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Alteridades
versión On-line ISSN 2448-850Xversión impresa ISSN 0188-7017
Alteridades vol.23 no.46 Ciudad de México jul./dic. 2013
Lecturas
Imaginando zapatismo Multiculturalidad y autonomía indígena en Chiapas desde un municipio autónomo*
Reseñado por Verónica Ruiz Lagier**
* Alejandro Cerda García, imaginando zapatismo. Multiculturalidad y autonomía indígena en Chiapas desde un municipio autónomo, Universidad Autónoma Metropolitana/Miguel Ángel Porrúa, México, 2011, 336 pp.
** Dirección de Etnología y Antropología Social (DEAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Av. San Jerónimo, núm. 880, col. San Jerónimo Lídice, delegación Magdalena Contreras, 10200, México, D. F. <veronicalagier@gmail.com>.
El libro del doctor Alejandro Cerda García es un análisis sobre la construcción de la autonomía zapatista en el municipio Vicente Guerrero, ubicado en la zona denominada Los Altos de Chiapas. Es un documento metodológicamente relevante por cuanto articula el sentido cultural, ritual y simbólico del territorio con la histórica lucha agraria y la demanda de reconocimiento de instancias autónomas indígenas para la administración de justicia.
Cerda García define la concepción zapatista de territorialidad, que retoma la noción de totalidad del hábitat, a la vez que enfatiza la dimensión jurisdiccional del territorio. Parte del territorio como unidad de análisis, lo reconstruye desde una perspectiva histórica de larga duración que permite reflexionar sobre el sentido que tiene la conformación de los municipios autónomos en los distintos actores que habitan la región, sean de filiación zapatista o no.
Al explicar las condiciones que generaron el surgimiento del zapatismo y la construcción posterior de los municipios autónomos, el autor da cuenta de tres aspectos notables: la diversidad de militancias políticas dentro de ese territorio, la discontinuidad territorial en esta región y el hecho de que no existe un proyecto político general zapatista, sino diferentes experiencias y procesos zapatistas.
Nos habla también de las experiencias organizativas y de formación de cuadros políticos, implementados desde mucho antes de 1994 para cubrir los vacíos que dejaba el Estado mexicano en el ámbito de los derechos sociales, como el de la salud y la educación; pero que en el zapatismo trascienden mediante el impulso de procesos auto-gestivos que son a la vez articula-dores del proyecto de autonomía indígena zapatista.
El autor realiza su trabajo a través de cinco ejes analíticos:
1. Los procesos de cuestionamiento, apropiación y resignificación de la noción liberal de ciudadanía.
2. La propuesta de redefinir la relación entre pueblos indígenas y el Estado mexicano, a partir de los municipios autónomos y Caracoles.
3. Las formas de impugnación del uso ideológico de interculturalidad.
4. Las implicaciones culturales en el campo de las políticas públicas.
5. Las implicaciones de la investigación en el ámbito del posicionamiento político del investigador.
Varios aspectos me parecen trascendentes en este trabajo, uno de ellos es la reflexión del autor acerca de la reapropiación del concepto de ciudadanía y la redefinición de la relación con el Estado a partir de los municipios autónomos; es decir, indaga en torno a la postura original del Estado mexicano y explica la manera en que éste no puede ser neutral o imparcial, como dicta la tradición liberal, en virtud de que la búsqueda del "bien común" sólo puede ser acordada a partir del olvido de los intereses particulares.
También analiza y discute sobre las políticas multiculturales que promueven la diferencia o el reconocimiento cultural sin atender las políticas económicas que excluyen y mantienen en la pobreza a los grupos diferenciados. Por tanto, examina las acciones que con perspectiva pública han desarrollado los grupos étnicos frente al Estado mexicano, poniendo énfasis en los planteamientos, estrategias, logros o limitaciones que han desarrollado los pueblos indígenas, en especial del movimiento zapatista. Y desde una visión historicista distingue las políticas públicas de aquellas gubernamentales, ya que las primeras no dependen únicamente de la decisión gubernamental, sino de la interacción entre los distintos actores sociales.
Por otro lado, y siguiendo una perspectiva histórica, el autor examina el contexto de la región, cuyo antecedente inmediato es el sistema de peones acasillados también conocido como el baldío, referente a través del cual los pueblos estudiados articulan la memoria oral con la resistencia. La transmisión generacional de la historia del baldío es una estrategia identitaria que les permite organizarse en torno a la movilización por la tierra.
Como contexto más actual, la población estudiada tiene otros referentes importantes: el reparto agrario, la corrupción gubernamental en la entrega de tierras y, por supuesto, la reforma al artículo 27, que da por acabada tal repartición. Estos antecedentes generan diversas respuestas políticas en las poblaciones, así como procesos internos de división o coalición en el transcurso del tiempo.
El trabajo de Cerda García ayuda a entender en gran medida el esfuerzo zapatista por "recuperar" o "invadir" tierras cuando el gobierno da por culminado el proceso de campesinización o reparto de la propiedad privada iniciado durante el cardenismo, pero que no solucionó el rezago agrario de esta región.
Además, el autor no desdeña la dimensión religiosa, que en estas poblaciones tiene un papel fundamental en los procesos de concientización y formación política. Y en este sentido resulta relevante en el texto la información sobre los cambios que viven las poblaciones movilizadas, que inician su formación como integrantes de una Iglesia autóctona y que se ven obligados a tomar distancia de ésta cuando deciden participar activamente en el movimiento armado, dando origen a una iglesia autónoma.
Sin duda, lo más interesante del texto es la perspectiva con la que Cerda García estudia el municipio autónomo y que considero una de sus mayores aportaciones en este libro. Utiliza cuatro criterios:
1. La división jurídico-administrativa reconocida oficialmente por el Estado mexicano.
2. Las regiones definidas por parámetros fisiográficos.
3. La regionalización desde el punto de vista histórico y de los procesos organizativo-políticos.
4. La forma de nombrar y organizar el territorio formulada por el movimiento zapatista.
El punto de vista histórico al cual recurre el autor para analizar los procesos organizativos permite entender la búsqueda alternativa de sobrevivencia y de lucha agraria, en la que la población ha estado vinculada tanto a organizaciones de tipo corporativo como a otras que mostraban una posición crítica frente al proyecto gubernamental en turno, y que generó un campo propicio para el involucramiento de localidades tojolabales de la región en el movimiento zapatista.
Otro aspecto interesante del texto es que el autor no plantea un proceso lineal y homogéneo de este involucramiento; por el contrario, se habla de un proceso fracturado en el cual la lealtad política y el proyecto común a menudo son desplazados por intereses individuales o de grupo, o por contextos de desmovilización generados como política oficial. Es decir, es un libro reflexivo y crítico.
El enfoque metodológico para pensar y delimitar el municipio facilita observar con claridad dos aspectos fundamentales: a) el enfrentamiento por el control territorial y b) el uso paralelo de dos sistemas de resolución de conflictos (los mecanismos estatales de procuración e impartición de justicia y las Comisiones de Honor y Justicia y las Juntas de Buen Gobierno de los municipios autónomos), a partir de los cuales los sujetos construyen cotidianamente un modelo de ciudadanía que todavía hoy el gobierno federal se niega a reconocer, pero que se da de manera tácita y que está generando una especie de "ciudadanía local".
Lo anterior se ejemplifica con tres nuevos centros de población zapatista, en la actualidad formados tanto por zapatistas como por quienes ya no lo son, y en los que se vive una especie de "interlegalidad" que termina siendo asimétrica, puesto que el sistema zapatista se apoya en el derecho como resistencia, y el sistema oficial hace uso de la fuerza cuando las alianzas políticas locales y regionales lo favorecen, y no admite ningún tipo de negociación. Lo interesante es observar cómo la estructura zapatista en el campo de justicia, así como en el de salud y educación, es también utilizada por quienes tienen otras filiaciones políticas, porque esto le da credibilidad y legitimidad al movimiento.
Asimismo, resulta significativa la investigación de Cerda García sobre los modelos de educación y salud autónomos y su contraste con las políticas interculturales federales, a las que encuentra como parte de un reconocimiento discursivo de la diversidad cultural que no repercute en el reconocimiento de los derechos, porque no toca las causas estructurales de la injusticia social. Por el contrario, enmascara la inequidad social al promover un supuesto "diálogo horizontal" que no cuenta con las mínimas condiciones estructurales para llevarse a cabo o para lograr los propósitos que lo guían; al tiempo que el gobierno desgasta los movimientos indígenas impulsando programas focalizados en la atención de los pobres.
Este trabajo muestra que son viables otras lógicas de atención a la salud, a la educación y a la ciudadanía en las que la población se involucre en busca de sus propias alternativas integrales, atendiendo estos temas junto con las cuestiones agrarias y la resolución de conflictos, y cuestionando, en los hechos, un proyecto nacional que los excluye. Pero lo que me parece de mayor trascendencia es que el estudio con enfoque histórico permite entender que estas lógicas de trabajo no fueron creadas por el zapatismo, sino que recuperan elementos de formas organizativas que venían implementándose en la región como parte de un movimiento político, ejidal y religioso que con el tiempo se ha convertido en un espacio creativo y organizativo novedoso frente a otros movimientos indígenas latinoamericanos, y que busca establecer una nueva relación entre los pueblos indígenas y el Estado mexicano.