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Revista mexicana de anestesiología

versión impresa ISSN 0484-7903

Rev. mex. anestesiol. vol.43 no.2 Ciudad de México abr./jun. 2020  Epub 04-Oct-2021

https://doi.org/10.35366/92865 

Editorial

Pandemia

Pandemic

Raúl Carrillo-Esper1  * 

1 Editor de la Revista Mexicana de Anestesiología, Colegio Mexicano de Anestesiología, A.C. México.


Cuando respirar da temor

Corría el año 165 d.C., el Imperio romano dominaba buena parte del mundo conocido y sus fronteras se extendían al norte de Europa y de África, Britania y hacia Mesopotamia. Bajo el liderazgo de su emperador Marco Aurelio, uno de los grandes estoicos, el poder de Roma era incuestionable y, en todos sus dominios, la «romanización» era imparable. Las lenguas de uso diario -el latín y el griego-, el comercio, las vías de comunicación terrestres y marítimas y las ciencias y artes estaban en crecimiento. Roma era un vasto imperio variopinto con cerca de 50 millones de habitantes, que, bajo la pax romana, no parecía tener fin ni enemigo que le hiciera frente; la tierra civilizada era Roma, la communis patria, el orbis romanus; sin embargo, negros nubarrones se ceñían sobre el imperio.

Por esos tiempos el ejército romano atacaba la ciudad de Seleucia (Irak) bajo el mando del general Lucio Vero, coemperador romano. Con la ciudad sitiada, las legiones romanas mostraron su poderío y derrotaron a los defensores, aunque ésta fue una victoria pírrica, pues la debacle del Imperio romano iniciaba. Cuentan que un soldado romano profanó el templo de Apolo en Seleucia, del cual brotó un «vaho pestilente» que dio inicio así a una de las grandes pandemias de la historia y que diezmó al Imperio romano. La peste se diseminó rápidamente debido al movimiento del ejército que regresaba de oriente, de seguro a través de las eficientes vías de comunicación; aquélla afectó a toda la población del imperio, en especial, a la que habitaba en la ciudad de Roma, en buena parte por la aglomeración, puesto que, por aquellos tiempos, habitaban en esta ciudad cerca de un millón de habitantes. La epidemia no respetó rango social ni económico: el mismo emperador Marco Aurelio y Lucio Vero murieron a consecuencia de ésta.

No se sabe a ciencia cierta qué tipo de infección fue la causante; a pesar de las controversias entre los historiadores, lo más probable, por la descripción que hace Galeno, el gran médico romano, es que se tratara de viruela: «Exantemas de color negro o violáceo oscuro que después de días se secan y desprenden del cuerpo, diarrea, fiebre y sentimiento de calentamiento interno por parte de los afectados; en algunos casos se presenta sangre en las deposiciones del infectado, pérdida de la voz y tos con sangre debido a las llagas que aparecen en la cara y sectores cercanos; entre el noveno día de la aparición de los exantemas y el décimo segundo, la enfermedad se manifiesta con mayor violencia y es donde se produce la mayor tasa de mortalidad».

La peste antonina, como también se le conoce a esta epidemia, causó la muerte de cerca de 10 millones de personas. Sus efectos fueron letales para el imperio, no sólo por las vidas perdidas, sino también por el miedo y la inestabilidad política, militar, social y económica que desencadenó.

Al momento de escribir este editorial, la pandemia condicionada por el virus SARS-CoV-2 ha infectado a más de un millón de seres humanos y ha causado la muerte de más de cien mil, y continúa extendiéndose por todo el planeta; ha doblegado a las grandes potencias y mostrado las debilidades de los sistemas de salud y la fragilidad del ser humano. Un enemigo invisible, el coronavirus, ha puesto de rodillas a la humanidad, causando pánico e incertidumbre al desequilibrar el entretejido económico, político y social.

La pandemia que vivimos y la epidemia antonina tienen grandes similitudes, pero en especial muestran que la vanidad y el orgullo humano no son nada frente al embate de la naturaleza, resultado, entre otras cosas, del desequilibrio ambiental. De la liberación del vaho pestilente del templo de Apolo en Seleucia al SARS-CoV-2 de la ciudad de Wuhan hay un origen y consecuencias semejantes, una historia que se repite.

La entidad ahora denominada COVID-19 tiene como órgano de choque primario al pulmón, pero también tiene un importante involucramiento extrapulmonar, impactando a nivel cardíaco, gastrointestinal, hematológico y de coagulación, así como a nivel renal, dermatológico y de sistema nervioso central, entre otros; sin olvidar el grave desequilibrio inmunológico y la tormenta de citocinas.

En esta pandemia todos hemos aprendido de la importancia del trabajo de un equipo de salud transdisciplinario, en el cual el anestesiólogo juega un papel fundamental, ya que el manejo de la vía aérea, así como de los diferentes dispositivos de oxigenoterapia e inhaloterapia se han posicionado como prioritarios en el manejo de pacientes con COVID-19, en especial en pacientes con las formas moderadas a graves.

El Colegio Mexicano de Anestesiología, preocupado por la salud de los mexicanos y la seguridad de los anestesiólogos que están en la primera línea de batalla y son protagonistas principales en el manejo perioperatorio, ha implementado acciones encaminadas a difundir información actualizada que permita aportar las herramientas derivadas de la evidencia científica con la finalidad de realizar una práctica segura, ya que nos enfrentamos a un virus muy contagioso y que, a pesar de las medidas establecidas por las autoridades sanitarias de diferentes países, no se ha podido contener.

Como parte de las actividades académicas, se organizó una sesión difundida a través de los medios electrónicos, en la que se trató lo referente a las características del virus y su comportamiento epidemiológico, así como el manejo de la vía aérea y cómo debe de organizarse un quirófano para el manejo del paciente portador de COVID-19. Ésta fue exitosa y, al momento, ha tenido más de 17,000 consultas.

La Revista Mexicana de Anestesiología, fiel a su tradición de mantenerse a la vanguardia y de ofrecer información de actualidad a sus lectores, dedica este número al COVID-19 y su impacto en la anestesiología y medicina perioperatoria. Elegir los temas que integran esta revista fue difícil, por la gran cantidad de información que aparece día con día; así, se eligieron los temas que se consideraron de interés general y cuya lectura fuera de utilidad para la práctica de la medicina perioperatoria en torno al COVID-19.

Reconozco el interés y el compromiso de cada uno de los distinguidos profesionales que participaron en la elaboración del contenido y les agradezco el tiempo y esfuerzo invertidos que cristalizaron en este excelente documento científico.

Estamos pasando por tiempos difíciles. Mi reconocimiento y admiración a los anestesiólogos y a todos los profesionales de la salud inmersos en la atención de los enfermos que padecen COVID-19, ya que están mostrando al Sistema de Salud y a la población su valía, profesionalismo y entrega, aun a costa de su salud y de su vida.

Que este número de la Revista Mexicana de Anestesiología sirva como un humilde pero sentido homenaje a todos los que día a día combaten a este terrible enemigo.

*Autor para correspondencia: Acad. Dr. Raúl Carrillo-Esper. Revista Mexicana de Anestesiología. Providencia 835, Col. Del Valle. Alcaldía Benito Juárez, CP 03100, Ciudad de México. Tel. 55362589. E-mail: cmx@revistacomexane.com.

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