ANTECEDENTES
La capacidad de reproducirse es una de las características humanas fundamentales y tema central para la sociedad, con implicaciones políticas, éticas e incluso religiosas. La presión personal y social de la maternidad ha hecho que la demanda de servicios de las clínicas de infertilidad se haya incrementado sustancialmente, a pesar de que la prevalencia de infertilidad permanece estable.
La infertilidad es un problema de salud que afecta a 11.8% de las mujeres en edad reproductiva, el Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI) estima que en México existen 1.5 millones de parejas con infertilidad.1 En 2014 mencionó que la tasa global de fecundidad alcanzó un promedio de 2.2 hijos por mujer, en tanto que en 1999 era de 2.9 hijos y proyecta un descenso continuo y progresivo de dicha tasa,2 en gran medida determinado por el estilo de vida y las aspiraciones socioculturales cambiantes de la mujer.
En general, el entendimiento de la fertilidad en la población es pobre y se tiende a sobrestimar la posibilidad de embarazo, se desconocen los aspectos biológicos de la concepción, se ignora el tiempo en el que la mujer es más fértil y el declive de la etapa reproductiva después de los 35 años. Está bien documentado que la edad es el principal factor pronóstico de la fertilidad humana, a mayor edad de la mujer menor posibilidad de embarazo. Existe actualmente un fenómeno demográfico en el que se observa un retraso en la mujer en el tiempo de la primera concepción, lo que está llevando a convertir una infertilidad social en médica. La edad para ser padres por primera vez se ha incrementado durante las últimas décadas. En los países desarrollados la edad media para la primi paternidad es 29 años y 13% de las mujeres son mayores de 35 años.3 En el estudio de Stern y colaboradores se encontró que las mujeres con mayor grado de escolaridad son las que tienden a posponer más la maternidad. Si bien no existe un tiempo perfecto para tener hijos, algunos de los requisitos son: tener la edad adecuada, buenas condiciones de vida, estabilidad económica, etc.
La educación es la clave para el cuidado de la fertilidad, porque los procedimientos utilizados para asistir la reproducción son incapaces de cubrir por completo los efectos deletéreos de la edad; la tasa de éxito es de 41% en mujeres de 35 años y de 4% después de los 42 años.
Esta falta de conocimiento, aunada al incremento poblacional y de los riesgos que afectan la fertilidad, como: obesidad, enfermedades de trasmisión sexual, el retraso en la atención de los problemas de la fertilidad son un fiel reflejo de la dificultad para entender la infertilidad como un problema que puede padecerse. Asimismo, existen enfermedades durante la etapa fértil de la mujer que pueden disminuir su capacidad reproductiva y, frecuentemente, se realizan intervenciones quirúrgicas ováricas que disminuyen la reserva ovárica que afectan la fertilidad.4 El deseo reproductivo en las mujeres con estas circunstancias debe ser un punto a discutir entre el médico y la paciente.
Aunado a lo anterior, e influida determinantemente por la globalización y los medios masivos de comunicación, la sociedad mexicana ha ido paulatinamente adquiriendo un sistema de vida que opta hacia la transculturización occidental de forma irremediable y unilateral con las ventajas e inconvenientes que esto implica, trayendo lo anterior, entre otras consecuencias, una modificación en el patrón de comportamiento social y cultural.
Una de las muestras de este cambio se ve reflejada en la posposición de la maternidad, que ha tendido a ser retardada y condicionada por cuestiones económicas y sociales que, aparentemente, a principios y mediados del siglo XX, no eran consideradas.
Por todo lo anterior y con el objetivo de conocer cuál es el patrón estadístico conductual en relación con la población mexicana, se decidió realizar una encuesta abierta para determinar, a través de respuestas generales, cuáles son las características de los grupos de mujeres mexicanas en relación con su percepción de la fertilidad considerando los grupos etarios y sus variables sociodemográficas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Estudio transversal efectuado mediante una encuesta abierta a través de la empresa Surveymonkey® que tenía como propósito recibir 800 respuestas. La recolección de datos se llevó a cabo a través de la red social Facebook, con un tiempo de exposición de un mes. El cuestionario contenía preguntas demográficas generales (edad, escolaridad, estado civil, ingreso económico) y particulares relacionadas con la fertilidad (tabaquismo, consumo de mariguana) y las que están directamente vinculadas con la posibilidad de conseguir un embarazo (vida sexual activa, métodos anticonceptivos, deseo o no de tener un embarazo, percepción de la edad óptima para la maternidad, información previa de fertilidad). Para su análisis se dividieron en 7 grupos, y se analizaron según la edad. Grupo 1: menores de 20 años; grupo 2: 21 a 24 años, grupo 3: 25 a 29 años, grupo 4: 30 a 34 años, grupo 5: 35 a 39 años, grupo 6: 40 a 44 años y grupo 7: mayores de 45 años. Para el análisis de los datos se utilizó Microsoft® Excel para Mac v15.
RESULTADOS
Se obtuvieron 245 respuestas de las que se excluyeron 2, por datos incompletos. En relación con la edad (Figura 1), 68% de las mujeres tenían entre 25 y 35 años. Solo 10% de la muestra era menor de 25 años y 10% mayor de 40 años de edad.
Al analizar la escolaridad se encontró que 96% de las encuestadas tenía un grado de licenciatura o mayor (Figura 2) y ésta fue, mayormente, acorde con la edad. Cuadro 1
Al analizar el estado civil según la edad: 100% de las mujeres encuestadas menores de 20 años eran solteras; a los 20 a 25 años 50% y mayores de 45 años solo 10%. (Figura 3) El resto de los grupos etarios y estados civiles se muestran en el Cuadro 2.
Al igual que con el estado civil, 100% de las mujeres encuestadas menores de 20 años estaban desempleadas y a partir de los 25 a 29 años la mayoría (77.65%) tenía un empleo económicamente remunerado (Cuadro 3). Para todas las edades, el mayor porcentaje de mujeres con ingreso mensual se encontró entre los 11,600 y 34,999 pesos. (Cuadro 4)
Por lo que se refiere a los factores y hábitos sociales que pueden influir en la fertilidad, 63% de las pacientes realizaba ejercicio, 18% fumaba tabaco y 2.5% mariguana. Cuadro 5
Al preguntarles acerca del método anticonceptivo, llamó la atención que el índice de uso de éste en el grupo de 21 a 25 años sobrepasó 80% y de 25 a 29 más de 70%, comprendiendo una buena parte de la mejor edad para lograr el embarazo (Figura 4) y la mayoría utilizaba métodos reversibles. (Figura 5)
En la Figura 6 se advierte que 91% de las encuestadas deseaba tener hijos y 88% se visualizaron con ellos.
Al interrogarlas en relación con su percepción de la mejor edad para lograr el embarazo, ésta fue inversamente proporcional a la edad. (Figura 7) Sin embargo, menos de 5% del total de las encuestadas consideró que la mejor edad es después de los 35 años. (Figura 8)
DISCUSIÓN
La infertilidad es un problema de salud que se ha visto matizado, en gran parte, por el hecho de que la mujer, por razones sociales, culturales, profesionales y económicas ha tendido a retrasar la maternidad. No es ni cercanamente la causa más común de infertilidad el hecho de este deseo de postergar la fertilidad; sin embargo, es una situación cada vez más frecuente en la práctica médica encontrar mujeres que buscan el embarazo en edades cercanas a la quinta década de la vida, lo que, fisiológicamente, dificulta conseguirlo en virtud de las características de funcionalidad del ovario.5
Considerando como hipótesis el hecho de que la mujer sobreestima su capacidad fértil y, por esto, entre otras cosas, retarda su embarazo se decidió realizar esta encuesta con el propósito fundamental de conocer cómo es percibida la fertilidad por la mujer mexicana de acuerdo con diversas variables de orden biológico y social.
No deja de sorprender el hecho de que abriendo la posibilidad de respuesta por redes sociales de 800 casos, solo se recibieron 245 (32% de los cuestionarios emitidos). Lo anterior puede ser reflejo del poco interés que tiene la mujer en el tema y la poca sensibilidad hacia adquirir conocimientos, divulgación y manifestaciones del mismo o el poco nivel de información popular que hay relacionado con este tema. Por si fuera poco, existe un estudio6,7 que demuestra, dentro de este conocimiento, la existencia de mitos de fertilidad y de beneficios ilusorios de hábitos supuestamente saludables.
Por lo que se refiere a la escolaridad, resalta el hecho de que más de 96% de las respuestas provienen de personas con una licenciatura, cuando menos. Lo anterior puede significar un sesgo en el análisis porque puede reflejar que solo las personas con educación o preparación y acceso a medios informáticos responden a este tipo de cuestionarios.
No es de extrañar que 67% de las respuestas obtenidas provinieron de grupos de edad entre 25 y 35 años, lo que puede evidenciar que esta década, que coincide con la capacidad fértil más evidente en la mujer, es la más interesada en el tema porque suele ser esta edad a la que la mujer está más involucrada con los temas reproductivos de fertilidad o anticoncepción, como queda explícito en la Figura 4, en donde puede apreciarse que el índice de uso de métodos anticonceptivos en el grupo de 21 a 25 años sobrepasa 80% y de 25 a 29 más de 70%.
Es interesante hacer notar que la percepción de las personas en relación con la edad óptima para conseguir embarazarse por primera ocasión está relacionada, en forma inversamente proporcional a la edad. Sin embargo, menos de 5% del total de las encuestadas consideró que la mejor edad es después de los 35 años; es decir, que sí existe, cuando menos, la percepción de que después de esa edad las posibilidades de ser madre disminuyen. Estos resultados son congruentes con lo reportado en la bibliografía.8
En la Figura 6 puede analizarse que más de 85% de las mujeres se visualizan con hijos, independientemente de la edad.
Otro rubro que puede considerarse es el hecho de que la mayoría de las encuestadas tenía un trabajo con una remuneración económica que permitiría mantener un hijo. La interpretación de esto pude reflejar el hecho de que, quizá por eso la mayoría se ve con una familia, independientemente de su estado civil.
Otro punto a destacar es que si se considera el cuidado de la salud de este grupo de mujeres a través de la realización de ejercicio (63% dicen realizarlo), el consumo de tabaco (18%) y mariguana (2.5%) estamos hablando de personas que, según estos hábitos, cuida su salud en una proporción superior a la media en México. En la bibliografía están ampliamente demostradas las ventajas del cuidado de la salud para mejorar la capacidad fértil.9
Puesto que en esta investigación se analizaron múltiples variables puede llegarse a varias conclusiones en virtud de que el grupo fue homogéneo desde la perspectiva educativa, social, profesional y económica: en la etapa reproductiva la educación en reproducción y, en especial, de la fertilidad puede ser de gran importancia para evitar conductas que contribuyan a la incapacidad de lograr el embarazo en edades posteriores.
Es muy importante divulgar, sobre todo ahora que la tendencia a la maternidad tardía es muy franca en países occidentales que tienen gran influencia cultural sobre México, que existen técnicas que pueden conservar la capacidad de embarazarse más allá de la edad reproductiva ideal y con bajos riesgos para el embrión, y que están dominadas por la vitrificación de óvulos, siempre con fines reproductivos.10
Es importante resaltar que, según las respuestas obtenidas en la encuesta, la mujer mexicana interesada en el tema de infertilidad es menor de 36 años, con educación superior al promedio, ingresos económicos para su autosuficiencia, sanas, con uso razonable de los métodos anticonceptivos, con deseo de ser madres, independientemente de su estado civil.
Es obvio que éste es un intento inicial de reclutamiento cognoscitivo acerca del tema que requiere muestras más amplias y metodologías que eviten el sesgo que implica el acceso a medios informáticos electrónicos. Se trata de un primer intento por encontrar en el país una respuesta a la percepción de las mujeres mexicanas acerca de sus deseos y posibilidades de fertilidad.