INTRODUCCIÓN
La producción de café (Coffea arábica L.), junto con la de maíz (Zea mays L.) y la caña de azúcar (Saccharum officinarum L.), son muy importantes en el estado de Veracruz, México. Sin embargo, la caída permanente del precio internacional del primero se ha reflejado en la pérdida significativa del poder adquisitivo de los pequeños productores, propiciando el abandono parcial o total de muchas áreas de producción, promoviendo flujos de emigración a Estados Unidos de América (Ávila, Franco, Cruz, Martínez & Zetina, 2006) y, en otros casos, provocando el cambio de actividad agrícola y ganadera. Lo anterior no parece ser suficiente para mantener el nivel de vida de los actores rurales, sobre todo los ubicados en el minifundio ejidal en condiciones de pobreza moderada y extrema (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2010; Secretaría de Finanzas y Planeación [Sefiplan], 2013).
Estudios sociales del sector rural muestran tendencias a procesos de modernización y reestructuración social y abordan cambios en diferentes niveles de la ruralidad (Bendini, 2006), sin embargo, el caso del pequeño productor, bajo el contexto del capitalismo sub-desarrollado, resulta ser una de las formas con más sobrepoblación en el campo. Un productor parcelario, quien explota una extensión de tierra suficiente para el mantenimiento de su familia, se vale, por regla general, de su fuerza de trabajo, y recurre al empleo externo cuando el esfuerzo familiar es insuficiente.
La familia campesina, para subsistir, no depende solamente de lo que es capaz de producir, no puede limitarse a la reposición de los bienes consumidos y está obligada a mejorar su productividad para mantenerse (Figueroa, 2005); su subsistencia o permanencia productiva exige la generación de excedentes para mantener la identidad histórica en su cultura y formas de organización.
Existen numerosos antecedentes de participación gubernamental con el fin de consolidar programas para el desarrollo integral en comunidades rurales, sin embargo, no ha existido concertación y diálogo con la población beneficiaría (De los Ríos-Carmenado, Díaz & Cadena, 2011a; De los Ríos-Carmenado, Cadena & Díaz, 2011b), y como consecuencia no ha habido resultados consistentes. Al respecto, el desarrollo comunitario en áreas rurales debe partir de la participación de los actores locales, la comunidad en general y el gobierno, con la finalidad de tomar decisiones ascendentes (De los Ríos-Carmenado et al., 2011a; De los Ríos-Carmenado et al., 2011b) y considerar la participación de los jóvenes para reactivar o iniciar un esquema de apoyo al progreso intergeneracional, mediante combinación de efectos de corto y largo plazo, con mecanismos para combatir la pobreza y favorecer la movilidad social de los individuos en la escala social (Cadena-Iñiguez et al., 2010a; Cadena-Iñiguez et al., 2010b; Cazorla, De los Ríos & Díaz, 2005).
El empoderamiento de los actores permite definir iniciativas individuales y colectivas de desarrollo local, y facilita la toma de decisiones, con base en el interés conciliado de los participantes. El entendimiento, además, favorece la gestión financiera (pública o privada) y permite potenciar los recursos locales para generar mayor oportunidad productiva y comercial de las familias (Cadena-Iñiguez et al., 2010a; Cadena-Iñiguez et al., 2010b; Fetterman, 2005).
En Amatlán de los Reyes, Veracruz, los terrenos que ocupan las parcelas dedicadas al cafeto se encuentran entre 300 m y 1000 m de altitud, y según Scartt (1997), es considerada zona marginal para producir café de calidad y, como consecuencia, disminuyen los ingresos económicos de las familias.
Con base en lo anterior, se consideró relevante y oportuno caracterizar la situación socioeconómica, productiva y los recursos locales de una muestra de núcleos agrarios de Amatlán de los Reyes, Veracruz, México, con el objeto de identificar propuestas de intervención social, considerando como hipótesis que el conocimiento tradicional de los actores rurales en sus recursos locales les permite reorientar y revalorizar su economía y formar nuevas redes de valor.
MATERIALES Y MÉTODOS
Localización del sitio de estudio y selección de núcleos agrarios
Se intervinieron socialmente catorce núcleos agrarios del municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz, México, ubicados en 18° 51'00" N y 96° 54'53" O y 740 m de altitud. Las comunidades son: Amatlán de los Reyes, Trapiche Viejo, Cruz de los Naranjos, Río Seco, Ca-cahuatal, Manuel León, Miguel Hidalgo, Atoyaquillo, Fraternidad, San José de Gracia, Torresillos, Ejido Ojo de Agua Grande, Ejido Ojo de Agua Chico y Cañada Blanca, que tiene la agricultura como actividad principal, predominando el cafeto, con excepción de una zona comprendida del centro al sureste del territorio que presenta selva mediana subperennifolia y vegetación secundaria, donde cultivan caña de azúcar (Saccharum officinarum L.), maíz (Zea mays L.) y actividad ganadera en baja escala (INEGI, 2010). La selección de núcleos agrarios estuvo basado en el régimen de propiedad social (ejido) y como actividad principal la agricultura.
Intervención social para la caracterización
El método de intervención social hacia las comunidades fue a través de un proceso de acercamiento, sensibilización, levantamiento de información primaria y foros participativos en las comunidades. Los núcleos agrarios seleccionados se caracterizaron por las variables problemáticas (descripción de condiciones socioeconómicas, políticas, productivas, históricas, culturales y ambientales), recursos disponibles (identificación de los recursos con que cuentan los núcleos agrarios involucrados en el estudio y su potencial), estatus del recurso (las condiciones en que se encuentran los recursos: conflicto, abandono, tecnificación deficiente, organización, gestión, patrones productivos inadecuados o en disposición de emprendimiento), prioridades (iniciativas de desarrollo que la comunidad ha elegido como prioritarias, a través de jerarquizar sus problemas y oportunidades, conciliando intereses y potencialidad de los recursos seleccionados) y acciones (implementación de alternativas que promuevan el desarrollo de los núcleos agrarios en estudio).
Además, se consideró la proporción de género, edad, actividad(es) o empleo, escolaridad, participación en programas de apoyo gubernamental, recursos locales, superficie cultivada, tipo de cultivo, tipo de asociación actual, así como la percepción del estado de pobreza del actor rural participante en la muestra.
El tamaño de muestra se estimó a partir de un muestreo cualitativo con varianza máxima (Snedecor & Cochran, 1967). El tamaño de muestra quedó definido en n = 239 actores. Las respuestas de los foros se analizaron mediante el uso de tablas dinámicas y gráficas.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La mayor superficie está sembrada con café Coffea arabica L., seguido de follajes Chamaedorea spp. Will. (Arecaceae), Dracaena spp. Vand. Ex L. (Asparagaceae) y flores Heliconia spp. L. (Heliconiaceae), Zingiber spp. Mill. y Etlingera elatior (Jack) R. M. Sm. (Zingibera-ceae), Anthurium spp. Schott. (Araceae). Aun cuando existe plátano Musa spp. L. como sombra del cafeto, su presencia disminuyó a partir de las exigencias sanitarias. El plátano morado Musa acuminata (Colla) fue el más cultivado (Tabla 1).
El sistema de producción de esta región tiene la característica de la diversificación de especies, y este esquema podría estar influenciado por las fluctuaciones de los precios del café, además de ser considerada zona marginal para producir café de altura. La situación anterior es probable que influyera en los productores para el desarrollo de nuevas opciones de producción en el campo, buscando mejores ingresos económicos. En los últimos años, los productores de café cereza se han convertido en recolectores del producto, sin atención al manejo agronómico del mismo, y como consecuencia la productividad y calidad del producto ha disminuido. Además, han establecido especies ornamentales asociadas con el café, con las que diversifican sus ingresos económicos, rompen con la estacionalidad del ingreso anual y favorecen la comercialización de las flores y follajes.
La opinión vertida por los productores (n = 239), relacionada con diversas variables económicas, agronómicas, de comercialización y de organización, el 54.72% considera que el cultivo de café cereza es mal negocio. Sin embargo, el 24.53% lo considera muy buen negocio, y el resto regular o muy malo. Estos resultados parecen estar ligados con la comercialización del café. Así, el 20.6% de los productores respondieron que comercializaban bien su producto, que es un porcentaje cercano a los que lo creen buen negocio. Otras respuestas relacionadas con mejorar los ingresos estuvieron enmarcadas en la necesidad de producir café con calidad (9.8%), combatir plagas (8.82%), disponer de créditos (15.6%), la necesidad de organizarse (10.8%), o bien, que se incremente el precio (17.6%), entre otras (16.7%).
Los cambios en la inclusión de otras especies para su explotación es probable que obedezcan a la falta de atención a las características estructurales del sector, al fomento del consumo interno del café y a la oferta de opciones de reconversión de la producción (Marcos-Martínez & Fernández-Sánchez, 2007).
La explotación actual de flores, follajes y plátanos en forma asociada en primera instancia, y como monocultivo en los últimos tiempos, sugiere la revalorización para mejorar los ingresos económicos sin realizar inversiones financieras o largos traslados de sus productos que implican mayores costos.
La transmisión del conocimiento de padres a hijos ha sido el método tradicional más utilizado para el desarrollo de la actividad de los follajes y flores, y representó el 36.8% de las respuestas. Otro porcentaje importante lo representó la enseñanza de abuelos a padres (10.5%) y el nivel de transferencia de tecnología por técnicos o funcionarios del sector representó el 5.3%. El mayor porcentaje fue de 47.7%, y se incluyó en diversas formas de transmisión del conocimiento. Aun cuando se presente emigración de los jóvenes del campo a las ciudades u otras regiones de México o Estados Unidos, quienes están en las parcelas reciben el conocimiento en general del sistema de producción solo o asociado de sus padres.
Para el establecimiento de ornamentales asociadas al cultivo de café, el 64.7% de los actores obtiene la semilla de la comunidad. Las otras formas de obtención son la extracción de su misma parcela (11%), con proveedores de otros estados (12%) o por otros medios (11%). Esta situación puede ser una debilidad del sistema al considerar baja variabilidad genética en las especies que comercializan.
En uso de los recursos económicos por los actores rurales y su tipo de organización tiene su principal ejecución en la alimentación y mantenimiento de la familia. La población organizada o asociada es mínima. Es probable que al estar asociados pudieran disminuir los impactos de la crisis, bien sea consolidando volumen o creando mayores oportunidades de comercialización; sin embargo, lo anterior no fue reflejado.
Debemos señalar que los mismos actores se consideran en estado de pobreza, y por ello participan en programas asistenciales, como el de "Oportunidades", cuyo destino es 2% al pago de deudas, 25% ropa y necesidades, 39% alimentación, 7% mejoramiento de vivienda y 4% a otros.
Respecto a la asociación u organización, únicamente seis actores participan en una cooperativa. Los productos como flores y follajes se comercializan mediante intermediarios y acopiadores externos (Tabla 2), lo cual evidencia la falta de organización entre productores.
1: lo vende a un vecino que a su vez lo lleva al mercado de Córdoba, Veracruz. 2: lo vende a un vecino que actúa como acopiador de un intermediario. 3: es una persona de otro municipio o estado (La Perla, Orizaba, Veracruz o estado de Puebla); 4. Vecino de otra comunidad o ejido de Amatlán de los Reyes, Veracruz, que lo revende
Fuente: Elaboración propia con base en los datos obtenidos en las encuestas, 2012.
Perfil social
La participación de los habitantes muestra que la proporción de género en la toma de decisiones de las iniciativas económicas es muy baja, con una relación de 70:30 (Figura 1A), y referente a la escolaridad, el perfil registrado (Figura 1B) indicó que 61% de los actores tiene estudios de primaria, de los cuales la mayoría cursó tres años de seis obligatorios y 25% secundaria y preparatoria, lo cual significa un bajo porcentaje de jóvenes capacitados para empleos diferentes al rural.
La Organización de las Naciones Unidas ([UNESCO, por sus siglas en inglés], 2013) recomienda que para alcanzar la igualdad de género es necesario un doble enfoque que involucre el desarrollo de capacidades y la elaboración de programas centrados en el empoderamiento social, político y económico de mujeres y hombres, y los bajos niveles de educación disminuyen la posibilidad de superación de limitantes.
A este respecto, la Organización de Estados Iberoamericanos (2008), citado por UNESCO (2013), menciona la educación como factor clave en el desarrollo humano y superación de la pobreza. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2006), completar al menos 12 años de escolaridad (primaria y secundaria), en la mayor parte de los países de la región, constituye el capital educativo mínimo para alcanzar el bienestar y asociarlo a una probabilidad mayor al 80% de conseguir un empleo con mejor ingreso. La educación secundaria también es clave para acceder a la enseñanza terciaria que asegura las oportunidades laborales, y aumenta la probabilidad de permanecer por encima de la línea de la pobreza. Un indicador importante del progreso en un país es el nivel educativo de su población, y de acuerdo con la UNESCO (2013), el mayor nivel alcanzado se presenta en la población de 25 años de edad en países de América y el Caribe.
El rango de edades de los actores de la muestra caracterizada fue cercana a 51 años, y sólo 44% del total se encontró entre los 15 y 49 años (Figura 2A). La población de salida (56%) de las actividades productivas es mayor en comparación con la que hace relevo. La mayoría de los actores son campesinos (Figura 2B), y es semejante a la cantidad de actores que cursaron únicamente educación primaria. La UNESCO (2013) señala que la migración y el envejecimiento de la población están transformando la dinámica demográfica en todas las regiones y tienen repercusiones en el desempleo de los jóvenes y el número de familiares a cargo. De acuerdo con United Nations Development Assistance Framework (UNDAF) (2012), la población rural de México enfrenta un envejecimiento demográfico cada vez más evidente.
La salida de los jóvenes de estos sistemas de producción puede limitar su contribución hacia la adopción de innovaciones, sobre todo cuando tienen niveles de educación más altos que los de generaciones anteriores. Aun cuando existen organismos especializados con experiencia de trabajo con y para jóvenes rurales, son pocos los proyectos generales de desarrollo rural que toman en cuenta a jóvenes y sus aportes al desarrollo (Del Rey-Poveda, 2002; Durston, 1998). La población rural joven continúa ausente dentro del marco conceptual, estrategias y objetivos de proyectos, y más aún, si no están capacitados en el tema, es difícil proponer actividades estratégicas para incorporar a los jóvenes en el desarrollo rural (Cadena-Iñiguez et al., 2010a; Cadena-Iñiguez et al., 2010b; Durston & Espíndola, 2010). Además de café cereza, otras especies han sido revalorizadas en las comunidades, tanto a nivel de traspatios como en la reorientación al sistema productivo del café en la parcela (Tabla 3), de las cuales sobresalen las flores y los follajes.
* En condiciones de traspatio.
Fuente: Elaboración propia con base en los datos obtenidos en las encuestas, 2012.
La producción de follajes de diferentes especies requiere condiciones de exposición a la radicación solar, y se realiza en áreas periféricas de las parcelas de café, bordes de caminos y, en algunos casos, en sustitución de áreas marginales de caña de azúcar (S. officinarum L.). La producción anual y el valor estimado de un grupo de trabajo identificado, al momento de acopiar su volumen y realizar un solo evento de comercialización, se presenta en la Tabla 4, relacionado con la hoja maicera Dracaena fragans (L.) Ker Gawl., comercializada en promedio a $120.00 (MN) el millar (valor 1 dólar $13.50 pesos mexicanos).
La frecuencia de corte de D. fragans (L.) Ker Gawl. se obtiene de cosechar cinco hojas "buenas" (primera calidad) cada dos meses por planta; con estos datos, y conociendo el número de plantas del grupo que asciende a 38 700, se tiene un total de 193 500 hojas bimestralmente, equivalentes a 193.5 millares. Esta cantidad de hojas genera un ingreso de $24 000.00 (MN) cada dos meses. El recurso logrado se distribuye en función del volumen aportado por cada miembro del grupo. Una de las ventajas de este recurso local es que en ocho tareas (4000 m2) se establecen 10 000 plantas de D. fragans (L.) Ker Gawl. y el rendimiento es muy superior al que se obtiene del café cereza en la misma superficie. En el caso de los follajes de palma camedor C. elegans Mart y palma tepejiolte C. tepejilote Liebm., la producción está asociada al cafeto, y se cosecha cada cuatro meses. Se comercializan en atados denominados "gruesas" de 144 hojas a $17.00 (MN) cada una. Para el grupo de trabajo del ejido Cruz de los Naranjos, la asociación de follajes de camedor y tepejilote representa en cada corte $200 600.00 (MN), valor muy superior al ingreso obtenido por café cereza una vez al año en la misma superficie (Tabla 5).
Desarrollo de propuestas e innovaciones
La discusión participativa de los resultados en cada comunidad permitió obtener la priorización, innovación y potenciación de un recurso local (Figura 3). Las propuestas o iniciativas fueron validadas por los actores con base en el mayor número de interesados y su conocimiento. Esto con el fin de proponer la formación de grupos de producción y redes de valor para ofertar volumen, además de identificar grupos de trabajo interesados en formar asociaciones bajo una figura moral. Otro aspecto del análisis participativo relevante fue la identificación de ventajas y desventajas:
Las ventajas encontradas al respecto se relacionan con el origen local del recurso, además del conocimiento del mismo por la población. Esta situación facilita la sensibilización y desarrollo de capacitación, favorece la generación de empleo local, familiar, disminuye el riesgo de abandono del objeto social (no abandonan la asociación) y sin interferir en el sistema de producción tradicional (café), diversifica la economía local y disminuye la migración de jóvenes y adultos.
Las desventajas identificadas en el sistema de producción actual están relacionadas con el alto porcentaje de los actores rurales que rebasan la edad productiva, además de dificultar la adopción de un cambio, con perfil de escolaridad bajo y sin cultura de trabajo colectivo. Los recursos locales no son considerados en los términos de referencia de las convocatorias públicas y representa mayor dificultad lograr apoyo económico para desarrollar un proyecto, asociación, red de valor o cambio de actividad, y no se cuenta con asistencia técnica especializada.
CONCLUSIONES
Los actores entrevistados, en su mayoría personas que rebasan los 50 años de edad, tienen bajo nivel escolar, no consideran importante asociarse con otros productores y el esquema de comercialización de sus productos lo hacen a través de figuras intermediarias.
No se identificó un esquema de relevo generacional, pues la población joven (15-29 años) no supera el 15%, y la relación de género es muy baja para la mujer.
El 100% de actores de la muestra caracterizada se considera en condición de pobreza, acude a programas asistenciales de gobierno y el apoyo económico recibido lo destinan para comprar alimentos, pagar deudas y adquirir vestido.
La actividad económica principal es el cultivo de café cereza, que ha sido sustituido en algunos casos y asociado en otros con especies que representan ingresos económicos con mayor frecuencia que el café, el cual más del 70% lo considera de negocio regular a muy mal negocio, atribuido a la crisis del precio internacional que impacta en inadecuada comercialización, como un precio bajo local y falta de créditos para la cosecha.
Los actores usan diferentes recursos locales para generar ingresos económicos y saben de sus usos debido al conocimiento transmitido en forma oral de abuelos a padres y de éstos a los hijos.
Dentro de los principales cultivos alternativos que han permitido la persistencia campesina son los follajes, flores y velillo de plátano.
Existe un conocimiento sólido de muchos recursos locales que conviven en el ámbito parcelario dedicado históricamente al café cereza, que están siendo revalorizados y reorientados por los actores rurales y que pueden generar nuevas redes de valor, siempre que se fortalezcan los eslabones necesarios de la misma.