1. Introducción
El perfil de U invertida planteado en la hipótesis del ciclo de vida (HCV) no siempre se cumple, debido a que existen diversos factores que afectan las pautas de ingreso y consumo (Deaton, 1997). Una característica distintiva entre hombres y mujeres son sus trayectorias laborales a lo largo del ciclo de vida. Tal como señalan Espino et al. (2014) la trayectoria laboral de las mujeres puede verse interrumpida por situaciones como la maternidad, el cuidado de los hijos, así como la división sexual del trabajo al interior del hogar. Es importante enfatizar que las diferencias de género no sólo se aprecian en el mercado laboral, sino también en otros aspectos como la educación y las fuentes de ingreso (Bobbitt-Zeher, 2007).
El análisis de las pautas de ingreso es relevante porque la concepción de bienestar económico se asocia a la falta de recursos monetarios refiriéndose así al estado de pobreza por ingresos. Al respecto, Scuro et al. (2010, p.10) indican que: "Los ingresos monetarios constituyen un recurso fundamental -aunque no el único- para el bienestar de las personas y son un indicador de la capacidad que tienen los hogares para satisfacer sus necesidades".1
Es en esta línea que la literatura hace énfasis sobre la importancia de un enfoque dinámico que permita explicar la evolución de los ingresos en el ciclo de vida de la población. Para tal efecto, se plantean las siguientes preguntas: ¿cuáles han sido las fuentes de ingresos de los hogares en México en el periodo 1994-2014? ¿Cuál es el perfil de ingreso de los hogares por efecto de la edad? ¿Cuáles son las diferencias según el sexo de la jefatura? El objetivo central de esta investigación es analizar el perfil de ingreso de los hogares, por efecto de la edad, en el periodo 1994-2014, a partir de una estimación semiparamétrica utilizando cohortes sintéticas por sexo de la jefatura.
Los resultados muestran que la HCV no se cumple para los hogares con jefatura femenina, porque sus pautas de ingreso no presentan una forma de U invertida. Por el contrario, el perfil de ingreso de los hogares con jefatura masculina sigue el patrón establecido en esta hipótesis. Se demuestra que para estos hogares la estructura familiar no afecta las pautas de su ingreso y se confirma que los ingresos de los hogares de jefatura femenina son más bajos que los de la masculina a lo largo del ciclo de vida, incluso cuando las jefas cuentan con el mismo nivel de escolaridad que los jefes.
El artículo se estructura de la siguiente forma: en la segunda sección, se presentan los referentes teórico-empíricos que sustentan la investigación. En la tercera sección, se exponen los aspectos metodológicos. En la cuarta sección, se describen las principales características sociodemográficas y la evolución del ingreso de los hogares en el tiempo. En la quinta sección, se muestran los resultados de la estimación del efecto edad en la función del ingreso en el ciclo vida de los hogares. En la última sección, se presentan las conclusiones y algunas recomendaciones de política pública.
2. Referentes teórico-empíricos
El comportamiento del ingreso puede ser entendido a partir del planteamiento de la HCV propuesta por Modigliani y Brumberg (1954). Los autores suponen que la utilidad marginal del consumo de las personas es constante a lo largo de la vida, considerando que el consumo es una función del ingreso laboral y que sigue una trayectoria en forma de U invertida. En las primeras etapas de la vida, frente a la ausencia de ingresos por trabajo, se requiere de apoyos, transferencias y préstamos. Sin embargo, cuando se llega a las edades intermedias, los ingresos derivados de la actividad laboral comienzan a aumentar y su nivel es superior al consumo, ofreciendo más posibilidades de ahorro. Mientras que durante el último tramo de la vida, se reduce la participación en el mercado laboral y con ello se presenta una pérdida de los ingresos por trabajo, por lo tanto, es necesario acudir a los recursos previamente acumulados (ahorros) y de nuevo a las transferencias y a los apoyos primarios.
La HCV permite analizar la variable del ingreso desde un enfoque dinámico, al plantear su evolución a lo largo de la vida. Para el caso mexicano existen varias investigaciones que toman como marco analítico la HCV y analizan el ingreso, aunque de manera indirecta, ya que el énfasis es sobre el comportamiento del ahorro (Attanasio y Székely, 1999; Solís y Villagómez, 1999; Fuentes y Villagómez, 2001). Por su parte, con estimaciones semiparamétricas, Campos y Meléndez (2013) analizan las pautas de consumo y Ceballos (2018) el pago de deuda en el ciclo vida.
Las pautas de ingreso sugeridas en el planteamiento de la HCV están determinadas por diversos factores, entre ellos, aspectos de género. Las desigualdades en el uso del tiempo y el ciclo de vida del hogar condicionan la incorporación de las mujeres en el mercado laboral (Tepichin, 2011; Arriagada, 2005; Valenzuela, 2003). En consecuencia, la carga excesiva de trabajo no remunerado implica renunciar a actividades que generan ingresos o en su caso a empleos de jornada completa, lo que repercute directamente en el bienestar. Al respecto, Blau (1997, p. 47) señala que: "Una posible fuente de diferencias de género en el bienestar económico es la diferencia en la capacidad de combinar con éxito el trabajo y las responsabilidades familiares para alcanzar los objetivos deseados en ambas áreas".
En este contexto, Carrasco (2010) indica que la participación masculina en el mercado laboral suele tener una forma de U invertida, ya que ingresan y permanecen en él hasta su jubilación. En contraparte, la participación de las mujeres suele tomar una forma de M o de dos picos que representa: su entrada, su retiro (cuando nace su primer hijo) y su reincorporación (cuando el hijo menor ya no es por completo dependiente). Además, expone que la participación femenina también puede tener un perfil de un solo pico en el caso de que las mujeres no vuelvan a integrarse al mercado laboral.
Al respecto, diversos autores (Sánchez et al., 2016; Montes y Villagómez, 2002) han comprobado que la presencia de niños pequeños determinan la participación laboral de las mujeres. Expresan la importancia de considerar la estructura de edad de los miembros del hogar, ya que un integrante mayor puede ayudar al cuidado de los infantes o incorporarse al mercado laboral y contribuir al ingreso familiar.
3. Datos y metodología
Fuente de información
La presente investigación empleó como fuente de información la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) que levanta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), cuyo objetivo es proporcionar estadísticas del comportamiento (monto, procedencia y distribución) de los ingresos y de los gastos de los hogares. Así como las características ocupacionales y sociodemográficas de los integrantes del hogar, y de la infraestructura de la vivienda y del equipamiento del hogar. Se utilizaron los datos correspondientes a los años 1994, 1996, 1998, 2000, 2002, 2004, 2006, 2008, 2010, 2012 y 2014.2
Construcción del pseudopanel
Para analizar el perfil de ingreso, por efecto de la edad, se tomó como referente teórico la HCV, lo que implica dar seguimiento a la información de un mismo individuo en el tiempo. No obstante, es difícil tener una serie de observaciones consecutivas de la misma persona, porque la ENIGH es un instrumento de medición de corte transversal. A fin de resolver este problema, Browning et al. (1985) proponen la construcción de un pseudopanel. Esta técnica radica en la construcción de n cohortes sintéticas (grupos de individuos) definidas a partir de una característica fija, por ejemplo, el año de nacimiento, y para un intervalo constante. Esto permite seguir el comportamiento medio de las variables de interés de cada cohorte en encuestas sucesivas.
Para esta investigación se construyeron 17 cohortes delimitadas por el año de nacimiento del jefe(a) de hogar en intervalos de cinco años. La cohorte 1 contempla a jefes(as) que tenían entre 80 y 84 años de edad, es decir, que nacieron entre 1910-1914. Se siguió este procedimiento hasta llegar a la cohorte número 17, con jefes(as) nacidos(as) entre 1990-1994, por lo que su edad oscila entre 20 y 24 años en 2014. La muestra se restringe a jefes(as) cuya edad mínima es de 20 años y máxima de 85 años, porque antes y después de este rango de edad se registran pocas observaciones.
Definición de variables
La variable central de este estudio es el ingreso debido a la importancia que tiene como mecanismo de bienestar económico. En específico, se analiza el comportamiento de las pautas de ingreso monetario, laboral y por transferencias. El ingreso monetario es la suma de ingreso laboral: trabajo subordinado o independiente, así como otros trabajos; rentas de la propiedad: ingresos provenientes de cooperativas, sociedades y empresas, y arrendamiento de activos tangibles y financieros; transferencias: jubilaciones, pensiones e indemnizaciones, becas, donativos, remesas, beneficios de programas gubernamentales, y en especie; y otros ingresos corrientes. Los ingresos fueron deflactados con el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) base 2014.
Las variables de control son: 1) Hogares con y sin hijos. Se analizan tres grupos: a) únicamente con menores de 6 años de edad; b) sólo con menores de entre 6 y 12 años de edad, y c) sin menores de 13 años de edad. 2) Nivel de educación formal. Se establecen tres niveles: a) bajo, con estudios de primaria o menos; b) medio, con secundaria o preparatoria incompleta; y c) con preparatoria completa, carrera técnica, licenciatura y posgrado.
Especificación y estimación del perfil de ingreso en el ciclo de vida
Para examinar el perfil de ingreso en el ciclo de vida de los hogares mexicanos, se estimó un modelo semiparamétrico, lineal en dos etapas, siguiendo a Speckman (1988) y Fernández-Villaverde y Krueger (2004, 2007). La regresión semiparamétrica tiene dos componentes: una forma paramétrica, obtenida por mínimos cuadrados ordinarios, y una forma no paramétrica, derivada de una función Kernel.3 La especificación es la siguiente:
Yit = πi cohortei + πt tiempot + m (edadit) + εi (1)
Donde Y it representa el ingreso del hogar, en la cohorte i y año t. Las variables cohorte y tiempo son dicotómicas para cada cohorte y año de la encuesta, estimadas de forma paramétrica. El residual ε it es aleatorio e independiente de las variables explicativas. La función m (edad it ) es una función suavizada de la edad it estimada de forma no paramétrica. Para su estimación se considera el planteamiento de Gutiérrez et al. (2003), utilizando polinomios locales, partiendo del modelo Y i = m (X i ) + ε i donde X = edad y Y es la variable dependiente.4 La expresión para una aproximación de x 0 puede definirse como:
Donde K h representa una función Kernel que proporciona mayor ponderación a los hogares con jefes(as) cuyas edades son próximas a los valores de x 0 . A partir de la ecuación 2 se estima para cada punto x 0 una aproximación m (x 0) .5 Para analizar las pautas de ingreso de los hogares, en este estudio, se utiliza una función Kernel Epanechnikov con un polinomio de grado cero.
Uno de los problemas que se presentan al estimar la ecuación (1) es que los efectos de cohorte, tiempo y edad son linealmente dependientes, originando multicolinealidad perfecta al incluir todas las variables en la ecuación. Por lo tanto, para evitar este problema en este estudio se sigue la propuesta de Deaton (1997) y se asume que las variables dicotómicas para cada año t de la encuesta no están correlacionadas a una tendencia de tiempo y la suma de los coeficientes de las variables dicotómicas es cero. Así, la ecuación propuesta permite crear variables dicotómicas artificiales con base en las dicotómicas por año:
Donde d t es la variable dicotómica para cada año, y es igual a 1 si el año es t y 0 en caso contrario. Para este estudio t = 1 indica el año de la primera encuesta utilizada, es decir, 1994; t = 2 corresponde a la segunda encuesta, 1996; hasta llegar a t = n referente a 2014.
Ajuste de los datos con escalas de equivalencias
Con el objetivo de estimar el efecto de la composición y tamaño del hogar sobre las pautas del ingreso, se ajustaron los datos con escalas de equivalencia.6 En esta línea temática, las escalas elaboradas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han sido ampliamente utilizadas en la literatura empírica. Por lo tanto, en el presente trabajo se emplea la escala más actual propuesta por el organismo, y que consiste en dividir el ingreso entre la raíz cuadrada del tamaño del hogar, debido a que se asume que las necesidades aumentan menos que proporcionalmente con el tamaño del hogar (OCDE, 2008).7
4. Estadística descriptiva
Características sociodemográficas de los hogares mexicanos en el tiempo
México ha presentado importantes cambios demográficos en el tiempo. Con base en datos de la ENIGH (1994-2014), la dinámica observada en los hogares muestra un incremento de unidades familiares con jefatura femenina, así como una disminución del número de integrantes y un aumento en la edad promedio de los(as) jefes(as) del hogar. Para 1994, había 19.2 millones de hogares; sólo 15.4% eran encabezados por mujeres y 85% por hombres. En 2014, el porcentaje de hogares con jefatura femenina se incrementó de forma significativa, representó 25.7% de 31.6 millones de hogares, por consiguiente, el porcentaje con jefatura masculina disminuyó a 74.3%.
Por otra parte, el promedio de integrantes en los hogares pasó de 4.6, en 1994, a 3.8 miembros, en 2014. Este promedio ha sido menor en hogares con jefatura femenina, en comparación con el de masculina. Por otra parte, el porcentaje de hogares con menores se ha reducido a lo largo del tiempo, pero hay diferencias importantes según el sexo de la jefatura. El porcentaje de hogares de jefatura masculina con niños(as) menores de 6 años o con menores de entre 6 y 12 años de edad, es mayor al de la jefatura femenina, en todos los años de análisis. Asimismo, como efecto del aumento de la esperanza de vida, la edad promedio de jefes y jefas presenta una tendencia al alza a partir de 1994 y hasta 2014. Destaca que las jefas son mayores a los jefes, en prome dio, entre 5 y 8 años.
Otra característica importante que tiene un efecto directo en la obtención de ingresos es la educación. En el país se observan importantes brechas de género en los niveles de escolaridad; en 1994 cerca de 30% de las jefas no tenían ningún nivel de instrucción formal. Aunque si bien este porcentaje ha ido a la baja, en 2014 significó casi el doble del porcentaje de jefes sin instrucción. El máximo grado alcanzando por la mayoría de jefes y jefas es el de nivel primaria, y sólo un bajo porcentaje llega a tener estudios de licenciatura o posgrado. Por ejemplo, en 1994 sólo 8 de cada 100 jefes y 4 de cada 100 jefas, contaban con estudios superiores.
Los datos anteriores muestran un breve panorama de la dinámica de los hogares mexicanos en el tiempo. La descripción de estas variables es importante porque ayudan a explicar las pautas de ingreso. De acuerdo con Tepichin (2011) la participación de las mujeres en la obtención de ingresos se configura por el ciclo de vida de la unidad familiar: presencia de menores, pareja, otras mujeres que ayuden con las labores domésticas y de cuidado, y adultos que realicen actividades remuneradas.
En este contexto es que la mayor presencia de hogares con jefatura femenina en México puede estar acompañada de una mayor vulnerabilidad, debido a desigualdades de género que se presentan tanto en el espacio público como privado, y a otros factores como la estructura del hogar. Pese a que los hogares dirigidos por mujeres reportan menos integrantes, un porcentaje importante son monoparentales y, tal como lo señala Buvinic (1991), las mujeres podrían estar asumiendo en su totalidad los gastos del hogar. Por otra parte, la edad es un factor importante que explica las pautas de ingreso. La HCV establece que las personas obtienen su máximo ingreso en edades intermedias. No obstante, las trayectorias laborales de las mujeres son distintas a las de los hombres y pueden tener un retiro anticipado del mercado de trabajo.
Evolución de los ingresos en México
La evolución de los ingresos de los hogares en México se ha caracterizado por fluctuaciones condicionadas por el ciclo económico. De 1994 a 1996, periodo de crisis económica, se observó una caída del ingreso corriente promedio de los hogares, para después registrar una leve recuperación hasta 2008. Como consecuencia de la crisis mundial, en 2010, se registró otra disminución. De 2010 al 2014, se observó cierta estabilidad en el nivel de ingreso (INEGI, 1994-2014).
Una primera aproximación para explicar las pautas de ingreso es analizar sus componentes. En el Cuadro 1 se observa que la principal fuente de ingresos para los hogares mexicanos es el trabajo. Sin embargo, hay importantes brechas de género en el porcentaje de ingreso que obtienen los hogares de jefatura femenina por este concepto, en comparación al percibido por los de masculina. La brecha más amplia se presentó en 2000, en el que este porcentaje fue menor en 20 puntos.
Año | 1994 | 1996 | 1998 | 2000 | 2002 | 2004 | 2006 | 2008 | 2010 | 2012 | 2014 |
Hogares de jefatura masculina | |||||||||||
Corriente | 8 515 | 6 199 | 6 591 | 7 712 | 7 431 | 7 738 | 8 635 | 8 440 | 7 418 | 7 749 | 7 399 |
Monetario | 6 437 | 4 720 | 5 231 | 6 113 | 5 908 | 6 190 | 6 830 | 6 826 | 5 888 | 6 147 | 5 959 |
Laboral | 5 898 | 4 252 | 4 671 | 5 508 | 5 173 | 5 284 | 5 849 | 5 606 | 4 841 | 4 883 | 5 078 |
Rentas | 88 | 98 | 110 | 88 | 167 | 314 | 289 | 463 | 306 | 405 | 105 |
Transferencias | 385 | 311 | 399 | 514 | 558 | 589 | 688 | 752 | 736 | 851 | 767 |
Otros ingresos | 67 | 59 | 51 | 3 | 11 | 4 | 4 | 4 | 6 | 8 | 9 |
No monetario | 2 078 | 1 480 | 1 360 | 1 599 | 1 523 | 1 548 | 1 805 | 1 614 | 1 530 | 1 602 | 1 440 |
Hogares de jefatura femenina | |||||||||||
Corriente | 8 191 | 6 014 | 6 465 | 6 927 | 6 991 | 7 447 | 8 121 | 7 836 | 7 174 | 7 612 | 7 241 |
Monetario | 5 357 | 4 009 | 4 657 | 4 965 | 5 107 | 5 489 | 5 826 | 5 801 | 5 242 | 5 536 | 5 254 |
Laboral | 4 028 | 2 973 | 3 369 | 3 480 | 3 811 | 3 740 | 4 071 | 4 222 | 3 651 | 3 741 | 3 767 |
Rentas | 253 | 127 | 232 | 184 | 97 | 323 | 235 | 235 | 156 | 155 | 112 |
Transferencias | 1 031 | 891 | 1 010 | 1 300 | 1 199 | 1 423 | 1 514 | 1 336 | 1 422 | 1 628 | 1 372 |
Otros ingresos | 44 | 18 | 46 | 0 | 1 | 4 | 6 | 8 | 13 | 12 | 4 |
No monetario | 2 834 | 2 005 | 1 808 | 1 962 | 1 883 | 1 958 | 2 295 | 2 035 | 1 932 | 2 075 | 1 987 |
Fuente: elaboración propia con base en INEGI (1994-2014).
Otra diferencia se observa en los ingresos por transferencias: los hogares dirigidos por mujeres obtienen un porcentaje más alto por este concepto en comparación al percibido por los hombres; esta tendencia es constante a través de los años de análisis. Es importante señalar la mayor relevancia de las transferencias como fuente de ingresos en el tiempo; en 1994 representaban 11.6% del ingreso corriente de los hogares con jefatura femenina, mientras que para 2012 era 20.2% de este ingreso.
En los ingresos obtenidos por renta de la propiedad, también se observa una asimetría importante, pero en este caso a favor de los hogares de jefatura masculina, ya que obtienen un mayor porcentaje por este concepto, que los encabezados por mujeres. Lo anterior conlleva a reflexionar que los hogares dirigidos por hombres tienen un mayor acceso a activos monetarios y que pueden ser propietarios de algunos bienes de capital.
La estadística descriptiva evidencia importantes asimetrías de género en las fuentes de ingresos que pueden repercutir en las pautas de ingreso de los hogares. La desigualdad más amplia se observa en la obtención de ingresos por trabajo, lo anterior se puede explicar a través de factores como el menor nivel educativo, la estructura del hogar, el reparto desigual de las tareas del hogar e incluso la discriminación laboral (Tepichin, 2011; Valenzuela, 2003; Salles y Tuirán, 2002).
5. Resultados
Perfiles de ingreso de los hogares mexicanos
A continuación, se presentan los resultados de la estimación del efecto edad en el comportamiento del ingreso a lo largo del ciclo vida de los hogares en México. El objetivo central es visualizar las diferencias entre jefaturas femeninas y jefaturas masculinas, considerando como variables de control la estructura familiar y la educación; y comprobar si la HCV se cumple para ambos hogares.
La Gráfica 1 muestra las pautas de ingreso de los hogares mexicanos. Para ello se analizó el ingreso monetario y tres de sus principales componentes: 1) laboral; 2) rentas de la propiedad, y 3) transferencias. Se observa que tanto el ingreso monetario como el laboral presentan un perfil de U invertida. El ingreso monetario al inicio (20 años de edad) y al final (85 años de edad) del ciclo de vida es en promedio de 4 500 pesos mensuales. El ingreso máximo, poco más de 6 100 pesos mensuales, se alcanza entre los 50 y 52 años de edad, momento en que también empieza a descender. El ingreso laboral promedio llega a un punto máximo entre los 45 y 50 años de edad, para después disminuir de forma significativa.
*Montos mensuales a pesos constantes de 2014 ajustados por escalas de equivalencia OCDE.
Fuente: cálculos propios con base en INEGI (1994-2014).
Si bien la HCV se centra en el ingreso laboral, los recursos monetarios obtenidos por transferencias adquieren relevancia en edades avanzadas. De esta manera se observa que el ingreso por este concepto es bajo, entre los 20 y 40 años de edad; aunque alto cuando los(as) jefes(as) alcanzan la edad de 85 años, porque representa cerca de 30% del ingreso monetario de los hogares. Este resultado coincide con el obtenido por Campos y Meléndez (2013) quienes encuentran que el ingreso por transferencias representa 30%, alrededor de los 70 años, y llega aproximarse al 50% para las personas con 90 años de edad.
Por último, se observa que el ingreso por rentas de la propiedad, es decir, ingreso proveniente por la posesión de activos financieros o tangibles, es casi nulo a lo largo del ciclo de vida de los hogares mexicanos. El monto de ingreso por este rubro es bajo y con un comportamiento relativamente lineal.
Perfiles de ingreso por sexo de la jefatura del hogar
Las asimetrías de género en la división sexual del trabajo y la asignación de roles, segrega a las mujeres al espacio doméstico y a los hombres al espacio productivo. Lo que trae como consecuencia situaciones desfavorables para las mujeres al realizar tareas poco valoradas o al incorporarse en empleos con jornadas parciales o de bajos salarios, incluso sin prestaciones sociales (Salles y Tuirán, 2002). Por otra parte, las desigualdades de género, en el acceso a bienes materiales y al capital social (como la educación) vividas en edades tempranas, pueden tener como consecuencia un menor nivel de bienestar en edades avanzadas.
La Gráfica 2, parte A, muestra que los perfiles de ingreso, tanto monetario como laboral, de los hogares con jefatura femenina presentan una forma de U invertida relativamente plana, por lo que no se puede afirmar con certeza que cumple con el planteamiento de la HCV. Los montos máximo de ingreso, monetario y laboral, que llegan a conseguir son cercanos a los 5 500 y 4 300 pesos mensuales, respectivamente. Destaca el hecho de que el punto más alto de ingreso laboral para estos hogares se alcanza alrededor de los 45 años y a partir de esa edad disminuye, así se comprueba la hipótesis de que las mujeres tienen un retiro anticipado del mercado laboral.
*Montos mensuales a pesos constantes de 2014 ajustados por escalas de equivalencia OCDE.
Fuente: cálculos propios con base en INEGI (1994-2014).
Para los hogares encabezados por mujeres, las transferencias tienen un papel relevante como fuente de ingresos; desde el inicio del ciclo de vida representan cerca de una cuarta parte de su ingreso monetario, y es a partir de que la jefa de familia tiene 45 años de edad, cuando la tendencia es creciente hasta llegar a representar más de 40% de su ingreso al final del ciclo vital.
A diferencia del perfil de los hogares con jefatura femenina, las pautas de ingreso, monetario y laboral, de los hogares con jefatura masculina presentan una forma de U invertida claramente definida de acuerdo a la HCV. La parte B de la Gráfica 2, indica que los montos percibidos por la jefatura masculina son superiores a los de la jefatura femenina a lo largo del ciclo de vida.
Por otra parte, contrario a los hogares con jefatura femenina, el ingreso por transferencias es casi nulo para los de jefatura masculina. Al principio del ciclo de vida (20 años de edad), representa 2.5% del ingreso monetario, y es entre los 30 y 40 años de edad, cuando el porcentaje de ingreso por esta fuente empieza a crecer de manera paulatina, pero menor al 5%. No obstante, llega a constituir un porcentaje de más de 30% al final del ciclo vital (85 años de edad).
Como se observa los montos de ingreso, monetario y laboral, de los hogares encabezados por mujeres son inferiores a los de dirigidos por hombres.
Un factor importante a considerar son las amplias jornadas de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que realizan en su mayoría las mujeres, aspecto que limita su tiempo para destinarlo a otras actividades remuneradas. De acuerdo al INEGI (2017), por lo general las mujeres se insertan en empleos informales, ya sea de medio tiempo o sin pago en empresas familiares; por situaciones de pobreza de tiempo o por contar con poca experiencia. Además, destaca que 49.8% de las mujeres tiene como remuneración máxima dos salarios mínimos.
En este sentido, y dado el aumento relativo que han presentado los hogares de jefatura femenina en México, es necesario implementar políticas públicas con un enfoque de género en diversos ámbitos. Es preciso terminar con la discriminación, así como con la segregación en el mercado laboral y reducir las brechas salariales entre hombres y mujeres. Otra acción importante sería erradicar la informalidad, lo que ayudaría a mejorar las remuneraciones y poder proporcionar seguridad social, no sólo al jefe(a) de familia como tal, sino también a sus hijos(as).
Efecto de la estructura familiar en las pautas de ingreso
El perfil de U invertida establecido en la HCV no se cumple en todos los casos, ya que existen diversos factores que afectan las pautas de ingreso. La presencia de menores (entre 0 y 5 años de edad) en el hogar, representa un aumento de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, al ser por completo dependientes, lo que implica que las jefas destinen menor tiempo al mercado laboral, por lo tanto, se predice que la función de ingresos de estos hogares no cumpla con lo establecido en la HCV.
a) Perfiles de ingreso de hogares sólo con presencia de menores de 6 años de edad
Las pautas de ingreso de los hogares de jefatura femenina con menores de 6 años de edad, no presentan una forma de U invertida tal como lo muestra la Gráfica 3, parte A, donde las figuras son planas; los montos de ingreso, tanto monetario como laboral, son bajos y no presentan variaciones importantes a lo largo del ciclo de vida. El nivel máximo, ligeramente observable, se alcanza en promedio a los 43 años, edad menor comparada con la de los hogares de jefatura femenina en general que llegan a este punto alrededor de los 50 años de edad. Respecto al ingreso por transferencias, tiene una forma lineal y paulatinamente descendente, pero en términos porcentuales, sigue representando una fuente importante de ingreso para hogares con jefatura femenina.
*Montos mensuales a pesos constantes de 2014 ajustados por escalas de equivalencia OCDE.
Fuente: cálculos propios con base en INEGI (1994-2014).
En los hogares con jefatura masculina, la estructura familiar parece no tener efecto sobre las pautas de ingreso, así lo demuestra la parte B de la Gráfica 3. Tanto el ingreso monetario como el laboral presentan formas de U invertidas, tal como lo establece la HCV. Respecto al ingreso por transferencias no llega al 2% del ingreso monetario al inicio del ciclo vital, pero después tiene una tendencia creciente hasta llegar a representar una quinta parte del ingreso monetario.
La presencia de menores en el hogar demanda un mayor tiempo de trabajo doméstico y de cuidados, por lo general, realizados por mujeres, situación que limita su inserción al mercado laboral. Lo anterior sugiere la necesidad de impulsar políticas públicas que ayuden a la conciliación del trabajo con la vida familiar e incorporar políticas redistributivas de cuidado. En este sentido, sería recomendable, tal y como propone la ONU Mujeres (2018) reconocer el trabajo de cuidado como un factor importante para el bienestar social y el fun cionamiento de la economía; redistribuir el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado de forma equitativa entre hombres y mujeres; y reducir la labor de cuidado mediante sistemas nacionales de cuidado.
b) Perfiles de ingreso de hogares con presencia de menores de entre 6 y 12 años de edad
Al igual que los hogares de jefatura femenina con presencia de sólo menores de 6 años de edad, los resultados presentados en la Gráfica 4, parte A, indican que el perfil señalado en la HCV no se cumple para los hogares sólo con presencia de menores de entre 6 y 12 años de edad, debido a que las pautas de ingreso tienen una forma plana.
*Montos mensuales a pesos constantes de 2014 ajustados por escalas de equivalencia OCDE.
Fuente: cálculos propios con base en INEGI (1994-2014).
El punto máximo de ingreso monetario se alcanza a los 47 años de edad y el de ingreso laboral a los 45 años de edad. Si bien se registra una disminución del monto mensual en ambos ingresos al final del ciclo de vida, en términos porcentuales, dicha reducción es mínima debido a que los ingresos no presentan cambios importantes durante el ciclo. Sobre el ingreso por transferencias, representa aproximadamente 30% del ingreso monetario al inicio del ciclo de vida, aunque disminuye un poco en edades avanzadas, para representar al final alrededor de 23% del ingreso monetario.
En el caso de los hogares con jefatura masculina, la presencia de menores de entre 6 y 12 años de edad tampoco tiene un efecto en las pautas de ingreso, la forma de U invertida continua con el mismo patrón de las Gráficas 2 y 3, parte B. Lo anterior puede explicarse por la presencia del cónyuge o pareja en el hogar, lo cual puede significar un doble ingreso y además permitir a los jefes permanecer más tiempo en el mercado laboral. De manera contraria, en la mayoría de los hogares de jefatura femenina, por lo general no existe la presencia de un cónyuge que pueda aportar al ingreso familiar. En este sentido, Sánchez et al. (2016) demuestran que la presencia en el hogar de otra mujer mayor de 14 años de edad aumenta la posibilidad de las mujeres de integrarse al mercado laboral y con ello la oferta de horas de trabajo remunerado.
Se esperaba que en hogares sólo con presencia de menores de entre 6 y 12 años de edad, se tuviera un perfil de ingresos más definido, debido a que a esta edad los niños(as) no son del todo dependientes. No obstante, en ambos casos, los montos de ingresos obtenidos por los hogares de jefatura femenina son bajos y no se cumple la HCV.
Los resultados muestran que el perfil de ingreso de los hogares de jefatura femenina es afectado de manera importante por la estructura del hogar. En este contexto, los hogares con presencia de menores de 6 años son más vulnerables. Por lo tanto, es importante que México atienda a la recomendación realizada por la OCDE (2017) en la que se plantea la necesidad de realizar un análisis de los presupuestos de cada Secretaría y nivel de gobierno, desde la perspectiva de género, para tener una visualización más eficaz de las diferencias de género en políticas y programas, considerando el impacto diferenciado que tienen las asignaciones presupuestarias en hombres y en mujeres. Además, es de suma importancia realizar evaluaciones y en su caso implementar políticas redistributivas para garantizar una mejor asignación del gasto público en favor de la igualdad de género.
Bajo este escenario, sería prioritario atender y asignar recursos a grupos como los hogares de jefatura femenina con presencia de menores y a jefas de edades avanzadas que se encuentran en hogares unipersonales y cuyo ingreso depende sobre todo de las transferencias.
c) Perfiles de ingreso de hogares sin menores de entre 0 y 12 años de edad
Al igual que los casos anteriores, la HCV parece no cumplirse en hogares de jefatura femenina sin menores de 13 años de edad, debido a que la forma de la función de ingreso monetario, si bien presenta un punto máximo poco definido, alrededor de los 30 años, y posterior a esta edad, empieza a disminuir, no tiene un perfil de U invertida. Asimismo, en el ingreso laboral se aprecia una ligera forma de "joroba", no lo suficientemente clara para afirmar que se cumple la HCV. De nueva cuenta se observa el peso que tienen las transferencias para los hogares dirigidos por mujeres, ya que al final del ciclo de vida, el monto percibido por este concepto llega a ser ligeramente mayor al ingreso laboral.
Otro resultado importante, que se muestra en la parte A de la Gráfica 5, es que estos hogares obtienen un mayor nivel de ingreso monetario, entre 70 y 90% más alto, en comparación con el registrado por hogares sólo con menores de 6 años, y menores de entre 6 y 12 años de edad, respectivamente. Hallazgos similares son encontrados por Montes y Villagómez (2002), y aunque su análisis no lo dividen por sexo de la jefatura, encuentran que en los hogares sin hijos el ingreso es mayor al de las familias con hijos.
*Montos mensuales a pesos constantes de 2014 ajustados por escalas de equivalencia OCDE.
Fuente: cálculos propios con base en INEGI (1994-2014).
Aunque las pautas de ingreso, monetario y laboral, en hogares de jefatura masculina sin menores de 13 años, presentan una ligera forma de "joroba", y mucho más definida que la de los hogares de jefatura femenina, no se aprecia una forma cóncava en su totalidad. En la parte B de la Gráfica 5, se observa que, si bien los montos de ingreso de estos hogares son mayores, también se registra una mayor pérdida al final del ciclo de vida; fase en la que el ingreso por trabajo y por transferencias contribuyen con el mismo porcentaje al ingreso monetario.
Efecto de la educación en los perfiles de ingreso
Las diferencias de género se presentan en distintos ámbitos, la educación es uno de ellos. En los años analizados en este trabajo, se observa que el porcentaje de jefas sin ningún nivel de instrucción es mayor al de los jefes en el tiempo. También se identificó que el porcentaje de jefas que alcanzó un grado universitario es mínimo. De esta forma queda en evidencia que las desigualdades de género vividas en edades tempranas afectan de forma importante el bienestar futuro.
Diversos autores (Ceballos, 2018; Campos y Meléndez, 2013; Duval y Orraca, 2011; Fuentes y Villagómez, 2001) han constatado que el ingreso y la tasa de ahorro son más altos cuando el jefe del hogar tiene un mayor nivel de educación. En este sentido, se espera que los hogares con el mismo nivel de educación formal tengan un perfil de ingresos similar cumpliendo con lo establecido en la HCV. En esta sección sólo se hace referencia al ingreso por trabajo, debido a que se asume una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral a medida que aumenta su nivel de escolaridad.
En la Gráfica 6, parte A, se observa que las jefas con escolaridad alta (preparatoria completa o más), llegan a tener un ingreso laboral cercano a los 6 500 pesos mensuales, al inicio del ciclo de vida. Este monto representa poco más del doble del ingreso percibido por una jefa con escolaridad media (secundaria o preparatoria incompleta) y más del triple del obtenido por una jefa con escolaridad baja (primaria o menos). La forma del ingreso presenta una forma cóncava, pero más abierta, en comparación con la figura del ingreso de los hogares de jefatura masculina. El punto máximo se alcanza entre los 53 y 55 años de edad, con escolaridad alta y media, y entre los 50 y 53 años, con escolaridad baja.
Al analizar el perfil de ingreso laboral de los hogares de jefatura masculina, en la Gráfica 6, parte B, se observa que este ingreso es mayor, en comparación con los de jefatura femenina, desde el inicio hasta el final del ciclo de vida, en los tres niveles de escolaridad. Sobresale el caso de hogares con jefes de escolaridad alta, donde el punto máximo se alcanza a los 55 años de edad al igual que las jefas, aunque el monto percibido de ingreso es mayor en 3 mil pesos mensuales aproximadamente, respecto al máximo ingreso obtenido por hogares encabezados por una mujer.
*Montos mensuales a pesos constantes de 2014 ajustados por escalas de equivalencia OCDE.
Fuente: cálculos propios con base en INEGI (1994-2014).
Estos últimos resultados son relevantes porque se esperaba que el perfil de ingresos de los hogares de jefatura femenina fuera parecido al de masculina al controlar por los mismos niveles de educación formal. No obstante, pese a que las jefas tengan un nivel de escolaridad alto, sus ingresos son más bajos a lo largo del ciclo de vida, en comparación al de los jefes. Lo anterior sugiere que hay segregación horizontal y vertical en el mercado laboral que afecta las pautas de ingreso de los hogares con jefatura femenina.
Por lo tanto, es necesario impulsar el empoderamiento de las mujeres y asegurar una remuneración igual a la de los hombres al realizar el mismo trabajo. Además, sería propicio incentivar políticas que eviten la deserción escolar, en particular en el nivel medio superior, como se observó en el análisis descriptivo, el mayor porcentaje de jefes(as) tiene como máximo grado de estudio la primaria y sólo un bajo porcentaje logra estudios superiores, por lo que se tiene que impulsar la eficiencia terminal en niveles más altos de escolaridad.
6. Conclusiones
El presente artículo analizó el perfil de ingreso de los hogares en México por efecto de la edad, mediante el método de pseudopanel con datos de la ENIGH (1994-2014). Para tal efecto se elaboraron 17 cohortes sintéticas por grupos quinquenales definidas a partir del año de nacimiento de jefes(as) del hogar. Se realizó una estimación semiparamétrica controlando por cohorte, año de la encuesta, edad, sexo de la jefatura, estructura familiar y nivel de escolaridad. El análisis examinó las principales fuentes de ingreso monetario.
Los resultados del modelo semiparamétrico muestran que el perfil de ingreso, tanto monetario como laboral de los hogares en México, presenta una forma de U invertida. Aunque al principio del ciclo de vida el monto de ingreso por transferencias es bajo, al final se convierte en una fuente importante de ingreso, porque llega a representar alrededor de 30% del ingreso monetario. Por otra parte, se exhibe que el ingreso por rentas de la propiedad es casi nulo a lo largo del ciclo vital.
Al analizar las pautas de ingreso de los hogares, por efecto de la edad, según el sexo de la jefatura, se encuentran diferencias importantes. El perfil de ingreso de los hogares de jefatura femenina presenta una forma de U invertida plana, que no cumple con lo establecido en la HCV. Además, con presencia de menores de 6 años de edad, las pautas de ingreso continúan sin mostrar un perfil de U invertida definido. La misma situación se observa al analizar hogares sólo con menores de entre 6 y 12 años de edad. En contraparte, el perfil de ingreso de hogares de jefatura masculina tiene una forma de U invertida claramente especificada.
El ingreso monetario y laboral de los hogares de jefatura femenina es menor al percibido por los de jefatura masculina en todo el ciclo de vida, independiente al nivel de educación o estructura familiar. Además, las jefas alcanzan el punto máximo de ingreso a edades más tempranas, lo que significa que hay un descenso de su ingreso de forma anticipada en comparación con el de los jefes. No obstante, el ingreso por transferencias es mayor para los hogares de jefatura femenina en todos los casos, aunque al final del ciclo vital es una fuente importante para ambos hogares.
El incremento de los hogares con jefatura femenina registrado en México plantea nuevos retos de política pública con un enfoque de género. Es ne cesario realizar un análisis de estos hogares considerando características más específicas como la estructura del hogar. Es preciso impulsar acciones que permitan conciliar el trabajo con la vida familiar e incorporar políticas redistributivas de cuidado para que las jefas puedan destinar un mayor número de horas al trabajo remunerado. Un aspecto importante, tal y como lo señala la OCDE (2017), es realizar evaluaciones del impacto de las asignaciones presupuestarias y en caso de ser necesario aplicar políticas redistributivas que garanticen el bienestar de hombres y mujeres en igualdad de condiciones. En este sentido, sería prioritario atender a grupos vulnerables como los hogares de jefatura femenina con presencia de niños pequeños o con jefas de edades avanzadas.
Por otra parte, sería importante analizar las pautas de ingreso de hogares utilizando otra caracterización como la jefatura económica, y controlar con otras variables que también podrían tener un efecto importante como la ubicación geográfica, entre otras dimensiones sociodemográficas. Se podrían analizar los perfiles de ingreso por distintas clases de hogar; nucleares, am pliados y unipersonales. Estas temáticas se plantean como líneas futuras de investigación.