INTRODUCCIÓN
Actualmente, a nivel global, el crecimiento demográfico, el aumento en el nivel de vida, el turismo, las políticas de ordenación del territorio y de uso y gestión del agua, etc., ejercen una presión sobre los recursos hídricos disponibles adicional a la ya existente por parte de la agricultura, la producción energética, los usos industriales y domésticos, y el medio ambiente (Abbaspour et al., 2015; Sánchez-Galiano et al., 2017). Las reservas hídricas, superficiales y subterráneas (agua azul), se encuentran considerablemente amenazadas, en cantidad y calidad, en regiones con elevado estrés hídrico, originado en gran medida por el uso agrícola (Cynthia et al., 2004; Wada et al., 2012; Custodio et al., 2016). En consecuencia, los reservorios de agua dulce han disminuido, lo que acarrea impactos ambientales negativos sobre los ecosistemas asociados (Klove et al., 2014). A su vez, la gestión del agua dulce se encuentra supeditada a cambios de criterio e ideologías políticas, caso por ejemplo de los trasvases entre cuencas en España, que aportan incertidumbre al abastecimiento (Molina y Melgarejo, 2015). Al mismo tiempo, el cambio global aporta un nuevo nivel de incertidumbre en los suministros de agua dulce y en los principales sectores económicos con un uso consuntivo elevado de agua como la agricultura y la energía. Dicha problemática aumentará la inseguridad en las futuras demandas del agua (Green et al., 2011), lo que, junto al continuo aumento en la frecuencia y duración de sequías e inundaciones (Wanders y Van-Lanen, 2015; Pérez-González et al., 2017), provocará que las sociedades amplíen su vulnerabilidad ante un extenso elenco de riesgos asociados con el suministro inadecuado del agua en cantidad y/o calidad (UNESCO, 2012).
El cambio global abarca variaciones climáticas a nivel espacial y temporal, y cambios derivados de los procesos terrestres, incluyendo actividades humanas que afectan al medio ambiente, y como tales, el cambio global proyectado incluye los sistemas de recursos hídricos (Green et al., 2011). En los últimos años, el cambio global (cambio climático, de usos del suelo, etc.) ha sido plenamente demostrado (IPCC, 2013). La influencia antrópica sobre el medio ha alterado el clima de los últimos 25 años, de modo que las modificaciones registradas a escala planetaria no podrían atribuirse exclusivamente a las anomalías y variabilidad natural del sistema climático (Allen et al., 2000; Bindoff et al., 2013). Actualmente, se consideran cuatro escenarios de variación climática para los próximos decenios: los RCP (Representative Concentration Pathways), denominados RCP2.6, RCP4.5, RCP6.0 y RCP8.5 según la magnitud del forzamiento radiativo que aportan al sistema climático natural. Por ello, los resultados de los modelos climáticos globales (GCMs) y regionales (RCMs) varían en función del forzamiento introducido (IPCC, 2013).
Los modelos matemáticos aplicados a la hidrología (modelos hidrológicos) constituyen herramientas vitales con las que planificar el uso y gestión sostenible de los recursos hídricos, permitiendo satisfacer, en lo posible, las demandas agrícolas, urbanas, industriales y ambientales (Praskievicz y Chang, 2009; Al Kuisi y El-Naqa, 2013; Abbaspour et al., 2015). En las últimas décadas, debido en parte a los desfavorables escenarios de cambio global, sequías y escasez, la relación entre estos modelos y la hidrología se ha incrementado (Neitsch et al., 2011; Cabezas, 2015). Hoy en día, el número y tipología de modelos desarrollados es elevada. Cabezas (2015) establece 16 tipologías de modelos hidrológicos entre las que existen además tipologías mixtas. Pese a dicha diversidad, tres son las características básicas para clasificar los modelos: i) su finalidad u objetivo, es decir, las variables cuyo comportamiento se pretende modelar; ii) su escala, resolución o parametrización espacial (modelos agregados, semidistribuidos y distribuidos); iii) su escala o alcance temporal (modelos de episodio, y de simulación continua: Praskievicz y Chang, 2009; Cabezas, 2015).
La citada conexión entre los escenarios de cambio global y los modelos hidrológicos ha originado en las últimas décadas numerosos estudios científicos (Cynthia et al., 2004; Praskievicz y Chang, 2009). A nivel global, se identifica un consenso generalizado en la repercusión negativa del cambio global sobre los principales elementos del balance hídrico como reducción de la humedad del suelo, de la escorrentía total (superficial, hipodérmica y subterránea), etc., aunque existen notorias discrepancias en la magnitud de dichos cambios según la región estudiada (Green et al., 2011; Klove et al., 2014; Senent-Aparicio et al., 2017). En España, por ejemplo, se estima que las aportaciones fluviales disminuirán entre un 5 y un 15% en los próximos 20 años, cuyos efectos serán especialmente visibles en primavera y verano (CEDEX, 2012). Las regiones áridas y semiáridas, como el sureste español, representan un reto en la investigación científica al respecto dado que se caracterizan por una marcada variabilidad pluviométrica traducida, en los modelos de conversión lluvia-escorrentía, en una elevada fluctuación de los caudales aforados dificultando enormemente la consecución de dichos análisis. Son frecuentes los periodos de sequías donde las formaciones de acuíferos suponen la única fuente de suministro hídrico “de origen estrictamente natural”, al tiempo que aportan el caudal base en los cursos fluviales (Senent-Alonso y García-Aróstegui, 2014; Aguilar-García y Ortega-Guerrero, 2017). La importancia de los acuíferos en el sureste español ha sido plasmada en diversos estudios de cambio global e hidrogeología (Molina et al., 2013; Touhami et al., 2015; Moutahir et al., 2017) en alguno de los cuales se identifican incluso aumentos en las tasas de recarga en función del GCM y RCM implementado (Pulido-Velázquez et al., 2015). No obstante, existe una escasez notable de estudios equivalentes realizados a escala de cuenca hidrológica y balance hídrico.
En la Demarcación Hidrográfica del río Segura (DHS), donde se localiza el ámbito de actuación de este estudio (cuenca alta del río Taibilla), destaca únicamente Senent-Aparicio et al (2017) en la cuenca del río Madera. Al igual que en dicho estudio, en este trabajo se implementó el modelo hidrológico SWAT (Soil and Water Assessment Tool) desarrollado inicialmente en Arnold et al. (1998). Esta herramienta, ampliamente contrastada en estudios de hidrología y cambio climático a nivel global (Gassman et al., 2007, 2014), fue seleccionada para representar el comportamiento hidrológico de la cuenca analizada dado que permite representar la variabilidad natural intrínseca (diaria o subdiaria) a las regiones semiáridas (Cabezas, 2015). Así mismo, el modelo realiza análisis geográficos espacialmente desagregados de un modo aceptable, posibilitando, entre otros aspectos, la evaluación de prácticas agrícolas sobre la calidad de los recursos hídricos a escala de cuenca (Winchell et al., 2013). Ello resulta esencial dado que el sureste español se encuentra sometido a elevadas demandas agrícolas (Klove et al., 2014; Custodio et al., 2016).
El objetivo del presente trabajo es analizar el impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos de la cuenca alta del río Taibilla. Para ello, en primer lugar, a partir de mediciones del caudal a la salida de las subcuencas (periodo 1996-2012), se aplicó el algoritmo SUFI-2 con el que calibrar, validar y analizar la sensibilidad del modelo SWAT, utilizando dos funciones objetivo diferentes, la eficiencia de Nash-Sutcliffe (NSE) y la eficiencia de Kling-Gupta (KGE). Seguidamente, se incorporaron en SWAT las proyecciones de tres GCMs mediante la regionalización estadística por Análogos (periodo 2010-2050). Los escenarios de cambio climático, seleccionados para dichos GCMs, fueron el RCP4.5 y el RCP8.5. Los resultados del estudio pueden proporcionar a las autoridades locales información útil en la toma de decisiones respecto a la planificación hidrológica y la lucha contra el cambio climático en la DHS. Además, las herramientas implementadas resultan válidas en un área de clima subhúmedo y semiárido pudiendo ser por ello aplicadas en otras regiones del globo con una climatología similar. Especialmente relevante es el análisis comparativo entre NSE y KGE, con frecuencia no realizado en estudios científicos similares, dado que influye considerablemente en la calibración del modelo y, por ende, en el correcto ajuste de los caudales simulados a los observados, los cuales presentan a menudo elevadas fluctuaciones en regiones áridas y semiáridas (Cabezas, 2015). Asimismo, el estudio muestra una metodología novedosa en cuanto a la selección de los GCMs y RCMs, acoplados en SWAT, habitualmente no justificada en estudios equivalentes.
ÁREA DE ESTUDIO
La cuenca del río Taibilla se localiza en la cabecera de la DHS (sureste de España). Con una superficie de 633 km2, representa uno de los afluentes más relevantes del río Segura. Se trata de una cuenca de montaña mediterránea perteneciente a la zona Subbética de las cordilleras Béticas, con una altitud situada entre los 640 m y los 2080 m (Quiñonero-Rubio et al., 2013). El embalse del Taibilla, ubicado en el sector central de la cuenca, es considerado la desembocadura (salida) de la cuenca alta del río Taibilla, la cual constituye el área de estudio en este trabajo (Figura 1). Dicha cuenca de cabecera cubre un área de 315 km2 sobre los municipios de Moratalla y Nerpio. El embalse supone el punto situado a menor cota (940 m), mientras que Las Cabras con 2080 m (Sierra Las Cabras) es el pico más alto. Las Cabras y los restantes picos de la cuenca se encuentran nevados únicamente durante los principales meses de invierno (AYESA, 2010a).
El clima se clasifica como mediterráneo subhúmedo en transición al semiárido. Presenta una marcada estacionalidad con primaveras y otoños lluviosos, y veranos secos (Boix-Fayos et al., 2007). De acuerdo a los registros facilitados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), la precipitación media anual alcanza los 585 mm y la temperatura media anual los 12 °C. La litología dominante se compone de calizas en zonas montañosas y margas en valles, junto con diversos afloramientos de dolomías, margocalizas y areniscas. Todos los materiales datan del Cretácico, Oligoceno y Mioceno. Los leptosoles réndsicos y líticos suponen los tipos de suelo dominantes, con espesores variables según la zona aunque siempre menores a 50 cm (IGME, 2003; HWSD, 2017).
La red de drenaje se articula en dos cauces con caudal permanente: el río Taibilla y la rambla de la Rogativa, que presentan numerosos afluentes y ramblizos de menor entidad. Ambos desembocan en el embalse del Taibilla. Asimismo, se localizan cuatro Masas de Agua Subterránea (MASub) incluidas total o parcialmente bajos los límites de la cuenca: Fuente Segura-Fuensanta, Taibilla, Anticlinal de Socovos y Caravaca. Estas MASub albergan 18 acuíferos (Figura 2). CHS (2015a, 2015c, 2015i) indica que las MASub no muestran actualmente alteraciones significativas del régimen natural y que poseen buen estado cuantitativo y químico. Por ello no presentan prórrogas ni objetivos medioambientales menos rigurosos de los establecidos en la Directiva Marco del Agua (DMA, 2000) para los horizontes 2021 y 2027. A efectos de la modelación hidrológica, destaca la MASub Taibilla y el acuífero Taibilla incluido en ésta. El acuífero supone el principal aporte subterráneo que recibe el embalse. Las surgencias del mismo son recogidas en el único manantial oficialmente inventariado en la cuenca: manantial Molino de las Fuentes (Senent-Alonso y García-Aróstegui, 2014; CHS, 2015b). A partir de los registros facilitados por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) y por AYESA (2010b), en el periodo 01/01/1996-31/12/2012, se estima que las aportaciones totales al embalse alcanzan los 13.3 hm3/año, divididas en la componente superficial e hipodérmica (7.6 hm3/año del río Taibilla y la rambla de la Rogativa) y la subterránea (4.9 hm3/año).
Desde 1950, la cuenca ha sufrido un intenso abandono de las zonas agrícolas lo que ha alterado la estructura del paisaje y los usos del suelo. Ello ha provocado un incremento de las zonas boscosas. Dicha revegetación no se debe únicamente a procesos naturales dado que, desde 1970, se han desarrollado en la cuenca proyectos de restauración hidrológico-forestal que incluían construcción de diques de retención de sedimentos en cauces, reforestación de cabeceras de las subcuencas, etc. (AYESA, 2010a; Quiñonero-Rubio et al., 2013). Estos cambios afectaron a la dinámica de flujos de agua y sedimentos dentro de la cuenca al reducir los caudales aforados y el aporte de sedimentos desde las laderas (Boix-Fayos et al., 2007, 2008). El territorio de la cuenca actualmente destinado a usos agrícolas se incluye en la Unidad de Demanda Agraria “Regadíos aguas arriba del Taibilla” con tan solo 2.22 km2 de superficie y una demanda bruta de agua de 1.55 hm3/año destinados al cultivo de tubérculos como patata (46%) y almendros (45%). Recibe recursos hídricos principalmente de la aportación superficial del tramo inicial del río Taibilla no siendo una zona de riego del trasvase Tajo-Segura (CHS, 2015e, 2015h).
El incremento de masa boscosa y de vegetación natural ha favorecido la proliferación en la cuenca de hábitats declarados de interés comunitario por la Directiva Hábitats (DOCE, 1992) y preservados bajo diferentes figuras de protección. La zona presenta actualmente numerosas reservas naturales, endemismos ibéricos, cinco espacios incluidos en la Red Natura2000, una zona de especial protección para las aves (ZEPA) y cuatro lugares de interés comunitario (LIC). Así mismo, el embalse del Taibilla se encuentra propuesto como humedal (Guerrero et al., 2011; CHS, 2015f, 2015g). Dichos espacios muestran conexiones hídricas con determinados acuíferos de la cuenca a través de afloramientos permeables (CHS, 2015g). Junto con las aguas superficiales y subterráneas, el buen estado de estos ecosistemas asociados se debe en parte al escaso desarrollo agrícola, urbano e industrial de la cuenca. Únicamente se identifican tres núcleos de población, con menos de 1300 habitantes en total, los cuales forman parte de las Unidades de Demanda Urbana “MCT-Noroeste y Centro” y “Cabecera del Segura”. Ambas demandas son abastecidas parcialmente con recursos hídricos de la cuenca (AYESA, 2010a; CHS, 2015d).
En virtud de lo anterior, se considera que la cuenca alta del Taibilla se halla próxima al régimen natural, condición indispensable para cumplir los objetivos del estudio. Asimismo, desde los años 30 del siglo XX, la Mancomunidad de los Canales del Taibilla (MCT) gestiona los recursos de esta cuenca. Hoy en día, la MCT se cataloga jurídicamente como un organismo público-estatal, de uso y suministro hídrico. La MCT abastece a numerosos municipios de las provincias de Murcia (44), Alicante (35) y Albacete (dos). Las fuentes de suministro que utiliza proceden del trasvase Tajo-Segura y extraordinarios (57.4%), de la desalación de agua marina (3.4%) y de los aportes, de origen superficial y subterráneo, almacenados en el embalse del río Taibilla (39.2%). Aunque los mencionados porcentajes varían en función del año hidrológico considerado (MCT, 2014; Melgarejo y Molina, 2017), resulta evidente la importancia de la cuenca en el suministro hídrico de numerosas demandas urbanas y agrícolas de la DHS y áreas aledañas.
METODOLOGÍA
Descripción del Modelo
El software en código abierto Soil and Water Assessment Tool (SWAT) es un modelo lluvia-escorrentía, de parámetros semidistribuidos, capaz de simular numerosos procesos físicos a escala temporal continua (anual, mensual, diaria y subdiaria). Su objetivo principal es predecir la producción de agua y sedimentos en cuencas hidrográficas, así como el impacto de prácticas de gestión agrícola sobre la calidad del agua (nutrientes y pesticidas). Presenta una precisión razonable en cuencas de gran tamaño, con variedad en el relieve, en tipos y usos del suelo. Su elevada resolución espacial permite que sea implementado tanto a escala continental como de cuenca hidrológica (Arnold et al., 1998, 2012). No obstante, el uso de SWAT a gran escala requiere simplificaciones importantes. Gassman et al. (2007) y Abbaspour et al. (2015) muestran múltiples aplicaciones de SWAT a escala continental y de cuenca en Europa, África, Asia y EEUU. La componente hidrológica de SWAT permite calcular los elementos del balance hídrico y, en consecuencia, los recursos hídricos (agua azul, verde, etc.) a nivel incluso de subcuenca. La fase terrestre del ciclo hidrológico es simulada con base en la siguiente ecuación del balance hídrico (Ecuación 1).
Donde SW t y SW 0 son el contenido final e inicial de agua en el suelo, R day es la precipitación, Q surf es la escorrentía superficial, E a la evapotranspiración, w seep el agua que percola en la zona vadosa desde el perfil del suelo, y Q gw es el flujo de retorno. Las variables se expresan en mm de H2O para el día, i, y el tiempo, t, en días (Neitsch et al., 2011).
En SWAT, cada cuenca hidrológica es dividida en subcuencas a partir de las coberturas disponibles para el relieve del terreno y los cursos fluviales. A su vez, cada subcuenca se subdivide en polígonos, irregulares y de tamaños variables, denominados Unidades de Respuesta Hidrológica (HRU por sus siglas en inglés). Las HRU resultan de la superposición de un mismo tipo de suelo, uso de suelo y pendiente en una subcuenca dada. Suponen el principal avance de SWAT con respecto a otros modelos hidrológicos similares (Winchell et al., 2013). Dicha ventaja permite que, en SWAT, la simulación hidrológica en la fase terrestre no se realice únicamente a nivel de subcuenca sino también a escala de HRU (Arnold et al., 2012).
Al margen de la componente hidrológica, el desarrollo actual del modelo permite que sea utilizado en: la toma de decisiones frente a alternativas de gestión de recursos hídricos; evaluación de contaminación por fuentes no puntuales incluso en grandes cuencas fluviales; predecir el impacto agrícola sobre sedimentos, compuestos químicos y recursos hídricos de cuencas con diferentes condiciones de gestión, tipos y usos de suelo durante largos períodos de tiempo (Neitsch et al., 2011; Abbaspour et al., 2015).
Datos de entrada en SWAT
El modelo fue implementado como una extensión del software ArcGIS 10.2.2 denominada ArcSWAT 2012.10.2.18 (Arnold et al., 2012; Winchell et al., 2013), en adelante SWAT. La delimitación de la cuenca alta del río Taibilla, y de las subcuencas de éste, se realizó a partir del Modelo Digital de Elevación del Terreno (MDE), con resolución de 25 m x 25 m, propiedad del Centro Nacional de Información Geográfica (CNIG, 2017). Junto con el MDE, se agregó a SWAT la cobertura de la red hidrográfica disponible en la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS, 2017). La salida de la cuenca se ubicó en la estación de aforo 7017 localizada en el embalse del Taibilla. A partir de lo anterior, SWAT delimitó la cuenca alta del Taibilla con 315 km2 distribuidos en 25 subcuencas (Figura 3).
En la elaboración de las HRU se empleó el Mapa Nacional de Usos del Suelo del Proyecto Corine Land Cover (CLC2006) disponible en CNIG (2017) a escala 1:100000. Los códigos de uso de CLC2006 fueron reclasificados a los de SWAT utilizando la metodología descrita por Bobal et al. (2010) y El-Sadek e İrvem (2014). La edafología de la cuenca se extrajo de la base de datos Harmonized World Soil Database (HWSD, 2012, 2017), a escala 1:1000000, que recoge las unidades de suelo (códigos) establecidas en FAO (1990) y WRB (2014). A partir de la metodología de Gomariz-Castillo (2015), los códigos de suelo de HWSD (2017) fueron incluidos en la base de datos de SWAT. La pendiente fue dividida en cinco clases (0%-10%, 10%-20%, 20%-30%, 30%-40% y >40%). Dichos umbrales se fijaron ya que la cuenca presenta tramos altos, de cabecera o de alta montaña, con pronunciadas pendientes en las laderas vertientes al cauce del río (AYESA, 2010a; Quiñonero-Rubio et al., 2013). Los terrenos con pendientes suaves quedan relegados casi por completo al cauce del río Taibilla y sus arroyos (Figura 3).
A partir de las coberturas mostradas (Figura 3) se obtuvieron 769 HRU. Debido al gran número de HRU generadas, SWAT se comporta como un modelo de parámetros distribuidos. El tamaño de cada HRU resulta por tanto menor que la superficie de las celdas en las que se divide el territorio, situada habitualmente entre 12 km2 y 5 km2 (Cabezas, 2015). Por ello, los parámetros hidrológicos que caracterizan a la cuenca varían espacialmente en cada punto (HRU < celda).
Tras elaborar las HRU, se incorporaron en SWAT las series diarias de precipitación, temperatura máxima y mínima de las estaciones meteorológicas localizadas en las inmediaciones y en el interior de la cuenca (periodo 01/01/1944 - 30/04/2016). Los citados registros fueron facilitados por AEMET, y posteriormente tratados en el software R3.3.2 (R, 2013) para incluir valores ausentes, años bisiestos, etc. A partir de estas series, se seleccionó el método de Hargreaves (Hargreaves et al., 1985) para calcular la Evapotranspiración Potencial (ETP). Por otro lado, SWAT asigna al centroide de cada subcuenca, calculado previamente, los registros de la estación más cercana (Winchell et al., 2013). La distribución de las ocho estaciones escogidas en la cuenca resulta homogénea (Figura 1), permitiendo con ello que el modelo realice una asignación diferenciada y adecuada, de las variables precipitación y temperatura, a los distintos grupos de subcuencas. Gracias a la distribución que presentan dichas estaciones, no se incluyeron en SWAT las denominadas bandas de elevación con las que aplicar un gradiente a las series de precipitación y temperatura en función de la altitud (Winchell et al., 2013).
Calibración, validación y análisis de sensibilidad de SWAT
Los resultados (simulaciones) de los modelos hidrológicos deben ser corregidos con datos medidos. Se restringe así la incertidumbre de las simulaciones pudiendo representar, aunque simplificado, el comportamiento de una cuenca hidrográfica (Gupta et al., 2009; Abbaspour et al., 2015). Este procedimiento se realiza con las técnicas de calibración, validación y análisis de sensibilidad (Moriasi et al., 2007). La calibración evalúa los parámetros del modelo comparando sus predicciones, para un conjunto de condiciones de contorno asumidas, con datos observados para las mismas condiciones. En la validación se lanza el modelo utilizando parámetros determinados en calibración, de modo que éste sea capaz de realizar simulaciones próximas a los datos reales de la serie temporal destinada a validar el modelo (Krause et al., 2005; Moriasi et al., 2007). En SWAT, la calibración y validación, pueden realizarse con medidas de caudal, nitratos, fosfatos, etc. (Abbaspour, 2015; Abbaspour et al., 2015). En el presente estudio, se escoge la variable caudal a la salida de las subcuencas para calibrar y validar SWAT. El análisis de sensibilidad determina el cambio en las salidas del modelo con respecto a las entradas (parámetros) de éste. Es un proceso necesario para identificar parámetros clave y la precisión de los parámetros requerida en calibración (Ma et al., 2000; Moriasi et al., 2007).
Descripción del algoritmo SUFI-2 en SWAT-CUP
La optimización (calibración) y el análisis de sensibilidad de SWAT se realizaron con el algoritmo SUFI-2 (Sequential Uncertainty Fitting version-2) incluido en el software SWAT-CUP2012 (Abbaspour, 2015). En SUFI-2 la calibración se realiza con una serie de iteraciones que incluyen numerosas simulaciones. Cada nueva iteración es alimentada con los resultados de la anterior. Esto persigue aproximar (optimizar) la variable simulada, caudal a la salida de las subcuencas, a la observada. Los resultados de las iteraciones son un conjunto de valores (rangos) asignados a los parámetros que representan los procesos hidrológicos, las características físicas y la dinámica de cada cuenca hidrográfica. Cada nueva iteración presenta intervalos (rangos) de los parámetros recursivamente más próximos a su valor real. Ello pretende acotar la incertidumbre existente en los rangos iniciales de los parámetros, dado que a menudo no se dispone de mediciones de estos (Abbaspour, 2015; Abbaspour et al., 2007). Así, a partir de mediciones de caudales, introducidas en SUFI-2, éste proporciona iteración tras iteración mayor exactitud en los rangos de los parámetros de cada área de estudio. Dicho procedimiento se denomina Modelización Hidrológica Inversa (Beven y Binley, 1992; Abbaspour et al., 2004, 2007). En el estudio se escogen 14 parámetros hidrológicos condicionados por los métodos de cambio R-relative y V-replaces (Abbaspour, 2015). Así mismo, en cada iteración, SUFI-2 dispone de estimadores (estadísticos) para evaluar la bondad del ajuste entre el caudal simulado (Qsim) y el observado (Qobs: Tabla 1, ecuaciones 2 a 6). En consecuencia, se escoge la simulación más próxima al caudal observado, es decir, la que presenta mejores resultados en dichos estimadores. Por ello, se consideran óptimos los valores de los parámetros obtenidos en dicha simulación. La validación por su parte se implementó en R3.3.2 para contrastar la serie de Qsim con Qobs mediante los citados estimadores.
Denominación | Variables/Soluciones | Referencia | |
---|---|---|---|
Nash-Sutcliffe efficiency |
|
NSE: eficiencia de Nash-Sutcliffe (ad), n: número total observaciones. |
Nash y Sutcliffe, 1970; Moriasi et al., 2007. |
Kling-Gupta efficiency |
|
KGE: eficiencia de Kling-Gupta (ad), ED: distancia Euclidiana desde el punto ideal (ad), r: coef. correlación lineal de Pearson entre variable simulada y medida (ad), α = σ s /σ m : σ s y σ m desviación estándar datos simulados y medidos (ad), β = µ s /µ m : µ s y µ m medias datos simulados y medidos (ad). |
Gupta et al., 2009. |
Porcentaje de sesgo |
|
PBIAS: desviación datos evaluados (%). | Moriasi et al., 2007. |
RMSE-desviación estándar observaciones |
|
RSR: RMSE-desviación estándar observaciones (ad), RMSE: raíz error cuadrático medio (ad), STDEV obs : desviación estándar observaciones (ad). |
Moriasi et al., 2007. |
Coeficiente determinación |
|
R
2
: coeficiente determinación (ad), |
Moriasi et al., 2007; Abbaspour, 2015. |
Por otro lado, para iniciar la calibración, SUFI-2 requiere escoger un estadístico como función objetivo. La selección de esta función depende de los objetivos del estudio, de las variables a calibrar y de los parámetros hidrológicos a optimizar. Asimismo, la elección de la función afecta a los resultados de la calibración (parámetros hidrológicos, variable simulada-optimizada, etc. Abbaspour et al., 2004). En el estudio se han realizado cinco iteraciones (de 2000 simulaciones) con NSE y otras cinco con KGE. NSE es el estadístico más usado en modelación hidrológica como función objetivo dado que incrementa el rendimiento (ajuste) entre simulaciones y observaciones. Sin embargo, en ocasiones presenta errores por divergencia entre la serie simulada y la observada (Nash y Sutcliffe, 1970). KGE posee un comportamiento similar a NSE, aunque proporciona un mejor ajuste del modelo en caso de disponer de mediciones con numerosos picos (caudales punta). Corrige así el sesgo generado por el modelo entre series, observadas y simuladas, con caudales punta (Gupta et al., 2009; Gomariz-Castillo, 2015).
El análisis de sensibilidad, implementado en SUFI-2 tras la calibración, indica la relación entre la función objetivo y los parámetros hidrológicos seleccionados, cuyos valores cambian según presenten mayor o menor sensibilidad a la función. Los parámetros con mayor sensibilidad (significativa) poseen un P-valor ≤ 0.05. Un número elevado de parámetros con sensibilidad significativa indica una correcta elección de la función objetivo y de los parámetros. No obstante, a medida que las iteraciones son ejecutadas el número de parámetros significativos disminuye. Por ello, los parámetros significativos en las últimas iteraciones serán aquellos cuyo cambio afectará en mayor medida a los resultados del modelo (Abbaspour, 2015; Abbaspour et al., 2015). Información detallada respecto a los procedimientos de calibración, validación y análisis de sensibilidad en el algoritmo SUFI-2 puede ser encontrada en Abbaspour (2015).
Datos de entrada en SUFI-2
La cuenca alta del río Taibilla posee cuatro estaciones de aforo (Figura 1). En la calibración y validación de SWAT únicamente se consideraron los registros de caudales de la estación 7017 (periodo 01/01/1996-31/12/2012) facilitados por el CEDEX. Las restantes estaciones presentan series obsoletas (mediciones de 1930 a 1950) y con numerosos valores ausentes. La estación 7017, localizada en el embalse del Taibilla (salida de la cuenca), registra las reservas y salidas, a nivel mensual, del embalse. Dado que los embalses constituyen elementos de regulación de caudales, otorgando un régimen hídrico alterado, se realizó una operación de balance hídrico para restituir el régimen natural de los caudales en la salida de la cuenca. A partir de las reservas y salidas se obtuvieron las entradas medias mensuales en el embalse (Ecuación 7).
Donde E n son las entradas al embalse en el mes actual (m3/s), R n las reservas del embalse en el mes actual (m3/s), R n-1 las reservas en el mes anterior (m3/s), S n las salidas en el mes actual (m3/s), y Ev n las pérdidas por evaporación en el mes actual (m3/s).
Las pérdidas por evaporación (m3/s) se calcularon a partir del área inundada del embalse (763009 m2 variable según el año hidrológico) y de los registros de evaporación en el embalse (mm/mes) disponibles en CHS (2015h). Dichas pérdidas afectan considerablemente al balance debido a la climatología del área de estudio, con clima semiárido, registrando en el embalse una evaporación media situada entre 52.5 mm/mes y 272.4 mm/mes (CHS, 2015h). Las pérdidas del embalse por filtración se estiman despreciables debido a la formación del vaso del embalse compuesta por materiales impermeables (arcillas y margas) cuya acción se une al sedimento acumulado en el lecho del embalse (CHS, 2015c).
Las entradas mensuales al embalse, obtenidas por balance (periodo 01/01/1996-31/12/2012), suponen la aportación total que éste recibe (superficial y subterránea). Los dos registros ausentes identificados en dicha serie fueron contrastados y completados con el aporte superficial del embalse durante el periodo 01/01/1996-31/12/2010 (AYESA, 2010b) y con el caudal registrado en el Manantial Molino de las Fuentes (07/03/2007-07/04/2016) facilitado por la CHS.
Escenarios regionalizados de cambio climático en SWAT
Tras calibrar, validar y analizar la sensibilidad de SWAT, éste puede ser lanzado en escenarios pasados y futuros ya que los valores optimizados en los parámetros de la cuenca no varían con el tiempo (Winchell et al., 2013). En coherencia con los objetivos del estudio, se incorporan en SWAT los escenarios de emisión RCP4.5 y RCP8.5 (periodo 2010-2050). Los modelos de circulación global (GCMs) seleccionados se denominan: bcc-csm1-1-m, MPI.ESM.MR y bcc.csm1.1. Se escogen estos modelos puesto que se trata de los GCMs más próximos al promedio anual de todos los modelos en la DHS (serie 2010-2050). Asimismo, con el fin de adecuar las predicciones de precipitación, temperatura máxima y mínima de los tres GCMs al área de estudio, se acoplan en SWAT las proyecciones de éstos a partir de la regionalización estadística realizada por Petisco de Lara (2008a, 2008b) con el método de análogos (Tabla 2).
RCP8.5 | RCP4.5 | |||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Nombre modelo | Precp* (%) | Tmáx (°C) | Tmín (°C) | Nombre modelo | Precp* (%) | Tmáx (°C) | Tmín (°C) | |||
ACCESS1.0 | Australia | -0.406 | 0.324 | 0.212 | ACCESS1.0 | Australia | 5.333 | 0.204 | 0.170 | |
ACCESS1.3 | Australia | 9.230 | 0.144 | 0.159 | bcc.csm1.1.m | China | 0.313 | 0.078 | 0.073 | |
bcc.csm1.1.m | China | 0.610 | - | - | bcc.csm1.1 | China | 2.496 | 0.044 | 0.027 | |
bcc.csm1.1 | China | -5.823 | 0.110 | 0.025 | BNU.ESM | China | -7.407 | 0.251 | 0.203 | |
BNU.ESM | China | 2.230 | 0.074 | 0.099 | CMCC.CM | Italia | 2.730 | - | - | |
CMCC.CESM | Italia | -4.560 | -0.176 | -0.015 | CMCC.CMS | Italia | -0.767 | 0.281 | 0.273 | |
CMCC.CM | Italia | -3.353 | 0.157 | 0.172 | CNRM.CM5 | Francia | 6.740 | -0.376 | -0.357 | |
CNRM.CM5 | Francia | 2.784 | -0.563 | -0.541 | GFDL.ESM2G | Estados Unidos | -5.090 | - | - | |
GFDL.ESM2G | Estados Unidos | 2.994 | - | - | GFDL.ESM2M | Estados Unidos | -11.634 | - | - | |
HadGEM2.CC | Reino Unido | -4.066 | 0.527 | 0.479 | Inm.cm4 | Rusia | 2.826 | -0.879 | -0.830 | |
Inm.cm4 | Rusia | 4.477 | -0.903 | -0.865 | IPSL.CM5A.LR | Francia | -13.434 | - | - | |
IPSL.CM5A.LR | Francia | -1.166 | - | - | IPSL.CM5A.MR | Francia | -5.274 | 0.378 | 0.310 | |
MIROC5 | Japón | 1.904 | 0.207 | 0.202 | IPSL.CM5B.LR | Francia | 10.713 | - | - | |
MIROC.ESM | Japón | -7.506 | 0.640 | 0.555 | MIROC5 | Japón | -2.024 | 0.378 | 0.303 | |
MPI.ESM.LR | Alemania | 4.307 | 0.050 | 0.042 | MIROC.ESM | Japón | -2.387 | 0.544 | 0.507 | |
MPI.ESM.MR | Alemania | -0.026 | -0.003 | 0.005 | MPI.ESM.LR | Alemania | 3.813 | -0.116 | -0.137 | |
MRI.CGCM3 | Japón | -1.626 | -0.590 | -0.528 | MPI.ESM.MR | Alemania | 4.450 | -0.006 | 0.040 | |
MRI.CGCM3 | Japón | 8.600 | -0.782 | -0.583 |
Nota: en gris se indican los GCMs con menores diferencias en cada variable. *Precp: precipitación.
A partir de la regionalización por análogos y por regresión lineal, AEMET ha incorporado las series futuras, a nivel diario, de las citadas variables para el periodo 2006-2100, utilizando como referencia la serie 1961-2000, en prácticamente la totalidad de su red de estaciones meteorológicas en el territorio nacional (AEMET, 2017). La red de estaciones de AEMET en la DHS, que incluye proyecciones de cambio climático, consta de 127 estaciones de precipitación y 39 de temperatura, de las cuales se consideraron en el estudio las indicadas en la Figura 1 dada su proximidad con la cuenca. Los ficheros a escala diaria de estas estaciones, para las variables, GCMs, y escenarios mencionados, fueron adaptados al formato requerido por SWAT (.txt). La operación se realizó automáticamente con un bucle ejecutado en el software bash4.3 en el que se incorporaron como valores ausentes (NA) los del 29 de febrero, caso de los años bisiestos, no incluidos en las proyecciones de AEMET. Asimismo, la tendencia lineal de las series anuales de precipitación y temperatura, resultado del promedio de los tres GCMs utilizados, se evaluó mediante una regresión lineal analizando la significancia de dicha tendencia con el contraste no paramétrico de Mann-Kendall (Kendall, 1976; Sneyers, 1992).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Calibración, validación y análisis de sensibilidad con NSE y KGE
En la calibración, validación y análisis de sensibilidad de SWAT se contrastaron las mediciones del caudal, a nivel mensual, en la salida de la cuenca con las simulaciones de éste. Los estimadores de la bondad del ajuste, aplicados en la serie de validación y calibración, indican que el caudal simulado adapta su comportamiento a los datos observados. El periodo con caudales medidos (01/01/1996-31/12/2012) es dividido para destinar seis años a validación (01/01/1996-31/12/2001) y 11 años a calibración (01/01/2002-31/12/2012). De este modo, se escoge para calibrar SWAT la serie de mediciones más actual, que presenta menores lagunas y errores de medición. En el caudal simulado en ambas series se destina el primer año como periodo de calentamiento (NYSKIP). Por tanto, este año es eliminado en cada simulación evitando así parcialmente el sesgo inicial del modelo en la simulación (Arnold et al., 2012, Figura 4).
El ajuste con NSE como función objetivo muestra, en calibración, que de las 2000 simulaciones lanzadas (distribución de probabilidad o 95PPU: Abbaspour, 2015) la mejor simulación obtenida con
SUFI-2 se adapta satisfactoriamente al caudal observado (Figura 4). Los resultados de la bondad del ajuste mejoran sensiblemente en la serie de calibración con respecto a la de validación, siendo clasificados en ambos casos como buenos y muy buenos según Moriasi et al. (2007). Asimismo, en ambas series SWAT infraestima el caudal observado (PBIAS positivo). Sin embargo, el modelo ajusta correctamente el caudal base simulado al observado (ausencia de caudal base nulo), es decir, consigue reproducir los aportes de origen subterráneo recibidos en el embalse del Taibilla durante el periodo de estudio. Además, los caudales punta son simulados de un modo aceptable en dicho periodo pese a la subestimación de los meses 02 y 03 del año 2010. Esta infraestimación indica probablemente, por parte del modelo, una respuesta lenta ante precipitaciones intensas (posible conversión deficitaria lluvia-escorrentía).
La eficiencia de Kling-Gupta (KGE) fue escogida como función objetivo ya que a menudo proporciona un ajuste robusto frente a observaciones con numerosos caudales punta (Figura 5).
Debido a la naturaleza de KGE como función objetivo, el caudal simulado (Figura 5) presenta mayor número de picos (caudales punta) que el simulado con NSE (Figura 4). Esta fluctuación del simulado con KGE provoca que, en la serie de validación, SWAT infraestime el caudal observado de un modo perceptible (PBIAS=6.18), mientras que en calibración lo sobreestima tímidamente (PBIAS=-0.55). Por ello, la representación del caudal base con KGE empeora respecto a la simulación realizada con los parámetros hidrológicos empleando NSE como función objetivo. No obstante, la mencionada fluctuación del caudal simulado favorece que en los meses 02 y 03 del 2010 el simulado se aproxime al observado. Como consecuencia de lo enunciado, en validación y calibración, KGE muestra una bondad del ajuste inferior a la obtenida con NSE (Tabla 3). Estadísticos como NSE, KGE y R 2 se alejan de rangos satisfactorios según la clasificación de Moriasi et al. (2007) y Gupta et al. (2009).
Estimadores | Serie de validación (01/1997-12/2001) |
Serie de calibración (01/2003-12/2012) |
|||
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Nombre | Óptimo | Caudal calibrado | |||
(NSE) | (KGE) | (NSE) | (KGE) | ||
NSE | 1 | 0.57 | -0.23 | 0.64 | 0.11 |
KGE | 1 | 0.78 | 0.48 | 0.71 | 0.55 |
PBIAS | < ±10 | 3.83 | 6.18 | 1.10 | -0.55 |
RSR | 0 | 0.66 | 1.11 | 0.61 | 0.95 |
R 2 | 1 | 0.67 | 0.31 | 0.63 | 0.31 |
De este modo, la modelación hidrológica en la cuenca, para el periodo presente y futuro, se realiza a partir de los resultados proporcionados con NSE como función objetivo. Dichos resultados se trasladan a los parámetros hidrológicos a través de la columna valor fijado en la Tabla 4. Se corrigen así los valores originales de los 14 parámetros seleccionados para representar el comportamiento hidrológico de la cuenca alta del río Taibilla (modelización hidrológica inversa). Estos parámetros, junto con sus rangos de valores iniciales en la Iteración uno, fueron escogidos a partir de experiencias de modelización con objetivos similares a los enunciados en este estudio (Abbaspour, 2015; Abbaspour et al., 2015; Gomariz-Castillo, 2015; Senent-Aparicio et al., 2017).
Parámetro | Descripción (unidad) | Rango Iter1 (Mín….Máx.) | Valor fijado Iter5 (NSE) |
---|---|---|---|
R_CN2.mgt | CN2: número de curva de escorrentía inicial, según el SCS (Soil Conservation Service), para la condición de humedad II (humedad media). Adimensional. | [-0.2…0.2] | -0.158 |
V_ALPHA_BF.gw | α gw : factor alfa del caudal base (1/días). | [0.0…1.0] | 0.001 |
V_GW_DELAY.gw | δ gw : periodo de retardo de las aguas subterráneas (días). | [30.0..450.0] | 110.946 |
V_GWQMN.gw | aqshthr,q: umbral de profundidad del agua en el acuífero poco profundo necesario para que se produzca el flujo de retorno hacia la superficie (mm H2O). | [0.0.…2.0] | 0.851 |
R_SOL_AWC(x).sol | AWCly: capacidad de agua disponible en la capa de suelo x (mm H2O/mm suelo). | [-0.2.…0.4] | 0.129 |
R_SOL_K(x).sol | Ksat: conductividad hidráulica saturada de la capa de suelo x (mm/hr). | [-0.8.…0.8] | -0.267 |
R_SOL_BD(x).sol | pb: Densidad aparente húmeda en la capa de suelo x (Mg/m3). | [-0.5.…0.6] | 0.784 |
R_ESCO.hru | ESCO: factor de compensación de la evaporación del suelo (adimensional). | [0.8.…1.0] | 0.792 |
V_GW_REVAP.gw | β rev : coeficiente “Revap” de las aguas subterráneas (adimensional). | [0.0..…0.2] | 0.279 |
R_SLSUBBSN.hru | Lslp: longitud media de la pendiente (m). | [0.0…..0.2] | 0.125 |
V_SFTMP.bsn | Ts-r: temperatura de las nevadas. Es la temperatura media del aire en la que la probabilidad de que la precipitación caiga como nieve es análoga a que caiga como lluvia helada (°C). | [-5.0.…5.0] | -3.716 |
V_REVAPMN.gw | aqshthr,rvp: umbral de profundidad del agua en el acuífero poco profundo necesario para que se produzca el coeficiente “Revap” o la percolación del agua hacia el acuífero profundo (mm H2O). | [0.0…10.0] | 5.576 |
R_HRU_SLP.hru | slp: inclinación media de la pendiente (m/m). | [0.0.…0.2] | 0.136 |
R_OV_N.hru | n: valor del coeficiente de rugosidad "n" de Manning para el flujo superficial (adimensional). | [-0.2….0.0] | -0.067 |
Los parámetros de la Tabla 4 poseen diferencias notables en el análisis de sensibilidad (iteración 5). ALPHA_BF.gw, SOL_K (…).sol y CN2.mgt se muestran significativamente sensibles a KGE como función objetivo (P-valor≤0.05). Por ello, un cambio en dichos parámetros afecta en gran medida a los resultados del modelo. El análisis con NSE presenta un número mayor de parámetros con sensibilidad significativa que en el caso anterior (P-valor≤0.05), favoreciendo así la elección de NSE como función objetivo. ALPHA_BF.gw, CN2.mgt, SOL_BD(…).sol y SOL_AWC(…).sol son los que poseen mayor sensibilidad. Dado que los parámetros ALPHA_BF.gw y CN2.mgt también mostraron sensibilidad significativa con KGE como función objetivo, se considera que ambos resultan esenciales en el comportamiento y dinámica hidrológica de la cuenca alta del Taibilla. Análogamente, los parámetros de las capas de suelo (base de datos .sol) presentan un comportamiento relevante con NSE y KGE como funciones objetivo.
Análisis de las proyecciones de cambio climático
Los GCMs seleccionados, en la zona de estudio con la regionalización estadística de análogos, se denominan: bcc-csm1-1-m, MPI.ESM.MR y bcc.csm1.1. En la Figura 6 se muestran, para las variables precipitación y temperatura media, los promedios anuales de las simulaciones resultantes de estos GCMs a escala diaria en la cuenca alta del Taibilla. Dichas simulaciones se obtuvieron a nivel de unidad de respuesta hidrológica (HRU) por lo que fueron agregadas espacialmente a escala de cuenca.
Durante las próximas décadas, en los escenarios de emisión RCP4.5 y RCP8.5, el promedio de la precipitación para los GCMs implementados presenta una variabilidad interanual notable (Figura 6). El análisis mediante el contraste no paramétrico de Mann-Kendall (Kendall, 1976; Sneyers, 1992) no detecta tendencias significativas. El escenario RCP8.5 presenta una tendencia moderadamente decreciente con una reducción de la precipitación media de 8.4 mm/década, mientras que el escenario RCP4.5 muestra una tendencia prácticamente constante (+0.3 mm/década). El promedio de la temperatura en cambio registra un claro incremento en el periodo de estudio (2010-2050). Los dos escenarios considerados prevén un aumento de la temperatura estadísticamente significativo (P-valor<0.001) en dicho periodo (Figura 6). El incremento previsto es de 0.31 y 0.25 °C/década para los escenarios RCP8.5 y RCP4.5 respectivamente. Estas modificaciones resultan coherentes con los cambios proyectados, a lo largo del siglo XXI, en CEDEX (2012) y Senent-Aparicio et al. (2017) en la cabecera de la Demarcación Hidrográfica del río Segura (DHS). Del mismo modo, las tendencias identificadas (Figura 6) concuerdan con las variaciones, para precipitación y temperatura, estimadas a escala global en Allen et al. (2000) e IPCC (2013) debido al aumento de las emisiones y concentración atmosférica de gases de efecto invernadero (GEI).
Así mismo, la evolución de los diferentes modelos, en las variables y escenarios de emisión analizados (Figura 6), indica que el que el GCM bcc.csm1.1 muestra mayor variabilidad interanual (mayor número de picos) que los restantes con respecto a la serie promedio. A pesar de ello, las últimas décadas del periodo de estudio, especialmente la 2040-2050, presentan una convergencia y estabilización de las proyecciones de los modelos utilizados, aspecto ya señalado en IPCC (2013). No obstante, este informe señala que las predicciones de temperaturas y precipitaciones futuras poseen una gran incertidumbre asociada al GCM utilizado. La variable precipitación muestra, además, elevada incertidumbre en función de la técnica de regionalización implementada (IPCC, 2013).
En virtud de las proyecciones de cambio climático analizadas, para las variables precipitación y temperatura, se estima que el clima actual de la cuenca alta del Taibilla, clasificado en Boix-Fayos et al. (2007) como mediterráneo subhúmedo en transición al semiárido, derivará hacia una climatología de tipo semiárida-árida. Dichos cambios se deben principalmente a los incrementos, con tendencia significativa (P-valor<0.001), identificados en la temperatura (Figura 6).
Respuesta hidrológica en los periodos de estudio
En este apartado, se analiza la respuesta hidrológica de la cuenca en el periodo actual (2000-2010) junto con el corto plazo (2021-2030) y el mediano plazo (2041-2050) como consecuencia de las proyecciones de cambio climático acopladas al modelo SWAT tras evaluar la bondad del mismo (principalmente mediante el fichero Output.std obtenido en cada simulación). Los promedios anuales de los elementos del balance hídrico mostrados (Tabla 5) proceden de la agregación temporal y espacial realizada, a escala de cuenca, con el software SWAT-CHECK (White et al., 2012) durante los periodos mencionados. En la Tabla 5 se incluyen, para el corto y el mediano plazo, los resultados procedentes del promedio de los tres GCMs considerados en el estudio. Los valores medios de precipitación, escorrentía superficial y recarga de acuíferos se relacionan en mm/año, mientras que la temperatura media en °C. Así mismo, se indican las modificaciones que dichas variables presentan en los periodos y escenarios futuros con respecto a sus respectivos valores en el periodo presente (2000-2010).
Variable | Periodo 2000-2010 | Periodo 2021-2030 | Periodo 2041-2050 | |||
---|---|---|---|---|---|---|
RCP4.5 | RCP8.5 | RCP4.5 | RCP8.5 | |||
Precipitación | 596.46 | 556.78 (-6.65%) | 521.62 (-12.55%) | 590.69 (-0.97%) | 519.32 (-12.93%) | |
Temperatura | 11.97 | 13.21 (+1.24 °C) | 13.44 (+1.47 °C) | 13.66 (+1.69 °C) | 13.93 (+1.96 °C) | |
Escorrentía superficial | 40.04 | 34.89 (-12.87%) | 32.69 (-18.37%) | 37.01 (-7.56%) | 32.54 (-18.73%) | |
Percolación/recarga acuíferos | 103.01 | 92.72 (-9.99%) | 89.34 (-13.27%) | 104.14 (+1.10%) | 83.07 (-19.36%) |
Los resultados obtenidos (Tabla 5) aportan valores y tendencias verosímiles en la cuenca alta del Taibilla dada la climatología actual y futura de la misma. Así mismo, los cambios registrados en las variables del balance hídrico (Tabla 5) concuerdan con las modificaciones mostradas en CEDEX (2012), CHS (2015a) y Senent-Aparicio et al. (2017) para la cabecera de la DHS durante el periodo 2000-2050. Ello indica, junto con los resultados de la calibración y validación del modelo, una correcta elección de la función objetivo, la eficiencia de NSE, así como de los 14 parámetros hidrológicos seleccionados para representar el comportamiento hídrico de la cuenca.
La precipitación media anual en la cuenca alcanza, actualmente, los 585 mm según los registros facilitados por AEMET mientras que SWAT estima en el periodo 2000-2010 596.46 mm/año (Tabla 5) debido a que el modelo completa los valores ausentes existentes en las series de AEMET. Los periodos 2021-2030 y 2041-2050, para el escenario RCP4.5, muestran reducciones de la pluviometría media de en torno al 3.8% con respecto a los 596.46 mm/año del 2000-2010. En cambio, el descenso del escenario RCP8.5, en ambos periodos, se sitúa en el 12.7%. A pesar de ello, en dichos escenarios, las modificaciones estimadas en la precipitación para el promedio del periodo 2010-2050 mostraron tendencias no significativas.
A diferencia de la pluviometría, la temperatura media en la cuenca registra para las próximas décadas incrementos significativos (P-valor<0.001) en los escenarios de emisión considerados. En el RCP4.5, con respecto al periodo actual, la temperatura aumentará 1.47 °C en el corto y el mediano plazo, mientras que en el RCP8.5 ascenderá 1.72 °C (Tabla 5). Dichos aumentos se aproximan al umbral de los 2 °C fijados como punto de no retorno a partir del cual la influencia del cambio climático sobre los recursos hídricos y ecosistemas asociados tendrá efectos irreversibles (Green et al., 2011; IPCC, 2013; Klove et al., 2014). Así mismo, los citados cambios afectarán a las tasas de evapotranspiración real (ETR) y potencial (ETP) estimadas en el periodo presente con SWAT en 402.33 mm/año y 947.97 mm/año respectivamente. En coherencia con los resultados de CEDEX (2012) para el sureste mediterráneo, durante las próximas décadas, se prevén en la cuenca reducciones de la ETR, debido a la menor disponibilidad de agua de lluvia, e incrementos en la ETP por el aumento previsto de la temperatura media.
Las modificaciones estimadas para precipitación y temperatura provocarán una disminución de los recursos hídricos superficiales y subterráneos en la cuenca, cuya disponibilidad neta se verá además condicionada por las elevadas tasas de ETR propias del sureste mediterráneo. El 64% de la lluvia caída genera escorrentía superficial (número de curva promedio de 64.06) debido a la humedad, tipos y usos del suelo (zona próxima al régimen natural). En el periodo 2000-2010, la escorrentía superficial se sitúa en los 40.04 mm/año (Tabla 5). En el escenario RCP4.5 para el corto y el mediano plazo desciende un 10.2%, mientras que en el RCP8.5 disminuye un 18.6%.
La recarga de acuíferos presenta en el periodo actual un valor promedio de 103.01 mm/año (Tabla 5). En el escenario RCP4.5, durante las series 2021-2030 y 2041-2050, se reduce un 4.4% y en el RCP8.5 un 16.3%. Estos cambios provocarán reducciones en las tasas de retorno de acuíferos y por ende del caudal base o ecológico de los cursos superficiales afectando negativamente a los ecosistemas asociados (Klove et al., 2014). No obstante, los descensos estimados en la recarga de acuíferos resultan menores que los obtenidos para la escorrentía superficial durante las próximas décadas. Además, los elevados tiempos de tránsito y residencia del flujo hídrico en el subsuelo, variables desde días a miles de años, impiden identificar de un modo directo los efectos del cambio climático sobre las aguas subterráneas (Green et al., 2011). De hecho, en la cuenca, el escenario RCP4.5 prevé un incremento del 1.1% en las tasas de recarga durante el periodo 2041-2050. Del mismo modo, determinados estudios realizados en la DHS proyectan aumentos puntuales de la recarga de acuíferos durante los próximos decenios (Pulido-Velázquez et al., 2015). Ello indica que actualmente existe una gran incertidumbre asociada a los escenarios de emisión, GCMs y técnicas de regionalización estadística empleadas en las proyecciones de cambio climático.
CONCLUSIONES
En el presente estudio, durante la calibración y validación de SWAT en la cuenca alta del río Taibilla, se escogió la eficiencia de NSE como función objetivo debido a la mejora que éste aporta, con respecto a la eficiencia de KGE, en los resultados de la bondad del ajuste entre caudales observados y simulados. De este modo, mediante NSE, SWAT simula adecuadamente el hidrograma observado en la salida de la cuenca para la serie 1996-2012.
Así mismo, las proyecciones de cambio climático acopladas a SWAT considerando el forzamiento radiativo aportado por los escenarios de emisión RCP4.5 y RCP8.5 para los GCMs bcc-csm1-1-m, MPI.ESM.MR y bcc.csm1.1, con la regionalización estadística de análogos, muestran que en el periodo 2010-2050 la precipitación media en la cuenca posee una elevada variabilidad interanual con tendencias no significativas en ambos escenarios. El escenario RCP8.5 prevé reducciones de 8.4 mm/década y el RCP4.5 un moderado incremento de 0.3 mm/década. Sin embargo, la temperatura media presenta un claro aumento con tendencias significativas (P-valor<0.001) en los dos escenarios. El incremento previsto es de 0.31 °C/década en el escenario RCP8.5 y de 0.25 °C/década en el RCP4.5.
En cuanto al análisis de la respuesta hidrológica ante las proyecciones de cambio climático consideradas, los resultados indican que la cuenca experimentará en las series simuladas (2021-2030 y 2041-2050), con respecto al periodo actual (2000-2010), una reducción de la precipitación media de aproximadamente un 4% en el escenario RCP4.5 y de un 13% en el RCP8.5. La temperatura se incrementará 1.5 °C y 1.7 °C en ambos escenarios respectivamente. Por su parte, la escorrentía superficial disminuirá un 10% en el RCP4.5 y un 19% en el RCP8.5. No obstante, la recarga de acuíferos presenta menores reducciones ante las citadas predicciones de cambio climático que la escorrentía superficial, aspecto ya señalado en determinados estudios realizados en la DHS. En el escenario RCP4.5 se prevé una disminución de la recarga del 4.5% y en el RCP8.5 del 16%. Dichas modificaciones en las principales variables del balance hídrico resultan coherentes con la disminución de las aportaciones naturales de referencia, prevista en un 11%, para la DHS durante el siglo XXI (CEDEX, 2012; Senent-Alonso y García-Aróstegui, 2014). Se estima que la verosimilitud de los resultados obtenidos radica principalmente en la elección de los tres modelos de cambio climático que presentan menores diferencias con respecto al total de GCMs disponibles en la DHS para el periodo 2006-2100. A partir de las alteraciones enunciadas se prevé que el clima actual de la cuenca, mediterráneo subhúmedo en transición al semiárido, derive hacia una climatología de tipo semiárida-árida.
La MCT abastece a numerosos municipios de las provincias de Murcia (44), Alicante (35) y Albacete (dos). Las fuentes de suministro que utiliza proceden del trasvase Tajo-Segura y extraordinarios (57.4%), de la desalación de agua marina (3.4%) y de los aportes almacenados en el embalse del Taibilla (39.2%). Aunque estos porcentajes varían en función del año hidrológico considerado, las reducciones obtenidas en las reservas de la cuenca durante las próximas décadas repercutirán negativamente en el suministro de sus demandas urbanas y agrícolas. Por ello, los políticos y gestores del recurso agua deberán establecer estrategias de gestión más eficientes e incrementar los recursos procedentes del trasvase Tajo-Segura y de la desalación de agua marina. No obstante, dicho escenario parece poco probable dada la grave situación de escasez y sequía que atraviesan numerosas demarcaciones hidrográficas españolas durante los últimos años hidrológicos. A su vez, los elevados costes de la desalación provocan que ésta no resulte actualmente una fuente de suministro factible para la agricultura.