Introducción
La población rural representa en la actualidad el 48% de la población mundial y el 20% en América Latina. En esta región, la pobreza se ha mantenido estable en las últimas tres décadas, muestra de ello es que el 63% de los habitantes satisfacen sus necesidades básicas con menos de dos dólares al día (Cepal et al., 2003). Los hogares rurales utilizan distintas estrategias para sobrevivir, tales como la diversificación productiva, la migración, la intensificación de la producción, al tiempo que enfrentan riesgos diversos (Ellis, 2000).
En particular, la diversificación es una estrategia fundamental para los hogares rurales (Berhaus et al., 2007; Alobo, 2015). En Latinoamérica entre el 20 y 30% de los empleos son no agropecuarios y representan el 40% de los ingresos rurales (Reardon et al., 2001), aunque puede varíar en función del contexto y los activos de los hogares (Mushongah y Scoones, 2012). Hasta aquí, es preciso mencionar que en Latinoamérica no es reciente el debate sobre el papel que juegan las estrategias productivas que implementan los hogares rurales. Los primeros estudios se pueden situar a partir de la década de los setenta, en los cuales se hace un extenso análisis sobre las economías campesinas; enfatizando la importancia de la extensión de la tierra y su fertilidad, así como la composición familiar (Chayanov, 1974; Stavenhagen, 1977; Shanin, 1978; Appendini et al., 1983).
Posteriormente, a finales de la década de los noventa se propone en la literatura el enfoque de los medios de vida sustentables (MVS), que han sido usados para describir las estrategias de los hogares y el contexto de vulnerabilidad (Ansoms y McKay, 2010). El mérito del enfoque de los MVS es reconocer la diversidad de los medios de vida, la relevancia del contexto social e institucional, así como el papel que desempeñan los activos (Alobo, 2015).
Es por ello que recientemente el enfoque ha sido aplicado en diferentes países, entre los que se incluyen Madagascar, Bulgaria, Guatemala, Perú, Filipinas, Nigeria, Mozambique, China, Nepal y México (Winters et al., 2002; Winters et al., 2009; Morse et al., 2009; Giesbert y Schindler, 2012; Orencio y Fujii, 2013; Bhandari, 2013; Hinojosa, 2013; Fang et al., 2014; Ávila-Foucat, Saad y Fierros, 2014). Los estudios antes citados utilizan diversos activos aunque presentan diferencias en relación con las condiciones climáticas, culturales, históricas e institucionales, y describen diferentes estresores (Winters et al., 2009; Ávila-Foucat et al., 2014). Los efectos que los estresores tienen en los hogares pueden variar de acuerdo a las características de cada hogar, y pueden alterar la vida diaria temporalmente o causar conmociones profundas que requieran la intervención gubernamental (Van Den Berg, 2010; McDowell y Hess, 2012).
En México, aproximadamente 25 millones de personas (que representan el 22.2% de la población total) viven en áreas rurales, y seis de cada diez personas (61.6%) que viven en zonas rurales son pobres (Coneval, 2012). Como una estrategia de sobrevivencia, los hogares se han diversificado y las actividades no agropecuarias representan el 49.2% del ingreso total (Cerón y Yúnez-Naude, 2015).
El enfoque de MVS en México solamente ha sido utilizado en estudios de caso, pero no a nivel nacional (Ávila-Foucat, 2012). Sin embargo, en estos estudios se han analizado los activos y se observa una gran heterogeneidad en términos de acceso a ellos y en los ingresos (De Janvry y Sadoulet, 2001; Reardo et al., 2001; Yúnez-Naude, 2010).
De tal forma que este artículo tiene como objetivo identificar, mediante un análisis de clúster, los diferentes tipos de hogares del sector rural de México, considerando los activos que poseen, los niveles de ingresos monetarios y los aspectos relacionados con la vulnerabilidad a la que se enfrentan.
Marco teórico
Medios de vida sustentable
Los medios de vida sustentables (MVS) han sido utilizados en numerosos estudios empíricos en Latinoamérica, para medir la relación entre la pobreza y las estrategias de los medios de vida (Jansen et al., 2006; Diniz et al., 2013; Lerner et al., 2013; Ávila-Foucat et al., 2014). Los activos y el acceso a éstos constituyen la base bajo la cual los hogares rurales generan sus medios de vida. Los activos se convierten en capitales cuando son utilizados para generar bienes se dividen en cinco tipos: 1) humano, 2) social, 3) natural, 4) físico y 5) financiero (Ellis, 2000). La evidencia empírica observada por Yúnez-Naude y Meléndez (2007) sugieren que la educación, la experiencia laboral y la edad son factores determinantes para seleccionar las actividades económicas. Adicionalmente, De Janvry y Sadoulet (2001) hallaron que la educación es el principal mecanismo que permite a los hogares participar en actividades no agropecuarias. Resultados similares se han encontrado en otras partes del mundo, en los que el capital humano es un aspecto central en la diversificación productiva y el bienestar (Berhaus et al., 2007; Ansoms y McKay, 2010; Mushongah y Scoones, 2012; Liu y Liu, 2016).
El capital financiero ha sido estudiado ampliamente mostrando que los activos principales son: el acceso a los mercados, el ingreso, el acceso al crédito y el ahorro (Barbieri y Mahoney, 2009; Morse et al., 2009; Mushongah y Scoones, 2012; Ansoms y McKey, 2010). Del mismo modo, se ha demostrado que la infraestructura utilizada en la producción agrícola y los medios de transporte son muy importantes para definir los medios de vida (Ansoms y McKay, 2010; Ulrich et al., 2012).
Otro activo que los estudios han señalado como importante es el capital social. La cooperación entre hogares (Barbieri y Mahoney, 2009; Mushongah y Scoones, 2012), la organización comunitaria, las relaciones con organizaciones externas a la comunidad (Bhandari, 2013) y las redes migratorias (Berhaus et al., 2007; Mushongah y Scoones, 2012) son algunos aspectos clave en las decisiones de los medios de vida. En México, la literatura sobre capital social en contextos forestales es extensa (Rodríguez et al., 2016), y también ha sido vinculada a las estrategias de vida de los ejidos (Winters et al., 2002). Asimismo, Poole et al. (2007), Robles-Zavala y Fiechter-Russo (2008) y Robles-Zavala (2010) han investigado sobre el rol de las instituciones, los activos y el medio ambiente local en la diversificación de los medios de vida de los hogares rurales de México, usando el enfoque de MVS.
La tierra es la principal variable utilizada como capital natural (Fang et al., 2014). Un estudio en 24 poblados en México (con menos de 5 mil habitantes) encontró que una hectárea adicional de tierra de riego incrementa la probabilidad (en un 4.3%) de que los hogares participen en la producción de cultivos básicos. Sin embargo, el capital natural es mucho más que sólo la tierra de cultivo; la vida silvestre, por ejemplo, es usada como un medio de subsistencia diaria (López-Felman, 2014), e incluso el capital natural permite la diversificación, ya que muchas comunidades pueden iniciar proyectos turísticos asociados a la naturaleza (Ávila-Foucat y Pérez, 2015), o incluso otros proyectos productivos.
El contexto de vulnerabilidad está compuesto por las tendencias críticas (crecimiento poblacional, económico y tendencias tecnológicas), los shocks (salud humana, conflictos y cambio climático) y la naturaleza temporal de ciertas variables (precios, producción, oportunidades de empleo, entre otras), sobre las cuales las comunidades tienen un control limitado en el corto y largo plazo (Carney, 1999). La presente investigación se interesa por incluir los efectos derivados de los daños provocados por los huracanes y sequías, así como también la infraestructura de carreteras y la distancia a centros urbanos (Finan et al., 2005; Hoefle, 2016; Jansen et al., 2006; Morse et al., 2009).
Tipología de hogares
Hay numerosos métodos para agrupar a los hogares rurales y sus medios de vida (Barahona, 2006; Jansen et al., 2006; Rodríguez y Meneses, 2010; Merma y Julca, 2012; FAO, 2013; Orencio y Fujii, 2013). Sin embargo, Barret y Reardon (2000) señalan que hay tres principales criterios para clasificar las fuentes de ingreso: 1) espacial (local, nacional e internacional); 2) funcional (autoempleo y asalariado), y 3) sectorial (primario, secundario y terciario), siendo este último el más común. Recientemente, Orencio y Fujii (2013) han desarrollado perfiles utilizando el enfoque sectorial, y para ello dividieron a los hogares: con actividades agrícolas y no agrícolas. Otros estudios han decidido incluir una combinación de estos tres criterios, mientras que otros han establecido categorías de empleos de acuerdo a aspectos temporales (permanente o eventual), y enfoques sectoriales (fuera o dentro de la actividad agrícola). Otros factores que han sido considerados son: el tipo de suelo, la estructura de la familia, el tamaño de la parcela, y la integración a los mercados (Hernández, 2000; De Janvry y Sadoulet, 2001; Barahona, 2006; Merma y Julca, 2012).
En México, los hogares han sido también clasificados de acuerdo a las unidades de producción rural, lo que incluye tanto a los agricultores como a las actividades practicadas (De Janvry y Sadoulet, 2001; Yúnez-Naude y Taylor, 2001; Lener et al., 2013). En general, los ingresos brutos son comúnmente utilizados independientemente del tipo de clasificación (Yúnez-Naude y Taylor, 2001; Jansen et al., 2006; Merma y Julca, 2012; FAO, 2013). Los perfiles de hogares se han hecho con diferentes objetivos: el diseño de políticas para productores agrícolas de pequeña escala, la descripción de agricultores, la productividad de los cultivos y la composición del ingreso (De Janvry y Sadoulet, 2001; Barahona, 2006; Rodríguez y Meneses; 2010; Merma y Julca, 2012).
Los hogares rurales en México muestran una gran heterogeneidad debido a la diversidad geográfica y biótica, al acceso a la infraestructura y a la diversidad de características culturales (Yúnez-Naude, 2010); lo anterior hace exista una gran variedad de estrategias de vida, y que en algunos casos se encuentren subestimadas cuando sólo se clasifican a partir del ingreso.
Metodología
Obtención de los datos
Los datos utilizados en esta investigación pertenecen a la Encuesta Nacional a Hogares Rurales de México (ENHRUM), versión 2007. La ENHRUM contó con dos componentes: la Encuesta Comunitaria (EC) y la Encuesta a Hogares (EHh). La información fue recolectada de 80 comunidades rurales distribuidas en 14 estados del país, divididos en cinco regiones (se incluyeron en la muestra 1 543 hogares). La encuesta es representativa a nivel nacional. La EC fue utilizada para evaluar el contexto de vulnerabilidad, y para ello se usó la distancia promedio a los principales centros urbanos de abastecimiento y los efectos de eventos meteorológicos. La EHh se usó para caracterizar los activos de los hogares.
Método para crear la tipología de hogares
Para construir los grupos de hogares se usó un análisis de clúster multivariado, utilizando cuatro variables: 1) la fuente predominante de ingreso, 2) el nivel de ingreso, 3) los activos y 4) el contexto de vulnerabilidad. Debido a que las variables utilizadas en el análisis de clúster presentan una diversidad de esca- las y unidades, se utilizó un método mixto de semejanza, con cuatro grupos (k=4) y la estimación de Grower para crear una distancia entre las variables que fueron usadas (Lerner et al., 2013). Las estadísticas de análisis de varianza (ANOVA) fueron también usadas para garantizar que los grupos de hogares creados fueran mutuamente excluyentes (Soltani et al., 2012). Los procedimientos usados para estimar las fuentes de ingresos, el nivel de ingreso, los activos y el contexto de vulnerabilidad se describen a continuación.
Fuentes de ingresos y actividades
Primero, las fuentes de ingresos fueron divididas siguiendo los criterios de Barret y Reardon (2000), en términos espaciales (local, regional y nacional), funcional (autoempleo y asalariados) y una diferenciación sectorial. Con base en éstos se identificaron las siguientes siete fuentes: 1) agricultura, 2) ganadería, 3) uso de recursos naturales, 4) trabajo asalariado agropecuario, 5) empleos no agropecuarios, 6) autoempleo y 7) remesas.
Segundo, se estimó el ingreso neto para cada hogar y se crearon funciones de producción de cada actividad productiva. Dado que los recursos naturales y los productos agrícolas son consumidos por miembros de los hogares (López-Felman, 2014), y en ocasiones intercambiados con amigos o familiares, se les preguntó cuánto dinero habrían ganado si los productos hubiesen sido vendidos localmente. El ingreso neto total es el estimado de todas las actividades productivas y las remesas.
Activos y contexto de vulnerabilidad
La clasificación de los activos se hizo conforme a Ellis (2000): capital humano, físico, financiero, natural y social. El Cuadro 1 muestra las variables utilizadas para describir los activos y el contexto de vulnerabilidad.
Resultados
Tipología de los hogares
Los grupos de hogares obtenidos a partir del análisis de clúster fueron: pequeños productores, hogares asalariados en el campo, hogares asalariados fuera del campo y dueños de negocios familiares. Todas las categorías de hogares se diversifican, por lo tanto, su nombre corresponde a la fuente principal de la cual provienen sus ingresos (véase Cuadro 2).
Pequeños productores
El primer clúster incluye el 20% de la muestra (286 hogares) y se encuentran en la parte más baja de la distribución de ingresos (deciles I y II), con aproximadamente 3 390 pesos anuales. La mitad de sus ingresos está compuesta por salarios derivados de trabajos agrícolas, recursos naturales y remesas del extranjero.
Asalariados en el campo
El segundo grupo incluye el 30% de la muestra (deciles III-V) y su ingreso neto por año es aproximadamente de 20 mil pesos. Aunque la mayor parte de sus ingresos provienen de actividades agrícolas, una diferencia importante respecto al grupo anterior es que tienen una fuerte dependencia del mercado de trabajo local, ya que el 38.5% de sus ingresos dependen de los salarios agrícolas y el 23% de los empleos no agrícolas.
Asalariados no agropecuarios
El tercer grupo incluye el 40% de la muestra (deciles VI-IX) y la principal fuente de ingresos se deriva de los salarios no agropecuarios (41%), fundamentalmente de actividades relacionadas con el empleo temporal en la construcción, el transporte y el comercio minorista. Los hogares de este grupo generalmente viajan diariamente de su comunidad a sus trabajos en otras localidades cercanas, ganando en promedio 60 mil pesos de ingreso neto anual.
Dueños de negocios familiares
El cuarto grupo incluye el 10% de la muestra y el ingreso neto anual fue de poco más de 191 mil pesos anuales. Este conjunto se sitúa en la parte superior de la distribución de ingresos (decil X) y depende en gran medida de los salarios fuera del campo (28.6%), del autoempleo (19%) y también de la agricultura (20%). Estos hogares son los propietarios de las tierras más grandes y tienen suficiente capital para invertirlo en negocios familiares.
En suma, se puede observar un primer grupo que depende del capital natural (tierra y recursos naturales) y remesas; otros dos (2 y 3) que sobreviven a partir de los salarios (dentro y fuera del campo), y un cuarto grupo con autoempleo y menos dependiente de la agricultura.
Estrategias de medios de vida
El análisis muestra que todos los hogares utilizan la diversificación como una estrategia de subsistencia, debido a que el 50% de los ingresos de los hogares provienen de varias actividades económicas. La intensificación productiva no es una estrategia esencial, ya que los hogares no invierten en infraestructura agropecuaria y prefieren dividir su tiempo en otras actividades. Las remesas son claramente un medio de vida para el primer grupo, pero no para los demás, ya que los ingresos procedentes de esta fuente se sitúan entre el 15 y 19%. Por lo tanto, es interesante notar que un conjunto de estrategias son utilizadas por los hogares al mismo tiempo, con cierto énfasis en algunas estrategias que dependen de los ingresos y los activos que poseen, como se describen a continuación.
Activos humanos: Los resultados muestran que el 25% de los pequeños productores no poseen miembros en edad de trabajar (de 11 a 65 años). En contraste, el 77.5% de los dueños de negocios familiares tiene de tres a seis miembros en edad laboral.
La Gráfica 1 muestra el nivel de escolaridad de la fuerza de trabajo (miembros de 11 a 65 años) de cada grupo de hogar. La fuerza de trabajo de los pequeños productores es poco calificada, ya que el 63% tiene la primaria terminada. En contraste, los otros tres clúster tienen alrededor de 50% de los miembros con el nivel de educación de secundaria. Mientras que el 3.5% de los pequeños productores y 26% de los dueños de negocios familiares tienen terminada la preparatoria.
Un alto porcentaje de los pequeños productores (31.8%) son indígenas, mientras que únicamente el 7% de los hogares con esta condición pertenecen al grupo de dueños de negocios familiares. Las condiciones de pobreza han sido relacionadas con la condición indígena, el aislamiento y los bajos niveles de escolaridad.
Activos físicos: la composición de los activos físicos es muy parecida en los cuatro grupos de hogares, donde los activos no agropecuarios son los de mayor valor, incluso para los hogares asalariados en el campo. El hato ganadero es otra fuente importante de inversión. Estos es, los hogares rurales no invierten en la producción agropecuaria; en su lugar prefieren la diversificación o la compra de ganado, lo que sugiere que la intensificación agrícola no es la principal estrategia (véase Cuadro 3).
Capital natural: la leña es recolectada por todos los grupos de hogares porque sirve como combustible para la preparación de alimentos. Dentro de todo el conjunto de recursos naturales representa al menos el 52% de los recursos naturales utilizados para los cuatro grupos de hogares. El maguey, los nopales, y otras cactáceas constituyen el segundo grupo más importante de recursos naturales; excepto para los dueños de negocios familiares, quienes no utilizan estos recursos. Las plantas medicinales también son importantes y al menos el 5.6% de los hogares las usan. Mientras que los hongos silvestres son importantes para la dieta de los pequeños productores y, sorprendentemente, el uso de la vida silvestre es esencial para los dueños de negocios familiares (véase Cuadro 4).
En promedio, el tamaño de la tierra es menor a dos hectáreas para la gran mayoría de los grupos de hogares, lo que significa que no pueden producir el mínimo de alimentos para sobrevivir durante todo el año (Cepal, 1982). Los pequeños productores son los que tienen el mayor porcentaje de tierras de entre dos y casi cinco hectáreas, y los dueños de negocios familiares tienen las parcelas de mayor tamaño (de cinco hectáreas y más).
Activos financieros: en general, se observa que los montos obtenidos son pequeños y aumentan en relación con el ingreso. El monto de los créditos formales son más altos para los pequeños agricultores y los hogares asalariados fuera del campo, mientras que los mayores créditos informales son para los hogares salariados en el campo y los dueños de negocios familiares.
Redes sociales: los hallazgos muestran que al menos el 17% de los hogares tienen miembros que emigraron a Estados Unidos, y el 11.8% a otras partes de México. Se registró también que al menos una persona podría realizar un préstamo a los hogares ante una emergencia. Se observa también que los pequeños productores podrían obtener más dinero para contingencias, por un monto de 2 500 pesos, mientras que los dueños de negocios familiares podrían obtener únicamente la mitad de esta cantidad (1 193 pesos).
El contexto de vulnerabilidad: el Cuadro 5 muestra que los hogares con mayor participación de ingresos no agropecuarios tienen cercanía con centros regionales de desarrollo, proporcionándoles más oportunidades de empleo; mientras que los pequeños productores -que dependen más de los recursos naturales-, se encuentran más aislados. Así, la diversificación está relacionada con la cercanía a las ciudades y el acceso a los mercados regionales de trabajo. Además, todos los hogares rurales han sufrido daños climáticos, debido a la presencia de huracanes y sequías. De la misma manera, no hay grandes diferencias en cuanto acceso a infraestructura vial.
En resumen, los activos muestran condiciones similasres en términos de acceso a la educación primaria, inversiones, recursos naturales y tamaño de la tierra, préstamos informales y migración. Los daños derivados de huracanes y sequías son parecidos en todos los hogares, pero hay diferencias en cuanto a la cercanía de centros urbanos, niveles más altos de escolaridad y acceso a préstamos y créditos.
Discusión
Los criterios espaciales, funcionales y sectoriales utilizados por Barret y Reardon (2000) fueron útiles para poder identificar los perfiles de hogares rurales. Los resultados muestran que las remesas son una fuente internacional de ingresos (criterios espaciales), los salarios y el autoempleo representan una diferencia funcional, mientras que el sector agropecuario y no agropecuario reflejan la principal diferencia sectorial. Los ingresos netos también influyen en los perfiles e ilustran las desigualdades de los hogares del México rural.
La diversificación es la principal estrategia de medios de vida para los hogares con bajos ingresos, donde los hogares asalariados en el campo centran sus esfuerzos en las actividades agropecuarias; mientras que los otros grupos de hogares se concentran en las actividades no agropecuarias (excepto los pequeños productores). La diversificación de los pequeños productores está orientada a la obtención de remesas. Mientras que en los otros grupos de hogares la diversificación está concentrada en los salarios no agropecuarios o el autoempleo. La importancia de los salarios indica la dependencia de actividades derivadas del uso de la tierra y el comercio. Esto significa que la diversificación requiere un mínimo de acumulación de ingresos y activos, como ha sido señalado previamente en otros estudios (Ávila-Foucat, 2012), y también depende del acceso a los mercados de trabajo. En efecto, los dueños de negocios familiares son los más cercanos (29 kilómetros) a las ciudades, lo que les facilita el acceso a los mercados y reduce los costos de transacción.
Estos resultados coinciden con otros estudios que demuestran la importancia de la infraestructura en las decisiones de los medios de vida (Finan et al., 2005; Jansen et al., 2006; Ansoms y McKay, 2010). Los grupos de hogares obtenidos en este estudio son consistentes con los hallazgos en otras investigaciones de la economía rural de México, donde los salarios agropecuarios y no agropecuarios representan el 49.2% del total del ingreso de los hogares rurales (Cerón y Yúnez-Naud, 2015). También se ha demostrado que la migración y las remesas juegan un rol importante en las comunidades pobres, pero no son suficientes para incentivar el desarrollo (Stefoni, 2011; Cohen y Rodríguez, 2005). De hecho, es difícil decir, a partir de estos resultados, que los ingresos no agropecuarios han contribuido al desarrollo económico rural o han reducido la pobreza extrema (World Bank, 2008). Scoones (1998) define la intensificación productiva como el mejor uso de los recursos naturales, como la tierra, la vida silvestre o el bosque.
Debido a que en este trabajo se utilizaron datos de corte transversal, es difícil analizar a detalle los procesos de intensificación económica. Sin embargo, los resultados sugieren que no es una estrategia esencial, ya que los hogares no invierten en infraestructura agropecuaria, indicando que la agricultura no es una prioridad en la muestra de hogares que se utilizó. Este hallazgo se debe a que la producción de riego se concentra en distritos y estados específicos de México, como lo es Sinaloa. En resumen, las estrategias de vida son similares en los hogares, pero con énfasis diferente en las actividades agropecuarias y no agropecuarias y en las que los activos juegan un papel importante en el rol de esas variaciones.
Las precarias condiciones de los hogares rurales, en parte, han sido atribuidas al limitado acceso al crédito (De Janvry y Sadoulet, 2011). Los pequeños productores y los hogares asalariados fuera del campo solicitan créditos formales por montos menores a 4 mil pesos, probablemente a instituciones locales. En contraste, los créditos informales son usados por los dueños de negocios familiares, quienes buscan obtener mayores recursos en los préstamos. Esto pone de relieve las dificultades para acceder a los créditos formales de grandes cantidades de dinero.
Sin embargo, las redes sociales, muestran que todos los hogares podrían acudir a otra persona para que les ayude en caso de emergencia; y lo que es sorprendente es que los pequeños productores accedan a un mayor monto de crédito, en comparación con los hogares de mayores ingresos. Es decir, los hogares más pobres dependen más de las redes sociales (amigos y parientes cercanos) que de los créditos formales. Existen otros trabajos que han mostrado la cooperación entre los hogares (Barbieri y Mahoney, 2009; Mushongah y Scoones, 2012), no obstante, los hallazgos de este estudio sugieren que la cooperación es a través de préstamos y no únicamente se basa en el intercambio de activos.
La educación ha sido una variable ampliamente analizada en México, y la importancia para el desarrollo y la diversificación ha sido demostrada en estudios empíricos (Yúnez-Naude y Taylor, 2001; Bandhari et al., 2013). Los resultados muestran que todos los hogares tienen bajos niveles de escolaridad, pero que en los hogares asalariados fuera del campo en nivel de secundaria es más común. Las desigualdades en la escolarización se deben posiblemente a la lejanía con los centros urbanos y el acceso desigual a los mercados de trabajo.
Los dueños de negocios familiares tienen la mayor dotación de capital físico, lo que significa que tienen mayores posibilidades de invertir y les proporciona mayores elementos para hacer frente a factores de estrés. El hato ganadero y la infraestructura no agropecuaria son las inversiones más importantes en todos los hogares. El hato ganadero se utiliza como una importante fuente de ahorro y se recurre a él en eventualidades familiares (Berhaus et al., 2007). Las inversiones en automóviles y otras inversiones no agropecuarias se deben probablemente a las necesidades de transporte, debido a que en las zonas rurales el transporte público es escaso (Adato et al., 2006; Giesbert y Schindler, 2012).
La infraestructura agropecuaria tiene una importante participación porcentual en las inversiones que hacen los hogares dueños de negocios familiares, ello a pesar de la agricultura no es su actividad principal. El tamaño mínimo de la parcela para lograr la subsistencia es de cuatro hectáreas, según la Cepal (1982), y como es en el caso de la mayoría de los hogares de la muestra, por lo que no es de extrañar que la principal estrategia sea la diversificación de actividades no agrícolas. Ello significa que la diversificación es una estrategia para salir de las condiciones de pobreza.
Los recursos naturales son otra fuente importante de ingresos (Shana y Sundriyal, 2012), y un componente importante en la alimentación (Belcher et al., 2005). En otros estudios se ha demostrado que el uso de los recursos naturales es importante para supervivencia, especialmente para los hogares más pobres (López-Felman, 2014), pero es interesante notar que los beneficios que otorga la naturaleza a los hogares rurales es independiente a la participación en actividades agropecuarias o no. La dependencia de la leña se debe a la condición de pobreza, pero también a la cultura y a la tradición culinaria. En México, el 27.8% de la energía en hogares, comercios y vía pública proviene de la leña (Sener, 2011). En lo que respecta a las plantas medicinales, son usadas para curar enfermedades y los hongos silvestres son parte de la dieta de los tres primeros grupos de hogares. La caza de fauna silvestre (como la carne de monte) es llevada a cabo por los hogares más ricos, probablemente debido a los costos de las armas que se usan en esta actividad.
Los dueños de negocios familiares están más cerca de las ciudades (29 kilómetros) en comparación con los pequeños productores, éstos últimos enfrentan mayores costos de transacción y dificultades para acceder a los mercados regionales.
En lo referente a huracanes y sequías derivadas de las variaciones climáticas se registra que están afectando a todos los hogares (Van Der Berg, 2010), pero la vulnerabilidad puede agudizarse, debido a los limitados recursos que poseen. Por ejemplo, los pequeños productores son los más vulnerables debido a que tienen mayores dificultades para acceder a los mercados regionales y tienen los más bajos niveles de escolaridad. Estos hogares también cuentan pocos activos físicos agropecuarios (1 411 pesos) para aumentar su productividad o la oferta de productos agropecuarios (leche, huevos y cultivos). Además, la gran mayoría de estos hogares poseen tierra de temporal (menor a dos hectáreas) vulnerable al cambio climático, y un limitado acceso al crédito (1 293 pesos).
En México, estudios de caso recientes han analizado los medios de vida y la vulnerabilidad (Eakin, 2005; Robles-Zavala, 2010; Giesbert y Schindler, 2012; Winters et al., 2009). Sin embargo, son escasos los que examinan la relación entre ingresos y activos familiares (Winters et al., 2002). Además, la mayoría de las investigaciones sobre estrategias de vida son estudios de caso y pocos proporcionan evidencia empírica a escala nacional.
Los resultados del presente estudio pueden utilizarse para comprender la heterogeneidad regional de los ingresos, los activos y el contexto de vulnerabilidad al que se enfrentan, proporcionando una visión integral para maximizar las estrategias de subsistencia que adoptan y las decisiones tomadas por los hogares rurales (Carter y Barrett, 2006; Giesbert y Schindler, 2012). La relevancia de la educación, la edad de la fuerza de trabajo o el tamaño de la tierra son los temas más abordados en la literatura, sin embargo, los recursos naturales, el acceso a créditos informales, las redes sociales y el contexto de vulnerabilidad han sido menos estudiados en México, usando el enfoque de MVS.
Con respecto a las limitaciones de esta investigación se deben especialmente porque la encuesta utilizada no fue hecha considerando el enfoque de los MVS, sin embargo, posee una gran riqueza en sus datos, los cuales permiten crear variables proxis para cada capital. Otros enfoques se han utilizado para analizar las actividades productivas, la diversificación, la pobreza y el medio ambiente el sector rural (World Bank, 2001; Carter y Barret, 2006; Winters et al., 2009; FAO, 2013), pero el análisis basado en activos es la herramienta más importante para entender las capacidades y habilidades que poseen los hogares (Winters et al., 2002). Los aspectos estructurales, como la educación y la pobreza son indudablemente cruciales para el desarrollo. Sin embargo, las políticas de desarrollo derivadas de este estudio podrían estar también dirigidas a la diversificación, los mercados, las remesas, los créditos y las redes sociales.
La diversificación es una importante estrategia para los hogares y las políticas sectoriales han sido orientadas a apoyar las actividades productivas, sin embargo, no existe coherencia entre sus programas. Por lo tanto, para apoyar los procesos de diversificación se necesita una política más eficiente y coordinada, que tome en cuenta la producción sostenible. De igual forma, las políticas dirigidas a la diversificación parecen ser una mejor estrategia que las remesas para el desarrollo rural, como lo demuestra Stefoni (2011).
El acceso a los mercados, y especialmente a los trabajos es un aspecto importante que merece ser observado con atención; asimismo, la organización de los hogares puede hacer decrecer los costos de transacción (FAO, 2013). Por ejemplo, los créditos a los hogares deben ser más accesibles en términos administrativos, de garantías solicitadas y tasas de interés. Finalmente, las redes sociales son cruciales para acceder a créditos y remesas.
Conclusiones
Con base en la disponibilidad de ingresos, los activos familiares y el contexto de vulnerabilidad se identificaron cuatro perfiles de hogares: uno vinculado al capital natural y las remesas; otros dos a los salarios agropecuarios y no agropecuarios, respectivamente, y el cuarto relacionado a actividades de autoempleo. La diversificación productiva es el principal medio de vida como respuestas a factores exógenos y la mejor estrategia de desarrollo, en comparación con la intensificación y las remesas. El acceso a la educación primaria, las inversiones, el uso de recursos naturales, el tamaño de la tierra, el acceso a los créditos formales son similares entre los diferentes grupos de hogares. Asimismo, los daños derivados de sequías y huracanes afectan a todos los niveles, pero la cercanía a las ciudades es diferente, así como en los niveles altos de escolaridad, y el acceso a préstamos y créditos. Los aspectos estructurales, como la educación y la pobreza, son indudablemente cruciales para el desarrollo; sin embargo, otras políticas de desarrollo derivadas de este estudio son muy importantes de considerar: la diversificación sostenible, el acceso a los mercados y la comercialización, y acceso a créditos formales.