Estimado Editor:
En relación con el artículo de Medina-Castro y col. Utilidad del Doppler pulsado feto-placentario en displasia mesenquimal placentaria: reporte de caso y revisión bibliográfica. Ginecol Obstet Mex. 2020; 88 (12): 897-904 considero que hubiera sido más enriquecedor dar a conocer los aspectos más relevantes del estudio con la pulsometría Doppler y las estadísticas mexicanas referentes a la prevalencia de la displasia mesenquimal placentaria. Es un artículo muy interesante que coincide con algunos especialistas en displasia mesenquimal placentaria en cuanto a ampliar los antecedentes como: estado civil, nivel socioeconómico, escolaridad, profesión, hábitos higiénico dietéticos, tipo de alimentación, consumo de líquidos, baño y aseo dental, así como describir los antecedentes ginecoobstétricos, en el que se describe la causa de las cesáreas, analizar si en los embarazos anteriores hubo antecedente de anormalidad placentaria, número de parejas sexuales (porque algunos casos se relacionan genéticamente), acerca de los antecedentes de infecciones genitourinarias u otros procesos inflamatorios que son factores de riesgo que pueden ser característicos en la etapa prenatal y determinar complicaciones.
Se comenta en el caso que la paciente fue tratada por una conización por alto grado de malignidad, pero no se especifica el tipo y el seguimiento o si fue erradicado en su momento. Si llevó algún tipo de MPF y cuánto tiempo. Todos estos factores de riesgo suman un panorama global de las condiciones socioeconómicas, culturales y de salud, que la ubica con antecedentes de riesgo bajo, medio o alto en el embarazo.
Estos datos pueden contribuir a la aparición de la displasia mesenquimal placentaria. En lo personal considero que es un tema muy interesante de manera que me motivó a seguir buscando más artículos del tema en cuestión.
La displasia mesenquimal placentaria es una anomalía poco frecuente. Se estima una prevalencia de 0.02 a 0.3%, la mayoría de los casos subdiagnosticados y confundidos con enfermedad trofoblástica, imagen muy parecida en ambos casos.1
La displasia mesenquimal placentaria se limita al mesénquima extraembrionario que envuelve al mesodermo y los vasos de las vellosidades troncales de los cotiledones, con placentomegalia, vesículas pseudoparciales, vasos tortuosos y estructuras quísticas acompañadas de edema.2 El diagnóstico es histopatológico y se corrobora por anatomía patológica.
La displasia mesenquimal placentaria es de etiología idiopática y se asocia con el síndrome de Beckwith-Wiedemann (SBW) (20-23%) también se caracteriza por retardo en el crecimiento intrauterino, preeclampsia y eclampsia.3
En el síndrome de Beckwith-Wiedemann hay criterios mayores que se presentan en el neonato: macroglosia, defectos en la pared abdominal y macrosomía (peso por encima del percentil 90). Los criterios menores son: signos auriculares (pliegues de reborde posterior hélix), nevus flammeus facial, hipoglucemia, nefromegalia y hemihipertrofia.4
Hay predominio de sexo femenino (1:3) lo que se explica debido a la línea androgenética que surge de la duplicación del genoma haploide paterno que origina una línea celular 46XX y una 46YY incompatible con la vida.5
No media mayor interés que contribuir a la comprensión y actualización del diagnóstico diferencial de la displasia mesenquimal placentaria y el uso del Doppler pulsado. Valga insistir en la necesidad de reconocer algunos factores que pueden intervenir en las comorbilidades agregadas.
Exhorto a la suma de más investigadores para poder enriquecer los trabajos que sirvan de apoyo al conocimiento científico, a las revisiones sistemáticas, a contribuir como material científico en las tesis, y a la continua actualización en el tema de la displasia mesenquimal placentaria.