Introducción
El presente artículo trata un tema que en años recientes ha cobrado relevancia en la investigación científica: las autolesiones no suicidas (ANS), que durante mucho tiempo fueron consideradas parte del trastorno límite de la personalidad. Las ANS se refieren a la “destrucción tisular propositiva que el individuo realiza a su propia piel o cuerpo sin la intención de morir” (Mayer et al., 2016). En esta concepción se descartan conductas que pueden suponer autolesiones accidentales o indirectas, como la restricción alimentaria o el uso de drogas; aquellas que son socialmente aceptadas, como tatuajes; o las que forman parte de un ritual religioso (Vega et al., 2018). Desde 2013, en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), el concepto se retoma como un diagnóstico específico, que lo separa de la asociación inicial que tuvo al trastorno límite de la personalidad (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).
Esta investigación se aborda desde la perspectiva de la psicología social de la salud, que facilita comprender la relación entre la conducta y el trastorno desde un contexto que va más allá de un abordaje psicológico individual. Esto significa que se concibe al ser humano como integrante de diferentes grupos (familia, escuela, trabajo, amigos, comunidad), por lo que cualquier cambio en la conducta se dará como resultado de la interacción con ellos, además de considerar factores psicológicos o biológicos individuales (Rodríguez & García, 1996).
En el panorama internacional, se ha detectado un incremento de las autolesiones no suicidas en la última década (Vega et al., 2018), pero cuyas cifras son aún imprecisas dado que pueden variar entre 10% hasta 50.1% (Solís & Gómez-Peresmitré, 2020; Ulloa et al., 2020). Esta disparidad en la prevalencia, según estos autores, se debe a que los estudios no tienen un método de investigación unificado, pues varían tanto en la muestra (adolescentes, jóvenes y adultos) como en los instrumentos utilizados (cuestionarios auto aplicados, listas de verificación, entre otros).
Un metaanálisis realizado sobre investigaciones elaboradas de 1990 a 2015 reportó la participación de 41 países, donde además de que las tasas se incrementaron paulatinamente hasta el año 2015, se detectó que era las niñas quienes tenían una mayor prevalencia (Gillies et al., 2018).
Un estudio reciente en Hungría hizo un comparativo entre población clínica y no clínica, buscando una correlación entre la ANS y la conducta suicida, en la que se detectó una alta prevalencia de estas condiciones en ambas poblaciones, así como una correlación entre las ANS y el suicidio, por lo que se sugiere la prevención como un camino para disminuir ambas condiciones (Horváth et al., 2020).
En cuanto a estudios en México, en 2014 se realizó una investigación en adolescentes de 11 a 17 años, donde se detectó que la prevalencia en un ambiente comunitario fue de 15% al 17%, mientras que en población clínica psiquiátrica fue del 40% al 80% en adolescentes, lo que se considera un porcentaje alto (Mayer et al., 2016). Chávez-Flores et al. (2018) exploraron las relaciones familiares y la calidad de vida en adolescentes con ANS, encontrando que las relaciones percibidas como positivas logran una mayor sensación de bienestar en los adolescentes, lo que disminuye, a su vez, los riesgos de presentar trastornos mentales.
Por otra parte, un estudio realizado en alumnos de secundaria del estado de Sonora para detectar la prevalencia de las ANS identificó un índice de 13.6%, con un porcentaje mayor en mujeres que en hombres. También se encontraron diferencias entre las prácticas o conductas autolesivas según el género: las mujeres se cortan más frecuentemente que los hombres, mientras que los hombres se queman o golpean la cabeza más que las mujeres (Vega et al., 2018).
Respecto a los factores asociados a las ANS, estos son diversos, tales como historiales con maltrato infantil, bullying, trastornos de la conducta alimentaria y estrés (Ospina et al., 2019). Estos factores pueden agruparse en individuales y contextuales (Obando et al., 2018).
Para la presente investigación se retomaron la percepción de la crianza y el afrontamiento del conflicto como predictores de las autolesiones no suicidas. La percepción de la crianza se concibe como “los juicios sobre las experiencias, nociones e ideas que tienen los hijos sobre el proceso de crianza” (Oudhof & Robles, 2014). Esta percepción puede apreciarse en el interés por parte de los padres en las actividades del hijo, en el apoyo hacia el hijo y en la orientación que se le proporciona.
Una investigación de García et al. (2022) ha señalado que existe relación entre la percepción de la crianza y las conductas autolesivas, dado que podrían influir en este tipo de prácticas factores como la calidez de la crianza de la madre, entre otros. La influencia de la familia se ha determinado también a través de lo que se denomina estilo de apego familiar, y se ha observado que quienes presentan ANS tienen estilos no seguros, evitativos o ambivalentes (Leiva & Concha, 2019). Así mismo, se han obtenido correlaciones positivas entre la negligencia familiar y las ANS (Vílchez et al., 2019).
El afrontamiento del conflicto se refiere a las estrategias utilizadas para dar respuesta al estrés o demandas del ambiente, dichas respuestas pueden ser efectivas (resuelven el conflicto) o inadecuadas (evitan el conflicto o se genera malestar psicológico) (González & Molero, 2022). En población adolescente española que presenta ANS, se ha observado que su estilo de afrontamiento corresponde a un manejo inadecuado del estrés o de tipo evitativo (Kirchner et al., 2011). Dicha tendencia se ha observado también en población mexicana, ya que, según datos obtenidos por Bautista et al. (2022), se observó que tanto hombres como mujeres que presentaron autolesiones no suicidas tienden a emplear un estilo de afrontamiento evitativo.
De esta manera, esta investigación tiene como objetivo identificar si la percepción de la crianza y el afrontamiento del conflicto predicen las autolesiones no suicidas en adolescentes. Adicionalmente, se buscó determinar si existen diferencias respecto a las autolesiones presentadas entre hombres y mujeres. Además, este estudio se considera de pertinencia temporal, ya que se ha incrementado la presencia del fenómeno en los últimos 10 años (Bautista et al., 2022). Aunque el tema ya ha sido estudiado desde hace varios años en Europa y Estados Unidos, principalmente, en México las investigaciones son relativamente pocas y recientes, por lo que se contribuiría a la comprensión del fenómeno desde el punto de vista de la identificación de factores que las pueden predecir en el contexto mexicano. Respecto a las variables utilizadas en este estudio, existen estudios previos que exploran la relación entre la percepción de la crianza y el afrontamiento del conflicto con las autolesiones no suicidas, pero se realizaron de manera independiente y no de manera conjunta, en una sola investigación, como es el caso del presente estudio. Se considera que los resultados podrían ser de utilidad para el desarrollo de estrategias de prevención e intervención en población adolescente.
Materiales y métodos
Participantes
La investigación se realizó con 495 alumnos de secundaria y preparatoria de cuatro escuelas públicas del Valle de Toluca, 38.4% hombres y 61.6% mujeres, con una media de edad de 14.92 y una desviación estándar de 1.58. Se empleó una muestra no probabilística por conveniencia. Los criterios de inclusión fueron: tener entre 11 y 18 años, vivir con uno o ambos padres, llenar el consentimiento informado (por padres en caso de menores de edad y por ellos cuando tengan 18 años), firmar el asentimiento informado y participar de manera voluntaria.
Instrumentos
Para explorar la perspectiva de los hijos sobre la crianza parental recibida, se aplicó la escala de percepción de crianza para jóvenes, la cual se compone de 32 reactivos con un formato tipo Likert con cinco opciones de respuesta: nunca, pocas veces, a veces, frecuentemente y siempre. Los factores son: interés en las actividades del hijo, con 16 ítems; apoyo al hijo, con seis ítems; y orientación, con 10 ítems.
El interés en las actividades del hijo consiste en acciones parentales, como dedicarle suficiente tiempo cuando el hijo lo necesita, estar al pendiente de las cosas que hace, prestarle atención cuando está triste y escuchar sus experiencias. El factor apoyo hacia el hijo se define como el tomar en cuenta las opiniones de los hijos, ayudarles en la toma de decisiones y darles la oportunidad de tener sus propias responsabilidades. La orientación a los hijos se refiere a las pláticas y los consejos que los padres llevan a cabo sobre situaciones de riesgo como la violencia, el consumo de alcohol y tabaco, la delincuencia y las enfermedades de transmisión sexual (Oudhof & Robles, 2014). El instrumento posee un alfa de Cronbach total de 0.914 y explica el 41% de la varianza. Esta escala fue elaborada y validada para muestras mexicanas por Rodríguez et al. (2011).
Para medir las estrategias de afrontamiento, se aplicó la escala de afrontamiento para adolescentes (ACS), desarrollada por Coppari et al. (2019). Este instrumento está adaptado para adolescentes mexicanos con indicadores de consistencia interna adecuados (alfa total de 0.87) y una varianza explicada de 51.58%. La escala consta de 80 preguntas, 79 cerradas tipo Likert de cinco puntos y una abierta. Las opciones de respuesta van de 1 (nunca me sucede) a 5 (con mucha frecuencia). Evalúa tres factores que se refieren a los estilos de afrontamiento: productivo con 20 ítems, no productivo con 36 ítems y el afrontamiento con referencia a otros 23 ítems. El estilo productivo son aquellas acciones dirigidas a resolver el problema, y el no productivo se refiere a aquellas acciones que incluyen aspectos de tipo evitativo, como el sentimiento de culpa, el aislamiento social o acciones que no están focalizadas en la resolución del problema. En el estilo orientado a otros se emplean estrategias que van dirigidas a otras personas, como buscar apoyo social, profesional o espiritual (Viñas et al., 2015).
Para identificar las autolesiones no suicidas en los adolescentes se utilizó una ficha que mide la frecuencia con la que se realizan 11 tipos de autolesiones, con cinco opciones de respuesta que van de nunca a siempre. Se fundamenta en la cédula de autolesiones, creada por Albores-Gallo et al. en 2014, y en la adaptación realizada posteriormente por Vílchez (2018). Este instrumento se diseñó con base en los criterios propuestos por el DSM 5 para autolesiones sin intención suicida y consta de dos dimensiones: por encima de la piel y por debajo de la piel. La primera se refiere a las acciones relacionadas con arrancar piel, uñas o pelo, pellizcar, rascar o morder; mientras que la segunda se refiere a introducir algo en el cuerpo, atravesar la piel con ácido, frotar la piel con objetos o con objetos punzantes, incluso con golpes. La confiabilidad para el presente estudio se obtuvo a través del coeficiente alfa de Cronbach, con un valor de 0.861.
Procedimiento
Se realizó la solicitud para participar en el estudio a diferentes escuelas. Posteriormente, se obtuvo la autorización para realizar la aplicación del cuestionario, que consistió en dar a conocer la información a padres de familia y obtener su firma en el consentimiento informado, enviar las cartas de asentimiento informado y los formularios para ser respondidos por los alumnos, y capturar los instrumentos para ser respondidos mediante formularios electrónicos.
Sobre las garantías al bienestar de los participantes, se consideraron las normativas en materia ética que proponen diferentes organismos a través de la declaración de Helsinki (Asociación Médica Mundial, 2013), la Ley General de Salud (Diario Oficial de la Federación [DOF], 2023), el Reglamento General de Salud en Materia de Investigación (DOF, 2014) y el Código Ético del Psicólogo (Sociedad Mexicana de Psicología, 2010); los cuales coinciden en asegurar la confidencialidad de quienes participan en la investigación, así como el manejo adecuado de la información obtenida y la publicación de resultados. En este mismo sentido, se garantizó que los adolescentes participaran de manera informada y voluntaria, por lo que se tomaron las precauciones pertinentes. Se obtuvo la aprobación del Comité de Ética en Investigación del Instituto de Estudios sobre la Universidad de la Universidad Autónoma del Estado de México, con número de registro 2022/03.
Se realizó un análisis estadístico de tipo descriptivo para identificar la presencia de ANS encima y debajo de la piel. Se utilizó la prueba t de Student para muestras independientes con el fin de comparar las medias de las autolesiones por sexo. Posteriormente, se obtuvieron las correlaciones de Pearson de los factores de la percepción de la crianza y afrontamiento con los tipos de autolesión. Para determinar si la percepción de crianza y el afrontamiento de conflictos predicen las autolesiones no suicidas en adolescentes, se realizó un análisis de regresión múltiple por pasos.
Resultados
Los resultados obtenidos del análisis descriptivo indican que, del total de la muestra, un 23.2% reporta haberse autolesionado. Se obtuvo una media de 1.48 para las autolesiones por encima de la piel y de 1.31 por debajo de la piel, lo que significa que la mayor parte de los participantes tienden a autolesionarse entre nunca o pocas veces. Respecto a la comparación entre hombres y mujeres, puede observarse que la media es más alta para mujeres en ambos tipos de autolesión con respecto a la de los hombres; estas diferencias son estadísticamente significativas (Tabla 1).
Tipo de autolesión | Muestra total | Hombres | Mujeres | t | p | |||
Media | D.E. | Media | D.E. | Media | D.E. | |||
Encima de la piel | 1.48 | 0.65 | 1.36 | 0.53 | 1.57 | 0.72 | 0.3.63 | 0.001 |
Debajo de la piel | 1.31 | 0.52 | 1.2 | 0.36 | 1.4 | 0.61 | 4.26 | 0.001 |
Fuente: Elaboración propia.
El instrumento aplicado sobre autolesiones mide dos tipos de autolesión: por encima y por debajo de la piel. En la primera clasificación, las acciones reportadas con mayor frecuencia fueron arrancarse las uñas, rascarse cicatrices y pellizcarse; en cuanto al segundo tipo, la más frecuente fue la de golpearse a sí mismo. La media entre ambos tipos fue similar.
En cuanto a la asociación con la percepción de la crianza, las autolesiones no suicidas, tanto por encima como por debajo de la piel, tienen una correlación estadísticamente significativa con los tres factores: interés, apoyo y orientación. Respecto a los estilos de afrontamiento, la correlación es estadísticamente significativa y positiva con el estilo improductivo, y en sentido negativo con los estilos productivo y con referencia a otros, como se puede observar en la Tabla 3. Las correlaciones encontradas se ubican entre débiles y moderadas, de acuerdo con los criterios de Hernández et al. (2018).
Autolesiones por encima de la piel | Nunca | Pocas veces | A veces | Frecuentemente | Siempre |
Arrancarse las uñas | 81% | 6% | 5% | 4% | 4% |
Rascarse cicatrices | 62% | 15% | 13% | 7% | 4% |
Pellizcarse la piel | 67% | 11% | 12% | 7% | 3% |
Tirarse la piel que se descama después de una quemadura | 80% | 8% | 7% | 4% | 2% |
Morderse a sí mismo | 73% | 11% | 10% | 4% | 2% |
Introducirse un objeto debajo de las uñas | 86% | 6% | 3% | 3% | 1% |
Arrancarse el pelo, las pestañas o cejas (no por razones estéticas o cosméticas) | 84% | 7% | 4% | 3% | 1% |
Autolesiones por debajo de la piel | Nunca | Pocas veces | A veces | Frecuentemente | Siempre |
Pegarse en partes del cuerpo, como en la cabeza, o darse golpes a sí mismo | 69% | 14% | 11% | 5% | 1% |
Cortarse la piel | 85% | 7% | 4% | 2% | 1% |
Frotarse la piel con un objeto | 75% | 12% | 8% | 4% | 1% |
Utilizar un lápiz, compás, una aguja, cutter (navaja) u otro objeto para realizar marcas en la piel | 98% | 2% | 0% | 0% | 0% |
Quemarse la piel con cigarrillos o con sustancias acidas o corrosivas | 98% | 2% | 0% | 0% | 0% |
Fuente: Elaboración propia.
Encima de la piel |
Debajo de la piel |
||
Percepción de la crianza | Interés | -0.367** | -0.379** |
Apoyo | -0.334** | -0.356** | |
Orientación | -0.289** | -0.294** | |
Productivo | -0.231** | -0.234** | |
Estilos de afrontamiento | Con referencia a otros | -0.202** | -0.188** |
Improductivo | 0.388** | 0.397** |
**p < 0.01
Fuente: Elaboración propia.
Al aplicar el análisis de regresión múltiple por pasos en las autolesiones por encima de la piel, se obtuvo que el estilo de afrontamiento improductivo explica el 15.1% de la varianza, seguido por el estilo relacionado con los demás, que aporta 8.7%, y el factor interés de la percepción de la crianza (2.0%). Así, el porcentaje total de la varianza explicada es de 25.8%. Estos porcentajes se obtuvieron a partir de los valores de los cambios en R2 obtenidos en cada uno de los pasos del análisis (Tabla 4).
Modelo | R | R2 | R2 Corregida | ΔR2 | β | β estandarizada |
t | p | |
Por encima de la piel |
PASO 1 Afrontamiento improductivo |
0.388 | 0.151 | 0.149 | 0.151 | 0.455 | 0.389 | 8.833 | 0.001 |
PASO 2 Afrontamiento relacionado con los demás |
0.488 | 0.238 | 0.235 | 0.087 | -0.304 | -228 | 5.082 | 0.001 | |
PASO 3 Crianza, factor interés |
0.508 | 0.258 | 0.254 | 0.020 | -0.134 | -0.166 | 3.614 | 0.001 |
Fuente: Elaboración propia.
Al realizar el mismo análisis en las autolesiones por debajo de la piel, se obtuvieron resultados similares, ya que al incorporarse las variables al modelo, el estilo de afrontamiento improductivo explica 15.7% de la varianza, el estilo relacionado con los demás 8.7% y el factor interés 2.5%, siendo la proporción total de varianza explicada 26.2% (Tabla 5).
Modelo | R | R2 | R2 Corregida |
ΔR2 | β | β estandarizada |
t | p | |
Por debajo de la piel |
PASO 1 Afrontamiento improductivo |
0.397 | 0.157 | 0.156 | 0.157 | 0.363 | 0.386 | 8.794 | 0.001 |
PASO 2 Afrontamiento relacionado con los demás |
0.488 | 0.238 | 0.235 | 0.080 | -0.166 | -0.207 | 4.613 | 0.001 | |
PASO 3 Crianza, factor interés |
0.512 | 0.262 | 0.258 | 0.025 | -0.121 | -0.186 | 4.063 | 0.001 |
Fuente: Elaboración propia.
Discusión
La prevalencia de las autolesiones no suicidas detectada en esta investigación fue de 23.2%, lo cual coincide con estudios previos, que han reportado un porcentaje similar en poblaciones no clínicas. En México, si bien no existen cifras oficiales al respecto, algunos estudios han concluido que existía una prevalencia en 2020 de aproximadamente 17.1% (Albores-Gallo et al., 2014), 27.9% (Mayer et al., 2016) o incluso hasta 37.9% (Chávez-Hernández et al., 2015).
En esta investigación se encontró una mayor práctica de las autolesiones no suicidas en mujeres que en hombres, esto coincide con los estudios de Albores-Gallo et al. (2014), Mayer (2016), Fleta (2017), Leiva & Concha (2019) y (Vafaei et al., 2023). Sin embargo, los estudios empíricos previos no son concluyentes al respecto, ya que algunos otros estudios apuntan que no hay diferencia entre hombres y mujeres (Gámez-Guadix et al.,2020; Kirchner et al., 2011), mientras que Chao et al. (2016) reportaron mayor prevalencia en hombres. Estos resultados dispares podrían ser explicados por factores relacionados con las características de la población estudiada: clínica o no clínica, edad y residencia urbana o rural (Yang & Feldman, 2018). Aunque se han explorado algunos factores asociados al tema, es necesario profundizar más respecto al género de quienes se autolesionan. Gámez-Guadix et al. (2020) señalan que ambos buscan aliviar el malestar, pero las mujeres además lo hacen como una manera de pedir ayuda. Chao et al. (2016) indican que en hombres las autolesiones no suicidas pueden estar asociadas a conflictos de rol de género y violencia verbal, mientras que la violencia sexual, verbal y visual se presenta más en adolescentes mujeres que se autolesionan sin intención suicida.
La media más alta obtenida respecto al tipo de autolesiones no suicidas se ubica por encima de la piel, tanto para hombres como para mujeres, esto se contrapone a lo arrojado en otros estudios que señalan que lo más común es la cortarse, provocarse quemaduras y golpearse a sí mismo (Sánchez, 2018). Una de las posibles causas de la diferencia en este resultado es que culturalmente, en México, es una práctica común el hecho de arrancar el pelo por razones estéticas (como depilarse), por lo que lastimarse por encima de la piel no siempre se consideraría una forma de autolesionarse (Vílchez, 2018).
En esta investigación se encontró una relación estadísticamente significativa, de débil a moderada, entre la percepción de la crianza y las autolesiones no suicidas. Por otro lado, las correlaciones son negativas, lo que significa que, a mayor frecuencia de autolesiones, los adolescentes perciben menor interés, apoyo y orientación respecto a la crianza ejercida por sus padres. En este sentido, se ha encontrado que, entre más positiva sea la percepción de los hijos, existe una menor disposición en ellos a presentar o desarrollar autolesiones no suicidas (Chávez-Flores et al., 2018).
Las correlaciones encontradas con las estrategias de enfrentamiento indican que las autolesiones tienden a presentarse con menor frecuencia cuando se utilizan los estilos productivo y con referencia a otros, pero se incrementan cuando se emplea el estilo improductivo. Al respecto, se ha mencionado que autolesionarse sería una manera de lidiar con el conflicto (Horváth et al., 2020). Esto se basa en investigaciones que previamente han señalado que existen diferencias de las estrategias de afrontamiento entre adolescentes que se autolesionan y los que no lo hacen (Kirchner et al., 2011).
En cuanto al estilo de afrontamiento improductivo, se ha señalado que se usan estrategias de evitación o postergación como una manera de reducción de la tensión y preocupación y como una forma de evitar los conflictos, así que las autolesiones se asocian con este tipo de estrategias evitativas (Bautista et al., 2022). Así mismo, el uso de las autolesiones no suicidas como una estrategia de afrontar los conflictos se ha señalado como una de las cuestiones asociadas para su diagnóstico según el criterio C del DSM 5: dificultades interpersonales, pensamientos o sentimientos negativos como depresión, ansiedad, tensión, enojo, estrés generalizado o autocrítica, que ocurran en el periodo inmediatamente antes del acto de autolesión (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).
En el análisis de regresión lineal por pasos, la mayor aportación del modelo se obtuvo del afrontamiento del conflicto improductivo para autolesiones no suicidas, tanto por encima como por debajo de la piel. Este resultado coincide con los hallazgos encontrados en estudios previos, que concluyen que este estilo de afrontamiento tiene asociación con un mayor riesgo de desarrollar autolesiones no suicidas (Wan et al., 2020). Como segundo paso, aparece el estilo de afrontamiento relacionado con los demás, que predice de manera negativa las autolesiones. Esto concuerda con investigaciones anteriores, en donde se ha indicado que los estilos de afrontamiento adaptativos, como el relacionado con los demás, se asocia con un menor riesgo de desarrollar autolesiones no suicidas (Thomassin et al., 2017).
En cuanto al aporte de la percepción de la crianza, se encontró que el factor interés en las actividades del hijo predice un menor riesgo de autolesión no suicida. Esto se relaciona con la atención de los padres a lo que sus hijos realizan y piensan (Oudhof & Robles, 2022), por lo que es una posible fuente de ayuda para resolver sus dificultades y así el riesgo de autolesionarse sería menor. En este sentido, se ha identificado poco interés hacia los hijos por parte de la figura de autoridad parental en personas que se autolesionan (Leiva & Concha, 2019).
En cuanto a las limitaciones de la presente investigación, la muestra utilizada fue de tipo no probabilístico y de un contexto regional específico, por lo que los resultados no pueden ser generalizados para la población adolescente mexicana. En cuanto a los factores detectados en este estudio, si bien contribuyen a predecir el fenómeno de las autolesiones no suicidas, existen otros factores individuales y contextuales que deben ser considerados para obtener una mayor comprensión del fenómeno.
Conclusiones
En la presente investigación se encontró que casi una cuarta parte de los participantes reporta autolesionarse, pero tienden a hacerlo con poca frecuencia. En la comparación por sexo, se obtuvieron puntuaciones más altas para mujeres.
Se obtuvieron correlaciones negativas de las autolesiones, de bajas a moderadas, con los tres factores de la percepción de la crianza: interés en las actividades del hijo, apoyo y orientación. Se obtuvo una correlación negativa con los estilos de afrontamiento de tipo productivo y con referencia a otros, y una correlación positiva con el estilo improductivo. El predictor de mayor peso fue el afrontamiento improductivo; el estilo con referencia a otros y el factor interés en las actividades del hijo de la percepción de la crianza también inciden en la práctica de autolesionarse en los adolescentes que participaron en el estudio.
Los resultados obtenidos evidencian que la comprensión de las autolesionas requiere de un enfoque multidimensional, ya que es necesario tomar en consideración diversos factores individuales y contextuales. Para futuras investigaciones se sugiere hacer uso de técnicas cualitativas, así como realizar estudios en otras poblaciones, para poder comprender el fenómeno de las autolesiones no suicidas con mayor amplitud. También se considera necesario incluir otras variables relacionadas con las autolesiones, tales como la presencia de trastornos mentales, el apoyo social, la personalidad y la incidencia de los medios de comunicación masiva.
Conflicto de interés
Los autores declaran que no existe ningún conflicto de interés en esta investigación.