Introducción
El propósito de este ensayo es comprender, a través de la teoría de los sistemas sociales de Niklas Luhmann, la complejidad observada entre los sistemas psíquicos (conciencia) y los sistemas de organización agrícola. Los primeros deciden organizarse por factores que interrumpen su equilibrio socioambiental y que irritan al sistema, estas irritaciones provienen de factores observados en su entorno inmediato como sistema agrícola. Un acercamiento de la ciencia que estudia los fenómenos agrícolas los conceptúa como agroecosistemas controlador/entorno agro. Ahora bien, otro aspecto importante que nos interesa tratar son los factores que inciden dentro de una organización agrícola para su permanencia; en este sentido, es a través de la autorreferencia (clausura operativa) que se pueden observar esas operaciones decisionales que provocan estabilidad o inestabilidad en una organización.
Distinguir lo antes señalado a través de una postura oscilante entre problema/solución puede dar un mejor acercamiento al estudio de los fenómenos decisionales en organizaciones agrícolas, donde los problemas podrían ser explicados por la emergencia de unidades auto referidas, surgidas de un proceso de diferenciación funcional sistema/entorno (Luhmann, 1997a).
Por tanto, el objetivo del siguiente ensayo fue comprender la influencia de factores complejos en la formación y permanencia de una organización agrícola observada a través de la teoría general de los sistemas sociales (TSS) (Luhmann, 2007), es decir, entender y explicar las causas que originan acoplamientos estructurales entre sistemas y cómo operan las organizaciones agrícolas en su contexto de premisas decisionales, por lo cual originan la unidad de la diferencia. La hipótesis es que los factores que influyen en la formación de una organización agrícola son de orden económico y político, en tanto que los que determinan su permanencia son la conectividad como red de acoplamientos estructurales, la reproducción de la cultura, la distinción confianza/desconfianza y la reflexividad en operaciones decisionales.
Ahora, se puede decir que la distinción de los factores influyentes desde la formación de una organización hasta lo que implica el operar en sus decisiones explicarían las expectativas y la utilización de los medios/fines que llevan al funcionamiento del sistema y, por consiguiente, observar estos esquemas en las distinciones puede incidir al cambio de técnicas y estrategias en los sistemas de organización que permitan abrirse a otros campos de posibilidades y reestructurar el sistema, asumiendo los riesgos propios de la complejidad social.
Con el fin de contrastar la hipótesis planteada, y después de la apertura con la introducción (sección I), en este artículo se conceptúa la organización como sistema autopoiético (sección II), se analizan los factores que atraen a los productores para organizarse (sección III), además de aquellos que determinan la permanencia de una organización, como el acoplamiento estructural (sección IV), la cultura como reproducción de decisiones (sección V), la distinción confianza/desconfianza (sección VI), la reflexividad en operaciones decisionales (sección VII) y, finalmente, se reflexiona sobre lo expuesto (sección VIII).
La organización como sistema autopoiético
Para iniciar, Luhmann construyó su teoría con pretensiones universalistas para que pudieran abarcarse todos los sucesos sociales y comprenderlos mejor (Álvarez, 2003; Hernández-Arteaga, 2011; Rodríguez & Nafarrate, 2003). Desde la cibernética de segundo orden, la autopoiesis de Humberto Maturana, los trabajos de Parsons, Husserl y la modelación matemática de Spencer-Brown estructuraron su arquitectura teórica (Mascareño, 2016) en la que se expone una sociedad compleja que, a su vez, es reducida en comunicación.
Es decir, esa reducción de complejidad está basada en la sociedad como objeto de estudio, que trata de observar y comprender las comunicaciones, por lo que toda observación se construye como la unidad de la diferencia (Luhmann, 2006). En este sentido, lo más importante para Luhmann es la comunicación como elemento principal que sustenta lo social (Luhmann, 1996), por lo que, en definitiva, cada sistema tiene su propia forma de reducir su complejidad al comunicarse.
Ahora bien, esa comunicación puede ser observada a través del planteamiento constructivista de Luhmann (Corsi, Esposito, Baraldi, & Luhmann, 1996), que reconoce cómo son construidos los hechos en un sistema social (Hernández-Arteaga, 2011) a través de la lente de un observador. Así también, mediante el método funcional, se puede observar el porqué de los problemas en el sistema y sus posibles soluciones (Cadenas, 2016). De ahí que, al observarse una comunicación, el observador distinga dos lados en la forma, lo incluido y lo excluido del sistema social.
Por lo tanto, Luhmann plantea abordar la forma de una distinción, indicando el lado marcado como lo incluido por el sistema y el lado no marcado como lo excluido; siendo las cosas así, resulta claro que el lado marcado tiene sus propios límites como resultado de sus propias operaciones. De todo esto se desprende que en el sistema se promueven identidades que se adaptan recursivamente y, a su vez, evolucionan, llegando a formar una cultura que opera en la diferencia.
Esa diferencia indica la autonomía del sistema, lo que se da gracias a tres momentos: la selección de información, la conducta de notificación y la comprensión de la comunicación (Álvarez, 2003; Koch, 2005; Mascareño, 2008; Rodríguez et al., 2003; Stichweh, 2012). Al producirse la comprensión de la comunicación, se definen horizontes específicos para el logro de metas y expectativas, creando también restricciones con su entorno externo (Arnold-Cathalifaud & Rodríguez, 1992), con el cual no se comunica el sistema; sin embargo, no están exentas de irritaciones internas o externas, ya que al internalizarse se irrumpe en su equilibrio y, en consecuencia, el sistema crea nuevas formas en respuesta a eventos con relación a su entorno. Es necesario recalcar que el logro y formación de un sistema autónomo auto referente, requiere de varios requisitos: elementos propios del sistema; relación o conectividad que pueda tener dentro o fuera del mismo, pero que son operaciones del sistema; autodescripciones; reflexividad y mecanismos generativos (Corsi et al., 1996).
Por consiguiente, Luhmann distingue tres tipos de formación de sistemas sociales que cumplen con lo antes señalado, los de interacción, organización y societales (Corsi et al., 1996; Luhmann, 2006). Esta comunicación emergida, que logra formar un sistema social, está sujeta a los medios simbólicamente generalizados como el poder, el dinero, el amor, la verdad, que permiten que se probabilice ella misma (Luhmann, 2007) y, en efecto, son estos motivos que comparten los miembros que llevan a formar un sistema social.
Así mismo, al formarse una organización agrícola, ya distinguida como sistema social, esta tiene su propia forma de comunicarse, lo que les abre posibilidades de hacerlo hacia el entorno y que están en función de las interacciones que emerjan de las mismas necesidades y perspectivas del sistema. Es decir, las prioridades y expectativas de los miembros en común guiarán el funcionamiento interno, operando en la decisión/no decisión (Luhmann, 2007; Segoviano, 2012), lo que construye la auto referencia del sistema de organización agrícola o, bien, la formación de estructuras propias a partir de la toma de decisiones.
Con referencia a lo anterior, y siguiendo en el mismo sentido, las decisiones tomadas van sobre una misma dirección y orientación que, como resultado, dan un orden al sistema; no obstante, depende también de la capacidad reflexiva en la toma de decisiones del sistema de organización (Arnold-Cathalifaud, 2008). En este tenor, la capacidad reflexiva lleva a los sistemas agrícolas a retomar nuevas decisiones, a autoevaluarse, a auto observarse, a distinguir lo que se está haciendo bien y lo que no, en pocas palabras, a reflexionar sobre lo que se ha decidido.
Ahora bien, es esto lo que se esperaría que realizara un sistema de organización agrícola, utilizar la reflexividad en todas sus decisiones para traer al presente los sucesos o eventos que han dejado marcado al sistema, y no seleccionar las que han afectado su funcionamiento, permitiéndose, a la vez, observar la variación en posibilidades (Mascareño, 2007b) y seleccionar en función de la memoria social, comunicación que puede permitir hacer cambios en el sistema o, en su caso, reestructurarlo (Dockendorff, 2006), convirtiendo a la vez esas alternativas en actualidad.
De este modo, a pesar de que los sistemas tienen la capacidad de auto observarse, verán lo que quieren ver, ya que operan con “puntos ciegos” (Noe et al., 2015), lo que significa que mientras algo no se tematice (Rodríguez et al., 2003), el sistema hará nada al respecto. Si nada ocasiona ruido ni provoca resonancia, no habrá ningún cambio; si no hay comunicación, nada pasa dentro del sistema. Es por eso que, aunque el sistema psíquico tenga en su memoria sucesos o eventos grabados, si estos no llegan a comunicarse y tematizarse, no habrá ninguna reacción y mucho menos solución a los problemas.
De igual manera, esta solución a los problemas puede estar limitada por las mismas estructuras semánticas creadas a través de decisiones, red de decisiones que a su vez deja fuera a otras, lo que definitivamente indicará siempre un riesgo al tomarlas o no.
En efecto, esa red semántica abre las posibilidades hacia el entorno hetero-referente, donde es el sistema el que elige mediante sus acoplamientos estructurales (Luhmann, 1996; Rodríguez et al., 2003) su entorno interno, con lo que se espera puedan llegar a concretarse lazos fuertes para lograr sus fines.
En lo sucesivo, el entorno interno con que elige un sistema de organización vincularse, puede ser de tipo social como funcional, de interacción y otras organizaciones, junto con otros tipos de sistemas, psíquicos y orgánicos (Koch, 2005), que se entrelazan para cumplir expectativas. Aunque cabe mencionar que los sistemas psíquicos, como parte de una organización agrícola, serán siempre observados como entorno interno del mismo sistema, si es que se encuentran fuera del sistema de comunicación de la organización (Luhmann, 2006).
Bajo toda esta argumentación sería bueno preguntarse entonces, ¿Cuáles son los factores por los que los productores agrícolas deciden organizarse y cuáles los factores que influyen en su permanencia? ¿Cuál es la red de conectividad que se da con otros sistemas o dentro de su estructura? ¿Bajo qué principios o bases se toman las decisiones y cuáles generan recursividad? ¿Cuáles son los motivos por los que se toman dichas decisiones? ¿Cómo opera la reflexión en el sistema, qué se tematiza y qué se confirma con ello?
Cabe destacar en una perspectiva general que los factores como motivos, las instancias intermedias (entorno interno), la cultura organizacional, la confianza y la reflexividad son básicos para la toma de decisiones y para la continuidad de la organización agrícola.
Factores que atraen a los productores agrícolas para organizarse
Por lo que se refiere a factores que podrían provocar irritación en el sistema psíquico (productor), estos son de orden social o ambiental (cultivo), distinguiendo lo social como familia y lo económico como cultivo. Estos dos aspectos entrelazados, a nuestro parecer, provocan racionalidad en los sistemas psíquicos (Noe et al., 2015), y son por los que productores agrícolas deciden organizarse.
Esa racionalidad en los sistemas de conciencia (productor) se da por procesos recursivos que ocurren en su medio, que hemos conceptuado como agroecosistema. Por ejemplo, los sucesos ambientales implican la distinción de enfermedades y plagas: insectos que son externalizados por los sistemas de conciencia cuando estos se acoplan, daños por hongos, virus y bacterias, entre otros, que causan pérdidas económicas. De lo contrario, solo serían insectos fuera de su hábitat o alguna manifestación inobservable por el sistema psíquico.
Con referencia en lo anterior, son las expectativas las que constantemente hacen que el sistema de conciencia se involucre en diferentes organizaciones para poder vivir en el día a día, o en diferentes contextos (religiosos, políticos, educativos, familiares, científico, etc.), siempre buscando cubrir sus necesidades básicas. Otra forma sería el ofrecimiento de un servicio o un bien, empleos que le garanticen obtener recursos económicos o un mayor posicionamiento político.
Es decir, la toma de decisiones de los sistemas psíquicos explica acoplamientos estructurales entre sistemas de conciencia que se organizan para obtener mayores beneficios económicos (dinero) e inclusión en apoyos políticos (poder); eso implica la obtención de insumos, paquetes tecnológicos, capacitación, mayor acceso a un mercado y mejores precios. Como consecuencia de esto, los sistemas psíquicos, al ser condición de posibilidad (Hernández-Arteaga, 2011; Luhmann, 1989), son indispensables para el logro de una comunicación y autopoiesis del sistema de organización agrícola, esta última entendida como expectativa de entendimiento de la comunicación sistémica.
Por lo anterior, los sistemas de conciencia, al buscar organizarse y obtener una mayor inclusión en beneficios y apoyos políticos se acoplan al sistema agricultura, sistema parcial de la economía (Casanova et al., 2015) donde, de alguna forma, se busca obtener mejores resultados en la producción e incremento en ganancias. Sin embargo, al crear estructuras, programas como mecanismos generativos en los sistemas de organización agrícola, se puede estar incluyendo y excluyendo a otros sistemas (Labraña, Solari, Rivera, & Campos, 2012).
Ahora bien, este principio de exclusión no puede verse como algo negativo, ya que se podría estar excluido voluntariamente si es que no se quiere participar, lo que sugiere que la exclusión es también una decisión. Un ejemplo de esto sería un sistema de conciencia que racionalice la problemática socio ambiental y pueda ceder a acoplarse, o no, a una organización agrícola o quizá busque otros medios para lograr sus fines, por eso es el mismo productor quien decide en ese caso incluirse o excluirse.
Son los sistemas de organización los creados para la exclusión, con esto nos referimos a que la base de membresía en una organización decide quién entra y quién no, por lo que pueden excluir a otros por no cumplir con sus lineamientos y estatutos en que se rigen todas sus decisiones. Por tanto, excluyen automáticamente a los que no cumplen con sus requisitos o, en otros casos, a sistemas de conciencia con quienes no se tienen afinidades (político-religioso-cultural). Es por medio de estos sistemas de organización que se puede observar una gran desigualdad y discriminación, en el sentido de desigualdad con los que menos tienen o por estatus social, así que las organizaciones han sido creadas para ser el medio por el cual se excluyan o se beneficien unos cuantos, pero no olvidemos que también por decisión propia podrían excluirse ellos mismos, al decidir no participar.
Ahora veamos, como se afirmó arriba, la decisión/no decisión de participar en una organización agrícola dependerá de lineamientos estipulados, al igual que de expectativas del productor sistema de conciencia. Por ejemplo, en un sistema de organización agrícola, donde lo que se quiere es la obtención de un precio mejor para su producto, el código que engloba su expectativa corresponde al que caracteriza al sistema funcional económico pago/no pago, que es lo que hace especial y diferente a un sistema funcional de otro, y es por medio de él que se reconoce a sí mismo por su forma de operar (Luhmann, 2006). Cabe mencionar que es mediante este código que los sistemas de organización agrícola se mueven, ya que engloba todas las operaciones realizadas con pago, por el medio simbólico generalizado en el dinero (Luhmann, 1989).
Visto desde la perspectiva anterior, los sistemas de organización no tienen un código, debido a la existencia de muchas organizaciones en diferentes sistemas funcionales, lo que va a depender del sistema funcional que esté representando (Labraña et al., 2012) o del seguimiento de expectativas.
En efecto, el código que represente a un sistema de organización agrícola siempre tendrá un lado positivo y otro negativo (Corsi et al., 1996), lo que lleva a la contingencia del mismo sistema porque, al existir dos posibilidades, se puede decidir de una u otra forma. La decisión será del sistema y solo de él dependerá el aprovechar las oportunidades.
En este mismo tenor, el código que representa a un sistema de organización agrícola son los de pago/no pago por el medio dinero, e inclusión/exclusión de programas de gobierno por el medio poder, que son las expectativas que tienen los productores sistemas de conciencia, lo que explica los acoplamientos estructurales entre ellos para el manejo de situaciones socioambientales que los irritan y que solo mediante acoplamientos les permite solucionar sus problemas. Pero esto no sugiere que se resolverán de forma inmediata, sino que dependerá de la apertura que se tenga hacia el entorno; la creación de lazos fuertes y la auto observación del sistema permitir su viabilidad. Sin duda, no hay que olvidar que entre sus lazos fuertes se encuentra el mercado como mediador de la producción que incluye o excluye a sistemas de organizaciones agrícolas en función de los procesos de producción. Como ejemplo, los productos agrícolas son regulados por una demanda específica que limita el acceso de ellos al mercado, que implica que los sistemas de organización agrícola se ajusten a esos lineamientos, por lo que no es tan sencilla la permanencia de un sistema cuando las posibilidades son altamente contingentes, y la fragilidad del sistema crece cuando hay acoplamientos estructurales débiles e inciertos.
Acoplamiento estructural en organizaciones agrícolas
Como se afirmó anteriormente, los acoplamientos estructurales en productores agrícolas se derivan de algo que ha irritado al sistema psíquico, problemas, crisis o riesgos en su agroecosistema, provocando una racionalidad por la cual decide acoplarse a diferentes sistemas sociales.
En consideración de lo anterior, es mediante una observación de segundo orden que se podría distinguir al agroecosistema en un contexto organizacional, como una condición de posibilidad mediada por los sistemas de conciencia, bajo la observación operación/cultivo. Por lo que el agroecosistema se entendería como un modelo conceptual basado en redes de decisiones por interacciones entre distintos sistemas de conciencia, que crean mecanismos de acuerdo a motivos/fines (económicos, políticos, de mercado, ambientales, etc.), generando con ello producción y reproducción de operaciones autorreferenciales, emergiendo así a una comunicación distinta que le da origen al sistema de organización agrícola, donde se crean límites y acoplamientos estructurales de orden social/ambiental que se reestructuran mediante un continuo reflexionar, logrando emerger a una cultura que opera en la diferencia al estarse autodescribiendo.
En este sentido, son las autodescripciones las que confirman la autonomía del sistema y por las que se crean estructuras propias al abrirse al entorno. Con esa apertura las organizaciones agrícolas pretenden obtener mejores ingresos o ganancias, mejores mercados, más estabilidad económica, reconocimiento o expectativas como medios simbólicamente generalizados como poder, dinero, o amor, que se consideran equivalentes funcionales en los sistemas (Mascareño, 2009).
En el marco de las observaciones anteriores coexiste un cúmulo de interacciones en una organización agrícola, es decir, acoplamientos estructurales con sistemas de conciencia, sistemas de familia, sistemas funcionales parciales, así como con el sistema de producción y demás organizaciones, donde se puede observar una red dinámica generada a partir de expectativas afines. Cabe decir que, en este entrelazamiento, los medios simbólicamente generalizados y los medios de comunicación como el lenguaje, la televisión, la radio, los periódicos, las revistas, internet, etc. probabilizan la comunicación (Corsi et al., 1996), desempeñando un papel importante en la toma de decisiones y actualizando posibilidades (Casanova et al., 2015). En resumidas cuentas, todos los procesos antes mencionados permiten distiguir la emergencia de la autoreferencia/hetero-referencia del sistema de organización agrícola (Figura 1).
Con referencia en el esquema anterior, un sistema de organización agrícola, desde la perspectiva de Luhmann, podría ser visualizado de la siguiente forma: en el sistema funcional económico se ubicaría la agricultura como un sistema parcial, entorno interno de la economía (Casanova et al., 2015) y, seguidamente, en el sistema agricultura se acoplan los sistemas de conciencia (productores). La interacción de los sistemas de conciencia acoplados a una memoria social permite la emergencia de la comunicación que, a su vez, al operar en la diferencia entre pasado/presente, tematiza vivencias de sus sistemas agrícolas y otras necesidades, coproduciendo irritaciones del sistema orgánico y demás sistemas funcionales como mercado, familia, política que permite la conformación de un sistema de organización agrícola.
Como hemos mencionado con anterioridad, son tres los elementos principales para la formación de un sistema social en Luhmann, al darse el cierre comunicativo se van realizando operaciones internas que generan estructuras recursivas en un proceso iterativo de actualización de posibilidades, razón por la cual dependerá de qué entorno interno seleccione el sistema de organización agrícola. Dicho hasta aquí, supone que el observador, al realizar una diferenciación entre esto o aquello, hace su propio esquema de distinción; por ejemplo, el sistema psíquico (sistema de conciencia) se encuentra inmerso en un sin número de acoplamientos estructurales, insertado, a la vez, en diferentes sistemas sociales, con una comunicación emergente en cada una de ellas (Corsi et al., 1996). De acuerdo con sus necesidades o expectativas, interacciona con otros sistemas tales como instituciones educativas, familia, religión, sociedades cooperativas, empresas, etc., con todos los que puedan ayudarle a lograr sus fines.
Se debe agregar que al utilizarse una observación de segundo orden se construyen esquemas de diferenciación que permiten identificar y describir la configuración de los hechos de un sistema de organización de productores agrícolas, así como su nivel de organización (Arnold-Cathalifaud, 1998). Lo más importante es distinguir la reflexividad en los sistemas de interacción, para observar los problemas (riesgos y efectos en su operar), permitiendo así la búsqueda de nuevas soluciones (alternativas).
Para ilustrar mejor el caso de los sistemas de organización agrícola, al tomar una alternativa decisional, se está marcando el lado interno y a su vez está dejando en el lado externo otras alternativas (estado sin marca), la disposición de ambas puede ser distinguida por un investigador científico (observador de segundo orden), el cual puede señalar los puntos débiles en organizaciones agrícolas.
Ahora bien, una organización agrícola al no reestructurarse y reorientar sus expectativas limita su avance, estancándose por la restricción de alternativas en sus acoplamientos estructurales, de los que puede depender su permanencia.
La cultura como factor de reproducción de decisiones
A la cultura la hemos designado como factor de reproducción de decisiones, porque son las autodescripciones de sistemas sociales las que generan una identidad cultural mediante la creación de estructuras y funcionamiento interno en una organización agrícola. Más aún, la relación co-construida en ese proceso operativo, donde intervienen las bases de membresía, va generando una semántica sedimentada (Dockendorff, 2006) por medio de abstracciones que originan conocimiento. Cabe señalar que esa semántica sedimentada de los sistemas de organización agrícola crea memoria social y recursividad en la comunicación, lo que significa que al mismo tiempo va generando historia en el sistema (Baecker, 2006; Luhmann, 1997b).
No obstante, esa recursividad en los sistemas de organización agrícola conduce a tomar siempre las mismas decisiones, logrando una sola forma de hacer las cosas, siempre en el sentido de la variación, selección y reestabilización, que sobrelleva el proceso evolutivo de las sociedades; la primera en función de las posibilidades del pasado/presente y presente/futuro, las cuales siempre se traerán al presente en forma de tematizaciones; la segunda en la actualización de posibilidades en las que el sistema se abre a nuevos horizontes o él mismo las restringe de acuerdo a sus expectativas; y la tercera es la recomposición o ajuste de esa variación y selección (Mascareño, 2012) que actualiza el sistema. Por tanto, la cultura emerge cuando seguimos seleccionando las mismas decisiones y restringimos otras, cosa parecida sucede también en la actualidad donde vemos a una sociedad, política y económicamente hablando, que se comporta de una sola forma desde hace ya un buen tiempo.
Lo anterior es distinguido en una sociedad moderna que sigue sujeta a una economía neoliberal, donde el capitalismo lucha por mantener el control y el poder a través de los cargos en los sistemas sociales (Baecker, 2012). De acuerdo con Baecker (2012), el “capitalismo es la realización y reproducción de un modelo que se traduce en un tipo de esclavitud asalariada”. De manera puntual nos referimos a que en estos dos sistemas funcionales se sigue observando una cultura de diferenciación de sociedades tratadas de forma segmentada, estratificada de centro periferia (Mascareño, 2012), donde al mismo tiempo se reproduce una cultura de dependencia de los sistemas sociales (psíquico, de organización y funcionales parciales) a las grandes corporaciones a nivel mundial, manejadas por la política y la economía, que los hace vulnerables siempre que hay cambios en estos sistemas.
De acuerdo con lo anterior, ¿Puede, acaso, de esta forma emerger una sociedad más desarrollada? ¿O es esta forma de semántica económica capitalista la que no permite tener hasta ahora ese tipo de sociedades?
Definitivamente no podemos pasar por alto que estamos envueltos en una cultura de operaciones decisionales a un nivel transnacional que nos mueve y acomoda a su antojo, movidos por los medios simbólicamente generalizados como el poder y el dinero, lo que de cierta forma genera recursividad y sigue dando unidad al sistema. Igualmente, mientras se siga reproduciendo una sociedad basada en la cultura económica capitalista, se irán reduciendo siempre las posibilidades de selección, restringiendo otras y creando un horizonte cultural que seguirá reproduciéndose incesantemente (Dockendorff, 2006).
Dicho lo anterior, ¿cuál será entonces el problema que se observa en las diferentes organizaciones agrícolas? ¿No será que, a pesar de ser una sociedad funcionalmente diferenciada, todavía se sigue teniendo una cultura de desigualdad en la sociedad? ¿Por qué se observan sociedades que fracasan o no alcanzan otro nivel organizacional? ¿Pueden estar limitadas acaso por estos modelos económicos globalizados? ¿Se necesitará acaso de otros modelos económicos que permitan el empoderamiento de pequeños productores, asalariados, etc., y emerger hacia otra cultura? y si es así, ¿se está consciente de generar nuevas políticas y cambios que garanticen una evolución hacia nuevas formas de hacer las cosas para buscar el bien común?
Deseamos subrayar que, al tener cultura, ya hay tradición, la cual se observa en la actualidad; por tanto, nos podemos acurrucar en ella o, bien, oponernos radicalmente como lo menciona Luhmann (1997b); es decir, la decisión/no decisión de participación en un sistema se complejiza al incluirnos o excluirnos (Mascareño, 2007a) en sistemas de acuerdo a nuestras necesidades, porque creamos cultura social con referencia al contexto en el que nos encontremos.
Así que, estudiar el factor cultura en su contexto organizacional es de gran importancia, ya que por medio de ella se podría llegar a comprender, de acuerdo con la operación de sus decisiones, si ese sistema es eficaz o ineficaz (Baecker, 2006), si se sigue manteniendo un patrón de decisiones o no; con esto se busca obtener nuevas posibilidades que permitan la evolución del sistema.
De ahí que utilizar el esquema de distinciones en sistemas de organización podría llevarnos a comprender cómo se da esa recursividad en los sistemas de organización agrícola y lo que han adoptado al estar organizados, si existen cambios y mejoramiento en su economía o simplemente se sigue cumpliendo un rol en la sociedad donde se sigue cubriendo el poder mal ejercido de los sistemas político-económicos, en donde finalmente el sistema siempre estará vulnerable y en riesgo a cualquier cambio que provenga del entorno (interno o externo) del sistema de organización agrícola y de su capacidad de resiliencia dependerá su evolución y recuperación. Es por eso que el sistema debe generar una cultura propia, pero abierta siempre al cambio; en este sentido, no debemos pensar en disoluciones sistémicas, sino que este se abre a una red compleja de conexiones decisionales, que pueden permitir la permanencia de la organización agrícola, donde el factor confianza en toda la red interna y externa tendrán mucho que ver.
La distinción confianza/desconfianza
De acuerdo con los razonamientos que se han analizado hasta ahora, la distinción confianza/desconfianza es otro de los factores que puede influir en la continuidad o desintegración de las organizaciones agrícolas. Es decir, la confianza trabaja como mecanismo generalizado de toda la sociedad, en términos de la relación que ella tiene con los distintos medios simbólicamente generalizados en dinero, amor, poder, verdad, arte (Corsi et al., 1996), fungiendo como base principal del sostenimiento del sistema.
Es evidente entonces que, por los medios simbólicos generalizados, una organización agrícola siempre buscará relacionarse con los sistemas (psíquicos, de organización y funcionales) que le den seguridad y confianza para alcanzar sus expectativas (dinero, amor, poder, verdad), lo que quiere decir que la confianza funge como un meta-medio, al igual que el derecho (Mascareño, 2012), para lograr fines.
Ahora bien, son esos fines los que desencadenan muchos acoplamientos entre diversos sistemas de conciencia, organizaciones y sistemas funcionales, lo cual es un riesgo. En este sentido, la diversificación de la producción genera más seguridad de sostenimiento y más resiliencia en un sistema si se enfrentan al factor desconfianza, porque permite hacer cambios sin que estos puedan afectar considerablemente al sistema de organización agrícola.
Estos cambios estarán en función de la autoobservación u observación de segundo orden, que pueden provocar reflexividad en los sistemas de organización agrícola y, a través de ella, generar mecanismos para sobreponerse a las decisiones tomadas que en su momento no funcionaron. Por ejemplo, cuando existen roles internamente entre los miembros, siempre hay un riesgo en la toma de decisiones en cuanto al manejo y distribución de los recursos que, en algunos casos, muchos han quedado a deber, lo que genera desconfianza entre los mismos integrantes que a su vez se desmotivan por el actuar de algún miembro, alguna organización o algún sistema parcial. En efecto, ¿puede, acaso, un sistema sostenerse después de la desconfianza? ¿Cómo se observa la confianza/desconfianza en una organización agrícola? y entre los miembros, ¿qué tipo de actitudes y comportamiento ayudan a reactivar la confianza entre ellos como sistema? Cabe señalar que la memoria social aplica, para bien, en este factor de desconfianza porque trae al presente las decisiones que dejaron marcado al sistema de organización, por lo que es una medida de seguridad antes de volver a tomar decisiones en lo interno y entorno interno del sistema.
Por consiguiente, lo que se pretende observar en un sistema de organización agrícola es cuánta confianza generan los demás sistemas sociales del entorno interno de la organización, así como el mercado, la economía, la política y los sistemas psíquicos, con el fin de seguir funcionando como organización.
En definitiva, para que el sistema de organización agrícola funcione debe haber confianza. Si la confianza va en aumento, se obtendrán mayores resultados, como en un proceso de inflación que aumenta y decrece cuando hay desconfianza, produciendo deflaciones en un determinado medio (Luhmann, 2007), ocasionando crisis como problemas en la sociedad, producción de conflictos, restricciones de la contingencia de la sociedad y restricción de posibilidades (Corsi et al., 1996). En otras palabras, es la confianza la que actúa como medio de reducción de la complejidad en los sistemas de organización agrícola (Castro, 2011), porque permite a la sociedad seguir funcionando como si no fuera compleja, es por eso que cuando una persona sobrelleva decepciones, desconfía más. Por esas decepciones, Luhmann menciona que la desconfianza va en aumento, ya que hay poca credibilidad en los expertos, en las tecnologías y en las promesas (Luhmann, 2006). Por tanto, la confianza es la base para que una organización se mantenga estable, en el sentido de seguir operando dinámicamente y en un ambiente armonioso. La confianza es un factor determinante que puede incidir en la toma de decisiones para que continúe o no una organización o para que algún miembro cumpla una función. De la misma forma, la desconfianza puede provocar malos resultados en una organización agrícola y solo mediante la reflexividad en todos los procesos operativos se puede dar la reestructuración del sistema de comunicación.
La reflexividad en operaciones decisionales
Se han tratado hasta aquí tres de los principales factores que pueden determinar que una organización continúe organizada o no, observada bajo el enfoque Luhmanniano. En este caso, es necesario indagar que todos los procesos ocurridos (problemas) en una organización agrícola, así sean en los acoplamientos estructurales, las decisiones que reproducen cultura o la confianza no podrán ser solucionados si el sistema no se auto observa, refiriéndonos a autoobservaciones en operaciones sobre ellos mismos, que trae consigo la distinción sistema/entorno, que conlleva a un proceso recursivo de reflexividad, observando con ello, por ejemplo, lo que hace daño al sistema, sus ventajas y desventajas hacia el entorno (Corsi et al., 1996). Por otra parte, se quiso abordar hasta ahora la reflexividad, no por ser menos importante sino porque se le considera un factor general que engloba a los demás, esto porque todo proceso en el sistema de decisiones debe llevar la reflexividad para continuar operando.
Después de lo anteriormente expuesto, se debe agregar que la reflexividad implica observar todos los lineamientos que rigen a una organización agrícola, que son las que dan reconocimiento al sistema: objetivos, metas, criterios de pertenencia, límites, competencias, democratización, equidad (Arnold-Cathalifaud, 2008), así como orientación, motivación, coordinación, roles (Velásquez, 2007), derechos, obligaciones, asignación de las tareas, planeación, además de las proposiciones de alternativas (Segoviano, 2012), selección de personal, expectativas, transferencia de responsabilidades, desarrollo de estrategias, programas para corregirse (Corsi et al., 1996), reglas de participación, cumplimiento de requisitos y funciones, emergencia de dominio común de coordinaciones, capacidad de resiliencia del sistema mediante esquemas de observación: diversidad-flexibilidad, conectividad-colaboración, memoria-aprendizaje y autoorganización-innovación (Urquiza, 2014). Así, también para Luhmann (1995) es indispensable alcanzar poder organizacional en los sistemas, es decir, relacionar este poder como un todo con los miembros para controlar las contingencias del sistema, lo cual también implica observar y reflexionar si se ha alcanzado un empoderamiento organizacional o no, que estará sujeta al crecimiento de la organización en diversidad/conectividad.
Todas estas operaciones dadas en un sistema de organización deben ser constantemente reflexionadas por el sistema, porque eso posibilita al cambio, donde no se verá limitado solo a algunas operaciones, sino que se abre a nuevas posibilidades que permiten la reestructuración del sistema, obteniendo nuevos modelos de trabajo Arnold-Cathalifaud (2008), siendo esto así: “un sistema es viable cuando es capaz de mantener su organización mediante cambios en su estructura” (Urquiza, 2014:176).
Ahora bien, todo proceso de reflexividad debe darse en la decisión/no decisión, ya que toda decisión/no decisión opera desde que se ponen las reglas internas hasta cuando se decide cómo abrirse a un entorno interno, lo que significa estar siempre bajo la contingencia de las mismas decisiones (Noe et al., 2015), lo que implican un riesgo (Luhmann, 2006). Por eso es que todo funcionamiento operativo en decisiones se liga constantemente con la capacidad que tienen los sistemas de auto reflexionar mediante la autoobservación. En la Figura 2 se muestra un sistema clausurado bajo ciertos lineamientos y una sola estructura, mediante la cual se propone siempre poner atención y auto observar las decisiones tomadas en estructura y funcionamiento, lo que sobrelleva la reflexividad en esas operaciones. Se pretende que con esta autoobservación/reflexividad se reestructure el sistema constantemente, si es necesario, para tener mejores resultados en el sistema de organización agrícola.
Cabe destacar que lo importante en investigaciones futuras es observar a las organizaciones como sistemas donde existe una comunicación propia generada a través de sus decisiones, y que las distingue de otros sistemas o del entorno, teniendo como autorreferencia las decisiones tomadas, su planificación en cuanto a roles, metas, objetivos, estrategias, reglas (Labraña et al., 2012), pertenencia, límites y generalizaciones simbólicas (Cadenas & Arnold, 2015), compromisos de los miembros y la reflexividad de sus riesgos, donde, a través de la cibernética de segundo orden, posiblemente se pueda ver lo que influye, sobre todo en su dinámica y lo que no deja proyectar a la organización a un nivel más alto. En su heteroreferencia se tendría que observar la apertura hacia el entorno, su conectividad con las mismas y posibles irritaciones que han perturbado a dicho sistema. En este punto, se podría observar que en algunos casos la organización agrícola es ineficaz o que llega a su término por el mantenimiento de la misma estructura en ella y por no realizar cambios cuando es necesario, lo que denota poca reflexividad en sus decisiones.
Sin embargo, queda claro que es el mismo observador quien determina su esquema de observación, poniendo la unidad de la diferencia, a la cual se le pueden hacer varias distinciones (Rodríguez et al., 2003; Willke, 2016) , por eso es que Luhmann menciona que cada uno puede percibir de diferente manera al mundo, lo que imprime mayor complejidad a este estudio; aunque se siga un patrón de distinciones, el observador lo distingue de distinta manera, volviéndolo así más contingente.
Reflexiones finales
La importancia de trabajar con la teoría de Niklas Luhmann radica en que se pueden encontrar los puntos ciegos no detectados por los mismos sistemas de organización agrícola mediante esquemas de distinciones, al observar al observador observando, que equivale a la diferenciación sistema/entorno. Sugiere que podemos observar como observadores de segundo orden desde la ciencia, lo que causa irritación a los miembros de una organización agrícola y lo que está afectando al agroecosistema, así como las expectativas que se persiguen dentro de una organización, por ejemplo., el dinero y la inclusión en apoyos políticos, esto para hacer frente a sus necesidades por medio de la toma de decisiones en organizaciones.
Así pues, toda decisión en organizaciones agrícolas al estar clausuradas autopoiéticamente genera estructuras por medio de operaciones decisionales. Poder observar el operar de esas decisiones seguramente daría cuenta de los problemas que enfrentan también los sistemas de organización, factores que quizá interfieran en su funcionamiento, eficacia y viabilidad, entre los que destacan los acoplamientos estructurales, la reproducción de la cultura, la confianza, la reflexividad en operaciones decisionales.
Finalmente, una organización agrícola entendida en un contexto agroecosistémico decidirá su propia red semántica, su entorno interno de acuerdo a sus expectativas y dejará de lado las que no les convienen. Todos estos procesos están hiperconectados y se esperaría que todo implicara una reflexividad en decisiones. Esa reflexividad enlazaría la dinámica que fluye en el operar del sistema sobre la contingencia de decisiones. Evaluarlas sería el reto, ya que con esto se puede permitir reorganizar, corregir, innovar y no perder de vista la capacidad de resiliencia de un sistema de organización. No hay que olvidar que esta construcción es solo del constructo de un observador, que construye su realidad a través de lo que observa al observar al observador observando. Se esperaría, a través de las autodescripciones y autoobservaciones realizadas en los sistemas de organización agrícola, influir en las demandas de políticas de apoyo, así como en los cambios tecnológicos, cadenas de valor y mercado.
Así mismo, en una organización agrícola se busca comprender la sociedad desde un principio operado por la diferenciación funcional sistémica, con el fin de gestionar de acuerdo con su problemática, sin olvidar que no pueden generalizarse para toda la sociedad. Su heterogeneidad les confiere valores propios; en este sentido, entenderlas de ese modo y observarlas a través de este enfoque aumenta el número de posibles soluciones a los distintos problemas presentes.