Introducción
El intrincado nexo entre la salud mental y las inequidades socioeconómicas ha surgido recientemente como punto de interés en la exploración científica, lo cual se ve subrayado cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004) afirma que la salud mental está determinada por una compleja interacción de factores sociales, psicológicos y biológicos, y que hay evidencia vinculando el riesgo de problemas de salud mental con indicadores de desventaja socioeconómica, como niveles educativos bajos, condiciones de vivienda inadecuadas y bajos ingresos (Alegría et al., 2023; Kirkbride et al., 2024).
Hay una constelación de factores a los que puede atribuirse la mayor susceptibilidad de las personas socioeconómicamente desfavorecidas a problemas de salud mental, entre ellos se encuentran la experiencia vivida de inseguridad, el impacto de rápidas transformaciones sociales, la exposición a la violencia y la prevalencia de complicaciones de salud física (OMS, 2004).
El malestar psicológico, de manera más concreta, se entiende como un estado de sufrimiento emocional caracterizado por la presencia de síntomas de tristeza y angustia que pueden estar relacionados con síntomas somáticos como falta de apetito, disminución del sueño, disminución de energía, entre otros (Drapeau et al., 2012).
La evidencia existente indica que este malestar está determinado por factores como las oportunidades económicas, los niveles altos de privación socioeconómica, las condiciones de vivienda, el desempleo, la discriminación, las relaciones conflictivas con la familia, la falta de o el limitado apoyo social, un menor número de identificaciones sociales -la medida en que las personas se identifican con su familia, comunidad y grupo de referencia- y la percepción de inseguridad, los cuales han sido estudiados ampliamente y parecen estar relacionados con la presencia del malestar psicológico (Achdut, 2023; Cientanni et al., 2017; Lund et al., 2018; Pickett & Wilkinson, 2010).
En particular, en el caso de los adultos jóvenes, los factores socioeconómicos inciden significativamente en la prevalencia y gravedad del malestar psicológico, aunque el alcance y la naturaleza de esta relación aún requiere mayor exploración (Achdut, 2023; Johansen et al., 2021). Un estudio de Salameh et al. (2022) concluyó que los ingresos, la educación y la corrupción percibida, entre otros factores, influyen significativamente en el bienestar subjetivo. Asimismo, se ha identificado que el malestar psicológico es más pronunciado entre mujeres jóvenes (Achdut, 2023)
Aunque desde la psiquiatría, la psicología clínica y la psicoterapia actualmente se reconoce que los aspectos biopsicosociales contribuyen a la salud mental y, por tanto, al bienestar psicológico, al mismo tiempo los estudios desde estas disciplinas se han caracterizado por enfoques más individualistas o, a lo sumo, por incluir el sistema familiar. En ese sentido, es entonces crucial ampliar la perspectiva e involucrar sistemas más amplios para superar la idea de que los problemas de salud mental son problemas meramente individuales, equivalentes a las enfermedades médicas (Moncrieff, 2022).
Así pues, la compleja interacción de las personas con el entorno y con otras personas se puede entender desde la noción de espacio peripersonal (EPP), que comprende el espacio inmediato alrededor del cuerpo donde ocurren interacciones físicas con el entorno (Bogdanova et al., 2021).
La representación del EPP es sensible a la intrusión de objetos en el espacio cercano de otros, por lo que puede contribuir a la lectura de intenciones y a la comprensión de acciones de los demás en el contexto interaccional. Asimismo, puede compartir EPP con otros modula mecanismos perceptivos, lo que podría promover representaciones que trascienden una visión individualizada del espacio durante la interacción. Una mayor superposición entre el yo y los otros podría facilitar la empatía. Así, la comprensión del EPP podría contribuir a ganar proximidad social, temporal y física con los demás, además de regular las distancias sociales (Bogdanova et al., 2021).
Propuestas como las de Medina (2018) y McDowell et al. (2019) presentan una perspectiva crítica sobre el vínculo entre “problemas estructurales de orden social y síntomas psicológicos” (Medina, 2018). En relación con ello, el Marco de Poder, Amenaza y Significado (PTMF, por sus siglas en inglés) es una herramienta de análisis utilizada en la psicología social y clínica para comprender la dinámica de las relaciones intergrupales y cómo éstas influyen en la identidad y el comportamiento de los individuos. Este marco se enfoca en el poder relativo de cada grupo en la sociedad, la percepción de amenaza que cada grupo tiene hacia el otro y el significado que cada grupo asigna a su propia identidad y la identidad de otros grupos (Johnstone & Boyle, 2018). Este marco ha surgido ante la evidencia acumulada de que la adversidad social -trauma, victimización, exclusión, entre otros- es uno de los principales precursores de los trastornos mentales (Pilgrim, 2016).
Variables psicosociales potencialmente determinantes de la salud mental
Miedo al delito
El miedo al delito se entiende como un fenómeno multifacético con componentes emocionales, cognitivos y conductuales que definen la respuesta emocional de temor y el riesgo hacia la posibilidad de ser víctima de un delito y la vulnerabilidad frente a los demás, ligados con el contexto social y la información que circula en los distintos medios de comunicación (Fernández & Grijalva, 2012; Jackson, 2009; Vozmediano et al., 2008).
Estudios empíricos previos han encontrado que el miedo al delito puede generar malestar psicológico, ansiedad y constante preocupación, así como afectar considerablemente la calidad de vida, restringiendo la libertad de movimiento, cambiando rutinas diarias, reduciendo el disfrute de actividades sociales y recreativas, y aumentando la percepción de vulnerabilidad (Prieto & Bishop, 2018; Ruijsbroek et al., 2015). Finalmente, de manera más general, en una revisión sistemática, Lorenc et al. (2013) sintetizaron los estudios que abordaron la influencia del entorno social sobre el miedo al delito y encontraron que los elementos del contexto social cercano, como los vínculos sociales sólidos y la familiaridad con los lugares, eran los principales determinantes del miedo al delito o su ausencia. También encontraron que quienes reportaron sentir miedo al delito en esos estudios experimentaban repercusiones en su estrés psicológico.
Victimización
Uno de los factores más importantes relacionados con el miedo al delito es la victimización, la cual Uribe & Romero (2008) definen como “el resultado de una conducta antisocial ejercida contra un grupo o individuo, por lo cual este se convierte en víctima”. De acuerdo con su alcance, se pueden diferenciar tres niveles: la primaria, dirigida hacia una persona en particular; la secundaria, que la padecen ciertos sectores específicos de una población; y la terciaria, que atenta contra una población en general. La victimización primaria también suele ser llamada directa, mientras que la secundaria y la terciaria suelen ser consideradas indirectas. Köseoğlu (2021) afirma que tanto la victimización directa como la indirecta inciden sobre los niveles de miedo al delito. La victimización indirecta puede tener un impacto emocional similar a la directa.
La victimización se relaciona con la vulnerabilidad en la que las personas se reconocen, con la ausencia de las condiciones mínimas de bienestar, con las difíciles condiciones de vida, con las limitadas oportunidades de empleo y con la insensibilidad estatal. Por ello, los adultos jóvenes de países con esas condiciones podrían ser considerados sujetos de victimización indirecta por el solo hecho de padecer las consecuencias de un entorno social que no les ofrece bienestar (Uribe & Romero, 2008).
Investigaciones recientes han examinado la conexión entre la victimización y el bienestar psicológico. Por ejemplo, Armitage et al. (2021) encontraron que quienes habían sufrido victimización mostraban un bienestar significativamente inferior comparado con quienes no la habían sufrido. Otro estudio reportó que tanto la victimización directa como la indirecta estaban relacionadas con síntomas de estrés postraumático en estudiantes universitarios (Orozco-Ramírez et al., 2020). Además, en términos más amplios, Janssen et al. (2021) encontraron que la victimización tenía repercusiones negativas en la percepción de la seguridad, la confianza y la satisfacción barrial.
Confianza social
Desde un punto de vista psicológico, la confianza social, también llamada confianza generalizada, es la expectativa tácita de que los demás, especialmente los desconocidos, tengan intenciones positivas -o al menos neutrales- hacia nosotros (Laso, 2010; Uslaner, 2008). Se diferencia, tanto en sus orígenes como en sus efectos, de otras dos formas de confianza: la confianza interpersonal específica, que abarca sólo a nuestros conocidos o miembros de nuestro grupo de pertenencia, y la confianza institucional, que no se deposita en los individuos sino en instituciones como el gobierno o la policía (Uslaner, 2008).
La confianza generalizada se considera un componente esencial de las relaciones sociales que facilita y promueve la dinámica de colaboración entre grupos y el aprovechamiento individual y colectivo de oportunidades derivadas de esas interacciones y redes (Putnam et al., 1994). Algunos estudios han demostrado que la confianza social favorece la mejora de las condiciones socioeconómicas de los países (Zak, 2008), reduce la propensión al autoritarismo político (Laso, 2012) y, de especial interés para el presente trabajo, puede disminuir el impacto de las crisis, catástrofes y adversidades sociales en la salud mental (Helliwell et al., 2021).
En cuanto a la relación entre la confianza generalizada y la salud mental, las extraordinarias circunstancias de la pandemia de covid-19 permitieron evidenciar que “la confianza y la benevolencia son fuertes apoyos para el bienestar, y también para el éxito de las estrategias de control de covid-19” (Helliwell et al., 2021). En relación con ello, por ejemplo, Billah et al. (2023) exploraron la relación entre el estrés percibido, la sensación de soledad y la confianza interpersonal e institucional durante la pandemia de covid-19 y encontraron que la falta de confianza puede generar sentimientos de soledad, lo que a su vez puede resultar en un aumento del estrés y malestar percibido.
Satisfacción con la democracia
En términos de su definición, “la satisfacción con la democracia, [...] comprende el conjunto de percepciones sobre la capacidad de un determinado sistema político para resolver problemas considerados especialmente importantes” (Montero et al., 2008).
La satisfacción con la democracia se ha estudiado ampliamente -principalmente desde la perspectiva de la ciencia política, la psicología política y la economía- en las últimas tres décadas, y su exploración está asociada a los estudios sobre la confianza social, cuyo origen se remonta a los años 40 del siglo XX y, posteriormente, con aproximaciones empíricas sobre el capital social. La investigación en este campo ha buscado entender las asociaciones entre la confianza social, la confianza en las instituciones políticas y la satisfacción con la democracia (Cutler et al., 2023; Welsch, 2022).
Se ha observado que la satisfacción con la democracia opera como una variable relacionada con factores individuales como la percepción de bienestar, la calidad de vida, el respeto y garantía de los derechos, y el género; así como con factores macrosociales como el ingreso per cápita, el bienestar económico, el empleo, entre otros (Vargas & González, 2013).
Desde una perspectiva psicosocial, Moyano-Díaz et al. (2021) exploraron el malestar social que puede conducir a un estallido de protestas, como el de Chile en 2019. En este caso, evidenciaron apreciaciones negativas, desconfianza y desprecio por las instituciones políticas, sus representantes, el sistema judicial y los agentes miembros del aparato represivo estatal, los cuales estaban relacionados con el malestar social. Esto coincide con un reporte previo que mencionó que la confianza en las instituciones y la satisfacción con la democracia han disminuido en ese país (González, 2017). Sin embargo, la relación entre el malestar psicológico y el grado de satisfacción con la democracia parece no tener precedentes en la investigación empírica, por lo que el presente estudio es pionero en este ámbito.
Es necesario comprender de forma exhaustiva la relación entre los factores socioeconómicos y el malestar psicológico de los adultos jóvenes en diferentes contextos. Esto es especialmente importante dada la creciente prevalencia de los problemas de salud mental entre esta población, no sólo para plantear propuestas de prevención o intervención desde la psicología, sino también para la propuesta de cambios sociales y políticos.
Dados los vacíos existentes en la literatura actual, este estudio pretende explorar las diferencias en el malestar psicológico entre los adultos jóvenes en función de factores socioeconómicos, específicamente el sexo, el miedo al delito, la confianza generalizada, la victimización y la satisfacción con la democracia en tres países: México, Ecuador y España.
Materiales y métodos
Diseño
Este es un informe de estudios empíricos de tipo cuantitativo, transversal, con alcance exploratorio y descriptivo que emplea las dimensiones de identidad y condiciones de vida del cuestionario multidimensional de juventudes desarrollado por la Red Iberoamericana de Investigación sobre Juventudes (RIIJU).
Participantes
En esta investigación solamente se incluyó a personas que tuvieran entre 17 y 29 años, residentes de España, México o Ecuador, que desearan participar de manera voluntaria en la investigación y otorgaran su consentimiento. Se realizó un muestreo no probabilístico por autoselección.
Instrumentos
CORE-10
El CORE-10 es una medida de evaluación breve de 10 ítems fácil de usar para formas comunes de malestar psicológico, diseñada para ser utilizada tanto en el cribado inicial como en el curso de tratamientos clínicos. Es una versión abreviada del CORE-OM de 34 ítems, en el que se pide a los encuestados que informen de los síntomas durante la última semana (Barkham et al., 2013). Estos autores analizaron las propiedades psicométricas del CORE-10 en pacientes de atención primaria, así como en la población general, encontrando que tenía una consistencia interna de α = 0.90. Previamente se han explorado las propiedades psicométricas del CORE-OM, el cual contiene los ítems del CORE-10 en España (Feixas et al., 2012) y Ecuador (Paz et al., 2020); en ambos países el CORE-OM mostró buenas propiedades psicométricas. La versión española del CORE-10 en Ecuador ha mostrado una buena consistencia interna, así como validez convergente y discriminante (Valdiviezo-Oña et al., en prensa). En el presente estudio, el CORE-10 tuvo una consistencia interna de 0.79 (0.77, 0.81).
Cuestionario sobre condiciones de vida
Se construyó un cuestionario en línea compuesto por 91 ítems, el cual incluyó preguntas sobre información sociodemográfica y sobre capital social para explorar las condiciones de vida de los participantes. En la Tabla 1 se muestran las cinco variables junto a las categorías que se tuvieron en cuenta para este estudio, pues reflejan las condiciones de vida de interés para este estudio:
Variable | Categorías |
Sexo |
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Miedo al delito: ¿Con qué frecuencia le preocupa ser víctima de un delito violento? |
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Confianza social: Hablando en general, ¿diría que se puede confiar en la mayoría de la gente o que nunca se tiene suficiente cuidado en el trato con los demás? |
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Satisfacción con la democracia: En general, ¿cuál es su grado de satisfacción con el funcionamiento de la democracia en su país? |
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Victimización directa e indirecta: ¿Has sido tú o algún pariente agredido, asaltado o víctima de un delito en los últimos doce meses? |
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Fuente: Elaboración propia.
No se dispone de propiedades psicométricas para este instrumento, ya que no se trata de un cuestionario de medición con reactivos que permitan calcular una puntuación total mediante la suma de los ítems.
Procedimiento
Este estudio fue difundido a través de redes sociales (Facebook, Instagram, Twitter y Whatsapp). Adicionalmente, los participantes fueron reclutados por medio de invitaciones abiertas a colaborar por parte de los miembros de la RIIJU en diversas universidades públicas y privadas. Todos los participantes fueron informados de los objetivos de la investigación, además de que se informó que su participación sería voluntaria y que los datos recolectados sólo se usarían con fines investigativos. Asimismo, todos los participantes dieron su consentimiento informado antes de ser incluidos en el estudio. La conceptualización y planificación del estudio se realizó entre junio y noviembre de 2020. Los datos fueron recolectados en diciembre de 2020 a través de un formulario virtual en la plataforma Google Forms que contenía el CORE-10 y el cuestionario sobre condiciones de vida. El informe final se redactó entre enero y julio de 2023.
Análisis de datos
Todos los análisis se realizaron en R versión 4.0.3 (R Core Team, 2021). La normalidad de la distribución de las variables se evaluó mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov. Las variables no mostraron una distribución normal, por lo que se aplicaron pruebas no paramétricas, en particular la U de Mann-Whitney para comparar los niveles de las variables cualitativas dicotómicas (sexo, victimización directa, victimización indirecta y confianza social) en relación con la puntuación total en el CORE-10. En cuanto a la variable de sexo, sólo se consideraron para el análisis comparativo los niveles hombre y mujer, ya que el número de participantes en el nivel no binario era muy pequeño para realizar análisis y comparaciones intergrupales fiables. Además, se utilizó la prueba H de Kruskal Wallis para comparar los niveles de las variables cualitativas politómicas (miedo al delito y satisfacción con la democracia) en relación con la puntuación total del CORE-10.
Las pruebas no paramétricas representan una alternativa sólida a las pruebas paramétricas cuando los supuestos de estas últimas no se cumplen. Por ejemplo, las pruebas paramétricas como la prueba t de Student presuponen que los datos siguen una distribución normal y que las varianzas son homogéneas en todos los grupos; sin embargo, en la práctica, estos supuestos frecuentemente no se cumplen. En tales situaciones, las pruebas no paramétricas pueden ofrecer resultados más confiables, pues son menos susceptibles a valores atípicos y más resistentes a las desviaciones de la normalidad (Ramírez & Polack, 2020).
Ética
Este estudio se ajusta a los principios éticos que inspiran tanto la Declaración Universal de Bioética de la UNESCO como la Declaración de Helsinki y el Informe Bemont. Se basa en los principios de beneficencia, no maleficencia, autonomía y justicia, así como en la protección del ser humano, la dignidad humana y el derecho a la intimidad y la confidencialidad de los datos derivados de la investigación.
Resultados
Participantes
En este estudio se incluyó una muestra diversa de 937 participantes procedentes de Ecuador, España y México. De estos, 346 son originarios de Ecuador, 384 de México y 207 de España. La muestra estuvo compuesta por un 30.8% de hombres, un 68.2% de mujeres y un 0.9% de participantes que se identificaron como no binarios, otros o preferían no decirlo. En cuanto a la educación, el 47.3% de los participantes había completado el bachillerato, mientras que el 41% había alcanzado la universidad como su nivel educativo más alto. La edad media de los participantes fue de 22.3 años.
Al desglosar los datos por país, en Ecuador el 42.8% de los participantes fueron hombres, el 56.6% mujeres y el 0.6% no binarios, otros o preferían no decirlo. En el momento en que se llevó a cabo el estudio, el 50.6% de los participantes había terminado la escuela secundaria y el 39.3% había alcanzado la universidad como nivel educativo más alto. La edad media de los participantes ecuatorianos era de 22.9 años.
En España, el 14.8% de los participantes fueron hombres, el 84.5% fueron mujeres y el 1.5% fueron no binarios, otros o preferían no decirlo. El 40.1% de los participantes había alcanzado la universidad como su nivel más alto de educación. La edad media de los participantes españoles fue de 23.7 años.
En México, el 29.2% de los participantes fueron hombres, el 69.8% fueron mujeres y el 1.1% fueron no binarios o preferían no decirlo. El 58.3% de los participantes alcanzó la universidad como su nivel más alto de educación. En promedio, los participantes mexicanos tenían 21.1 años.
Malestar psicológico
En lo que respecta al malestar psicológico, como puede verse en la Tabla 2, se encontraron diferencias significativas en los tres países, pero no con respecto a las mismas variables (exceptuando confianza y miedo al delito).
Ecuador | U / H | p | España | U / H | p | México | U / H | p | ||||
n | Mdn | n | Mdn | n | Mdn | |||||||
Sexo | 13983 | 0.568 | 2236.5 | 0.306 | 11738 | 0.000 | ||||||
Hombre | 148 | 1.50 | 29 | 1.50 | 112 | 1.30 | ||||||
Mujer | 196 | 1.50 | 175 | 1.60 | 268 | 1.65 | ||||||
Victimización directa | 12018 | 0.166 | 305.5 | 0.000 | 10518 | 0.227 | ||||||
Sí | 116 | 1.50 | 11 | 3.00 | 76 | 1.70 | ||||||
No | 228 | 1.50 | 193 | 1.50 | 304 | 1.50 | ||||||
Victimización indirecta | 8849 | 0.000 | 1973 | 0.339 | 17445 | 0.979 | ||||||
Sí | 252 | 1.50 | 25 | 1.60 | 224 | 1.50 | ||||||
No | 92 | 1.35 | 179 | 1.50 | 156 | 1.50 | ||||||
Confianza social | 8864 | 0.005 | 7412.5 | 0.000 | 13073 | 0.004 | ||||||
Uno nunca es lo suficientemente cuidadoso en el trato con los demás | 296 | 1.50 | 126 | 1.85 | 311 | 1.60 | ||||||
Se puede confiar en la mayoría de las personas | 48 | 1.20 | 78 | 1.10 | 69 | 1.30 | ||||||
Miedo al delito | 14.164 | 0.000 | 7.840 | 0.024 | 12.794 | 0.001 | ||||||
Nunca | 69 | 1.30 | 109 | 1.40 | 83 | 1.40 | ||||||
Algunas veces | 102 | 1.40 | 73 | 1.70 | 125 | 1.40 | ||||||
Siempre | 173 | 1.70 | 22 | 1.90 | 172 | 1.75 | ||||||
Satisfacción con la democracia | 0.786 | 0.674 | 0.784 | 0.676 | 11.558 | 0.003 | ||||||
Satisfecho | 15 | 1.90 | 57 | 1.50 | 50 | 1.30 | ||||||
Ni satisfecho ni insatisfecho | 152 | 1.40 | 100 | 1.60 | 247 | 1.40 | ||||||
Insatisfecho | 177 | 1.50 | 47 | 1.50 | 83 | 1.70 |
Nota. U = Prueba U de Mann-Whitney; H = Prueba H de Kruskal-Wallis; Mdn = Mediana; n = número de participantes; p = p valor de significancia estadística.
Fuente: Elaboración propia.
En Ecuador, se observaron diferencias significativas en victimización indirecta, confianza y miedo al delito. En relación con la victimización indirecta, aquéllos que reportaron haberla experimentado exhibieron niveles de malestar psicológico más elevados. En cuanto a la confianza, aquéllos que expresaron una percepción de precaución constante en sus interacciones sociales mostraron niveles más altos de malestar. Finalmente, en lo que respecta al miedo al delito, aquéllos que indicaron experimentarlo de forma persistente demostraron niveles más pronunciados de malestar.
En España, se encontraron diferencias significativas en victimización directa, confianza y miedo al delito. En términos de victimización directa, aquéllos que informaron haberla experimentado presentaron niveles más altos de malestar psicológico. Respecto a la confianza, aquéllos que expresaron una percepción de precaución constante en sus interacciones sociales mostraron niveles más altos de malestar. Por último, en lo que respecta al miedo al delito, aquéllos que indicaron experimentarlo de forma persistente demostraron niveles más pronunciados de malestar.
En México, se encontraron diferencias significativas en sexo, confianza, miedo al delito y satisfacción con la democracia. En relación con el sexo, las mujeres mostraron niveles más altos de malestar psicológico. Respecto a la confianza, aquéllos que expresaron una percepción de precaución constante en sus interacciones sociales presentaron niveles más elevados de malestar. En lo que respecta al miedo al delito, aquéllos que indicaron experimentarlo de forma persistente demostraron niveles más acentuados de malestar. Finalmente, en lo que concierne a la satisfacción con la democracia, quienes reportaron estar insatisfechos exhibieron niveles más elevados de malestar.
Discusión
Los resultados de este estudio muestran que hay diferencias significativas entre los jóvenes de Ecuador y México en cuanto a si han experimentado victimización directa e indirecta o no, mientras que entre los jóvenes españoles no hay diferencias significativas en victimización directa e indirecta, y tampoco en miedo al delito. Otros autores como Killias & Clerici (2000), Medina (2003) y Ruiz & Turcios (2009) han concluido que las personas que consideran que sus circunstancias personales y sociales los hacen más vulnerables a la victimización directa e indirecta son los que tienen más miedo al delito.
Con relación al sexo, en el presente estudio se encontraron resultados similares a los de otros estudios que señalan que las mujeres son más propensas a reportar sentir mayor malestar psicológico (Viertiö et al., 2021). Esto se podría explicar no sólo por factores como los analizados en el estudio y sobre los que se detallará más adelante, sino también por la socialización de género que puede generar diferencias significativas en las capacidades de las mujeres para reconocer su experiencia de malestar y expresarla, en comparación con los hombres; es decir, la socialización de género puede incidir en que los hombres reconozcan y expresen su malestar en menor medida que las mujeres (Garside & Klimes-Dougan, 2002). En el caso de México, se ha demostrado que el alto índice delictivo y el contexto de violencia están impactando en que los jóvenes se preocupen frecuentemente por llegar a ser víctimas de un delito (Reyes et al., 2020).
En lo que concierne a la experiencia de victimización, el hecho de que la mayoría de los participantes en este estudio hayan reportado haber sufrido victimización podría estar relacionado no sólo con el reconocimiento de la delincuencia como problema social, sino también con la identificación en lo individual y/o en su grupo de pertenencia como vulnerable. El miedo al delito y la victimización indirecta juegan un papel importante para explicar la baja confianza social de los adultos jóvenes. De acuerdo con algunos estudios (Dammert & Luneke, 2002; Gómez & Jang, 2019), la confianza hacia los otros está asociada positivamente con el sentimiento de seguridad.
Variables particulares a cada país: sexo, victimización y satisfacción con la democracia
Es importante señalar que, según estos resultados, el malestar psicológico (evaluado con el CORE-10) se asocia en España, Ecuador y México con distintas variables psicosociales. Esto conduce a preguntarse por qué emerge cada variable como significativa en un país y no en los otros.
Con respecto al sexo, sólo existe un estudio previo (Hidalgo-Andrade et al., 2021) en el que se utilizó la versión en español del CORE-10. En ese estudio, realizado en Ecuador, se usó tal herramienta para medir los niveles de malestar psicológico de los docentes durante la pandemia por covid-19. En tal estudio no se encontraron diferencias significativas, lo que coincide con los datos de Ecuador y España para el presente estudio; pero no con los resultados de México, en donde se evidencia una diferencia significativa del malestar psicológico, siendo las mujeres las que presentan mayor malestar en comparación con los hombres. Otros estudios con una versión más larga de los instrumentos de la familia CORE, como el CORE-OM de 34 ítems, tampoco indican la presencia de diferencias significativas en género en las puntuaciones totales del cuestionario en España (Trujillo et al., 2016) y tampoco en Ecuador (Paz et al., 2020); sin embargo, sí se han identificado diferencias significativas por género en la población general del Reino Unido (Evans et al., 2002).
Las diferencias en México respecto a mayores niveles de malestar psicológico en las mujeres podrían estar relacionados con factores como la violencia contra las mujeres y la alta tasa de feminicidios en este país. Según las estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2021), la tasa de feminicidios en el año 2020 en México es de 1.4 por cada 100 000 mujeres, lo cual contrasta con la tasa de 0.9 reportada para Ecuador en el mismo año, mientras que en España es de 0.2, según datos de la Oficina Europea de estadística (Eurostat, 2021). Siguiendo esta línea, se puede hipotetizar que el contexto de mayor violencia contra las mujeres en México podría estar influenciando indirectamente los resultados obtenidos en el presente estudio. En otras palabras, en un país como México, que sufre de violencia de género extrema, el hecho de ser mujer coloca a la persona en una experiencia de vulnerabilidad, lo cual puede inducir altos niveles de malestar psicológico. Sin embargo, se necesitan futuros estudios que ayuden a clarificar detalladamente otras variables que pudieran estar relacionadas con la presencia de esta diferencia en México.
Los resultados revelan, además, matices respecto a la relación entre la satisfacción con la democracia y el malestar psicológico en diferentes contextos culturales. Mientras que España y Ecuador no se identificaron diferencias significativas en el malestar psicológico en función de los niveles de satisfacción con la democracia, en la muestra mexicana sí las hubo. Esto podría estar relacionado con la incapacidad del Estado para garantizar el bienestar de sus ciudadanos. Esta explicación cobra sentido considerando que en México un porcentaje muy elevado de la población con problemas de salud mental no recibe el tratamiento necesario, debido, sobre todo, a la falta de acceso a atención de salud mental. Esta falta de acceso suele ser consecuencia de la limitada asignación estatal de recursos para cuestiones de salud (Carmona-Huerta et al., 2021). Asimismo, la escalada de violencia en México, el desarraigo y la migración de comunidades enteras pueden jugar un papel en la insatisfacción con la democracia (Meschoulam, 2019).
En la literatura disponible (García & Vélez, 2017; Montero et al., 2008; Temkin & Del Tronco, 2006; Vargas & González, 2013), que explora la relación entre estas variables, no se encuentran antecedentes, por lo que esta es una avenida de investigación prometedora en la que se puede seguir profundizando en futuros estudios. Los estudios que exploran los determinantes sociales de la salud mental han destacado que los factores percibidos, y que sirven de referente a las personas para valorar su situación personal y su bienestar, son de orden micro y macrosocial e incluyen el ingreso familiar, las redes de apoyo, la seguridad pública, el empleo, la salud, la presencia de problemas personales o de un familiar cercano, entre otros. En consecuencia, para comprender este hallazgo, es preciso realizar estudios para discriminar mediante modelos multinivel la influencia de variables micro, meso y macrosociales en la salud mental de poblaciones como la mexicana.
Variables comunes: confianza y miedo al delito
Solamente dos de las variables analizadas arrojan diferencias significativas en todos los países en cuanto al nivel de malestar psicológico: la confianza generalizada y el miedo al delito. Con respecto a la primera, esto concuerda con la nutrida literatura que la señala como una de las variables psicosociales más robustas y de mayor impacto en todos los aspectos de la salud mental (Uslaner, 2017), así como un amortiguador de las crisis y catástrofes (Helliwell et al., 2021). El estudio de la relación entre confianza generalizada y bienestar/malestar psicológico es muy reciente, por lo que el presente trabajo se añade a la evidencia de que, en efecto, mayores niveles de confianza se asocian con menor malestar psicológico en diversas poblaciones, como se ha visto en estudios previos, por ejemplo, con adultos mayores en zonas rurales de China (Chen & Zhu, 2021) y en contextos de violencia urbana en Colombia (Martínez et al., 2019). Sin embargo, la existencia, según la literatura existente, de interacciones con variables como educación y adscripción étnica (Feng et al., 2016) y estatus social (Phillips et al., 2018) indica la necesidad de mayor investigación en este ámbito.
Limitaciones
Este estudio presenta limitaciones que deben considerarse al interpretar sus resultados. En primer lugar, la muestra no probabilística y autoseleccionada limita la generalización de los hallazgos a una población más amplia, ya que quienes no tuvieran acceso a internet no podrían responder el formulario. Además, este tipo de muestreo puede estar relacionado con la desproporción respecto al sexo de los participantes, con más del doble de mujeres que hombres, lo cual podría incidir sobre los resultados al no reflejar precisamente la distribución de sexo en la población. De manera más amplia, este tipo de muestreo puede no representar con precisión a la población objetivo (Bethlehem, 2010).
Además, la realización del estudio en diciembre de 2020 durante la pandemia de covid-19 plantea interrogantes adicionales, pues la pandemia tuvo un impacto significativo en la salud mental y en el comportamiento de las personas, lo que podría haber afectado el malestar psicológico de las personas y, por tanto, verse reflejado en las respuestas y resultados de la investigación (Li et al., 2021; Vindegaard & Benros, 2020; Wang et al., 2023). Así pues, es crucial considerar el contexto temporal y los posibles impactos de la pandemia en los resultados del estudio. Considerando estas limitaciones, se subraya la importancia de interpretar los resultados con cautela y evaluar críticamente su aplicabilidad a la población general.
Conclusiones
Los hallazgos apoyan la idea de que las variables sociales, particularmente las relacionadas con la adversidad psicosocial y las desigualdades sociales, inciden en la salud mental y el bienestar psicológico.
Asimismo, se lograron identificar diferencias en la relación entre el malestar psicológico autopercibido y variables sociales específicas a cada país de residencia de los jóvenes participantes del estudio. Esto resalta la necesidad de considerar de manera particularizada el contexto cultural, social y político, pues puede afectar de maneras diversas los indicadores de malestar psicológico autopercibido en distintos países.
Recomendaciones
Los resultados de esta investigación pueden arrojar luz sobre consideraciones significativas para la conceptualización y ejecución de medidas preventivas e intervenciones en el ámbito de la salud mental que trasciendan la perspectiva biomédica individualista predominante y, en su lugar, opten por un enfoque más amplio que tenga en cuenta los factores socioeconómicos junto con los elementos intrapsíquicos en la búsqueda de la comprensión de los fenómenos psicológicos.
Futuras líneas de investigación también podrían explorar el tipo de victimización y su relación con el malestar, como lo han hecho Aizpurua et al. (2021), quienes encontraron una marcada disparidad en los delitos sexuales reportados por las mujeres participantes de su estudio, en comparación con los hombres, así como la posibilidad de llegar a ser polivíctimas, un factor a tomar en cuenta en el malestar psicológico.
Estudios futuros podrían beneficiarse de incluir muestras más grandes y diversas para mejorar la generalizabilidad de los resultados obtenidos. Además, la inclusión de participantes de otros países podría facilitar los análisis comparativos de las situaciones en cada nación respectiva. Adicionalmente, se necesita más investigación para discernir con mayor precisión las asociaciones que variables como la satisfacción con la democracia puede tener con el malestar psicológico.
Por último, estudios futuros podrían tener un enfoque cualitativo o mixto para explorar y comprender de manera más pormenorizada la experiencia subjetiva de las repercusiones de la adversidad social en la salud mental. Estos estudios aportarían una valiosa visión de las experiencias vividas por los individuos, enriqueciendo así el conocimiento y la comprensión de la compleja interacción entre adversidad social y salud mental.
Conflicto de interés
Los autores declaran que no existen conflictos de interés.