola, Heikkilä y Vepsäläinen (2013); Sellick y Yarwood (2013); Brown, (2015); Gorman (2016). | Explora el papel de los animales en la configuración de diferentes tipologías y dimensiones del paisaje: paisajes rurales, paisajes urbanos, paisajes terapéuticos, etc. |
4) Renaturalización | Lorimer, Sandom, Jepson, Doughty, Barua y Kirby (2015); Prior y Ward (2016); Jepson (2016); Lorimer y Driessen (2016); Prior y Brady (2017); DeSilvey y Bartolini (2018). | Lleva a cabo análisis y propuestas teóricas y conceptuales sobre la renaturalización; estudia y discute sus implicaciones socio-territoriales. |
5) Métodos | Seymour y Wolch (2010); Buller (2015); Hodgetts y Lorimer (2015). | Revisa y sintetiza las diferentes metodologías de investigación usadas en geografía de los animales. Analiza y propone métodos de análisis cualitativo. |
Fuente: elaboración propia.
Además de estas grandes líneas, son también reseñables los trabajos de geografía de los animales surgidos en el seno de la geografía rural anglosajona. Bajo esta combinación se pueden identificar distintos enfoques. Destacan las publicaciones sobre razas ganaderas -de mayor tradición- (Evans y Yarwood, 2000; Yarwood y Evans, 1999; Yarwood y Absalom, 2006), aquellas investigaciones que analizan la expresión espacial de los vínculos afectivos o emocionales que se generan entre los ganaderos y los animales de granja (Convery, Bailey, Mort y Baxter, 2005; Riley, 2011) o los estudios más recientes que exploran el papel del ganado en las experiencias de agricultura sostenida por la comunidad (community supported agriculture) (Gorman, 2018).
Otra línea de trabajo menos profusa, pero igualmente original e interesante, es aquella que aborda las relaciones humano-animales desde la perspectiva de la geografía política (Hobson, 2007; Neo, 2012; Collard, 2013; Srinivasan, 2016). Así mismo, el reciente volumen editado por Wilcox y Rutherford (2018), titulado Historical Animal Geographies, ha abierto la puerta a un nuevo campo de trabajo, en este caso bajo la lente de la geografía histórica.
Además de estas temáticas, que son abordadas por un considerable número de trabajos, se pueden encontrar otros estudios que no encajan propiamente en ninguna de ellas, o bien que se encuentran a caballo entre dos o más campos. Este es el caso, por ejemplo, de las publicaciones relativas a los parques zoológicos, donde se mezclan cuestiones relacionadas con la geografía urbana, la geografía crítica y la ciencia del paisaje (Anderson, 1995; Hallman y Benbow, 2006; Estebanez, 2010).
Más allá del desarrollo de las diversas líneas de investigación citadas con anterioridad, la geografía de los animales ha supuesto una renovación teórico-conceptual y metodológica en el estudio geográfico de la fauna. El análisis de las transgresiones ocasionadas por ciertas especies -que constituye una temática recurrente desde los inicios de la subdisciplina- se encuentra en el origen de la expresión “fuera de lugar” (out of place), empleada para calificar a aquellas poblaciones animales que quebrantan unos límites espaciales socialmente establecidos, generando diferentes conflictos (Power, 2009; Yeo y Neo, 2010; Buller, 2014; Blue y Alexander, 2015). Así mismo, la noción de “encuentro” (encounter) (Emel y Urbanik, 2010; Keul, 2013; Darling y Wilson, 2016; Wilson, 2017), que se define como “la reunión entre partes discretas, que cesa en el momento en que se combinan o separan” (Tyler y Rossini, 2009: 3), representa otra interesante contribución en relación con el análisis de la percepción y de las actitudes sociales hacia la fauna.
En cuanto a las especies objeto de estudio, de mano de la geografía de los animales están adquiriendo una mayor consideración categorías o grupos faunísticos como las especies asilvestradas (Griffiths, Poulter y Sibley, 2000), las mascotas (Fox, 2006), los animales de trabajo (Yarwood, 2015) e incluso los animales abandonados (Srinivasan, 2013), que hasta la década de 1990 se habían visto eclipsados por la tradicional importancia atribuida a la fauna silvestre, cinegética o ganadera.
Sin embargo, al igual que ocurriría con los pioneros trabajos de zoogeografía, la nueva geografía de los animales se ha centrado, desde su origen, en los organismos de sangre caliente y de mayor tamaño, prestando una insuficiente atención a otras formas de vida, de sangre fría, de menor volumen o propias de ambientes acuáticos (Bear y Eden, 2011). Ante esta carencia, Bear (2011) demanda una mayor atención a este tipo de organismos por parte de la geografía. El trabajo desarrollado por Ginn (2014) constituye una aportación atípica en este sentido, pues este autor avanza en el estudio geográfico de la microfauna, explorando la complejidad de los encuentros con babosas que tienen lugar en los jardines londinenses.
DISCUSIÓN Y REFLEXIONES FINALES
Hace ya casi medio siglo, Bennett (1971, p. 33) indicaba la existencia de cuatro “unidades no exclusivas” dentro de la zoogeografía: zoogeografía descriptiva, zoogeografía histórica, zoogeografía ecológica y zoogeografía cultural. De entre estas cuatro divisiones, este autor considera la “geografía cultural de los animales” (cultural animal geography) como el ámbito de estudio de la fauna más susceptible de ser tratado por los geógrafos.
Este trabajo de síntesis ha pretendido ofrecer una visión general de las posibilidades y líneas de investigación que brinda la nueva geografía de los animales -de índole cultural- a los geógrafos iberoamericanos. El nuevo enfoque de la geografía de los animales propone el análisis de las dimensiones del paisaje y el lugar que se desprenden de las complejas relaciones entre el ser humano y los animales, ya sea en su vertiente salvaje, doméstica o asilvestrada. Se trata de una corriente que no ha dejado de crecer y diversificarse, tal y como evidencia el número cada vez mayor de artículos publicados en revistas geográficas internacionales.
En la literatura geográfica anglosajona se pueden identificar distintas investigaciones que analizan el estado de la cuestión de esta vertiente de la geografía cultural. En este sentido, son especialmente relevantes los artículos sobre geografía de los animales publicados en la revista Progress in Human Geography, destacando trabajos de síntesis como los de Buller (2013, 2015, 2016) y de Hovorka (2017, 2018a, 2018b). No obstante, salvo el estudio pionero realizado por Buller (2013), que acomete una primera revisión bibliográfica general sobre la geografía de los animales, el resto de las investigaciones citadas se centra en el análisis bibliométrico específico de ciertas líneas de investigación surgidas en el marco de esta subdisciplina.
Además de este creciente volumen de publicaciones científicas sobre geografía de los animales, la fundación en el año 2009 del Grupo Especialista en Geografía de los Animales de la Asociación de Geógrafos Americanos (http://www.animalgeography.org/) o la creación en 2011 de la Red de Investigación sobre Geografía de los Animales (http://animal-geography.blogspot.com.es/), confirman la importancia adquirida por esta subdisciplina en el panorama geográfico internacional.
En consonancia con el origen de esta vertiente geográfica, la mayoría de las publicaciones proceden del ámbito de la geografía anglosajona. No obstante, Hovorka (2017) subraya el alcance global de esta subdisciplina. En este sentido, cabe destacar el surgimiento, en la última década, de diversas contribuciones por parte de geógrafos franceses (Benhammou, 2016). Trabajos pioneros como el de Blanc y Cohen (2002) o el de De Planhol (2004) constituyen precedentes fundamentales de la emergente “geografía francesa de los animales”. Esta corriente se ha venido centrando, principalmente, en el análisis de la dimensión espacial de los conflictos entre el ser humano y la megafauna (Boussin, 2008; Benhammou, 2009; Marchand, 2013, 2016), habiéndose llevado a cabo varias tesis doctorales sobre esta temática (Benhammou, 2007; Mounet, 2007). En paralelo a una mayor diversificación de las líneas abordadas, el reciente interés por los animales en la geografía francesa ha dado lugar a la publicación de un volumen especial dedicado a la geografía de los animales en la revista Annales de Géographie titulado “Territorio de los hombres, territorio de los animales” (Territoire des hommes, territoire des animaux) (Annales de Géographie, 2017).
En el ámbito francófono, resulta igualmente reseñable el desarrollo de una “geografía de la tauromaquia”. Se trata de una línea de investigación, iniciada por el profesor Jean-Baptiste Maudet (2006a, 2006b, 2017), que podría experimentar un crecimiento durante los próximos años dado el escenario actual de expansión de los movimientos animalistas, que reivindican, cada vez con más fuerza, la abolición de los espectáculos taurinos.
En Iberoamérica, por el contrario, son tan escasos como incipientes los trabajos desarrollados en torno a la nueva geografía de los animales. En México sobresalen los recientes trabajos de los profesores Quintero y López (2018a, 2018b), quienes, desde un enfoque crítico, abordan el estudio de los animales en relación con la geografía del turismo. En el caso de España, tan solo se pueden identificar ciertos estudios surgidos en los últimos años en relación con la geografía del paisaje (Serrano, 2017; Serrano-Montes y Gómez-Zotano, 2015, 2017; Arias-García, Serrano-Montes y Gómez-Zotano, 2016).
La insuficiente atención que la geografía hispana ha dedicado a los animales no está en consonancia con la creciente sensibilidad social al respecto. En España, al igual que ocurre en otros muchos países iberoamericanos, las relaciones entre el ser humano y los animales están siendo puestas en tela de juicio, creciendo el debate social y la atención mediática sobre unas cuestiones que requieren, igualmente, del análisis geográfico crítico. Las recientes manifestaciones en contra de la caza del lobo -y, en el lado opuesto, las protestas de los ganaderos por los daños que este carnívoro provoca en sus cabañas-, el polémico indulto de una vaca con tuberculosis en un santuario de animales en Madrid en febrero de 2017 o la controversia en relación con la tauromaquia son solo algunos ejemplos que ponen de manifiesto la complejidad de las implicaciones sociales que derivan de este cambio (véase Cuadro 3). Además, la expansión del movimiento en defensa de los derechos de los animales ha tomado cuerpo a nivel nacional con la fundación, en el año 2003, del Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA), agrupación política que está adquiriendo un peso cada vez mayor en el escenario político.
Titular | Periódico | Fecha |
Manifestación
unitaria contra las matanzas de lobos Unas 250 entidades convocan una concentración el 13 marzo en Madrid en defensa de la emblemática especie ibérica |
La Vanguardia | 11/03/2016 |
Miles de personas
defienden el Toro de la Vega en Tordesillas tras el
“atropello” de la prohibición Unas 3.000 personas se han manifestado esta tarde en Tordesillas (Valladolid) para defender la celebración de su torneo del Toro de la Vega |
La Vanguardia | 18/06/2016 |
Miles de personas
acuden en Madrid a la manifestación antitaurina bajo el lema
‘Misión abolición’
La decisión de la Junta de Castilla y León de prohibir el toro de la Vega el pasado mayo ha dado alas al movimiento antitaurino |
La Vanguardia | 10/09/2016 |
La vaca ‘Carmen’ se salva del matadero
gracias a 70.000 firmas La Comunidad de Madrid había condenado al animal por dar positivo en un test de tuberculosis |
El País | 6/02/2017 |
Fuente: elaboración propia.
A ello se suman cuestiones como el incremento de la fauna en los espacios urbanos o la creciente amenaza de las especies exóticas invasoras, cuyo control o erradicación no siempre cuentan con la aprobación de parte de la sociedad. Así mismo, la extinción de ciertas especies de fauna ibérica o la amenaza que se cierne sobre otras muchas están generando una mayor concienciación e implicación de la población en materia de conservación. Los esfuerzos encaminados a recuperar determinadas especies en peligro están experimentando un alcance nunca conocido. Destaca, en los últimos años, el considerable aumento de proyectos y programas de reintroducción de fauna. En este contexto, diversas especies animales, como el águila imperial (Aquila adalberti), el lince ibérico (Lynx pardinus) o el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), están adquiriendo un destacado papel simbólico e iconográfico en numerosos Espacios Naturales Protegidos de España.
De forma paralela a este cambio en las actitudes sociales hacia los animales, se está dando un incremento de la demanda de actividades de ocio relacionadas con la fauna -caso de la observación de aves o de los safaris fotográficos-. Asistimos, además, a la aparición de nuevos paisajes animales, como las áreas de renaturalización (rewilding areas), los centros de zooterapia o terapia asistida con animales, los santuarios de animales, los parques para perros, los cafés de gatos (cat cafes), los cementerios para mascotas, etc. Todos estos fenómenos, entre otros muchos, justifican la necesidad de una mayor atención a lo que Wolch, Emel y Wilbert (2003) denominan la “cuestión animal”, por parte de la geografía iberoamericana.
En el periodo actual, que numerosos autores denominan Antropoceno (Zalasiewicz, Williams, Haywood y Ellis, 2011), dado que el ser humano se erige como el principal agente en la configuración de la biosfera, el estudio de los animales debe superar su estricta vinculación con la geografía física para nutrirse también de la geografía humana. En este sentido, más allá de los necesarios conocimientos biológicos y ecológicos, el nuevo “geógrafo de los animales” deberá reforzar su formación en geografía social y cultural. Así, mientras que la tradicional zoogeografía se enriquecía de la colaboración entre geógrafos, paleontólogos, zoólogos y ecólogos, la nueva geografía de los animales deberá servirse de las aportaciones de otras disciplinas procedentes del campo de las humanidades y de las ciencias sociales, caso de la antrozoología, la zooarqueología o la entnozoología. En este sentido, la hibridación a la que hacen referencia autores como Whatmore (1999, 2002), Campbell (2009) o Hovorka (2018), no solo entre las distintas ramas geográficas sino también con disciplinas afines, se erige como clave fundamental en la interpretación de las complejas dimensiones espaciales, ambientales, paisajísticas y de lugar de las relaciones entre el ser humano y los animales.
En la literatura geográfica surgida durante la última década es posible identificar trabajos “híbridos” en los que se combinan los nuevos métodos y enfoques de la geografía de los animales con los de la biogeografía tradicional. Este es el caso del estudio de biogeografía urbana llevado a cabo por Campbell (2007), que emplea técnicas propias de la geografía de los animales para el análisis de la competencia intra e interespecífica entre varias especies de aves en la ciudad de Glasgow. Este mismo autor, en otra investigación sobre reptiles en el sur de Ghana (Campbell, 2009), invita a reposicionar los métodos y límites de la zoogeografía clásica al demostrar en sus trabajos que esta subdisciplina puede enriquecerse de los novedosos preceptos de la geografía de los animales.
En esta línea, resulta necesaria una renovación de la biogeografía iberoamericana acorde a las cambiantes y novedosas relaciones entre el ser humano y los animales, y que esté en sincronía con el contexto geográfico actual. La reciente fundación de la Sociedad Biogeográfica Iberoamericana en Almagro (Ciudad Real, España) (La Vanguardia, 2018), representa una oportunidad única para la incorporación y el fomento de esta fructífera línea de investigación entre los geógrafos del mundo iberoamericano. Debemos acometer la remodelación de las fronteras epistemológicas de esta antigua disciplina, prestando una mayor atención a la marginal biogeografía cultural y entrando de lleno en el estudio de los distintos tipos de fauna y de las relaciones humano-animales bajo los nuevos enfoques teórico-conceptuales y metodológicos de la geografía de los animales.
Más allá de constituir un prometedor campo de estudio, la inmersión en esta subdisciplina podrá permitir a los geógrafos iberoamericanos tomar parte activa en los recientes debates socio-políticos relacionados con los animales (como el movimiento animalista), que sin duda conllevan importantes implicaciones territoriales y paisajísticas.
En definitiva, tal y como señala Bromley (2014, p. 134), “en un mundo en el que numerosos países ricos destinan más dinero a sus mascotas del que la mayoría de los países pobres gasta en sus niños, y en el que muchos países dedican más tierras agrícolas a la producción de alimento para el ganado y de biocombustibles que a los cultivos para el consumo directo del ser humano, es el momento para que la geografía de los animales haga su aparición en escena”.