1. Introducción1
La persistencia de CIFRAs elevadas de pobreza en una región signada por una rígida pauta de desigualdad constituye uno de los principales desafíos de la actual agenda social latinoamericana (CEPAL, 2019). Durante la primera década del 2000, la mayor parte de los países latinoamericanos redujo la desigualdad distributiva y la pobreza, en el marco del crecimiento económico posibilitado por el commodities boom, así como de la implementación de políticas sociales y laborales redistributivas. Sin embargo, esta tendencia se estancó y se revirtió de manera parcial en los últimos años (Gasparini et al., 2016).2
Bajo estas coordenadas, cabe preguntarse por la trama de factores estructurales que parecen limitar, de manera recurrente, la convergencia social en materia de condiciones de vida. El caso argentino brinda un escenario apropiado para aportar evidencias al respecto: en las últimas décadas, sobresale la recreación de un proceso cíclico que, aun bajo cambiantes escenarios socio políticos, reproduce niveles de pobreza más elevados que los alcanzados durante el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (Tuñón y Salvia, 2018).3
El objetivo del presente artículo es evaluar la hipótesis de que la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional reproduce un patrón rígido de desigualdad sociolaboral con consecuencias directas sobre las capacidades familiares de subsistencia. Siguiendo un enfoque teórico estructuralista, dada la ausencia de cambio en la matriz productiva del capitalismo argentino (Castells y Schorr, 2015), el crecimiento económico habría sido insuficiente para alterar las brechas de productividad sectoriales y para favorecer la absorción de fuerza laboral desde los sectores dinámicos a los más atrasados (Bárcena y Prado, 2016; Rodríguez, 2001). La persistencia de ocupaciones ligadas al sector microinformal y la insuficiente demanda de empleo de calidad habrían originado "procesos selectivos de empobrecimiento" que afectarían a los hogares cuya fuerza de trabajo se inserta en dichas posiciones laborales.
A nivel internacional, se reconoce un creciente interés por la relación entre empleo y condiciones de vida, en especial, ante la emergencia del fenómeno de los "trabajadores pobres" en los países desarrollados (Lohmann y Crettaz, 2017). A nivel regional, este punto tiene vastos antecedentes, como los aportes acerca de la "marginalidad" (Nun, 2003 [1969]) y el "sector informal" (PREALC, 1978), y sobre las condiciones de vida, las estrategias familiares y los procesos de reproducción de los hogares4 (Borsotti, 1981; Oliveira y Salles, 2000; Torrado, 2006).
En Argentina, una serie de investigaciones analizaron las características de la pobreza y su relación con ciertos tipos de ocupaciones (Beccaria et al., 2009; Maurizio, 2012), mientras otras abordaron la reproducción de la fuerza de trabajo en relación con procesos económicos estructurales, con la estratificación social y con las modalidades de intervención del Estado (Águila y Kennedy, 2015; Cortés y Marshall, 1991; Kornblihtt et al., 2014; Torrado, 2010).
En los últimos años, distintos estudios analizaron la incidencia y la evolución de la pobreza (CIFRA, 2015; Gasparini et al., 2019; ODSA, 2015), pero sus factores explicativos han sido menos explorados.
De acuerdo a estos antecedentes, el artículo se centra en los determinantes socio-ocupacionales de los procesos de empobrecimiento, desde un abordaje cuantitativo con base en los microdatos semestrales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), para el periodo 2003 y 2017. Se adoptan dos decisiones teórico-metodológicas. Por una parte, dada la ambigüedad teórica de la noción de "pobreza", el eje es la reproducción económica de los hogares y las "capacidades de subsistencia" en relación con el ingreso laboral (y no con el ingreso total, como es habitual5). Por otra parte, se comparan fases político-económicas diferentes para identificar una trama de factores estructurales que, más allá de lo coyuntural, inciden en el déficit de subsistencia. Esta doble estrategia permite vincular los procesos de empobrecimiento con las características duraderas de la desigualdad sociolaboral.
El artículo se estructura como sigue. En la segunda sección se presenta la estrategia teórico-metodológica. La tercera sección describe los distintos ciclos político-económicos recientes y los cambios en la inserción económico-ocupacional de la fuerza de trabajo de los hogares durante ellos. En la cuarta sección se analiza cómo inciden las condiciones de heterogeneidad estructural del sistema económico-ocupacional sobre las capacidades de reproducción económica de los hogares. Por último, el artículo cierra con un conjunto de reflexiones finales.
2. Estrategia teórico-metodológica
Suele señalarse la dificultad de anclar el concepto de pobreza en un cuerpo teórico definido (Feres y Mancero, 2001). Aquí se recuperan antecedentes de la sociología latinoamericana que abordaron las condiciones de vida a partir del análisis de la "reproducción social de los hogares" y de la fuerza de trabajo (Borsotti, 1981; Oliveira y Salles, 2000; Torrado, 2006). La reproducción de los grupos domésticos constituye un objeto complejo que comprende dimensiones materiales y simbólicas, y remite a la superposición de dos ciclos: uno "cotidiano", ligado a la manutención y la satisfacción de necesidades de alimentación, vivienda, salud, etcétera (Borsotti, 1981); y otro "generacional" que abarca la reproducción biológica, psicológica y cultural de los integrantes de los hogares (Oliveira y Salles, 2000).
Dentro de esta complejidad, se aborda la dimensión económica o material. En tanto que en las sociedades capitalistas los medios para satisfacer necesidades se encuentran mercantilizados (Polanyi, 2011 [1944]), la reproducción económica se relaciona -sin agotarse- con la disponibilidad de ingresos monetarios para acceder a bienes y servicios según la composición y ciclo vital del hogar (Montoya García, 2017). Es decir que, para la amplia mayoría de los hogares, la reproducción económica concierne a la utilización de fuerza de trabajo disponible, a la diversificación de fuentes de ingreso y al grado en que los montos obtenidos permiten satisfacer las necesidades de sus integrantes.
El artículo se ocupa de las condiciones de vida a partir de un supuesto presente en el enfoque histórico-estructural latinoamericano (Torrado, 2006) y en los aportes neomarxistas sobre los regímenes de acumulación (McDonough et al., 2010): la estructura ocupacional es central en la determinación de las condiciones de vida.6 Por ello, se inserta la cuestión de la reproducción económica en el contexto más general de los procesos que generan desigualdad en las sociedades periféricas. El enfoque estructuralista procura descifrar de qué manera las características del desarrollo en países periféricos se entrelazan con los procesos distributivos y el bienestar (Rodríguez, 2001). En este sentido, el concepto de heterogeneidad estructural (Pinto, 1976) permite comprender la dinámica económico-ocupacional y sus consecuencias sobre la desigualdad socioeconómica. Tal heterogeneidad remite a la existencia de brechas de productividad entre sectores y ramas, derivadas de la desigual capacidad de absorber y promover el cambio técnico (Bárcena y Prado, 2016; Pinto, 1976; Rodríguez, 2001). El resultado es una pauta de desigualdad distributiva rígida y la recreación de excedentes de fuerza de trabajo.
Así, la heterogeneidad de la estructura productiva "se traduce en una situación de heterogeneidad en el empleo" (PREALC, 1978, p. 8). Coexisten posiciones ocupacionales en estratos modernos y en un amplio sector de microunidades (el "sector informal") y de subsistencia (Tokman, 1987)7 o, en el extremo, en condiciones de "marginalidad económica" (Nun, 2003 [1969]; Salvia, 2016). La "segmentación" del mercado de trabajo (Piore, 1972) se realimenta con la heterogeneidad estructural: las unidades de menor productividad emplean fuerza de trabajo en condiciones de precariedad y, por lo tanto, la segmentación productiva se "recrea" en el plano de las relaciones laborales (Bárcena y Prado, 2016).
Siguiendo estas coordenadas, el argumento es que la desigualdad económico-ocupacional -ligada a la heterogeneidad de la estructura ocupacional- tendría amplias consecuencias sobre las capacidades de reproducción económica de los hogares a los que pertenecen los trabajadores. Para evaluar esta hipótesis, se estudian las formas de inserción de la fuerza de trabajo de los hogares en distintas posiciones ocupacionales y su participación en la distribución del ingreso laboral. Se presenta una tipología de formas de inserción económico-ocupacional que da prioridad a la pertenencia a diferentes estratos de productividad (diferenciando entre microestablecimientos, empresas medianas y grandes y establecimientos del sector público);8 a la calificación de la tarea (distinguiendo entre profesionales y no profesionales); a la categoría ocupacional (lo que delimita asalariados de empleadores y cuentapropistas); y, por último, a los segmentos del empleo (lo que desagrega entre ocupados registrados y no registrados en la seguridad social) (véase Figura 1). En esta investigación, se adscribió al hogar a la posición ocupada por su principal sostén (PSH, de aquí en adelante) -el integrante con mayores ingresos-, aunque también se consideraron las inserciones de otros integrantes.
Sector formal privado | |
No asalariados y directivos del sector formal privado | Empleadores en establecimientos formales (más de cinco ocupados) o en micro- establecimientos (hasta cinco ocupados), pero con calificación profesional. |
Trabajadores por cuenta propia con calificación profesional. | |
Asalariados en establecimientos privados en función de dirección. | |
Asalariados registrados del sector formal | Asalariados en establecimientos de más de cinco trabajadores con descuento jubilatorio. |
Asalariados no registrados del sector formal | Asalariados en establecimientos de más de cinco trabajadores sin descuento jubilatorio. |
Sector público | |
Empleados del sector público | Asalariados del sector público |
Sector microinformal (a) | |
No asalariados del sector microinformal | Empleadores en microestablecimientos (hasta cinco ocupados) sin calificación profesional; trabajadores por cuenta propia calificados y con capital propio. |
Trabajadores por cuenta propia sin calificación o sin capital propio. | |
Asalariados registrados del sector microinformal | Asalariados en microestablecimientos (hasta cinco ocupados) o del servicio doméstico con descuento jubilatorio. |
Asalariados no registrados del sector microinformal | Asalariados en microestablecimientos (hasta cinco ocupados) o del servicio doméstico sin descuento jubilatorio. |
Desocupados y planes de empleo | |
Beneficiarios de planes de empleo (b) | Ocupados cuya ocupación principal es un plan de empleo. |
Desocupados | Personas que declaran buscar activamente un empleo. |
Notas: (a) Se excluyó por definición las actividades financieras y empresariales, y la rama enseñanza y servicios de salud. (b) Incluye a quienes declaran en la EPH que su ocupación principal es un plan de empleo. Fuente: elaboración propia a partir de la EPH-INDEC.
Para abordar las capacidades de reproducción económica se recurrió a una doble estrategia. En primer lugar, se consideraron los montos de ingreso fami liar de la fuente laboral que los hogares logran reunir dada la participación de sus miembros en el mercado de trabajo. Se analizó su evolución en términos reales y la desigualdad de su distribución. En segundo lugar, se apeló a un recurso usado en los estudios sobre pobreza: el acceso al valor de una canasta de bienes y servicios que incorpora las necesidades reproductivas del hogar según su composición y ciclo vital -la denominada "Canasta Básica Total" (CBT)-. La comparación del ingreso familiar de fuente laboral con el valor de la CBT permitió delimitar niveles o "capacidades de subsistencia" (como múltiplos de la canasta) y se definió en situación de déficit a aquellos hogares que no alcanzan a cubrir sus necesidades en función de su ingreso laboral.
La fuente de datos son los microdatos de la EPH correspondientes al segundo semestre de una serie de años que operan como ventana de observación. A partir de 2016 se introdujeron cambios en la forma de tratar los ingresos no declarados en la EPH. Dadas sus implicancias sobre la comparabilidad de los resultados, en este artículo se homogeneizó el método de imputación para toda la serie. Al mismo tiempo, la irregularidad institucional que atravesó el INDEC entre 2007 y 2015 y la discontinuación de la publicación de las canastas básicas (INDEC, 2016) requirieron la reconstrucción de una serie que permitiera evaluar las capacidades de subsistencia de los hogares. Dada su relevancia, estas decisiones se explicitan más adelante en el Anexo metodológico.
3. Ciclos macroeconómicos e inserción de la fuerza de trabajo de los hogares en la estructura económico-ocupacional
En América Latina, la primera década del 2000 se caracterizó por un incremento del ingreso disponible, la reducción del desempleo, de la pobreza y la expansión del espacio fiscal de los estados. Al promediar la segunda década del siglo, estas tendencias se desaceleraron y se revirtieron parcialmente (CEPAL, 2019). En este marco regional, en Argentina pueden distinguirse tres ciclos político-económicos con resultados muy disímiles en materia de crecimiento económico y bienestar (véase Gráfica 1).
i) Durante la etapa de "crecimiento posdevaluación" (2003-2008), el abandono de la paridad fija con el dólar (que caracterizó al modelo de convertibilidad de los años noventa), el default de la deuda externa y una fuerte devaluación del tipo de cambio favorecieron una intensa recuperación (Castells y Schorr, 2015). El tipo de cambio competitivo estimuló las exportaciones y, al mismo tiempo, las actividades ligadas al mercado interno y la sustitución de importaciones. Este periodo se caracterizó por la recuperación del PIB per cápita (creció 38% entre 2003 y 2008), el incremento del empleo registrado y una reducción de la desocupación y de la tasa de pobreza (que pasó de 57.2 a 33.5%). No obstante, las nuevas reglas macroeconómicas no bastaron para propiciar un cambio estructural del capitalismo argentino. El perfil especializado en la exportación de commodities agroindustriales y en la explotación de recursos naturales habría consolidado la "dualidad estructural" (Wainer y Schorr, 2015).
ii) La crisis internacional impactó en 2009 e interrumpió la tendencia pre cedente. Tras la aplicación de una serie de políticas fiscales expansivas, pudo recrearse un nuevo ciclo de crecimiento económico (Kulfas, 2016). Esta apuesta incrementó el déficit público, lo que realimentó la inflación y deterioró la competitividad del tipo de cambio, uno de los pilares del periodo precedente. En esta fase de "crisis y recuperación" (2009-2011), reapareció la "restricción externa" -la insuficiencia de divisas para afrontar las necesidades de importación-, acentuada por la fuga de capitales y el déficit energético (Wainer y Schorr, 2015). En este lapso, la tasa de pobre za volvió a reducirse, aunque a menor ritmo (pasó de 31.1 a 25%) gracias al crecimiento económico y a la profundización de las políticas sociales redistributivas (una mayor cobertura jubilatoria y la implementación de transferencias monetarias condicionadas).
iii) Luego del auge de crecimiento del bienio 2010-2011, la economía entró en una fase de "estancamiento con inflación" (2012-2017), caracterizada por la sucesión de ciclos cortos de débil expansión y crisis. Para enfrentar la restricción externa, entre 2011 y 2015 se apeló a una estrategia de control de cambios que, sin embargo, no apuntaló un ciclo de crecimiento sostenido y tampoco bastó para controlar la inflación (Kulfas, 2016). La presión sobre el tipo de cambio condujo a una fuerte devaluación a inicios de 2014 con efectos recesivos e inflacionarios. A fines de 2015, un nuevo gobierno liberó el tipo de cambio y actualizó las tarifas de servicios públicos, lo que realimentó la inflación y no permitió inducir un ciclo de crecimiento. Entre 2011 y 2017, el PIB per cápita se retrajo casi 4%, el índice de precios tendió a crecer y la tasa de pobreza se mantuvo estable o creció luego de bruscas devaluaciones cambiarias (en 2014, 2016 y 2018).
Notas: (a) elaboración propia con base en INDEC (año base 2004 y revisión 2016). Los datos de 2003 se obtuvieron por empalme con la serie de 1 993; (b) para el periodo 2003-2006 se utilizó INDEC, y para 2007-2015 se utilizó un INDEC, y para 2007-2015 se utilizó un índice de precios alternativo al oficial (IPC-GB); (c)
Elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC (segundos semestres). El procedimiento utilizado para el cálculo de ambos indicadores se describe en el Anexo metodológico; (d) En 2007, sólo se incluye el cuarto trimestre por falta de microdatos del tercero; en 2015 y 2018 corresponde al primer semestre.
En el Cuadro 1 se analiza la participación de los hogares en la estructura económico-ocupacional a partir de la posición de su principal sostén durante las distintas fases enumeradas. El cuadro revela dos dinámicas superpuestas: en primer término, un crecimiento de la proporción de los hogares que participaban correspondientes a posiciones asalariadas en el sector formal público y privado a través de su principal sostén. En particular, se incrementó el porcentaje de hogares cuyo PSH era asalariado registrado en la seguridad social.9 Ello fue concomitante con la no menos significativa reducción de la proporción de hogares encabezados por un desocupado (o un beneficiario de un plan de empleo) y con una muy exigua retracción de los encabezados por un trabajador del sector microinformal. Algunos autores engloban estos cambios en la existencia de una "recomposición social" durante el periodo (Dalle, 2012, p. 91).
Crecimiento posdevaluación |
Crisis y recuperación |
Estancamiento y alta inflación |
||||
2003 | 2008 | 2009 | 2011 | 2012 | 2017 | |
Sector formal privado | 39.1 | 47.1 | 46.6 | 48.8 | 45.9 | 45.1 |
No asalariados y directivos | 5.5 | 5.7 | 5.5 | 5.5 | 5.3 | 5.5 |
Asalariados | 33.5 | 41.4 | 41.1 | 43.3 | 40.6 | 39.7 |
Registrados | 24.8 | 32.7 | 32.9 | 35.0 | 33.3 | 32.0 |
No registrados | 8.7 | 8.7 | 8.2 | 8.2 | 7.3 | 7.7 |
Sector público | 15.7 | 16.7 | 17.3 | 17.5 | 18.9 | 19.2 |
Sector microinformal | 35.8 | 33.8 | 33.3 | 31.6 | 33.2 | 33.2 |
No asalariados | 19.3 | 18.3 | 18.0 | 16.6 | 17.9 | 18.5 |
Asalariados | 16.6 | 15.5 | 15.3 | 15.0 | 15.3 | 14.6 |
Registrados | 3.7 | 4.7 | 4.8 | 4.7 | 5.1 | 4.8 |
No registrados | 12.8 | 10.8 | 10.5 | 10.3 | 10.2 | 9.8 |
Desoc. y benef. planes de empleo | 9.4 | 2.5 | 2.8 | 2.1 | 2.0 | 2.5 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al segundo semestre de cada año.
En segundo término, luego de los cambios observados entre 2003 y 2008, las transformaciones en la estructura económico-ocupacional se desaceleraron de forma significativa. De hecho, durante el ciclo de estancamiento y alta inflación (2012-2017) se advierte un retroceso con respecto a las tendencias previas, lo que se plasmó en un incremento de la proporción de hogares encabezados por un trabajador del sector microinformal, desocupado o beneficiario de un plan de empleo.
Dado que el eje de la indagación son los hogares, cabe complementar el análisis precedente con la caracterización de las formas de inserción económico-ocupacional de otros miembros del hogar. Desde el enfoque analítico sostenido, los procesos estructurales ligados a la demanda laboral serían dominantes en la capacidad de acceder a empleos en los distintos sectores económico-ocupacionales. Por consiguiente, si bien es posible que en el seno de los hogares se combinen posiciones económico-ocupacionales, una parte de ellos habría permanecido ligada exclusivamente a posiciones en el sector microinformal o de baja productividad (véase Cuadro 2).
Crecimiento posdevaluación |
Crisis y recuperación |
Estancamiento y alta inflación |
||||
2003 | 2008 | 2009 | 2011 | 2012 | 2017 | |
Hogares en el sector formal (a) | 34.6 | 45.2 | 44.3 | 46.5 | 46.3 | 45.4 |
Hogares con posiciones mixtas | 26.1 | 25.0 | 25.6 | 25.2 | 24.4 | 24.4 |
PSH en sector formal y ocupados en sector microinformal (a) | 20.1 | 18.6 | 19.6 | 19.8 | 18.5 | 19.0 |
PSH en sector microinformal (a) y ocupados en sector formal | 5.9 | 6.4 | 6.0 | 5.5 | 5.9 | 5.5 |
Hogares en el sector microinformal (b) | 39.3 | 29.8 | 30.1 | 28.2 | 29.3 | 30.2 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Notas: (a) Todos los ocupados del hogar tienen posiciones en el sector formal público o privado (no incluye desocupados y beneficiarios de planes de empleo); (b) Incluye desocupados y beneficiarios de planes de empleo.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al segundo semestre de cada año.
Es evidente que la fase de crecimiento posdevaluación (2003-2008) propició transformaciones en las formas de inserción sectorial económico-ocupacional al considerar ya no sólo la posición del PSH sino también al conjunto de la fuerza de trabajo activa de la que disponían los hogares. Se incrementó la proporción de unidades domésticas que se insertaban exclusivamente el sector formal público o privado a través de todos sus integrantes. Sin embargo, se advierte también una persistente fragmentación de las modalidades de inserción ocupacional: alrededor de un tercio de los hogares participaban, únicamente, del sector microinformal. Por añadidura, este patrón no se alteró de manera significativa luego de 2008.
En suma, podría hablarse de una recomposición "doblemente limitada" de la estructura económico-ocupacional durante el periodo: en términos temporales y en términos sociales. En primer lugar, en términos temporales, fue limitada porque quedó restringida a los años más dinámicos del periodo. En segundo lugar, en términos sociales, fue limitada porque un amplio conjunto de los hogares no pudo acceder a empleos en los sectores económico-ocupacionales más dinámicos. De este modo, habría persistido una dinámica socio-laboral "dual" asociada a la heterogeneidad estructural.
4. Heterogeneidad de la estructura ocupacional, distribución del ingreso laboral y capacidades de subsistencia de los hogares
¿De qué manera inciden las condiciones de heterogeneidad estructural del sistema económico-ocupacional antes descriptas sobre las capacidades de reproducción económica de los hogares? En la última fila del Cuadro 3 se presenta la evolución del ingreso familiar de fuente laboral real. Se distinguen tres etapas claramente diferenciadas: una veloz recomposición del ingreso entre 2003 y 2008 (un incremento de 37%); un nuevo incremento hasta 2011 (era 50% más alto que en 2003); y una etapa de retracción, entre 2012 y 2017 (era 39% superior a 2003).10
El Cuadro 3 permite analizar las brechas de desigualdad en los distintos subperiodos. Sólo durante el ciclo de crecimiento posdevaluación (2003-2008) se registró una tendencia a la reducción de las brechas de desigualdad del ingreso familiar de fuente laboral.11 Tras esta retracción inicial, las distancias relativas se consolidaron. Los hogares encabezados por un trabajador del sector microinformal permanecieron en una situación de notoria desventaja en términos distributivos. Cabría incluir en esta pauta a aquellos encabezados por un asalariado no registrado del sector formal.
Crecimiento posdevaluación |
Crisis y recuperación |
Estancamiento y alta inflación |
||||
2003 | 2008 | 2009 | 2011 | 2012 | 2017 | |
Sector formal privado | 1.24 | 1.13 | 1.13 | 1.13 | 1.12 | 1.14 |
No asalariados y directivos | 2.27 | 1.73 | 1.79 | 1.71 | 1.59 | 1.63 |
Asalariados registrados | 1.17 | 1.13 | 1.12 | 1.13 | 1.12 | 1.14 |
Asalariados no registrados | 0.78 | 0.77 | 0.72 | 0.74 | 0.74 | 0.78 |
Sector público | 1.24 | 1.28 | 1.32 | 1.30 | 1.28 | 1.28 |
Sector microinformal | 0.64 | 0.68 | 0.66 | 0.63 | 0.68 | 0.65 |
No asalariados | 0.73 | 0.76 | 0.73 | 0.69 | 0.71 | 0.71 |
Asalariados registrados | 0.83 | 0.86 | 0.82 | 0.79 | 0.88 | 0.78 |
Asalariados no registrados | 0.45 | 0.44 | 0.46 | 0.45 | 0.52 | 0.49 |
Total | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 | 1.00 |
Evolución (2003=100) | 100 | 137 | 141 | 150 | 148 | 139 |
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al segundo semestre de cada año.
El crecimiento del ingreso familiar parece haber atravesado el "tamiz" de un patrón de desigualdad económico-ocupacional relativamente rígido: la in-equidad asociada a la heterogeneidad ocupacional mantuvo una significativa estabilidad. El enfoque estructuralista hace inteligible este proceso: el crecimiento económico puede tener efectos positivos sobre los ingresos reales, pero ser insuficiente para revertir una lógica de desigualdad que deriva de la coexistencia de estratos de productividad muy diferenciada.12
Según el enfoque propuesto, se evalua en qué medida tales ingresos bastaron para satisfacer los requerimientos de los hogares y evitar la exposición al "déficit de capacidades de subsistencia". Con este fin, se comparan los ingresos laborales con la CBT y se definen distintas capacidades o niveles de subsistencia a partir de ingresos laborales que se expresan como múltiplos de la canasta. El Cuadro 4 presenta la proporción de hogares con déficit de capacidades de subsistencia (con ingresos laborales por debajo del valor de una CBT) y en situación de "riesgo" o "vulnerabilidad" (aquellos cuyo ingreso cubre entre 1 y 1.5 CBT) (Cecchini y Martínez, 2011). Constatamos una pauta consistente relacionada con la evolución del ingreso previamente observada: entre 2003 y 2008, la proporción de hogares con déficit descendió abruptamente (de 48.9 a 29.9%), entre 2008 y 2011 volvió a declinar, aunque a menor ritmo (de 29.8 a 23.6%) y volvió a incrementarse en 2017 (subió a 24.4%). Por su parte, la prevalencia de hogares en situación de riesgo se mantuvo estable (16.3 y 17.6% entre puntas del periodo).
2003 | 2008 | 2011 | 2017 | ||||||||||
< 1.00 | 1.00 -1.49 | ≥ 1.5 | < 1.00 | 1.00- 1 .49 | ≥ 1.5 | < 1.00 | 1.00 - 1.49 | ≥ 1.5 | < 1.00 | 1.00- 1 .49 | ≥ 1.5 | ||
Sector formal privado | 38.5 | 17.6 | 43.8 | 22.0 | 18.0 | 59.9 | 16.2 | 16.6 | 67.2 | 16.6 | 18.0 | 65.4 | |
No asalariados y directivos | 7.9 | 9.6 | 82.5 | 4.8 | 6.1 | 89.2 | 2.7 | 6.8 | 90.5 | 10.8 | 12.4 | 76.8 | |
Asalariados registrados | 37.2 | 21.2 | 41.5 | 18.8 | 20.3 | 60.9 | 12.8 | 17.8 | 69.4 | 42.7 | 20.0 | 37.3 | |
Asalariados no registrados | 61.7 | 12.4 | 25.9 | 45.2 | 17.4 | 37.4 | 39.6 | 18.0 | 42.4 | 24.4 | 17.6 | 58.1 | |
Sector público | 34.7 | 19.0 | 46.3 | 14.7 | 15.3 | 70.0 | 9.4 | 12.8 | 77.8 | 5.7 | 3.9 | 90.5 | |
Sector microinformal | 66.5 | 13.7 | 19.9 | 48.1 | 17.8 | 34.2 | 42.9 | 18.4 | 38.6 | 42.7 | 20.0 | 37.3 | |
No asalariados | 63.1 | 14.6 | 22.3 | 43.1 | 17.1 | 39.8 | 38.4 | 18.0 | 43.5 | 38.6 | 20.3 | 41.1 | |
Asalariados registrados | 51.1 | 18.2 | 30.7 | 27.6 | 22.2 | 50.1 | 23.9 | 22.8 | 53.3 | 24.7 | 21.6 | 53.8 | |
Asalariados no registrados | 76.0 | 10.9 | 13.1 | 65.3 | 17.0 | 17.6 | 59.0 | 17.1 | 23.9 | 59.5 | 18.5 | 22.0 | |
Total | 48.9 | 16.3 | 34.8 | 29.8 | 17.5 | 52.7 | 23.6 | 16.5 | 59.9 | 24.4 | 17.6 | 58.1 |
Nota: (a) Múltiplos de la CBT.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al segundo semestre de cada año.
Según la hipótesis planteada, la heterogeneidad del sistema económico-ocupacional tendría consecuencias directas sobre la reproducción económica de los hogares.
En esta línea, el Cuadro 4 permite evaluar los niveles de subsistencia alcanzados por las unidades domésticas según la posición económico-ocupacional de su PSH. Los hogares que participaban del sector formal privado o público mostraron los mayores niveles de subsistencia a partir de ingresos laborales durante todo el periodo. Ello se evidencia no sólo en la menor proporción ubicada por debajo del umbral mínimo sino en la mayor distancia con respecto al umbral: a partir de 2008, más de 6 de cada 10 hogares disponían de un ingreso laboral que les permitía superar 1.5 CBT.
En contraste, los hogares cuyo PSH pertenecía al sector microinformal siguieron una pauta diferente a los del sector formal público y privado. En 2003, casi 6 de cada 10 de estos hogares experimentaban déficit de capacidades de subsistencia; en 2017, si bien se había verificado una recomposición, casi 4 de cada 10 estaban en dicha situación. A su vez, 2 de cada 10 hogares se encontraban en la zona de vulnerabilidad. Dentro del sector microinfor-mal, aquéllos cuyo PSH era asalariado no registrado tuvieron una particular propensión a experimentar déficit: en 2017, casi 6 de cada 10 se encontraban por debajo del umbral considerado y eran 8 de cada 10, si se consideran a los vulnerables.
En este análisis de correlación se combinan factores que remiten a las características de los hogares y no puede descartarse que la exposición al déficit de capacidades de subsistencia se deba a aquéllos y no a la forma de inserción económico-ocupacional. Para examinar la injerencia de ésta se apeló a un análisis de regresión logística binaria múltiple (Wooldridge, 2014). La probabilidad p de que un hogar experimente déficit de capacidades de subsistencia a partir de ingresos laborales resulta de:
Donde z asume la siguiente forma:
La estimación de los parámetros se realiza mediante máxima verosimilitud. La principal variable independiente del modelo es la posición económico-ocupacional del PSH. Se introducen covariables que permiten controlar la relación propuesta en hipótesis y, a la vez, aportar información relevante sobre factores que inciden en las condiciones de vida.
En el Cuadro 5 se presentan los resultados de la aplicación de este modelo.13 Los hogares con mayor número de niños, encabezados por mujeres, jóvenes y con bajo nivel educativo, habrían reunido características correlacionadas con el déficit de capacidades de subsistencia. Por su parte, la menor disponibilidad de ocupados secundarios habría acentuado la propensión observada.
2003 | 2008 | 2011 | 2017 | ||
---|---|---|---|---|---|
Sexo del PSH | Mujer | 0.025** | 0.063*** | 0.044*** | 0.052*** |
Varón(b) | |||||
Tipo de hogar | Monoparental | 0.016 | 0.010 | -0.006 | -0.002 |
No monoparental (b) | |||||
Menores en el hogar | Número de menores en el hogar | 0.128*** | 0.106*** | 0.095*** | 0.098*** |
Edad del PSH | Hasta 29 años | 0.072*** | 0.056*** | 0.018* | 0.055*** |
De 30 a 49 años | -0.022** | -0.016* | -0.036*** | -0.023*** | |
50 años y más(b) | |||||
Educación del PSH | Hasta primaria completa | 0.332*** | 0.264*** | 0.170*** | 0.217*** |
Secundaria inc o comp. | 0.180*** | 0.117*** | 0.101*** | 0.120*** | |
Terciario o univ.(b) | |||||
Región | Gran Buenos Aires | 0.050*** | 0.066*** | 0.026*** | 0.047*** |
Noroeste | 0.159*** | 0.157*** | 0.096*** | 0.086*** | |
Noreste | 0.171*** | 0.170*** | 0.139*** | 0.107*** | |
Cuyo | 0.157*** | 0.135*** | 0.093*** | 0.110*** | |
Pampeana | 0.117*** | 0.080*** | 0.048*** | 0.062*** | |
Patagónica (b) | |||||
Número de ocupados | Número de ocupados en el hogar | -0.055*** | -0.081*** | -0.090*** | -0.092*** |
Posición económico- ocupacional del PSH | No asalariados sector formal | -0.201*** | -0.067*** | -0.062*** | -0.012 |
Asalariados no registrados sector formal | 0.206*** | 0.198*** | 0.215*** | 0.179*** | |
Empleado sector público | 0.010 | 0.004 | 0.002 | 0.001 | |
No asalariados sector microinformal | 0.179*** | 0.185*** | 0.201*** | 0.191*** | |
Asalariados reistrados sector microinformal | 0.123*** | 0.047*** | 0.042*** | 0.046*** | |
Posición económico- ocupacional del PSH | Asalariados no registrados sector microinformal | 0.261*** | 0.254*** | 0.218*** | 0.245*** |
Asalariados registrados sector formal(b) | |||||
Rama de actividad del PSH | Construcción | 0.077*** | 0.034** | 0.044*** | 0.055*** |
Comercio | -0.015 | -0.013 | 0.001 | 0.008 | |
Servicio doméstico | -0.094*** | 0.004 | 0.085*** | 0.080*** | |
Servicios y otros | -0.023 | -0.029*** | -0.0293*** | -0.000 | |
Industria (b) | |||||
Observaciones | 18.316 | 27.817 | 26.860 | 27.182 | |
Pseudo R2 de McFadden | 0.292 | 0.328 | 0.342 | 0.311 | |
Aciertos (global) | 75.4% | 77.5% | 78.1% | 76.7% |
Notas: (a)evaluado a través del acceso a una CBT en función del ingreso total familiar de fuente laboral; (b) identifica la categoría de comparación de las variables independientes.
Significancia de los efectos: ***p-value < 0.01; ** p-value < 0.05; * p-value <0.1.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al segundo semestre de cada año.
¿Qué incidencia tuvo la posición económico-ocupacional del hogar en el déficit de las capacidades de subsistencia? Los hogares encabezados por no asalariados o directivos de establecimientos del sector privado formal (patrones de establecimientos medianos y grandes, profesionales y directivos), se encontraban relativamente más "protegidos" frente al riesgo de experimentar déficit de capacidades de subsistencia (con respecto al grupo de comparación, que son los hogares encabezados por un PSH asalariado registrado del sector formal privado). Este efecto se disolvió a partir de 2011. Los hogares cuyo PSH pertenecía al sector público se hallaban en una situación similar a la del grupo de comparación. En contraste, los hogares encabezados por un asalariado no registrado del sector formal enfrentaron una significativa mayor exposición al déficit que aquellos encabezados por un asalariado registrado del sector formal (entre 17.9 y 21.5 puntos porcentuales).
Los hogares encabezados por un trabajador del sector microinformal tuvieron una particular exposición a experimentar capacidades deficientes de subsistencia a partir de ingresos laborales aun controlando otros atributos. Las unidades domésticas cuyo PSH era asalariado registrado del sector microin-formal disponían de las mejores condiciones relativas. En contraste, los hogares cuyo PSH era no asalariado del sector microinformal disponían de un mayor riesgo de no cubrir una CBT: tal probabilidad se incrementa entre 17.9 y 20.1 puntos porcentuales frente al grupo de comparación. Por su parte, los hogares cuyo PSH era asalariado no registrado del sector microinformal experimentaron las condiciones más desventajosas: entre ellos, la probabilidad se incrementaba entre 21.8 y 26.1 puntos porcentuales.
Con base en la ecuación (1) se calcula la probabilidad promedio de experimentar déficit de capacidades de subsistencia según la posición económico-ocupacional del PSH, manteniendo constantes las demás características del hogar. Esta aproximación complementa la anterior, pues el análisis ya no se realiza con respecto a una categoría de referencia sino a los hogares de diferentes perfiles (véase Gráfica 2).
Notas: (a) Obtenida a partir de modelos de regresión logística binaria.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de la EPH-INDEC correspondientes al segundo semestre de cada año.
Los hogares encabezados por un asalariado no registrado o por un no asalariado del sector microinformal mantuvieron una exposición a experimentar déficit de capacidades de subsistencia muy superior a los demás. Manteniendo constantes sus demás atributos, estos hogares enfrentaron condiciones de vida más adversas debido exclusivamente a su inserción económico-ocupacional. Esta penalidad se mantuvo inalterada a partir de 2008, lo que evidencia un rasgo estructural de los procesos de empobrecimiento.
5. Reflexiones finales
Tras casi una década de reducción de la pobreza, su elevada incidencia le otorga renovada centralidad en la agenda social latinoamericana. Es a partir del caso argentino, que el artículo examinó algunos de los factores estructurales que parecen obstaculizar de manera recurrente la convergencia social en materia de condiciones de vida. Se exploró la incidencia de la heterogeneidad estructural del sistema ocupacional en las capacidades de reproducción eco nómica de los hogares bajo distintas fases político-económicas. Para ello, se describió la participación de la fuerza de trabajo de los hogares en la estructura económico-ocupacional, en la distribución del ingreso laboral y su acceso a distintos niveles de subsistencia.
La participación de los integrantes de los hogares en la estructura ocupacional se caracteriza por la persistencia de inequidades en materia de acceso a empleos de calidad. Una parte de los hogares en Argentina permanece ligada a posiciones ocupacionales en el sector microinformal o en empleos precarios.
Esta persistencia puede comprenderse a la luz de la ausencia de cambios en la matriz productiva del capitalismo periférico argentino y en la consiguiente dificultad para absorber fuerza de trabajo por parte de los sectores más dinámicos. Luego de un ciclo inicial de retracción, las brechas de desigualdad de ingresos laborales asociadas a las inserciones ocupacionales de los hogares se mantuvieron estables. Aquellos que tenían ocupados en el sector microinformal o en empleos no regulados consolidaron una posición en desventaja.
En línea con la hipótesis propuesta, la heterogeneidad de la estructura económico-ocupacional condicionó las capacidades de reproducción económica de los hogares. Aquellos encabezados por trabajadores del sector microinformal y del segmento no regulado se vieron expuestos, en mayor proporción que los demás hogares, a experimentar déficit de capacidades de subsistencia a partir de ingresos laborales. La incidencia de factores estructurales se mantuvo con independencia de los atributos sociodemográficos de los hogares. Es en este sentido que cabría hablar del carácter "selectivo" de los procesos de empo brecimiento, estrechamente ligados a la desigualdad sociolaboral.
La rigidez del patrón distributivo del ingreso laboral inhibe la convergencia socioeconómica: una amplia franja de los hogares sólo accede a ocupaciones que o bien no garantizan la satisfacción de necesidades o los dejan expuestos al riesgo de no hacerlo. Allí puede situarse un elemento estructural de los procesos recurrentes de empobrecimiento que atraviesan al capitalismo argentino: las fases de estancamiento y las abruptas contracciones económicas -que por lo general suceden a la caída de los términos de intercambio- encuentran a un vasto conjunto de los hogares muy cerca del límite de no cubrir sus necesidades reproductivas.
Estas evidencias sugieren que, sin una mayor integración de las actividades ligadas al sector microinformal, la posibilidad de alcanzar una mayor convergencia socioeconómica es limitada. Tal integración demandaría políticas productivas, iniciativas de desarrollo económico local y atención a la economía social y popular; pero también políticas que promuevan la superación de la restricción externa y el desarrollo científico y tecnológico. Estas iniciativas son difíciles que puedan alcanzarse mediante la profundización de mecanismos de libre mercado, al menos en un régimen de acumulación concentrado y extranjerizado como el argentino. Parecen requerir de la construcción de consensos sociales interesados en su implementación.